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El nacimiento de una sumisa

en Dominación

Cuando me mudé. Había confeccionado una cuidada planificación de gastos y pensaba buscar un trabajo de media jornada. Como había trabajado de consultor financiero unos cuantos años y mi situación económica no era demasiado mala en aquellos momentos, estaba seguro que podría salir adelante sin problemas y además llevar una vida de lo más desahogada.

 

Compré una pequeña casa y convertí la sala de estar en una oficina y empecé a trabajar fuera. Mi casa tiene una enorme piscina en la parte de atrás y está rodeada de unos enormes árboles y de unos frondosos arbustos, así que me puedo considerar bastante a salvo de las miradas curiosas. Al principio la vida era perfecta, pero ocurrió algo que la convirtió en increíble.

 

Mi vecina es una atractiva viuda alemana de 55 años llamada Vi. Económicamente no tiene problema alguno y no necesita trabajar para vivir. Dedica casi todo su tiempo libre a arreglar su jardín y su pequeño huerto. Además, tiene una casa preciosa. La primera vez que nos dirigimos la palabra yo ya llevaba viviendo allí unos 2 meses. Durante el siguiente par de meses hablamos y creció entre nosotros la amistad típica entre vecinos.

Un día salí de casa y hablé con ella mientras arreglaba su jardín.

 

- Qué flores tan bonitas -le dije intentando halagarla- La verdad es que todo tu jardín es precioso.

 

- Gracias -me respondió en un castellano casi sin acento.

 

- Cuando acabes con esto podrías empezar con el mío -le dije en broma.

 

- Será porque tú no quieres -me contestó y despidiéndome entré en casa.

 

Al día siguiente oí algunos ruidos en el jardín y, al asomarme allí estaba Vi plantando flores enfrente de la ventana de mi oficina.

 

- Oye, lo que te dije ayer iba en broma. No tenías que haberte molestado -le dije bastante avergonzado.

 

- No seas tonto. Me encanta ver crecer las cosas. Ese es mi mayor placer.

 

- Estás sudando -le dije.

 

- Es que hace mucho calor.

 

- ¿Por qué no vienes luego y te pegas un buen chapuzón en mi piscina para quitarte todo ese sudor de encima? -le propuse.

 

- Me encantará hacerlo pero no sin antes acabar con esto.

 

Estaba hablando por teléfono cuando llamó al timbre de la puerta. Pulsé el botón de espera y le dije que entrase. Lo hizo y al darse cuenta de que estaba hablando por teléfono salió directamente a la piscina. Oí un chapuzón y seguí con mi conversación.

 

Durante unos minutos noté que no se oía nada. Miré por la ventana para ver si se había ahogado y me di cuenta de que estaba tendida boca abajo en una de mis hamacas. También me di cuenta de que no llevaba puesta la parte superior del bikini. Seguí hablando por teléfono unos 30 minutos más. Cuando acabé salí a la piscina para encontrarme a Vi totalmente desnuda tendida boca abajo. Me acerqué a ella.

 

- Deberías tener cuidado cuando tomes el sol -le dije admirando su cuerpo desnudo- Vas a quemarte y eso es peligroso.

 

- ¿Tienes alguna crema para el sol? -me preguntó con una voz perfectamente relajada pese a estar desnuda delante de mí.

 

- Creo que sí -le contesté- Pero la única que tengo tiene factor de protección 4 y eso es muy poco.

 

- Bueno, eso es mejor que nada -me dijo divertida.

 

Entré en casa y busqué el frasco de la crema. Cuando lo encontré salí de nuevo al jardín y se lo di.

 

- Gracias -me dijo.

 

- De nada, mujer. ¿Te apetece algo de beber? -le pregunté.

 

- Un té helado no me sentaría nada mal -me contestó.

 

Entré en casa para preparar un par de tés. Miré por la ventana de la cocina y la observé extendiéndose la crema por sus enormes pechos y por la parte delantera de sus piernas. Levantó la vista y me vio mirándola, pero solo sonrió. Cuando salí con las bebidas, volvía a estar tendida boca abajo.

 

- ¿Podrías ponerme un poco de crema por la espalda? -me preguntó.

 

- Por supuesto, será un placer -dije encantado.

 

Vi está todavía de bastante buen ver, teniendo en cuenta la edad que tiene. Es una mujer grande, de constitución fuerte y como ha realizado trabajos físicos toda su vida y camina casi a diario, su cuerpo es aún bastante firme. Sus pechos son enormes y también están aún bastante firmes.

 

Empecé a extenderle la crema por la espalda pero me detuve cuando llegué a la altura de su cintura.

 

- No te detengas. Ponme crema también por el culo, por favor -me pidió y así lo hice.

 

- Oye. Esto de ponerte crema por el culo me está poniendo bastante cachondo -le confesé.

 

- Si eso te va a suponer un problema será mejor que lo dejes -dijo riendo.

 

- Ahora ya no hay nada que hacer -bromeé- Lo único que puedo hacer para enfriarme es darme un chapuzón en la piscina. Voy a ponerme el bañador.

 

- ¿Por qué vas a hacer eso? -me preguntó Vi antes de que pudiese ni dar un paso hacia la casa- Es tu casa. Deberías bañarte desnudo.

 

- ¡Qué coño! -dije tras dudar un instante -Pues también es verdad.

 

Me quité los pantalones y la camiseta y salté a la piscina. Levanté la vista y Vi estaba mirándome sentada en el borde de la piscina con los pies en el agua.

 

- El agua está muy buena -le dije- Entra aquí un rato.

 

Vi hizo un movimiento afirmativo y con una sonrisa se deslizó en el agua. Nadamos y jugueteamos durante un rato. Entre juego y juego toqué casualmente sus pechos y restregué su culo pero no hice nada más. Salí del agua y, justo cuando acababa de coger la toalla, sonó el teléfono. Entré en casa envuelto en ella para contestar al teléfono y desafortunadamente se trataba de otra llamada de negocios.

 

Vi entró mientras yo estaba hablando y se arrodilló a mis pies. Abrió la toalla con la que yo estaba envuelto y comenzó a chuparme la polla. Seguí hablando lo mejor que pude. Se detuvo en cuanto consiguió que mi polla estuviese bien dura y me indicó que esperase un segundo, desapareciendo luego en el cuarto de baño.

 

Volvió en 15 segundos y de nuevo se arrodilló a mis pies. Esta vez se metió mi polla en la boca como si hubiese estado años sin comerse una (lo cual era verdad). La sensación era increíble. En menos de un minuto exploté y Vi se tragó todo mi semen sin desperdiciar una gota. Di gracias al cielo por los botones de espera de los teléfonos. Se quedó allí con mi cada vez más flácida polla aún en su boca. Me di cuenta de que, al mismo tiempo, se estaba metiendo un dedo en el coño y enseguida empezó a gemir y a gruñir a causa de su propio orgasmo. Yo estaba como hipnotizado, pero al final fui capaz de dar por terminada la llamada. Me levanté.

 

- Vamos a mi dormitorio -le dije.

 

- ¿Por qué? -me preguntó ella.

 

- Para que continúes con lo que has empezado -le contesté yo.

 

- ¿Qué quieres hacer allí? -volvió a preguntarme.

 

- Follarte -le dije yo sin pensármelo dos veces.

 

- ¿Eso es una petición o una orden? -me dijo.

 

- Una orden -le dije arriesgándome.

 

- Sí, amo -me contestó dejándome con la boca abierta.

 

¡Coño...!

 

Ya en mi dormitorio me metí de lleno en un papel que desconocía por completo. Nunca había actuado como un amo en ninguna de las relaciones que había mantenido hasta ese momento, pero pensé, "¡Qué coño!". Me puse de pie a los pies de mi cama enfrente del enorme espejo que hay en la puerta de mi armario.

 

- Arrodíllate delante de mí y chúpame la polla un poco más -le ordené con voz potente.

 

Ansiosamente cumplió mi orden mirando por el rabillo del ojo hacia el espejo. También lamió y chupó mis huevos y, antes de darme cuenta, mi polla volvía a estar tiesa y dura de nuevo. La saqué de su boca, me volví en dirección a la cama para subirme a ella y Vi dio un rápido lametón a una de mis nalgas. Me detuve y empezó a lamer mis nalgas para enseguida comenzar a introducir su lengua en mi ojete. Dejé que siguiese haciéndome aquello durante un minuto.

 

- Creo que deberías subir a la cama -le dije.

 

- ¿Eso es una petición o una orden? -me preguntó de nuevo.

 

- Una orden -le dije y me subí a la cama.

 

Ella también se subió a la cama, poniéndose a cuatro patas y empecé a meterle un dedo en el coño mientras además le propinaba un par de buenos lametones a su clítoris. Cuando vi que mis dedos estaban ya bien lubricados, empecé a deslizar uno de ellos dentro y fuera de su culo, primero uno, luego dos. Estaba volviéndose loca y metió una mano entre sus piernas para masturbar su clítoris mientras yo hacía lo mismo con su culo.

 

- Creo que debería darte por el culo -le dije.

 

- ¿Eso es una petición o una orden? -me repitió.

 

- Es una orden -le contesté- Así que prepárate a que te dé por el culo.

 

Cogí un poco de crema para las manos y la unté por toda mi polla. Entonces empecé a abrirme paso en su culo con ella y mientras lo hacía, Vi empujaba su cuerpo hacia atrás contra el mío. Se la metí entera y empecé a darle por el culo con todas mis fuerzas. Un par de minutos después me corrí en lo más profundo de su culo.

 

Una vez acabé de correrme, saqué la polla de su interior y los dos fuimos al cuarto de baño a lavarnos. Me limpié la polla mientras Vi se lavaba también. Volví a la cama y me acosté. Vi se acostó a mi lado.

 

- Gracias -me dijo de repente dejándome totalmente sorprendido- Hacía 8 años que no echaba un polvo.

 

Durante los siguientes 30 minutos hablamos de la enfermedad de su marido, de sus problemas sexuales, de algunas otras cosas. De repente, Vi hizo ademán de levantarse para vestirse y marcharse.

 

- ¿Adónde vas? -le pregunté.

 

- Me voy a casa, así tú podrás seguir con tu trabajo -me contestó.

 

- No, no... Aún no has acabado así que vuelve aquí.

 

- ¿Y qué tengo que hacer para acabar? -me preguntó.

 

- Todavía no me he corrido en tu coño -le dije- Así que creo que no deberías irte hasta que no lo haya hecho.

 

- Me parece que durante un rato eso no va a ser posible -dijo sarcásticamente cogiéndome la polla con dos dedos- Pareces agotado.

 

- Pues será mejor que encuentres una forma de volver a ponérmela dura -dije con tono autoritario- Porque sino no vas a volver casa.

 

- ¿Y se te ocurre algo que yo pueda hacer para conseguirlo? -me preguntó.

 

- Chúpamela un poco más y verás cómo se me vuelve a poner dura -le dije.

 

Empezó a chupármela y en menos de 5 minutos se me volvió a endurecer. Nos pusimos a follar, pero como ya me había corrido dos veces anteriormente, aguanté sin correrme bastante rato, proporcionándole un largo y apasionado polvo. Al final me corrí dentro de ella. Vi se sacó mi polla de su coño y se levantó a por una toalla.

 

- ¿Adónde vas? -le pregunté.

 

- A por una toalla para limpiarnos -me respondió.

 

- De eso nada. Vuelve aquí y límpiame con la lengua -le dije y vaciló un instante.

 

- Pero... -empezó a decir.

 

- He dicho que vuelvas aquí y me limpies con la lengua -le repetí de una forma más autoritaria.

 

Esta vez obedeció. Volvió a la cama y cumplió mi orden, lamiendo y chupando mi polla para borrar todo rastro de semen o de jugos de ella.

 

- A la vez que me limpias quiero que te frotes el coño -le dije y así lo hizo.

 

Pronto tuvo un nuevo orgasmo pero no dejó por ello de lamerme la polla hasta que la dejó completamente limpia. Nos quedamos tendidos sobre la cama descansando durante un par de minutos.

 

- ¿Puedo levantarme ya? ¿Has quedado satisfecho? - me preguntó Vi por fin.

 

- Sí -le dije simplemente.

 

Fue al cuarto de baño. Luego volvió a la piscina para nadar un poco más y después se fue.

 

A los pocos días llamaron a la puerta, salí a ver quien era y vi que era ella.

 

- ¿Podría usar tu piscina otra vez? -me preguntó en cuanto abrí la puerta.

 

- Claro -le contesté- Pero antes tendrás que pagar el peaje de la piscina.

 

- ¿El peaje de la piscina? -preguntó asombrada- ¿Qué es eso?

 

La cogí de la mano y la llevé a la mesa de mi despacho. Me senté, me bajé la cremallera de mis pantalones y saqué mi polla de ellos. Ella se rió pero rápidamente cayó de rodillas y se puso a chupármela. Cuando acabó, pudo salir a la piscina. Más tarde, tras haber pasado un buen rato en la piscina, nos pusimos a hablar.

 

- ¿Estarías interesado en que nos viéramos más a menudo para follar? -me preguntó.

 

- Por supuesto, sin lugar a dudas -contesté yo.

 

- Cuando uno de los dos esté cachondo y necesite sexo, solo tiene que llamar por teléfono y el otro le complacerá -dijo Vi- ¿De acuerdo?

 

- De acuerdo -dije yo y sellamos el trato con un apretón de manos.

 

A las cuatro de la mañana del día siguiente, decidí comprobar lo ansiosa de sexo que estaba y la llamé por teléfono.

 

- ¿Quién es...? -respondió con voz de sueño.

 

- Soy yo, tu vecino favorito.

 

- ¿Tú...? Pero... -empezó a decir.

 

- Sí, ya... ¿Recuerdas lo que hemos acordado esta tarde? -pregunté sin dejarle acabar la protesta.

 

- Claro, pero ¿qué tiene eso que ver con...? -volvió a protestar.

 

- ¿Podrías venir a mi casa ahora mismo? -le pregunté- Es que necesito que me hagan una mamada.

 

- ¡¿Ahora?! -preguntó- ¿Qué hora es?

 

- Las cuatro de la mañana -respondí tranquilamente.

 

- Las cuatro... Vaya, debes estar realmente desesperado.

 

- Sí que lo estoy -contesté- Y además muy cachondo. Pero lo que realmente quería comprobar era sí hablabas en serio cuando has dicho que acudirías siempre que yo necesitase sexo.

 

- Pues claro que hablaba en serio -me contestó un poco molesta- Completamente en serio y siempre que me lo pidas, iré a satisfacerte.

 

- Bueno, no te enfades -le dije- Ahora te necesito y como está oscuro podrías venir desnuda hasta aquí... Y no olvides dejarte la dentadura en casa.

 

- Te veré en un par de minutos -dijo riendo y colgó el teléfono.

 

Antes de 3 minutos se encontraba completamente desnuda ante la puerta delantera de mi casa.

 

- Ábreme la puerta -me pidió.

 

- La voy a abrir pero no vas a entrar -le dije mientras la abría.

 

- ¿Por qué no?

 

- Porque te vas a arrodillar en el suelo y me vas a chupar la polla aquí, en la puerta de mi casa y en mitad de la oscuridad.

 

Y sin mediar palabra, se arrodilló y empezó a chuparme salvajemente la polla como solo ella sabía hacerlo, sin poder aguantar ya tanto placer, me corrí abundantemente en su hambrienta boca, llenándola con una blanca y cálida descarga de semen. Ella tragó sin malgastar una sola gota de mi tan preciado elixir y cuando acabó se puso en pie.

 

- ¿Puedo ya entrar ahora? -me preguntó- Me gustaría dormir contigo el resto de la noche.

 

- No puedo dejarte -dije- Estropearía este momento. Hagamos que esto quede como una experiencia realmente erótica y volvamos a dormir a nuestras respectivas camas.

 

- Tienes razón -asintió- Ha sido uno de los momentos más excitantes y eróticos de toda mi vida y quiero recordarlo así. Buenas noches.

 

- Buenas noches y gracias-respondí

 

- De nada -contestó y desapareció en la noche rumbo a su casa.

 

A las 9 de la mañana siguiente, Vi llegó a mi puerta con una bandeja de pastelitos de canela recién hechos.

 

- Después de mi "aventura nocturna" de anoche no pude volverme a dormir así que decidí hacer estos pastelitos para ti -me dijo nada más verme.

 

- Tienen muy buena pinta -le dije- Pasa y desayunaremos con ellos.

 

- ¿Tienes algo de café para acompañar a los pastelitos? -me preguntó mientras íbamos hacia la cocina.

 

- No, pero lo prepararé en un par de minutos -le contesté- Ve desnudándote que te voy a follar mientras el café se prepara.

 

Puse el café en la cafetera mientras Vi se quitaba toda la ropa. Cuando la encendí, me di la vuelta y ya estaba totalmente desnuda.

 

- Chúpame la polla hasta que se me ponga dura -le dije.

 

- Con mucho gusto -me contestó.

 

Se arrodilló y me la chupó con la dentadura puesta ya que solo quería que me empalmase, no que me corriese. Paró cuando estimó que ya estaba bien tiesa.

 

- Ahora, inclínate hacia adelante y apóyate en la mesa -le indiqué.

 

Así lo hizo y cuando estuvo colocada como yo le había dicho deslicé mi polla en el interior de su coño. Comencé a follármela con verdadera fiereza y al cabo del rato se corrió.

 

- Date la vuelta y limpia tus jugos de mi polla -le dije.

 

Automáticamente, se dio la vuelta y empezó a lamer mi tiesa verga dejándola completamente limpia de cualquier tipo de líquido aparte de su saliva.

 

- Me gustaría muchísimo que te corrieses en mi boca -me pidió- Tengo ganas de tragarme tu semen otra vez.

 

- No. De eso nada -le contesté fríamente- Lo que vas a hacer es volver a darte la vuelta para que pueda follarte un poquito más.

 

Obedeció sin rechistar y volví a enchufarle mi dura polla en su chorreante coño. Tras unos violentos empujones, me corrí dentro de ella. Se quedó allí de pie, con las piernas todavía un poco abiertas, relajándose tras el fabuloso polvo que acababa de recibir. Cogí uno de sus pastelitos de canela y empecé a frotarlo contra su coño. Nuestros dos jugos, mi semen y su corrida, lo dejaron completamente empapado. Luego lo dejé sobre la mesa.

 

- Lo único que he hecho ha sido poner un poco más de crema a tu delicioso pastelito para que te lo comas -le dije.

 

- ¿Quieres que me lo coma? -me preguntó sorprendida- Eso es bastante retorcido, ¿no crees?

 

- No me importa si lo es o no -le dije tajantemente- Tú cómetelo.

 

Lo cogió y se lo llevó a la boca con una expresión sensual en su cara que me hizo estremecer. Lamió el semen que había sobre el pastelito y luego le dio un pequeño bocado. Lo masticó lentamente con los ojos cerrados, saboreando y disfrutando cada vez que masticaba. Luego se metió en la boca el resto del pastelito y una pequeña gota de semen se escapó de éste resbalándole por la comisura de los labios. De nuevo masticó con placer y cuando acabó de tragar el último trozo, se relamió llevándose a la boca con la lengua un par de migas del pastelito que habían quedado adheridas a sus labios así como la pequeña cuenta de semen que había escapado de su ardiente garganta. Por fin, y tras tragar los últimos restos, suspiró largamente y abrió los ojos.

 

- ¿Te ha gustado el pastelito? -le pregunté.

 

- Sí -contestó- Pero lo que más me ha excitado ha sido que tú estuvieses delante de mí, mirando cómo me comía ese pastelito cubierto de tu leche.

 

Vi y yo hemos llegado a ser grandes amigos. Al principio nuestra amistad consistía básicamente en el sexo. La llamaba a todas horas del día y de la noche. La hice hacer toda clase de cosas en toda clase de sitios. Nunca me dijo que no a nada. Le compré un sujetador de cuero que se ataba con fuerza alrededor de sus enormes tetas y se las oprimía muchísimo. Cuando se lo ponía, sus pezones se ponían increíblemente sensibles. Lo llevaba durante horas para mí. También le compré un par de anillos para los pezones, pero no de esos que se clavan, y le encantaron. De hecho los lleva a menudo cuando salimos por ahí. Dice que le encanta la sensación de sus tiesos pezones rozando contra su ropa. Otra vez le compré un par de los más increíbles vibradores que he visto en mi vida (uno para cada casa). El vibrador en cuestión tiene forma de huevo y puede metérselo en el coño. Se maneja con un mando a distancia sin cable. A veces se lo mete y me llama para decírmelo (esa es su manera de decirme que necesita un orgasmo). Luego sale al jardín para regar las plantas y yo la excito encendiendo y apagando el aparato mientras trabaja. La dejo al borde del orgasmo varias veces pero no permito que se corra.

 

- Si quieres correrte, tienes que decírmelo -le digo.

 

Siempre sé cuando necesita tener mi polla en su boca, porque no lleva puesta la dentadura, pero de todas formas hago que me lo diga. Normalmente me contesta con mucha dulzura.

 

- Quiero que me folles -me suele decir.

 

Entonces hago que me describa con todo detalle qué es lo que quiere. Si dice algo como que le coma el coño, entonces le preguntó que qué voy a conseguir yo a cambio y le hago describir con todo lujo de detalles no sólo lo que ella quiere sentir, sino además qué clase de sensaciones y placeres puedo esperar que me proporcione a cambio.

 

Una vez la llamé por teléfono.

 

- Hola, soy yo.

 

- ¿Qué necesitas? -me preguntó. Nuestras llamadas siempre empezaban así.

 

- Quiero que te tomes un largo baño caliente y que te limpies bien el coño.

 

- ¿Por qué? -dijo con curiosidad.

 

- Porque dentro de un rato voy a ir a tu casa y te voy a comer el coño.

 

Colgamos y me quedé esperando con impaciencia a que ella me llamase diciendo que ya estaba preparada. Una hora después, sonó el teléfono.

 

- Ya estoy lista -dijo en cuanto descolgué- Puedes venir cuando quieras.

 

- Antes de que te des cuenta, estoy ahí.

 

Fui a su casa todo lo rápido que pude ya que estaba excitadísimo. Entré en su casa, fui a su cuarto y la encontré tumbada y abierta de piernas sobre su cama. Sin decir palabra, me senté junto a ella y comencé a frotar su clítoris con mis dedos, pero al momento me detuve.

 

- Aún no estás suficientemente húmeda -le dije- Si quieres que te coma el coño, tienes que conseguir que esté húmedo de verdad para mí.

 

- ¿Y cómo voy a hacer eso? -me dijo con voz inocente.

 

- Ábrete de piernas y mastúrbate hasta que te corras -le ordené.

 

Lentamente, abrió las piernas de una forma increíble y empezó a masturbarse, primero con un solo dedo y luego con toda la mano. Mientras lo hacía, me senté entre sus piernas y observé el espectáculo. Tras un largo concierto de jadeos, gemidos y pequeños grititos de placer, Vi se corrió con su cuerpo temblando y estremeciéndose por su orgasmo. Esperé a que los últimos rastros de su orgasmo desapareciesen de su tembloroso cuerpo para hablar.

 

- Ahora si que tu coño está realmente húmedo -le dije y sonrió ilusionada.

 

Sin más, bajé la cabeza y enterré mi cara en su empapado coño. Empecé a comérselo con furia. Mi lengua entraba y salía de su agujero para después excitar su hinchado clítoris con rápidos y firmes lengüetazos.

 

- Por favor -me rogaba sin cesar- Vamos a hacer el 69.

 

- No -contestaba siempre- El único que puede comer ahora soy yo.

 

Seguí comiéndole el coño ajeno a sus peticiones y por fin hice que se corriese de nuevo únicamente con mi lengua. Cuando vi que su cuerpo se relajaba tras el nuevo orgasmo, me levanté de la cama.

 

- ¿Adónde vas? -me preguntó.

 

- A mi casa -le contesté tranquilamente- Ya he acabado con lo que había venido a hacer, ¿no?

 

- No te vayas -me dijo implorándome- Déjame al menos que te chupe la polla un rato o cualquier otra cosa. Haré lo que tú quieras que te haga.

 

Me detuve en seco al oír estas palabras y me di la vuelta hacia ella.

 

- ¿Cualquier cosa que yo te pida? -pregunté lentamente.

 

- Lo que quieras -dijo entregada.

 

- Está bien -dije- Me quedaré si dejas que te ate.

 

- Lo que quieras -asintió desesperada- Haré cualquier cosa, pero tú dame tu polla.

 

Me quité el cinturón y le até las dos manos a la espalda con él. La imagen era increíble. Sus hombros estaban echados hacia atrás y sus tetas habían quedado tirantes y levantadas. Su pecho respiraba con fuerza anticipándose a todo lo que yo iba a hacerle. Pellizqué y retorcí sus pezones hasta que se puso a gemir de placer y a rogarme que le dejase chupar mi polla.

 

- Por favor..., aaaah. Dámela... Deja que te la chupe... Siiii... Sigue, pero méteme la polla en la boca para que pueda mamártela... aaaah.

 

- Arrodíllate -le dije- Ahora me vas a lamer y a chupar los huevos.

 

Contenta por haberse acercado a su objetivo, se lanzó de rodillas contra el suelo. Debió de hacerse daño pero no pareció notarlo seguramente a causa de la excitación. Se abalanzó sobre mis huevos y comenzó a chuparlos y lamerlos con ansia, casi como un animal. De vez en cuando subía la cabeza para meterse mi polla en la boca pero, cada vez que lo intentaba yo retrocedía un poco. Al cabo de un rato hice que se levantase y esta vez fui yo quien se arrodilló a sus pies. Le comí el coño de nuevo hasta que conseguí arrancarle un nuevo orgasmo que sacudió su cuerpo igual que el primero. Luego hice que se inclinase hacia adelante para follármela por detrás con las manos aún atadas. Le di a su coño un par de embestidas y luego saqué la polla de allí. Rodeé a Vi y, metiéndosela en la boca, le di otro par de embestidas. Luego la saqué y volví a su coño, después a la boca y así durante un buen rato. Mientras iba de un extremo a otro de su cuerpo, Vi tuvo otro orgasmo.

 

- Bueno -dije con urgencia- Ahora me toca a mí correrme. ¿Dónde quieres que lo haga?

 

- En mi boca, por favor -me rogó- Hazlo en mi boca.

 

- Está bien -asentí- Vuelve a ponerte de rodillas y abre la boca todo lo que puedas.

 

Vi se arrodilló rápidamente y abrió tanto la boca que creí que se le iba a desencajar la mandíbula. La cara de Vi mostraba la ilusión de una niña pequeña cuando le van a dar los regalos de cumpleaños. Me meneé la polla unas cuantas veces y de repente empecé a correrme en su boca.

 

- No te lo tragues -le dije- Y mantén la boca bien abierta hasta que haya acabado de correrme.

 

Obedeció muy a su pesar y volvió a correrse de nuevo mientras yo seguía llenando su boca con mi cálida leche. En aquella postura me recordaba una de esas crías de pájaro que abren la boca hasta que no pueden más esperando que su madre les dé un gusano para comer. Era realmente excitante ver mi semen llenando su boca, su lengua, su paladar, sus dientes... Por fin, la blanca serie de chorros terminó.

 

- Ahora cierra la boca y saborea mi semen -le dije.

 

No hubiese hecho otra cosa con más gusto. Cerró la boca así como los ojos y empezó a saborear mi néctar gimiendo en medio del éxtasis. Yo disfrutaba viendo aquello. Una preciosa mujer con la boca llena de mi semen estaba saboreándolo como si se tratase del más delicioso licor del mundo. No sé exactamente cuánto tiempo duró aquello pero yo hubiese deseado que hubiese sido para siempre. Por fin, Vi tragó ruidosamente el último trago y abrió los ojos como despertando de un maravilloso sueño, con una sonrisa de felicidad en los labios.

 

- Hmm -exclamó- Esto ha sido la cosa más erótica que he hecho en toda mi vida.

 

Cada día que pasa Vi y yo nos introducimos más en el mundo del sadomasoquismo. Un día compré un par de esposas para muñecas y tobillos, un vibrador de mariposa y una venda para los ojos.

 

- Hola, soy yo -dije por teléfono.

 

- ¿Qué necesitas? -me contestó.

 

- Quiero que vengas a mi casa -le dije- Tengo una sorpresa para ti.

 

- ¿Qué es? ¿Qué es? -preguntó ilusionada.

 

- No lo sabrás hasta que no vengas -le dije alimentando su curiosidad.

 

En menos de un minuto se encontraba ya en mi casa ansiosa por saber qué era aquella sorpresa que le estaba esperando.

 

- ¿Qué es? ¿Qué es? -repetía- Venga, dímelo.

 

- Cierra los ojos - le dije.

 

Cerró los ojos y permaneció expectante. Saqué la venda de una bolsa y le vendé los ojos con ella. Luego la desnudé por completo, embutí sus tetas en el sujetador de cuero, deposité el vibrador de mariposa sobre su coño y le puse unos pantys ajustados para que el vibrador permaneciese firmemente fijado en su lugar. Después la até a mi cama de forma que no pudiese moverse. También coloqué en sus pezones un par de pinzas de madera. Esperaba que los pantys aguantasen sujetando el vibrador con firmeza sobre su clítoris y la verdad es que lo hicieron. Una vez hube acabado con todos los preliminares, encendí el vibrador y salí de la habitación. La dejé atada así durante una hora más o menos.

 

Durante ese rato, yo entraba y salía a ver qué tal le iba. Cada vez que salía de la habitación le decía adiós pero, algunas veces me quedaba en la puerta un momento para observarla. Vi tenía la habilidad de frotarse las piernas, una contra la otra, de forma que desplazaba unos milímetros el vibrador para que así éste quedase justo en el sitio exacto. Gemía y gruñía y experimentó varios orgasmos. Cada dos minutos, me acercaba silenciosamente a ella y la tocaba suavemente. También chupaba y masajeaba sus tetas que estaban duras como rocas, reajustando las pinzas en sus pezones, para luego salir de nuevo de la habitación.

 

- Por favor -me pidió una de las veces que entré- Desátame para que pueda chuparte la polla. Hazlo por mí.

 

- Está bien -accedí- Voy a hacer lo que me has pedido. Pero si me la vas a mamar, quiero que te la metas hasta la garganta, hasta que toda mi polla desaparezca en tu boca. Y además harás todo eso con los ojos vendados.

 

- Lo que sea -dijo rendida.

 

Aquello de que se metiese mi polla hasta la garganta era una cosa que Vi nunca había sido capaz de hacerme antes. Mientras me la chupaba con la boca todo iba bien pero, cuando empezaba a metérsela un poco más profundamente, siempre empezaban a darle arcadas y abandonaba antes siquiera de probar otra vez. Pero esta vez iba a ser diferente. Esta vez iba a llegar hasta el final porque yo no le iba a dejar hacer lo contrario.

 

La desaté y a tientas encontró mi tiesa polla que yo había colocado muy cerca de su cara, para que no tuviese que buscar demasiado. De repente, una vez tuvo mi polla en su boca, se volvió completamente loca. Se metió la mayor parte pero yo seguía animándola a que se metiese más aún.

 

- Más, más, más... -le decía sin cesar.

 

Le entraron nauseas un par de veces y estuvo a punto de vomitar pero ella no dejaba de introducirse cada vez más polla en la boca. Por fín consiguió metérsela por completo. La punta de mi polla debía estar a la mitad de su garganta y noté que aquello era demasiado para mí.

 

- Nena, voy a correrme -advertí- Preparaté porque va a ser de las buenas.

 

Vi se bajó de la cama sacándose mi polla de la boca, y cayó de rodillas en el suelo. Abrió la boca todo lo que pudo esperando la leche prometida.

 

- Vamos, hazlo -dijo con ansia- Córrete ya, por favor. No puedo aguantar más sin tu leche. Suelta tu carga, por favor.

 

Disparé una serie de blancos y cálidos chorros de semen al interior de su extraordinariamente abierta boca, mientras ella gemía y jadeaba sin cesar. Se tragó toda mi leche e inmediatamente volvió a meterse mi polla en su hambrienta boca. No dejó de chupármela hasta que consiguió que le regalase una nueva descarga de semen, pero durante todo el rato que duró esta mamada no dejó de frotar con furia la aún vibrante mariposa contra su clítoris.

 

- He perdido la cuenta de los orgasmos que llevo -dijo totalmente fuera de sí.

 

Cuando Vi decidió dar por terminada la sesión de orgasmos y mamadas, le quité la venda de los ojos y dejé que viese el resto de los regalos que había comprado para ella.

 

- ¿Que yo he tenido eso apretándome los pezones todo el rato? -dijo con tono de incredulidad cuando le mostré las pinzas- En ningún momento me he dado cuenta de que las llevaba puestas. Aunque, viniendo de ti, cualquier cosa que me hagas seguro que me excita.

 

Siguió mirando sus regalos y al llegar a un extraño y grueso cono de goma de color negro, me dijo:

 

- ¿Qué es esto?

 

- Es un plug para el culo -le dije.

 

- ¿Y para qué sirve? -preguntó.

 

- Para entrenar tu culo. Así se acostumbrará más fácilmente a mi polla.

 

- No te quejarás -me dijo un poco molesta- Me parece que mi culo ya está portándose bastante bien en lo que respecta a ese tema.

 

- Y no me quejo -dije para aclarar el asunto- Tu culo lo hace muy bien. Solo pienso usarlo para entrenarte y que siempre estés preparada para que te dé por el culo. Verás, te voy a enseñar cómo funciona.

 

Cogí el artilugio, lo lubriqué con una crema y se lo metí por el culo. La puse de espaldas sobre la cama y empecé a comerle el coño, sin quitarle el plug, hasta que tuvo un orgasmo.

 

- Sácame ese cacharro del culo y méteme tu polla -dijo en pleno éxtasis- Por favor, hazlo. Dame por el culo de verdad.

 

En esta ocasión le hice caso. Le saqué el plug del culo y le clavé mi tiesa y dura polla en su ahora más abierto y acostumbrado ojete. ¡Aquel trasto funcionaba! A mí no me costaba nada metérsela y a ella parecía que no le dolía tanto.

 

Ahora le gusta tanto el plug que lo lleva durante horas y horas sin quitárselo. Cuando se lo enseño, Vi ya sabe que le voy a dar un ratito por el culo. Aunque lo que a ella le gusta realmente es chuparme la polla, siempre disfruta de una buena follada por el culo.

 

Una vez en la que estábamos durmiendo juntos, yo estaba tumbado de costado y Vi se arrastró hacia los pies de la cama y empezó a lamerme el ojete. Durante un rato, yo fingí estar dormido pero llegó un momento en que se me puso tan dura la polla que pensé que no iba a aguantar más. Siguió lamiéndome el ojete hasta llevarme al borde de la corrida.

 

- Por favor, no te corras aún -me dijo- Ten paciencia porque quiero hacerte algo muy especial.

 

Y eso hice. Me aguanté hasta límites casi inhumanos, pero al fin conseguí no correrme. Luego me dejó descansar durante un rato para al rato volver a hacerme aquella tortura desde el principio. Esto ocurrió tres veces a lo largo de toda la noche pero yo me mantuve firme. Al amanecer abrió las cortinas de la habitación para dejar entrar la luz de la mañana y empezó a hacérmelo de nuevo. Como Vi me había dejado a punto de correrme tantas veces durante la noche, los huevos me dolían ansiosos de vaciar su carga. Por fin, me puso de espaldas sobre la cama, se metió entre mis piernas, me las levantó apoyándolas en mis hombros y me hizo correrme lamiéndome el ojete y la parte inferior de mis huevos. Solté toda mi carga sobre mi estómago y mi pecho. Entonces Vi hizo que me extendiese de nuevo sobre la cama y se dedicó a lamer lenta y provocativamente todo el semen de mi cuerpo mientras yo la observaba con placer.

 

- No sabes lo que me gusta estar haciendo esto -me confesó- Por fin tengo la oportunidad de hacer lo que quiera con tu semen y si esta es la única forma de que me dejes tener el control sobre él, me parece que voy a hacerte esto muy a menudo...

 

De hecho sigue haciéndomelo...

 

A veces , a menudo la saco a la calle con el huevo metido en su coño mientras que yo me meto el mando a distancia en el bolsillo. Una vez le metí el huevo y nos fuimos al supermercado pero no lo encendí en todo el rato.

 

- ¿Por qué no has puesto el huevo en marcha ni una sola vez? -me preguntó cuando ya nos dirigíamos a la caja.

 

- Estoy esperando el momento exacto -le contesté.

 

Vi empezó a sacar la comida del carro de la compra y empezó a ponerla sobre el mostrador de la cajera. Aquel era el momento que yo estaba esperando. Metí la mano en el bolsillo y lo puse en marcha. Casi se le salen los ojos de las órbitas. Lo mantuve en marcha hasta que salimos al aparcamiento. Entramos en el coche y cuando nos dirigíamos a casa hundió la cabeza en mi regazo y me la chupó a plena luz del día mientras yo conducía.

 

Otras veces también la he llevado a comer con el plug metido en el culo. A Vi no le gusta salir a la calle con el plug puesto, pero yo sé que lo lleva para tenerme contento, para que me dé cuenta de que ninguna otra mujer haría eso por mí.

 

- La única razón por la que hago que lo lleves es para que no olvides nunca que te has convertido en mi puta particular, en mi esclava sexual -le dije en una ocasión.

 

- La única razón por la que lo llevo es para asegurarme de que seas tú el que no lo olvide... -me contestó.