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La Niña Que Me Dio Su Amor

en Lésbicos

Hola, mi nombre es Mónica, tengo 51 años, tengo una hija de 27 que al igual que yo es odontóloga y mi hijo de 29 años quien reside en México, yo trabajó en mi clínica donde atiendo por las tardes; si han cliqueado mi perfil tal vez se habrán dado cuenta que me gusta el incesto, aunque aun no lo práctico me gustaría que la primera vez fuera con mi hija. Creo que desde niña me di cuenta que transpiraba sexualidad, comencé a masturbarme a los 12 años cuando un día mientras me duchaba me di placer inconscientemente, un año después perdí mi virginidad, y a partir de allí me di cuenta que jamás iba poder pasar mi vida con un solo hombre, a los 17 tuve mi primera experiencia lésbica en una pijamada con otras dos amigas, y fue allí donde comprendí que con los hombres se obtenía placer y con las mujeres Amor. Me casé a los 22 años cuando mi ex esposo me dejó preñada y 4 años después me divorcie, en fin como se habrán dado cuenta he tenido una vida muy activa y es aquí donde inicia mi historia.

Verán, era viernes en la noche y me sentía estresada por el día tan agitado que había tenido, por fin había terminado de atender a mi último paciente, un chico de 32 años muy guapo al que su novia esperaba en la recepción, estaba bajando de la silla cuando se tropezó y casi cae al suelo, pero por inercia levanto su mano y esta quedo inerte  en uno de mis senos, el quedo perplejo y sin palabras, muy apenado quito su mano de mi cuerpo y se disculpo, en ese momento sentí una calentura concentrada en mi clítoris y quise lanzarme y sacar su falo para que me penetrara, pero logre la abstinencia adecuada y lancé unas cuantas bromas por lo que había sucedido, cuando salió simplemente le guiñe el ojo y el sonrió a espaldas de su novia, yo esperé que se fueran y comencé a restregar mis senos mientras guardaba todo, cerré mi consultorio y con gran ímpetu frotaba mi concha sobre mi pantalón ante una incipiente excitación que se iba acumulando en toda mi vagina, me subí a mi auto y salí del estacionamiento directo a casa, ya estaba muy excitada y quería follar con alguien. Mientras conducía por la carretera comencé a sentir que mi vagina comenzaba a emanar fluidos característico de una lucida excitación, así que cuando llegue a un semáforo desabroche mi pantalón, levante mi cadera y saque mi pantalón, mis bragas despedían el delicioso olor a sexo y mientras conducía comencé a masturbarme, luego sin querer llené el timón de mis flujos y eso me dio una idea, cuando llegue al próximo semáforo me quite las bragas y las chupe para saborear mis mieles hasta dejar limpia mi tanga sin importar que los demás conductores me vieran, me estacione en una calle oscura y pensé en introducir la palanca de velocidades en mi coño, y cuando estaba lista para hacerlo vi a unas prostitutas como a unos 100mts así que arranque de nuevo mi auto y conduje hasta la siguiente calle.

Estacione mi auto adelante del grupo de mujeres, baje mi vidrio de acompañante y una chica con una falda muy corta se acerco de inmediato, la chica al ver que era una mujer se asombro y aun entre la oscuridad notó mi desnudez  gracias a mi concha que brillaba por mis flujos emanados, rapidamente me dio una oferta y yo accedí, se subió a mi auto y nos presentamos, su nombre era Esther una chica muy hermosa parecida a mi hija en edad y porte, le cogí su rostro con mis manos y comencé a besarla lo cual hacia que mi excitación creciera por todo mi cuerpo. Esther reacciono imponente y los besos que propinaba eran muy profundos, saboreando hasta mi aliento, luego ella se separo sin apartar sus ojos de mis labios, yo le tome su mano y se la coloque en mi coño mientras conducía hasta casa.

Esther comenzó estimular mis zonas erógenas con su suave tacto, levemente deslizaba sus dedos sobre mi vulva mientras yo apresaba sus manos con mis piernas y en segundos la mano de Esther estaba empapada de mis jugos los cuales ya habían manchado el asiento del auto. Después de unos minutos llegamos a casa, le di las llaves a Esther para que abriera y así poder salir corriendo para que los vecinos no vieran el estado en el que me encontraba, unos segundos después entre corriendo a mi casa y Esther se encargo de cerrar el auto. Cerramos la casa con llave, Esther se acerco a mí y comenzamos a besarnos con mucha fluidez abriendo mucho la boca hasta lamernos el rostro, mientras mis manos apretaban su fino culo, estábamos muy excitadas y mis fantasías comenzaron a volar; recordé que en mi armario había una pijama que mi hija olvidó el día que se mudó, así que me separe de ella y le dije que me esperara mientras subía a traer algo, y cuando regrese la chica se estaba sacando la blusa, y me recibió con un beso de lengua muy ágil, desabotone su falda, y la deje caer al suelo y al ver que no traía bragas acerque la punta de mi lengua a su vulva y le di un lamido al que ella respondió con un fuerte espasmo, ambas nos reímos, le dije que se colocara el pantalón de la pijama mientras contemplaba su coño, luego se coloco la blusa donde se le marcaban los erectos pezones, yo me quite la blusa y quede totalmente desnuda, le dije a la chica que esa noche seria mi hija y quería que actuara como tal.

Yo subí a mi habitación donde me acosté en mi cama totalmente desnuda, y segundos después entro Esther con la ropa de mi hija, se recostó a la par mía, me dijo que no podía dormir y comencé a acariciar su rostro con delicadeza mientras ella me veía inmóvil, con mis dedos fui bajando hasta su estomago donde comencé a levantar su blusa poco a poco mientras ella me veía fijamente a los ojos dejándose acariciar por su madre de una noche, ella me besaba tiernamente mientras yo imponía respeto, y cuando ella se sentó yo le quite la blusa de un tirón y comencé a saborear sus pezones, ella me pidió que se los mordiera y sin vacilar se los apreté con mis dientes, y lo estire sin consideración mientras ella lo disfrutaba, de igual forma levanto su cadera y de inmediato saque el pantalón de pijama de su cuerpo para que quedara totalmente desnuda, ella cerró sus piernas sonriendo y mostrando apeno por su desnudez mientras yo acerque mi boca a su coño donde le di unos rápidos besos hasta que comenzó a abrirse, coloque mis dedos alrededor de su vulva y acerqué mi lengua  para comerme su coño, ella respondía retorciéndose y mordiendo las sabanas de la cama por el delicioso placer que estaba obteniendo hasta que llegó a su primer orgasmo, mi cabeza era incitada contra su vulva de forma violenta por sus propias manos que a la vez estiraban mi cabello y unos minutos después sus pujidos volvieron a escucharse por toda la casa, ambas sabíamos que había alcanzado un inconmensurable orgasmo. Con nuestros labios vaginales hidratados y el cabello alborotado volvimos a besarnos con mucha lascivia en nuestros cuerpos, nuestras manos frotaban la cola de la otra mientras disfrutábamos de mucha lengua, hasta que caí recostada sobre mi almohada.

Rapidamente mi hija de una noche comenzó a chupar mis tetas disfrutando a la vez mis pezones, lo que me provoco una vasta excitación que dio lugar a masajear mi vulva mientras Esther succionaba mis pezones, catalizando así un nutrido orgasmo que me llevo a sentir la típica respiración agitada característica de una densa excitación. Aun sin aliento Esther se dio media vuelta sobre la cama, abrió sus piernas y coloco su culo sobre mi cara y aunque no olía tan bien me excito muchísimo y me llevo a darle una calurosa lamida dentro de su ano. Lentamente fue bajando su tronco hasta que quedo inversamente recostada sobre mi sudoroso cuerpo, y formando un hermoso 69 comenzamos a comernos nuestros coños simultáneamente, Esther bebía mis flujos como la perra que bebe agua de su tazón, sus lamidas eran muy cortas pero certeras, mientras que yo abarcaba toda su vulva llenándola de mucha saliva y saboreando hasta su pelvis, poco a poco mis movimientos se fueron alentando y mi cuerpo se fue entregando a esas deliciosas y ásperas lamidas que me hacían estremecer mi cuerpo sobre la almohada, rodee su cuello con mis piernas, mis ojos se cerraron y mis músculos del rostro se tensaron para dejar salir un amplio pujido sobre la vulva de Esther que no tuvo consideración y siguió besando mi coño mucho tiempo más. Segundos después recupere mi respiración y aun reponiéndome metí mi lengua nuevamente en su coño casi hasta su útero a la vez que masajeaba sus labios con la palma de mi mano, como pude introduje mis dedos  en su vagina y sentí su lucida humedad interna que me permitió con mayor sutileza deslizar mis dedos, su vulva se cerro apresando mis dedos y sus gemidos fueron inevitables, apretó con sus manos las sabanas y disfruto del arduo placer suscitado por mí misma.

Luego de reponernos Esther se levanto e hincadas volvimos a besarnos, distribuyendo nuestras lenguas por toda la boca de la otra. Entre risas Esther se separo de mí y se sentó sobre la cama mientras yo saqué la almohada que estaba debajo de mí, de inmediato nos entendimos y ambas abrimos las piernas a lo ancho del espacio y arrastrándome me acerque a ella donde nos enganchamos, y viéndonos a los ojos libidinosamente producto de una crecida excitación en nuestros cuerpos formamos una hermosa tijera, y sin dejar pasar un momento más comenzamos a empujar nuestros cuerpos para producir un continuo roce de nuestros coños que cada vez se calentaban mas, al mismo tiempo nuestro cuerpos eran sucumbidos por la vulva de la otra y el sudor fluía levemente por nuestro cuerpo, poco a poco se iba escuchando con mayor lucidez el choque húmedo de nuestras vaginas debido a nuestros fluidos, hasta que casi simultáneamente comenzamos a sentir el palpitar de nuestros coños. Esther dejo caer su cabeza hacia atrás y comenzó a empujar con mayor fuerza y mayor rapidez su cadera, nuestros coños se absorbían uno con otro, la inercia de la situación me llevo a pellizcar mis pezones, mis ojos se cerraron, y nuestra respiración se escuchaba en toda la habitación, era un momento de placer inigualable, hasta que poco a poco nuestros cuerpos se fueron aflojando y caímos rendidas ante el extenuante orgasmo que habíamos experimentado.

Luego yo me levante con una amplia sonrisa, cogí la cabeza de la que esa noche fuera mi hija, y comenzamos a devorarnos la boca con mucha calidez en forma de agradecimiento la una de la otra, nuestro cabello lucia alborotado y unos cuantos mechones yacían pegados sobre nuestros rostros producto del sudor y otros fluidos emanados de nuestros cuerpos, entre risas, bromas, y sin dejar de besarnos nos recostamos sobre la almohada que había absorbido nuestros flujos, hasta que nos quedamos dormidas abrazando nuestros desnudos cuerpos.