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Reencontrando a Elena (9 y fin)

en Grandes Series

Capítulo 9

Esta es una serie de 9 capítulos de la cúal este es el último. Te aconsejo que leas antes los otros para conocer a los personajes y la historia. Si hace tiempo que la leiste te aconsejo también que des una lectura al resto de capítulos ya que hace bastante tiempo de su publicación.

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La cabeza no paraba de darme vueltas. Se podría decir que tenía una buena vida, decir no, en verdad la tenía. Aún así no estaba contento, no terminaba de sentirme bien.

El curro me tenía aburrido y me sentía poco valorado. En lo amoroso pues sí, tenía sexo, un sexo genial, pero me sentía un poco vacío. Aunque tenía bastante complicidad con Elena, no terminaba de llenarme y no me veía con ella como pareja. Simplemente no éramos compatibles a ese nivel.

Además mis pensamientos volvían a Laura. Durante el par de días que estuve en el hospital pensaba en ella. ¿Para qué estamos aquí? Si no aprovechamos nuestro tiempo, ¿para qué sirve? Tenía un trabajo, amigos, sexo, pero nada de eso me ataba realmente aquí. Estaba teniendo una epifanía. No quería estar aquí o más bien, estar con Laura y dar un cambio a mi vida. Encaminarla a otra cosa, darle sentido y sentirme realmente bien con lo que estaba haciendo.

Con Laura había seguido hablando por teléfono de cuando en cuando y seguíamos teniendo la misma complicidad. ¿No es increíble? Habíamos estado juntos 24 horas y parecía que nos conocíamos de toda la vida. Al final es como se dice, no es solo por la otra persona sino por cómo te hace sentir.

Decidido, me iría a Madrid. Presentaría mi renuncia, cogería algo de ropa y me iría a Madrid a probar allí. Pero sobre todo a estar con Laura. Podría quedarme con Miguel, se había mudado al piso en frente de Laura y Sonia según me había contado. Un poco más pequeño pero bastante más nuevo y al lado de Sonia, claro. Les daría una sorpresa, simplemente me aseguraría que estuvieran allí el día en el que llegase y punto. Con Miguel sabía de sobra que no tendría problema en quedarme con él tiempo que hiciera falta, más de una vez me lo había dicho al contarle que me planteaba ir allí en busca de prosperar.

Tenía que prepararme: presentar mi renuncia en el trabajo, despedirme de la familia y amigos cercanos y vender el coche. Iba a quemar las naves. No di muchas explicaciones en general. Les dije que estaba quemado del curro, estancado y sin posibilidad de crecer, además que no me daban un aumento ni a tiros. Tal y como estaba el panorama de curro en general, lo mejor era irme a Madrid. Mejores sueldos, aunque también la vida es bastante más cara, pero había que verlo como una inversión en hacer contactos y abrir posibilidades.

Tardé como un mes y medio en tenerlo todo arreglado y encontrar el momento adecuado. Era ya casi mediados de Octubre, aún hacía calor a mediodía pero por las noches refrescaba. Aún quedaba despedirme de Elena, no habíamos vuelto a quedar. Tuvo algún intento pero me hice un poco el remolón y no llegamos a vernos, pero no podía irme sin despedirme, no me lo perdonaría ni ella ni yo mismo.

Quedé una tarde de jueves con Elena en su casa, ella aún no sabía que me iba a mudar, pero le dije que tenía que hablar con ella para contarle algo. Así que me presenté allí con la intención de contarle y aguantar el chaparrón, porque estaba casi seguro que me echaría la bronca. Lo que tenía también muy claro es que no me acostaría con ella. Desde el momento que decidí que me iba a mudar porque quería intentarlo en serio con Laura, dejé de tontear con las chicas. Ahora iba a ser “fiel”, ya ves…

Me recibió de estar por casa con una camiseta de mangas cortas holgada y un pantalón largo suelto y me hizo pasar.

-       Entra anda y cuéntame eso tan importante.

-       Sí, sin rodeos ¿eh?- le respondí mientras entraba y me dirigía a sentarme en el sofá del salón.

-       Me voy a Madrid. Voy a buscar curro allí.- Le solté sin paños calientes.

-       ¿A Madrid? Pero si no te gusta.

-       No me gusta, pero hay más oportunidades, estoy estancado en el curro y allí me irá mejor.- Le solté el discurso estándar igual que a todo el mundo.

-       ¿Y en dónde vas a trabajar?

-       Aún no tengo nada. He estado mirando por internet y hay bastante oferta, así que espero que no tarde demasiado.

-       Ósea que: te mudas a Madrid con lo poco que te gusta y además no tienes curro aún… ya… ¿Tú te crees que soy tonta? ¡Tú te vas por una tía!- Me lo soltó totalmente convencida.

-       Ehh…- Me cogió por sorpresa. No quería mentirle tampoco pero…- A ver, me voy por lo que te he contado, no estoy a gusto y …

-       Es la tía aquella ¿verdad? ¿Laura?

-       A ver, sí, Laura era la chica de Madrid que conocí. Pero no me voy con ella, me voy con Miguel.- Eso era todo verdad.

-       Que sí, que lo del trabajo y todo eso se lo cuentas a los demás, pero tú te vas allí por estar con ella.

-       Lo cierto es que quiero intentarlo sí. No le he dicho nada, pero me lo propuso hace tiempo. Hemos seguido hablando y seguimos teniendo muy buen filling y quiero intentar tener una relación seria con ella.- Lo dije un poco entre avergonzado y apurado por lo que pudiera pensar. La tía me había cazado, imagino que el haber estado esquivándola lo sumó con el irme allí a un sitio que no me llama la atención y sabía también que seguía hablando con aquella chica y lo sumó todo.

-       ¿Pues sabes qué? Me alegro.- Me dijo sonriendo, una sonrisa que parecía sincera.

-       Gracias. Creo realmente que es lo que me hace falta y es lo que quiero.- Me alegraba que no se lo hubiera tomado a mal. No quería que Elena se hubiera quedado pillada por mí y ahora montásemos un número. No por evitar el problema si no porque se quedara realmente mal.- Me voy la noche del sábado al domingo.

-       ¿Y dices que ella no lo sabe? Vas a darle una sorpresa.- Me preguntó con cierta incredulidad.- Pero si tú no haces nada sin pensar y tenerlo todo atado.

-       Es verdad, pero quiero darle esa sorpresa.- Estaba tan ilusionado con darle una sorpresa a Laura… me parecía una idea genial.

-       ¿Y después de todos estos meses crees que la cosa sigue igual? ¿No es un poco tirarte sin red?

-       Hablamos bastante a menudo y ya te digo que la cosa sigue igual. Tenemos el mismo buen rollo y nos encanta hablar el uno con el otro.- Yo estaba totalmente convencido y seguro.- Ambos hicimos un “acuerdo” sobre que podíamos acostarnos con otras personas, pero solo sería sexo.

-       Entiendo, ¿por eso te has zumbado a toda la que has podido eh?- Me dijo con una sonrisilla.

-       Bueno… eran los términos del acuerdo.- También me sonreí.- Pero ahora se acabó. Ahora que lo tengo decidido, me voy para allá para estar con ella y empiezo desde ya.

-       Ohhh, ¿no habrá polvete de despedida?- Poniendo cara de pena y haciendo pucheros.

-       Sabes que no echo polvetes, echo polvazos. Pero no, no va a haber. Lo siento. Y no seas mala anda.- Estaba determinado a que no me iba a acostar con nadie, pero mejor si me ayuda no tentándome.

-       Una lástima. Pero me alegro de tu determinación y ojalá te salga todo bien. Te estás tirando muy fuerte a la piscina sin estar seguro de que hay agua.

Estuvimos algo más charlando algo del futuro próximo y nos dimos un fuerte y sincero abrazo de despedida. Nos prometimos llamarnos y no perder el contacto. Nos deseamos la mejor de las suertes, aunque estaba convencido de que nos iría bien cada uno por su camino.

Con todo cerrado por fin, me encaminé el sábado por la noche a la estación de autobuses. Cogería el bus de las 12 y media que llegaría al centro de Madrid sobre las 6:30 o las 7 de la mañana. Una paliza ir en el bus para cualquiera, pero más para alguien alto como yo. Pero no tenía sentido tener coche en Madrid y esta era la forma más barata. Necesitaría hasta el último euro para no ser un parásito total mientras encontraba algo.

La gente fue metiendo sus bultos en el maletero y subiendo al bus. Caras y personas de lo más variado. Los soñolientos, los tristes, los ilusionados,… A mí me tocó en el pasillo (afortunadamente) a la izquierda del pasillo y en la venta una chica bastante mona de más o menos mi edad. El bus iba lleno completamente, así que lo de moverme a unas plazas vacías y poder coger 2 asientos para dormir nada de nada.

Me puse el mp3 y me acomodé lo mejor que pude en cuanto arrancó. En cuanto salimos de la ciudad el conductor apagó las luces interiores y cada cual fue tomando la posición más cómoda posible. Hacía fresco. Afortunadamente llevaba un forro polar en previsión de ese fresco para taparme. La chica de al lado no había sido tan previsora y me miró con ojos entre pena y envidia.

-       ¿Lo compartimos como si fuera una manta?- Le ofrecí. Era bastante grande y de cremallera de tal manera que se podía abrir entero y nos cubriría bastante.

-       Sí gracias. No pensé que fuera hacer este frío. Muchas gracias.

-       De nada mujer.

Nos recostamos y nos echamos por encima el polar abierto. Para intentar estar lo más cubiertos posibles había que arrimarse, así que eso hicimos. Al final Ana, que así se llamaba la chica, quedó acurrucada y abrazada a mí para taparnos y darnos calor.

Tras un buen rato de camino y estar amodorrados, noté un roce o caricia en la zona del borde del pantalón. Se fue extendiendo hacia una pierna, lentamente pero con decisión. Su cabeza estaba apoyada en mi pecho y quedaba debajo de mi barbilla, por lo que no podía ver su cara. Pero estaba claro que no estaba dormida, eso no podían ser movimientos involuntarios. En ese momento me di cuenta de que mi mano izquierda estaba sobre su cadera. Poco a poco nos habíamos ido acomodando y buscando una posición más confortable.

Su mano había bajado hasta casi la altura de las rodillas, entonces se posicionó en el centro y fue subiendo con la misma velocidad. De seguir esa trayectoria me iba a tocar… pues sí, fue a por el paquete y estuvo calibrándolo en su conjunto. Mi mano se había quedado en su cadera, pero cayó hacia su culo también para primero acariciarlo pero después calibrar todo lo que me cupo en la mano. Un culo bastante prieto por cierto.

Su mano acariciaba mi paquete que estaba despertando a marchas forzadas. Llevaba ya algo más de un mes sin acostarme con nadie así que cualquier atención recibida era correspondida rápidamente. Mi mano seguía acariciando y pellizcando su culo. Consiguió que me empalmara totalmente, cosa que apreció y empezó a acariciar mi falo por encima de la tela. Estuvo así unos segundos hasta que se decidió a ir algo más allá y empezó a desabrocharme el pantalón. En cuanto lo consiguió se apoderó de mi falo y empezó a acariciarlo directamente muy despacio. Mi mano había seguido tomando posiciones y estaba en lo que sería su culo y su coño, acariciando por encima de la tela del pantalón.

Paró y retiró su mano, la noté forcejeando un poco contra mi pierna hasta que me di cuenta de lo que pretendía. Se estaba desabrochando el pantalón. Así que ayudé con mi mano a bajarlo un poco junto son sus braguitas. En cuanto quedó retirado lo suficiente, su mano volvió a lo que estaba haciendo. La mía también pero ahora ya no había tela y ahora tenía mi mano en su mojada intimidad. El jueguecito la tenía a mil. Así que empecé a acariciar su sexo desde atrás suavemente mientras ella se aplicaba a mi falo.

Ella tenía las piernas algo separadas para tratar de facilitar mis “manejos”. Yo seguía acariciándola, sus labios con alguna visita a su clítoris, pero sin llegar a penetrarla, aún. Mientras ella había acelerado un poco el ritmo y recorría todo mi falo. Decidí que había llegado el momento e introduje un dedo en su sexo. Estaba tan mojado que entró completamente. Ella lo recibió con un suspiro de alivio. Ahora alternaba el penetrarla con las caricias y era una maravilla como estaba cada vez más mojada. Por mi parte intentaba respirar lo más serenamente posible.

Una discreta visual alrededor y vi que todo el mundo estaba amodorrado si no durmiendo, así que esto nos permitiría seguir con nuestros asuntos.

La chica se movía un poco, intentando hacer mis movimientos y penetraciones más profundas. Le estaba gustando al igual que a mí. Se me ocurrió explorar con mi mojado dedo su culito, solo por fuera y eso parece que no lo esperaba y se quedó muy quieta pero le encantó al soltar un pequeño suspiro que apagó como pudo. Tras eso, volví a su sexo de nuevo. Con las caricias estábamos llegando ya casi al orgasmo y la cosa se estaba descontrolando un pelín. Entonces paró de acariciarme de repente y me miró con la boca entreabierta, me miró profundamente con deseo y se giró algo de tal manera que ahora pegó su culo a mi sexo. Entendí lo que quería, quería que la penetrara, así que me moví algo para facilitar la maniobra pero con cuidado de no despertar a los pasajeros cercanos.

Se fue penetrando ella sola poco a poco hasta que la tuvo toda dentro y se paró unos segundos para acostumbrarse. La postura no era nada cómoda, pero ¿acaso son cómodos los viajes en autobús? Empezamos entonces a movernos, despacio, con movimientos cortos. Las respiraciones intentaban ser pausadas y profundas, pero cada vez eran menos tranquilas, así como los movimientos que se estaban acelerando a cada instante. Seguíamos empujando cada uno contra el otro además de estar acariciándole la zona del clítoris, estábamos llegando al orgasmo, no iba a aguantar nada más. No sabía como de cerca estaba ella, esperaba que bastante porque yo no podía más. Un poco más, síii, notaba sus contracciones vaginales y yo iba a correrme también dentro de ella. Esto era una locura total, pero seguía y seguía hasta que… me desperté en mi asiento del autobús. La chica y yo estábamos abrazados con su cabeza sobre mi pecho, estaba dormida. De esto me percaté tras unos segundos de desorientación hasta que comprendí que había sido un sueño.

Afortunadamente no creía haberme manchado, me había despertado antes de correrme, pero la polla la tenía como un bate de beisbol. Esperaba que se me pasara rápido. La verdad es que me sentía muy aliviado por que todo hubiera sido un sueño. No iba a estropear mi plan y la promesa a mí mismo tan cerca como estaba ya. Eran poco más de las 6 de la mañana y estábamos en las afueras de Madrid. Naves y polígonos industriales se veían por las ventanas.

Ana se despertó al poco, cuando ya estábamos llegando a la estación de autobuses. Me agradeció con una sonrisa el habernos dormido y tapado, dándonos calor el uno al otro. Una especie de compañerismo de 2 personas extrañas en un sitio nuevo y algo aterrador.

Nos despedimos deseándonos lo mejor y nos fuimos cada uno por su lado. Una sonrisa tonta estaba dibujada en mi cara. Me queda un día duro por delante, pero tenía ganas de afrontarlo. Tenía tiempo, eran poco más de las 7 de la mañana. Así que fui a desayunar. Primer error en la capital, pedí una tostada y un té. El paisano me puso 2 rebanadas de pan de molde calentadas en una plancha. Me reí de mi propia torpeza mientras le ponía mantequilla en porciones, ni se me ocurría intentar ponerle aceite triturado y tomate a eso. Impensable llamar a eso “tostada” en Sevilla, pero a ver, son sus costumbres…

Mientras terminaba de desayunar le mandé un SMS a Miguel, a ver si estaba despierto y me respondió al poco. Así que cogí el metro para llegar lo antes posible, si se había despertado temprano iría seguramente a alguna parte y tenía que pillarlo antes de que se fuera al menos para soltar el pedazo de macuto que llevaba.

Al llegar aproveché que salía una mujer mayor para entrar al portal sin tener que llamar y me subí al ascensor para llegar al 4º piso, donde vivía. Solo había 2 puertas por cada planta, y ambas estaban abiertas. Me acerqué a la de Miguel, dentro se escuchaba jaleo de andar de acá para allá y toqué al timbre. Aparecieron Miguel y Sonia al momento con una cara de sorpresa, no era para menos, me había presentado allí un domingo a las 8 de la mañana sin avisar.

-       ¡Qué tal bandido!- le dije a Miguel mientras dejaba el macuto en el suelo y me acercaba a abrazarle

-       ¿Qué haces por aquí tío? Vaya sorpresa.- Estaba sorprendido pero se le notaba que sucedía algo.

Entonces escuché unas voces tras de mí que venían de la otra puerta.

-       Ah, hola. Creía que estabais listos y nos estabais avisando.- Era un chaval de nuestra edad, más o menos de mi altura pelo castaño, complexión fina atlética, barba de 1 semana, …

-       Hola.- Apareció Laura detrás del chico y este le pasó una mano por la cintura abrazándola.

Se hizo un silencio. Laura tenía un hermano un par de años más pequeño y no se parecía en nada. Me quedé helado, imagino que me quedaría blanco también porque la sangre no me regaba ninguna parte de mi cuerpo.

Alguien dijo que yo era Javi, un amigo de Sevilla. Imagino que sería Miguel intentando recomponer aquello, yo la verdad iba como a cámara lenta. A él lo presentaron como Eric, el novio de Laura. Eso lo había deducido, pero ahora me sacaban de dudas. Mi corazón debió dar algunos latidos porque me giré del todo y alargué la mano para estrechársela, me la apretó con contundencia, a mí no me daba para nada en absoluto. También le di un par de besos a Laura.

-       Tienes mala cara Javi, ¿te encuentras bien?- me dijo el tal Eric. ¿Eric? ¿Es noruego? ¿a qué mierda viene ese nombre?

-       Sí, sí. Es que el viaje en bus durante toda la noche. Eso no le sienta bien a nadie.- Intenté disimular con una sonrisa.

-       Oye pues encantado. Chicos –dirigiéndose al resto- se nos hace tarde, tenemos que salir ya o nos cogerá todo el calor en plena caminata.

-       ¿Os vais de senderismo?- acerté a preguntar, intentaba aguantar el tipo y el silencio era mi enemigo. Bueno era mi enemigo después del tal Eric.

-       Sí, nos vamos a La Pedriza a hacer algo de senderismo. ¿Tienes plan? ¿podrías apuntarte?- dijo Eric. Mientras el resto contenía el aliento.

-       Yo… no no… he venido solo a saludar, había venido a Madrid y quería saludar a los amigos. Me voy ya, tengo cosas que hacer.- Tenía que irme de allí y tenía que hacerlo ya.

-       Javi pasa un momento y tómate un vaso de agua aunque sea.- Me dijo Miguel.

Entré como un zombi sin voluntad. No sé muy bien cómo pero estaba sentado en una silla del salón con un vaso de agua en la mano apoyado en la mesa porque me temblaba. Miguel y Sonia estaban delante de mí explicándome que Laura estaba con Eric desde hacía unos 4 meses y que llevaban viviendo juntos los últimos 2. Algo más me dirían pero solo fui capaz de entender esto. Entonces entró Laura.

-       ¿Qué haces aquí?- en un tono de enfado.- ¿Se puede saber a qué vienes aquí sin avisar? ¿Te crees que son formas?

-       Yo no sabía nada, quería daros una sorpresa…

-       Pues vaya sorpresa, que idea. Tienes que irte de aquí sin montar un espectáculo. Estoy con Eric y no quiero que lo estropees ¿estamos?

-       Cálmate Laura, Javi no tenía mala intención.- Intentó tranquilizar Javi y Sonia.

-       Pues perfecto, si no tiene mala intención no tendrá problemas en no montar espectáculo y marcharse. Además nos tenemos que ir.

-       Sí. Me voy, he pasado a saludar y ya lo he hecho. Me voy, no os estorbo, disculpadme.- me levanté y cogí mis cosas para salir.

-       Pero ¿a dónde vas?- Me preguntó Miguel.

-       Me voy, tranquilos. Ya hablamos.- Intenté lanzar una sonrisa para tranquilizarles y sonar sereno. Ni idea de qué salió realmente.

Me dirigí a la puerta y bajé por las escaleras. Tenía que poner tierra de por medio, huir de allí. El mazazo había sido tremendo. No me lo esperaba ni por asomo. Hacía ya unos cuantos meses que habíamos estado juntos, pero habíamos seguido hablando como si tal cosa. ¡Coño! Me podría haber dicho que tenía novio en algún momento ¿no?

Me fui de allí andando sin rumbo fijo, rumiando lo que había pasado en aquel rellano y en el piso de Miguel. También repasando las conversaciones que había tenido con Laura por teléfono, SMS,… no me había dicho nada nunca. Alguna referencia quizás sobre andar con otras personas, pero eso era parte de nuestro acuerdo. No entendía nada.

Debía ser por la tarde, estaba sentado en un banco en un parque en una zona un poco elevada con la mirada perdida en el atardecer escuchando Black de Pearl Jam. Sonó el teléfono, había sonado a lo largo del día alguna vez, todas ellas era Miguel y no se lo había cogido. Ahora era Laura. Dudé unos cuantos tonos si cogerlo o no, al final descolgué.

-       Hola.- Un saludo bastante lacónico aunque intenté sonar neutro.

-       Hola. Siento como me puse esta mañana. Pero me cogiste de improviso y no sabía cómo manejar la situación.- Me dijo a modo de disculpa.

-       No te preocupes. Lo entiendo. Me presenté sin avisar y allí estabas con tu pareja y… yo… yo tampoco quería estropear nada.- También me sentía culpable, ¿culpable por qué?

-       No tenías que haber venido, al menos no sin decir antes que venías.

-       Que sí, que lo he entendido. Culpa mía, ya está, puedo estar toda la tarde disculpándome pero ya ha ocurrido.- ¿qué más quieres de mí?- Me he disculpado y me he largado sin formar ningún espectáculo, ¿qué más puedo hacer?

-       ¿A qué venías Javi?

-       A ver el atardecer de Madrid, muy bonito en esta época del año.- Era exactamente lo que estaba haciendo en ese momento.

-       No seas cínico y gilipollas.

-       Si sabes la respuesta, ¿para qué preguntas?- No lo dije en tono de reproche, la verdad lo que quería es que se terminase la conversación. Hubo un silencio por ambas partes.

-       ¿Por qué ahora Javi? Te lo pedí muchas veces, ¿por qué ahora?- Era entre tono de reproche y rabia no sé si contra mí o con la situación.

-       Por qué… fue dándole vueltas en el hospital, llevaba un tiempo en el que no me terminaba de sentir bien y fue lo que hizo saltar el resorte. Me sentía atrapado, hiciera lo que hiciera no era capaz de sentirme bien. Entonces pensé en cuando fue cuando me sentí realmente bien por última vez y era cuando estuvimos juntos.- Se lo dije, no sé si como último cartucho o solo por sentir la liberación de decirlo. Había dejado mi vida atrás para estar allí con ella, al menos tenía que decirlo.

-       Lo siento Javi, estoy con Eric… él es un buen chico, listo, le gusta la naturaleza, leer, tiene sentido del humor, es atento conmigo, me hace sentir bien…

-       Vale vale, lo entiendo.- Podría servir también para describirme a mí perfectamente, solo que él había estado allí y no a 500 km.- El estaba ahí y yo muy lejos.

-       Supongo que sí.

-       No te preocupes. No voy a intentar nada, no voy a estorbaros, ni aparecer ni nada de eso. Sé cuál es mi sitio.- No había nada que hacer, no tenía sentido luchar y poner peor las cosas. No quería perder una amiga, aunque en realidad ahora ni siquiera podía hablar con ella. Cómo la iba a echar de menos.

-       ¿Qué vas a hacer? ¿te vuelves?- Me lo preguntaba porque no estaba convencida.

-       Pues no lo sé. Pedí la cuenta en el trabajo, mi idea era buscar algo aquí.- En realidad no quería contarle nada más, no quería dar más pena.

-       ¿Igual puedes pedirle que te devuelva el empleo a tu jefe?

-       Mira Laura no lo sé, es mi problema, ya veré que hago. Tengo que irme.- La conversación no iba a llevar a ninguna parte y la verdad es que no quería continuar, solo quería regodearme un poco más en mi mierda pero a solas.

-       ¿A dónde vas a ir?- Sonaba preocupada.

-       Pues no lo sé. Madrid es muy grande, no te preocupes, no nos cruzaremos. Cuídate mucho por favor.- Intentaba despedirme.

-       Pero…

-       Estaré bien, tengo que irme. Cuídate.

-       Cuídate mucho Javi.- Hubo una pequeña pausa.- yo también tengo que irme Er… bueno me llaman, cuídate.

-       Adiós Laura.- y colgué.

Colgué y las lágrimas arrasaron mis ojos. Había sentido ese adiós como un “hasta nunca” y así tendría que ser. Al fin y al cabo había perdido mi oportunidad. La vida es así, de momentos, de toma de decisiones que son las que al final determinan quién eres y dónde estás. Estaba claro que este era un momento malo, pero quién sabe a dónde me llevará. Al fin y al cabo una vida no se acaba cuando no eres correspondido por una persona, aunque no podamos verlo cuando estamos en lo más profundo del pozo.

PD: quería pedir mis más sinceras disculpas por la tardanza en terminar esta serie. He estado desconectado de estoy y la dejé colgada. Si algún/a "veterana" de la web había leído los otros capítulos y estabas a la espera mis disculpas son para tí.