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La mirada del pastor (y 2)

en Hetero: Infidelidad

La mirada del pastor (y 2)

Con el sabor de su boca anudé con firmeza el pañuelo alrededor de sus ojos, para que viese que no iba a tener miramientos con ella, sobre todo a partir de que no pudiera ver nada. Para entorpecer aún más sus percepciones, con el otro pañuelo, junté sus palmas por delante del cuerpo y até sus muñecas, todavía más enérgicamente que al cerrar sus ojos, para que no pudiera toquetear con las palmas lo que se acercase a ella. Protestó porque se sentía inmovilizada y un tanto violentada por dos hombres. Uno, al que creía reconocer incluso en esa situación y, otro, al que estaba cada vez más deseosa de conocer, justamente, en esa misma situación.

Para evitar que me oyese, susurré al oído de Fran lo que quería que él le dijese y cómo tenía que decírselo. Éste, obediente a mis órdenes, le dijo a Carol, con un tono de voz potente y grave, sorprendente: "Y ahora, zorra, Nicolás y yo te vamos a quitar la ropa, entre ambos, para que te quedes desnuda e indefensa, delante de nosotros, como una buena puta… que es lo que estás hecha." Fran se acercó a ella y empezó a desabrocharle los botones de la camisa, pero con tanto nerviosismo por la intensidad del momento que no acertaba con los ojales.

Eres tú, Fran… inconfundible cuando estás nervioso y excitado a la vez ¿A qué sí? ¿A qué eres tú? –preguntó Carol mientras con un pequeño grito de satisfacción por haber acertado tan fácilmente, y añadió, Nicolás, acércate también tú y ayuda a este bello inútil.

Remoloneé mi acercamiento a ella para seguir disfrutando de esa escena en la que las manos del novio, temblorosas, no acertaban a desnudar al objeto de nuestros deseos. Preferí acercarme cuando la camisa ya estaba abierta y poder relamerme con la visión de un sujetador de encaje poco apropiado para viajes en moto. Frente a ella, introduje mi dedo índice en su boca, para que lo humedeciera. Su lengua me mojaba y, a la vez, hacía un reconocimiento para descubrir la identidad del dueño y agresor. Después, metí la yema mojada por debajo del sujetador, rozando, sutilmente, primero la areola y después su duro pezón.

Uhmmm… ese toque… ese toque… eso me lo suele hacer Fran, pero… no sé… ha habido algo… ya está, sí, has sido tú, Nicolás… Fran no hubiera evitado recrearse con mi pezón, no se hubiera resistido, pero tú, Nicolás, eres un cabrón que sabe hacer sufrir a una buena chica como yo.

¿Buena chica? ¿Dónde está la buena chica? Además de lista e intuitiva, lo que eres es una buena zorra que tienes junto a ti un claro candidato a cornudo. Cada vez estás más caliente… –y noté como su pecho subía con ahínco por mis palabras.

Sí, tienes razón… hoy me siento la más puta de todas las mujeres del mundo. Pero tú tienes la culpa, bueno, también mi novio pero… éste hoy cuenta menos. Hoy obedece lo que tú quieras porque yo soy la puta. Sí, Fran, escúchalo… hoy soy la puta de Nicolás y encima, sólo con pensarlo, mi coño se me está empapando, ¿quieres meter tu lengua en él? ¿Eh, cabrón? ¡Compruébalo, vamos!

Eso llegará en su momento y no olvides, Carol, que somos nosotros… mejor dicho, soy yo el que dice lo que se te va a hacer –dije con autoridad, aunque nunca hay que rechazar la iniciativa morbosa y excitante de una mujer caliente.

Bueno, sí, pero que conste que las dos veces que me habéis hecho algo he acertado con el autor. Vamos, seguimos, que no quiero relajarme.

Le hice señas a Fran para que rodeásemos a Carol y quitarle, desde atrás, el sujetador. Esta vez no iban a ser las torpes y nerviosas manos del novio las que hiciesen la faena, por lo que, a la vista de un cierre fácil, giré una de las partes, sin tocar su piel, y la saqué de la otra, soltando a la vez ambas partes. Un trabajo limpio.

Ehhhh… si no me tocáis no vale. Así no puedo acertar quién ha sido. A ver, quién me va a quitar los tirantes por delante si llevo las manos atadas, ¿Eh, listillos?

"Yo" dijo Fran en voz alta, por lo que me adelanté y cogí un tirante, lo deslicé suavemente por el brazo y después hice lo mismo con el otro. Sus preciosas tetas quedaron al aire para que dos hombres, deseosos de besar ese par de regalos, recreasen su vista.

Chicos, ¿me vais a dejar el suje en las muñecas? ¡Que pinta debo tener!

Desata a tu chica, saca el sujetador y vuelve a atar fuerte sus muñecas, pero date prisa, no quiero que se enfríe su tensión.

Descuida…, no he visto nunca a Carol tan excitada…, seguro que tiene una buena mancha de humedad entre sus piernas.

Una vez liberada del sujetador y con sus manos atrapadas por el pañuelo, lancé una de mis manos sobre el pecho que más cerca me quedaba. Apreté su pezón sin muchas contemplaciones, estaba duro. Mientras, Carol soltaba un fuerte suspiro y añadía: "Aghhh… Eso lo has hecho tú, Nicolás, porque mi Fran nunca se hubiera atrevido… en más de una ocasión se ha llevado un buen guantazo por no tratarme con delicadeza, pero ahora… uhmmm… cabrón, me ha gustado como me tratas… uhmmm…". Contaba con su predisposición. Por ello, cualquier cosa que mi perversa mente elucubrase haría sus delicias, y las de su chico. Fran no paraba de acariciarse la polla por encima de los vaqueros. Animado por esta visión decidí que ya era hora de pasar a palabras mayores. Le di claras indicaciones para que se abriese la bragueta y sacara su aprisionado miembro, tal y como yo lo iba haciendo. Le indiqué que se dejase el primer botón cerrado, para que las pollas, simulando estar apareciendo a través de un glory hole, pudieran ser homenajeadas por Carol. Pegué mi boca a su oído:

Preciosa putita… ahora vamos a ver qué tal estás de percepción bucal.

Uhmm… ¿eso significa que voy a disfrutar de vuestras pollas? Fran sabe que pierdo el sentido cuando tengo un rabo en la boca.

Ya veremos, pero no olvides que tienes que seguir adivinando quién es quién…

Encantada de intentarlo… joderrrr… me estáis poniendo a mil, cómo me gustaría que alguno de los dos me comiese bien entre las piernas, uhmmm… lo necesito… me vais a matar con vuestro juego y quiero correrme pronto… sois un par de cabrones, sobre todo tú, Fran, que permites todo esto, cabrón… -decía Carol entre ligeros gemidos.

Agarré a Fran del brazo para hacer que fuese el primero y, en un susurro, le dije que no se la metería dentro. La boca de ella se abría deseosa de atrapar al primero de los ejemplares. Al verla así, no lo dudó y guiando su polla con la mano, empezó a dar toques en los labios con su capullo hinchado. Ella giraba la cabeza, intentando atraparla; sacaba la lengua, dando con la punta en el glande, sólo un instante, para intentar averiguar el nombre del dueño; incluso cerraba su mandíbula pretendiendo, en vano, morder el jugoso manjar "Joderrrr… su pudiera meterla en mi boca…" Para aumentar su desconcierto, acerqué la mía a su boca y, mientras la de su novio seguía jugueteando con sus labios, yo le pasaba la mía por su mejilla: "Eh… esto no vale… estáis los dos… así no… aghhh…" y ahí se quedó ahogada su frase porque le rellené la boca con mi erecto miembro, para sacarlo inmediatamente antes de que a ella se le ocurriese cómo atraparlo. Fran, al ver que se había abierto la veda para la boca de su novia, hizo lo mismo, y la metió un segundo.

El juego estaba siendo electrizante. Se estaba bien dentro de la boca de esa mujer y con la mirada atenta del novio. Es más, incluso demasiado atenta, ya que en varias de las ocasiones en las que nos fuimos turnando para introducirle nuestros miembros, noté que Fran no le ponía ningún reparo a que nuestras pollas se rozasen mientras se cedían un lugar tan privilegiado como la boca de nuestra zorra. Estaba claro que Carol no quería decir quién era el que estaba en su boca, dado que nuestros turnos eran demasiado rápidos como para que ella pudiera tener una posibilidad de acierto, prefería continuar así, con las dos. Cuando me volvió a tocar decidí romper el ritmo, me coloqué frente a ella, que estaba sentada en el borde del sofá, y asiendo su cabeza, le introduje la polla hasta el fondo de su garganta, ayudándome con una presión considerable en su nuca… ¿De quién es esta polla que te atraganta? La mantuve unos segundos y cuando sentí sus arcadas la saqué… ella empezó a toser y a recuperarse tomando aire y después respondió, "Tuya… Nicolás… ahhh… cabrón… tuya…"

Lo siento, nena, pero has tardado mucho en responder, jejeje… lo tienes que decir antes.

Sí, antes… con la boca llena… pero qué cabronazo estás hecho… Uhmm… todavía tengo el gusto de tu polla en el fondo de mi garganta. Sabes, está rica, ¿por qué no la dejas más rato dentro de mí?

Menuda guarra eres, Carol… si vieras con qué ojos me ha mirado tu chico al verla enterrada en tu boca… sabes… se estaba pajeando, le tenías que haber visto.

Será cornudo… Fran, ven aquí… déjame tocar tu polla, quiero comprobar lo caliente que estás por todo esto –Y percibió, con sus manos atadas, que esa polla estaba muy dura.

Joderrrr… como una piedra, cabrón…, ¿cuánto hace que no estaba así entre mis manos? Sabes lo que creo, que te excita también ver a Nicolás…

Sí, claro que me excita verle cómo te folla la boca y lo que tú disfrutas… cómo no iba a gustarme.

No, no es sólo eso, creo que no te importaría estar en mi lugar…

¿Qué? ¿De dónde has sacado esa puta idea?

Lo intuyo porque… bueno… déjalo… Ah, Nicolás, sé que eres tú el que llevas este tema, muy bien por cierto, pero ¿admites una sugerencia?

Depende de lo que sea, preciosa, después, si me gusta tu idea, ya veré si la llevo a cabo…

Pues… quiero que antes de meter tu polla en mi boca, porque sé que lo vas a hacer y vas a estar todo el tiempo que te de la gana, quiero… la verdad es que me da un poco de corte…

Vamos, ahora no te andes con timideces, Carol, dile a Nicolás lo que pasa por tu loca cabecita.

¿En serio? La verdad es que tú eres el protagonista de mi idea, jejeje… Pues mira Nicolás, quiero que sea mi novio el que te la mame antes de que la metas en mi boca, y quiero verlo, si a ti no te importa. En alguna ocasión me ha confesado que le gustaría presenciar como lo hago con otra mujer, pues ahora es mi ocasión de hacer realidad mi fantasía…

Bueno, yo no soy bi, pero tampoco tengo reparos con cualquiera de vosotros, estando los dos, claro está…

Estoy segura que te gustará que te ponga la polla dura la boca del tío que te ofrece a su novia; es un morbo al que no puedes resistirte, ¿verdad?

Pero… qué pasa, y mi opinión no…

Tú te callas, aquí manda Nicolás, ya lo sabes y si él quiere… tú a abrir la boca, cornudo. Recuerda, me tienes que dejarlo ver, eso no quiero perdérmelo… me va a excitar tanto…, siempre he deseado ver a Fran en esa situación.

Hice que él se sentase en el sofá junto a ella, desaté los dos pañuelos de Carol, manos y ojos quedaron libres para que pudiera tocarse sin perderse ni un detalle. Además, le ordené quitarse la ropa, de cintura para abajo, menos las botas. Uno de los pañuelos lo usé para tapar los ojos de Fran, ya que no me apetecía que un hombre mi mirase mientras me comía la polla, y el otro, para que su novia le atase las manos, por detrás de la espalda. Estaba comenzando su fantasía, me dijo que le ponía muy cachonda verle así, indefenso frente a mí poder. Vi como el cabrón abría la boca, esperando mi miembro con deseo, cosa que nunca pensé que me excitase pero que se tradujo en un respingo de mi polla. También vi a Carol como se empapaba de la escena, con los ojos muy abiertos, como platillos volantes. Se acercó a su novio, le susurró algo al oído, y agarró su barbilla para orientarle hacia dónde le esperaba mi regalo. Impresionante. Empecé a respirar con verdadera agitación por la seguridad con la que ella manejaba una situación tan morbosa y comprometida, y nueva para mí.

Vamos, cabrón, abre bien la boca que ese rabo es todo tuyo… uhmm… joderrrr… estoy mojadísima con esto, me siento más guarraaaaa… que nunca.

Sí, venga… quiero tu polla, Nicolás –me dijo Fran con voz temblorosa.

Que sepas cariño, que estoy metiendo mis dedos en el coño de puta que los dos me habéis puesto… ¡Toma, come! -y sacando con los dedos la crema que surgía entre sus piernas, untó la piel tensa de mi rabo para que su novio nos degustara a ambos -Uhmmm… y ahora cabronazo, a ver si tú aciertas a qué te sabe esta polla… -dijo con toda la lascivia de una reina del porno duro, mientras Fran pasaba la lengua por la punta de mi capullo sin atreverse a engullir más allá.

Así no le vas a sacar el sabor –agregué totalmente metido en el juego de ella, lo que hizo que Carol, empujando la cabeza de su novio, consiguiera que una buena parte de mi polla entrase en su boca.

Era una sensación rara. Ver a un hombre en el lugar dónde siempre ha estado una mujer. Eso sí, o el chaval lo había hecho más veces o había practicado con un juguetito porque se le daba bastante bien y, lo mejor de todo, le ponía mucha pasión. Al tío se le veía muy excitado. Joderrr… su pericia se veía intensificada por el plano que me ofrecían las tetas de Carol moviéndose al compás de sus manos: una empujando la cabeza de su novio y la otra fregando su coño con excitación, con rabia. También pude ver como la polla de Fran estaba totalmente tiesa, prueba del placer que le daba toda la situación y del pajeo que, de vez en cuando, le obsequiaba la zorra de su novia. Eran dos máquinas enchufadas en paralelo, uniendo sus sensaciones para subir hasta la antesala del orgasmo en una carrera disparatada. Parecía que estaban luchando entre ellos por llevarse el mayor disfrute de la noche.

Ufff… como sigas… aghhh… tocándome la polla mientras me como la de Nicolás, me voy a correr aquí mismo… en serio…

Sí, cabrón, comerte su polla te pone, ¿no? Pues mira… -y le quitó el pañuelo de los ojos para que viese el espectáculo…

Te lo digo en serio, me voy a correr casi ya… joderrr… no voy a poder evitarlo, esto es más fuerte de lo que yo había imaginado… ufff…

Tú, puta, cuando sientas que tu novio se va a correr, te la metes en tu boca, no quiero ni una gota de leche de este carnudo por el sofá, ¿entendido?

Sí…, aghhh… le vamos a convertir… sí… en el Comedor comido, pero yo también… ostias… yo también estoy a tope… verle así.

Lo que habría dado por ver todo desde fuera, menudo cuadro. La pareja estaba a punto de irse, lo intuía por sus jadeos. Querían correrse a la vez, ¡Románticos! ¿Y yo? ¿Cómo andaba? Todavía me quedaba recorrido. Quería que fuese ella la primera que me exprimiese y no él. No tenía nada en su contra, eran sólo cosas de la orientación sexual, nada más.

Fran estaba a las puertas de correrse, intentaba abrir la boca para respirar, le faltaba el aire y Carol le empujaba sobre mi miembro con fuerza:

Vamos, pon tu boca en la polla de tu novio, que se va a correr el cabrón este… y no dejes de tocarte el coño que me gusta verte así. Una buena puta que se mete los dedos hasta el fondo mientras le inundan de leche la garganta… y tú, pídeselo, vamos -le dije a ambos con una voz autoritaria, ronca y excitada.

Sí, por favor… cómemela que me voy a correr ya… ahhhh… vamos… uhmm… esto es como nunca… joderrr… que bueno… lo mássss…-me miraba ahora a los ojos, con un gesto de inmenso placer. Me gustó que me mirase así y que cerrase los ojos mientras descargaba su semen en la boca de su novia.

Ahhhhh… ugggg… uffff… -no fue capaz de articular palabra cuando le llegó el orgasmo a su novia, al que colaboré apretando sus pezones mientras ella reventaba su clítoris entre sus hábiles dedos.

Retiré mi polla de la boca de Fran para dejarles disfrutar más cómodamente de los últimos espasmos de sus mutuos orgasmos. Allí estaban, sobre el sofá, rendidos uno sobre el otro, desangelados, exhaustos pero divinos; sus respiraciones inundando el salón… por todo ello, me apetecía premiarles. Guardé mi polla con dificultad, hasta mejor momento, y fui a rellenar las copas con otro poco de Cardhu. Desde el aparador les regalé mis elogios: "Estáis hechos unas buenas piezas… sí, en serio, tan inocentes, tan abiertos, tan jóvenes, tan espontáneos… tan calientes, tan bellos a la vez, tan dispuestos a sacarle el jugo al morbo y al sexo…"

Anda poeta, deja de decir tonterías y ven para acá, que ahora te toca a ti, ¿no era tu puta al entrar en esta casa? Pues te lo voy a demostrar, pero… ¿Qué has hecho? ¿Has guardado tu preciosidad con lo que le queda todavía por disfrutar? -dijo Carol relamiendo todavía las pequeñas gotas de semen que se habían quedado prendidas en las comisuras de su boca. Toda una puta, sí señor y, a su lado, un verdadero cabronazo. La pareja perfecta.

Tomad, calentaros un poquito la garganta con esto.

Sabes que es otra cosa la que quiero que me caliente la garganta –dijo Carol con la voz todavía entrecortada por la excitación.

Carol se estaba destapando a cada minuto que pasaba. En su mirada ya se podía ver a la gran dama que se ha adueñado de la escena y, que tiene todos los créditos para comportarse como una gran puta. Todo le es permitido y además, aplaudido por su novio, que no salía de su asombro al conocer a otra mujer muy distinta a la que normalmente tenía al lado. Fran confesó, en algún momento de la noche, que a veces, ella salía a la calle con minifaldas y tangas o incluso, sin ninguna tela que tapase su apetitoso y joven coño. Para él, acompañarla suponía una continua y morbosa tentación. "Cada vez me pone más que salga así, pero quiero que un día lo haga sin mí y que luego me lo cuente, con las palabras más obscenas que se le pasen por su cabeza, lo que haya hecho", llegó a decir ante el asombro de Carol, que nunca le había oído solicitar esa fantasía. Noche de confesiones ante la mirada del pastor.

Lo que estaba sucediendo ese día era mucho más de lo que él nunca hubiese imaginado. Y lo mejor de todo es que Fran no abandonaba ese estado de fuerte excitación que le tenía enganchado. No hacía nada que se había corrido en la boca de su chica y ya estaba con la polla dispuesta para seguir la fiesta. Con seguridad, por la mente de Fran pasaban también las imágenes de su reciente experiencia: mi polla en su boca. Supongo que le había sabido a poco, es posible que él hubiera querido que me vaciase dentro de su boca, para que la experiencia fuese completa, pero ya comenté que no era esa boca en la que yo quería correrme. Iba a ser un regalo para ella. En el triángulo que formábamos, él tenía muy pocas posibilidades de ser el centro de atención, como mucho, y en el mejor de los casos, alguna de sus ideas las llevaríamos a cabo.

Como si Carol le hubiese leído el pensamiento, sus palabras le hicieron despertar contundentemente de su fantasía:

Fran, vamos, cabrón…, quiero que vuelvas a abrir la boca para que pongas la polla de Nicolás a punto… para mí… Vamos Nicolás, no tengas ningún reparo con él, que tal como te la ha chupado antes me parece que le gusta hacerlo casi tanto como a mí… ¿no es verdad, cariño?– en nuestra fiesta, Carol había retomado el papel de gran puta dominadora de su cabrón y éste, como abducido por la orden, no tardó ni un segundo en agacharse y ponerse de rodillas frente a mí, mientras yo sostenía todavía mi whisky en la mano. ¡Que escenita!

¿Puedo? –me preguntó acercando las manos a mi bragueta para desabrochármela.

Sí, claro… no hagamos esperar a Carol, que está desatada…

Con sus temblorosos dedos, consiguió abrir mis botones hasta ver cómo mi polla, firme y tersa, se marcaba bajo el slip. Las palabras de esa putita me incendiaban y los manejos de su novio, estando allí ella, eran un complemento muy grato, un sensual preludio de lo que se avecinaba.

Toma, ponle esto –dijo Carol mientras le acercaba un preservativo que había buscado en su bolso. Sabes, Fran, este cabronazo va a tener el placer, si él lo desea, de follarme el culo…

Pero Carol… si yo nunca… cómo puedes…

Que te calles, cabrón. Sí, ya sé que a ti te obsesiona mi culo y que te lo he negado siempre, pero estoy tan caliente y me está excitando tanto humillarte delante de él… vamos, es eso lo que quiero hacer, además, así te enteras que me encanta que me follen por ahí.

Puta… puta… puta –dijo secamente Fran a cada una de las anteriores palabras.

Nada tenía que aportar a tan peculiar discusión de pareja. El cabrón se relamía mientras deslizaba su lengua por la punta de mi capullo y agarraba con una mano la base de mi polla. Me tenía duro y excitado, caliente y deseoso de enterrar mi ariete en su novia. Y con su ayuda iba a ser la forma más morbosa de hacerlo. Acatando la autoridad de la zorra, desenrolló el condón, sujetó con las yemas la parte superior y con suavidad, mientras ensalivaba todo lo que podía mi polla, lo fue deslizando hacia abajo hasta conseguir una presentación más que digna.

Ahora ven aquí –le ordenó Carol mientras se ponía a cuatro patas sobre el sofá y nos ofrecía su precioso culo. Quiero que hagas todo lo necesario para que la polla de Nicolás esté atendida, ¿Comprendes, Fran? Quiero que la muevas dentro de mí, que me abras los labios de mi coño o mis nalgas para que entre dónde le apetezca, que le acaricies los huevos, que le chupes el culo mientras me taladra… todo, todo lo que ambos te digamos… quiero que la corrida que le espera no la olvide en mucho tiempo… ¿Vas a saber hacer todo esto, cabrón?

Claro… claro que sí… Carol –y con las manos empezó a abrir con fuerza las nalgas de su novia por si me apetecía meter mi polla en su precioso culo.

Espera bestia, todavía no estoy preparada para eso…

Ah, perdona…

¿No tendrás por ahí…? -comprendiendo su necesidad, me acerqué al aparador para darle a Fran el socorrido tubo de lubricante que nunca falta en casa.

Ábreme Fran, ábreme los labios… quiero sentir dentro su polla… uhmm… –y metiendo un par de dedos a cada lado de los labios del coño de su novia, me lo ofreció abierto, como el más suculento de los aperitivos marinos, vivos… un sushi divino, un manjar sonrosado, brillante y húmedo. Vamos, cabrón, entra… uhmmm… vamos, quiero que me golpees en el fondo… quiero sentir como me empujas… sí, con esa polla que… Ahggg… joderrr… Fran, me están follando como a una puta… delante de ti… ¿No es esto… agghhh… no es lo que querías, cabrón…? ufff… deberías probarlo… ufff… dame, dame… más… no pares Nico.

Estaba disparada. A sus palabras cada vez les era más difícil enhebrar frases coherentes y se quedaban en letras y gemidos. Empezó a bufar con mi barrena dentro; entrando y saliendo hasta el final, con relativa lentitud, recreándose en el movimiento mientras los dedos de Fran seguían ahí, donde se les había ordenado estar.

Fran… Fran… ahora, ufff… joderrr… que polla tiene este tío… que sepas que me folla como a una puta… sí, lo merezco, me lo he ganado, dale fuerte cabrón… Fran… cariño, quiero que empieces a poner vaselina en mi… ahggg… como aprieta este cabrón… que la pongas en mi culo, sabes… estoy deseando sentirla ahí, que me queme.

Sí, sí, cariño… en tu culo… joderrrr… creo que me voy a correr con lo que estoy viendo…

Haz lo que quieras cabrón pero úntame bien que no quiero que este me rompa el culo… Quiero que me queme las entrañas con sus empujones… ufff… y embadurna también su polla… agghhh… no pares, vamos… Nicolás, tú sigue, sigue…

Fran abandonó los labios del coño de su novia y depositó una buena cantidad de lubricante en su culo, metiendo primero un dedo y luego dos, girándolos sin demasiado esfuerzo. Esa zorra le tenía vetado el culo a su novio, pero no parecía que lo prohibiera a otros juguetes artificiales o, seguro que también, naturales.

Uhmmmmm… esto es increíble… sí, moveros los dos dentro de mí… ufff… me vais a hacer correr… pero que par de cabrones…

Mientras que Fran seguía lubricando a su novia, yo la había cogido por las caderas y le daba empujones que dificultaban la labor lubricante y emitían esos ya clásicos y húmedos plasff, plasff, plasff. Me estaba poniendo a tope y tenía que parar si no quería perder el disfrute de enterrar mi miembro en ese culo que ya estaba rojo del trabajo de su chico, abierto por sus dedos y brillante por mi vaselina. Con el esfinter dilatado era la mayor tentación que podía imaginar y no quería renunciar a ella.

Ya está, aparta –le dije a Fran para que quitase los dedos de mi objetivo, pero él, recordando las instrucciones de su chica, se puso a un lado para no estorbar y separó todo lo que pudo esas nalgas que se movían con cada embestida mía, para facilitarme más aún la entrada a su templo prohibido.

Muy bien, cariño; veo que estás dispuesto a cumplir con todo lo que yo te diga… sí… venga… la quiero dentro y no te preocupes por mí, Nicolás… vamos, cabrón… fóllame el culo delante de mi novio que seguro cuando lo vea se corre vivo… Ufff… ya siento la punta… Ufff… aprieta, vamos… ahora no te pares… agghhhh… sí, joder, joderrrr… jodeeerrrrrrr… sí, sí… ya casi… Ufff… Ufff… Fran, Fran… mira tu novia… ahgggg… que puta está hecha… y cómo le da… aghhh… todo su culo… a… a este macho cabrón.

Y siguió con esa letanía que disparaba cada vez más a los machos. Vi como Fran intentaba llevar su polla, desde un lado del sofá, hacia la boca de su novia, pero también advertí como era rechazado.

Ufff… vamos, Fran… chúpale los huevos a este semental, quiero que nos tenga a los dos… aghhh… me quema, me está rompiendo por dentro pero me gusta… como se desliza el hijoputa dentro de mí… que bueno, de verdad… venga, Fran, quiero ver tu boca en sus huevos… ¡Ya!

Sí, Carol… como tú quieras –y sumiso se agachó entre mis piernas, intentando, con su lengua, acompasarse al ritmo que yo imprimía a mi duro miembro mientras lo enterraba entre las nalgas de su novia. Ver desde mi atalaya a esa joven pareja, a mi servicio, era una explosión de morbo que me estaba llevando al borde del precipicio.

Mueve tú el culo, Carol, que si lo hago yo tu novio no puede seguirnos desde ahí abajo…-y ella obedecía metiéndose toda mi polla hasta el fondo y sacándola hasta que sentía cómo su dilatado anillo se cerraba nada más salir mi glande de ella, punto en el que comenzaba de nuevo a empujar hacia mí. Así, la muy puta, sentía cada vez cómo le empujaba al volver a entrar.

¿Así? ¿Te gusta así, cabrón… ahggg…?

Sí, sí… mueve el culo, zorra… aghh… tu novio también se defiende con la lengua… joderrr… vais a hacer que me corra… Quiero hacerlo dentro de ti… ufff…

Pues venga… jódeme, reviéntame y llena mi culo con tu leche, egoísta… ufff… vacíate… vamos… que salga todo lo que tienes para mí, hijoputa, dame un poco de caña… vamos, ¿no sabes llegar hasta el fondo de mi culo o qué? Pero… aghhh… que bueno, estaría así toda la vida… pero, quiero que cuando te corras no la gastes toda en mí, que le des un poco también a Fran.

Vi a Fran asentir y, como si de un estallido se tratase, sentí dentro de mí el click que te dice que no hay vuelta atrás, que han abierto la presa. Tensé las piernas para que mi polla estuviese lo más dura posible y así contener hasta el final la primera andanada de semen, la que iría hacia sus tripas, en plan animal. Cuando se la lancé, aullando de placer le clavé mis yemas en sus caderas y ella apretó contra mí su cuerpo, de tal forma, que todo mi rabo se vio tragado por ese culo tan fantástico y los huevos apretados contra los abultados labios de su coño de putón. Después de los dos o tres primeros chorros, ella retiró su culo para que esa cavidad fuera reemplazada por la boca de su novio. Así, él recibió el siguiente disparo, en su cara, disfrutando del resto con su ávida boca. Una vez que no tuve nada más que echarle dentro, Carol le dijo que me lamiese bien y que limpiase esa polla que acabada de manchar a ambos con sus jugos. Ya dije que era la primera vez que mi miembro estaba dentro de la boca de un hombre y, debo confesar que, la experiencia era placentera, contando con el morbo de que su chica estaba allí, y se acercaba mucho a las relaciones hetero a las que estaba acostumbrado. Mientras, Carol jugaba y hurgaba en su culo para buscar el regalo que acababa de darle; lo que encontró, empezó a extenderlo sobre sus labios y cuando ya estaba bien rebozada de mi semen, fue directa a besar a Fran, para buscarle en la boca el resto de mi corrida, lo que no se había ganado con el culo. Relamiéndose dijo:

¿No lo hace mal mi novio, no?

Vaya dos… me habéis dejado una temblequera de piernas que… me voy a sentar un poquito en el sofá.

Ahora que recuerdo… Fran, ve a por mi macuto, anda, que esta noche la vas a recordar durante mucho tiempo.

Era una buena zorra y continuamente estaba sorprendiendo a su novio. Ahora, mientras Fran iba a por el bolso, ella metía sus dedos en el coño para no perder la tensión de hace un momento.

Uhmm… Fran, ¿ves una bolsa oscura que hay en el fondo de mi macuto?

Sí, ¿qué es? –respondió excitado por la curiosidad.

Es un juguete, bueno… uhmmm… un juguete para mí, bueno, la verdad es que es para los dos. ¡Sácalo!

Pero… ¿Y esto?… ¿Cuándo lo has…? Carol, no te conozco, hoy no eres tú… me gusta la nueva Carol…

Bueno, no es momento de que os hagáis un repaso a la historia reciente de ambos, está claro, no… es un arnés. Un arnés que se lo va a poner ella y por lo que he visto esta noche…-dije con toda la intención del mundo.

A ver, a ver… agghhhh… quién va a ser mi elegido… –preguntó a ambos. Mientras, los dedos de su mano izquierda desaparecían entre sus piernas y con la otra sujetaba el artefacto que estaba chupando para calentarnos más todavía. Acababa de correrme, pero esa visión, junto a su invitación, estaba produciendo el cosquilleo en los huevos con el que empieza todo de nuevo.

Conmigo no cuentes, putita… ya he probado lo bien que se está dentro de ti y no quiero estar en otro lado.

Pues te ha tocado, Fran de mi alma…

Además, no creo que tu novio le ponga reparos al asunto, es más, incluso si en vez del arnés fuese mi polla estaría más que encantado, ¿no?

Hombre, Nicolás… así… en frío…

¿En frío? Pero si estás más caliente que un horno de pan, joderrrr…tío.

¿Sí? ¿Te dejarías encular por Nicolás? Tú también me estás sorprendiendo a mí… además de cornudo, hoy te estás destapando como todo un bi.

Ambos estábamos pendientes de Carol y muy excitados por el numerito que allí se iba a preparar. Fui a avivar el fuego de la chimenea, aunque no hiciese mucho frío, y al verla allí, de pie y desnuda, pensé en la suerte que tenía por todo aquello. Ella se empezó a ajustar las correas del arnés alrededor de su cintura. Tenía un aspecto un tanto hermafrodita pero tremendamente incitador, tanto que incluso pensé que había hecho mal en decirle que no era yo quién quería recibir ese tratamiento posterior. ¡Era una tentación!

Fran, consciente de su papel, apoyó las manos sobre el sofá, abrió las piernas y se dispuso a recibir el ataque de su hasta ahora dulce y poco promiscua novia; con un temblor en las piernas y una respiración tan agitada que pensé que estaba casi a punto de correrse allí mismo, sobre mi útil sofá. Él mismo se abría su ano con las manos, para facilitarle la labor. La visión, de ese chico dispuesto a recibir lo que su novia le diese obró en mi interior un nuevo impulso hacia lo que se me ofrecía y me entró una insana curiosidad porque fuera mi polla, en vez del aparato, lo que debía enterrarse allí. Y ya puesto, recibir a Carol en mis entrañas. Las posibles dudas se esfumaron de golpe cuando nuestra zorra me pidió de nuevo la vaselina y untó generosamente el latex y la entrada del culo de su novio. Empujó a Fran hacia abajo, para que no le quedase tan alto y, de puntillas, puso el glande en su esfínter. A la vista estaba que disfrutaba con ello y, guiñándome un ojo, empujó con decisión sobre Fran hasta traspasar su anillo, lo que arrancó un profundo gemido en la garganta de su novio.

Casi no me había dado cuenta, pero me estaba acariciando mi polla, la que se recuperaba a una velocidad inusitada, tras mi reciente y gran corrida. Al verme así, Carol me llamó y me susurró que quería ser el puente entre ambos machos.

¿Qué? –No era momento de adivinanzas y al dudar sobre su deseo... -¡Que me metas esa polla que te tocas en lo más profundo de mi coño, joderrrr… que a veces hay que decirlo todo! Cada vez me sorprendía más, y supongo que a Fran, infinitamente más.

Tus deseos son… divinos, Carol. Eres una reputa deliciosa.

Vamos, que esto no lo he probado nunca… uhmmm… ¿Has visto cómo disfruta este cabrón? Fran, dime que te folle, dímelo, dime que te la meta hasta el fondo…

Mientras Fran obedecía el guión que ella le imponía, me coloqué detrás de ella. La sensación de agacharme para buscar la entrada de ese baboso coño y de intentar meter mi polla aprovechando el vaivén de sus caderas era algo indescriptible. Ver cómo la polla de Carol hacía retorcerse de placer a su novio y cómo, dando réplica, la mía buscaba abrirse paso entre sus labios, me premiaba con un continuo cosquilleo que me tenía al borde del precipicio. Aproveché el momento en el que ella enterró el juguete en el culo de Fran y se quedó quieta, para de un brusco empujón, de abajo arriba, entrar bastante en ella y recibir la maravillosa melodía del aumento de sus jadeos. También me gané un par de insultos, de los que gusta oír en la boca de una mujer cuando le metes la polla en su coño por primera vez. Me agarré a sus caderas y levanté bien las mías, empujando hacia arriba, para enterrarle el rabo hasta el fondo; ella agradeció la maniobra pero no Fran, que vio como la polla que a él le tocaba había salido completamente de su prisión. Para corregirlo, ella volvió a empujar hacia él, y ahora fui yo el que se quejó, al verme fuera de su coño. Llevé las manos a las caderas de Fran para tirar hacia mí de los dos a la vez y eso funcionó, y aunque prefería las asideras de la hembra, la operación hizo posible que, con mis empujones a Carol, la follada de ella a su novio, fuese al ritmo que yo imponía.

Entre la chimenea y la temperatura de tres cuerpos unidos por dos miembros, el calor amenazaba con hacernos desmayar, pero no íbamos a cejar de nuestro polvo tan especial. Seguí bombeando dentro de su coño, que me abrazaba con una humedad que ya perlaba sus muslos. Fran fue el primero que empezó a dar signos de que se corría, porque él mismo se estaba masturbando, a la vez que le follaban el culo. Cuando ya no pudo más y por suerte, me di cuenta a tiempo para salvar mi sofá, le dije apresuradamente que se sentase en él y que Carol se tragase su leche.

Joderrrr… de verdad que mantener mi polla dentro de ella, mientras devoraba la del novio, tragando su semen, era mucho más de lo que yo podía haber imaginado. Allí estaba, real, esa jovencita que no quería soltar una polla nueva mientras daba los últimos lametazos a la de siempre. Cuando retiró la boca, nos dijo que quería correrse con mi polla dentro, que aguantase hasta que ella se fuese y le ordenó a Fran que le masturbase de esa forma que le gustaba tanto: con sus palmas girando sobre el clítoris. Sentía sus manos rozar mi polla mientras presionaba y estrujaba el botón de su novia. Carol empezó a emitir unos gemidos roncos que anunciaban lo bien que lo estaba pasando entre nosotros dos. Era la reina del porno. Todo eso era más de lo que yo podía aguantar y me veía llenando su coño de leche en unos segundos. Parecerá un tópico, pero ella, intuyendo mi urgencia, consiguió acelerarse su orgasmo: el que se adueñó de la sala. Mientras, a su novio le era casi imposible mantener el magreo del clítoris, de lo que ella movía la pelvis. A mí también me costaba conservar mi polla dentro, pero quería correrme con las paredes de su coño apretándola y seguía sus pequeñas convulsiones. Estábamos en medio del campo pero como gritaba la muy puta! CABRONEEEEESSSS, HIJOSDEPUTAAAAA, ME VAIS A MATAR… y cosas así que, entre gemidos y gritos, no paraban de salir de su boca. Era tan brutal que yo no pude más. Solté mi primera andanada en su coño y empujando sin contemplaciones a Carol para que también se sentase en el sofá, les grité:

Juntad vuestras caras, vamos –y apunté con mi polla, apretando por la base, para que saliese con más presión, a sus bocas, que abiertas esperaban recibir la hospitalidad de su anfitrión.

Amanecimos los tres en mi gran cama. Volteados. Sin orden. Oliendo a sexo como nunca, tanto nosotros, las sábanas como la habitación. Ellos dormían, habían quedado exhaustos de la noche anterior, que tuvo continuación en el dormitorio, tras la escena del sofá, pero que regada con mucho más whisky, incluso ni recuerdo. Eso sí, me dolía la polla por culpa de esa pareja.

Mis quehaceres me impedían quedarme a disfrutar de ellos ese domingo, una pena, pero las obligaciones del medio rural son así. Al abandonar la casa y dejarles allí hasta que se despertaran, sabía que el recuerdo de esa visita no se iba a borrar fácilmente de mi mente, como habéis podido comprobar en la rememoración de este extenso relato de aquella noche. Estoy seguro que a ellos tampoco, aunque nunca más les volví a ver. Desde esa noche, ambos se empezaron a conocer más íntimamente y yo tuve la suerte de ser el que les presentó en esas facetas tan intensas.

No me importaba que se quedaran allí lo que les apeteciese, eran de fiar, a todas luces. Eso sí, antes de irme, me acerqué a la cama, por el lado de Carol, retiré la sábana, y tras un tierno beso en sus nalgas, la miré y disfruté con ello, con la mirada del pastor.

Mis más dulces y calientes deseos para Carol y Fran, por ser así.

Nío, invierno de 2007.

Ant1961vk@yahoo.es