Viernes noche, y por fin Carlos podía volver a ganarse unas pelillas gracias a su actividad oculta. Durante la semana había hablado con varios de sus amigos habituales, pero no había podido conectar la cam, pues siempre había alguien rondando por casa. De noche tenía un poco más de intimidad, pero tampoco podía acostarse muy tarde, pues al día siguiente había clase. Pero por fin era viernes.
Cuando todos se fueron a dormir, cerca de la una de la madrugada, Carlos cerró la puerta de su dormitorio con mucho sigilo, encendió el ordenador y abrió su segunda cuenta del MSN, la que usaba para ese tipo de cosas. Se metió en un chat de los más populares con el productivo pseudónimo de "Charly". La sala cybersexo_x_cam estaba como siempre a esas horas en ebullición, y en pocos segundos se amontonaron los privados en la pantalla.
Uno a uno fue cerrando los "hola", los "tienes cam?" y los "d dnde eres?", pues la experiencia adquirida le decía que esos nunca daban resultado. Contestó a tres cuyos nicks eran prometedores, y tras una corta conversación con todos ellos dio su email a uno de ellos, que le había asegurado 30 euros de saldo, 5 cuando pusiera la cam, otros 5 cuando enseñara la polla y el resto cuando se masturbara delante de la pantalla.
Como de costumbre, Carlos ni se molestó en preguntar si su nuevo amigo era hombre o mujer, lo mismo le daba, pues en ningún momento le vería. Era mejor vivir en la ignorancia y pensar que quizá algunas modelos o presentadoras de televisión buenorras se gastaban parte de su salario en recargar móviles a chicos de doce años.
La ventana que indicaba que el nuevo contacto estaba conectado apareció en la esquina inferior derecha de la pantalla, y antes de que Carlos tuviera tiempo de pinchar, ya le había abierto conversación.
Ōkami dice: hola
Charly dice: ola
Ōkami dice: me pones la cam?
Charly dice: ok espera
Ōkami dice: ok
Charly dice: ya
Charly dice: m ves?
Ōkami dice: si
Ōkami dice: te mando la 1a recarga, cuando te llegue avisa
Charly dice: ok
Charly dice: ya me a yegao
Ōkami dice: ok empieza cuando quieras
Charly dice: ok
Se levantó de la silla que tenía frente al escritorio, y procurando quedar siempre dentro del corto plano que ofrecía la cámara, se bajó con cuidado el pantalón azul marino del pijama que llevaba puesto. Se quedó unos segundos apretando el discreto bulto que se marcaba en sus slips blancos y finalmente se los bajó también hasta las rodillas. Aún no la tenía dura, pero ya tenía preparado un video porno para animarse la paja. Daba gusto encontrarse con alguien tan cumplidor, enseguida su móvil volvió a vibrar con otro aviso de recarga de saldo.
Ōkami dice: te ha llegado?
Charly dice: si
Ōkami dice: ok
Charly dice: enpiezo ya?
Ōkami dice: si, pero intenta que se te vea la cara
Charly dice: ok
Carlos reguló la cámara hasta conseguir el ángulo adecuado: pegándose a la cama se le veía casi de cuerpo entero. Tuvo que encender la luz de la mesilla, pues tan lejos del monitor apenas le llegaba el resplandor, pero aparte de no poder tocar el ordenador todo estaba perfecto. Listo para empezar.
Se acercó un segundo a poner el video en marcha y volvió a su puesto. No podía tener el video con sonido pues el resto de la casa dormía, pero con la imagen era más que suficiente. No era nada del otro mundo, un par de asiáticas jovencitas solas en casa que decidían pasar la tarde probando una amplia gama de consoladores, vibradores y dildos de todos los tamaños, formas y colores. Lo suficiente como para pasarse entretenidas los cerca de veinte minutos que duraba la grabación, aunque ni Carlitos ni su espectador fuesen a durar tanto tiempo.
Aunque eso sí, al pajearse con público no podía durar tan poco como cuando se las hacía en la intimidad. Su record, cronómetro en mano, estaba en 48 segundos, y eso para el que miraba era insuficiente. Desde que una vez se quedó sin recarga por tardar demasiado poco, procuraba prolongarse al menos cuatro o cinco minutos, a veces antes si otra parte lo decidía así.
Se la sujetó con tres dedos, casi orgulloso de ello. Desde aquella mañana que se había levantado con los calzoncillos mojados tenía la impresión de que su polla crecía a marchas forzadas, así que procuraba usar todos los dedos posibles para rodearla. Cuatro pelillos lisos emergían aleatoriamente por la base de su pene, y se los acariciaba un poco cada vez que sus dedos rozaban la zona. Se estaba haciendo un hombre, y dentro de poco podría competir de igual a igual con los demás.
La única pega del asunto era que quizá cuando estuviera tan desarrollado como los demás no le fuera tan fácil encontrar a gente en los chats dispuesta a pagar por verle hacer algo que hacía gratis a diario. Pero ya habría tiempo de pensar en eso cuando llegara el momento, ahora era mejor en concentrarse en el enorme vibrador morado que se abría paso en la vagina de la más guapa y escandalosa de las chinitas.
Miró el contador de tiempo del video, llevaba cerca de dos minutos, así que se lo tomó con un poco más de calma. La ventana del Messenger estaba en silencio, pero la cam seguía emitiendo, así que todo estaba en orden. Por suerte hoy no le había tocado uno (o una) de esos que se pasaban el tiempo diciendo lo que tenía que hacer y como tenía que hacerlo: que si enséñame esto, que si metete un dedo no sé dónde, que si desnúdate del todo...
Hoy podía hacer un poco lo que quisiera, aunque tampoco es que tuviera un gran repertorio. Como mucho se acercaba un poco más a la cámara para enseñarla de cerca, pero el resto consistía en darle arriba y abajo hasta que acababa. Iba por buen camino, su observador permanecía en silencio y el video estaba llegando a la parte más interesante. En cuanto llegaran a la parte en que ambas compartían un consolador de los dobles, aceleraría para correrse, que ya llevaba cerca de cinco minutos.
-¿Qué haces con la luz encendida? Dijo una voz justo detrás de Carlos, que se giró para descubrir que era Raúl, su hermano mayor. -¿Se puede saber qué coño haces?
La escena era de lo más lamentable, y sobre todo, imposible de justificar. Carlos estaba frente al ordenador, con los pantalones por los tobillos y la polla en la mano, y con la webcam conectada mientras un par de tías se hacían guarradas en un video. No había forma de excusarse, era lo que parecía.
-Apaga eso y vístete, anda. Voy al baño y ahora vengo y hablamos... La voz de Raúl sonaba más defraudada que enfadada, aunque Carlos tenía claro que le iba a caer una buena bronca en cuanto volviera.
Se colocó la ropa, se despidió apresuradamente por el Messenger y apagó el ordenador directamente de la torre. Después se sentó en la cama a esperar a que viniera su hermano mayor. Era la segunda vez que le pillaba en plena faena, aunque la anterior había sido de forma mucho más sutil y menos embarazosa. A él lo de la cam no le parecía nada malo, pero se temía que a Raúl le había sentado mal. Y no se equivocaba.
-A ver, explícame que coño hacías machacándotela delante de la webcam para vete tú a saber quien...
-Habla más bajo, que vas a despertar a papá y mamá... Advirtió Carlos, mientras pensaba en qué responder. Finalmente se decidió a decir la verdad, otra cosa no se puede hacer cuando todo ha salido mal. -Pues para alguien del chat. Hago eso y me recargan el móvil.
-Estupendo. ¿Y no te has parado a pensar en qué degenerados te están viendo? Y a saber luego lo que hacen con ello, que más de uno seguro que lo graba y luego lo difunde por ahí...
-Ya, no sé, no había pensado en eso. Pero tampoco pasa nada, ¿no?
-Hombre, pues que te puede ver cualquiera, ¿te parece poco? Y luego que a ninguno le dé por hacerte chantaje y pedirte que quedes con él o lo que sea para no pasarle el video a tus amigos... Hay gente muy mala por ahí, Carlos, a estas alturas ya tendrías que ir dándote cuenta.
-Ya lo sé, jo, pero es eso, se gana dinero tan fácil...
-Bueno Carlos, pero tú tampoco tienes de qué quejarte, ¿eh? A tu edad a mí no me daban ni la mitad de la paga que te dan a ti, ni tampoco me compraban tanta ropa de marca, por ejemplo. Me tienes que prometer que no lo haces más, ¿vale?
-Bueno...
-Mira, si te hacen falta pelas para comprarte algo o lo que sea me lo dices a mí y ya vemos lo que hacemos. Pero déjate de tonterías porque te puedes meter en líos, y gordos. No te quiero amenazar, pero si me entero de que sigues haciéndolo se lo voy a tener que decir a papá y que hable él contigo.
-Vale Raúl, te lo prometo. Pero no digas nada, ¿vale? Es que menudo marrón...