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Vacaciones con Marcos y Clara

en Hetero: General

Mi novia me dejó por otro a dos semanas de las vacaciones. Fue realmente un golpe muy duro, y encima me iba a joder las vacaciones que tanta ilusión me hacían y que tanto necesitaba tras todo el año trabajando como un mulo por un sueldo bastante triste. Ese año íbamos a ir con Marcos, un amigo de toda la vida, y Clara, su novia, a pasar dos semanas a Alicante, iban a ser las primeras vacaciones que hacíamos las dos parejas juntas, pero al dejarme Alicia no me apetecía nada de nada.

La verdad es que no me tomé nada bien la ruptura. Me había dejado por un gilipollas al que, luego me enteré, llevaba casi dos meses follándose. Yo estaba superdeprimido y solo quería quedarme en casa y no ver ni oír a nadie. Marcos era el que siempre me llamaba y me hacía salir, para intentar animarme, pero no lo tenía nada fácil, yo estaba destrozado.

Les dije que no iba a ir, que cancelaba mi parte, pero afortunadamente, no me hicieron caso y me obligaron a ir con ellos casi por la fuerza. La verdad es que no me apetecía en absoluto, ya no solo por la depresión, sino porque no me apetecía pasar dos semanas enteras con una pareja feliz cuando yo me sentía la persona más desgraciada de la tierra, pero me dejé arrastrar por su entusiasmo y nos plantamos los tres en tierras alicantinas.

El apartamento tenía dos habitaciones con cama doble, así que ellos se quedaron una y yo me quedé la otra. "Para todas las tías que te ligues", me decían, aunque en eso momento no me sentía capaz de nada.

El primer día no hicimos mucho, fue instalarse, dar un paseo y poco más. Ellos salieron de fiesta y me insistieron para que les acompañara, pero no quería ser el típico amargado del grupo que corta todo el rollo y les pedí que fueran ellos por su cuenta y que disfrutaran al máximo, que prefería descansar.

Al día siguiente me levanté a eso de las 10 y me fui a dar una vuelta mientras ellos se quedaban durmiendo. No sé si sería porque ya habían pasado dos semanas, porque estaba de vacaciones, por el buen tiempo, por la brisa del mar, por las chicas ligeritas de ropa o por qué, pero sentía que me iba recuperando del bajón de la ruptura. No es que estuviera feliz y contento, pero me iba animando. Volví al piso que no sería ni la una y estos ya andaban despiertos.

Iban de estar por casa, como es normal, y por primera vez en todo el tiempo que la conocía, me fijé en lo increíblemente buena que estaba Clara. A ver, desde que me la presentó Marcos haría unos tres años me di cuenta que era muy guapa. Tenía una cara muy bonita y un tipo estupendo, pero entre que yo ya estaba con novia, que era la novia de mi mejor amigo y que la veía en otras circunstancias, no me había parado a observar que no es que fuera una chica atractiva y ya está, sino un auténtico pibonazo.

Estaba ahí, sin arreglar, vestida solo con una camiseta larga que no llegaba ni a cubrirle medio culo y unas bragas que dejaban la mitad de las nalgas al aire y me parecía la mujer más sexy que había visto nunca.

Me llamó la atención porque la había visto en bikini en otras ocasiones y sí, siempre me pareció muy guapa, pero ahora la veía de otra manera, no era que la viera guapa, era que me ponía a mil y solo pensaba en arrancarle la ropa y perforarla por todos sus orificios hasta desmayarme. De hecho, me empalmé y di gracias de ir vestido de calle, lo que hizo que no saltara a la vista.

Comimos algo y fuimos a pasar la tarde a la playa. Eso era el paraíso, estaba repleto de gente, lo que provocaba que hubiera, entre otros personajes, muchas chicas guapas luciendo sus cuerpos al sol, la mayoría vestidas solo con las braguitas del bikini, y no pocas con braguitas tipo tanga. Eso me animó bastante, la verdad, siempre he sido bastante voyeur. Y aún me animé más cuando, al quedarnos en bañador, Clara se quitó la parte de arriba del bikini y pude contemplar, por primera vez, su increíble par del melones.

En las ocasiones anteriores que había ido a la playa o la piscina con ellos, nunca se había puesto en topless, y justo ahora que estaba recuperándome de que me hubiera dejado la novia, que iba más salido que nunca y que la empezaba a ver como una tía buena a la que me quería follar, va y se anima a deleitarme con esa preciosa vista.

Se notaba que no solía hacer topless porque se notaba la zona triangular del bikini mucho más clara que el resto del cuerpo. Eso aún me ponía más cachondo, era como que veía algo "prohibido", algo que hasta entonces solo podía disfrutar el afortunado de mi amigo Marcos.

No hicimos ningún comentario. Todos actuamos como si fuera lo más normal del mundo, como si no fuera la primera vez que tenía ocasión de contemplar ese par de obras de arte que tenía mi amiga en su cuerpo. Y yo hice todo lo posible por no mirar descaradamente, por respeto y por no quedar como un salido, aunque a veces era totalmente imposible que no se me cayera la vista ante semejante espectáculo de la naturaleza.

Me fui al agua casi de inmediato. En parte porque me apetecía y en parte porque me estaba poniendo cardíaco. Lo malo de la costa alicantina es que el agua no está realmente fría, así que tuve que estar un buen rato para que se me bajara el empalme.

Cuando volví fueron ellos y así íbamos turnándonos para no dejar las cosas solas. Yo aprovechaba para mirar también a las otras chicas, pero no me atrevía a acercarme a ninguna.

Por la noche sí salí con ellos y pasamos un buen rato. Entonces empezamos una dinámica bastante similar todos los días: levantarse para comer, playa, por la tarde variábamos un poco según el día, luego cena, copas y alargar hasta que el cuerpo aguantara. Yo intentaba ligar con chicas, pero no acababa de lograr nada. Me enrollé con alguna guiri que otra, pero no conseguía follarme a ninguna.

Clara, por su parte, cada vez me obsesionaba más. Era la novia de mi colega y no iba a hacer nada con ella, ni insinuaciones ni nada de nada, pero le veía todos los días las tetas en la playa, en casa solía ir bastante "cómoda" y, aunque no se le llegaba a ver nada, casi que me ponía más que si fuera ido desnuda. Aparte, no lograba tirarme a ninguna chica, así que, aunque me hacía más pajas que nunca, cada vez iba más salido.

Un día, en la playa, Marcos se fue a bañar y me quedé a solas con Clara en las toallas. "¿Te apetece jugar a palas?", me dijo, "Por supuesto", dije yo. Y ahí nos pusimos, a jugar a las palas, ella con sus dos pedazo de melones, cada vez más morenitos, botando libres a cada movimiento y yo con la polla tan dura que si me hubiera caído de frente me la hubiera partido en dos. Sobra decir que me costaba un mundo darle a la pelotita porque estaba mucho más pendientes del movimiento de otras dos esferas, así que a los pocos minutos decidimos abandonar el juego y volver a las toallas.

Antes de tumbarnos, me tocó el hombro con un dedo y me dijo que me estaba quemando, que me pusiera crema. Yo me puse crema por donde pude y luego me hizo tumbarme boca abajo y me la puso ella en la espalda haciéndome un pequeño masaje. Estaba en la gloria. Así estábamos cuando volvió Marcos. "Qué bien te cuidan, Jon." No pude más que darle la razón.

Al día siguiente, nada más llegar a la playa, Clara volvió a decirme lo de la crema. Según ella, estaba muy blanco y era vital que me cuidara. Yo, sobra decirlo, me dejé hacer. Cuando hubo terminado de ponerme crema, me pidió que le pusiera yo a ella. Me sorprendió un poco porque estaba su novio ahí mismo y pensaba que tenía más sentido que se la pusiera él, pero no le iba a hacer el feo a una amiga que se interesaba tanto por mi salud, así que le devolví el favor lo mejor que pude.

Me daba un poco de corte la situación porque, para darle el masaje, me senté en su culo y estaba todo el rato temiendo que se me pusiera dura y ella lo notara. Además estaba Marcos ahí, que no solo era su novio, también era mi mejor amigo. Esa situación me incomodaba un poco, pero casi que mejor así, porque yo creo que eso fue lo que impidió que se me empinara.

Cuando acabé, me desmonté de su culo para volver a mi toalla cuando va y dice "En las piernas también, por fi." Me extrañó un poco porque en las piernas sí que se llegaba ella, pero no quería quedar mal, así que empecé a extenderle la crema por las pantorillas, cada una con una mano. Marcos estaba en su toalla sin prestar atención, disfrutando de la brisa marina mientras yo iba subiendo y llegaba a la parte de detrás de las rodillas.

Seguí subiendo y Clara abrió un poquito las piernas para que llegara mejor por todo el muslo. Fui subiendo hasta quedar justo en el extremo, donde cambia la inclinación y la pierna se convierte en culo. Una parte de mí quería pasar esa línea y amasar ese culo bien amasado, pero esa parte de mí quería hacer muchas otras cosas con Clara que no podían ser. La otra parte de mí tenía claro que era mejor no llegar tan arriba, precisamente para no desencadenar nada que pudiera traer graves consecuencias. Por lo tanto, cuando llegué a "la frontera", volví a bajar un poco y extendí un poco más concienzudamente por el muslo.

"Un poco más arriba, por fi". Estaba flipando, me estaba pidiendo que le manoseara el culo delante de su novio. Vale, que él pasaba de nosotros y parecía que le daba igual, pero era mi colega de toda la vida y me daba rollo. Como no reaccionaba, ella meneó el culo de lado a lado como llamando la atención durante un par de segundos y volvió a decir "por fi". Lo decía con una voz que era imposible resistirse. Encima, no es que me estuviera pidiendo realizar una tarea desagradable. Así que ni corto ni perezoso, me eché un chorro de crema en las manos, las frote para repartirlo, le planté una mano en cada nalga y empecé a sobar ese precioso culo que Dios le había dado.

No se puede decir que le estuviera poniendo crema, aunque claro está que algo le quedaría, le estaba sobando el culo directa y descaradamente. Lo recorría entero, lo aplastaba, lo agarraba, metía los dedos por debajo de la tela hasta llegar hasta la raja que separa los dos cachetes. Y estuve así un buen rato, hasta que volví en mí y dije "ya está". "Muchas gracias, Jon", dijo ella, y yo me quedé en la toalla con la espalda al sol porque tenía una tienda de campaña interesante.

Tras ese día, Clara era cada vez más cariñosa conmigo. Siempre habíamos tenido buen rollo, pero no teníamos el nivel de confianza que empezamos a coger esas vacaciones. Eran cosas bastante normales, cuando lo piensas, pero en el momento me parecía lo más atrevido del mundo, como si estuviera traicionando a mi amigo por pellizcarle el culo a su novia de buen rollo o por rozarle un poco las tetas al jugar a ahogadillas.  Sin embargo, Marcos lo veía bien. No es que dijera nada, pero lo veía y se reía, incluso participaba de ello.

Como digo, antes no teníamos este nivel de confianza, así que era una situación nueva para mí. La primera vez que le palmeé el culo a Clara, lo hice bastante tímidamente y fue muy fugaz. Marcos lo vio y me puso mala cara. Yo pensaba que se había molestado por el atrevimiento, pero era todo lo contrario. "Tío, ¿eso qué es? Dale bien". Y dicho esto, le dio un buen cachetazo y me animó a hacer lo mismo.

Yo lo veía muy extraño porque tras años de conocernos era un cambio importante en la manera de tratarnos. Me daba la impresión que les ponía cachondos la situación y cierto es que se les oía follar más que al principio de las vacaciones. Pero lo realmente impactante vino al cabo de unos días.

Fui a la nevera a coger agua y me encontré a Clara fumando.

Clara - ¿Tú tampoco puedes dormir?

Yo - Bueno, la cabeza me da vueltas aún, creo que me he pasado con los cubatas.

Clara - ¿Al final qué tal con la rubia?

Yo - Nos hemos magreado un poco y ya está.

Clara - Pobre. ¿Te has quedado con las ganas, no?

Yo - Pues sí, para que negarlo.

Clara - Ven.

Yo - ¿Qué?

Clara - Ven un momento. Acércate que no muerdo.

Yo (me acerqué, claro está) - Dime.

Clara - Yo a ti te gusto, ¿no?

Yo - Joder, ¿qué pregunta es esa? Claro que me gustas, eres muy guapa.

Clara - Y te gustaría follarme.

Yo - Tía, es tarde y nos ha subido mucho el alcohol. Mejor me voy a dormir y hablamos mañana, vale.

Clara - Yo no he bebido nada.

Yo - Pero yo sí y no quiero decir nada de lo que me pueda arrepentir.

Clara - Va, Jon, no tengas miedo. Si salta a la vista que te gusto, es normal. ¿Tienes miedo de que Marcos se enfade?

Yo - Es mi mejor amigo.

Clara - Pero no estamos haciendo nada malo, solo te pregunto si te gustaría follarme. No digo que lo vayamos a hacer.

Yo - Claro, joder, estás muy buena.

Clara cogió mi mano y la subió hasta su teta, por encima de la camiseta que llevaba puesta.

Clara - ¿No tenías ganas de cogerlas?

Yo (sin soltarle la teta) - Buffff.

Clara - Espera, que me quito esto. (Y se quitó la camiseta, quedándose en bragas delante mío, y provocándome una erección automática).

Yo - Clara, que la vamos a liar.

Clara - Tú cógeme las tetas y calla. Si lo estás deseando.

Yo (agarrando una teta con cada mano y sobándolas a placer) - Ese es el problema, que lo estoy deseando.

Clara - Tranquilo, esto queda entre tú y yo.

Y tras decir eso, se escurrió hacia abajo, se puso de rodillas delante de mí y me sacó la polla del bóxer que usaba a modo de pijama.  Pensaba que iba a poner a chupármela, pero no, se limitó a sujetarla con firmeza y empezó a hacerme una paja.

Yo estaba supercachondo y ya no pensaba nada, solo quería metérsela y correrme encima suyo. Ella iba pajeando, pero se notaba que faltaba lubricación y tiraba un poco.

Yo - Chúpamela.

Clara - No digas nada.

Estaba deseando notar su lengua en mi polla, pero ella tenía otros planes, solo me quería masturbar. Iba cambiando de ritmo y de mano, a veces me sujetaba también los huevos, a veces jugaba con el glande, pero era todo con las manos.

Yo - Venga, un poco solo.

Clara - No digas nada más o te dejo así.

Bufff. La muy puta me tenía agarrado por los cojones, literalmente. Estaba claro que me podía olvidar de la mamada, solo me iba a hacer una paja. La situación era igualmente morbosa y al cabo de unos segundos empecé a notar que iba por el buen camino para hacer que me corriera.

Acercó su cara a mi polla y la rozó con sus mejillas, tenía la boca tan cerca que podía notar su aliento en el capullo, pero la muy zorra no me la iba a lamer siquiera. Luego se estiró un poco y me llevó la polla a sus dos tetazas. Eso me dio mucho placer y ella lo notó y aceleró el ritmo. Al poco rato noté que me iba a correr, pero no dije nada, tal como ella me había pedido, así que acabé derramándome sobre su cuello y sus tetazas.

Se levantó y, antes de irse al lavabo, supongo que a asearse un poco, me dijo "Si quieres repetir, ya sabes dónde encontrarme."

Aunque acaba de correrme como un campeón, seguía tan excitado que me la volví a cascar pensando en lo que me acababa de pasar y en lo que me había dicho al final antes de volverme a dormir. Como imaginaréis, al día siguiente me puse el despertador en modo vibración más o menos a la misma hora y estuve atento para ver si detectaba algún ruido de movimiento.

Volví a ir a la nevera, esta vez a buscar algo más que un poco de agua, pero Clara no estaba ahí. Me sentí decepcionado, así que me bebí un vaso de agua y me dispuse a volver a mi habitación. Entonces, oí la puerta de la otra habitación y esperé. Al cabo de nada, Clara entraba en la cocina con su camiseta de pijama.

Yo - Hola Cl...

Clara me puso el dedo sobre la boca e hizo un breve "shhh". No pronunciamos ninguna palabra más. Se quitó la camiseta y me llevó la cabeza a las tetas para que se las comiera, cosa que hice encantado de la vida. Después, nuevamente se escurrió y quedó arrodillada ante mí. Empezó a masturbarme como la noche anterior, pero esta vez sí se animó a lamerme todo el tronco de la polla bien lamido. No llegó a metérsela en la boca, pero la ensalivó bien ensalivada con la lengua. Luego se acercó un poco y me indicó moviéndome el culo cómo quería que me pusiera para empezar a hacerme una fantástica cubana. La sensación de tener la polla apresada entre esas dos tetazas que te hacen una paja era indescriptible. Hubiera sido mejor metérsela en algún agujero, claro está, pero aún quedaban dos noches antes irnos y no perdía la esperanza.

Yo me dejaba hacer. Intentaba agarrarle la cabeza o el hombro para controlar un poco la situación, pero no me dejaba, ella era la jefa indiscutible, y yo no iba a discutir por eso. Estaba gozando como un enano de las artes masturbatorias de mi gran amiga Clara cuando por fin pasó algo que llevaba tiempo ansiando. Se metió la polla en la boca y empezó a mamarla con un ansia que hizo que en cuestión de segundos notara que iba a estallar. En otras circunstancias habría dicho algo, pero como tenía prohibido hablar, me acabé corriendo en su boca. Ella recibió dos o tres chorros antes de liberarme la polla y acabar de vaciarla con la mano.

Las siguientes dos noches volvimos a repetirlo. Y aunque nunca llegué a probar ni su coño ni su culo, me acostaba satisfecho tras correrme en su boca.

Durante el día no comentamos nunca nada de lo que pasaba por la noche. Yo creo que Marcos lo sabía y consentía, pero preferí no comentar nunca nada. Todo siguió como siempre entre nosotros y a día de hoy seguimos teniendo buena relación, aunque me muero de ganas de volver a ir de vacaciones con ellos.