miprimita.com

Reencuentro con Oli (1)

en Confesiones


Conocí a Olivia hace diez años. Nos encontramos a través del chat móvil de Amena (ahora Orange). Ella buscaba sexo telefónico y yo amistad. Por aquel tiempo yo aún era muy verde en esto de los chats y pensaba que todo eso era un poquito falso y que la gente sólo chateaba en las salas de sexo para echarse unas risas; y eso fue exactamente lo que hice: decirle un montón de chorradas divertidas y graciosas hasta provocarle la risa.

Nunca antes había tenido sexo por sms o chat, así que no supe leer entre líneas que, lo que Oli quería en ese momento, era masturbarse con alguien a través de mensajes. Así que lo único que hicimos fue reírnos a carcajadas con mensajes tontos, payasadas y chistes varios. Ella me dio su teléfono y a lo largo de dos semanas me envió varios mensajes intentando incitarme a mantener una conversación más "caliente". Pero yo era muy tonto y no me daba cuenta de sus intenciones. Yo pensaba realmente que la chica sólo quería divertirse y charlar.

Al final ella decidió que nos encontrásemos cara a cara y yo accedí.

Nos encontramos en una gasolinera cerca de mi casa. Yo no tenía coche por aquella época, así que fue ella la que vino a recogerme. Al verla en persona me sorprendió un poco pues me di cuenta que me había mentido en un par de cosas: era algo mayor de lo que me dijo y también tenía unos cuantos kilos de más. Pero no me importó, en seguida me atrajo su mirada franca, su sonrisa pícara y la naturalidad de su risa.

Salimos, reímos y bebimos, charlamos animadamente y al final concertamos otros encuentros para el futuro. Salimos un par de veces más en compañía de nuestros respectivos amigos. Ella me presentaba a sus amigas y yo a los míos. Yo era demasiado joven y verde para no darme cuenta de una cosa: yo le gustaba de verdad y lo que ella quería era FOLLARME. Yo era demasiado tímido, joven e inexperto en las relaciones entre hombres y mujeres y no me daba cuenta de nada. Tan sólo me quedaba ahí, entre el grupito de amigos y amigas, bebiendo, charlando, riendo y contestando con chorradas a los mensajes de móvil insinuadores que me enviaba Oli sin darme cuenta de nada.

Vaya un pringado.

Al final ella cambió su número de teléfono móvil. Me envió un mensaje con el número nuevo, pero lo borré accidentalmente y ya no supe nada más de ella.

Hace poco intenté buscarla de nuevo a través de internet. He mirado por todos lados y creo que en un par de ocasiones conseguí dar con ella, pero siempre en páginas ya obsoletas y en perfiles de redes sociales completamente olvidados.

Hasta que un día ELLA me encontró a mi. Ella también me buscaba y dio conmigo buscando entre los perfiles de las redes sociales, exactamente como yo hacía con ella.

Esta vez no hubo equívocos. Fue algo instantáneo; en cuanto nos cercioramos de nuestras respectivas identidades, en cuanto supimos a ciencia cierta quién era quién, la libido explotó y nuestros cuerpos se unieron a través de la distancia. Fue algo increíble. Nuestra excitación subió tan rápido a través del chat de texto que en un par de minutos ya estábamos oyendo nuestros gemidos y orgasmos por teléfono. Lo primero que hice después de desahogarnos fue pedirle su dirección para verla esa misma noche. Quería tocarla, lamerla y besarla en vivo. Necesitaba hacer todo aquello que nos habíamos dicho, pero ella no quería. Aún era muy insegura respecto a su físico; ella no se gustaba a si misma, odiaba su cuerpo opulento y no le agradaba su rostro. Ella reconocía que tenía muchas ganas de hacerlo en vivo conmigo también, que le daba un morbo terrible, pero le daba vergüenza y algo de miedo. No quise presionarla demasiado y accedí por miedo a volver a perderla; así que decidí intentarlo para más tarde.

Al día siguiente la llamé para convencerla de tomar un café. Ella aún era reticente a un encuentro en vivo, me decía que ella había cambiado en esos diez años y que ya no era la moza rellenita y apetecible de entonces, que a lo mejor le decepcionaba y que yo no le iba a gustar, etc. Yo intenté animarla y empecé a decirle tonterías y bromas, a contarle chistes facilones y a recordarle un lo bien que lo pasamos la noche anterior. Poco a poco la conversación fue subiendo de tono. Nuestras voces se tornaron más suaves y el calor volvió a transmitirse a través de la línea. De improviso, aprovechando la excitación le pedí de nuevo hacerlo en vivo, quedar en persona, dejarnos de tonterías y practicar una saludable sesión de sexo real como personas maduras que se sienten atraídas sexualmente la una a la otra. No sé si fueron estas palabras o el hecho de que estábamos más cachondos que dos perros en celo, pero el caso es que ella accedió a vernos en su casa.

Apenas ella cierra la puerta lo primero que hago es rodear su ancha cintura con mis brazos y atraerla hacía mi cuerpo, mirarla a los ojos y acercar mi boca a la suya. Dios, como había deseado ese momento. Nos fundimos en un beso largo y sensual, abriendo las bocas, explorando nuestras lenguas, jadeando y gimiendo. Ella se aprieta contra mí, haciendo que sus pechos se opriman contra el mío para que yo pueda sentir la calidez de sus mamas a través de la ropa. Su lengua entra y sale de mi boca, mezclando su saliva con la mía.

Mis manos suben por su espalda y se detienen en su nuca, atrapando su hermoso cabello entre mis dedos, acariciándolo, jugando con él mientras sus manos me acarician el rostro. Sin dejar de besarnos y tocarnos ella aprieta uno de sus grandes muslos contra mi bajo vientre. Ella siente al momento la terrible hinchazón de mi entrepierna y el calor que desprende. Sus gemidos entran en mi garganta, quemándome por dentro, enervándome la sangre. Dejo de acariciar su pelo y coloco ambas manos sobre sus pechos: son grandes y los noto firmes a través de la ropa. Aprieto suavemente y Oli vuelve a gemir dentro de mi boca. Su muslo cálido y suave comienza a frotarse contra el paquete que abulta mi entrepierna.

Separo mi boca de sus labios y contemplo sus ojos, mirándolos directamente mientras percibo el aliento cálido de su boca en mi rostro. Mis manos aprietan con fuerza sus tetas y ella me agarra del pelo con rabia y arrastra mi cara contra su pecho, haciendo que mi cabeza se sumerja en su escote.

-¡Chúpalas! ¡Cómetelas!

Mis manos se meten dentro del escote, tirando de la tela, rasgando la ropa para liberar las tetas de Oli y así poder contemplarlas por primera vez: son grandes y hermosas, muy blancas y con los pezones negros, gordos y muy tiesos. Mi boca los atrapa una y otra vez, chupándolos con fuerza, aspirándolos, dejando un rastro de saliva rodeando las aureolas. El calor de mi boca quema la piel de sus tetas; siento sus gemidos en mi pelo y noto sus manos apretándome la cabeza, empujándome contra su busto mientras mi lengua azota sus pezones. Una de mis manos baja desde su pecho hasta su vientre y de allí pasa a la entrepierna de Oli.

A través de toda la ropa puedo notar la terrible humedad y el bochornoso calor que desprende su sexo. Acaricio el bulto que palpita entre sus muslos y ella me responde tirándome del pelo con saña, haciéndome daño, obligándome a que deje de chuparle las tetas y la mire a la cara. Su mirada de pasión y su sonrisa lasciva lo dicen todo. Se exactamente lo que ella quiere y voy a dárselo enseguida. Sin parar de restregarle el bulto del coño con mis dedos me arrodillo frente a ella. A esa distancia percibo como los muslos le tiemblan ligeramente. El olor a hembra en celo me golpea en la cara cuando pego mi rostro contra sus pantalones. Siento como sus dedos se enredan en mi pelo y escucho sus gemidos de apremio cuando saco mi lengua y le repaso toda la bragueta con ella. El calor que desprende es increíble. Mi lengua sube y baja por el bulto del chocho mientras mis dedos empiezan a desabrochar su pantalón. Tiro de él hacia abajo suavemente, deslizando la prenda por sus generosos muslos y dejando a mi amante en bragas.

La pronunciada curva de su vientre roza mi cara cuando coloco mi cabeza entre esos muslos blancos y tibios. El aroma a coño excitado se filtra en mi nariz y mi polla responde latiendo con fuerza, hinchándose aún más dentro de mi bragueta. De rodillas, frente a sus bragas, contemplo lo terriblemente mojada que está. Puedo apreciar a través del encaje de su ropa íntima que Oli tiene un triangulo de espeso vello por arriba, aunque la parte de abajo esta rasurada. Mi boca abierta se pega contra sus bragas y aspiro con fuerza, tragándome los aromas y los efluvios que se cuelan a través de la prenda. Mi lengua, ancha y rasposa, se planta justo encima de su raja y aprieto con delicadeza, subiendo y bajando. Oli siente el movimiento de mi lengua carnosa bajo su vientre, nota como mis gemidos calientan la piel de su coño y como mi saliva se mezcla con los jugos que segrega su raja.

Azotando con mi lengua la escueta tela que cubre el coño de Oli, siento que mi excitación sube cada vez más; el olor de su coño me impregna la cara y hace que me tiemblen las rodillas. Necesito sostenerme y coloco mis manos en las nalgas hermosas de mi amante. Son grandes y redondas, terriblemente llenas de carne y lujuria. Mi lengua se hace a un lado y la meto bajo las bragas para lamerle el coño directamente a Oli. El sabor salado y acre de sus jugos me sabe a gloria. Mis manos estrujan su culo y mis dedos se clavan en las voluptuosas carnes de mi hembra. Mi lengua se escurre entre los labios menores de su coño, exploro cada uno de sus rincones, empujando la carne suave y tierna del interior de su vulva, buscando la entrada a su vagina. A veces golpeo suavemente la rosada caperuza que envuelve su clítoris y noto su redondez y dureza en la punta de mi lengua.

Oli solo puede gemir y suspirar, completamente entregada, dejándose llevar por el placer que le proporcionan mis húmedas caricias. Miro hacia arriba y veo que suspira con los ojos cerrados, gimiendo mientras una de sus manos se acaricia las tetas, masajeándolas y tirando de los pezones suavemente. Mi lengua deja de lamerle el clítoris y uno de mis dedos se cuela por el hueco de su vagina, explorando las paredes internas, sacándole el jugo de su interior y volviéndolo a meter. Oigo el agradable chapoteo que hacen los zumos de su chocho cada vez que mi dedo entra y sale de su cálido interior. Mi dedo empieza a moverse más rápido, entrando y saliendo de su coño mientras mi lengua se enreda entre la capa de pelos que cubre la parte superior del monte de Venus. Mi otra mano se cuela en la raja de su culo y empieza a buscar su otro agujero.

Ella deja de tocarse y me coge de las manos, deteniéndome.

-Espera, vayamos al sofá.

…CONTINUARÁ