Agarrada por el codo, te llevo a trompicones a la ducha aun con los ojos
vendados te quedas sentada en el fondo de la ducha indefensa mientras disfruto
de verte sucia de su de sudor y del semen que se escurre entre tus muslos.
Te asusta cuando siente el chorro de agua fría, intentas apartarte pero con las
manos atadas a la espalda solo consigues sacudirte torpemente gimiendo. Te
obligo a ponerte en pie pero no pienso soltarte y menos aun quitarte la venda.
Froto tu cuerpo con fuerza, te enjabono como a un niña rebelde, empezando con
suavidad y volviéndome más brusco poco a poco, estrujo los pezones duros por el
frío o la excitación, el vientre liso, abro tu culo para dejarlo expuesto y te
ganas un azote cuando te resistes, dejando la marca roja de mi mano.
Si misericordia meto los dedos en tu coño que un esta dilatado, siento el calor
de tu interior y como has vuelto a humedecerte.
Busco tu punto G y comienzo a acariciarlo lentamente mientras que con el pulgar
froto tu clítoris, subiendo el ritmo cada vez más rápido, más y más, gimes y
tiemblas aun atada y cegada por la venda, Los pequeños orgasmos que te hacen
temblar y que dejan paso a otro orgasmos más fuertes. Te cuesta respirar y las
piernas te flaquean, los gemidos se han convertido en llanto, hasta que ya no
puedes más y te derrumbas sobre mí, temblando y sollozando. Solo entonces te
beso suavemente, y lamo tus lágrimas.
De nuevo te llevo a la habitación, con le cuerpo aun mojado guiándote como un
animalito perdido.
Me siento y te coloco de rodillas ante mí, instintivamente adoptas la postura de
sumisión y estás tan hermosa que no puedo resistirme a cogerte del pelo húmedo y
obligarte a lamerme el cipote.
Sacas la lengua y te guío para que lamas mis huevos y mis ingles, un suave tirón
vasta para chupes ansiosa el largo tronco hasta llegar al punta donde dejo que
te recrees un poco, escuchando tu grandes lametones, ruido de tus topes en sobre
mi capullo, mientras que ciega y arrodillada te retuerces buscando la mejor
postura que te permiten tus ataduras.
Hago que te la tragues entera agarrándote bien el pelo por debajo de la
coronilla, bombea para que te la metas hasta la campanilla y aun así no puede
con todo, la babeas y gimes pero si aflojo la presión tu misma intentas tragar
más, hasta que tengo que separarte para ver tu cara sofocada y babeante.
Te siento sobre mí separándote las piernas con brusquedad quedas de cara mí, con
tu coño empapado rozando mi polla. Me es muy fácil agarrote por las ataduras
para que te muevas lentamente con mi el tronco de mi polla bien encajado entre
tus labios vaginales. Con la otra mano tiro de tu haciendo que te arquees y
descubras el cuello, lamiéndote las pocas gotas de agua que aun quedan sobre tu
piel. Mi lengua sube hasta llegar detrás de tu oreja donde me recreo, mientras
el moviendo de tu caderas se hace más fuerte, frotando tu clítoris contra mi
polla dura, empapada por tu flujo.
-¿Quieres que te la meta?
Es la primera vez que te permito hablar, y solo alcanza a susurrar un tímido
Sí
Con los ojos vendados el cachetazo, un que flojo, te coge por sorpresa.
· Pídelo bien
· Quiero que me la meta.
El siguiente cachetazo es un poco más fuerte, hace que se te escape una lágrima.
· Quiero . Uff quiero que me follé que me reviente
Un solo movimiento basta para levantarte por las caderas y empalarte, haciéndote
gritar y sollozar. Dejo que te acostumbre antes de hacer que te muevas en
círculo, agarrando bien fuerte las cuerdas de tus muñecas, para que te siente
poseída, para dejarte claro quien manda.
Te veo saltar sobre mi desmadejada como una muñeca de trapo, bien agarrada por
las caderas mientras que lamo y muerdo tus tetas. Más fuerte y más rápido,
dándote azotes en el culo solo por el placer de oírte chillar, para espolearte
como a un potra salvaje.
Cuando se noto como se acerca el orgasmo, cambio el ritmo más lento y profundo,
para mantenerte al borde del placer, para que sufras y sepas que gozara cuando
yo quiera.
Bien agarrada por las caderas, con mis dedos enterrados en tu culo, ya no hace
falta agarrarte de las ataduras para que te arquees y te retuerza. Cada
embestida de mi polla, te pone al borde del precipicio, el principio de un
orgasmo que no termina de romper. Hasta que me apiado de ti y dejo que te corras
como una perra. Empapándome con tu juego que sale a borbotones cuando por fin
dejo que el orgasmo te sacuda.
Hundes tu cara en mi hombro y te dejas llevar por el placer durante unos instantes interminables. Y te queda agotad apoyada sobre mi pecho, hasta que suavemente te separo y aun con las manos atadas a la espalda, te quito la venda para que por primera vez me veas la cara.