Yo tenía siete años cuando, en una de esas veces que me tenía que cuidar alguien, mi mamá le pidió ayuda a una vecina, ella era nueva en los edificios y se llamaba Rubí. Aunque yo era muy chico, sabía distinguir disntinguir muy bien entre una mujer bella y una no tan bonita, pero en el caso de Rubí, ella era toda una preciosidad, un ángel diría yo. Ella era de Argentina, piel blanca, cabello negro y largo, ojos claros, delgada, y con un bellísimo cuerpo, no era muy alta, quizás media 1.68mts. Rubí tendría apenas unos 19 o 20 años cuando la conocí. Siempre muy linda y tierna, era como dije una hermosura de mujer y de inmediato mi mamá y ella se hicieron amigas. Rubí, era la excepción a muchos otros que vivíamos ahí, pues ella vivía sola en un muy lindo apartamento. La mayoría de las mujeres solas o con hijos que conocía vivían con alguien, por eso se me hizo extraño ver a Rubí viviendo sola. Rubí y yo nos hicimos buenos amigos, ella me cuidaba y me protegía mucho. Jugábamos, cocinábamos y también veíamos las caricaturas juntos siempre que mi mamá me dejaba con ella. Rubí usualmente estaba en su casa, rara vez no se encontraba allí. Así que se convirtió en mi amiga y niñera favorita.
Un día regresé un poco temprano de la escuela, mis papás no estaban en la casa, así que me dispusé a ir a ver a mi mejor amiga Rubí, al llegar a su piso, noté que las cortinas estaban cerradas, se me hizo extraño pero aún así toqué la puerta. No hubo respuesta alguna, así que comencé a gritar: "¡Rubí, Rubí ¿dónde estás?!" aunque aún sin contestación alguna. Me sentí algo desconcertado, ya que ella siempre estaba en su casa. En ese momento pensé: "A lo mejor está haciendo compras o fue a ver a alguien, la voy a esperar aquí hasta que llegue" e inmediatamente recordé que Rubí me había enseñado donde guardaba una llave de repuesto, por si acaso se quedaba afuera. Estaba escondida debajo de unas piedras en el jardín, la tomé y abrí la puerta para esperar a mi amiga dentro de su apartamento.
Estaba todo muy obscuro, no se veía casi nada, lo cual es extraño para el tremendo sol que hay en el desierto de Las Vegas, aún así me metí y me senté en la sala. Estaba a punto de encender el TV cuando escuché algunos ruidos viniendo de la recámara de Rubí, me pregunté si a lo mejor ella estaba dormida y por eso no me escuchaba. Sigilosamente me fui acercando a su cuarto, entré a ver, pero no había nadie. "¡Que raro! juraría que escuché unos ruidos saliendo de aquí," pensé. Luego, escuché la risa de Rubí, ella estaba en el baño, "Por eso no me escuchaba, se estaba bañando..." me dije a mi misma. Entonces se me ocurrió sorprenderla, así que me escondí en el closet entre sus ropas, dejando las puertitas entreabiertas para ver cuando ella entrara y así asustarla de repente (era uno de esos closets con puertas corredizas y rendijas), me escondí muy bien y me ubiqué de tal forma que pudiera ver todo bien.
Sin embargo, la sopresa fue para mí. Primero salió un hombre del baño, estaba completamente desnudo y mojado, él era del mismo color de piel de ella, pero su cabello era rubio, y era algo alto, se veía que había hecho ejercicio porque se veía musculoso, se acostó en la cama y se comenzó a agarrar su pene. Luego, en un instante salió Rubí, usando solamente ropa interior blanca, casi transparente, no me había dado cuenta pero en ese momento vi que ella tenía un cuerpo perfecto. Traía el pelo mojado y suelto, pudé ver sus hermosos pechos redondos y grandes asomándose por ese brassiere blanco de encaje, así como pudé ver su abdomen plano y ligeramente marcado por el ejercicio. Su cinturita delgada y delicada, sus brazos delgados y bellos cual piel de seda, sus manos bien arregladas y femeninas, sus piernas largas, torneadas y gruesas, usando solamente zapatos de tacón negros muy altos. También pudé ver sus pompitas, paraditas, muy bonitas y redondondas, se podía ver muy bien a través de la tanguita blanca de encaje que traía puesta.
Rubí comenzó a bailarle a ese hombre quien no paraba de agarrarse su pene. Con movimientos muy sensuales, mostrando sus bellas piernas y acariciándose con sus manos, se veía que tenía mucha práctica en eso. En unos instantes después Rubí se quitó el brassiere, dejando desnudos a sus bellos pechos, "¡Wow, son enormes!" pensé yo mientras miraba todo el show de mi amiga. Rubí siguió con su baile, ahora tocándose más los pechos y mojándose con saliva sus pequeños y rozados pezones. El hombre en ese momento estaba ya a mil, cada vez lo veía frotarse su pene, cual ya estaba erecto, más rápido. Por mi parte no tenía ningun tipo de reacción, solo observaba por curiosidad, pero no sentí nada extraño o especial en mi cuerpo. Después de unos minutos, Rubí empezó a juguetar con su tanga, como que se la quitaba, y como que no se la quitaba, todo esto mientras seguía bailando y acariciándose. De repente de un jalón Rubí se quitó su tanga, estaba de espaldas a mí, así que vi sus pompitas completamente desnudas.
En eso se quedó un tiempo de frente al hombre, quien ante el último movimiento de Rubí noté que se excitó más y se agarraba con mas fuerza su pene. Rubí comenzó a ser unos movimientos algo extraños para mí, pero yo no veia bien que es lo que hacía, pues seguía a espaldas de mí, parecía estar tocándose por delante, pero de una forma extraña para una mujer. De repente el hombre gimió y grito, como si le doliera algo (eso fue lo que pensé pero en realidad estaba teniendo una eyaculación). Rubí le preguntó si le había gustado, a lo que el dijo que sí, y se levantó y se metió al baño. Yo miraba todo lo que pasaba atentamente desde el closet al no saber que es lo que estaba pasando. De un momento a otro Rubí volteó con dirección al closet, y mis ojos casi se salieron al ver que la pequeña y bella Rubí tenía un gran pene, no cualquier pene, sino un enorme y gigantesco pene, estaba todo erecto y casi apuntando hacia mí (como si supiera donde estaba yo). Yo estaba aún más confundida y desconcertada, "¿Por qué Rubí siendo mujer tenía un pene? ¿Cómo una mujer tan linda y tierna podía tener una monstruosidad de pene así?" miles de preguntas atiborraron mi mente en un segundo, Rubí se fue acercando cada vez más al closet dándome una mejor vista de todo su cuerpo de mujer y su gran pene. "Claramente me ha visto", pensé yo al momento que estaba a punto de llagar al closet, pero me escondí aún más dentro. Rubí abrió el closet, y yo estaba a punto de salir de mi escondite sabiendo que ella me había descubierto, cuando ella solo agarró una bata larga, la sacó, se la pusó y cerró las puertitas. Cuando me asomé de nuevo me di cuenta que ella se había metido otra vez al baño, así que salí de mi escondite, y de inmediato me dirigí a mi casa con una cabeza llena de confusión.
Claro que no le dije nada a mi mamá, pues creí que me regañaría por meterme en casas ajenas sin permiso. Así que a pesar de estar muy confundido no dije ni pregunté nada de lo sucedido. Yo ya no quería ir con Rubí como antes, ya no me sentía con tanta confianza. Rubí notó que algo extraño pasaba en mí, pero rehusaba hablar con ella o decirle algo. Así fue por un tiempo. Después de unos días, una nueva familia se mudó a los apartamentos. Era una familia de una madre soltera y su hijo. El muchacho, Kevin, era mayor que yo, el tenía diez años, tres años más grande que yo. Pronto él se convirtió en mi mejor amigo, de modo que ya no tenía que ir con Rubí, jugábamos juntos, me quedaba en su casa, y hacíamos travesuras juntos. La mamá de Kevin pocas veces se encontraba en casa porque trabajaba dos turnos en los casinos, mientras que Kevin y yo nos la pasábamos la mayor parte del tiempo solos en su apartamento. Una vecina iba de vez en cuando a ver si estábamos bien.
Un día regresando de la escuela, Kevin me preguntó:
-"¿Quieres ver algo verdaderamente sorprendente?"
-"¿De qué se trata?" le instigué curiosamente.
-"Ven vamos a mi habitación para que lo veas" continuó con una sonrisa malévola.
Y así fuimos a su recámara, donde abriendo su saco de libros de la escuela, fue sacando cosa por cosa, hasta que encontró un libro grueso, lo sujetó con su mano poniéndolo boca abajo y abriendo su páginas rápidamente hasta que de repente cayó una revista de entre las hojas del libro.
-"Me gané esta revista en una apuesta que le hice a chico de la escuela" me contaba Kevin mientras que con morbo y malicia no despega sus ojos de la revista. Me invitó a ponerme a su lado para verla junto con él. Era una revista Playboy. Había muchas mujeres hermosas, con cuerpos maravillosos, caras de ángel, de repente me acordé de Rubí, pues bien parecía como cualquiera de ellas, pensé que a lo mejor en esa revista habría mujeres como ella. Kevin y yo veíamos y estudiábamos esa revista atentamente, viendo aquellos cuerpos de ensueño. Iba a preguntarle de por qué no había mujeres con pene, pero no dije nada. Pensé que a lo mejor era algo común en las mujeres bellas como Rubí y las de la revista. Después entendí que no era así en revistas "normales" como esas.
Después de saciar nuestro morbo de niños, le pregunté a Kevin qué es lo que había apostado y cómo es que había ganado.
-"¿No sabes jugar a las cartas (baraja)?" me dijo el extrañadamente.
-"No, no sé" le contesté.
-"¿Eres de Las Vegas y aún no sabe jugar póker? Eso sí que es extraño" comentó Kevin, pero luego agregó, "No te preocupes yo te enseñaré."
Y en ese momento sacó un juego de póker y comenzó a enseñarme los principios básicos del juego. También me enseñó el blackjack o 21. Éste último me gustó más y lo empezamos a jugar más seguido.
Kevin era un gran jugador. No pasaron ni dos días cuando sugirió que debíamos de empezar a apostar. Al principio apostábamos monedas de "penny" o de 1 centavo, luego fuimos subiedo la cantidad hasta llegar a billetes de 5 y 10 dólares, no tardó mucho tiempo sin que me quedará sin nada de ahorros y del dinero que me daban mis padres. Mi mamá me regaño bastante cuando supó que perdía mi dinero en apostarle a Kevin, sin embargo, no estaba enojada porque aprendiera a jugar al blackjack. Me dijo mi madre: "Deberías de empezar a apostar otra cosa que no sea dinero, así puedes practicar más sin perder tu dinero" Y así fue como al siguiente día le dije a Kevin que no tenía más dinero pero como quería seguir jugando estaría dispuesto a apostar otras cosas. Kevin estuvo de acuerdo y dijo que pensaría en algo. ¡Y vaya que sé le ocurrió algo!
Un día llegado de la escuela Kevin, estando extremadamente emocionado, me pidió algo para seguir jugando con él...
-"Quiero que te metas a casa de Rubí, la vecina amiga tuya, y que me traigas ropa interior de ella, brassiere, pantaleta, ligueros... lo más sexy que encuentres..." me dijo en tono exigente.
-"Ya no es mi amiga" le contesté inmediatamente.
-"No me importa, esa mujer es super sexy y quiero prendas de ella" me siguió insistiendo.
-"Quieres que le robe ropa a Rubí, y quieres que usé las prendas para nuestra apuesta, ¿eso es lo que quieres?" le cuestioné tristemente indignado.
Y después de una acalorada discusión, consentí en ir por la prendas, secretamente entré al piso/departamento de Rubí con la llave escondida que ella tenía, y tomé unas tres o cuatro prendas pues no quería que ella notara la ausencia de éstas. Me fui dejando todo como si nunca hubiera entrado nadie.
Teniendo las prendas en mi poder aposté a Kevin. Creo que eso del blackjack ya se me estaba haciendo una adicción, al principio me estaba yendo muy bien, pero al final perdí como siempre y para desgracia perdí todas las prendas de Rubí. Déjandome ahora sin nada que poder apostar. Yo ya no quizé seguir jugando, esto era demasiado, cómo podría ser posible que perdería todo todo el tiempo. Kevin, al ver mi frustación, sugirió que podríamos jugar apostando otras cosas. Yo le dije que ya no quería jugar que estaba fastidiado de perder todo el tiempo. Así que me fui.
"¡Wow!" me dije a mi misma. "Todos estos años vistiéndome de niña, bailando sexy, y hasta ahora me doy cuenta. Yo debo de ser una mujer, sí, eso es lo que debo ser ahora en delante." Ese momento fue un completo abrir de ojos para mí. Lo que hizo el chico fue menos que nada, pero el solo sentir su órgano grande y carnoso, y su líquido caliente y jugoso salir de él me hizo reflexionar en mi vida. Inmediatamente busqué ayuda al respecto. Encontré a otras chicas transexuales en mi edificio quienes me orientaron en mis primeros pasos. Me consiguieron hormonas, y me dijeron que fuera ahorrando dinero para una operación de busto, y que como había comenzado desde chica probablemente en unos años sería ya toda una chica super femenina. Y así fue. Al momento que mis papás se dieron cuenta, cuatros años después, ya era demasiado tarde. Se enojaron mucho conmigo, pero ya no había marcha atrás. Mi cuerpo ya había estado consumiendo hormonas todos esos años, y ya había desarrollado algo de busto, caderas, mi piel estaba suave y tersa. Después de varios meses de shock tuvieron que aceptar mi decisión y seguir con nuestras vidas. En todo ese tiempo daba shows privados a chicos de mi edad y un poco mayores que yo. Me convertí en una experta en sexo oral por lo cual me pagaban muy bien. Conseguía vestidos cada vez más sexys y atrevidos y mis clientes poco a poco pagando más por mis servicios. Al cumplir mis dieciocho años me sentí realmente liberada. Pues ahora si podía tener acceso a gente de mucho más dinero que buscaba jóvenes bellas como yo. Me operé el busto aumentándome varias tallas a mis pequeños y redonditos senos, cuales quedaron grandes y sabrosos, pero no tan gigantes para desproporcionar mi delgado, alto y bien formado cuerpo. Me recomendaron no quitarme el pene, pues no había muchas chicas como yo tan sexys y femeninas con pene. Ese sería uno de mis principales atractivos en la cama. Mientras que mientras haga shows y sexo oral podía pasar por una mujer completa sin necesidad de mostrar mi pequeño amigo. Fue una época de mucha acción, viajes y diversión. Aunque también tuve muchos problemas y decepciones. Trabajé en muchos casinos, hoteles, restaurantes y bares en Las Vegas, haciéndo todo tipo de cosas, desde shows en el Excalibur y el Flamingo, hasta ser mesera VIP en el Casino Hooters.
Hace algunos años conocí a un chico lindo y ahora vivo con él. Ya no sigo haciendo shows como antes, porque mi novio no me deja, pero sigo trabajando en casinos. Actualmente tengo 25 años de edad y trabajo en el Paris Las Vegas. Si alguna vez estás por aquí no dudes en visitarme. Regularme sirvo en las mesas de Blackjack. ¡Y claro! Siempre luciendo mis encantos de mujer.
Kisses y buena suerte. Monique.
Gracias Cary, por tu ayuda en este relato.
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