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Mi Ninfomana Familia4: Juego de Amantes Con Mamá

en Amor filial

…Continuación

Ese día después de haber cogido con mi tía Amparo, mi prima Rosario, y por primera vez con mi madre Carmela, los 4 estábamos muy exhaustos, ya habían pasado unas cuantas horas, y al viernes le había entrado su noche, nos habíamos quedado dormidos, estábamos tan agotados que nos relajamos totalmente hasta que el teléfono de mi madre sonó, y nos despertamos. Carmela se levanto rapidamente a buscar su teléfono totalmente desnuda, el cual permanecía aun en su pantalón que estaba tirado en el suelo, en la entrada de la habitación. Al finalizar la llamada Carmela me informo que era mi padre el que había llamado preguntando donde estábamos, el ya había llegado a casa, eran más de las 8 de la noche y nos estaba esperando, así que nos vestimos rapidamente y nos marchamos con mi madre a casa, yo con un beso fuerte me despedí de mis otras dos amantes, mi madre hizo lo mismo pero jugando con la lengua de mi tía, creo que mi madre estaba enamorada de ella, llevaban 15 años cogiendo y entre ellas dos ya existía amor. Ahora comprendía  por qué se llevaban tan bien, su relación lésbica era algo que jamás había pasado por mi cabeza, causaba mucho morbo el solo pensarlo, pues más que dos mujeres fornicando, eran cuñadas, amantes y madres que compartían el mismo vicio, el sexo.

Nos dirigimos a casa, llevaba a mi madre de la mano como si fuera mi novia, no había demasiada gente en la calle, iba metiéndole mano en todo el camino, en cada esquina nos parábamos para tocarnos, estábamos muy excitados, cualquier persona que nos hubiera visto esa noche hubiera pensado que éramos dos adolescentes enamorados, con el calor y la energía necesaria para volver a copular.

-Mamá te puedo dar un beso. –le dije, haciéndome el inocente.

-Claro amor, soy tu madre puedes darme los besos que tú quieras, aun sin pedirlo. –exclamo Carmela acercando de inmediato su boca a la mía, sin pensarlo le di un fuerte beso, mientras mis manos se posaban casi por inercia en su culo a la amplia libertad de la calle, la verdad el solo hecho de recordarme que era mi madre me había excitado aun mas.

-allí no te lo quería dar. –Reclame sin ningún titubeo, viéndola a los ojos.

Entonces dime tú, donde me lo quieres dar; o acaso… ¿quieres que me pele las tetas en plena calle para que me lo des allí? –hablo con sus ojos muy abiertos, tratando de transmitir asombro.

-No mamá, en realidad te lo quiero dar en tu conchita, tengo ganas de saborear ese coñito otra vez. –era la primera vez que le hablaba a mi madre de esa manera, pero después de haber cogido junto con ella, y mis otras dos familiares ya no me importaba lo que pensara.

-A mí también me gustaría sentir tu lengua husmeando mi conejito, pero es que esos besitos allí son los que me descontrolan, y no queremos que mami se descontrole en la calle. Te prometo que cuando tengamos la oportunidad en casa mami te dejara que le des todos los besitos que quieras a este conejito.

-¿Me lo prometes?  –le pregunte con un nuevo tono de inocente.

-Te lo prometo amor. –me dijo, tomándome de la cabeza para así acercar mi boca hacia ella, y entrelazar nuestras lenguas en un nuevo beso lleno de libido.

Sabíamos que si no teníamos sexo ahí en la calle, tendríamos que esperar hasta el siguiente día cuando mi padre saliera a trabajar, y nos quedáramos en casa toda la mañana solos; Y así lo hicimos, nos controlamos, y por fin entre besos y manoseos descarados, llegamos a casa. Debajo de mi pantalón se notaba completamente el bulto de mi falo crecido por la excitación, y mi madre no dejaba de tocarme, entramos por el lado del garaje para darnos tiempo de acoplar la temperatura de nuestros cuerpos. Mientras yo cerraba el portón, mi madre se dio la vuelta y clavo su lengua en mi boca nuevamente, me vio a los ojos y me dijo.

 –Juanito quiero que este sea nuestro secreto, promete que nunca se lo contaras a nadie. ¡promételo! 

-Claro mamá, no te preocupes. –respondí sonriente por su alteración.

Le clave otro beso, al que ella correspondió naturalmente, baje mi cara a sus maduras tetas, tratando de apartar su blusa para encontrar sus dulces pezones, mamárselos y mordérselos al mismo tiempo, pero en ese mismo momento Carmela dio un paso hacia atrás y se arregló la blusa muy nerviosa.

– ¿Juan te has vuelto loco? No vez que está tu padre en casa, espera hasta mañana, contrólate y guarda esas energías que tienes, mañana las vas a necesitar con migo. -susurro seriamente.

Terminando de susurrar eso fue a buscar a mi padre muy acelerada, no había duda que mi madre estaba nerviosa. Por mi parte yo me quede tratando de esconder mi trozo de carne erecto entre el pantalón. Entré al salón y ahí estaba mi padre, preguntó a donde habíamos ido, Carmela no tuvo que mentir pues le dijo que habíamos ido a traer pan y habíamos pasado a visitar a su hermana Amparo, algo que era cierto. Mi padre era muy celoso, siempre cuido que Carmela no lo fuera a traicionar con un extraño. Lo que mi padre no sabía era que Carmela, su esposa, le ponía los cuernos justamente con su propia hermana, su sobrina, y conmigo, su propio hijo, pero es algo que nadie nunca imaginó. Mi padre acepto las disculpas de Carmela por demorarse y no tuvo nada más que decir. Esa noche cenamos totalmente en silencio, incómodos por la presencia de mi padre, mientras estábamos en la mesa tratábamos de no cruzar miradas con mi madre, pues nos sentíamos culpables por lo que habíamos hecho, aunque esperábamos con ansias la próxima oportunidad para volver a follar como amantes. Cuando terminamos de cenar vimos televisión en el salón unas horas, y luego nos fuimos a dormir.

Mientras terminaba de colocarme mi pijama para irme a dormir, se abrió la puerta de mi cuarto, mi madre entró sigilosamente, se acerco a mí sin mediar palabra, me vio a los ojos, lentamente acerco su mano izquierda a mi pantalón y la fue metiendo entre mi pijama hasta encontrarse con mi verga, la cual comenzaba a endurecerse, sin bajar su mirada sobo mi pene delicadamente, como toda madre acaricia a su hijo hasta provocarle una erección, me dio un leve beso en los labios, se aparto de mi, se abrió la bata, no llevaba sostén, sus pezones resaltaban entre sus medianas y maduras tetas, coloco una pierna sobre mi cama, hizo a un lado su tanga negra y llevo toda su mano a su concha, introdujo dos dedos en su vagina recabando residuos de flujo y esperma de esa misma tarde, y luego se los chupo, lanzando una mirada lasciva como cualquier otra mujer fértil lo aria al tener enfrente como único espectador a su progenitor.

-Te espero mañana en mi habitación amor. –dijo casi susurrando, me guiño el ojo y sonrió, alejándose de mí.

Salió de la habitación, cerró la puerta y yo me quede soñando con lo que había dicho y con lo que había visto, estaba tan excitado que no aguante y tuve que masturbarme de inmediato; me fui a dormir y a esperar con ansias el momento exacto para poder estar con mi madre, nunca imaginé en la vida que mi madre fuera tan guarra, pues siempre se mostro como una mujer fría y delicada ante los hombres que la piropeaban, pero al parecer era todo lo contrario.

Al día siguiente, Justamente a las 7 de la mañana de un lluvioso sábado, las ganas de orinar me habían despertado, me levante de la cama adormitado, fui al baño, me cepille, y unos minutos después me di cuenta que mi padre ya no estaba. Hasta mi pene sabía lo que eso significaba porque casi de forma automática comenzó a endurecerse, así que me dirigí al cuarto de mi madre de forma inmediata. Al llegar a su habitación, antes de entrar, justamente en la  perilla de la puerta adornaba una tanga negra, era la misma que tenia puesta la noche antes, cuando había llegado a mi cuarto a seducirme, la cogí de donde estaba  y mis dedos se llenaron de los viscosos flujos que ese pedazo de tela estilaba, estaba claro que la había puesto ahí no hacía mucho, así que la lleve primero a mi nariz y luego mi boca para oler y saborear sus flujos, los cuales no olían, ni sabían nada mal, al contrario era algo muy excitante, hacer eso me ponía a mil, gire la perilla y empuje la puerta, ahí estaba mi madre con su bata sentada en la cama comiendo uvas, era una escena muy erótica, su mirada y sonrisa que mostro al verme delataba lo que iba a suceder, de inmediato cerré la puerta de la habitación con llave, pues no queríamos sorpresas, mi respiración iba cada vez más rápido, mi pene ya estaba muy levantado y se marcaba bajo el pantalón de la pijama.

 -Buenos días amor pensé que lo habías olvidado.

-Jamás olvidaría una cita contigo mamá. –respondí.

Carmela se levanto la bata un poco hasta sus muslos, pude notar que no tenia bragas, tomó una uva y la llevo hasta su maduro, depilado, delicado, y ya lubricado coño el cual ya estaba muy dilatado, empapo la uva con sus flujos y la llevo hasta su boca para tragársela, no había duda que estaba muy excitada, yo estaba boquiabierto, hizo lo mismo con otra uva pero esta vez me la ofreció a mí.

-Quieres una uva hijo. -me dijo, extendiendo la mano con la uva totalmente humedecida por sus mieles.

Me dirigí a ella y cogí de sus dedos la uva que estaba llena de sus fluidos con mi boca, la mastique y me la trague mientras ella no paraba de reír, sin pensarlo me acerque a ella, Carmela de inmediato saco su lengua lo mas que pudo para introducirla en mi boca, ambas lenguas se unieron y jugamos con ellas aproximadamente un minuto, nos tragábamos la saliva espesa del otro, ella se paró de la cama y tiro la bata al suelo, sin importar el frio que hacia esa mañana de invierno. Esa bata era la única prenda que cubría su hermoso cuerpo, se agachó para sacar mí ya crecida, gorda, y venosa verga del pantalón de mi pijama y comenzó a mamármela.

Mi madre termino de bajarme por completo el bóxer y mi pijama, se introdujo mi pene en su caliente boca y comenzó lamerla como si fuera un helado llegando hasta mi glande, donde se detuvo un poco, hacia círculos con la lengua, se detuvo unos 4 segundos con mi falo dentro de su boca y comenzó a devorarme la polla, estaba comiéndose mi falo, tenía un mete y saca constante, y al mismo tiempo me sostenía los testículos con sus manos, eso era algo delicioso, se sentía muy bien estaba a punto de estallar en su boca, mi madre se dio cuenta de eso y rapidamente se detuvo, comenzó a bajar su lengua casi hasta mi ano, comenzó soplarme los testículos con su cálido aliento para que no me viniera en ese momento, era algo muy rico, estábamos jugando con la temperatura, comencé a sudar, así que con su ayuda me termine de quitar la pijama, ya estábamos completamente desnudos los dos, madre e hijo jugando un juego de amantes.

-Chupa y comete mi polla mami, es solo tuya eres mi madre y te la doy todita. –le decía muy excitado, a lo que ella respondía a todo con chupones más rápidos y bruscos.

En ese momento solo queríamos follar, no nos importaba el mundo, el calor comenzaba hacerse presente dentro de la habitación a pesar del clima. Mientras mi madre seguía con la felación comencé a escupirle la cara, dejaba caer saliva por todo el cuerpo de Carmela y a ella le encantaba, pues se la restregaba por todo su cuerpo, baje mi mano hasta sus pezones y comencé a estirárselos lo mas que podía, le sobaba los senos sin parar y ella gozaba, comenzó otra vez como loca a comerme la polla como si quisiera tragársela, la llegaba hasta el fondo de su garganta, metí mis manos dentro de su pelo, y comencé a estrellarle la cara contra mi polla, así estuvimos hasta que comencé a sentir un calor que subía por todo mi cuerpo, acompañado por una electricidad casi como si fuera a venirme, era algo inexplicable, solo me dio tiempo para decirle que no parara, esa electricidad se convirtió en una especie de cosquilleo que llegaba desde mi pene y se extendía por todo mi cuerpo, rapidamente saque mi pene de la boca de Carmela para eyacularle en su rostro, y cuando estaba listo para sacar mi esperma se me cerraron los ojos debido al placer que comencé a sentir, mi madre se quedo con la boca abierta esperando ser alimentada por mi espesa leche, poco a poco fue pasando esa sensación tan placentera, abrí los ojos y no había semen en la cara de Carmela, ambos nos sorprendimos y reímos, había tenido un orgasmo sin eyacular, nunca lo había hecho y mi madre me hizo experimentarlo era algo magnifico.

 -Vaya que tienes experiencia, ya veo porque las mujeres se vuelven lesbianas contigo. -le dije entre risas, ella se paro y saco una sonrisa sucia la cual se perdía entre su excitación, no podía emitir palabras por tan alto grado de excitación que tenia, me acerque a ella agache mi cabeza y le comí las tetas, ella estaba para explotar, restregaba su vulva húmeda contra mi muslo derecho, en ese momento se alejo de mi y se dejo caer en la cama abrió sus piernas y comenzó a restregarse el clítoris con sus dedos, me vio, abrió sus labios vaginales y me dijo.

-Follame hijo, castígame, haz lo que quieras con migo, soy tu puta hijo, yo me entrego a ti, soy toda tuya, soy tu perra, móntame por favor que ya no aguanto más. –mi madre estaba muy caliente de eso no había duda.  

-¿Quieres mi pene? –pregunté de forma burlona.

-Si hijo quiero tu verga completita, dámela toda por favor, móntame. -respondió desesperada

-Ahora te deberás aguantar. –le dije de forma autoritaria.

Acerque mi boca hacia su concha y comencé a lamerla, le mordí suavemente los labios de su vulva, haciendo pequeñas pausas en cada movimiento para que lo disfrutara, recorrí toda su vulva, completita con mi lengua como poniendo mi sello en su sexo, le succionaba los labios con mi boca, sus flujos comenzaron a abrirse paso por sus piernas, y yo con mi lengua se los limpiaba, ese sabor entre salado y dulce me excitaba cada vez más, Carmela comenzó a tener un orgasmo de inmediato, se restregaba el clítoris con sus dedos mientras yo me abría paso entre sus labios hasta que dejé descubierta la entrada de su vagina para poder penetrarla con mi lengua la cual se perdía dentro de su sexo, ella se aferro a su almohada y comenzó a morderla para no gritar del placer, sus gemidos apagados por la almohada se hacían presentes, y cada vez se iban intensificando.

-Aaaahhhmmmmmm, aaaaaaaaahhhhhhhhhhhmmmhijooooooo, móntame amor porfavooooooooorhhhhhhhhh, aaaahhh, aaaaahhhhh, aaaaaahhhhhhhhhhh…

 el orgasmo no terminaba y ella ya no aguantaba, se revolcaba en la cama de placer se movía de un lado a otro, mientras yo absorbía sus labios, hasta que ya no pudo aguantar más y exploto en una nueva serie de orgasmos, se doblo levanto sus caderas y se arqueo totalmente, pude ver como la entrada de su vagina se abría y se cerraba, tenia palpitando a su vagina, sus piernas temblaban, la estaba haciendo sufrir de placer pero no me importaba, yo seguía dándole el placer que ella se merecía, era una imagen muy excitante, echó nuevamente su cuerpo para atrás, y sin darle respiro le comencé a comer el capuchón del clítoris como lo había hecho con sus labios, estaba empapada y le venía orgasmo tras orgasmo le estaban viniendo sin aviso, la atacaba sin darle tiempo de recuperarse del primero, sus flujos estaban saliendo en abundancia, y cada vez generaba mas jugos, poco a poco fue terminando su serie de placer y se hecho completamente para atrás, para intentar relajarse.

le comencé a meter dos dedos en la vagina y de inmediato su vagina reacciono, parecía totalmente recuperada, su vulva estaba completamente lubricada, llena de flujos, dilatada, muy roja, su clítoris estaba crecido, sus labios estaban muy hinchados y pedían a gritos mi pene, así que me puse encima de ella, haciendo la pose perfecta del misionero, comencé a jugar con su excitación, mi pene estaba sobre su vulva pero sin ser introducido en su vagina, y con la punta del pene le tocaba el capuchón del clítoris, recorría sus labios, subía y bajaba mi pene pero sin penetrarla, ella levantaba sus caderas como tratando de que su vulva encontrara a mi pene y hacer que entrara en su vagina, estaba desesperada.

-Vamos Juan métemela, ya no me castigues mas, quiero sentir ese pedazo de carne dentro de mí. -suplicaba mi madre.

–Aguanta, ese es tu castigo por no haberme contado antes que querías follar conmigo. -le dije.

Seguí castigándola sin meter mi pene en su sexo y en una de esas le di una pequeña envestida, mi verga entro sin esfuerzo, ella gimió y yo comencé con el mete y saca, su vagina estaba completamente dilatada, mojada y calientita, Carmela estaba muy feliz por fin tenia lo que deseaba, nuestra respiración se acelero mucho más de lo que ya estaba, su cuerpo temblaba, me abrazaba con los brazos muy fuertes, acerque mi boca a sus tetas y comencé chuparlas.      

–Come hijo, come como cuando eras un bebé, come de estas maduras tetas que son solo tuyas amor. –me decía mientras se retorcía en la cama.

Yo chupaba esos ricos pezones, quería sacar leche de sus tetas, sus tetas no eran tan grandes pero si  muy redonditas y firmes,  eran perfectas, de pronto me di cuenta que su respiración estaba más acelerada, y comenzó a gemir, y a gemir más fuerte, hasta que un profundo grito que pronto se apago en un suspiro se apodero de ella arqueando su cuerpo y atrapándome entre sus piernas para que no me levantara, me pude dar cuenta que se había corrido completamente, en eso hizo un movimiento de cadera un poco rápido y me coloco debajo de ella, quedando ella encima de mí.

Se coloco de cuclillas, y con sus manos llevo mi pene hasta su vagina nuevamente, comenzó a montarme, una y otra vez sin parar mientras se restregaba sus tetas, estiraba sus pezones lo mas que podía, y los tocaba con la punta de su lengua mientras botaba encima de mí, en una de esas paro, saco mi pene el cual estaba completamente mojado por sus líquidos y lo escupió, pude sentir la caliente saliva de mi madre de 48 años bajando por toda mi polla, volvió a introducir mi falo en su coño y estiro su cuerpo hacia atrás, yo me senté sin sacarle mi pene de su concha, le tome las manos y comencé a halar el cuerpo de mi madre hacia mi cuerpo para levantarla, hasta que quedo totalmente de rodillas frente a mí, con la mano izquierda separo sus labios vaginales y con la mano derecha tomo mi pene y lo acerco para introducirlo de nuevo en su conchita, pues debido a ese movimiento se había salido de su cueva, coloque mis manos en su culo y con mis dedos separe sus nalgas dejando solo mi dedo índice de la mano derecha libre para introducírselo en su ano, mientras la penetraba vaginalmente también, nuestros cuerpos cayeron de nuevo a la cama, y comenzamos a dar vueltas al mismo tiempo que nos comíamos la boca de besos como dos desesperados,  llenándonos todo el cuerpo de los flujos que ella había derramado en las sabanas, eso me puso a mil, ya había aguantado mucho y estaba por reventar, estábamos en un ataque de lujuria, caímos al suelo y ahí seguimos dando vuelta sin importarnos nada, cuando por fin pude separar mi boca de los besos lujuriosos de mi madre le advertí que me venía, y cuando intente separarme de ella para acabar afuera, mi madre rodeo mi cuerpo con sus piernas sujetándome muy fuerte y me suplico que acabara adentro.

–Acaba adentro amor, lléname de tu lechita, quiero sentir el esperma de mi hijo llegar hasta lo más profundo de mis entrañas, Abastece mi coño con tu semen hijo, por favor. -era lo que Carmela gritaba entre gemidos.

Pero antes de que mi madre terminara de hablar yo ya me estaba vaciando dentro de ella, pude ver su cara que se perdía cada vez más por la excitación que sentía cada vez que un chorro de mi semen llegaba hasta su útero, y chocaba con sus paredes vaginales. A mi madre le habían quitado los ovarios después de mi nacimiento así que no era de preocuparse por dejarla preñada, y al igual que a mi tía, a ella le habían quitado la matriz ya hacia unos diez años, así que podía acabar adentro de ellas dos, las veces que quisiera que no había ningún problema. Terminamos con nuestros cuerpos sudorosos reponiéndonos de las convulsiones que tal placer había provocado, solo nos veíamos a los ojos y sonreíamos pues más que sexo habíamos hecho el amor sin importar el diluvio que estaba cayendo afuera.

A todo eso ya eran las 9 de la mañana, y en la tarde mi madre iba a ir a una despedida de soltera junto con mi tía, y mi prima y debía guardar energías pues se iban a quedar a dormir en un hotel y obviamente iban a follar las tres perritas, así que saque lentamente mi pene de su vagina y mi semen comenzó salir de su coño manchando un poco la alfombra, ella al ver mi esperma saliendo de su coño me abrazo y me volvió a besar muy fuerte, pues su fantasía se había hecho realidad y se iba a repetir todos los días de su vida si era posible.

–Gracias hijo ha sido la mejor experiencia y el mejor pene que he probado en toda mi vida, te amo, desde hoy vamos a coger cada vez que estemos solos.   

–Me lo prometes mamá. -le dije viéndola a los ojos.

 –Te lo prometo amor.- respondió, clavándome un nuevo beso.

Después de esto nuestra relación rutinaria de madre e hijo cambio totalmente. Carmela me enseño el verdadero amor maternal, y mientras más conocía a mi madre, mas disfrutábamos de los placeres del incesto. Puedo decir que a lo largo de la relación con mamá, pude ir conociendo secretos que ya luego les contare.