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Viernes por la tarde

en Gays

¿Quién podría sospechar que tras esa fachada tuya de hombre casado respetable se esconde la personalidad de Gladiador, el alias con el que sueles acceder, cada vez con mayor frecuencia, a cierto chat gay? Eres un hombre ya adulto y se supone que hace tiempo sentaste definitivamente la cabeza, que ya no deberías cometer locuras, y sin embargo…

Es viernes por la tarde, y tras despedir a tu mujer, quien va a estar fuera de casa todo el fin de semana, te ha faltado tiempo para empezar a hacer planes. Ha sido despedirla en la puerta y salir corriendo al ordenador. Lo enciendes y sólo con el saludo de Windows ya te han empezado a sudar las manos. Un par de clicks y ya estás en el chat, a ver si encuentras a alguno de tus contactos, sólo para charlar un rato, claro, nada más, eso no hace daño a nadie. ¿Por qué será entonces que algo comienza a despertarse dentro de tus pantalones?

¡Vaya, tenías que encontrarte nada más y nada menos que con el pirado de Perforador! Se trata de un asiduo del chat, con el que sueles hablar, pero nunca te has planteado en serio el llegar a conocerle en persona, entre otras cosas porque no parece muy de fiar. El bueno de Perforador está más salido que el pico de una plancha, y es de lo más insistente; la verdad es que no me extraña, porque durante los últimos meses te has dedicado a calentarle la bragueta con historias calientes e incluso le has enviado un par de fotos tuyas mostrando tus encantos en todo su esplendor.

Hay que reconocer que él tampoco está nada mal, a tenor de las fotos que te envió. A diferencia de ti, él sí se ha atrevido a mostrar su rostro en las fotos, y es un hombre de unos 40 años con el pelo rapado al cero y un montón de tatuajes y piercings que le dan un aspecto bastante fiero, la verdad. Su cuerpo es fibroso y parece estar depilado hasta el último centímetro.

Podrías tener una sesión de cybersexo con él, como tantas otras veces has hecho allí mismo en la habitación del ordenador, mientras tu mujer veía la televisión en la habitación de al lado sin sospechar nada. La de veces que os habréis corrido, cada uno al otro lado de la línea, compartiendo la misma fantasía. Pero hoy estás pensando en algo más. Tu amigo se ha quedado de piedra cuando le has propuesto veros esa misma tarde en un bar, para conoceros físicamente, tomar una cerveza y charlar un rato. En principio nada más.

Pero, ¿a quién quieres engañar? Después de apagar el ordenador te has metido en la ducha y mientras el agua caliente corre por tu cuerpo, se te está poniendo más dura que una piedra. La conversación con tu cyberamigo y la perspectiva de conocerlo finalmente, te han puesto de lo más cachondo y empiezas a acariciarte la polla con una mano llena de jabón. Pronto abandonas las caricias y pasas a jalártela con energía mientras tu otra mano, también enjabonada, juguetea con tu ano. Estás repasando mentalmente una fantasía que le contaste el otro día a tu amigo, en la que te sodomizaba en la ducha mientras el agua caliente caía sobre el cuerpo de ambos y tú le pedías que no parara de follarte.

Casi has estado a punto ahora de eyacular pero has parado a tiempo. Esta vez no vas a correrte, hoy tienes una cita y hay que ir fresco. Terminas de ducharte, sin olvidarte de limpiar tu ano en profundidad, con abundante agua y jabón. Luego has salido de la ducha y tras secarte, te has aplicado concienzudamente con los dedos una crema lubricante en todo el interior y el exterior del ano. ¡Hay que ver cuántos preparativos sólo para ir a charlar con un amigo en un bar!

A pesar de todo, cuando sales de casa, perfumado y con la mejor de tus chaquetas, sintiendo en tu retaguardia la sensación resbalosa debida al lubricante, todavía sigues intentando convencerte a ti mismo de que hoy no va a haber sexo.

Cuando se abre la puerta del ascensor te veo pasar y te saludo desde la portería. -Hola, don Oscar.- te digo. -Hola- me contestas sonriente y te vas.

Tienes una sonrisa preciosa y te tengo fichado desde el día en que os mudasteis a este edificio. Moreno, de estatura media y cuerpo atlético, mientras te pierdo de vista por la puerta no se me ha pasado por alto lo elegante que vas ni la forma extraña en la que pareces andar, así como el hecho de que hace apenas una hora tu mujercita ha salido cargada con una maleta de viaje. –Este hoy tiene plan- he pensado para mí.

Mientras tanto tú te diriges hacia tu cita. Aprietas el paso porque con la aventurita de la ducha se te ha hecho un poco tarde. Y vas medio empalmado, entre que no has llegado a terminar, la sensación húmeda y suave en tu ano y la excitación del momento, tienes un bulto en el paquete que va llamando la atención. Estás acalorado; antes de que rompas a sudar con la caminata es mejor que te quites la chaqueta y sigas en camisa.

Cuando entras por la puerta del bar en el que os habéis citado, tu corazón late a toda velocidad. Rápidamente reconoces a Perforador, que te está esperando de pie junto a la barra, tomándose una cerveza. Es más atractivo al natural que en las fotos, en las que resultaba algo siniestro. Va vestido con una chaqueta de cuero y unos vaqueros que le sientan fenomenal. Te presentas y él hace lo mismo; su verdadero nombre es Paco y tiene una voz profunda y ronca. Emana virilidad por los cuatro costados.

La sorpresa viene cuando te presenta también a un amigo que viene con él, y que se está tomando también una cerveza.

-Mira, este es Yuri, es un amigo mío y es ruso,… o polaco, no sé bien, porque casi no habla español. Es un tío cachondo.-Te guiña un ojo y, acercándose a tu oído te susurra:- Antes, cuando hemos coincidido en el chat, él ya estaba conmigo en casa, así que me lo he traído conmigo.-

El ruso y tú os dais la mano. Es un chaval más joven y alto, rubio con el pelo cortado a cepillo y una barba bien cuidada. No has podido evitar echarle un rápido vistazo al paquete y no me extraña, a mí me habría pasado lo mismo. Pero, mala suerte, va vestido con un chándal que no le marca nada, así que tendrás que esperar a quitárselo para poder ver algo de lo que hay debajo. Tiene unos huidizos ojos azules que llaman la atención y, mientras apura su cerveza, no le quitas el ojo a esos labios carnosos tan apetecibles, ni a la lengua que saca para relamerse las últimas gotas de la bebida. Paco parece un hombre inquieto, no hace más que hablar y hablar, pero tu mente está en otra parte, en tu cabeza solo cabe en este momento una palabra: trío.

Nunca has hecho uno. Mentalmente te estás haciendo una composición de lo que tiene que ser compartir cama con esos dos hombres y se te agolpan las imágenes: los tres desnudos, cuerpo con cuerpo, frotándoos, acariciándoos, sudando en un revoltijo de manos ardientes, pies desnudos, muslos peludos, bocas ávidas, pollas enhiestas…

Casi no te has dado cuenta y ya tienes una erección. Tus dos amigos se han fijado en lo cachondo que estás y se están frotando las manos. La conversación sigue, pero las palabras sobran, lo que te gustaría ahora es desnudarlos a los dos allí mismo; oyes sus palabras pero no las escuchas, contestas a sus preguntas como un autómata, sin pensar, porque en tu mente ahora mismo sólo hay sitio para el sexo.

En dos minutos estáis fuera de allí los tres, les ha resultado muy fácil convencerte. Paco tiene un piso muy cerca y te ha invitado a que lo conozcas. Parece que le has gustado porque notas cómo su mirada recorre tu cuerpo mientras intentas hacerte entender con el ruso. Cuando llegáis al portal, Paco se adelanta, abre la puerta y, de lo más amable, os invita a pasar y subir al ascensor. Una vez que estáis los tres dentro, a solas, Paco comienza a meter mano al ruso o polaco o lo que sea, acariciándole el pecho por entre los botones abiertos de la camisa, hasta que llegáis al piso y se recomponen un poco para salir al rellano.

El piso es viejo y está bastante estropeado. Sin embargo hace calor dentro, ya que han dejado la calefacción puesta. Después de dejar tu chaqueta en una silla os dirigís sin más preámbulos al dormitorio, donde os espera una cama ya deshecha. ¡Qué rápido va todo cuando hay ganas! Hay un olor a semen muy intenso en aquella habitación, de no haberse ventilado en bastante tiempo. Estás echándole un rápido vistazo a la decoración de la habitación y aquellos dos hombres ya se están desnudando. No se puede decir que ninguno de los dos pierda el tiempo, porque anteriormente han debido de vestirse con prisa y han salido a la calle sin ropa interior debajo. Así que se bajan los pantalones y directamente te quedas embobado al observar sus pollas, ambas de un tamaño magnífico y sobre todo bien gordas, que es como a ti te gustan, totalmente depilado Paco, y con una auténtica pelambrera alrededor la de Yuri. Tú todavía no te has ni quitado los zapatos, y esos dos hombres ya se te han desnudado por completo y retozan sobre la cama, medio enroscados sus cuerpos mientras se besan. Aunque más que besarse, lo que hacen es morderse los labios el uno al otro como animales que quisieran devorarse mutuamente.

Tú te vas desnudando torpemente porque no puedes quitar los ojos del espectáculo y para cuando te deshaces de tu slip, tienes la mayor erección que recuerdas en años. Paco te hace señas para que te lances y te sumes al festín. Te han hecho un hueco para que te tumbes entre los dos. Estás deseando que llegue el momento en que tu piel contacte con la de esos dos cuerpos ya sudorosos y te lanzas de golpe. El contacto de tu polla aplastándose sobre el muslo de Yuri ha conseguido que empieces a expulsar líquido preseminal, tal es la excitación que traes encima. Después de jugar un poco acariciando los cuerpos de ambos, decides tumbarte de costado mirando a Yuri, al que obligas a darse la vuelta, de tal modo que queda acostado de espaldas a ti. Es un cuerpo joven y su piel es suave, rodeas su cuerpo con un brazo y estás acariciándole el velludo pecho, mientras el pelo de tu pecho acaricia su espalda.

Detrás de ti queda Paco, que no está dispuesto a perder el tiempo. Estás notando el pulso firme de sus dos manos, mientras recorren tu cuerpo de arriba abajo manoseándolo. Pero es otro contacto el que llama tu atención, el de un objeto caliente y duro que se aprieta fuerte entre tus glúteos y que no para de crecer. Finalmente, las manos de Paco han avanzado hasta tus nalgas, abriéndolas, separándolas, dejando el camino libre a la dura verga que ya ha encontrado el orificio del esfínter y se apoya sobre él. En ese momento, agradeces el haber venido preparado con el lubricante.

Siguiendo su ejemplo, con tus manos tomas las nalgas del ruso y repites la operación. Ahora con tu polla pétrea estás notando la sensación húmeda de un orificio anal que ya ha sido invadido hace poco y está completamente lubricado. Sólo te queda empujar, mientras tu cuerpo sudoroso, atrapado entre dos bestias, resiste la embestida lenta pero indefendible de la verga de Paco.

Verdaderamente no sabes cómo me hubiera gustado encontrarme en ese momento en tu lugar, penetrando el culo de un hombre mientras notas cómo otro te fuerza por detrás, dilatando tu ano poco a poco, notando cómo la entrada de cada centímetro desencadena una sensación de placer que se te transmite automáticamente a la polla que tienes enterrada en el territorio húmedo y ardiente de una tercera persona.

Cuando ambos estáis ya completamente ensartados, casi estáticos, sólo queda esperar un momento a que los cuerpos se acomoden a la situación para empezar a bombear. Paco es el primero en iniciar el movimiento de adelante atrás, al principio lentamente, luego más rápido y más rápido, hasta que sus embestidas se convierten en un mete-saca frenético que parece imposible pueda resistir tanto tiempo. El movimiento compenetrado de los tres se prolonga durante unos minutos que parecen interminables y el sonido del contacto y la fricción entre los cuerpos llena la habitación y parece excitaros aún más. Con cada empellón, Paco impulsa tu pelvis adelante haciendo que tu polla se hunda con fuerza en el recto de Yuri, quien parece estar disfrutando de lo lindo, teniendo en cuenta sus gemidos cada vez más audibles. Además, con una mano has atrapado su gruesa polla y le estás pajeando con fruición, hasta que comienza a lanzar chorros de leche que caen sobre la cama e impregnan tu mano.

Detrás de ti, estás notando cómo Paco apoya su boca sobre tu nuca y la llena de saliva, sin parar de follarte ni por un segundo. Tú, que estás a cien, con tu polla como una estaca, todavía atrapada por el esfínter de Yuri, y sintiendo cómo Paco te da por el culo con toda su alma, terminas en una auténtica explosión de semen que inunda las entrañas del ruso.

Mientras las sensaciones del orgasmo aún no te han abandonado, de repente, el movimiento de Paco se detiene, y te preparas para recibir los trallazos de leche caliente y espesa corriendo por tu interior, haciéndote gozar como nunca antes habías gozado.

Luego habéis permanecido durante unos minutos acostados, todavía calientes, habitando unos cuerpos a otros, hasta que finalmente las vergas se han liberado y tú te has levantado para ir al baño. Al mirar atrás, observas el desaguisado que habéis formado, los dos cuerpos acostados boca arriba espléndidos, con las piernas abiertas mostrando orgullosos sus sexos todavía babeantes, sobre unas sábanas revueltas y empapadas por las lefas.

Allí los has dejado y ahora estás en el baño. Un objeto llama tu atención: es un uniforme de policía nacional que está colgado de una percha, completo con su camisa, su pantalón y todos los accesorios, y que rápidamente concluyes debe de ser de Paco. ¡Así que ese animal que has dejado en la cama es policía! Te acercas al uniforme atraído por la curiosidad, y no has podido resistirte a olfatearlo. Cogiendo la camisa con una mano, acercas tu nariz y la hundes en ella, aspirando con fuerza el intenso olor a hombre. Sigues olisqueando toda la camisa, sin acabar de saciarte, el cuello, los sobacos, las mangas. Luego tomas el pantalón y llevas tu nariz hasta la bragueta donde una mezcla de olor a orín, a sudor y a semen hace que comiences a excitarte de nuevo.

De repente se te ha ocurrido probarte ese uniforme, sin más razón que la de sentir en tu cuerpo el tacto del tejido recio y áspero, y permitir que su aroma se mezcle con el tuyo propio. Así que tomas los pantalones y te los pones, directamente sobre tu cuerpo desnudo, sin ropa interior, sin cuidado de evitar que tu polla, todavía sucia por la corrida previa, manche el pantalón. Cierras el botón de la cintura y hasta te pones el cinturón, que lleva acoplada una porra negra de plástico, dura y poco elástica. Luego te pones la camisa, sintiendo cómo el sudor y algunos restos de esperma de tu pecho empapan la tela. Te miras en el espejo y estás imponente, y, por qué no decirlo, muy sexy, ¿qué tendrán los uniformes que nos ponen tan cachondos?

No piensas que Paco se vaya a enfadar por haberte puesto su uniforme y haces tu entrada en el dormitorio hasta con la gorra puesta, blandiendo la porra. Pero al entrar, Paco no te ha hecho ni caso, porque está muy atareado, de rodillas sobre la cama, doblado sobre el cuerpo acostado boca arriba de Yuri, al que le está haciendo una mamada de campeonato. El ruso tiene los ojos cerrados, con una expresión increíble de placer, mientras Paco se aplica a sacarle hasta la última gota de semen del cuerpo a base de succionar.

Cuando por fin te ve Paco, se queda sorprendido por un momento, pero luego sonríe con picardía y te arrebata la porra. Al principio no entiendes lo que quiere, pero pronto te das cuenta: Paco toma la porra, que es de un diámetro de unos 5 cm y comienza a chuparla, a lamerla, como si estuviera haciendo una felación. Luego te la entrega y, volviendo a su ocupación de chupársela al ruso, te da la espalda, aún de rodillas, ofreciéndote el culo en pompa para que lo penetres.

Así que te dispones a proporcionarle placer al policía empleando su propia porra para violarlo. Te colocas detrás de él, mientras le separas las nalgas y apoyas el extremo de la porra sobre el orificio anal, preguntándote si será capaz de tragar semejante instrumento.

Al principio parece imposible y la porra apenas avanza, pero poco a poco, estás sintiendo cómo se dilata su esfínter y la porra comienza a ingresar en el angosto conducto. Paco, mientras culea, continúa devorando la enorme polla del ruso, chupando y succionando sin parar. El ruso comienza de nuevo a gemir como antes, trasportado por el placer de la mamada.

Cuando media porra ya está enterrada, te detienes pensando que ya no podrá entrar más, pero el propio Paco se vuelve y te ordena que se la metas entera, así que continúas, asombrado, hasta que sólo queda fuera el mango con el que la estás asiendo. Luego comienzas a moverla dentro de su recto, notando como la intensa contracción de su esfínter dificulta los movimientos al principio, pero luego, poco a poco con mayor libertad. En un par de minutos, estás follándotelo con la porra a toda velocidad, mientras Paco te pide que le des más y más fuerte, está fuera de sí.

La excitación que te produce la visión del culo de Paco engullendo aquella enorme porra hace que no puedas resistir más, te bajas el pantalón hasta las rodillas, y comienzas a masturbarte con todas tus ganas, luciendo todavía el resto del uniforme sobre tu cuerpo.

Al poco, unos alaridos indican que Yuri ha terminado en la boca de Paco, quien se traga casi toda su carga. Paco sigue recibiendo el castigo anal que le estás dando con la porra, de rodillas sobre la cama, con la cabeza agachada y los ojos cerrados, la boca entreabierta en un rictus que conjuga dolor y placer, dejando escapar por las comisuras de la boca algunas gotas del semen de Yuri, que no ha podido tragar.

Tú has decidido continuar dándole su merecido sin darle ni una tregua, y a la vez sigues machacándotela con furia. Yuri, un poco más recuperado ahora, decide ocuparse de la polla de Paco, se acuesta boca arriba, con la cabeza entre las piernas de éste, mirando hacia su polla, que luce una erección formidable, la toma con ambas manos y se la introduce entre los labios, empezando a mamársela.

Paco, acorralado entre el placer que le proporciona la boca de Yuri y el que le estás infligiendo tú con la porra, no podrá resistir mucho más sin correrse. Sus piernas tiemblan, su espalda se arquea y finalmente estalla derramando un río de leche caliente que cae sobre el rostro del ruso, inundándolo.

Tú también llegas al orgasmo entonces, mientras terminas de remover la porra dentro del cuerpo de Paco, apuntas con tu polla al aire sobre su espalda y la riegas con tus espesos jugos, esparciéndolos con una mano por todo su cuerpo, sin olvidar su cabeza rapada al cero.

Después de ese auténtico combate de pasión, allí estáis los tres desnudos y exhaustos sobre la cama, recuperando la respiración. Y tú estás pensando en lo que has hecho, cómo te has dejado llevar por la excitación del momento, cómo no has sabido controlarte y te has entregado a la pasión más loca sin pensar ni por un momento en lo que está bien o mal. Y es entonces cuando decides levantarte y marcharte, ahora que aún tienes la cabeza fría, porque unos minutos más de descanso y estarás otra vez empezando a calentar motores. Tú eres una persona casada y no puedes andar haciendo esas cosas con hombres desconocidos. ¡Y pensar que has salido de casa con la intención de controlarte!

A tus compañeros les explicas que tienes que irte rápidamente porque tienes un asunto importante; intentan convencerte para que permanezcas un rato más, pero es inútil, has decidido marcharte y te vas.

Pero cuando vas por la calle andando de vuelta a casa, empiezas a recuperar las sensaciones placenteras, a recordar los momentos vividos aquella tarde, y empiezas a arrepentirte de haberte marchado tan pronto. ¡Hay tantas cosas que te hubiera gustado hacer con esos dos hombres en esa cama! Especialmente te estás imaginando las suculentas pollas que tenían y que no has podido degustar con tu boca, y hasta te imaginas a los dos de pie, el uno junto al otro y tú agachado frente a ellos, atendiendo ahora a una polla, ahora a la otra, manoseando sus huevos, lamiéndolos, juntando sus glandes mientras los acaricias con tu lengua…

Pero ya no hay vuelta atrás, vas a volver allí, tendrás que irte a tu casita y me temo que te harás una paja para calmar la excitación que vuelve a tu entrepierna. En eso estás pensando cuando llegas al portal y ahí ataco yo.

Te veo llegar pensativo, la ropa algo desordenada y con un paquete bastante abultado, para qué vamos a negarlo. Pasas por el portal totalmente ausente, pero te entretengo con una excusa y te hago entrar a la portería. Como quien no quiere la cosa he dejado una revista porno gay a la vista para que te fijes en ella. Después, te ofrezco una cerveza que aceptas y empezamos a hablar. Te miro descaradamente al paquete hasta que te des cuenta, y en lugar de molestarte, el bulto parece agrandarse ante mis ojos. Cuando creo que ya se ha creado la suficiente cercanía entre los dos, te pido que me ayudes con un problema que tengo en un aparato que hay debajo de la mesa y cuando estás agachado debajo de la mesa a cuatro patas, desde detrás empiezo a sobarte el culo lentamente.

No te he oído protestar y eso me anima a dar un paso más. Cuando te das la vuelta te encuentras de frente con mi bragueta abierta, y una polla que empieza a desperezarse. Por un momento no te veo, pero noto tu aliento concentrándose sobre mi polla; estás decidiéndote a atacar. Por un momento creo que te vas a echar atrás y estoy arrepintiéndome de haber actuado con tanto descaro, pero entonces noto la sensación húmeda de tus labios abrazando mi glande. Mi polla alcanza pronto su máxima rigidez, mientras tú comienzas a chuparla, recreándote, metiéndotela tan adentro que noto cómo tu nariz acaricia el pelo de mi pubis y la punta de mi polla se pierde en tu garganta, para luego sacarla, y volverla a engullir de nuevo, una y otra vez, para volver a sacarla afuera y lamer todo su contorno con tu lengua carnosa y suave.

Estás disfrutando el momento tanto como yo y te dedicas a extraer todo el placer posible de mi verga, haciendo que mi excitación llegue hasta el cielo, sin prisa. Una de tus manos comienza a acariciar ahora mis huevos que están recubiertos de abundante pelo; noto también la sensación húmeda que me informa de que me los estás chupando y resulta delicioso. No decimos ni una palabra; en la portería sólo se escucha el sonido de tu boca jugando con mi sexo, a ratos como un beso, a ratos como el sonido de un chiquillo chupando una piruleta.

Mi polla flota en la humedad de tu boca, se desliza, cada vez más firme, cada vez más caliente. Desde por encima de la mesa no te veo, sólo percibo tus acciones sobre mi cuerpo, que ahora está ya desnudo de cintura para abajo porque me bajé los pantalones hasta los tobillos. Me acaricias las piernas, las nalgas, y finalmente acercas un dedo a mi ano y empiezas a intentar introducirlo suavemente. Te dejo hacer mientras invades mi recto, realmente sabes cómo mamarla y no creo que pueda aguantar mucho más tiempo.

Finalmente me corro, sin avisarte, para que descubras el sabor de mi esperma y, si te gusta, vuelvas a por más cuando te plazca. Cuando sales de debajo de la mesa, te miro a los ojos y pareces satisfecho. Un charco de tu semen bajo la mesa me hace darme cuenta de que tú también te corriste. Aunque ahora sin decir nada te subes a tu piso sé que volverás, a lo mejor hoy no, pero el fin de semana es largo y yo sé esperar. O mejor, quizá sea yo el que suba a tu piso, dentro de un rato, a ver si hay algún arreglillo por hacer. Tu mujer no está y tenemos todo el piso para nosotros