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Rubor

en Dominación

- RUBOR -

Para CNTTBR.

 

La habitación es sencilla. Una cama de matrimonio entre dos mesillas de noche. Una estantería llena de libros. Una mesa grande, vacía, de madera marrón barnizada y brillante. Un par de sillas tapizadas contra la blanca pared. La persiana está bajada y la lámpara de seis bombillas encendida.

En la casa estamos sólo el y yo. Nadie puede molestarnos. Silencio, todo está en silencio incluso la calle. La noche está avanzada.

Estoy de pie en la habitación, vestida con un pantalón negro, unas sandalias y una camiseta azul. Debajo llevo un sujetador y un tanga de lycra, ambos sencillos y negros. ¿ Que por qué no me he puesto ropa más erótica ? No lo se. Él no dijo nada sobre el tema y he preferido no ir muy provocativa.

Intento mantener la calma y parecer que controlo la situación, pero no es cierto. Estoy hecha un manojo de nervios, los cuales están dando vueltas en mi estómago. No tengo miedo. Se que no ocurrirá nada que no quiera. Aún así la sensación de la primera vez, la expectativa de no saber que pasará al siguiente minuto hace que no pueda estar tranquila.

Me siento excitada. El solo hecho de sentirle tan cerca de mi, dando vueltas a mi alrededor observándome palmo a palmo, como preludio a tocarme, hace que me empiece a mojar.

Pero no me toca. Se sienta en la cama y se queda mirándome. Serio, siempre serio. Tal vez si sonriese un poco el nudo de mi estómago comenzaría a deshacerse.

Desnúdate para mi, poco a poco...

Sabe que para mi sería más fácil si lo hiciese él. Pero no me va a poner las cosas fáciles. Se vengará de que en su día fuese yo la que le pusiera las zancadillas.

Tomo aire y con dedos temblorosos llevo las manos al borde de la camiseta. Poco a poco la voy subiendo dejando a la vista mi vientre y mis pechos escondidos aún por el sujetador. Tras quitármela la lanzo a una de las sillas.

No me hace falta mirarme en un espejo para saber que mi cara está roja como la grana. Soy tímida y pudorosa y desnudarme ante un hombre me resulta de lo más vergonzoso. Él lo sabe y disfruta aún más por ello.

Mis dedos pelean con el botón y la cremallera de mi pantalón mientras lanzo las sandalias contra un rincón. El pantalón se desliza por mis caderas hasta caer a mis pies, lo recojo y lo lanzo contra la silla.

Ahora llega lo más difícil. La desnudez total, descubrir mis partes más íntimas ante él. Mis manos permanecen a ambos costados de mi cuerpo durante unos segundos de indecisión. Tras eso, las llevo al broche de mi sujetador y lo suelto. Otro par de segundos de lucha interna antes de deslizar los tirantes por mis brazos y dejar al descubierto mis pechos.

¡ Maldita sea ¡ ¡ Di algo ! Pero no, no lo hace. Y su cara permanece impasible. El único cambio que noto en él es el bulto de su entrepierna que ha crecido de forma notable.

Con el tanga ya ni me lo pienso. Cuanto antes me desnude por completo antes se me quitará la vergüenza.

Por fin desnuda, es cuando él se levanta y se coloca detrás de mi. El primer contacto de nuestras pieles es su mano presionando contra mi espalda, instándome a inclinarme. Sigue con la presión hasta que mi cuerpo hace un ángulo de noventa grados.

Abre las piernas. Ante mi las tendrás siempre abiertas, cualquiera que sea la postura en la que estés...

Cojo aire y las abro.

No tardo en sentir su mano en mi entrepierna, abierta, abarcando por completo mi coño. Lo aprieta un poco; es como si estuviese sopesándolo. Mi reacción es la de incorporarme. Pero su mano en mi espalda presiona con decisión y fuerza y me hace volver a mi postura.

Aprieta mi coño unas cuantas veces antes de deslizar un dedo desde el clítoris hasta el perineo.

Me estremezco, eso ha sido placentero.

Me gusta ver que sin haberte tocado, ya estás mojada. ¿ Ves como yo tenía razón? Estas cosas te gustan...

Inesperadamente siento como ese dedo se hunde en mi interior, despacio pero de una sola vez. Cierro los ojos y me dejo hacer.

Mis nervios no han desaparecido, pero la excitación hace que estos pasen a segundo plano.

Los minutos van pasando y otro par de dedos se han colado dentro de mi, haciendo que mi coño esté lleno y muy mojado. Pero de repente los saca, dejándome completamente vacía. Noto como mi vagina se contrae ante la ausencia de su contacto.

Pero enseguida comprendo que su intención es llenarme otro sitio aún más íntimo. Un dedo se ha acercado furtivamente a mi ano y ya se está haciendo paso en la resistencia que este ofrece. Intento relajarme aunque no es fácil.

Doy gracias al cielo de que no pueda verme la cara. Al menos puedo disfrutar de mi vergüenza con un poco de intimidad.

Sólo llega a jugar con dos dedos en mi estrecho agujerito antes de decirme que me incorpore. Tras lo cual vuelve a sentarse en la cama.

Ponte a cuatro patas y ven hacia mi...

¡ Ah no ! ¡ Eso si que no! ¿Yo a cuatro patas? ¡ Ni de broma ! Le miro desafiante. Pero no me da tiempo ni a protestar. Él nota que se ha encontrado con mi primera rebeldía de la noche. Se levanta y me coge por el pelo. Firmemente pero sin hacerme daño. Me hace bajar la cabeza.

Segunda lección. A no ser que te diga lo contrario, la cabeza siempre agachada. Eres una sumisa, así que menos orgullo, que te sobra mucho. Y ahora, abajo, a cuatro patas.

Me resisto un poco. Pero...se supone que para eso estoy ahí... ( como es posible que mi opinión varía tanto en sólo unos segundos ).

Cuando mis rodillas tocan el suelo él suelta mi pelo y vuelve a su sitio en la cama.

Apoyo las palmas de la mano en el suelo y con la cabeza gacha voy hacia él. ¿ Cómo es posible sentirse tan ridícula y humillada y al mismo tiempo excitada y encantada por el morbo de esa situación?

¿ Qué es lo que más deseas ?

¿ A que te refieres ?

¿ Qué es lo que más deseas ?

Maldita sea esa manía que tiene de no explicarme las cosas y repetir la pregunta que ha hecho. No se que contestarle, porque no se de que va el tema...¿ Qué deseo sobre qué ? ¿ Qué deseo que me haga ahora? ¡ Ja ! Sólo pensar en contestarle hace que me muera del corte. Él sabe lo que llevo tanto tiempo deseando probar, no tiene que preguntarlo. Si lo hace es por humillarme un poco más. Intento esquivar la pregunta...

No lo se...haré lo que quieras...

Bien, pues si no lo sabes, no quedaremos así hasta que lo sepas...

Vuelvo a maldecir. Y esta vez es contra su sicología barata. Sabe que no aguantaré mucho en esa situación incomoda y que acabaré hablando para evitarla. Bien...vamos a ver si consigo contestar sin perder demasiada dignidad...

No tienes que preguntar. Ya sabes lo que llevo tanto queriendo probar.

Si, lo se. Pero quiero que lo pidas...

Otra maldición. Será cabronazo. Sabe muy bien por donde atacarme. Mi cara se pone otra vez roja cuan tomate maduro.

Bueno, muchas veces has dicho que querías ponerme el culo rojo, ¿no?

Con esa frase, ya no estoy segura de estar manteniendo la dignidad en su sitio.

Eso no me vale. Quiero que tú digas lo que quieres que pase ahora.

Dignidad a tomar por el saco...

Quiero probar los azotes.

Al menos he conseguido que una ligera sonrisa aparezca en sus boca. Lo malo es que creo que la cara me va a estallar de lo caliente que la tengo.

Me indica que me tumbe sobre sus rodillas. Me lo pienso unos segundos. Creo que no voy a poder. ¿ Realmente me voy a poner sobre las rodillas de un hombre para que me azote como si fuese una niña pequeña ? Bueno...yo lo he dicho ¿ No ? Podría haber elegido muchas otras cosas pero esa ha sido la que yo he dicho. Pues hala...por bocazas...

No soy capaz de describir como he llegado a esa postura, pero ahí estoy, tumbada sobre sus piernas. Me hace poner los brazos en la espalada y abrir las piernas.

Si antes pensaba que estaba avergonzada, ahora ya no se ni como estoy. Sin embargo la humedad y las palpitaciones de mi entrepierna me están mandando otro mensaje muy distinto.

Él, no comienza de inmediato, parece que le gusta torturarme haciéndome esperar. Su mano acaricia mis nalgas, las abre, las pellizca, pero no llega el primer azote. Mete mi mano en mi entrepierna y comienza a acariciarme. Mi cuerpo, claro está, reacciona a las caricias y me revuelvo un poco por el placer....

Ahí está el primer azote, no muy fuerte, casi juguetón...

Yo no he dicho que te muevas...

Su mano vuelve a jugar con mi coño y yo intento mantenerme quieta. Dibuja los labios con un dedo y después pasa al clítoris, el cual acaricia con un dedo en círculos. Me está haciendo enloquecer y creo que no aguantaré mucho sin tener un orgasmo.

Pero de pronto se detiene. Siento la palma de su mano en mi nalga derecha apretándola....Y empieza a caer una lluvia de azotes sobre esta. No son fuertes. Ni siquiera me quejo. No se cuantos han sido. Cambia a mi nalga izquierda y me da los azotes con la misma intensidad.

Noto en mi culo un ligero calorcillo, pero no dolor.

Entonces se detiene...

A partir de ahora quiero que cuentes...

Antes de que yo diga nada cae un azote que abarca las dos nalgas...ese si que ha dolido y me quejo.

Cae un segundo y también duele, pero a pesar de ello soy capaz de contar...

Dos...

¿ Cómo que dos? El primero no ha valido porque no le has contado y este tampoco porque no lo has contado bien, así que habrá que volver a empezar...

¿ pero como se puede ser tan retorcido...? Antes de que acabe con mis pensamientos sobre una posible rebelión llega otro azote y le cuento, por la cuenta que me trae...

No duelen tanto como para no aguantarles, pero pican y mi trasero, novel en estas actividades, comienza a resentirse.

He contado 20 azotes cuando el se detiene y me dice que me ponga de pie. Lo hago y de repente recuerdo la orden de mantener las piernas abiertas, así que las abro.

Su mano se cuela entre mis piernas y cuando la saca está muy mojada...

Veo que estás excitada...Creo que te voy a follar ahora.

Me hace ponerme a cuatro patas sobre la cama. Me acuerdo de que mi trasero rojo y mis agujeros están expuestos para él en esa postura y de nuevo mi cara se pone roja. Creo que jamás había pasado tanta vergüenza. ¿Seré capaz de superar algún día este maldito pudor?

Oigo como se desabrocha el cinturón y baja la cremallera del cinturón. Miro hacia atrás y veo que no se desnuda. Simplemente saca su polla y la dirige hacia mi.

Siento su verga contra mi coño, pero no la mete enseguida, sino que se dedica a recorrerlo con la punta, haciéndome desear la penetración.

Cuando por fin entra en mi, lo hace de una sola vez, aunque despacio.

Comienza a embestirme, casi con furia. Me ordena acariciarme el clítoris, pero me dice que no me debo correr hasta que el lo vaya a hacer. Uffff, pues yo no creo que aguante mucho.

Por suerte, él también está muy excitado. Pronto noto que me coge de las caderas y empieza a follarme casi de forma agresiva, creo que se va a correr y yo estoy a punto. De repente me avisa...

Puedes hacerlo ahora...

¡ Por fin! Mi mano se mueve como una loca sobre mi clítoris, mientras mi vagina se cierra sobre su polla. Los dos empezamos a convulsionarnos, hasta que noto que su fluido me llena alargando un poco más mi orgasmo, que ya de por si es largo e intenso...

Ha habido momentos malos. Mi gran problema es la vergüenza y el pudor, pero creo que merece la pena pasarlos por una situación morbosa y por tener un orgasmo así...

Para cualquier comentario podéis escribirme a estadovirgen@yahoo.es