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Mi juguete preferido (5)

en Voyerismo

En el sex shop

Una de las situaciones que mas me puso fué la vez que por indicación de un cliente tenía que presentarse vestida en plan sado. El cliente le había detallado como tenían que ser la vestimenta para que se la comprara y luego le pasara la nota que se la pagaría junto con el servicio.

 Aquel día, había quedado con Sandra que la iría a buscar al trabajo para ir a comprar la comida de la casa a un centro comercial. En cuanto la recogí me explicó las exigencias del cliente y que sin falta teníamos que ir al sex shop, donde era clienta habitual y acostumbraba a comprar sus cosas eróticas, para surtirse de todo este equipo. A mí se me hizo la boca agua en cuanto me especificó lo que se tenía que poner. Sólo de pensar como le quedaría, mi paquete empezó a crecer. Ya iríamos a comprar la comida otro día. Me insinuó si prefería ir yo a comprar y que la dejara en el sex shop. Pero de ninguna manera me iba a perder este festín. Era una de mis fantasías fetichistas pendientes de cumplir.

 Entramos en el sex shop y el encargado, sólo ver a Sandra la saludó muy efusivamente y le preguntó por Andrea. Se llamaba Luis, y era el dueño del negocio. Un tío mas bien normalito pero que se le veía muy curtido a base de tatuajes y aros en las orejas. Noté que me observaba con un cierto recelo. Luego sabría el porqué.

 Le explicó lo que buscaba y como el sex shop estaba muy bien surtido, fueron completando todo el equipo. Yo tenía el privilegio de sugerirle las prendas, por lo que elegí las que mas resaltarían su anatomía, siempre que Sandra considerara que le quedarían bien. A medida que yo iba eligiendo la vestimenta me fuí calentando pensando como le quedaría todo esto en su cuerpo. Botas negras y brillantes autenticas de puta que llegaban hasta medio muslo y con un taconazo muy alto. Un tanga abierto por delante para que quedara el coño descubierto. Por lo visto el cliente quería tener el camino libre y follársela con todo puesto. Un corsé de unos 20 cm de altura con cierres de hebilla, sostenes también de tiras que le rodeaban las tetas, dejandolas  al aire, un collar con una anilla.y una cadenita con un mosquetón para atar en el collar. El conjunto desde luego prometía y me moría de ganas de verselo puesto. Mis ansias fetichistas estaban a punto de reventar y mi paquete tambien imaginando como le quedaría.

 Ahora venía la segunda parte. Luis le cedía su despacho para que se probara el conjunto. Entré con ella y me advirtió que Luis a cambio de algún detalle les hacía un buen descuento. No me extrañó nada que me dijera esto, ya que si había dinero de por medio, en este caso un sustancioso descuento, se lo pagaran con favores. Por eso el tío me miraba mal porque pensaría que le iba a chafar la fiesta. Sandra me preguntó si me importaba. Le dije tranquilamente que yo también participaría de la fiesta.

 Dicho esto, se desnudó y empezó a vestirse con aquellos atuendos tan sexys. Primero se calzó las botas que le daban una figura esbelta y apariencia de auténtica puta. El tanga era un cinturón con dos hebillas laterales para ajustarse a la cadera. Por delante con una anilla se sujetaban dos cadenitas que desde el monte de venus, pasando por las ingles le rodeaban la vulva, ofreciendo un precioso coño resaltado y enmarcado por la presión de las cadenitas que se juntaban en el perineo con otra anilla de la que salía otra cadenita que se perdía metiendose por la raja del culo formando la T con la anilla trasera del cinturón. Se lo apreté tirando al máximo hacia arriba para que las cadenitas tensaran el contorno de la vulva, la cual quedaba expuesta escandalosamente por la presión en las ingles de manera que hasta dudaba que la pudiera penetrar aunque cuando se abrió de piernas se despejaron las dudas. Le apreté el corsé bien ceñido para que marcara bien sus formas.

El sostén era a juego con el tanga, también abierto,  por lo que las tiras le enmarcaban las tetas en su contorno, resaltandolas y pareciendo que fueran mas grandes, ayudado por el corsé que al comprimirle la cintura, realzaba su tamaño y las proyectaba orgullosamente hacia delante, dejandole una cintura de avispa que acentuaba las caderas y el culo.

 Protestó que le había apretado todo demasiado pero se conformó cuando le convencí que así realzaba mas su figura y que un atuendo sado maso tenía que ir muy ceñido, sino perdía su gracia, asegurandole que al cliente le gustaría así. Tuvo que reconocer que la presión de las prendas le estaban excitando. Mi polla estaba a reventar viendo aquel cuerpo adornado por las ajustadas cintas y cadenas que lo hacían escandalosamente apetecible.

Aunque no le gustó demasiado, pero se dejó poner el collar y la cadena para darle un ultimo toque de apariencia  sado. Realmente parecía una diosa con aquella vestimenta. Estaba imponente. Me pidió que le dijera a Luis que ya estaba lista para que le hiciera el descuento y que no se preocupara por mí porque también sería cómplice activo de la fiesta.

 En aquel momento estaba atendiendo a un cliente y me dijo que se pasaría enseguida. Mientras tanto Sandra quería ver como le quedaba el conjunto. Había un espejo mural a la salida del despacho por el que Luis observaba si entraba alguien por la puerta de la calle mientras estaba dentro. Sin importarle si había alguien que pudiera verla, salió del despacho hasta el espejo y allí se miró por todos los lados y se convenció de que le quedaba todo muy bien. Se percató que tanto Luis como el cliente que estaba con él la vieron y como si no se hubiera dado cuenta de ello, la muy golfa aprovechó para exhibirse delante el espejo con diferentes poses para calentarlos. Los dos tenían los ojos como platos  y estuvieron un rato comentando algo que no era muy difícil de adivinar.

 Yo no me aguantaba más y le dije a Sandra que entrara que iba a follarla ya mismo. Se puso con el culo en pompa y se agachó apoyando las manos en la mesa. Separó las piernas dispuesta a ser penetrada y ante mí tenía la visión de aquel magnífico chochito todavía mas abultado por la presión de las cadenas del tanga al doblar su cuerpo sobre la mesa. Parecía un brioche que me disponía a rellenar con mi polla y que luego sería embadurnado con mi lefa. Se lo toqué comprobando que lo tenía muy humedecido y se la metí de una tacada constatando que las cadenas que le pasaban por la entrepierna y le comprimían el contorno de la vulva no serían ningún estorbo para ser penetrada.

 Empecé a bombearla reclinándome de vez en cuando para sobarle sus bamboleantes tetas. Con una mano se apoyaba en la mesa y con la otra se masajeaba el clítoris. La visión de aquel culo acentuado por la estrechez de la cintura gracias al corsé, me producían una excitación como pocas veces me había pasado.

 Enseguida entró Luis y nos dijo si teníamos inconveniente en que el cliente que estaba atendiendo participara como voyeur  porque se había excitado mucho con la visión de Sandra exhibiéndose delante del espejo y vestida de aquella forma tan erótica. Después de que la muy zorra lo provocara de aquella manera no podía quedar fuera de juego. La excitación que llevabamos encima mas la oportunidad y el morbo añadido de que, ademas de Luis, se juntara un voyeur a la fiesta  hizo que lo invitaramos con mucho gusto. Luis sacó unos preservativos y se los pasó al cliente en previsión de que no le manchara luego el suelo de lefa. Se sentó en la mesa enfrente de ella, se bajó la bragueta y sacó su cipote que fué a a parar directamente a la boca de Sandra que apoyando una mano en la mesa, con la otra le cogía su polla.

 Mientras, yo seguía bombeandola, el voyeur seguía con su trabajo manual a unos dos metros de distancia. Envalentonándose, se acercó y le cogío la cadena que pendía de su collar hasta el suelo y aprovechó para sobarle un rato sus bamboleantes  tetas . Con una mano aguantaba la cadena tensada mientras con la otra seguía masturbándose. Sin duda le gustaba también la sensación de dominación. Sandra empezo a moverse de lado y a agitarse gimiendo, presa de un orgasmo al que seguidamente me uní yo corriéndome con todas mis fuerzas, excitadísimo por la visión  que me ofrecía ceñida con aquellos atuendos que hacían realidad mis mas exigentes apetencias fetichistas y por la improvisada fiesta que se había montado, con la satisfacción de ver como atendía a tres machos con la mayor naturalidad. En aquel momento debía sentirse muy puta, utilizada por los tres y yo muy orgulloso de ver como mi hembra se desenvolvía con tanta soltura en esta situacion, fruto de su experiencia profesional.

  Luis se corrió en su boca casi al mismo tiempo que el voyeur, pasándole a Sandra varias toallas de papel que se metió en su coño para que no se le cayera mi lefa al suelo y  escupiera la de Luis en ellas. ya que sólo se tragaba la mía. Sandra se fué rapidamente al lavabo para limpiarse la boca y los bajos. Los tres nos miramos sonrientes por el buen rato que nos había hecho pasar. Cuando entró todos la felicitamos por lo bien que se había desenvuelto y lo bien que le quedaba el conjunto

 Se sentía el centro de atención, cosa que le agradaba muchísimo. El voyeur al ver como se las gastaba la chica, le insinuó que se había quedado con las ganas de follarsela  Ella le dijo claramente que solo follaba por dinero y que si le interesaba le pasaba su telefono para concertar una cita. Lejos de decepcionarse de que fuera una puta, le dijo que ya le llamaría pero que era imprescindible que se presentara con estas prendas tal como las llevaba ahora por lo mucho que le habían excitado. Quedaron que no había problema. Sandra, como buena profesional, no perdía oportunidad para captar nuevos clientes.

 Efectivamente, el cliente voyeur la llamó varias veces y se veían en unos apartamentos de alquiler por horas, especiales para el folleteo ya que él estaba casado.

 Sandra se cambió y al pasar por caja, Luis le hizo un buen descuento. Si la nota subía sobre los 400 euros, le descontó mas de 100. Naturalmente, el total reflejaba los 400 euros que es lo que presentaría al cliente que la había contratado. Se ahorró un buen pico que iría a parar a su bolsillo, además de la tarifa del servicio. Nos despedimos de Luis, que  esperaba vernos pronto y dandole a Sandra recuerdos para Andrea. .

 En el camino comentamos como a los dos nos había excitado muchísimo el exhibirse desnuda y ataviada de aquella manera y que compartiera generosamente sus encantos y sus habilidades con los tres a la vez. Tambien comentamos que si el cliente le hacía quedarse con todo aquello, que era lo mas probable, lo utilizaríamos con frecuencia, visto como nos ponía de burros a los dos y a los invitados que se cruzaron por el camino. Reconoció que el conjunto le daba un placer añadido al contacto con su piel y que debía ir bien ceñido.

 Al llegar a casa se preparó para la cita  y no perdí la oportunidad de ayudarla de nuevo a vestirse con el conjunto, ya que el cliente, le pidió que se presentara así. Se pondria encima un vestido para que no se le notara. Me cogió otra vez un calentón tal que no tuve mas remedio que follarmela de nuevo. Cuando la follaba antes de una cita siempre me exigía que fuera por detras en la posición del perrito, para no despeinarla ni desmaquillarla. Otra vez la visión de su vulva tan expuesta me puso a cien.

La acompañé a su cita al hotel,. Durante el camino le metí mano de vez en cuando para palpar su accesible coño y mantener la calentura. Cuando la recogí sobre las 12, quede muy tranquilo de ver que llevaba todo el conjunto. El cliente le dijo que lo guardara y cada vez que la citara, debería ir vestida así, por lo que podría disponer de él cuando nos apeteciera. y por el camino me contó como había ido. En cuanto entró en la habitación, sin más preambulos, el cliente le abrió y le quitó el vestido para comprobar que llevaba lo que había pedido. Se quedó muy satisfecho de ver cumplidas sus ordenes y muy contento de ver lo bien que le quedaba todo, repasandola de arriba a abajo. Le pidió la cadena y se la puso en el collar. Enseguida le solicitó la factura del sex shop y le pagó la cuenta mas el servicio sin rechistar. Casi desde que entró hasta que se fué, la llevaba asida por la cadena. De vez en cuando le daba cachetes en el culo, cosa que no le disgustaba si eran suaves. No me explicó nada mas remarcable que se escapara de lo normal en una sesión de este tipo 

 Ya en casa, la calentura de ambos hizo que follaramos otra vez antes de ir a dormir sin dejarle todavía que se sacara la indumentaria sado, por lo que aquel día en pocas horas me la follé 3 veces y ella había satisfecho a cuatro hombres. Cuando se quitó las ajustadas prendas, me fijé en las marcas rojas que le habían dejado al ceñirse sobre su cuerpo y su culo ligeramente enrojecido por los bofetones del cliente. Le quedaban muy bien y parecían latigazos como si hubiera estado en una sesión sado maso.           

 Cuando estabamos en casa y se vestía con este conjunto, me consentía que le ensartara tambien la cadena en el collar como si fuera mi perra, cosa que me ponía muy burro. Aunque no le gustaba mucho la idea porque se sentía dominada y le tenía que hacer ver que no era mas que un juego porque no toleraba que nadie hiriera su orgullo y se viera como una esclava sumisa aunque en el fondo, aunque no quisiera reconocerlo, tambien este juego le excitaba muchísimo

 Para salir a la calle. Se ponía como la primera vez, un vestido que le cubría hasta las rodillas para no mostrar la parte superior de las botas de furcia, pero cuando se sentaba se le veían casi hasta el final a medio muslo. Con algunos botones del vestido desabrochados por arriba tambien se le veían las tiras del sostén y parte de las tetas, a la vista de los que pasaban cerca, lo que me hacía muy feliz  que se exhibiera con este conjunto. Tambien llamaba la atención el collar con la anilla que le daba un aspecto de sumisa muy morboso. 

 - Te gusta que sea tu juguete

Me decía siempre despues de alguna situación morbosa

 - Me encanta

Le contestaba yo