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Dulce tortura

en MicroRelatos

Me siento delate de ti, los dos desnudos. Me amaso lentamente la polla y juego con mis huevos. Tu solo puedes mirar con deseo, nada de tocarte.

La verga ya esta morcillona y con la punta húmeda, y tu solo puede abrir más las piernas intentando provocarme con tu coño que se muere porque le den caña.

Comienzo una paja lenta, arriba y abajo, descubriendo por completo el capullo y con los huevos rebotando en el borde del asiento. Te muerdes los labios, y no sabes si mirar mi polla cada vez más dura, o mirarme a los ojos suplicando que te deje participar.

Finalmente te hago una señal para que te acerques y te arrodilles entre mis piernas y comiences a lamerme los huevos como una perrita mientras me acaricias los muslos y el vientre.

Subes mordisqueando el tronco y tus uñas arañan suavemente mi piel. Cuando llegas a la punta pasas la lengua por le borde del capullo, la parte que sabes más sensible antes de meterla toda de golpe en la boca. Pero es muy gorda, te están dando arcadas y aun así incites en metértela hasta las campanillas.

Te separo y obligo ha hacerme una cubana, apretada entre tus tetas, mi polla es tan larga que aun sobresale el capullo para que lo mames mientras que te mueves dándome placer.

-Escupe, putón que me encanta que me escupan en la polla.

Con mala leche suelta un salivazo espeso y caliente que golpea mi capullo y se derrama lubricando el vaivén de tus tetas.

Si avisar te cojo en peso y te tiro sobre el sofá, colocándote de lado me coloco una de tus piernas sobre el hombro para dejarte bien abierta antes de empezar a meterla.

Hoy sientes mi polla especialmente gorda y dura, quieres que te folle más rapido pero yo insisto en ir lento y profundo desesperándote y haciendo que sueltes todas las palabrotas que sabes.

Quiero que me mires, sabes que tengo fetichismo porque me mires a los ojos, quiero ver tu cara cuando se acerque el orgasmo, como tu expresión pasa del vicio al descontrol, ya no puedes hablar, solo jadear como una perra cansada, el placer te esta subiendo… y entonces me paro en seco.

Aun como mi polla bien clavada, me maldices por pararme en lo mejor, te hago callar embistiendo con mi polla de nuevo, esta vez más profundo, puedes sentir el capullo entrando en tu útero y golpeando contra la cerviz.

El coño te chorrea un flujo abundante y espeso, el orgasmo se acerca de nuevo, aun más intenso, puedo sentirte temblar y como tu coño se contrae estrujándome la polla… y me vuelvo parar en seco.

Esta vez te revuelves e intentas pegarme, suelto una carcajada y comienzo a moverme esta vez en círculos, con mis caderas haciendo una especie de ocho mientras te beso la pierna que tengo al hombro.

Así, suave endiabladamente lento, volviéndote loca de deseo, te estrujas las tetas y chupas y mordisqueas tu pezones y solo eres capas de decir

–No pares… cabrón… no pares.

A la tercera es la vencida, y la tortura ha merecido la pena, el orgasmo es tremendo, como un terremoto que antes de que acabe, empieza un replica un poco menos intensa, el tercer orgasmo te llega cuando sientes mi semen golpeando contra el fondo de tu útero, me corro con un gruñido animal y aun así sigo bombeando tu coño un rato.

Te quedas rendida en el sofá sin ganas de moverte. Cuando me separo te doy un azote en el coño que te hace saltar.

-Eres un hijoputa… sino fuera por el gustazo que me das… te mandaba a la mierda.

Yo me limito a sonreír con malicia.