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Las Trillizas (2: Tres Niñas ¿Iguales?)

en Amor filial

Las trillizas II (Tres niñas ¿iguales?)

Esta no es una historia real (aunque me hubiera gustado que lo fuera), pero está basada en situaciones y personajes verdaderos, a los que sólo les cambié los nombres y algunos lugares, como para guardar el secreto...

 

rometió cumplir con todos mis pedidos, y nos despedimos con el beso más largo de todos. Ella bajó para irse, mientras yo me vestía para ir a trabajar. Alberto me había dejado la plata de la ropa, y se la llevó toda Selena; después que le dije que no la fuera a usar hasta que nos juntáramos nuevamente. Y así terminó nuestra primer noche de amor con mi ex sueño imposible.

Y llegamos al siguiente encuentro. Ni bien me enteré que tenía que viajar a Buenos Aires por tres días, quedándome allá dos noches, me puse en comunicación con Alberto. La semana que viene estoy en Buenos Aires desde el lunes a la mañana, hasta el miércoles a la noche – Le dije. Si te parece bien, la podría atender a Selena la noche del lunes y la del martes.

Contestó que no habría ningún problema. Selena está muy ansiosa por verte nuevamente, a pesar que sólo haya pasado un mes – Me dijo, y se deshizo en agradecimientos para mí. No sabés lo que ha cambiado – Siguió. Está volviendo a ser la mujer feliz que era antes.

A continuación me preguntó si sería necesario que el fuera esta vez; a lo que le respondí que no. Cualquier cosa, si querés, nos vemos para cenar un día – Le dije. Lo importante es que hayan arreglado el tema del lugar – Continué. Y la participación de las trillizas.

Dijo que estaba todo solucionado. Es más, me llamó la atención que las chicas no opusieran mucha resistencia – Agregó. Y luego comentó que como no tenían un buen lugar, había decidido que harían una reserva en el mismo hotel donde yo paraba. Averigüé que allí hay habitaciones tipo departamento – Me contó. Cada una con su baño privado, pero que se comunican por dentro.

Quedamos en que organizaríamos las reservas para tomar una matrimonial y una triple, que se comunicaran. En la triple se inscribirían Selena y dos de las chicas, y yo en la doble. Total, nadie se iba a dar cuenta si entraban dos o las tres, vestidas idénticas.

De todas maneras – Le dije. Nos queda por organizar el tema de la ropa. Yo voy a llevar desde aquí la de las chicas, para las dos noches. Que Selena lleve todo lo que compré la última vez.

Antes de salir para Buenos Aires, ese fin de semana me organicé para poder ir de compras solo. De movida, tenía pensado pasar probablemente sólo una noche con las trillizas y su madre; y la otra con Selena solamente. Por lo tanto, me preocupé por la indumentaria de ellas para una sola vez.

Esta vez la madre usaría ropa de mujer, así que las niñas podrían ser ellas. Con la talla que me había dado Selena, ya que las tres tenían las mismas medidas, decidí comprar tres conjuntos deportivos. Uno sería de hockey sobre césped, ya que siempre me deliraron las chicas de las polleritas; otro de tenis, en el cual incluí una raqueta y un tubo de pelotitas.

El último fue de báscket, pero aquí compré un conjunto para hombre, ya que me encantan las musculosas con las axilas bien cavadas. En este caso, no me llevé la pelota, pero sí agregué al final un palo de hockey con la respectiva bocha de madera.

Después de comprar todo esto, más zapatillas y medias; dos bombachones y unas calzas (para el bascket); y tres corpiños tipo competición, guardé todo en un bolso, que compré allí también; y me fui a una casa de lencería, para conseguir alguna ropa interior sexi.

Compré tres conjuntos iguales, pero de diferente color. Uno celeste, otro verde claro y el tercero rosado. Los corpiños eran de los que sólo sostienen las tetas desde abajo, dejando los pezones al aire; y las bombachas totalmente transparentes, sin refuerzo en la entrepierna. Con todo en el bolso, me fui al aeropuerto, y lo dejé en un locker, hasta el lunes.

Por suerte, viajaba un día de semana a la mañana, por lo que mi esposa no me pudo llevar al aeropuerto. Así que retiré el bolso del locker y despaché todo. Antes de ir a la oficina, pasé por el hotel a dejar las cosas, si no iba a parecer demasiado equipaje, para dos noches.

Desde la oficina hablé con Selena, y quedamos en que nos juntaríamos los dos a cenar a las ocho de la noche. Le dije que se pusiera el trajecito negro, con el conjunto de ropa interior rojo, y el portaligas y medias negras. Obviamente, sin camisa – Le aclaré.

En la pieza de ustedes dejé un bolso con la ropa de las chicas – Le dije. Que se repartan los equipos deportivos como quieran. Yo sólo había dejado en el bolso lo necesario para ese equipamiento. Lo demás quedó en mi habitación.

Se me hizo bastante tarde en la oficina, así que ni tuve tiempo de pasar por el hotel. Me fui a encontrar con Selena directamente a la esquina en que habíamos quedado.

Cuando llegué, ya estaba allí. En realidad, ella y muchos más; estaba rodeada de tipos que se quedaban a mirarla un rato. Claro, cuando la vi, me di cuenta por qué llamaba la atención: Estaba es – pec – ta – cu – lar.

La pollera del traje le quedaba más corta de lo que yo había supuesto, y si no se paraba completamente derecha, se veía el final del portaligas, y algo del muslo. Sus piernas se veían deliciosas enfundadas en las medias negras.

Arriba, el saco del traje se le abría a la altura del pecho, dejando ver buena parte del corpiño rojo. Pero lo mejor de todo, seguía siendo su cara. De entre sus pechos surgía el estilizado cuello, que llega hasta su hermosa cara. Se la veía más linda aún que la última vez; estaba radiante, se notaba feliz. Se había maquillado muy provocativa, pero sin exageraciones; su cabello, que caía por delante y por detrás, se veía brillante y sedoso.

Cuando me acerqué a ella, la gente se abrió, pero siguió mirándonos. La saludé con un beso en la boca, que alargamos más de lo necesario. Enseguida le susurré al oído que nos fuéramos, antes que hubiera un problema. Nos dirigimos directamente al restaurante.

Comimos en un restaurante de lo más caro, y todo en base a mariscos; regado con una botella del mejor champagne. No tomamos mucho, ya que no quería pasarme para estar bien a la noche. Charlamos de un montón de cosas, pero sobretodo me contó de su vida actual, y lo bien que estaba. Evidentemente era una mujer distinta a la de la última vez.

Nos tomamos un taxi directamente al hotel, y ella se fue directamente para arriba. Yo me quedé pidiendo que al día siguiente me despertaran temprano. No quería que nos vieran subir juntos. Pedí también una botella de champagne con una copa.

Dejé todo en la pieza, y golpeé la puerta interna con la de Selena. Fue ella quien abrió, vestida aún como había llegado. Nos trenzamos en un beso, en el vano de la puerta, que duró varios minutos. Mientras la besaba, fui acariciando su cola, levantando un poco la falda. Enseguida tenía mi mano metida dentro de su tanga.

Sabía que las chicas estarían mirando, y aproveché para darles un pequeño espectáculo. Me calentaba mucho saber que las hijas estaban viendo como me franeleaba a su madre. Cuando nos separamos, mi pija ya estaba al palo, y su tanga completamente mojada.

Nos sentamos sobre la cama matrimonial de mi habitación, y le pregunté si las chicas estaban listas. Están las tres preparadas – Respondió Selena. Tanto Vannessa, como Romina y Carolina se han puesto la ropa que les dejaste. ¿Querés que las llame? – Preguntó.

Ante mi consentimiento, las hizo pasar, y allí vinieron ellas. No me pregunten que tenía puesto cada una, porque no tengo idea de cuál era cual. Estaban idénticas, y aunque no se puede decir ¡qué lindas!, se las veía muy atrayentes.

Tienen muy lindos cuerpos, sobretodo una piernas muy bien formadas. Las colitas son pequeñas y medio chatas; pero los pechos, aunque también chicos, son paraditos y duros. De ahí para arriba no sacaron mucho de la madre; son morochas pero de facciones bastante feas. El cabello oscuro lo llevaban las tres igual, lleno de bucles y hasta mitad de la espalda.

Estaban bastante maquilladas, yo diría un poco exageradas, pero supongo que para mostrarse mejor ante mí. De cualquier manera, los conjuntos deportivos le quedaban espectaculares. Si uno no se detenía mucho a mirar sus caras, estaban muy sensuales.

La del conjunto de hockey (no sé cuál era) tenía todas sus piernas al aire. La falda no le llegaba a tapar el bombachón; así que se le vía por atrás y por delante. Traía el stick en una mano, y la bocha en la otra.

La que estaba de tenis tenía una remera muy pegadita al cuerpo, que le marcaba los pezones, a pesar de tener un corpiño grueso abajo. La pollera era corta, pero pegada al cuerpo; con el tajo de adelante totalmente abierto. Tiene las mismas piernas que la hermana ¡buenísimas!

Por último estaba la bescketbolista, a la cual se le veía todo el corpiño, por lo cavado de las axilas. Por debajo del pantalón sobresalían las calzas. Con esto, sólo quedaba por ver sus piernas de las rodillas para abajo.

Se quedaron mirando desde una punta de la habitación, hasta que me paré y me arrimé a saludarlas. Lo hice con un beso en la boca a cada una, a lo cual se prestaron sin rechistar.

A la primera la agarré del culo, mientras la besaba, encajándole la mano entre las nalgas. Lo hice con cierta fuerza, y medio pegó un salto; pero no dijo nada, y me devolvió el beso con ganas.

Con la segunda aproveché para meterle un manotazo en la concha, a través del tajo de la pollera. Le pegué un pequeño pellizcón, que la hizo separarse de mí; pero yo tomándola en parte del bombachón, y creo que en parte de sus pendejos, la atraje nuevamente hacia mí, pasando a partirle la boca de un buen beso.

Con la tercera empecé al revés, la tomé con una mano de cada pecho, y la atraje de un tirón. Antes de llegar a mí ya tenía la boca abierta, y nos besamos con mucha pasión.

Evidentemente, lo que tenían de iguales en lo físico, no era así en su forma de ser. En unos minutos había averiguado que tenía ante mí una chica muy dispuesta (la del bascket); otra con la que no tendría problemas, si andaba con cuidado (la del hockey). A la tenista iba a tener que domesticarla.

Volví a sentarme junto a Selena. ¿Tienen alguna duda? – Les pregunté. ¿Así nos vas a tratar? – Se imaginan quien preguntó. Así o como se me antoje – Le respondí muy serio. ¿Alguna otra duda? – Agregué. Amagó decir algo de nuevo, pero se quedó callada.

Bueno, ahora mientras jugamos un rato con Selena – Les expliqué. Quiero que ustedes se vayan desnudando de a una. Primero se quedarán en ropa interior, y luego empezarán de nuevo, una por una, hasta quedar desnudas. Les indiqué que lo hicieran con ganas y sensualmente, mientras las señalaba, especialmente a la tenista.

Pero primero van y se sacan todo el maquillaje – Les ordené. ¿Dónde vieron deportistas tan pintadas? Mientras ellas fueron a su baño a desmaquillarse, nos trenzamos nuevamente con Selena. En pocos minutos yo estaba en bolas, pero a ella la dejé con las medias y el portaligas, la tanga y el pequeño corpiño, rojos con los bordes negros.

Nos estuvimos manoseando un rato, y para cuando volvieron las chicas, Selena me estaba mamando la verga. Vamos a ver cómo nos calientan las chicas – Le dije. Y nos sentamos uno al lado del otro, sin que ella sacara su mano de mi verga.

¿Puedo empezar yo? – Preguntó la bescketbolista, dándome la razón a lo que yo había supuesto. Pensé en hacerla empezar a miss rebeldía, aunque fuera para joder, pero decidí no apretar demasiado aún. Podés empezar cuando quieras – Contesté.

Se mandó un streep tease bárbaro; se movía como una culebra. Sus caderas cimbreaban como si estuviera al compás de una música sensual (me había olvidado de ese detalle, y música no tenía). Le llevó sus buenos diez minutos quitarse las zapatillas, el pantalón y la musculosa.

Cuando terminó, se la veía muy bien, con medias blancas de toalla, las calzas y el corpiño deportivo del mismo color. Las calzas le apretaban tanto, que por un lado le hacía más chato el culo; y por el otro se le metía en la concha. Los pezones se le marcaban mucho en el corpiño.

Cuando terminó, se quedó parada y se adelantó la niña del hockey. Lo hizo bien, pero no parecía con ganas; de todas formas me calentó bastante. Se quedó sólo con el bombachón negro y el corpiño blanco, ya que se sacó hasta las medias. Se notaba que estaba caliente, porque a ella también se le marcaban los pezones.

No le quedó más remedio que empezar a la rebelde (nunca supe cuál de ellas era). Su acto no duró más de dos minutos, y enseguida estaba en ropa interior. Toda de blanco, y un poco con cara de culo, se la veía muy bien. El bombachón le transparentaba un poco los pendejos, pero era la que más marcados tenía los pezones. Tal vez no fuera de caliente, si no de rabia.

Para hacerle pagar su rapidez, le dije que diera varias vueltas, para poder observarla bien. Tiene el culo tan chato como sus hermanas, aunque los bombachones lo disimulan mejor que las calzas. ¿Ya está Billy? – Preguntó.

Ante todo – Les dije. Para ustedes no soy Billy. Deberán llamarme tío, o señor. Les aclaré que a Selena tampoco la llamarían por su nombre, si no como señora o mamá. ¿Está claro? – Les pregunté. Sí tiíto – Respondió rápido una; a la vez que la otra decía "sí señor". Por supuesto, la última fue la más díscola; cuando terminaron de contestar las otras dos, dijo "sí", y recién ante una dura mirada mía, agregó un "señor".

Quedaron las tres paradas juntas, esperando qué íbamos a hacer. Ahora que están todas en ropa interior, igual que su mamá – Dije. Quiero verlas juntas, para compararlas con ella. Le pedí a Selena que se parara al lado de las trillizas, y las hice dar varias vueltas a todas juntas, para poder apreciarlas. Entre las tres no hacen una – Comenté. Que pueda llegar a los talones de su madre.

El próximo paso es que se terminen de desnudar – Indiqué. Pero ahora en el orden inverso de cómo lo hicieron antes. Con esto me aseguré que la primera fuera la tenista.

Las otras dos se hicieron para atrás, dejándola sola para que comenzara. Le llevó casi un minuto decidirse, pero evidentemente no pensaba echarse atrás. Más rápido aún que antes, se sacó toda la blanca ropa que llevaba puesta, quedando tal como Dios la trajo al mundo.

Me dediqué a observarla un buen rato, total después iban a ser todas iguales. Como les dije anteriormente, lo que más me gustó fueron sus piernas. Son perfectas, bien torneadas y duritas; terminando en unos pies pequeños. Las rodillas todavía están redondeadas, como las de una niña, pero tiene un bosque bastante peludo, y oscuro.

La cintura es normal, ni muy gruesa ni muy fina, con un ombligo bastante pronunciado. Sus pechos son mejores que lo que esperaba; chicos, es verdad, pero con una forma exquisita, y unos pezones muy grandes, con aureolas pequeñas. De ahí para arriba, nada para destacar, salvo quizá, sus labios. Son carnosos y llaman a besar, o a que te la chupen.

Cuando se dio vuelta pude apreciar su cola, sin mayores sorpresas. Tiene una linda forma, aunque es muy achatada. De todas maneras, esto ayuda siempre a llegar más adentro cuando se las culea.

Ahora, volvé a ponerte el equipo – Le ordené, cuando me cansé de mirarla. Pero sin la ropa interior. Me van a doler los pies – Dijo. Si me pongo las zapatillas sin medias. Mi reacción fue instantánea; le pegué un grito para que viniera al lado mío, y se asustó bastante. Tanto como para moverse sin chistar.

Cuando la tuve al alcance de mi mano, la volví a sorprender. Estiré el brazo de golpe y tomé uno de sus pezones en mis dedos. Enseguida pegué el tirón, y la dejé justo a mi lado. Se le salían las lágrimas, aunque creo que era más por la bronca que de dolor.

¿Tenés algo que objetar a lo que te ordené? – Le pregunté muy enojado. No – Respondió por lo bajo. No ¿qué? – Le volví a gritar. No señor – fue su respuesta, ya entre medio del llanto.

Volvé a tu lugar y andate vistiendo – Le ordené. Se adelantó la segunda, con su bombachón negro de hockey, el corpiño y sin medias. Esta vez puso más ganas, y se notaba que la experiencia de su hermana le había servido. Físicamente era idéntica a la hermana, con la única diferencia que tenía la concha más peluda, y los pezones menos desarrollados.

La mandé a vestirse, también sin ropa interior; y comenzó la bascketbolista. Otra vez fue ella la que más me calentó, ya que se tomó su tiempo para quitarse la poca ropa que le quedaba, y mostrarse por todos lados. No vi nada muy nuevo, ya que también es igual a las demás, pero su forma de moverse me calentó mucho.

Mientras ellas hacían su show, Selena y yo nos dábamos con un hacha. A pesar de que ella estaba absorta viendo a sus hijas, no dejamos ni un momento de toquetearnos por todos lados. Cuando estuvieron todas vestidas (o en realidad a medias), les ordené que se quedaran allí paradas, mientras cogíamos con su madre.

Y me olvidé de ellas por un rato. Comenzamos una sesión de sexo con Selena, que fue magnífica. Estábamos los dos recalientes, y ella me sacó el primer polvo con la boca. Me la chupó unos pocos minutos, y yo ya la estaba bañando en leche. Le llené la cara, el cabello y los pechitos; lo último se lo tomó con su boquita.

Acabé y las puse a las chicas a limpiarle todos los restos de mi leche. Me miraron con cara rara, pero ninguna dijo nada. Desde un lado de la cama vi como recorrían con sus lenguas el cuerpo de Selena, para limpiarle todo el semen.

La bascketbolista se había agachado a chuparle las tetas, y por el agujero de las mangas de su musculosa, podía apreciar sus propios pechos colgando. Las otras dos se dedicaban a la cara y al pelo. Me acerqué detrás de la del hockey, y levanté su faldita, exponiendo su culo ante mis vista.

Me acomodé detrás de ella, y apoyé la punta de mi verga en la entrada de su concha. De una se la mandé guardar hasta los huevos. Pegó un grito, pero enseguida se acomodó; estaba tan mojada que no costó mucho la penetración.

Cuando la tuve bien ensartada, saque su remera de adentro de la falda, y me agarré de sus pechos. Ella terminó de recostarse sobre la cama, y comencé a cogerla con ganas. Estuve un rato pone que te saca, durante el cual ella tuvo dos orgasmos. No fueron muy gritados, pero se ve que lo disfrutó bastante.

Al rato, mientras apretaba con fuerza sus tetas, estirando al máximo los pezones, acabé, llenándole la conchita con mi leche. La dejé muerta sobre la cama, con los pechos muy doloridos. Me di la vuelta, y me acerqué a doña rebeldía.

Aunque empezó a portarse un poco mejor; ni bien me acerqué por detrás, se inclinó para dejarme su concha acomodada para la penetración. Lo que ella no sabía es que yo iba por otro lado. Comencé por franelearle la conchita, pero mi objetivo era su culo.

Mientras la penetraba suavemente por la concha, comencé a meter saliva en su culo con mis dedos. De a poco se lo fui abriendo, aunque costaba bastante. Llegué a convencerme que nunca había tenido una pija por allí.

Todo fue bien, hasta que traté de meterle un segundo dedo en el orto. Ahí comenzó a quejarse, gimiendo y diciendo que le dolía. Como entre todas ya habían dejado bien limpia a Selena, les dije a las otras dos hermanas que vinieran a ayudar. Las puse a chuparle el culo, una; y la otra a lamer su clítoris, mientras yo seguía con mi pija en la concha.

Así se fue relajando bastante, hasta que tuvo su primer orgasmo, gracias a la lengua de la hermana. Entre tanto la otra, ya le había llenado el orto de saliva, y yo pude meter dos dedos sin problema. Entonces los saqué, y los reemplacé por la cabeza de mi verga.

Costó mucho que entrara, pero una vez que la cabeza estuvo dentro, lo demás fue más fácil. Mientras le seguían chupando el clítoris, y comencé a bombear en su culo. Llegamos al orgasmo juntos, bañando ella la cara de la hermana con sus jugos, y yo echando lo que me quedaba de leche en sus entrañas.

A la del bascket me la reservaba para después; y volví a Selena. Esta había tenido dos orgasmos mientras las cogía a sus hijas. Se había estado masturbando como una loca, mirando lo que hacíamos.

Me dediqué durante un rato (mientras dejaba que mi pija se recuperara de tanto polvo) a chuparle la concha, ya que ella seguía bastante caliente. En poco tiempo alcanzó otro orgasmo, que me bañó de jugos la cara. ¡Me manchaste todo! – Le dije. Ahora yo tendría que hacer lo mismo con vos. A lo que me respondió que podía hacer con ella lo que quisiera.

Me acomodé sobre ella, en posición de 69, y se metió mi fláccida pija en la boca, comenzándola a chupar. Mientras yo volvía a lamerla, abriéndole bien las piernas, de forma tal que llegaba sin problemas, con mi lengua, hasta el agujero del culo; comencé a orinar dentro de su boca.

Al principio no reaccionó con lo que pasaba; y para cuando quiso quitarse, yo le advertí que se tragara todo. Dijiste que hiciera lo que quiera – Le recordé. Pues ahora lo que quiero es orinar, y no tengo el baño a mano. No dijo nada, hasta que terminé de descargar las últimas gotas de pis. Se lo tragó todo.

Para cuando hube terminado, ya le tenía el culo bien ensalivado; e inclusive le había metido un par de dedos dentro; mientras seguía chupándole el clítoris, que ya estaba inmenso de crecido. Cuando le metí el tercer dedo en el orto, estalló en un nuevo orgasmo; que fue de los más intensos que tuvo.

Sin sacarle los dedos, me levanté de encima de ella, y me arrodillé contra la cama nuevamente. Ya estaba empezando a calentarme de nuevo, pero necesitaba más estímulos. Así que le indiqué a la bascketbolista que se tirara al piso, y me chupara la pija.

Así lo hizo, y no sólo eso, si no que me la refregó con sus tetitas, me la acarició con su pelo, y volvía a metérsela en la boca. Durante un rato se dedicó a mis testículos, los cuáles lamió con ganas, y mucho placer para mí. En todo momento, yo seguía chupándola a Selena, y haciéndole el orto con mis dedos.

Sólo se quejó cuando le metí el cuarto dedo, dejando afuera nada más que el pulgar. Pero no paré en ningún momento, y seguí cogiéndola de esa manera, cuando se iba acercando a un nuevo orgasmo.

Al sentir que tenía ya la pija bien enhiesta, para un nuevo round, y no queriendo acabar en la boca de la trilliza; me incorporé y reemplacé los dedos por mi pija, en el culo de Selena. Le apoyé la punta de mi verga en la entrada a sus esfínteres, y sin decir agua va, la empalé de un golpe.

Pegó un grito fuerte de dolor, pero se la bancó bien. Estaba tan dilatada y llena de saliva, que mi pija no paró hasta que las bolas chocaron contra sus nalgas. Comencé de a poco a culearla, incrementando paso a paso el ritmo de mis movimientos. Ella ya había empezado a acompañarme, restregándose contra mi pubis.

A fin de hacerle más placentera la cosa, les dije a las chicas que ayudaran a su mamá. Puse a dos de ellas a chuparle una teta cada una a Selena; y a la tenista a que le chupara la concha y mis huevos, mientras yo la seguía enculando.

Así pasaron varios minutos, en los que Selena volvió a tener un par de orgasmos, provocados por sus hijas; y hasta que yo llegué al mío. Le acabé dentro del culo, aunque ya no era mucho el semen que podía largar. Cuando saqué la pija, la tenista rebelde tuvo que limpiármela, y luego lamer el culo de su madre, para dejarlo en condiciones.

Así tragó de todo, flujo de Selena, semen mío, y hasta un poco de mierda que salía de su madre. Terminamos todos rendidos, aunque se veía que las chicas querían más. Ninguna de las tres estaba saciada, y esperaban más cuota de sexo para ellas.

De cualquier manera, a mí no me podían pedir más. Me acosté con Selena en la cama matrimonial, y las mandé a ellas a su habitación. Mañana me tengo que levantar temprano para ir a trabajar – Dije. Así que ahora nos vamos a dormir.

Ellas se fueron para su pieza, pero por lo que pude escuchar, tardaron mucho en dormirse; y sólo lo hicieron una vez que se hubieron satisfecho entre ellas. Se escuchó más de un grito ahogado, en el medio de un orgasmo.

Yo me dormí toda la noche con un pezón de Selena en mi boca, y varios dedos dentro de su vagina. Le pegué de un tirón hasta que llamaron de conserjería a despertarme; y mucho no había dormido, para entonces.

La noche siguiente la pasaríamos también todos juntos, pero eso ya va a ser parte de la próxima entrega de esta historia, la tercer parte.

¡Hasta entonces!.

Un abrazo,

Billy

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