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La oportunidad (2)

en Hetero: Infidelidad

PARTE 2

Recomiendo leer previamente la primera parte para situar y conocer mejor a los personajes y el hilo de la historia:

http://www.todorelatos.com/relato/91130/

Nos quedamos un poco amodorrados después del “combate”. Menos mal que Marisa puso una alarma en el móvil. Nos espabilamos y nos dimos una duchita rápida. Tenía que terminar de cerrar la maleta para salir.

Nos metimos en el coche rumbo a casa de la amiga que la iba a acompañar y directos al aeropuerto. Nos dimos un beso justo en la puerta dentro del coche. Y las dejé entrando en el bonito edificio.

Empezaba mi fin de semana de rodríguez. Yujuuuuu!!! Entre pitos y flautas volví a casa a eso de las 9 y poco. Habíamos quedado a las 11, lo que todos sabemos que en realidad sería a las 12… Así que tenía tiempo para cenar tranquilamente.

Me preparé una cena ligerita, un poco de verdura asada y un filete de pollo a la plancha. Aunque es fácil de preparar, solo hay que ir echando verdura troceada a la sartén, la verdad es que hay que irlo haciendo despacio y se tarda un rato.

Así que después de cenar me empecé a preparar. Empecé a desnudarme y pensarme si me iba a afeitar o no. Tenía una barba de esas de 3 días que pareces papel de lija y tienes pinta de recién salido del talego. Así que lo que hice fue solo arreglármela un poco y listo. Quería ir con esas pintas de malote que tanto gusta a las mujeres, o esa es la impresión que da.

Ya que estaba me di un pequeño repaso en los bajos. Cogí la cortapelos y me repasé el pubis para dejármelo cortito que ya iba tocando, después un poquito de espuma y con muuuuuuuuuchoooooo cuidado fui afeitándome las pelotas. A nosotros nos gusta encontrarnos un chochete peloncete y arregladito, así que tenemos que pagar con la misma moneda.

Una vez con menos bello en los genitales me metí en la ducha para una ducha más en serio. Al salir y secarme me puse delante del espejo otra vez. Ahí estaba un tipo de 1,80 metros y 80 kg, pelo muy corto castaño, con ojos castaños con tonos verdosos. Os podría decir que, según mi abuela, soy el más guapo del mundo; pero claro, es mi abuela. Lo dejaremos en que no soy nada desagradable a la vista y el resto del cuerpo pues está cuidado a base deporte y dieta mediterránea, pero nada de gimnasio, nunca me ha gustado.

Me vestí con un pantalón de pinza de tono crudo y que me quedaba sueltecito, con una camisa de cuadros oscura. Pasé al lado del cajón donde estaban los condones y me puse a pensar. ¿Y si hoy las tonterías con Susana iban un pasito más allá y nos reliábamos?... nooooo, eso no iba a pasar, no quería que pasara o sí, ¿por qué perderme eso?... en fin, al final no cogí nada y me fui al punto de encuentro en bus. No quería tener que conducir a la vuelta.

Llegó con 5 minutos de retraso, el bus me revienta, pero por supuesto estaba solo.

-       Chico, llegamos un poco tarde. Perdóname, un besazo.- Decía el mensaje de Susi.

Pues nada a esperar, la culpa es mía por creerme la hora que me había dicho. Así que me entretuve con mensajitos a Nuria, que ya estaba de canguro desde hacía rato. Le contaba que estaba de pingoneo con una compañera de trabajo y un par de amigas. Medio en broma medio en serio me decía que tuviera cuidadito con las buitronas. A lo que respondí que no tuviera miedo, que no me meten mano ni los lobos. Y entre chascarrillos me pasé la media hora larga que tardaron en llegar.

También me llamó Marisa. Habían llegado bien y ya estaban las 3 pendonas juntas. Iban para casa dejar las maletas y a salir por ahí. Le conté que también yo tenía plan y le pareció estupendo que me entretuviera.

Por fin llegaron las chicas:

-       Perdoonaaaa!!!- Decían las 3 poniendo cara de penita.

-       Vaya tela eh chicas… me he pasado aquí tirado solo 1 hora.- Me hacía la víctima claro, pero también es verdad que se habían pasado.

-       No no no, 20 minutillos…- dijo Susana.

-       De 20 minutos nada so petarda, mira que hora es ya.- En tono de falso reproche.- Esto lo tenéis que compensar de alguna manera.

-       Vale amor, yo te lo compenso y más.- Con una sonrisa de gata. Hizo una pequeña pausa y añadió- Estas son Tania y Ángela.

-       Yo Javi.- Y di 2 besos a cada una. Unas morenas bastante guapetonas también que llevaban unos vestiditos cortitos y ceñidos a sus hermosos cuerpos. Nos cruzamos unas miradas ya un poco alejadas de lo inocente y más cercana a la “calibración”. Susana iba también con un vestido azul bastante pegado pero con una tela como de gasa, muy bonito y que le sentaba genial.- Bueno, ¿a dónde me vais a llevar?

-       Pues mira, ya que estamos en el paseo marítimo vamos a ir “entrando en calor” por los bares de aquí.- Susana era la que llevaba la voz cantante, no sé si porque las otras estaban un poco cortadas o porque era la líder.

Nos acercamos a uno de los bares del paseo marítimo. La verdad es que la noche estaba muy agradable y se estaba estupendamente en la terraza. Empezamos con caipiriñas para las chicas y un botellín fresquito para mí. Empezamos a parlotear para irnos conociendo. Las chicas eran también un poco pijitas como Susana, pero no llegaban a ser repelentes, ¡menos mal! Eso sí, también eran un poco bastante pavas, así que lo iba aprovechando para hacer chascarrillos a costa de las 3, pero sin maldad. Nos lo estábamos pasando muy bien y parecía que congeniábamos bastante bien.

Había también de cuando en cuando unas miradas muy intensas, en medio de unos pequeños silencios. Las chicas eran muy atractivas las 3, pero Susana venía espectacular. Además aprovechaba cualquier excusa para cogerme la mano o ponerme una mano en el brazo o en el hombro. Yo me dejaba hacer, como si eso fuera lo más natural del mundo. Aunque las amigas se daban cuenta de que tardaba algún instante de más en retirar la mano.

-       Bueno, ¿cómo me vais a compensar?- Dije sacando otra vez el tema.

-       No nos hemos retrasado tanto, no seas pesado y rencoroso.- Respondió Ángela sacando la lengua.- Nos hemos entretenido un poquito, preparándonos para ti.

-       Ya, para mí. Aunque es verdad que estáis estupendas.- Lo dije con una mirada sincera.- Además, yo también tardaría si tuviera agua, jabón y pechos.

Las tres arquearon las cejas y empezaron a reírse.

-       ¡Eres un guarro!- Susana mientras me daba un palmetazo en el hombro.

-       Sincero, morenaza, soy sincero.- Mientras me apartaba haciéndole burla.

Me preguntaron cómo es que había dejado a mi novia (así con un poco de rintintín) irse por ahí de “picos pardos”.

-       Ella es libre de hacer lo que quiera. Si no la “dejara” sería peor, porque lo prohibido siempre es más apetitoso.

-       ¿Entonces os podéis liar con quien queráis?- Preguntó Tania sorprendida.

-       Yo no he dicho eso. Ella puede salir entrar con sus amigas y tener parte de su vida que no tenga que ver a la fuerza conmigo. Lo de liarnos ya con otras personas… pues no es algo que esté sobre la mesa. Entiendo que haya parejas que por activa o por pasiva, les funcione. Mientras haya respeto. Aunque también puedo entender aquellos/as que “engañan” a sus parejas, por experimentar algo que no encuentran en la pareja, porque están cansados y necesitan un aliciente, por romper la monotonía, por tener sexo como no lo han tenido en años y experimentar cosas que no se atrevería ni siquiera a insinuar a sus parejas.- Me había explayado a base de bien, pero era tal y como lo sentía.

Las chicas escuchaban sin decir palabra, más bien un poco embelesadas. No creo que oyeran hablar así muy a menudo, aunque parecía que entendían y compartían cada palabra que decía. Como si hubiera expresado una idea que no se habían terminado de formular en sus cabezas. También me pareció apreciar una mirada de gata en Susana a medida que hablaba de experimentar fuera de la pareja. Y yo cada vez me picaba y me esforzaba un poco más para mostrarme receptivo y entrar al juego con ella.

Estuvimos un rato charlando y decimos adentrarnos en el pub. Había música y sitio para bailar, y las chicas tenían ganas y mandan, así que adentro. Pero primero fuimos a pedir otra ronda. Susana se acercó a la barra para pedir mientras las otras dos se quedaron un par de pasos alejadas, la barra no estaba demasiado llena pero tampoco había sitio libre.

Ella empezó a pedir pero las chicas de la barra la ignoraban un poco. Me acerqué por detrás y metí el brazo por encima de la barra y de ella para pedir. Me puse muy cerca de Susana, pero sin llegar a tocarme con ella. Giró un poco la cabeza al comprobar que era yo y acercó su culo a mí tocándome entre un muslo y el paquete. No me amilané y me quedé ahí firme, mientras pude vislumbrar una sonrisa mientras volvía su mirada al frente.

Nos acercamos con las copas a la zona de baile a una mesa alta donde poder dejarlas mientras bailábamos. Bueno bailaban ellas, yo hacía un poco el ganso intentando seguir algo parecido al ritmo. Pero estas chicas sabían lo que se hacían. Viendo mi “estilo” se acercaron para poder hacer un control de daños y enseñarme unos pasos fáciles y que no me echaran de allí por daños y perjuicios.

Estuvimos así un rato con el “baile para torpes” hasta que se fueron animando y empezaron a bailar entre ellas. Poco a poco la cosa fue subiendo de tono, los movimientos eran cada vez más suaves y sensuales y se iban acercando unas a otras. Poco a poco también empezaron a llamar la atención del público en general y masculino en particular. Yo hacía rato que solo hacía como si me moviera pero quieto en el sitio y miraba a aquellas chicas y su sensualidad. De cuando en cuando me miraban y sonreían, sabiéndose observadas y devoradas con las miradas no solo mías.

Me retiré a nuestra mesa que no estaba lejos y quedaba algo de bebida. A observar en la distancia. Aunque no podía verlas igual de bien con la gente por delante, pero sí podía recrearme algo más con el espectáculo.

Susi vino a hacerme compañía y “dejar jugar a las chicas”. Al acercarse me dedicó una de esas sonrisas amplias que me desarman.

El local estaba más lleno y decidimos apartarnos de la mesa, ya nos habíamos terminado las copas y las chicas seguían “jugando”. Así que nos apartamos y nos acercamos a una de las paredes. Susana apoyó su espalda contra la pared y cruzó una pierna delante de la otra, con las manos apoyadas detrás de su trasero. Así sacando pecho y mostrando un poco más sus atributos. Me acerqué bastante a ella para no tener que levantar demasiado la voz, rozando mi rodilla con su muslo y cadera izquierda mientras charlábamos.

Llevaba ya un buen rato dándole vueltas a la idea, a la posibilidad de que aquella noche podría tener suerte y llevarme aquella mujer a la cama. Presentía que sería brutal en la cama y yo estaba cansado de polvos un poco insulsos, con cariño sí; pero sin pasión, si arrancarle la ropa al contrario y hacerlo por toda la casa. Había desistido de la lucha interna y me dejaba llevar, aunque en realidad no me dejaba ir simplemente, si no que iba guiando mis actos a conseguir aquello que estaba deseando. Correr una aventura, no por el hecho de engañar a mi novia, si no por sentir, vivir esa emoción.

A veces tenía que acercarme a su oído para hablarle, ella aprovechaba para poner su mano en mi pecho como acercándome a ella para oírme mejor. En una de esas giró su cara hacia mí para vernos cara a cara así, muy cerca. Tanto juego del ratón y el gato durante toda la noche me estaba poniendo ya malo. El miembro tenía muy claro que quería probar aquella hembra, además ella no paraba de hacer méritos. Así que decidí ir otro paso más allá y me quedé mirando a sus ojos y su boca sin retirarme lo más mínimo. Me acerqué aún más, hasta que nuestros labios casi se rozaban, siguiendo el contorno de sus labios con los míos en un movimiento lento.

Notaba como se agitaba mi pecho y también el de ella, pero no hacíamos ningún movimiento brusco para no romper esa situación. Ella entreabrió los labios e hice lo mismo, siguiendo con el mismo movimiento hasta que por fin me lancé. Un pequeño beso en su labio inferior y volví a contornear igual que antes, ahora rozando casi sus labios. Otro pequeño beso en otra zona de su labio superior, sólo un instante. Me separé y ahora sí esta vez nos besamos plenamente, un beso pausado al principio. Pero enseguida empezamos a buscar y enredar nuestras lenguas pero de manera sosegada. Mi mano ya estaba en su cintura atrayéndola hacia mí aunque no recordaba haber dado esa orden desde mi cerebro. Ella tenía su mano en mi pecho aferrando mi camisa y acercándola a ella.

Nos separamos y nos miramos fijamente a los ojos mientras ambos sonreíamos satisfechos. Nos giramos Ángela y Tania estaban mirándonos mientras sonreían. Lo habían visto todo o al menos la parte interesante. Se acercaron y decidieron que ya estaba bien por hoy, que era hora de volver a casa.

Decidimos compartir taxi. Escoltaría a las chicas que vivían relativamente cerca, en la misma calle. Ángela y Tania en el mismo portal y Susana compartía piso con otra chica (que no estaba por cierto), un poco más abajo en esa misma calle. Cuando se bajaron y Susana y yo seguimos en el taxi, había un par de manzanas. En cuanto nos pusimos en marcha de nuevo empezamos a besarnos, esta vez con más ansia, y empezamos a meternos mano. Deslicé mi mano a su culo mientras apartaba el pelo de su cara con la otra, Susana puso su mano en mi muslo en dirección a mi paquete. De reojo miré al conductor que de cuando en cuando echaba una mirada por el retrovisor viendo como nos dábamos el lote como unos colegiales.

Llegamos, pagamos y entramos casi sin mediar palabra. Íbamos besándonos en el ascensor cogiendo el culo del otro. Acercándonos el uno al otro todo lo que podíamos, de tal manera que Susana estaría ya tomando conciencia de la “dureza del asunto”.

Entramos en la casa atropelladamente. Creía intuir la cocina nada más entrar y nos dirigimos al salón hasta topar con el respaldo de un sofá. Ahí empezó a quitar mi camisa mientras yo encontraba la cremallera de su vestido en la espalda. Terminé de quitarme la camisa para dejarle a ella quitarse el vestido, así podía admirar como lo hacía mientras me miraba con deseo.

Que visión. Esos pechos no muy grandes, pero bien firmes, con unas aureolas oscuras y pequeñitas, incitaban a lamerlos sin parar. Debajo un tanga de encaje de un morado precioso, pero con poquísima tela. Me fui a acercar pero no me dejó, teníamos que ponernos en igualdad de condiciones. Así que me quité los zapatos y me bajé los pantalones. Mis slips de licra dejaban poco a la imaginación, con el pollón prácticamente asomando por arriba. Vi como apretaba los labios y hacía un gesto de aprobación.

Me acerqué y puse mis manos en su cintura. Pero lo que hice fue girarla y empujarla contra el respaldo del sofá, no la podía dejar mandar. Se extrañó un poco de mi movimiento pero en realidad le gustó que tomara la iniciativa. Esto iba a ser sexo, nada de mimitos. Le puse el miembro entre los cachetes de su culo mientras la besaba en la boca con ansia. Ambas lenguas combatían en un pulso en el que no quería darse por vencidas. Separé el pelo de su cuello y lo mordí, con ganas pero sin hacer daño ni dejar señal. Un leve gemido escapó de su boca entreabierta mientras echaba atrás la cabeza y cerraba los ojos. Sus menos estaba hacia atrás, agarrando mi culo contra ella, como si quisiera sentirme más cerca aún.

Fui acariciando su columna mientras separaba mi cuerpo aunque no mi paquete de su trasera. Al final sí me retiré un poco para poder apreciar ese culo que tanto había paseado delante de mis narices en la oficina y esas torneadas piernas. El tanga, bueno, la cinta que quedaba por encima apenas se dividía en medio por otra muy fina que se perdía en su culo. Aún así seguro que le daba demasiada calor. Metí un dedo en esa fina tira vertical y tiré un poco de ella para que se metiera un poco más y notara la tela en su entrepierna. Después se lo quité mientras iba agachándome para disfrutar de aquello más de cerca.

La prenda íntima acabó en el suelo mientras mis manos volvían a subir recorriendo despacio aquellas piernas mientras quedaba arrodillado en el suelo. Le di una cachetada en el culo e hice que separase las piernas y se inclinara un poco hacia delante. Susana ya imaginaba que le iba a hacer una mamada de su muy bien depilado coño. El cual ya estaba más que ansioso y húmedo por tenerme ahí en las puertas. Al inclinarse los labios mayores se separaron y dejaron ver la rosada carne que guardaban. Me acerqué para percibir mejor su olor, humedad y calor. Empecé a lamerlo despacio, recorriéndolo en toda su extensión.

Susana estaba ya ronroneando como una gata y dando pequeños gemidos a las acometidas de mi lengua que iban a penetrar en su sexo. Ahora me centraba con más ahínco en su clítoris provocando ahora gritos y convulsiones de esta. Su culo quedaba muy expuesto a mí y yo no paraba de mirarlo con ganas de empezar a meter dedos allí, seguro que ya lo había probado.

Me incorporé y me eché sobre ella, pegando mi paquete todavía enfundado a su culo. Le mordí levemente la oreja mientras le acerqué un dedo a su boca para que lo lamiera.

-       Sabes dónde va a ir ese dedo ¿verdad?- Le susurré al oído.

Ella seguía chupándolo como si fuera el helado más delicioso que existiera.

-       Va a ir a tu culo mientras sigo devorando tu sexo hasta que te derrames en mi boca.

Ninguna protesta salió de su boca ni ningún otro amago de sorpresa. Así que me deslicé por donde había venido besando en diferentes puntos su espalda viendo como se erizaba su piel. Apliqué de nuevo mi boca a su cálido sexo y fui bienvenido con más flujo de aquella hembra. Di un largo lengüetazo desde su clítoris hasta su culo, lo que hizo arquear la espalda intentando moverse lo menos posible. De nuevo empecé a lamer su sexo centrándome en el clítoris para excitarla lo máximo posible y puse el dedo que había chupado a la entrada de su culo.

Ahora sí que empezó a moverse levemente. Intentaba meterse en sus entrañas mi lengua y mi dedo por igual. Así que seguí lamiendo y jugando en la entrada de su culo. Empecé a penetrarla muy poco al tiempo que me aplicaba con más ganas a su entrepierna. Se oía claramente como estaba disfrutando y como se dejaba llevar por el placer que nacía en esa zona y se extendía hormigueando por su columna vertebral hasta los sitios más distantes de su anatomía.

Sus gemidos eran más que ostensibles en la habitación y hacía lo imposible por meterse más mi lengua y mi dedo en sus respectivos puntos del placer. Separé un momento mi boca de su encharcado sexo para meter el dedo y lubricarlo bien. Lo iba a meter en su culo hasta donde pudiera y debí entrar suave. Aceleré el ritmo de mi lamida en su coño y noté como se acercaba al ansiado orgasmo. Cuando noté que por fin estaba en las puertas de perder ya la conciencia metí de un solo golpe mi dedo en su culo. Provocó lo exactamente lo que quería. Se agitó como si un millón de voltios recorrieran su cuerpo mientras gemía de placer sin intentar acallar sus grito lo más mínimo. Seguí lamiendo y horadándola para extraer hasta la última gota de placer que pudiera en ese orgasmo. Fui frenando poco a poco al mismo tiempo que iba perdiendo intensidad las sensaciones que la inundaban y la dejé que tomara aliento echada sobre el respaldo en la misma posición. Con las piernas abiertas y una mezcla de flujos y saliva recorriendo el interior de sus muslos.

Cuando volvió en sí se giró para verme. Yo estaba detrás de ella admirando aquella hembra así dispuesta extasiada.

-       ¿Aún con eso puesto? Te vas a enterar pequeño.- Dijo afilando la mirada a modo de amenaza.

-       Ja, debiera advertirte que no he traído protección.- Era algo que estaba dando vueltas a mi cabeza, con el calentón que teníamos y que no pudiéramos culminar como estábamos deseando.

-       Chico poco precavido.- Me riñó.

-       Chico poco confiado de sus posibilidades; aunque conocedor de su potencial.- Sonreí.

-       Tranquilo que yo sí soy una chica precavida. Vamos a mi cama.- Otra vez con la mirada de gata.

Fuimos a su habitación donde me hizo tumbar boca arriba después de quitarme los slips y mostrar la erección de caballo que llevaba. Se lo comió con los ojos y pude vislumbrar su gesto de aprobación. No sé si por el tamaño, que estuviera bien arregladito de pelos o por ambas. La cuestión es que se abalanzó sobre mi sexo. Primero sobre el glande, lamiéndolo y calibrándolo en su contorno. Después empezó a meterse el miembro en la boca. Yo me dejaba hacer, disfrutar de aquella hembra que, situada entre mis piernas, me estaba haciendo una magnífica mamada. Tenía que corresponder a la que acaba de recibir.

Se fue viniendo arriba y cada vez se metía más miembro en su boca. Yo me agarraba a la almohada para aguantar aquello. Se la sacó de la boca para pajearme mientras lamía mis depiladas pelotas. Ahora no podía contener ya mis mugidos, porque no eran otra cosa que guturales gritos apagados. Sabían muy bien que hacía y yo lo disfrutaba al máximo. Otra vez se metió el miembro en la boca sin quitar su mano del tronco. Ahora apretaba su lengua contra mi glande de tal forma que me hacía retorcerme, una sensación de placer tan inmensa que no la podía aguantar. Dejó de hacerme eso a regañadientes dada mi insistencia de que no lo podía soportar.

-       Chica.- La llamé para que dejara su cometido.- ¿Dónde está esa protección?

-       ¿Acaso no me vas a dejar acabar contigo?- Me dijo haciéndome pucheritos de niña buena.

-       Después quizás. Ahora quiero que me cabalgues.- Le dije mirándola fijamente.

Me señaló el segundo cajón de la mesita y saqué un condón. Me lo coloqué mientras me miraba sentada a mis pies. Una vez puesto, avanzó a cuatro patas mientras usaba esa mirada de gata que yo mantenía retándola. Se colocó en el sitio indicado y se fue empalando con mi miembro enfundado loco por recibirla. Empezó a cabalgarme suavemente inclinada sobre mí con sus brazos apoyados en la cama. Se irguió para seguir cabalgándome mientras yo acariciaba sus hermosos pechos que rebotaban al ritmo de las acometidas.

Bajé una de mis manos para acariciar su clítoris mientras me seguía cabalgando. Eso hizo que echara su cabeza atrás y expusiera más su sexo a mí. Mientras yo me afanaba en empujarla hacia arriba, entrar en ella todo lo que pudiera. Nuestros gemidos se entremezclaban con el olor a sexo del ambiente.

Hice que se bajara. Se había acabado el cabalgarme, ahora lo haría yo. Se puso de espaldas, con el culo levantado, pero sin levantarse con los brazos, el torso echado sobre la cama. De esta manera empecé a embestirla desde atrás. Con una mano en una cadera y la otra dándole cariñosos azotes en el culo. Susana se lo estaba pasando en grande, o eso indicaban sus gemidos que intentaba apagar mordiendo la almohada. Pero yo quería oírla, así que le di un pequeño tirón del pelo para que levantara el tronco. Ahora sí empecé a embestirla en serio. El entrechocar de mis muslos con su culo sonaba como rotundos aplausos en la habitación, se imponían sobre nuestros gemidos de cada acometida.

Nuestra excitación iba en aumento, ambos estábamos llegando a ese punto de no retorno, en el cual no puede sino acelerar el ritmo y dejarte ir. Seguí embistiendo con algún que otro cate en su culo mientras le cogía uno de los tobillos con la otra mano. Como si ella pensara escaparse ahora mismo, seguro que no. Estaba totalmente desbocada y no paraba de contraempujar lo más fuerte que podía.

Noté como me sobrevenía el orgasmo y como se me tensaban todos los músculos del cuerpo. El tiempo parecía que se había ralentizado, podía notar como en cada empellón que le daba, llenaba el preservativo. Otro embite más, otro más. Susana estaba a punto de su orgasmo también, lo notaba en cómo se habían agudizado sus gritos y en cómo se movía. Así que redoblé los esfuerzos para que ella también llegara a su 2º orgasmo de la noche.

A continuación se derrengó tal y como estaba y yo a su lado. Necesitábamos recuperar el aliento después de semejante combate. En cuanto recuperé el ritmo cardíaco más o menos normal me levanté después de besar su espalda. Iba al baño a tirar el condón bastante lleno por cierto, y lavarme un poco. Volví después a acostarme boca arriba a su lado. Acaricié su espalda suavemente y se volvió hacía mí con una sonrisa satisfecha.

-       Chico, vamos 2 – 1. Eso no puede quedar así.

Así que se aplicó a mi miembro para resucitarlo. En boca y manos tan expertas eso no llevó mucho tiempo. Pronto estaba otra vez enhiesto y listo para la sesión. Empezó despacio de nuevo y pronto se lo estaba metiendo por completo en la boca. Otra vez apretó su lengua contra mi glande haciéndome que me arqueara y arrugara las sábanas en mis puños retorciéndome de placer. Me hacía sufrir. Me liberó de su mortal mamada para lamer mis huevos mientras me pajeaba a ritmo y me echaba miradas para ver como yo apenas podía contenerme sin levantar la espalda del colchón.

Se levantó un poco mientras seguía pajeándome para mirarme descaradamente y sonreír. Ahora iba a empezar lo bueno. Se metió todo el miembro hasta donde pudo llegar, 4 o 5 veces todo lo a fondo que pudo, arrancándome un rugido gutural. Entonces se aplicó a chupar rápidamente glande y medio tronco con la mano como prolongación de sus labios. Aumentó el ritmo mientras yo notaba que no podía aguantar más aquello. Iba a explotar. Hice el intento de avisarla dándole en un brazo mientras gemía. Pero ella me apartó la mano sin dejar su cometido.

Entendí que quería que me corriera en su boca. Quería mi lecha y la iba a tener. Llegué a ese punto de no retorno y me dejé ir entre gemidos y espasmos, que aunque salían de mí, me sonaban lejísimos. Me corrí en su boca, 2, 3 cañonazos de esperma. Una buena corrida considerando que acababa de tener una.

Satisfecha de su trabajo y de no dejar caer una sola gota se incorporó para ver como aún me convulsionaba en la cama y se levantó para ir al baño.

Hacía mucho mucho tiempo que no tenía una noche tan intensa y llena de sensaciones como esta. Me sentía más vivo y tan bien muy cansado. Susana vino y se acostó a mi lado abrazándome.

-       Una noche genial chico. Te has ganado el derecho a dormir esta noche aquí, sal mañana por la mañana.- Dijo dejándose adormilar por el cansancio y las sensaciones vividas.

-       Me parece genial porque no sería capaz de levantarme siquiera ahora mismo.- Dejándome también caer en un agradable sopor.