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La joven ama (1)

en Dominación

La joven ama. (1).

Aprobar unas oposiciones al estado hace que ya no necesites pensar en el futuro. Eso pensé cuando tras 4 años estudiando, conseguí aprobarlas y sacar una plaza de funcionario, mis preocupaciones laborales habían terminado.

El día en el cuál me incorporé a mi puesto de trabajo estaba muy nervioso, empezaba a sentir la responsabilidad de mi cargo y a pensar que ese puesto no sería fácil, pero estaba muy animado para ello. El gerente del edificio oficial me enseñó mi despacho, ¡increíble!, un despacho para mí, todo me parecía magnífico, la mesa, el teléfono, el equipo informático, el sillón, y sobre todo las estanterías repletas de libros, estaba impresionado y pensé que me iba a costar acostumbrarme a eso. También me presentaron al resto de personal que allí trabajaba, gente cuya primera impresión me resultó muy agradable y me ayudó a coger confianza en esos primeros días.

La primera semana fue perfecta, el trabajo lo llevaba bien, con mis compañeros estaba bien y tenía toda la tarde libre. Había encontrado un apartamento cerca del lugar de trabajo, ya estaba amueblado y tenía muy buenos vecinos.

Todo iba perfecto, hasta que un día llegó el señor Aníbal Poboter, delegado provincial de la administración, un señor alto, de constitución fuerte, con barba y cabellos negros.

¿Qué tal? ¿Todo bien?

Sí, sí señor, hasta ahora el trabajo lo estoy llevando bien y me encuentro a gusto.

¿Te parece un empleo interesante?

La verdad, un puesto así es una joya, estoy muy contento.

Es una pena, porque hay un problema y quizás tengas que dejarlo.

¿Problema? ¿Qué problema?

Se trata de tu examen de oposición, al parecer hubo un error de corrección. En vez de 78 puntos tu puntuación es de 39, no son suficientes para aprobar y por tanto tu puesto de trabajo no es legal.

Eso no puede ser, no creo que eso sea verdad.

Tengo aquí la copia, si la quieres ver.

…

¿Y bien? Como verás, todas estás respuestas están mal, pero por algún motivo se te puntuaron como correctas.

Pero no puede ser, como es posible, esto tiene que arreglarse de alguna manera.

Verás, el problema no es sólo la pérdida del puesto de trabajo. Puedo hacer que te procesen por amañar el examen para tu aprobado, o algo peor.

¿Qué?

Ya ves, no es culpa tuya, pero ahora estás en una situación algo complicada que sólo yo puedo resolver.

No me creo nada, todo esto es mentira, no sé qué interés tiene para amedrentarme de esta manera, pero si sigue contando esas cosas tomaré medidas.

Mi interés eres tú, te quiero como esclavo sexual de mi hija, serás su regalo de cumpleaños. Si lo rechazas, puedes acabar sin trabajo como funcionario de por vida y puede que procesado.

Oiga, de verdad, lárguese de una vez, ya escuché suficiente, no me gustan las locuras y esto ya es demasiado.

Oye, chaval, mañana nos veremos junto con el presidente de la junta de la oposición, te enseñaremos las pruebas y si yo no lo impido te detendrán. Lo impediré si aceptas ser nuestro esclavo, piénsalo bien y mañana si aceptas, me harás un gesto para que yo intervenga. Después de eso ya hablaremos.

Venga, hombre, no es más que un chalado, fuera de aquí.

Hasta la vista, chaval.

Aún no me había recuperado del susto cuando llegué al piso. No podía creerme que el delegado provincial me hubiera soltado una amenaza tan burda, ser el esclavo de una chica que no tendría más de 20 años. Era una locura, estaba seguro de que si esto seguía adelante el que iba a perder sería él. Decidí no pensar más en el tema, no pasaría nada de eso.

Al día siguiente me desperté, muy temprano, no dormí bien aquella noche, puede que mi subconsciente aún estuviera dando vueltas a la historia del señor Aníbal.

Llegué al trabajo y me tranquilizó ver que todo era normal. La verdad, no sé que esperaba, si ver algún tipo de barullo o por lo menos algo de más ajetreo, con policías dando vueltas y revolviendo mi despacho. Estaba exagerando en mis pensamientos, me tranquilicé y empecé a trabajar.

A las 11 y media o así el gerente entró en mi despacho, me convocaba a una reunión en su despacho por un "tema espinoso" según me dijo. En ese momento se me vino el mundo encima, no podía ser verdad, no podía tener razón y encontrarme en esa situación. Mientras caminaba en dirección al despacho pensaba que puede que fuera otro tema, que habría otro problema conmigo y todo se arreglaría. Era una pareja de policías la que requería mi presencia allí. Sin más, me dijeron que estaba detenido y que debía acompañarles a la comisaría. Miré al gerente y me hizo un gesto de asentimiento, le pedí que me acompañara y accedió a hacerlo. Llegamos a la comisaría, al entrar ví al delegado provincial, Aníbal Potober, junto a un señor mayor, de unos 60 años o así (el presidente de la junta de la oposición), y un chico más joven, de unos 35 años. El presidente de la junta, Juan, me volvió a relatar el "problema" de la falsificación que existía, y del que al parecer yo era culpable. El chico joven había informado que yo le había pagado 600 euros para que mi examen fuera corregido "correctamente" y me había denunciado falsamente. Yo sin salir de mi asombro no sabía adonde mirar. Iban a llevarme a juicio y acusarme de falsificación o no se qué, y con aquél testimonio me hallarían culpable. Empecé a pensar en todo, dejar no sólo el trabajo, sino mi profesión, empezar otra vez desde 0, mi familia, mis amigos, pensarían que soy un mentiroso y un tramposo. En medio de aquel jaleo estaba Aníbal, sentado sin decir nada, los otros me estaban acosando y en un momento dado le hice un gesto, aceptaba ser el esclavo de su hija si podía salir de aquella. Él lo entendió así, se levantó y se dirigió a Juan, el presidente de la junta de la oposición. Estuvieron hablando un par de minutos los 2 apartados, mientras el gerente, el único que estaba de mi parte, me decía que mi situación era mala. Aníbal se dirigió a mí, todo estaba arreglado según me dijo, y los otros 2 se iban de la comisaría, no sin antes advertirme que el asunto estaba arreglado sólo por el momento.

El gerente también se fue, contento por haberse arreglado la situación, aunque de una manera un tanto sospechosa. Quedamos solos Aníbal y yo, ahora yo era su esclavo.

Bien, he cumplido con mi parte de arreglarte el problema, ahora ya sabes lo que te toca.

¿Pero como lo hizo para convencerles tan rápido?

Simplemente les ofrecí más dinero por su silencio, merluzo, me has costado 800 euros, pero me parece que valdrá la pena.

Una vez pasado el susto por la detención, ahora me venía el temor por mi situación de esclavo, situación que aún no comprendía en que podía consistir. Me dijo que me fuera a comer a mi piso, y que a las 7 de la tarde fuese a su casa. Me dio la dirección en un papel y me pidió puntualidad. Después, sin decir nada más se fue.

A las 7 en punto estaba tocando su timbre. Era una casa unifamiliar, situada en una urbanización elegante, a las afueras de la ciudad. Él abrió la puerta, me permitió entrar y me invitó a pasar al salón. Nos sentamos los 2 en el sillón grande, de piel marrón, cada uno en un extremo.

A partir de ahora serás el esclavo de mi hija, ella te usará como quiera, harás todo lo que te diga, tu cuerpo y tu mente serán de ella. Mantendrás tu puesto de trabajo con normalidad. Si por alguna razón ella se queja de ti o dejas de gustarle, volverás a la comisaría y perderás tu trabajo. No se te ocurra hacerle daño, si lo haces entonces tendrás problemas de verdad. ¿Has comprendido?.

Errrrr…..sí…..bueno….- Estaba muy nervioso, me había soltado todo aquello de golpe y aún lo estaba procesando.

Los primeros días serán para que consigáis algo de costumbre, tanto ella como tú. De momento hoy dormirás aquí con ella, mañana tendrás el día libre para traerte tus cosas aquí, porque tendrás que vivir aquí con ella ¿estamos?.

Sí, si no tengo más remedio…..- no sabía si podría hacerlo, aceptar ser el sumiso de una niñata y tener que aguantar hasta que encontrase una solución a aquél problema.

Bien, ahora que las cosas están claras, te presentaré a mi hija Arancha, dejarás de ser una persona libre para ser su esclavo.

Nos levantamos del sillón, él con una sonrisa que no ocultaba su satisfacción por haber encontrado un regalo tal para su hija. Nos dirigimos a su habitación, situada en el piso de arriba. Él llamó a la puerta, una voz fina y delicada le invitó a entrar. Yo tuve que esperar fuera, mientras ellos hablaban, con las piernas temblándome. Finalmente, me invitaron a entrar en su habitación.

Ella estaba sentada delante de su mesa, con los ojos bien abiertos y una amplia sonrisa, parecía que le gustaba el regalo. Era una chica de 18 años, bajita, delgada, pelo castaño y ojos marrones. Su cara era preciosa, su cuerpo muy fino y fibroso. Aníbal se despidió y nos dejó solos, para que nos fuéramos conociendo. Yo me quedé de pie en medio de la habitación, no me atrevía a decir nada.

Así que eres mi perrito.

Parece que sí, pero no creo que esto dure mucho- me atreví a decir.

Mi padre te tiene bien cogido, perrito, soy tu ama y tendrás que obedecerme en todo. Lo primero, tienes que llamarme ama cada vez que hables conmigo.

Sí,…….ama.- que raro se me hacía tratar así a esa niña.

Se levantó, mirándome de arriba a abajo, se sentó en la cama. "Ven", me acerqué donde estaba ella y me puse enfrente, de pie. Me quitó la camiseta, me pasó las manos por el pecho, acariciaba mi piel, mis vellos, los pezones, bajó hasta el ombligo y se detuvo en el pantalón. Desabrochó el botón, me miró a la cara para ver cual era mi reacción. Yo no hacía nada, no me atrevía, aún temblaba un poco por lo lejos que estaba llegando aquella situación, no sabía hasta donde se iba atrever, pero parece que ella lo tenía muy claro. Bajó la cremallera, metió sus manos por debajo de mi pantalón y me lo bajó hasta los tobillos. Yo miraba hacia arriba, sin poder hacer nada, a merced de aquella chiquilla. Mi polla estaba endureciéndose por las caricias de ella, ahora sus manos pasaban por mis piernas, subían y bajaban, acariciaban mi culo y mi paquete por encima del calzoncillo. Ella con los ojos bien abiertos y cara de viciosa, su respiración estaba acelerada, sin duda tenerme así le encantaba, estaba disfrutando, era su regalo perfecto. Yo estaba nervioso por no saber el siguiente paso, mi cuerpo temblaba sutilmente, cosa que ella notó. "tranquilo, shhhhhh…, no voy a hacerte daño, verás que bien" me besó el ombligo, metió sus manos por debajo de mi calzoncillo y me los bajó hasta las rodillas, mi polla se liberó y quedó enfrente de su cara. Subió sus manos por mis muslos hasta llegar a mi polla, la cogió con ambas manos……levanté la cabeza hacia el techo "Diossss" ella al verme así sonrío, me empezó a pajear suavemente. "me gusta mucho tu polla, no es muy larga pero es muy ancha, aunque mañana quiero verla totalmente rasurada, no quiero ver ni un solo pelo en ella ni en los testículos, ¿Está claro?". No dije nada, sólo pensaba en lo que me estaba haciendo. "Dime, ¿Está claro? " "Sí,…ama…mañana lo haré". Siguió pajeándome con una mano, con la otra ahora acariciaba mis nalgas "Abre las piernas" tenía un tono de voz autoritario, que instaba a ser obedecida. "Tienes un culo perfecto, la verdad es que me encantas, voy a pasarlo muy bien contigo". Aún tenía sus manos en mi polla, tocándome cada vez con más fuerza, acercó su boca y se la metió, me la lamía, ensalivaba, y cada vez la metía más en su interior. Me la estaba devorando, ahora sus manos estaban en mi culo, mi polla entraba y salía de su boca muy rápido, ya la tenía totalmente dura y el orgasmo se acercaba. Así estuvo unos minutos, estaba próximo a correrme y ella lo notó "no te correrás hasta que yo te lo diga, nunca, quiero mantenerte en tensión hasta que me harte, no quiero que me dejes a medias, ¿Has entendido, perrito?" "Sí, ama, mmmmmm….." después de decir esto me cogió la polla con las 2 manos y se puso a pajearme brutalmente "Esto es para que vayas entrenando, tienes que aguantar hasta que yo te deje soltar la leche, si lo haces antes serás castigado duramente". Me estuvo torturando un buen rato, además mi polla empezó a lubricar y eso facilitó que pudiese darme con más fuerza. Mis testículos estaban listos para vaciarse, mi polla estaba más dura, preparada para soltar mi leche, no podía aguantar más, sería castigado sin remedio. Cuando estaba a punto, me soltó la polla y me golpeó los testículos con el puño. Me doblé, gritando de dolor, "quítate toda la ropa y baja desnudo al comedor, es hora de cenar", tardé unos segundos en recuperarme, me quité el pantalón, el calzoncillo y los calcetines, " vamos perrito" me cogió del brazo y bajamos a cenar".

 

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