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Emputecimiento 3 - Alfredo

en Dominación

Este relato es la version de Alfredo, propietario del club de alterne donde Pedro, marido y amo de María, quiere emputecerla. Está escrito en tono jocoso, pero ello no pretende disimular lo importante del tema que trata.

El lenguaje y las reflexiones de Alfredo están hechos en lenguaje coloquial, intentan ser como lo haría el personaje real. Se vuelcan tratamientos que pueden parecer peyorativos hacia algún colectivo, gais, prostitutas, etc. En absoluto hay intención de ofender, tanto el autor como el propio protagonista (muy próximos en sus ademanes y aptitudes), son muy respetuosos con cada individuo, hombre e incluso animal, sin importarles el género, tendencia sexual o ideas que profesen.

Igualmente se disculpan ambos ante cualquier persona a la que este tema parezca ofensivo.

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- Oye, ahí está una pareja que quiere hablar contigo.

Es Olga, la encargada, mi mano derecha.

Estoy repasando unos papeles en mi "oficina", un cuchitril que me he instalado debajo de la escalera.

Aquí, entre los servicios y el "reservado", me paso unas horas cada día, con el pretexto de repasar algún papel, pero principalmente leyendo y oyendo radio clásica.

Tengo dos estratégicos chivatos. Puedo mirar casi sin moverme a la barra y al reservado.

No penséis que soy un voyeur, no, paso ya de esas cosas, es solo una precaución más.

En otros sitios tienen magnificas instalaciones de seguridad, cámaras ocultas, etc., pero mi sistema, arcaico, pega mas con el estilo de mi garito.

Después seguiré enseñándooslo.

Dejadme que primero atienda a estos pelmas; aquí no recibimos muchas visitas, y generalmente no es para bien.

Solo las "nuevas". Pero esas vienen normalmente solas y Olga se entiende con ellas.

Hace mucho que deje de usar mi derecho a probar la "mercancía". Ahora solo de vez en cuando, cuando hay alguna "nueva" que me hace tilín.

La paso a primera hora, cuando no hay cola para usar el "reservado", para que me haga una mamada.

La verdad es que ahora son todas bastante insípidas, iguales, sin estilo que las diferencie, como el pescado congelado.

Bien presentadas, eso sí, pero sin el desgarro del producto autóctono de antes.

Cuando una "nueva" viene acompañada, malo, problema a la vista. Solo si estamos en época de "sequía", Olga me pasa el recado.

No suele gustarme, luego os seguiré contando porque.

Ahora voy a mirar a la "extraña pareja".

Es tan temprano que la barra esta casi desierta. Solo ha llegado la mitad de las chicas, suelen venir ocho en total.

Aun así apretadas en este garito tan chico y teniendo que hacer virguerías (sin coña, jeja) para entretener a los "cabritos" hasta que queda libre el único "reservado".

Solo hay tres de los clientes "tempraneros". Los tranquilos. Vienen a tomar su copita, a tocar el culo a una chica al paso y a casita.

O los que tienen chica "fija" y vienen a follarla antes de que lo haga otro hoy.

En fin, gustos...

Ahí están, enfrente de la puerta, ella esta de espaldas. Con la poca luz, y roja además, no hay Dios que pueda saber qué edad tendrá.

Parece bien vestida, pero cubierta hasta casi las rodillas por el abrigo, no puedo asegurar nada.

Por lo menos es morena, estoy hasta... las narices de rubias de frasco. Con buena melena, al antiguo estilo, cayendo como una capa hasta debajo de los hombros, eso me gusta.

El si esta de frente. Tiene una gabardina de buen corte. Más alto que ella. Más que yo. Quizás 1,77 o 1,78.Nno parece corpulento ni duro. Desde luego policía no parece, aunque ahora...

Yo diría que es un ejecutivillo de medio pelo.

La trata con cuidado, se nota que tienen alguna relación "intima".

- Tú, diles que estoy ocupado, que tomen lo que quieran por cuenta mía y que salgo en cuanto pueda.

- Tus órdenes, jefe.

Esta Olga cada vez se me sube más a las barbas. Si no fuera porque se me ha hecho imprescindible....

Vaya mano que tiene la tía para llevar esto.

En realidad yo ya no hago casi nada aquí.

Y que buena estaba la hija puta.

Cuando llego, hace..., bueno mejor no pensar cuanto hace, acababa de parir y creo que su hijo ira pronto a la universidad.

Vaya palizas que se pega ella, para verle cada tres o cuatro semanas. Le tiene con sus padres, creo que ella los mantiene a los tres, padres e hijo.

Mil kilómetros entre ida y vuelta.

Menos mas que me hizo caso y se saco el carné.

Ahora con su cochecito no le pesa tanto, pero antes...

¡Joder!, ni leer sabia cuando llego, y ahora, ya querría ver yo al ejecutivo ese de la barra llevando esto mejor que ella.

Como que podría prescindir del gestor, sino fuera porque en esta capital, de provincia casi despoblada, todos tenemos que vivir.

Hay que estar a bien con todos por la cuenta que me tiene.

Creo que ya he hecho bastante el paripé, voy a ver que quieren estos. Por la pinta creo que será una a quien el marido se le esta gastando la mitad del sueldo con alguna de las chicas, y viene con el amigo "complaciente" a quejarse.

Como si yo no tuviera bastante con mis problemas para tener que cuidar de las economías familiares.

De todas maneras estoy harto de decir a estas que no abusen del personal.

- Ustedes dirán. Olga ¿has atendido a estos señores?

- Si, gracias, ya nos ha servido.

Vaya repipi, menos mal que no tiene media hostia.

Espero que no pretenda ponerse borde.

Y ella, que avergonzada esta.

Pues vaya, es guapa, como a mi me gustan, cuarentona, pero en sazón. Fruta madura y dulce, si señor, a ver que quiere.

No abre la boca.

Tiene su coca-cola sin tocar.

El listo un whisky, solo, con hielo, y claro Olga se lo ha puesto del bueno.

Listillo...

- Perdonen, estaba ocupado, díganme.

- ¿No podemos hablar en un sitio más privado?

Y este, ¿se creerá que está en el Palace? Esto estará viejo, decrepito más bien, es una parte de la historia de esta puta ciudad.

Setenta años hará en el 2009.

Anda que no me lo contó veces el anterior propietario.

Abrió el mismo día que entraron los "suyos".

Maricon de mierda. A misa todos los domingos, robaba todo lo que podía a las niñas y a la que se quejaba, una paliza.

¡Cerdo!.

Pues sí, esto es casi una antigüedad, como la catedral.

Como que, a veces, hasta lo fotografían los turistas, jeje.

Pero lo que es espacio, no sobra.

- Pues no, si quiere vamos al extremo de la barra. Es lo mas privado que hay.

- Bueno, menos... ya sabe.

- Y no se preocupe, no sé lo que querrá decirme, pero en este rincón se han discutido cosas más importantes, seguro.

- Olga, ponme lo mismo que al señor y llévalo todo al final de la barra.

- Cuida de que estas no se acerquen.

- Bueno, ¿me cuentan o no?

- Si perdone, imaginaba esto de otra forma.

- No me diga, siento que le haya defraudado,

- Y ¿cómo lo imaginaba?

- ¿No me diga que no ha entrado nunca? Será el único.

- No vivo aquí. Vivimos en A. (una ciudad dormitorio a medio camino de aquí a la gran capital).

Y a mí qué coño me importa dónde vives gilipollas.

Al grano joder, que esto se va a llenar pronto.

- Pues muy bien, pero dígame que quiere.

- Vera, pensé que sería más fácil. Nosotros somos una pareja.

- Si, ya lo veo.

Será tonto el tío. ¿Qué coño venderán en la empresa donde trabaje?

- Quiero decir que somos una pareja de Amo y sumisa. ¿Sabe de qué le hablo?

Este gilipollas creerá que porque llevo una chaqueta de pana no he salido del pueblo.

- Pues sí señor, se dé que me habla, pero a mí las tendencias sexuales de cada cual...

- Vera, es que he pensado, que quiero "emputecer" a mi sumisa. Llevamos algún tiempo hablándolo y ella está de acuerdo.

- Lo que haga usted con su pareja es cosa suya, ¿qué tiene que ver conmigo?.

- Pues es que he pensado hacerlo aquí, me parece un sitio discreto, seguro, lo bastante lejos de donde vivimos...

Vaya con el cabrón, se va creciendo. Como se nota que se gana la vida con la "muy".

- Seguro si que es, discreto, según se mire, concrete, por favor.

- Si, para nosotros si es discreto. Nadie, entre nuestras relaciones vendría por aquí.

- Ni falta que hace, oiga, tengo prisa, así que me dice lo que quiere o se marcha.

- Perdone, quiero decir que he elegido este sitio porque está completamente alejado de nuestro ambiente. Quiero que mi sumisa pase por trabajar aquí, como chica de alterne, una semana.

- ¿Cree que es la primera vez que me proponen algo parecido? No crea que inventa nada joven. Pero no sé..., ¿ha pensado bien lo que pide?

- Si, llevamos pensándolo un tiempo, ella está dispuesta a hacer lo que le digo.

- Puede ser, pero antes de seguir quiero oírselo decir a ella. Señora, ¿este hombre es su marido?

Ella esta pálida, seria, mira al suelo.

Desde que he llegado no he podido verla los ojos.

Esta pasando un mal trago.

Lo siento, con gusto le daría una patada a este imbécil y me la llevaría a merendar, para que se le pasara el disgusto.

- Si, mi marido y mi amo, señor.

- Y a usted, señora, le parece bien lo que me está proponiendo.

- Obedezco en todo a mi amo, señor. Lo que él decida sobre mí, lo acepto con gusto, señor.

- Bueno, siendo así. Pero usted sabe, señora ¿qué es esto? y ¿qué hacen aquí estas señoritas?

- Si, mi amo me lo ha explicado perfectamente, señor. Yo sé lo que él quiere de mi y estoy dispuesta a complacerle, señor.

- Pues todo aclarado, perdóneme la grosería, pero usted sabrá señora lo que hace con su coño y su culo.

- Míos no, son de mi amo, señor.

- No vamos a discutir eso, sean de quien sean. Pero sepa señora, que aquí no puedo hacer distinciones, tendrá que comportarse como las demás, bastante cuesta mantener a todas en paz, para que venga una, por muy señora que sea a alborotar el gallinero.

- Ya hemos hablado de eso, la he mandado que mientras esté aquí le obedezca en todo como si fuera yo mismo. De todas maneras le dejare mi teléfono y si tiene algún aqueja de ella me lo dice.

Pues parece que vienen con la lección bien aprendida.

Me gusta la idea, y la tía esta como un tren.

¿Este tío sabrá tratarla?

El caso es que ella parece que come en su mano...

- ¿Está de acuerdo, señora, en todo lo que me dice su marido?

- El es mi amo, señor. Lo que él decida sobre mí, yo lo acepto, señor.

- Pues no hay más que hablar, de acuerdo, espero que esto no me traiga complicaciones. De eso tenemos aquí siempre demás.

- Pero llevamos un rato hablando y aun no nos hemos presentado.

- Olga, sirve al señor otro whisky, y también para mí. Señora, no ha tocado usted su bebida, ¿quiere otra cosa?

Voy a darle la mano al tío este, desde luego cojones no le faltan, y parece que a ella la tiene en un puño.

- Soy Alfredo, dueño de este bar, aunque le vean tan decrepito es una de las glorias locales.

- Encantado, soy Pedro, ella es María.

Vaya, no ha hecho ni intento de darme la mano, el caso es que no parece tímida ni maleducada.

- Señora...

- María, saluda a Alfredo!

- Mucho gusto, señor

Por fin me ha mirado un momento.

Me gustan sus ojos.

El caso es que no parecen tan intimidados como creía.

¿Esto de mirar al suelo también será un mandato?

- Señora, ¿quiere otra cosa?, no ha tocado su bebida.

- No, gracias señor.

- Porque esto salga bien, chin, chin.

Esta Olga, ya se ha quedado por aquí revoloteando a ver lo que caza. ¡Jodia portera!

- Olga, vete a atender a las chicas, ya te contare yo lo que tengas que saber, vamos, aire.

- Vamos al toro, Pedro. ¿Cuánto tiempo dice que quiere tener aquí a María?

- Perdone, señora, pero estas cosas hay que aclararlas y prefiero que este usté delante.

- Una semana.

- No abrimos los domingos, ¿de lunes a sábado está bien?.

- Si, es suficiente.

- Olga llega a las seis, para abrir, pero no acaban de llegar las chicas y los clientes hasta las ocho o más tarde. Oficialmente cerramos a las dos, a las tres el sábado, pero es bastante normal que nos den las cuatro con clientes dentro.

- Ella hará lo que usted le mande.

- A ver, ¿cómo ha pensado venir y volver a casa?. Tengo concertado un taxi que recoge a las mujeres por la tarde y las devuelve a sus casas de madrugada, pero no se lo recomiendo. Todas son unas cotillas, en esas dos horas de viaje harán la vida imposible a María.

- Creo que para mayor discreción y seguridad, la traeré y recogeré yo.

- Bien, no hace falta que la traiga antes de las ocho. Incluso a las nueve. No la traiga hasta la puerta, mejor déjela en la plaza. Ella puede venir sola andando, a esas horas no hay ningún problema y evitara la curiosidad de estas cotorras. De madrugada es mejor que llegue hasta la esquina, puede llamar a Olga por el móvil y ella se ocupara de que María salga discretamente. Ahora le digo que le dé su teléfono. Pero no venga antes de las dos y el sábado a las tres. No quiero que haya celos con las otras.

- Esta bien.

- Otra cosa, ¿qué ropa va a traer?.

- ¿Qué aconseja que se ponga?

- Las demás suelen venir con ropa discreta, de calle, y aquí tienen para cambiarse. Normalmente minifalda y top, o pantaloncitos y sostén, va en gustos.

- Me permite que vea a la señora.

- Claro, actué con toda libertad.

- María, perdona que te tutee, te importa abrirte el abrigo para que te vea.

Es una real hembra, clásica, no como estas esmirriadas.

Buen cuerpo, sí señor.

Este tío sabe elegir.

- Pedro, María es muy atractiva, yo te diría que una falda, no demasiado corta, negra, y una blusa ceñida roja, con escote de pico y botones. Es suficiente. Zapatos de tacón, negros, y la ropa interior roja o negra.

María se está bebiendo lo que digo.

Parece que no viene tan obligada como me parecía.

Me gusta.

- ¿Te parece bien así, María?

- Haré lo que quiera mi amo, señor.

- María, ¡contesta a Alfredo!

- Si, me parece bien, señor.

- Ah, ese collar y las pulseras las deja en casa. Todas las joyas. Que traiga solo bisutería. Y nada de documentación ni cosas que puedan identificarla. Mejor que no traiga bolso. Aquí los dedos se vuelven huéspedes. Y eso que se lo advierto cuando entran. Buenas palizas he tenido que repartir a cuenta de los robos. Ahora ya no, ahora por lo visto ya no se estila, aunque a más de una la gustaban. Pero a la calle y una notita en comisaría.

- Pedro, el lunes tráela a las seis, para algunas "formalidades" y tráete una fotocopia de su carnet de identidad. Me quedare con ella, supongo que lo entiendes Pedro. Te la devolveré cuando pase la semana.

- Si, comprendo Alfredo.

- Pues creo que nada mas, ¿quieres otro whisky?.

- No, es suficiente, son solo treinta kilómetros, pero los de tráfico están a la que salta y ya voy pasado.

- María, ¿quieres otra bebida?

- No, gracias señor.

- Olga, ¡Olga!, ¡estas sorda coño!

- Tranquilo jefe, me había tapado los oídos, ¿no es eso lo que quieres?

- Como te de una hostia, si que vas a dejar de oír. ¡Dale tu teléfono a este señor!

- Y eso porque, es que no tiene bastante con la gachí que trae. ¿Para qué quiere mi teléfono?.

- ¡Olga!, te estás pasando, dale el teléfono, coño, luego te explico.

- Perdona, María, esta tía esta cada día mas borde.

La guarra de Olga se echa sobre la barra, metiéndole las tetas en los ojos a Pedro para darle el teléfono.

Me está provocando la hija puta.

Me voy a ir con ella esta noche a su casa, se va a enterar.

Espero que no venga alguno de sus clientes fijos y quiera irse con ella. Para esta el negocio es lo primero, es capaz de dejarme en la estacada.

- Venga Pedro, hasta el lunes, ya sabes, a la seis. Tu veras, mejor es que mientras este tu mujer aquí no vuelvas a entrar, puede ser que no tengas tanto estomago como crees. Piénsatelo el fin de semana. Si no estás aquí con ella el lunes, lo entenderé. María, lo mismo te digo, si vienes, no esperes trato de favor. Aunque me caes muy bien tendré que tratarte como a las demás. Además siendo la "nueva" y un poco "especial", tendrás que aguantar...

María mira un momento a Pedro, el asiente.

- Haré lo que mande mi amo, señor.

- Como quieras, ya te explicara todo Olga el lunes, después de las "formalidades".

- Otro apretón de manos a este tío. Me va cayendo mejor. Me gusta como mantiene el tipo

- Un beso, María.

Otra miradita, ¿pero es que María no puede hacer nada sin mirar a Pedro? Él asiente de nuevo, menos mal, por fin voy a poder tocarla. La sujeto de los brazos y mua, mua, un beso en cada lado. Esta firme, aunque con este abrigo no sé muy bien lo que toco.

Ahora me doy cuenta de que podía haberles dicho de se los quitaran.

- ¡Adiós!

- ¡Hasta el lunes!.

Bueno, pues la verdad que estoy deseando que no se vuelvan atrás. Mmm, la semana próxima promete ser interesante.

- ¡Vamos!, ¡vamos!, moverse niñas,

- ¿Que hace la música apagada?

- Tu Nana, ven, que tengo que "hablar" contigo, tráete mi vaso.

- Olga, estamos en el "reservado". Toca en la puerta si entran muchos clientes.

Vaya como me ha puesto la María de los cojones....