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En mi taxi

en Hetero: Infidelidad

En mi taxi

La experiencia que os voy a relatar se la debo a una colega de las letras calientes que me ha permitido ponerme en el lugar del hombre que hizo sus delicias. Desde aqu un hmedo beso para Caliente y cachonda.

A pesar que todavía era el mes de mayo el calor era casi insoportable y menos mal que por ser del sur de Andalucía estoy acostumbrado a estos rigores del clima. Además, desde que instalé en mi taxi una climatización extra las carreras son más placenteras y nunca mejor dicho si tomáis nota de la increíble experiencia que me sucedió hace unos días. Me dejó tan impactado que todavía no me termino de creer que me pasase a mí.

La mañana iba floja a pesar del calor que ya desprendía el asfalto madrileño. Parece que ese día le había dado a todo el mundo por irse en el Metro o a pie. Mira que manía le ha dado a la gente por andar, lo mismo que por beber dos litros de agua al día; total, si nos vamos a morir igual. No sería mejor andar menos y beber otras cosillas. Pero no quiero desviarme de lo que todavía martillea mi cabeza y me hace pasar por la calle donde la vi por primera vez.

Llevando el taxi lentamente, junto a la acera, por si algún cliente que me viese cambiaba de opinión, divisé a unos 20 metros una figura femenina que destacaba sobre el resto de los mortales. Era una bomba andante, una felina que destilaba sensualidad por sus cuatro costados. Tenía una visión trasera de ella, pero todavía lejana por lo que aceleré, sin llamar la atención, para ponerme casi a su altura, lo suficiente para admirar sus formas en movimiento pero no tanto como para que la reina de la calle se diese cuenta de que la seguía.

Su culito iba de un lado a otro de su cuerpo embutido en una minifalda vaquera de cintura baja, de las que se llevan ahora y que tanto enseñan de sus propietarias. A ella le quedaban de infarto. Además, las sandalias con tacón en las que acaban sus piernas, realzaban su figura, estilizaban sus extremidades y le hacían andar con ese contoneo que sólo las mujeres que se sienten atractivas se atreven a llevar. Su culo se veía prieto, no sólo por la tela vaquera, sino también porque era estrechito y elevado, lo que hacía que el conjunto fuese arrebatador. Me fijé más detenidamente en el tren superior y noté la ausencia del sujetador. Uhmm, el que una mujer como aquella no lo llevase disparaba mi lívido hasta las nubes. La blusa azul transparente daba buena cuenta de la ausencia de la prenda en cuestión.

Continuaba ya casi a su altura y empezaba a notar que algo dentro de mis pantalones estaba creciendo. Esa mujer había ejercido una atracción a distancia y mi polla empezaba a dar muestras de su poder, de sus hechizos.

No pude aguantarme más y me dediqué a una labor que me llena de satisfacción, a piropear a una mujer que lo vale. Si le gusto, y en eso tengo que hacer un pequeño inciso sobre mí, dado que no es la primera vez que alguna clienta me ha dado muestras de que mi tez mediterránea, mi sonrisa, mi atrevimiento y, porque no decirlo, mi culo han servido para darme y dar alguna que otra alegría al cuerpo. Pues, me puse al lío y empecé a agradarle el oído pero apostando fuerte, para vencer la posible resistencia que una mujer, aparentemente decente, debe oponer a alguien como yo.

- "Hola preciosidad. ¿cómo es posible que una mujer como tú no tenga quien le lleve a donde haga falta? ¿es que ya no hay hombres en este país del mediterráneo?".

Ella no respondió, lógicamente, y tampoco miró, aunque de soslayo me pareció advertir una ligera sonrisa en la comisura de sus labios. Bien. Era un buen principio que me animó a arriesgar más e intentar parecer un macho en celo que ha visto a su hembra.

- "Que no daría por aspirar el aroma de ese par de cositas que van tan sueltas. Como disfrutaría sintonizando emisoras de amor con tus botoncitos del dial. A cada paso se revientan las baldosas y no es para menos, porque ese culito que mueves como una reina vale su peso en oro. Debes estar rica, rica, como dice el cocinero Arguiñano en su programa en la tele". Y más cosas que ahora no recuerdo pero que salían de mi boca en tropel, con la intención de abrumar a esa mujer que mostraba un perfil de infarto, sobre todo cada vez que cruzaba una calle y el sol transparentaba su blusa azul. En ese momento sus tetas se veían claras al contraluz, con esa forma que toman algunas de estar ligeramente caídas hacia arriba, uhmmm, exquisitas. Recuerdo que me pase un poco en mis comentarios pero me daba igual, estaba bastante excitado y ella, de vez en cuando, me miraba y se sonreía, lo que era una buena señal que me indicaba el camino a seguir. En varias ocasiones estuve a punto de chocar con algún coche que se encontraba en segunda fila, lo que a la pantera todavía le hacía más gracia.

Opté por adelantarme un poco y esperar a que ella llegase a donde le esperaba con la ventanilla del copiloto bajada, para que me oyese bien.

-"Bueno, guapa. ¿Te puedo llevar a algún sitio o te estás preparando para los 50 Km. marcha de Londres 2012?", se me quedó mirando de forma extraña, y tuve la sensación de que esa hembra iba a ser mía. Fue una corazonada, bueno, y un ligero cosquilleo que empezó en mis huevos y me recorrió todo el cuerpo a la velocidad de un rayo. Se paró y comenzó a acercarse a la ventanilla que daba a la acera, empecé a acelerarme. La maravillosa hembra apoyó sus antebrazos en el cristal, lo que me ofreció una visión espléndida de sus dos tetas, que se bamboleaban debido al movimiento ondulante que imprimía a su cuerpo.

-"No serás un tipo raro, de esos taxistas colgados que se les cruzan los cables y...", me dijo mientras hundía una de sus manos en la melena para que el aire enfriase su cuello.

-"¿Tengo pinta de serlo?", dije con mi mejor sonrisa a la vez que estiraba mi cuerpo hacia atrás para que ella pudiese ver como había logrado que mis atributos empezasen a ganar espacio en mis pantalones. Tuvo su efecto porque le sorprendí mirándome directamente al paquete.

-"Bueno, subes o qué, seguro que vas a algún sitio y te puedo hacer un favor, ¿a qué sí?, con lo buena que estás será un placer para nosotros", y al ofrecimiento del favor añadí, con atrevimiento, una pequeña caricia ascendente sobre mi pierna.

-"Pues tengo que ir al SuperSol porque me he quedado a cero y hoy es mi cumpleaños y tenemos un invitado especial a cenar en casa, mi marido y yo", recalcó mientras seguía inclinada sobre mí ofreciendo el mejor paisaje que se podía ver en kilómetros a la redonda.

-"Puedes suponer que no me importa que tengáis una cena y menos que estés casada, en estos asuntos no soy celoso, guapa. Además, por una reina como tú soy capaz de hacer cualquier barbaridad, pero eso sí, al cumpleaños de una preciosidad como tú no puedo hacer oídos sordos y me pongo a tu disposición. Chofer para una jaca", dije con toda la intención del mundo, dándome cuenta que haberle llamado Jaca había tenido un efecto electrizante en sus ojos, como de miedo, pero a la vez de abandono, de pérdida de voluntad. Seguro que a estas alturas de la conversación tenía su chochito húmedo y deseoso, su mirada de hembra caliente y su boca entreabierta indicaban que estaba a punto de ceder a mis requerimientos.

-"Sí, venga, me dejo llevar, me ha entrando un cansancio repentino que me flaquean las piernas y no se puede despreciar nunca un regalito de cumpleaños", dijo casi en un susurro dando a entender que mis palabras habían hecho el efecto deseado.

El camino hasta el SuperSol se me hizo muy largo, porque tenía que hacer su compra y después ya veríamos como me lo montaba para que no se enfriase una vez saliese con sus bolsitas de plástico. Salí también a comprar tabaco, así no perdía de vista a mi jaca. Advertí que se dio bastante prisa en hacer sus compras y, más o menos en diez minutos, todo un logro para una mujer, volvíamos a estar en el taxi. La situación era mía, yo mandaba en ella y le dije, con entonación de mandato, "Ahora acompáñame", a lo que sumisa tan sólo asintió con una leve pero sensual caída de ojos.

Volví por el mismo camino que habíamos tomado antes y mientras miraba de reojo a mi hembra. "No temas que yo me ocupo de todo", le susurré acercándome bastante a su dulce cuello. Paré justo enfrente de una farmacia y deprisa compré una caja de preservativos Control, porque otras marcas me aprietan demasiado, sobre todo cuando me excito enormemente, como iba a ser en ese caso. Al volver a entrar en el taxi, con toda la confianza y seguridad que me daba la situación, arrojé sobre su vestido la caja todavía envuelta en papel, para que supiese lo que le esperaba. Noté que se revolvió, como si todavía no aceptase quién era el que mandaba allí. Le miré directamente a los ojos y le hice un guiño, pero

-"¿Te importaría llevarme a mi casa, por favor?", dijo no muy convencida, mostrando alguna resistencia, representando el papel de mujer decente que yo sabía que no era.

-"Pues va a ser que no. Que te crees, que puedes ponerme a cien y ahora te voy a dejar ir así como así; creo que merezco otra cosa, hasta ahora he sido yo el que te ha hecho los favores pero creo que te va tocando a ti, ¿no crees?", dije con seguridad.

-"¿Pero qué te has creído?, que por acercarme al super y hablar un ratito conmigo ¿tienes ya derecho a follarme?", se quejó, sobre todo por mis maneras, supongo.

-"Creo que sí, porque se distinguir a una puta decente con sólo mirarle a los ojos, y tú lo eres y lo sabes. Creo que tienes bastantes ganas de que te den un buen revolcón, seguro que en tu casa andas un poco escasa de una buena polla", le dije mientras me agarraba la mía para que viese el estado de excitación que hacia que mi bulto destacase incluso sentado.

Mi última frase y el gesto fue el detonante, estaba claro que a esa hembra le gustaba que le dijesen que era una puta y que mi polla era lo que más estaba deseando en el mundo. La punta de su lengua apareció por la comisura de su boca, señal inequívoca que estaba desarmada en su resistencia.

-"Cabronazo y ¿dónde me vas a llevar a estas horas?", dijo entregada a su excitación.

-"Calma, que ahora mismo lo verás, a estas horas, como tú dices, se llega pronto a los sitios".

Aceleré todo lo que me permitía el tráfico, que no era mucho, camino de las afueras de la ciudad, hasta un hostal que conocía por otras veces en las que tuve suerte con las clientas. Mientras, no pude evitar deslizar mi mano entre sus muslos, ascendiendo por ellos mirando alternativamente a sus ojos, su precioso y depilado coño que apareció al apartar el tanga y, como no, a la carretera. Ella con sus dedos me ayudó a que tuviese una visión inmejorable de ese volcán que ya no se me iba a escapar, y que se acentuaba entre la laca roja de sus uñas.

Apartando como pude esa imagen de mi mente para después, aparqué medio bien, empujé literalmente a Maricela hacia la recepción, estaba desaforado. Pagué la habitación, eligiendo una con cama grande, nada de dos camitas que luego es un incordio, y mientras íbamos hacia el ascensor eché mi brazo por su cintura para palpar con firmeza una de sus duras e impresionantes nalgas. ¡Que culo, pensé!. Nada más entrar en la habitación le atraje bruscamente hacia mí, pegando literalmente su cuerpo al mío, para que notase mi calor y lo que tenía entre las piernas para ella, y le besé en la boca, devorando con mi lengua todos sus rincones. A la vez, con mi mano, le apretaba las nalgas y se las pellizcaba suavemente; con la otra mano, empecé a amasarle las tetas, que las llevaba sin sujetador, por lo que podía sentir como sus pezones estaban a reventar, parecían dos bolitas de acero. Metí la mano dentro de su vestido, hacia una de sus tetas, y abarcándola todo lo que pude se la estrujé fuertemente, sintiendo como daba un respingo por mi dureza, mientras seguíamos unidos por un beso que cada vez aceleraba más su respiración. A las mujeres les gusta besar y a esta le estaba poniendo cachonda del todo.

Me separé un poquito de su cuerpo para arrancarle de un tirón su blusa azul, no me fijé si se le rompieron los botones, no era momento de cuidados y detalles, era una puta y así tenía que tratarle, le gustaba, sin duda. Con los pechos al aire estaba divina, eran duros y además erguidos, como me gustan, y con los pitones apuntándome amenazadoramente. Aproveché el momento para quitarme rápidamente toda la ropa, a lo que ayudó que no llevaba calzoncillos (a veces llevo un tanga pero ese día nada de nada) y mi polla, al verse liberada, salió arrogante y dura. Todos y cada uno de sus 20 centímetros salieron a buscar a la culpable de su excitación, se veía pletórica, además de dura como una piedra.

Ella estaba como hipnotizada, no quitaba la vista de mi rabo y así, obnubilada, fue subiéndose muy despacio su falda, hacia la cintura. A mis ojos apareció un precioso tanga que mostraba la humedad que no podía ocultar, los jugos vaginales lo habían empapado, seguro que su coño tenía 40 grados de fiebre y yo tenía el termómetro para medirlos y el jarabe para aliviarla.

-"Joder, tía, para que luego digan que hay sequía en España; tú tienes toda la humedad del mundo en tu coño, cacho puta, ¿has visto como estás?, vas a ver lo que es un macho, lo que se debe hacer con un cuerpo tan bueno como el tuyo, guarra, que lo estás deseando, que te folle sin piedad y ahora mismo...", y mis palabras ejercían sobre ella una influencia visible. A cada una de ellas, cerraba los ojos y se mordía el labio inferior la muy puta, mientras se acariciaba entre las piernas. De un fuerte tirón le rompí el tanga, que más daba, volvería a su casa sin él, como un putón, como lo que era. Le dije que no se quitase todavía la mini, me muero con la vista desde debajo de una mujer sin bragas, y si encima se toca puedo estallar allí mismo. Y ella sabía tocarse, vaya que sí.

 

No pude con esa visión y le empujé de espaldas a la cama, alcé sus preciosas piernas y sin más tonterías, con la falda convertida en cinturón y de un solo golpe le metí la polla hasta el fondo, fue fácil porque estaba chorreando, noté como mis huevos chocaron contra su culo. Se estaba muy bien allí dentro, de puta madre, porque a pesar de que entré de miedo, era estrechita y sentía las paredes de su coño apretándome con fuerza.

-"Ohhhh, joder, joder,....ahhhh...., que polla tienes cabronazooooo, me estás matando….de placer....dale, dale, no pares ahora, follame como a una puta, como lo que soy......ahhhh, síiii, así cabrón", decía con la respiración entrecortada la muy guarra.

-"¿Te gusta así, puta? ¿te gusta tener dentro una polla como la mía, rompiéndote las entrañas, golpeando en tu coño de guarra, de yegua en celo, eh?".

-"Me encantaaaaa, pero no paress, no paresss, hijoputa, que bien sabes moverla, me estás haciendo ver el cielo y es de díaaaaa, sigue así, hazme tuya, haz lo que quieras conmigo.....amo....soy tu putaaaaaa, ahhhh, joderrrrr...." decía mientras mi polla entraba y salía de su baboso coño, salía hasta que sólo la punta separaba sus labios para después, con una firme estocada, penetraba hasta su útero, la estaba rompiendo y le gustaba.

-"Muévete ahora tú, guarra, que seguro que sabes hacerlo como la más puta de la Casa de Campo", dije para que ella tuviese la oportunidad de demostrar sus cualidades, y empezó a meterse y sacarse mi rabo con una maestría que para mí era desconocida, estaba arrancando sensación en mí como nadie lo había hecho. Toda una puta.

En ese momento se retiró hasta que mi polla salió de sus entrañas y me dijo con voz entrecortada que esperase un poquito, que habíamos comprado una caja de condones para algo y que me tenía que poner uno ya si quería que siguiésemos follando. Me sentó a cuerno quemado sacarla de dentro de ella y le escupí un contundente NO a la cara, "cállate puta, las zorras como tú sólo follan y obedecen a sus amos, a los que las joden como lo estoy haciendo ahora, abre las piernas y no vuelvas a pararme si no quieres que te suelte una hostia, vamos guarra...".

Ella puso una cara de miedo ante la amenaza pero se resistió, resbaló de mis sudorosos brazos y me dijo, con un par de huevos:

-"Sabe...., cabrón, aunque.... me estés....ahhh... matando de placer, o te pones el condón o te vas a tener que hacer una paja porque conmigo no follas, así de clarito está el tema", la jaca tenía coraje, me gustaba, le cogí del pelo con fuerza y la arrojé a la cama de nuevo, para que viese que no tenía demasiadas ganas de ponerme el sombrerito, ya que había empezado...., la muy puta cayó boca abajo en la cama, dejando a la vista su hermoso culo y empezó a gemir como prueba clara de que me temía, mejor, así sería mía como a mí me diese la gana. Pero con el susto seguro que se estaba enfriando y no era cosa de hacerle nada sin su colaboración y humedad, por lo que me acerqué por detrás, llevando mi boca a su rico culito. Empecé a darle pequeños mordisquitos en sus nalgas, suaves pero intensos, para que viese que no tenía que temer nada, sólo tenía que dejarse hacer y todo se encarrilaría como antes, además, por si había dudas añadí,

-"Claro que sí, que me lo pongo, no temas, no te acuerdas que he sido yo quien los ha comprado, preciosa, pero antes me tienes que dejar que juegue un poquito con todo esto que tengo a la vista. Que culito tienes, putita", dije para que se relajase y no se enfriara su calentura.

-"Ohhhhhh, ¿qué me haces, cabrón?", dijo cuando le introduje mi dura lengua dentro de su culito, separando el anillo que defiende esa entrada de intrusos como yo. Todo volvía a su ser, esa caricia le estaba perdiendo, seguro que el miedo ya no era su sentimiento sino el placer y la curiosidad por saber dónde iba a llegar con ese ataque. Follé su culo con mi lengua varias veces seguidas y comprobé que empezaba a estar muy caliente, como antes, como la puta que entró en la habitación. Retorcía su culo, elevaba sus caderas para que pudiese meter mi lengua y, mi cara si fuese posible, por esa entrada, estaba fuera de si, la tenía en mis manos, mejor dicho en mi lengua.

-"¿Esto te gusta, eh puta? ¿no te lo habían echo antes, que pena?", le decía al oído con jadeos que entrecortaban mi voz pero la hacían más sensual pare ella.

-"Sí, sí, sí,...me gusta, nunca me habían metido una lengua ahí...que placer, me matas con lo que me haces...ahora si que me tienes para ti, desarmada como una guarra, sacando todo lo puta que hay en mí....ahhhhh, cabrón, que lengua tienesssss.....me vas a hacer correrme.....ahhhh.....no pares...no pares....", decía aunque para mí era muy difícil entender ese dialecto, el de una perra en celo.

Iba muy subido y cada vez me sentía más al borde de correrme pero no era momento para ello, todavía tenía que hundir mi polla dentro de ella así que intenté controlar un poco para no correrme mientras follaba su culo con mi lengua. Ardía en ganas de volver a metérsela en su húmedo coño y estoy seguro que ella también, por lo que se dio la vuelta, muy a su pesar, pilló un condón y me pidió dulcemente que me lo pusiera, y para convencerme, la muy puta, lo puso en su boquita, se acercó a mi reventona polla y lo desenrrolló a lo largo de ella todo lo que su boca y garganta dio de sí, una arcada salió de ella cuando la punta de mi gran rabo dio en su campanilla, me gustó la sensación que no había sentido nunca y dejé escapar gemidos y susurros que a ella le estaban poniendo más brava todavía. Después, con las manos terminó la faena y me enfundó totalmente a mi hermanito pequeño. Cuando acabó su trabajito, se puso a cuatro patas sobre la cama, dejando su culo a mi vista y me dijo:

-"Y ahora, cerdo, a cuatro patas, me vas a follar como nunca lo has hecho; trátame como a una perra, no tengas piedad de mí, hazme correrme como tú sabes, hazme gritar de placer, ahhh...cabrón, perforameee yaaaa."

Para mostrar obediencia a esa perra en celo que me pedía con ansiedad que se la clavase hasta dentro, le separé las piernas, con los pulgares abrí los labios de su palpitante coño, puse la punta del condón en los pliegues menores de ese húmedo tesoro y de un golpe de caderas....hasta dentro. Que sensación tan buena, volver a estar dentro de esa puta aunque fuese con una funda en mi cipote, saber que le estaba matando de placer y que me iba a dejar hasta el final. Ohhhh, increíble, que calentura tenía la jaca.

-"Joder, joderrrr,...que polla tienes, cabronazo, y....ahhh....como la muevesssss, me subes al cieloooo....ahhhh....no puedo ni hablar....dale...dale....rómpeme por dentro con ese rabo mágico que tienes....ahhhh....hazme tuya para siempre....", decía entre gemidos y grititos que me ponían cada vez más burro.

-"Sí, claro que sí, te la voy a clavar hasta el fondo, puta, que es como te gusta, así, por detrás, hasta las entrañas,...muévete, mueve ese culo de infarto que tienes, guarra", le decía mientras pellizcaba sus nalgas y pezones que eran puro acero.

-"Dame, dámela toda, para mí, la quieroooo, ahhhh, síííí, por favor, ooohhhh, esto es...nunca......como...tú....machotón...ahhhh....si sigues así me vas a hacerme correr....ohhhh...demasiado pronto y quiero disfrutarte....hasta el final....ahhhgggg", me decía la muy puta, como le gustaba a aquella jaca que la embistiese así, se moría con lo que le estaba haciendo.

Echó hacia atrás sus manos, para apretarme las nalgas hacia ella, para profundizar en la follada. Le empujé un poquito hacia dentro de la cama, manteniendo mi polla dentro de su cueva y me subí con los pies encima del colchón mientras ella seguía ofreciendo una imagen impresionante, con el culo en todo lo alto y su cara, resoplando continuamente, pegada a la colcha. Con una mano me apretaba el culo y con la otra no paraba de masturbarse el clítoris, estaba poseída por el sexo. En mi postura ella sintió como llegaba un poquito más adentro, hasta el tope, era un polvo profundo y sus movimientos adelante y atrás hicieron que empezase a notar como los espasmos de las paredes de su coño me anunciaban que se estaba corriendo como una perra.

-"Ahhhh, ufff, me corro, me corroooo, me sale todo lo que hay en mí, dame, dame, ohh, ahora no pares por nada del mundooooo, ahhhh que rico, cuanto tiempo hacia que no sentía estoooo, ufff, me estoy casi mareando....que me haces cabrón....ahhhhhh", vaya manera de irse, estaba al rojo vivo y se iba como no había visto a nadie hacerlo, gritando, bramando, bufando, incluso se estaba meando al no poder aguantar ninguno de sus fluidos, me encantaba saber que yo tenía toda la culpa de lo que estaba pasando.

-"Estoy a puntito, me voy a correr también, ahhh", dije al notar como una compuerta se abría dentro de mí para liberar el semen que ya no podía estar más tiempo encerrado. Empecé a rugir de placer, a decirle que era una puta, que me estaba exprimiendo, aunque tuve tiempo de sacar mi polla, quitarme el condón, agarrarle del pelo para que se diese la vuelta y apuntar mi primer chorro de lefa a su carita, que estaba congestionada todavía por los últimos espasmos de su orgasmo.

-"Sí, no te cortes, échame tu néctar en mi cara, en mi pelo, donde quieras, campeón, así, déjame como una puta, como lo que soy...ahhh, gluuu, schullfff...", y con una pasión desatada se introdujo mi todavía arrogante polla en su boca para limpiar hasta la última gota de semen, dejando el rabo de su hombre limpio y brillante, mientras me había derrumbado en la cama porque las piernas no me tenían en pie. Con una mano le extendí el semen que tenía por la cara y después le llevé parte de él a las tetas, untando con esa mágica crema sus pezones. Ella se llevaba sus dedos, en los que todavía se adivinaba mi corrida, a su boca para saborear el manjar mientras me miraba a los ojos con una expresión de lujuria total.

Así, rendidos, exhaustos, agotados, acabamos desplomados en la cama, nos recostamos un rato y cuando pudimos enderezar nuestros cuerpos y la respiración se hizo más o menos normal, nos acercamos al baño, llenamos la bañera y nos metimos relajadamente y en silencio. No volvimos a hacer el amor aunque, no entiendo porque, debe ser que se desató en mí una sensación sensual y amorosa, si cabe, y estuvimos acariciándonos durante un buen rato, placer tántrico creo que lo llaman, por todo el cuerpo, me gustó, me gustó mucho.

Mi jaca me pidió que le dejara cerca de su casa, aunque no quiso que fuera hasta la puerta de entrada, tan sólo sacó del bolso un lápiz de ojos y comenzó a garabatear algo en un pequeño trozo de tela mientras me miraba a los ojos. Me entregó lo que luego resultó ser su tanga acompañado de un largo y húmedo beso de despedida. Salió decidida del taxi, sin darse la vuelta, mostrando esos andares que me hechizaron hacía unas horas y no pudo ver como clavaba mi mirada en su espalda mientras leía su obra:

Hasta siempre, torito. Ha sido un buen regalo de cumpleaos. Un beso de Maricela.

No sé dónde vive aunque tal vez sea lo mejor. Algunas veces, cuando me asalta la nostalgia sexual, he dado vueltas por ese barrio, pero no la he vuelto a ver, a esa mujer que me hizo disfrutar como nunca. Mi hembra. Mi reina. Mi Maricela.

¿Abundan estas mujeres?, por mi experiencia urbana os diré que no pero es posible que os haya pasado algo así y me gustaría que me lo dijeseis y, sobre todo, si eres una de estas hembras que montan en los taxis con predisposición ant1961vk@yahoo.es

Un beso muy grande y húmedo a Maricela por subirse a mi taxi y permitirme hacer mías sus experiencias.

Salud, Nío.