miprimita.com

Nadie me ayudó

en No Consentido

NADIE ME AYUDÓ

Es difícil que a lo largo de mi vida vuelva a vivir una experiencia más traumática. Esto dicho por una chica de 22 años puede resultar exagerado o poco creíble, pero lo contaré todo aún sabiendo que soy incapaz de transmitir exactamente todo el horror que viví aquella noche.

Salí con mi novio a tomar algo de noche. Algo normal, lo que hace toda la gente joven el fin de semana. Queríamos seguir hablando sobre algunos problemas que teníamos en nuestra relación, muy deteriorada a mi juicio y con pocas posibilidades de que siguiese adelante. Él, sin embargo, trataba de convencerme de que todo el mundo atraviesa problemas y que aquella situación era algo que debíamos asumir con naturalidad, esperando prontamente momentos mejores. Me parecía tan ingenuo, que lejos de convencerme, sus argumentos me ayudaban a tomar la decisión de dejar de estar con él, ya no había futuro juntos. No solo hablábamos de problemas, también tratábamos de pasarlo bien, de contar anécdotas, de hablar con la gente conocida que nos encontrábamos, en el fondo ninguno de los 2 quería vivir nada traumático aquella noche.

Después de tomar algunas copas por los bares nos dirigimos a una discoteca enorme, para terminar la noche. A esas horas yo había contado que ya estaría en casa, pero lo habíamos pasado mejor de lo esperado y podíamos continuar aquella velada juntos, sin malos rollos.

Continuamos tomando copas, los 2 solos, y a medida que el tiempo pasaba la conversación se iba deteriorando. Él estaba casi al borde del llanto, el alcohol le afectó y le aumentó tanto la sensibilidad que se volvió insoportable. Le dejé claro cual era mi decisión, y para que no me agobiase más me iba a menudo a la pista a bailar y distraerme un rato. Estuvimos así un rato, bailaba, volvía con él, discutíamos, volvía a bailar, etc… Cada vez que iba a la pista me sentía menos sola, entablé conversación con un par de chicas que bailaban solas y que al principio no dejaban de mirarme. Llegó el momento en que él se fue, cansado, abatido y medio borracho supongo que a su casa. Yo me quedé allí, también algo abatida puesto que tampoco me alegraba en exceso de terminar con él, simplemente era una decisión para no empeorar el futuro pero reconocía que el pasado con él había resultado hermoso.

Acabé haciéndome amiga de aquellas 2 chicas, Lucía y Marta. Las 2 eran más altas que yo, y también más anchas. Pertenecían a un equipo de natación, así que aprovechaban las pocas noches que podían salir para pasarlo bien por la movida, eso sí, sin beber nada de alcohol. Con ellas me desinhibí en mis bailes, nos agarrábamos juntas, reíamos, saltábamos, lo pasaba muy bien.

Con el paso de las copas, me sentía algo borracha, estaba mareada y más alegre de lo normal. En un momento, entre canción y canción, me quedé de frente con la cabeza apoyada en el hombro de Lucía. Ella tiernamente me acariciaba el pelo y me abrazaba. Sus abrazos me recorrían la espalda, llegaba hasta mi falda y volvían a subir recorriendo mis hombros desnudos y mi cuello. Marta se abrazó a nosotras, quedando yo en medio de aquél gran abrazo. Lucía seguía acariciándome, esta vez los hombros por delante, bajaba por mis tetas y llegaba a mi ombligo. Marta por detrás me besaba el cuello y metía sus dedos por debajo de mi falda.

Aquello ya dejaba de ser algo "cariñoso entre amigas" y empecé a zafarme de sus brazos y bocas. Al principio entre risas y simpatías, pero como no me dejaban sino que, al contrario, me asían con más fuerza empecé a tornarme seria y a querer salir de allí. Ellas no me dejaban. Incluso Lucía, que estaba en frente de mí acercó sus labios a los míos y me besó. Me resistí, lo intenté, pero ella me agarraba con sus manos mi cara para reducir mi resistencia y su lengua repasaba toda mi boca por el interior. No podía despegarme de ella. Me sentía débil por mi agotamiento físico y no podía luchar con aquellas 2 mujeres. Marta por detrás me agarraba los brazos para facilitar el trabajo a Lucía, además de sobarme el culo con su mano libre.

La música en el local impedía que mis gritos llegasen a alguien que me pudiese ayudar. Estábamos en un rincón algo oscuro, ya no en la pista, y veía a la gente pasar a escasos metros, sin advertir que me estaban forzando. Trataba de girarme hacia la gente, de gritarles y hacerles señas a los que creía que me veían, pero nada, nadie se fijó en mí. Lucía ahora me comía el cuello, sus manos también bajo mi falda, haciendo algo aterrador. Con la ayuda de Marta trataban de romperme las bragas. Lo consiguieron tras 2 fuertes tirones. Ahora sus manos llegaban a toda mi piel, me recorrían el cuerpo libremente. Me movía para no dejarme hacer, pero sus 2 cuerpos me aprisionaban y no me dejaban soltarme. Mi boca libre tampoco era capaz de emitir ningún sonido lo suficientemente alto como para que me oyese alguien. Yo seguía mirando a la gente en la pista, comprendí que ellos estaban bajo los focos y yo en la penumbra de un rincón apartado, era difícil que alguien pudiese verme. Pensando en eso me relajé un poco, y Lucía aprovechó para soltar una mano y bajar su pantalón y sus bragas. Después me agarró fuertemente y permitió que Marta también se desnudara de cintura para abajo. Estaba ya vencida, sin fuerzas y a punto de desmayarme de cansancio, cuando ví lo que aquellas 2 chicas tenían bajo sus pantalones. Cada una de ellas tenía una polla de plástico enorme, fijadas a través de unos arneses o correas que rodeaban sus cinturas. Volvieron a agarrarme fuertemente y sujetarme entre las 2 cuando al ver aquello, reaccioné y traté de zafarme. Ahora más que antes trataba de gritar y escapar, ellas me tapaban la boca y con sus cuerpos me aprisionaban para que no me moviese. Nos movíamos las 3, yo tratando de escapar y ellas reteniéndome, puede que hasta diese la apariencia de que estábamos bailando.

Lucía sujeto su polla y la apuntó a mi coño. Cada vez más cansada, me aterroricé cuando ví que no podía impedir que aquella chica me follase. Miraba a la gente, gritaba, estiraba un brazo para que me viesen, parecían tan cerca…. Pero nadie me ayudaba, nadie me veía a punto de ser violada, que sordos y ciegos parecían todos. Sentí el contactó duro y frío de aquella verga en mi entrada. De un empujón entró la punta, como si fuera una puñalada. Otro empujón y más hacia dentro. Al tercer empujón ya la tenía dentro, con un dolor inmenso, no solo físico sino mental, sentía mi mente quebrarse, mi cuerpo se rendía, como si al aflojarme quisiera facilitarle el trabajo a ella y terminar rápido. La sacó, no del todo, y otro empujón. Su cara reflejaba que se sentía poderosa al follarse a aquella chiquilla que ingenuamente se había acercado a ellas de manera tan simpática. Ahora salía y empujaba con ritmo, sus puñaladas cada vez eran más profundas, el dolor crecía en mis caderas y se propagaba a mis piernas y espalda. Por detrás, Marta me había sujetado para facilitarle la entrada a Lucía. Ahora su polla estaba en contacto con mis nalgas, acariciando mi agujero libre, que también sería penetrado en breve tiempo. Con la follada que me hacía Lucía, mi boca dejo de emitir gritos para dar paso a los gemidos y a los lloros. Estaba llorando de impotencia, mi cara llena de lágrimas, implorando piedad, viendo a la gente bailar y reír en la pista sin que nadie hiciese nada.

Sentí una puñalada más grande que antes, era la polla de Marta entrando en mi culo. Ni siquiera grité, solo me estremecí de dolor y traté de con mis manos proteger mi culo. Pero era imposible, en el segundo empujón me metió más de la mitad y en el tercero sentí su pubis chocando con mis nalgas. Mi cuerpo se volvió inmóvil, mi mente en blanco, solo sentía en mi mente las puñaladas que aquellas 2 mujeres daban en mis agujeros con sus pollas enormes. Había encontrado un ritmo adecuado y acompasado, de manera que las penetraciones se producían a la vez. Era una follada en toda regla. Mi cuerpo empezó a reaccionar emitiendo fluidos y empapándome las piernas. No había resistencia por mi parte, era un juguete en medio de aquellos cuerpos que me destrozaban en el interior. Una vez vencida mi resistencia, empezaron a acariciarme el cuerpo, comerme la boca, el cuello, las tetas, todo ante el ritmo implacable de sus caderas. Jadeaban de placer, estaban disfrutando de aquel bocado que les había caído del cielo, yo con la vista nublada ya no veía más que luces difuminadas y no oía más que una música que me parecía muy lejana. Sus ritmos aumentaron y sentí como un desgarro en mi interior, y otro más, algo me habían roto, pensé yo. Seguían y seguían, como locas, frenéticamente, sus orgasmos estaban próximos y querían terminar juntas. Sentí sus 2 cuerpos temblar a la vez, y penetrarme con más fuerza. Estaban teniendo unos orgasmos brutales.

En ese momento me desmayé. Cuando abrí los ojos estaba en la camilla de urgencias, con dolor en todo el cuerpo. Sentía mi vientre abrasado, como si me hubiesen quemado por dentro. Cuando ví a los médicos y a la policía estos me dijeron que me habían encontrado en el suelo de la discoteca, con sangre en todo el cuerpo pero sin rastros de semen. Les dije como pude que habían sido 2 mujeres las que me hicieron eso, pero no hicieron caso a ese argumento y lo dejaron ahí.