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Sí, yo también soy mujer.

en Transexuales

Me comenzó a besar con sus labios. Primero tímidamente, luego acelerando el ritmo. Luego paso a besar mi cuello como si fuera un ídolo. Tirándome en la cama, se abalanzó sobre mí como un tigre, sujetándome de las manos mientras se deshacía en besos por mí. De un movimiento, me puso boca abajo y arrancó el top negro que traía puesto, dejando mi piel al descubierto, besando y acariciando cada centímetro de mi espalda. Con los dientes trato de desabrochar mi brassier, aunque sin éxito, tuvo que recurrir a sus manos para dejar libres mis grandes pechos.

Volteándome otra vez, ahora cara a cara, en un segundo fue a succionar mis pechos, cual vampiro corre con fuerza a devorar a sus víctimas. Se quitó la camisa que traía puesta, y yo empecé a arañar su espalda con mis largas uñas, y a besar sus hombros mientras que se comía a mi busto entero.

Poco a poco encendía en mí el deseo de tenerlo dentro de mí. Como un pequeño fuego que enciende hasta estar muy caliente y que llega a toda su fuerza, así mis deseos por él. Entre besos y caricias, entre sentir su piel junto a la mía, mis pechos oprimiendo a su tórax, sintiendo sus manos recorrer mi cuerpo, me hacía gemir de excitación y placer. Ahora fui yo quien lo hice acostar, le quité los pantalones, y le baje su ropa interior. Aquello era un animal despierto, gigantesco, mucho más grande que mis manos totalmente abiertas. Lo vi y lo comencé a besar. Delicadamente lo bese y acaricié entre mis manos, dando suaves masajes circulares, en mi boca solo metía la punta de este gran pene.

Suavemente, solo la punta, mientras que mis manos masajeaban toda la gran vara, al sonido de mis pulseras de plata chocar una contra la otra. En un momento lo fui metiendo más y más, y movía mi cabeza más y más rápido. Su gran herramienta se hizo completamente dura, yo solamente la disfrutaba con mis ojos cerrados, mientras lo acariciaba y lo besaba. Sentía mis pechos colgar sobre su pene, al igual que el collar que traía puesto, me gustaba sentir en mis pezones su aparato y a él lo volvía loco.

Me arrojó boca abajo, con sus manos bajo mi minishort de mezclilla, dejando al aire mis gruesas nalgas, y con sus dientes quito la tanga que aprisionaba mis regalos. Me mantuvo presionada contra la cama con gran fuerza, mientras besaba, mordía y se perdía en mis nalgas y metía su dedo y lengua en mi pequeño y apretado ano. Se comenzó a comportar más violento, empezó a usar más la fuerza, oprimiéndome más contra la cama y haciendo movimientos más bruscos y salvajes, luego se sentó, se escupió en su vara olímpica y me penetró sin avisar, de un movimiento se clavó dentro de mí, rompiéndome todo mi interior.

Me dijo "¡aquí tienes puta!" "¡eres mi puta!". Yo quedé muda, en lágrimas, sin poder gritar para pedir que se detuviera de tanto dolor que me provocó. Sentí como si me hubieran apuñalado mi interior, con un dolor indescriptible, pero a él no le importaron mis lágrimas, siguió de violento, oprimiendo ahora mi cara y mi cuerpo con mayor fuerza contra las almohadas y cobijas de la cama. "¡De aquí no te vas a mover chiquita!" me gritó, lo hizo más violentamente y más profundamente, gritándome "¡eres mi puta, eres mi puta!," sentí como si me taladraban, y como mi sangre salía de mi ano al momento que agarraba impulso para encajarse más dentro de mí.

Yo ya estaba gritando de dolor y angustia, le pedía que parara y me dejara libre, con mis manos me movía desesperada para que me soltara, pero fue inútil, con gran fuerza me mantuvo aprisionada e inmóvil sin que pudiera moverme.  Se clavó más y más dentro, luego se empezó a mover muy rápido, acelerando su ritmo finalmente explotó dentro de mí, sentí su semen como ácido caliente que me lastimaba mientras se aventaba con violencia dentro de mí. Después de unos instantes, sacó su tronco, ya no tan firme escurriendo líquido caliente entre mis piernas, sangre y semen. Al ponerse de pie al lado de la cama, me dijo "¡Muy bien chiquita!, estuvo muy rico, ahora voltéate para darte por delante y así disfrutes tú". En eso que me movió con sus manos, vio entre mis piernas, y se quedó viendo. "¡Ah caray! ¿Qué eso?" me preguntó asustado. Refiriéndose a mi pequeñísimo pene y testículos que estaban totalmente encogidos. A lo que le respondí "¡son mis cosas de hombre!", sin tardar en responder me dijo con burla, "ja ja, no sabía que eras puto". Recogió sus cosas y se fue casi inmediatamente.

Recogiendo mis cosas esparcidas por el cuarto, me volví a vestir, entre lágrimas y coraje. Había muchos pensamientos dentro de mí. Me dolía más el desprecio que tuvo que el haberme destrozado mi interior. Ya habiéndome cambiado, me senté a la orilla de la cama y comencé a llorar. "Esto no es lo que quería para mí" pensaba en mi mente, mientras que maldecía el momento que conocí a este hombre que solo me usó para su entretenimiento sexual.

"Pensé que era diferente, como pude ser tan tonta" me castigaba en mis sentimientos y voz interior. Levanté mi bolsa, abrí la puerta, y volvió a entrar él, empujándome con gran fuerza, me tiro al piso, me comenzó a dar de patadas en el cuerpo con mucho coraje, finalmente me escupió y dio un puñetazo en la cara. Se fue dejándome tirada en el piso. Nadie acudió a ayudarme o socorrerme, nadie me defendió o se ocupó en levantarme. Mientras bajaba las escaleras, personas que subían o bajaban solo me sacaron la vuelta, y en la salida del motel me dijeron que tenía que pagar por las horas extras. ¡Me había quedado inconsciente por dos horas! Le expliqué la situación a la recepcionista, no le importó. Busqué dinero en mi bolsa, no tenía nada. Finalmente dijo que le hablaría a la policía, le dije me permitiera ir a un cajero a sacar dinero. Caminé unas cuadras, encontré un OXXO y obtuve dinero del cajero. La gente me seguía sacando la vuelta, me evitaba. Pagué lo que debía en el motel y tomando un taxi me fui a mi casa.

Al llegar a mi casa me tiré en la cama y no supe de mí hasta que amaneció. Desperté con gran dolor, eran ya las dos de la tarde en domingo. Me dolía todo mi cuerpo por dentro y fuera, todas mis sábanas estaban llenas de sangre y lágrimas. Al verme en el espejo me  asusté, vi a un monstro. Mi cara estaba hinchada, un ojo morado, tenía moretones en todos lados. Pensé ir con la policía, pensé en pedir justicia contra tal violencia, "no tiene caso" pensé, nadie me pondrá atención. Me metí a bañar tallando todo mi cuerpo con alcohol. Esa fue una mala experiencia, la peor de todas pero no la única mala que he tenido.

Mujeres como yo se han resignado a que nunca hallaremos a un hombre bien. La ilusión del príncipe azul y la princesa, el cuento de vivir felices por siempre no existe. Los hombres solo me han buscado por morbo, por calentura, por cualquier cosa menos por amor. Cuando estaba más joven tenía ilusiones, pensé mi vida iba a cambiar para bien con la ayuda de mi transformación. Deje a mi familia por todo. Pero la triste realidad es que los hombres nos buscan de noche para despreciarnos por la mañana. Yo dije, "no, no puede ser verdad, debe de haber hombres buenos que quieran algo bien", pero no fue así. ¿De qué sirve tener cuerpo de diosa si te tratan como

basura? ¿de qué sirve dar oportunidades para conocer el amor, si al final de cuentas te tratan como a una cualquiera? Yo me cansé de todo mal trato y decidí hacer cosas diferentes, pero al fin y al cabo el problema no está en mí, a como lo veo yo, el problema está en los hombres que me buscan, en los que dicen que me quieren conocer, incluso que me quieren o que me aman, que quieren vivir junto conmigo, que quieren darme una buena vida. Todas han sido mentiras. ¿Habrá un hombre que en verdad quiera a una mujer como yo?