-Carlos, ¿me dejas mandarle un mensaje a Daniel desde tu móvil? Me quedé el otro día sin saldo y mis padres no quieren ni recargármelo ellos ni adelantarme la paga...
-¿Para qué? Joder Jaime, siempre estás igual.
-Joder tío, porque quedé en que le llamaba por la tarde, que a mediodía tenía cita con el urólogo para que le miraran lo de la fimosis, a ver si le tienen que operar o qué. Y como eres un tacaño y sé que no me vas a dejar llamarle, por lo menos le aviso.
-Anda, toma, llámale... Pero pon el manos libres y así le oímos los dos.
Daniel había salido hacía ya un buen rato de la consulta del urólogo, por suerte su madre le había llevado a la clínica privada en lugar de al ambulatorio y habían tardado menos de media hora. Había sido un poco vergonzoso desnudarse delante de otro desconocido, pero al menos el médico le había dado cita para la operación pronto y se evitaría estar varios meses comiéndose la cabeza pensando en el tema. Ya puestos, cuanto antes mejor.
-Buenas.
-Hola Carlos, ¿qué tal?
-Nada, aquí con Jaime, que me ha dicho que ya habrías salido del médico.
-Hola tío. Intervino brevemente Jaime.
-Hola. Pues nada, bien, más o menos.
-¿Y eso que quiere decir? ¿Te tienen que cortar el pellejo o no? Preguntó Carlos.
-Sí, me operan el viernes por la tarde, para no perder clase.
-Joder, ¿dentro de dos días? Pues vaya tío, lo siento.
-No, si no pasa nada. Mejor hacérselo cuanto antes, no sea que luego sea peor.
-Ya, eso sí.
-Oye. Dijo Jaime. Y como va eso, ¿te duermen entero o te ponen anestesia local de esa?
-Pues no lo sé, ha dicho el médico que depende de cómo lo vean en el quirófano. A ver si me ponen la general, porque eso de estar despierto tiene que ser...
-Ya te digo, ahí rajándote la polla y tú viéndolo todo. Dijo Carlos
-Tío, córtate que el pobre Daniel...
-No pasa nada, tíos, si me ha dicho el médico que no duele de ninguna forma. Luego molestan un poco los puntos, pero nada más.
-Bueno, pues mejor.
-Bueno chicos, pues os dejo ya, que os vais a quedar sin saldo.
-Vale, pues ya hablaremos mañana en clase. Se despidió Carlos.
-Eso, y nos tienes que decir donde está el hospital para ir a verte. Dijo Jaime.
-Ya mañana os digo el nombre de la clínica y eso. Gracias por preguntar, chicos.
-De nada tío, es lo menos que podemos hacer.
Jaime y Carlos habían quedado con la excusa de hacer los deberes, pero llevaban ya más de hora y media y aún no habían empezado. Los padres de Carlos se habían ido a comprar, así que sin nadie vigilando, lo que menos les apetecía era ponerse a hacer ejercicios de Inglés. No eran muchos, y la mayoría eran de rellenar huecos con palabras sueltas, pero no había ganas.
-Oye Carlos, ¿si te cuento una cosa me prometes que no cuentas nada?
-Depende de lo que me cuentes...
-Mira tío, si te vas a poner a decir gilipolleces no te lo cuento.
-Vale, dime. Si ya sabes que me puedes contar lo que sea.
-Es que creo que me gusta una chica de mi clase.
-¿Quién? ¿La hermana del Rojas?
-Qué dices, tío, si esa es un callo. Se llama Miriam, seguro que la conoces de vista.
-Pues no sé, por el nombre no me suena.
-Es así rubia, bajita, delgada...
-¿Pero sois amigos o algo, o te has quedado pillado así por las buenas?
-No, se sienta en la fila de delante y siempre estamos hablando. No sé, es que es una chica muy maja y todo eso, y luego me paso todo el día pensando en ella.
-Bueno, pues tú no te hagas muchas ilusiones, que con tu cuerpo... Dijo Carlos partiéndose de risa.
-¡Qué gilipollas eres!
-No joder, si te lo digo de broma. Ya sabes tú que yo no tengo nada de experiencia, pero no sé, si te gusta inténtalo, tampoco pierdes nada.
-Gracias tío.
-Para eso estamos, ya sabes. Ah, por cierto, que sepas que no te dejo más llamar desde mi móvil, si quieres saldo te lo curras como hago yo.
-¿Cómo que como te lo curras tú? Ni que estuvieras trabajando o algo de eso...
-No, pero este verano descubrí un truco para que me recarguen el móvil siempre que quiero. Dijo Carlos, tratando de hacerse el interesante.
-Sí claro, con las páginas esas que dicen que metas tu móvil y luego te dicen que eres tonto por creerte que te van a dar dinero porque sí. Si creo que hasta me mandaste un mail con eso...
-Que va, no es con eso. Lo mío funciona.
-Sí, seguro.
-Te lo cuento si no dices nada, ¿vale?
-Vale. A ver que chorrada te has inventado...
-Mira, lo descubrí de coña un día en un chat. Hay gente que te da pelas por ver como te haces pajas. Les pones la webcam, te pajeas y luego les das tu número de móvil y te lo recargan.
-¡Venga ya!
-Que si tío, a ver como te crees que últimamente tengo un huevo de videos, politonos y chorradas de esas...
-Y será verdad y todo... Jaime alucinaba.
-Pues sí. Había pensado que nos podíamos hacer una los dos juntos y luego le decimos que nos recarguen la mitad a cada uno. ¿Quieres?
-¿Pero tú estás colgado? Gilipollas, ¿no ves que eres menor de edad y eso es delito?
-Si bueno, pero el delito no lo hago yo, sino el que me paga. Y como yo no le voy a denunciar...
-Ya, claro, pero luego pueden mandarle el video a otra gente y al final todo el mundo te ve haciéndote pajas. Tío, tú estás mal de la cabeza.
-A ver, que no les mando videos, que sólo les pongo la cam. Me pongo una peli o fotos guarras, me hago una paja como si me la hiciera yo sólo, y luego me recargan el móvil. No sé dónde está el problema.
-Bueno, haz lo que quieras, pero conmigo no cuentes. Que me veas tú o estos haciéndome una paja, pero que me vea alguien que no sé quien coño es, paso. Y esa es otra, ¿quién hace eso, tíos o tías?
-La mayoría tíos, pero también hay...
-Joder, vaya mariconada. Interrumpió Jaime.
-¡Pero si yo a ellos no les veo! A mí me da igual, yo me hago una paja como siempre y tengo saldo gratis. Es un chollo, digas lo que digas. Mira, hacemos una cosa, nos hacemos una paja juntos y pongo la webcam, para que lo veas, ¿vale?
-Que no, tío, que paso de que me vea nadie, y menos contigo al lado, que a saber que se piensan.
-Joe, que la pongo para que a ti no se te vea y ya está.
-Venga, vale, plasta...
Carlos hizo el ritual de siempre, se conectó al Messenger con la segunda cuenta que se había creado específicamente para eso y miró entre sus contactos. Sólo uno estaba conectado, bajo un nick bastante largo que parecía parte de alguna canción que ambos desconocían. Le abrió conversación y le propuso el tema, el otro aceptó.
Tal y como le había dicho a Jaime, Carlos conectó la cámara, minimizó la ventana del Messenger, abrió una carpeta oculta llena de escenas de películas porno, y ejecutó uno de los videos, que tenía por título "Hot girlfriend blowjob and cumshot". Duraba poco más de 4 minutos y era de los más largos que había en la escondida carpeta. Sin decir nada, Carlos se levantó la camiseta y se bajó los pantalones hasta los tobillos, para acto seguido hacer lo mismo con sus slips. Jaime tardó en arrancarse, pero cuando Carlos le demostró que no aparecía en pantalla, también se apuntó; el video empezaba fuerte desde el principio.
Era un video casero, grabado por el hombre que recibía la mamada de una morena que debía tener unos treinta años. Desde la vista cenital se la veía afanada en lamer una polla no muy grande, pero completamente circuncidada. A su vez también le pajeaba, y cuando se cansaba de chupar, se restregaba la polla por los pómulos. No dejaba de mirar a la cámara, dedicándola sonrisas que delataban que hacía aquello por gusto.
Aún no iba ni un minuto de video y Carlos y Jaime ya se pajeaban a toda máquina. Se habían empalmado nada más empezar, y no aguantarían demasiado. Tenían las pollas a tope, y a su velocidad tardarían más bien poco en correrse. Jaime no andaba muy centrado, no perdía de vista la luz roja parpadeante de la webcam, alguien estaba viendo a Carlos haciéndose una paja justo a su lado y aquello no le daba muy buena espina. ¿Y si era alguien a quien conocían o algo así? Estaba claro que no iba a convencer a Carlitos para que dejara de hacerlo, pero él no pensaba repetir, pues aunque no se le viera, no se sentía para nada cómodo.
En cambio Carlos estaba en su salsa, se masturbaba exactamente igual que lo haría de estar en la más completa intimidad. Alguien le estaba viendo, ¿y qué? Total, era pajearse sin más, y encima se llevaba algo a cambio. Era un negocio redondo. Saldo gratis por renunciar a un poco de su intimidad. Y en el fondo, no hacía nada que no hiciera cada vez que se hacía pajas con Jaime o con los demás.
Un escalofrío de gusto recorrió su espalda, al tiempo que la punta de su polla se humedecía levemente. Carlos acababa de correrse. Aún quedaba un minuto de video, pero no le apetecía esperar. Mostró un poco su mano manchada a la cámara y la desconectó sin más, aunque dejó el video puesto para que Jaime acabara.
La chica de la pantalla iba ya a saco, y los gemidos del chico delataban que el video terminaría con final feliz. Jaime aceleró un poco, no le quedaba mucho pero la barra de desplazamiento se aproximaba peligrosamente al final. Sí, siempre podía decirle a Carlos que pusiera otro, pero ya se le cortaría un poco el rollo. Así que se centró en correrse cuanto antes, pues de hecho ya se estaba alargando más de lo normal.
La popular clave en Morse utilizada por Nokia para alertar de la llegada de un mensaje de texto descentró un poco a Jaime, pero no impidió que en su glande se formara un goterón blancuzco que amenazaba con resbalar. Levantó un poco la piel del prepucio para sostener la gota, mientras que con la otra mano se buscaba el pañuelo de papel que tenía en el bolsillo. Mientras tanto Carlos comprobaba el contenido del SMS: "Su saldo ha aumentado 10 euros tras la última recarga".
-¿Ves? Diez euros gratis por hacer lo mismo que acabas de hacer tú. Dijo Carlos, orgulloso mientras le mostraba el teléfono a Jaime.
-Ya, pero a mí no me ha visto la polla un tío salido que vete tú a saber quien es...
-¿Y qué? Me da igual que me vea un pervertido o lo que sea, pero los diez euros ya no me los quita nadie.
-Anda, vístete so guarro, a ver si va a venir tu hermano...