miprimita.com

Las Blusas de tirantes pequeñitos

en Amor filial

Hay algunas verdades rojas,

que preferimos no ventilar,

que las guardamos celosamente

en el baúl interior,

para respirar su aroma

cuando nadie está cerca…

 

 

Seré sincero, aquella tarde me sentía caliente.

¿Para que darle vueltas?, a todos nos han hechizado esos días, me sentía caliente y con deseo, mar abrazando la bahía, géiser furtivo esperando explotar en los muslos de alguna turista de minifalda, morboso, "como burro en primavera" -dicen por aquí-, como el niño urbano que acaba de llegar a la playa en el cenit del día soleado y apresura salir del auto...

Sin embargo mi realidad era un grisáceo y lineal día entre semana, lleno de dibujos, problemas matemáticos, y gastos que justificar. Seguramente hubiera apaciguado mi calor en la hielera del refrigerador que tengo en el estudio, mientras esperaba a B. Cuando hubiera llegado, la habría tomado por sorpresa de la cintura, quizás hubiera dejado abierta la puerta, ciertamente habría metido mis manos dentro de su falda, le habría roto esa blusa de algodón que se pone cuando se siente mujer sexy, hembra de pétalos de lujuria, esa blusa de tela muy delgada y muy fina hubiera caído al piso de madera como las hojas en el otoño, habría besado impetuosamente sus senos, me habría envuelto en ella con mi cuerpo, definitivamente hubiera lamido cada parte, cada rincón, cada valle, de su piel blanca...

...quizás...no le habría permitido un "no" y le hubiera cogido en la mesa que está en la entrada... con la ventana abierta, nubes corriendo, exhibiéndonos, libre e intempestivamente…

... pero los vecinos mirones tuvieron mala suerte ese día

B. llamó y me dijo que no podría venir porque su hermana había conseguido un empleo temporal –muy temporal- como modelo en un salón de peinados, suficiente argumento para que ambas mujeres visitaran el centro comercial más grande de Ciudad de México y se apoderaran de "quién-sabe-cuantas" blusas, faldas, jeans, vestidos, y zapatos. Cuando yo le pregunté "porqué todo aquello sí solo iba a modelar el cabello", conseguí un silencio hueco y un verso, y después una mueca de desaprobación que alcancé a mirar por el auricular del teléfono.

Yo aproveché ese silencio e imaginé a su hermana modelando ropa interior.Luego la imaginé modelando sin ropa.

Y finalmente la imaginé en el inicio de una película sensual, recostada en la cama, desnuda, y por supuesto conmigo como actor masculino. -Caray! de alguna manera debía desquitarme- Además, como ya he dicho: estaba caliente.

Le llamé a E. mi primo -el alto- a su casa, en su compañía tendría dos buenas opciones, la primera: que es un experto en eso de presentar amigas divertidas y de maquillajes cargados, medio locas y con facilidades amorosas, seguramente podríamos salir los cuatro a cualquier parte oscura de la ciudad para encontrar nuevos olores y recetas sensuales en el asiento de atrás de su volkswagen. Y si no, en todo caso, la segunda razón mucho más decente: podríamos jugar basketball, esa tarde calurosa, competir –dos machos luchando por instantes de poder-, transgredir, escupir el stress urbano y licuar mi calentura personal, qué después de todo mi cuerpo buscaba fuego.

E. no respondió, me contestó L, mi prima –su hermana- y me dijo que E había salido, yo cerré los ojos cuando escuché su voz, y la recordé... la primera imagen de ella fue en un cumpleaños hace mucho tiempo, en el que me llenó de besos infantiles y abrazos -muchos abrazos-en ese tiempo, aún siendo niño alcancé a percibir su olor, -sí- Su olor... no me refiero al olor sexual ni al olor excitante de su humedad, de su sexo, sino el olor femenino, ese que segregan solo algunas mujeres que dios les concedió el don de provocar por los sentidos, ese olor que no cambia, que puede volver loco a un hombre. L mujer de piel blanca, de ojos cafés claros, grandes, que por sí solos parecen los ojos de todas las mujeres del mundo, pero que unidos a sus cejas y a su miranda atenta –como si siempre estuviera concentrada- la hacen increíblemente sensual. L con sus pechos redondos, de curvas femeninas, y de unos pezones transparentes, casi sin pigmento que se pierden en su piel blanca como el matiz de una acuarela se pierde en el agua. Esa misma L me dijo que su amiga Briggite y su novio la habían invitado a un bar en Coyoacán –lugar atractivamente típico de mi ciudad- y que tal vez yo querría acompañarla...

Mientras sus palabras se derretían por el auricular y se metían por mis orejas, yo estaba todavía en la acuarela de sus pezones. Dije "si, por supuesto".... (¿¿¿quién se negaría???) ( ¿quién no escucharía el canto de una sirena? ).

El tráfico no me permitió llegar a donde L, y tuve que alcanzarlos ( a ella, a Briggite y a su novio) en Coyoacán, llegamos a un sitio de esos neo-hippies, el lugar se presta para la charla, las risas, las bromas, por supuesto las bebidas alcohólicamente extrañas, y para intercambiar roces con las faldas cortas de las vecinas de mesa, que en ésta época de calor abundan, -las faldas no las mujeres- L lucía radiante, una cola de caballo, un maquillaje simple y fresco, y una blusa inquietante: una blusa blanca de lino de esas que se anudan en el cuello con unos cordones muy delgados , y que invitan a soltárselos para ver lo mejor de su feminidad....

Entre risas, calor ambiental y calor interno, y por supuesto la valentía de unos cuantos grados de alcohol, dejé de escuchar a mi grupo de charla y comencé a perder mi vista y mi conciencia en la piel de L, primero tocándole el muslo accidentalmente, luego dejando patinar mis dedos por sus brazos, es un estado mental muy atractivo que muchos hombres compartirán conmigo: cuando los sonidos ambientales poco a poco se desvanecen, y solo queda el tintineo cristalino de la mujer que uno desea, su voz, su aire.... su piel fresca, sana, cuidada, resplandecía ante los rayos del sol, mis roces de primo se hicieron mas cariñosos, y conforme pasaba el tiempo logré acercarme lo precisamente justo para ser atrevido y no hacerla sentir incómoda.

(en el "arte" del acercamiento hay una línea muy delgada entre el consentimiento y la satisfacción, si uno avanza más allá, descuidadamente...todo se viene abajo).

Ella me compartía sonrisas, recargaba su cabeza en mi hombro, me regalaba alientos y vientos de su olor, me tenía embobado... y fue en ese momento cuando me encontré caliente, muy caliente... más aún conociendo el atrevimiento y el peligro del pecado filial.... me encontraba en el borde de la duda, debía continuar pecando, debía frenar… ese momento justo cuando el pequeño viento rojo en el oído me susurró que debía seguir adelante... Tomé la decisión roja, diabólica, pecaminosa y me propuse estar con mi prima. "Estar" suena muy ambiguo, pero define bien la ocasión, porque yo mismo no sabía a donde llegaría. Noté que Joel –el novio de Briggite- no paraba de mirar los senos de su novia, un escote rojo en "ve" los alzaban y los marcaban, y entonces me enteré que tenían apenas un mes de novios, interesante tiempo, en el que seguramente ya habrían follado y ambos estarían locos por apartarse aunque fuese un minúsculo momento para hacer de sus cuerpos trenzas eróticas; decidí llevar la conversación hacia temas calientes, les propuse jugar "verdad o mentira", con castigos como besos, mordidas y nalgadas al que perdiera a L le tocó darme beso, Briggite dijo que fuese en los labios, pero apelando a la cordura le dije maquiavélicamente "somos primos, mejor dámelo en el cuello..." Ella ya encendida por tanto toqueteo recibió mi mensaje y me obsequió un beso que recorrió despacio...sumamente despacio la piel de mi nuca desde atrás hasta adelante hasta que reposó suavemente justo debajo de mi barbilla, luego el beso leve y tierno se convirtió en dos labios hambrientos que succionaron y mordieron mi piel y me dejaron inundado del olor de L. Cuando abrí los ojos –ochocientos años después- Briggite y su novio nos miraban maléficamente.... con deseo.

Funcionaba, poco a poco, con preguntas sagaces, atrevidas y con castigos cada vez más calientes mi grupo de amigos se estaba quemando de deseo, Joel castigó a Brigitte poniéndosela sobre sus piernas, levantándole la falda y dándole una sonora nalgada en su trasero, yo sufrí el castigo de tener que decidir que seno de mi prima era mas grande...-pesándolos por supuesto-, L me dio un par de nalgadas bastante insinuantes mientras bailó... un sinfín de castigos morbosos y sexuales que nos pusieron a todos a cien. Ya entrada la noche y después de muchas risas, y un tanto de alcohol nos fuimos al auto, Brigitte aprovechando la noche, en cada paso que podía toqueteaba el pene de su novio, y L y yo que veníamos atrás teníamos asientos de primera fila en el espectáculo. De pronto miré a mi prima y noté la punta de sus pezones erectos.

¿¿¿Mi erección??? Obvia y rápida. Y ella la notó... –vaya! que la notó -...

Ya en el estacionamiento Joel tenía descaradamente la mano adentro de la falda de su novia, y yo, juicioso, para evitar que mi prima L viera tan atrevida acción, busqué su cara y le planté un húmedo y caliente beso, ella respondió con su lengua, llegaríamos al infinito –pensé- y de pronto: "las mujeres nos vamos atrás para poder cuidarlos" dijo Brigitte, yo sentí que mi plan y mis logros estaban a punto de irse al suelo, entonces, como luz marina, L dijo:

"un momento los novios se van adelante, mi primo y yo les cuidaremos las espaldas"... y sonrió.

Fieles y obedientes nos subimos al volkswagen y avanzamos un par de semáforos, al tercero o cuarto la silueta que se dibujaba de Brigitte comenzó a descender poco a poco, pensé que la chica estaría quedándose dormida, y no presté mucha atención, mis manos estaban ocupadas metiéndose en las bragas de mi prima que miraba divertida a sus amigos, de pronto algo curioso me hizo ver al frente y entendí lo que pasaba: el hombro derecho de Brigitte comenzó a moverse rítmicamente, con ritmo, con sonidos, con lujuria...

y la boca de Joel empezó a jadear... esa fue la última imagen que recuerdo de ellos dos, justo el momento en que ella se inclinaba para hacerle una mamada a su novio chofer. La sangre hervía, L mas que nunca soltaba sus insinuantes perfumes, sus ojos bien abiertos mirándome fijamente y luego cerrados en un beso eterno, lujurioso, caliente, su cuerpo palpitante, mitad nervios, mitad la adrenalina de lo prohibido, mi mente púrpura, su cabello en mi boca, sus palabras amarillas, movimientos circulares....

Su mano en círculos sobre mi pantalón, mis manos cálidas sobre su pecho, mis dedos más largos en su transparente pezón erguido.

Mi boca en su lengua

Su lengua en mi cuello, libre... larga... atrevida...

El susurro rojo volvió por el otro costado de mi oreja: "que te la saque" -me dijo-

". tómala"..... -le dije a ella susurrando-

Su mano suave y femenina, se deslizó y se aferró a mi pene, lo tomó como el último mástil flotante en los restos de un naufragio, firme, con los cinco dedos, con fuerza, decidida!. Era la decisión del placer, su boca lo pedía, mi pene exigía su boca, no hubo más instrucciones, ni palabras solo hizo lo que estaba escrito, era un imán de dos polos: el lado que la hacía comerme el pene, llevárselo a la boca como alimento y el polo de su boca que exigía devorar y hacer suyo mi miembro.

Yo no podía quedarme atrás, mi mano derecha ya estaba en sus senos desnudos, si poca o mucha gente miró nuestras acciones desde la banqueta poco me importó, me tenía mareado, fascinado, mi mano se metió como una serpiente nocturna por todos los huecos que el asiento trasero de un automóvil permitía..

Ella aumentó la velocidad,

deje de ver el mundo pasar por las ventanas del auto, yo me fui a sus muslos desnudos y lúbricos y jugué con si clítoris, jugué con su sexo, higo dulce, flor abierta…y la toqué de mil formas distintas, e hice que sufriera, gozara y sintiera en gestos infinitos la lujuria de mis dedos...

Me miró a los ojos

Yo le miré la boca...

Todo se quedó fijo, estático

Solo se escuchaba el "schuick" de sus labios golpeando mi verga.

El ritmo infinito de su cabeza succionándo mi polla y a mi por completo.

Me vine, me corrí y ella casi logró escapar a la explosión, justo a tiempo, porque su boca tenía restos de mi leche, me sonrió, me siguió masturbando, ¿qué más podría yo pedir? Había no solo recibido una de las mamadas más ricas de mi vida, sino que había cosechado el fruto de mis semillas de calor. Sentí el triunfo del deseo sobre la conciencia, y que mejor que sentirlo adornado con las guirnaldas de los líquidos frescos y nuevos de L, que inundaban mis piernas, mi pecho....

Tanto calor no podía acabarse en un evento, Brigitte y Joel estuvieron de acuerdo en visitar un motel y rentar dos habitaciones con jacuzzi. L solo asintió con la cabeza pues su mirada y su mente estaban conmigo en lo más profundo de mi pecho. Esa noche fue memorable, y lo que pasó en ese lugar me lo reservo, porque hay cosas que tienen una fina esencia, un aroma esencial, cosas que si se ventilan pierden el olor... el sabor. Solo agrego que en lo sereno y oculto de la madrugada, llevé a L nueva y fresca a su casa. Y que me despedí de ella con un beso corto en los labios... días después -en mi cumpleaños- L. me regaló la blusa aquella de cordoncitos finísimos.

 

M.

 

¿comentarios? errevez618@hotmail.com