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Vacaciones de verano para mí 2

en Voyerismo

Los días siguientes no paso nada especialmente relevante. Nos levantábamos tarde, comíamos, íbamos a la playa y a la piscina, echábamos la siesta y por la noche salíamos, aunque solíamos volver a eso de las 4 o las 5.

No diré es que me hubiera acostumbrado, pero sí que había perdido la novedad de ver a mis amigas medio en pelotas. Entre las horas de tomar el sol, en las que todas hacían topless menos Mireia, y la ropa que usaban en el piso, ya no me ponía a mil por hora cada vez que veía un pezón.

Tampoco se volvió a repetir lo de Marta ni tuve ninguna experiencia sexual con nadie. Me masturbaba con frecuencia porque, aunque como he dicho ya no me excitaba tanto como el primer día, lo de pasar el día entero con 5 macizas seguía poniéndome bastante y tenía que liberar para no sacarle un ojo a nadie.

Cuando salíamos, no era raro que alguna de las chicas ligara y desapareciera un rato con algún chico. Julia era la que más, pero las otras tampoco se quedaban atrás. Solo Mireia parecía tener menos suerte con los chicos. Y yo, claro, que no ligaba nada de nada.

Un día estaba en la piscina por la tarde con Mireia y Julia, tomando el sol y despertándome de la siesta. Mireia iba con un bikini grande que tapaba sus enormes melones y casi todo su pandero. Julia, todo lo contrario, iba solo con un tanga verde claro que resaltaba el bronceado que había ido logrando esos días. Y yo, como siempre, iba con unas bermudas normales y corrientes.

A un lado tenía a Julia, el prototipo de belleza que mandan los cánones, con un cuerpo 10, y al otro tenía a Mireia, que es demasiado gorda para lo que nos venden por televisión. A mí me ponía más Julia, lo admito, pero Mireia no me parecía en absoluto ni fea ni gorda, sino todo lo contrario, tiene la chicha bien puesta, llenando ese par de melones que deben ser increíbles y que aún no había visto y dando a todo el conjunto carne para agarrar. Me daba pena que una chica tan estupenda como ella estuviera tan acomplejada cuando, en realidad, tenía un cuerpo fantástico que muchos, entre los que me incluyo, desearían disfrutar.

Mientras estaba absorto pensando en estas cosas, iba mirando a las dos chicas, quizá demasiado exageradamente, y pronto se empezaron a meter conmigo por eso.

Mireia - Qué, mirando el paisaje, ¿no?

Julia - Lleva un rato así, se ha enamorado de nosotras, jajajaja

Yo - ¿Eh? ¿Qué? Estaba pensando en mis cosas.

Julia - Ya, ya, pensando en tus cosas y mirando las nuestras. - Las dos rompieron a reír mientras yo me puse rojísimo y no sabía ni qué decir.

Mireia - Si es que es normal, no está acostumbrado a estar tanto tiempo rodeado de bellezas.

Julia - Claro, claro, es eso, lo estamos malcriando y luego la vuelta a la realidad será muy dura. Por eso nos está memorizando. ¿No preferirías hacernos fotos?

Jon - ¿Puedo?

Mireia - No seas guarro, hombre. Córtate un poco, ¿no?

Julia - A mí me da igual, eh. Mientras no se las pases luego a todo el mundo. Total, ya me lo has visto todo.

Mireia - Joder, Julia, cómo eres. Pues a mí no me saques en bikini, que me da vergüenza.

Jon - Que era broma, si no traigo ni cámara. No hace falta ponerse así, Mire, y vergüenza de qué, si estás preciosa.

Mireia - Preciosa es Juli, que mira qué cuerpazo tiene, yo estoy enorme.

Julia - ¡Anda ya! ¡Preciosos estamos todos! Hasta Jon. Y tenemos que hacernos fotos, aunque sea con el móvil, que yo quiero tener muchos recuerdos de estas vacaciones.

Mireia - Como queráis, pero avisadme que me arregle un poco antes.

Jon - Sí, y yo igual, que yo sí que desentono rodeado de pibonazos.

Julia - Oye, Mire, ¿tú cómo es que no te animas a quitarte el suje del bikini? ¿Te da corte que te vean las tetas? A mí al principio me daba un poco de palo, pero en seguida te acostumbras y ya no te lo quieres poner más.

Mireia - Me da mucha vergüenza, yo no tengo el cuerpazo que tienes tú, tengo unas tetas que parecen sandías, feas y gordas.

Julia - No seas boba, mujer, si a los hombres lo que les gusta es que sean grandes, cuanto más grandes mejor, ¿a que sí, Jon?

Yo - No es exactamente eso, pero sí, claro, unas tetas grandes y naturales siempre son un regalo para la vista.

Mireia - Tú qué vas a decir, si eres un pervertido, a ti te gustan todas. - Esa era la fama que tenía.

Julia - Además, ahora estamos nosotros solos, no te va a mirar nadie. Bueno, Jon, pero él te mira igual con bikini, jajajaja.

Jon - Joder, siempre os metéis conmigo.

Mireia - Pero es que me da corte por Jon. Bueno, y por los hombres en general, y por las mujeres también. Contigo no me importaría porque eres mi amiga, pero con Jon me da vergüenza.

Julia - Ya lo has oído, Jon, sé bueno y déjanos un rato solas a ver si la convenzo.

Jon - Qué fuerte, ¿me echáis?

Mireia - No, no, no te vayas, solo comentaba, pero no te vayas, que me sabe mal. Si aunque no estuvieras también me daría corte por si me ve alguien desde algún balcón.

Julia - Venga, va, déjanos solas un ratito. Va, hazlo por nostras, porfi porfi.

Mireia - No, no, que me sabe fatal. Quédate lo que quieras, Jon.

Jon - Nada, nada, os dejo tranquilas. Me voy arriba a hacer nada.

Y me fui, un poco cabreado porque me habían echado y un poco cachondo porque si el experimento de Julia salía bien, tal vez podría acabar viendo el melonar de Mireia. Solo de pensarlo me excitaba un montón, tanto que cuando llegué de nuevo al apartamento y vi a Laura con una camisetita y un culotte, me acabé de empalmar, y eso que Laura era la que menos me ponía del grupo y que realmente no se le veía nada.

Laura - ¿Cómo vuelves solo?

Yo - Me han echado.

Laura - Normal.

Laura siempre tan simpática. Le conté lo que había pasado y me preguntó si no quería ir a la terracita a echar una ojeada, a ver si Mireia se había animado. En realidad sí. No lo había pensado antes porque no tenía la cabeza muy clara, pero al proponerlo, me pareció una idea genial. Sin embargo, no quería parecer aún más salido, así que primero me cambié, aproveché para hacerme una paja rápida, y luego fui a la terraza como si tal cosa.

En la terraza estaban ya Irene, Marta y Laura, charlando un rato. Laura iba con camiseta y culotte, Marta iba con camiseta y unas bragas de bikini e Irene iba con el sujetador del bikini y unos shorts.

Marta - Si venías a ver las tetas de Mire, llegas tarde.

Irene - Lo siento, Jon, te has perdido el espectáculo, y seguro que te hubiera gustado.

Laura - Seguro, con lo salido que está...

Jon - Como sois, venía a estar con vosotras un rato.

Marta - Pues también llegas tarde - Y las tres se echaron a reír mientras yo me quedaba, otra vez más con cara de tonto.

Laura - Tranquilo, que no te has perdido nada que no hayas visto ya mil veces.

No quise ni preguntar, supuse que habrían estado un rato en topless por la casa, pero me daba igual, como había dicho Julia, ya me conocía sus cuerpos de memoria, sobre todo el de Marta, que es el que había podido inspeccionar mejor. Ahora la que ocupaba mi mente era Mireia. ¿Lograría verle las tetas pronto?

Esa noche volvimos a salir, como todos los días. Al principio de la noche me siento como James Bond, rodeado de semejantes bellezas para mí solo, pero conforme va avanzando, las chicas van desapareciendo y, esa noche, por primera vez, me quedé solo en un bar. No eran ni las 3 y ya habían volado todas mis amigas. Me sentó bastante mal verme tan solo, encima iba un poco borracho y me dio por deprimirme aún más, hasta tal punto que me acabé volviendo solo al apartamento y me quedé frito tal cual llegué.

A la mañana siguiente me desperté el primero y seguía vestido con la ropa de ayer. Julia dormía en el otro sofá cama, con unas braguitas y una camiseta realmente corta. Estaba un poco despatarrada y me puso bastante burro la imagen. Me fui a duchar y empecé con la primera paja del día. Me puse el bañador y bajé a desayunar al bar par no hacer ruido y aclararme un poco las ideas. Esas vacaciones estaban siendo de las mejores de mi vida porque me estaba poniendo morado a ver tetas y encima Marta me había hecho la mejor mamada de mi vida, pero en ese momento estaba triste porque no me sentía del todo integrado en el grupo.

Cuando subí ya había actividad en el salón comedor. Julia, Irene y Marta estaban desayunando y se oía el ruido de la ducha, pero no sabía quién sería.

Irene - Ey, Jon, ¿estás bien?

Jon - Sí, sí. He bajado al bar porque me levanté muy pronto y no quería hacer ruido.

Marta - Si te pasa algo y quieres hablarlo, sabes que puedes contar con nosotras para cualquier cosa, eh. Igual nos hemos estado metiendo mucho contigo, pero te queremos mucho, tío, si hemos hecho algo que te haya molestado, de verdad, dínoslo que no era nuestra intención.

Jon - No, para nada, si me lo estoy pasando muy bien en estas vacaciones. De verdad, no me pasa, muchas gracias por preocuparos.

Julia - Anda, ven.

Aunque fue ella la que vino y me estrujó en un abrazo que agradecí desde lo más profundo de mi ser. Ya no era por el hecho de sentir como se aplastaban los pechos duros y turgentes de esa chica tan voluptuosa contra mi cuerpo. En ese momento, era más por lo que me transmitía ese abrazo. Tras ese abrazo, le siguió el de Irene y el de Marta, todos igual de reconfortantes.

Mireia salió de la ducha con el bikini puesto y, al ver que estábamos de abrazos, se animó también y pude sentir toda la magnitud de su cuerpo contra el mío. Le olía el pelo a champú y me salió de dentro darle un beso en el cuello, sin ninguna connotación sexual.

Al cabo de un rato, íbamos camino de la playa y ya me había olvidado por completo del mal rato de la noche anterior. Laura se había levantado con la madre de todas las resacas y decidió que prefería quedarse en casa, así que ese día fuimos uno menos.

Como todos los días, todas las chicas se quedaron en topless, excepto Mireia, así que Julia no había podido convencerla después de todo. El día transcurría con normalidad, tomar el sol, bañarse, jugar a cartas, picotear... Hasta que se obró el milagro.

Mireia estaba tomando el sol bocabajo con el bikini desabrochado y, de repente, se dio la vuelta dejando el bikini en la toalla. Por primera vez, podía ver esas magnificas obras de arte dignas del mejor museo del mundo en vivo y en directo. Y reconozco que me quedé embobado al verlo.

Puede parecer absurdo, puesto que llevaba días viendo las tetas de mis amigas y ya estaba acostumbrado, pero la novedad siempre es la novedad, y ESAS tetas aún no las había visto. Además, eran muy grandes. Un poco caídas, como era de suponer por el tamaño, pero increíblemente bonitas. Aunque a Mireia no le había dado tiempo aún de ponerse muy morena, el blanco nuclear de sus pechos destacaba un montón. Tenía unas areolas rosas bastante grandes y unos pezones algo gordos y salidos hacia afuera, seguramente por la emoción que estaría sintiendo en ese momento.

Cuando recuperé el riego en el cerebro de arriba me sorprendió que nadie se hubiera metido conmigo por quedarme embobado. Tampoco se hizo ningún comentario sobre que Mireia se hubiera decidido a hacer topless, así que yo tampoco dije nada y todo siguió con normalidad.

Cuando se levantaba para ir al agua se ponía el sujetador, supongo que porque le daría corte el bamboleo al andar, y al tumbarse, se lo volvía a quitar.

Cuando volvíamos hacia el apartamento, oí la conversación que tenían Mireia y Julia. Julia le preguntaba por cómo se había sentido y Mireia le contaba que bien, un poco cortada pero bien. A partir de ese día, ya pude disfrutar todos los días de los pechos de mis cinco compañeras de vacaciones.