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C.D. Los Tilos (8: Una propuesta interesante)

en Gays

El quinto y penúltimo partido de la liguilla de ascenso estaba resultando de lo más aburrido. Ni el Los Tilos ni el Eurooffice estaban haciendo un gran partido. La primera parte había sido un peloteo continuo, sin apenas llegadas con peligro por parte de ninguno de los dos equipos. O bien la perdían tontamente en el centro del campo, o cuando se acercaban al área la defensa rival les robaba el balón sin grandes problemas. Todos conocían que el Virgen del Prado había ganado 7-1 al Olímpico, lo que dejaba las cosas muy difíciles para el resto. De acabar así el partido, el Los Tilos se quedaría sin opciones matemáticas de ascender, y el Eurooffice estaría obligado a ganar en la última jornada y que el Virgen del Prado perdiera. Ninguno de los dos equipos parecía tener mucho interés en ganar el partido, visto lo visto. Se daba por hecho que la liguilla ya estaba sentenciada.

La segunda parte empezó algo mejor, con un tiro al palo de Roberto nada más sacar de centro, pero enseguida las aguas volvieron a su cauce. De nuevo vuelta a los pases en corto en el centro del campo y a las jugadas de ataque casi sin ganas. De poco había servido la charla de Rafael al descanso, incitando a los chicos a ganar para llegar al último partido con opciones. Si ganaban los dos partidos, serían ellos los que se clasificarían, pero tenían que echarle más ganas.

En vista de que la cosa no mejoraba mucho, Rafael decidió hacer un cambio. Eloy estaba teniendo un día realmente malo, balón que tocaba, balón que mandaba al rival o a fuera de banda. No se le veía muy motivado, así que lo mejor era sacarle del campo. Su sustituto natural era Cristian, que hoy se había quedado en el banquillo después de no jugar muy bien contra Olímpico. Se dieron la mano al cruzarse y Eloy dijo que se iba directo a las duchas; pese a haber jugado mal se había pasado el tiempo corriendo y estaba hecho un asco. Gabriel, que estaba viendo el partido a pocos metros del banquillo, se fue detrás de Eloy.

-¿Y para qué te vienes conmigo, si yo me voy a duchar? –Preguntó Eloy al entrar al vestuario. Supuso que vendría a coger algo, pero lo que hizo Gabriel fue desabotonarse los vaqueros y mostrarle su erección.

-Mira lo cachondo que estoy, tío. Llevo desde el otro día sin cascármela, ¿no ves que con la izquierda no me apaño? Venga tronco, ¿qué te cuesta?

-Joder, pues que aquí nos puede ver cualquiera. –Dijo mientras se secaba el sudor con una toalla. –Otro día te vienes a mi casa o yo a la tuya y hacemos lo que quieras.

-No me jodas, ¿no ves como estoy?

-Joe tío, no es mi problema...

-¿Cómo que no, cabrón? Si es que después de lo del otro día me pongo to burro cada vez que me acuerdo...

-Te he dicho que no. Anda, vete al campo, que van a decir los demás que donde andas. –Sentenció Eloy, agachándose de espaldas para desatarse las botas.

Gabriel, en lugar de irse, se dirigió hacía él y con la mano izquierda le bajó los pantalones y los Calvin Klein blancos de los partidos, dejando al aire sus blancas nalgas. Acto seguido, pasó su polla por la raja de Eloy, que aun no había reaccionado.

-¿Se puede saber que haces? –Dijo por fin, con un tono entre sorprendido y excitado.

-¿No lo ves? Desahogarme, ya que tu no quieres nada...

-Para. –Dijo Eloy sin mucha convicción. –Como entre alguien nos la cargamos.

-Pues vámonos al water, que se puede echar el pestillo. –Dijo Gabriel sin dejar de restregar su polla por el culo de Eloy.

Se recompusieron un poco y se metieron en uno de los servicios, donde había algo más de intimidad. Aun estaban vestidos, pero las erecciones de ambos eran más que evidentes, sobre todo la de Eloy, que formaba una carpa en sus pantalones cortos. Se arremangó las medias hasta los tobillos, dejando al aire las sudadas espinilleras Adidas, y miró a Gabriel, a la espera de ordenes, que no tardaron en llegar. Le mandó voltearse, y cuando lo hizo, dejó de nuevo sus nalgas al aire. Gabriel se sacó la polla, que aún seguía dura y volvió a frotarla entre la raja de Eloy.

La mano izquierda de Gabriel se dirigió entonces al rabo de su joven compañero, y comprobó que, pese a la resistencia inicial, se encontraba tan duro como el suyo.

-A ti esto también te pone, ¿verdad?

-Un poco, si. Pero no quiero que nos pillen... –Dijo Eloy, colaborando un poco con sus caderas.

-Entonces vamos a ir deprisa...

Mojó un dedo en los líquidos preseminales de Eloy y en los suyos, e intentó meterlo en el hasta entonces virgen orificio. Costó un poco, pero al final entró, causando a Eloy una extraña mezcla entre dolor y placer. Una vez dentro, el esfínter tardó poco en aclimatarse, y pronto Gabriel pudo comenzar a agitar su dedo índice. No esperó mucho más para meter un segundo dedo, que costó algo más.

Pese a las pequeñas molestias que sentía, Eloy estaba disfrutando. La tenía realmente dura, y se pajeaba despacito, tratando de disfrutar del momento. Cuando le entró el tercer dedo el dolor se hizo más agudo, y aceleró un poco el ritmo para soportarlo mejor. Una vez se habituó, bajó el ritmo, pero sabía que no iba a tardar mucho en correrse.

Y lo hizo poco después de que Gabriel le sacara los dedos y comenzara a frotar una vez más su polla en su culo. Un par de chorros acuosos mancharon su camiseta, que estaba lo suficientemente sudorosa como para que no se notara. Cuando notó como el glande de Gabriel entraba en su delgado cuerpo, se dio cuenta de que debería haber esperado para correrse.

Una vez pasada la excitación, el dolor era más intenso, y los torpes y rudos movimientos de Gabriel no hacían más que agravar la situación. El gitano no tenía mucha maña, y a cada embestida le hacía soltar un gritito de dolor a Eloy.

-Espera. –Dijo este por fin. –Tengo que tener un poco de champú, seguro que con eso resbala mejor. Vete a por el frasco, está en mi mochila.

Una vez se untó un poco de gel en la polla, Gabriel entró con mucha más facilidad. El calor que desprendía el culo de Eloy era indescriptible, después de mucho tiempo soñando con aquello había conseguido meterla en caliente. Además, estaba tan apretado que sentía perfectamente el roce, y entre eso y las ganas de sexo que tenía, iba a tardar poco en llegar al orgasmo.

Aunque seguía doliéndole un poco, Eloy había vuelto a empalmarse, y comenzó a cascarsela de nuevo. Aunque había puesto alguna resistencia, en el fondo deseaba que Gabriel diera el paso. Llevaba desde principios de temporada haciéndose pajas especialmente a su salud, y después de lo del otro día se había hecho ilusiones. No eran las circunstancias que hubiera deseado, pero tampoco era para hacerle ascos.

Gabriel empujaba con todas sus ganas, quería correrse cuanto antes para no ser descubierto. En el fondo se sentía mal por estar haciéndolo con otro chico, pero tiró del refrán que empleaba su hermano cuando se liaba con alguna chica fea, "en tiempos de guerra, cualquiera agujero es trinchera". Aun así, le picó la curiosidad de tocar una polla ajena y le quitó la mano a Eloy para empezar a pajearle él mismo. Era una sensación diferente, notar el calor de otra polla en la mano, pero no le desagradó, así que decidió terminar lo empezado. Al tiempo que empujaba, le cascaba una rápida paja a su compañero, que parecía estar disfrutando tanto como él.

Notó que se iba a correr, y no hizo nada por impedirlo. La metió todo lo profunda que pudo, y comenzó a bombear con más fuerza, al tiempo que su mano también incrementaba el ritmo. Varios trallazos se estrellaron con fuerza dentro de Eloy, quien al sentir el calor en su interior apenas tardó en correrse en la mano de Gabriel.

Una vez bajada la excitación le llegaron los primeros remordimientos, aunque trató de convencerse de que no era para tanto. Miró los restos de semen en su mano y ni siquiera le dio asco, pese que procuraba no mancharse mucho con los suyos por la misma causa. Se limpió un poco con papel higiénico, mientras Eloy salía del cubículo para pegarse una ducha rápida. Gabriel se vistió y salió pitando para el campo, debía llegar antes que Eloy para que nadie sospechara.

Según salía éste del vestuario, oyó un gran jaleo y parecía provenir del campo. Pese al cansancio, echó una pequeña carrera y se encontró a Nieto correteando por la banda con la camiseta levantada. Habían marcado el primer gol del partido, y no debía quedar mucho más. Si conseguían quedar así, se pondrían delante del Eurooffice, y si ganaban al Virgen del Prado en casa, aún podían ascender.

Cuando el árbitro señaló el final del partido, todos se abrazaron en el centro del campo, incluido Gabriel y su brazo roto. Todos se fijaron en que se arrimaba más de lo normal a Eloy, pero ninguno vio como le metía mano con disimulo en medio de aquel tumulto.

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