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Compartiendo piso 2

en Voyerismo

Continuación de https://www.todorelatos.com/relato/104498/

Cuando les contamos a Irene y Sonia lo que había hecho Clara esa tarde no se lo podían creer. Estaban alucinadas con que se hubiera atrevido a pasearse con las tetas al aire solo para "darle una lección" al capullo de Toni.

Irene - ¿Pero de verdad ibas con las tetas al aire? Se tiene que haber puesto las botas. ¡Jajaja!

Clara - No, tía. A ver, sí, pero no. Que yo iba en bragas, pero me tapaba las tetas con la mano. Así.

Clara imitaba la postura del brazo por encima de la camisetita de tirantes que llevaba puesta, para darle una idea a las chicas de lo que realmente había podido ver o no ver Toni.

Jon - No se le vio nada. Además fue todo muy rápido.

Sonia - Venga, va. Demostración.

Clara - Sí, y qué más. Ya lo hice esta tarde.

Irene - Pero no estábamos. Sólo una vez, por fa.

Clara - Bueno, va. Una vez solo. Id al salón.

Yo fui obedientemente al salón listo para no perderme nada. Esta vez estaría listo mirando a la puerta desde el principio. Yo me senté en una butaca y dejé a las dos chicas en el sofá para que lo vieran como lo vivimos Toni y yo.

La puerta queda más o menos detrás del sofá, por lo que hay que girar la cabeza para ver la puerta. Desde la butaca que hay al lado del sofá (de hecho hay dos, una cada lado, pero yo me puse en la que me ofrecía más facilidad de visión) se puede ver casi directamente la puerta.

Mientras, Clara había ido a su habitación para recrear la situación en las mismas condiciones. La cocina, donde había empezado la conversación, está al lado del salón y se accede a ella a través de una puerta que está enfrente del sofá, así que desde la cocina no hubiera sido el mismo efecto.

Como he dicho, esta vez estaba preparado. Así que cuando Clara se asomó ya estaba mirando hacia la puerta. Le pude ver las tetas una fracción de segundo, el tiempo que tardó en subir el brazo y llamar la atención para que las chicas giraran la cabeza.

Clara - ¡Chicas, mirad!

Se dieron la vuelta y la vieron ahí puesta, tapándose las tetas con un brazo mientras con la otra mano se tapaba las bragas por delante. Luego se fue, aunque juraría que esta vez había permanecido más tiempo quieta.

Las chicas se pusieron a reír y yo me uní a sus carcajadas, aunque estaba un poco en shock porque esta vez había llegado a ver pezón. Las tetas de Clara son estupendas. Son bastante grandes, aunque no tanto como las de Sonia, y se mantienen perfectamente en su sitio. Había tenido oportunidad de verlas un par de veces ese verano cuando habíamos ido juntos a la piscina, pero eso no reducía ni un ápice mi interés.

Volvió con la camiseta en la mano y se la puso delante nuestro mientras seguía la conversación. No podía creer mi suerte, dos veces seguidas que tenía semejantes maravillas de la naturaleza delante.

Clara - ¿Veis? No se me ha visto nada.

Irene - Es verdad. Eso lo tenías estudiado de antes.

Clara - ¡Jajaja! Lo ensayé en el espejo antes de salir, claro, no iba a enseñarle las tetas al imbécil de Toni. ¡Jajaja!

Sonia - ¡Qué bueno, tía! Es una lástima habérmelo perdido.

Irene - Ya ves. Hay que repetirlo, pero que estemos todas.

Clara - ¿Cómo lo vamos a repetir? Una vez cuela, dos ya es dar el cantazo.

Irene - Que no, que no. Que lo planeamos bien y no se da cuenta.

Clara - Vale, pero que se desnude otra.

Sonia - Yo no tengo problema, pero es que tu eres la que está más buena.

Irene - A mí tampoco me importa. Aunque la idea es no desnudarnos, ¿no?

Sonia - Más o menos. La idea yo creo que es ponerle cachondo perdido y que se vaya con las ganas pensando que para su colega esto es así todos los días.

Irene - Bueno, lo planeamos y a ver que sale. Jon, tu haz que el imbécil de tu amigo venga aquí mañana por la tarde.

Clara - Mañana no puedo, mejor pasado.

Sonia - Pero pasado ¿a qué hora?

Al final, después de cuadrar las agendas de todo el mundo, decidieron que lo mejor era quedar con él pasado mañana a las 7 de la tarde.

Al día siguiente hablé con Toni y seguía alucinado con lo que había pasado el día anterior. Realmente no había visto nada de nada, pero se había quedado con la mosca tras la oreja y con ganas de ver más. Cuando le dije de quedar el día siguiente en seguida aceptó. Ni decir tiene que estaba más nervioso yo que él. Yo sabía que las chicas tramaban algo, pero no me querían explicar nada del plan para cogerme a mí también por sorpresa.

Esos dos días batí todos mis records de autosatisfacción personal. En mi cabeza me había imaginado todos los escenarios posibles, con la particularidad que todos terminaban en una gran orgía que, en realidad, sabía que no se iba a producir.

Cuando por fin llegó el día estaba que me subía por las paredes. Al volver a casa tras la universidad estaba con un nivel de ansiedad que temía por mi corazón, literalmente. Todo lo que me habían dicho era que tuviera el móvil en silencio y que no me lo viera Toni porque me darían instrucciones por el grupo de whatsapp.

Habíamos quedado a las 7, pero como todos esperábamos, el muy cretino llegó casi media hora antes. Fui a abrir la puerta de abajo mientras las chicas se ponían en posición. Cuando llamó a la puerta de arriba, le abrí y justo en ese momento oí ruido de puertas detrás mío. Yo no lo pude ver, pero me contaron después que Irene había salido en pelotas del baño y se había metido corriendo en su habitación, eso explicaba la cara de Toni, que había tenido, al menos, un primer plano del culo completamente desnudo de mi amiga.

Nos encerramos en mi habitación a terminar el trabajo, que realmente ya estaba prácticamente acabado, solo quedaba revisarlo.

Sorprendentemente, Toni no me comentó nada de lo que acababa de ver. Quizá como estábamos yo y mis 100 kilos delante no alcanzó a ver nada con suficiente claridad, pero algo había visto porque había puesto cara de asombro.

Yo iba mirando el móvil por si tenía algún aviso de las chicas, pero aún no había nada. Ya casi teníamos el trabajo completamente acabado y no sabía cómo retendría a Toni en la habitación después de ese momento.

Pasado un rato Toni empezó a decir que ya estaba todo hecho, que por qué no íbamos a tomarnos una cerveza en el salón. Yo le iba dando largas con tonterías hasta que por fin me avisaron del siguiente paso a seguir.

"Irene - Id al salón en cuanto podáis. Tú ve a la cocina."

Dejé pasar unos segundos de tiempo prudencial para que no se notara que me estaban llamando y fuimos al salón como me habían indicado. Toni se sentó en el sofá que tan buenos recuerdos nos traía y yo fui a la cocina a por cervezas.

Al entrar en la cocina me encontré a Clara vestida con una camisetita corta y un tanga que ya le había visto puestos otras veces. Me guiñó un ojo, esperó un par de segundos y dijo, en un tono de voz suficiente alto para que se le oyera desde la cocina.

Clara - ¿Qué estás con Toni en el salón? ¡Joder, eso se avisa!

Jon - Si os lo había dicho ya. Y os lo he recordado esta mañana.

Clara - Ya, es verdad. ¡Anda, tráeme algo de mi habitación!

Y me indicó que saliera y mientras me daba dos cervezas para llevar al salón. Cuando salí de la cocina vi que Toni me miraba con cara de "¿Qué está pasando?" y yo le respondí con una mirada de "Nada, tranquilo." Dejé las cervezas en la mesa delante del sofá y fui a la habitación de Clara, donde imaginaba que encontraría fácilmente lo que sea que quería que le llevara.

Al entrar en su habitación me encontré a Irene, esta vez vestida, que me entregó la ropa para Clara mientras se contenía la risa con la mano en la boca.

Volví a pasar por el salón y Toni seguía en el sofá en la misma posición de alerta y con la misma cara de pasmo que lo había dejado. Cuando entré en la cocina el que puso cara de embobado fui yo. Clara seguía llevando el tanga de antes, pero era todo lo que llevaba puesto. Esta vez pude recrearme un par de segundos viendo sus voluptuosas formas.

Le di la ropa y, mientras se vestía, me indicó con la cabeza un bol lleno de patatas fritas que había preparado y la puerta. Entendí que tenía que volver al salón con las patatas, y eso hice. Toni estaba flipando cada vez más.

Me senté a su lado y chocamos las cervezas antes de darle el primer sorbo. Entonces salió Clara de la cocina envuelta en una bata similar a un kimono oriental que yo diría que no era de su talla porque le quedaba realmente corto. No diré que fuera más sexy que como acababa de verla en la cocina, pero le quedaba realmente sugerente.

La pequeña abertura de la parte de abajo amenazaba con dejar al descubierto el tanga que yo sabía que llevaba, y la abertura superior dejaba ver todo el canalillo y el principio de los senos, lo que dejaba de manifiesto que no llevaba nada debajo, cosa que yo bien sabía.

Se sentó en la butaca que quedaba a la izquierda del sofá, justo donde yo me había sentado en la recreación del primer incidente, lo que la dejaba al lado de Toni. Cruzó las piernas y dejó prácticamente la totalidad del muslo a la vista, a escasos centímetros de la posición de Toni.

Iba bebiendo cerveza y cada vez que se inclinaba hacia la mesa para coger o dejar la lata o para hacerse con alguna patatita, la solapa de la bata caía un poco por la gravedad y la abertura del pecho se ensanchaba un poco, lo que dejaba una mayor parte de su seno izquierdo a la vista, aunque por más atento que estuve, no se le llegó a ver el pezón.

Clara - Vaya, chico, perdona. No sé qué pasa que cada vez que vienes me pillas en pelotas.

Toni - Eh... Yo... No...

Clara - Pero no pasa nada, que Jon ha tenido a bien traerme este kimono que casi es como ir desnuda. Supongo que no ha encontrado nada más corto.

Jon - Tía, lo que he encontrado más rápido, no sabía que querías.

Clara - Pues una camiseta y un pantalón. O un vestido. Que esto lo tengo para estar por casa si estamos solos, Jon.

Jon - Es lo primero que he visto. Yo también estaba nervioso porque estaba Toni en el salón.

Clara - Bueno, da igual. Así no se me ve nada, ¿no? Y de paso estoy más fresca, que con el calor que hace...

Toni - Eh... Sí... Calor.

Mientras nos tomábamos la primera cerveza, Irene se unió a nosotros en el salón. Llevaba un vestido de tirantes de verano de color amarillo que realzaba bastante lo morena que estaba. Le hacía bastante obertura en los laterales, por lo que se podía ver que tampoco llevaba sujetador. Fue a por más cervezas y se sentó a la butaca que quedaba a mi lado del sofá, también con las piernas cruzadas, lo que daba una espectacular visión de todo su muslo.

Al pasar las cervezas se tenía que inclinar y nosotros también para cogerla, y en ese movimiento se le podían ver bastante bien las tetas a través de cuello del vestido. Así como a Clara no se le llegaba a ver "nada" cuando se inclinaba, a Irene sí que alcancé a verle los pezones, e imagino que Toni también.

Irene - ¿Qué os contáis? ¿Ya habéis terminado el trabajo?

Jon - Sí, por fin está listo para entregar.

Empezamos a hablar los cuatro y de vez en cuando, en algún movimiento traicionero, a alguna de mis compañeras se le movía un poco el vestido y teníamos algún descuido furtivo. Toni no se perdía detalle de ninguno de los movimientos que hacía Clara, que estaba a su lado con un kimono que en cualquier momento podía provocar un instante de gloria. Desde mi posición ya le había podido ver el tanga un par de veces, por lo que imagino que Toni también se lo habría visto, aunque él no podía saber si era tanga o unas bragas normales.

Llegó por fin Sonia, la que faltaba, y nos preguntó si queríamos más cerveza, a lo que todos contestamos que sí. Iba vestida también con un vestido veraniego, pero al ser más alta y robusta, y tener una 110 de pecho, lo llenaba más y le quedaba más corto por abajo y más cerrado por arriba.

Como las butacas ya estaban ocupadas, se sentó a mi lado en el sofá, lo que provocó que nos tuviéramos que apretar más y Toni quedó casi tocando las piernas de Clara. En esta nueva posición yo estaba tocando con mis piernas tanto las de Toni como las de Sonia. No lo dije antes, pero tanto Toni como yo íbamos con camiseta de manga corta y pantalón corto. En mi caso unas bermudas y en el de Toni unos vaqueros cortos.

Debido a mi corpulencia, creo que Toni solo podía ver a Sonia cuando se agachaban ambos. Por otro lado, estaba pegado a Clara que con tanta cerveza y tanto calor se había ido abriendo el kimono "sin darse cuenta" y ya enseñaba buena parte de los laterales de sus pechos.

De repente hizo el gesto de desperezarse en el sofá, arqueando la espalda hacia arriba, sacando pecho y abriendo los brazos para sacudirse la pereza. Nadie perdió detalle de ese movimiento, claro está. Al recuperar la postura, se le había ahuecado un poco la bata y casi se le llegaba a ver el pezón. Casi.

Irene - Clara, tía, tápate un poco que se te van a salir las tetas.

Clara - Ay, perdona, que me estaba entrando un sueño...

Se levantó y se puso bien el kimono en un gesto que casi me hace sacar el corazón por la boca porque parecía que se lo iba a abrir, pero no, tenía la técnica muy estudiada y logró que no se le viera nada.

Clara - Creo que me voy a ir a hacer algo de cena, porque mirad la hora que es ya.

Jon - Sí, creo que es mejor tocar retirada.

Toni - Eh. Bueno, yo me quedaría más, ¿pedimos pizzas? Invito yo.

Sonia - Hombre, si insistes...

Irene - Vale, pero pedid ya ponemos la tele mientras. A mí mientras no lleve piña me va bien todo.

Sonia - A mí también. Yo voy a ducharme de mientras. ¿Alguien tiene que ir al baño?

Toni -  Sí, yo. Voy al baño y pedimos. ¿Vale?

Cuando entró en el baño todos nos pusimos a reír, intentando no armar mucho alboroto. Sabíamos que iba a tardar un poco porque intuíamos lo que había ido a hacer. Les hubiera dicho muchas cosas a mis amigas, pero no sabíamos tampoco lo que se escuchaba desde el baño, así que esperamos que saliera.

Le dejamos pedir lo que quisiera y nos pusimos a ver la tele. Sonia se fue a duchar y Clara se fue a su habitación, así que nos quedamos los dos chicos con Irene, que se sentó en el sofá a mi lado. Toni se colocó entonces en la butaca donde había estado Clara. Cuando Sonia se acabó de duchar y arreglar, vino al salón con un pijama de verano que normalmente no es especialmente sexy, pero como no se había acabado de secar "para aprovechar el fresco" se le pegaba mucho a los pezones y casi se le transparentaban. Se sentó en la butaca que quedaba libre y se unió a nosotros.

Después se fue a la ducha Irene y volvió Clara, que había cambiado su kimono por un pijama que siempre que se lo veía puesto me ponía cardíaco. La parte de abajo era un pantaloncito muy fino que transparentaba cualquier cosa que llevara debajo y, además, permitía vistas gloriosas por la abertura de las piernas si apoyaba el pie en cualquier sitio. Ese día se le transparentaba ligeramente un tanga de hilo dental. La parte de arriba era mi favorita. Era una camisetita pensada para alguien con las tetas bastante más pequeñas. A ella le quedaba a reventar y se le marcaba todo perfectamente. Además, en su origen había tenido tres botones en el cuello, pero yo ya la había conocido sin esos botones, que no iba a poder abrochar de todos modos, y la pequeña abertura le hacía un escote espectacular.

Irene volvió recién duchada con un camisón que no le quedaba muy distinto al vestido de antes. El "peligro" que tenía era que por el cuello y las mangas inexistentes se le podían llegar a ver las tetas según en que postura.

Sonia - ¿Hacemos el juego del pizzero?

Clara - Tías, se os va mucho.

Irene - Va, anímate. Un día es un día.

Toni - ¿Que es el juego del pizzero?

Sonia - Ya lo verás. ¡Jajaja!

Clara - Hacedlo vosotras, yo me rajo.

Irene - Va, tía, si igual no te toca.

Sonia - Mira, que Toni decida y ya.

Irene - Venga, va. Toni, escoge a una de nosotras.

Toni - ¿Para qué?

Sonia - Escoge una y ya está.

Toni - Pues tú, Sonia.

Irene - ¡Jajajaja! Por bocas.

Clara - ¡Jajaja!

Sonia - ¡Jajaja! Bueno, lo hago con gusto.

Y dicho esto se fue a su habitación.

Toni - ¿Pero qué es lo del pizzero?

Jon - Ya verás...

Yo en realidad tampoco lo sabía, pero me podía imaginar que tenía que ser algo como enseñarle las tetas al pizzero o algo así.

Estábamos todos en tensión para ver qué pasaba con lo del pizzero. Cuando por fin llamaron, fui a abrir y anuncié que venía el pizzero. Entonces salió Sonia con un albornoz de su habitación y fue hacia la puerta del piso.

Sonia - Venga, todos al salón menos Irene.

Fuimos todos al salón. Llamaron al timbre de arriba. Vino Irene con el albornoz de Sonia en la mano  y oímos como Sonia y el repartidor hablaban. Toni había pagado con tarjeta, así que la conversación fue rápida y cuando oímos cerrarse la puerta fue Irene corriendo con el albornoz y nosotros detrás. Llegamos a tiempo de ver como se abrochaba el albornoz de espaldas a nosotros mientras se partían de la risa.

Después me enteré que debajo del albornoz iba completamente vestida, pero la idea era únicamente poner cachondo a Toni, y eso había funcionado.

Durante la cena seguimos hablando un poco de todo. Las chicas contaron algunas anécdotas en las que alguien las pillaba desnudas y la cosa fue evolucionando hasta llegar a confesiones sexuales. Todo esto aderezado con algún descuido fugaz que casi dejaba ver algo de más.

Toni se excusó y fue al baño otra vez más, que nosotros aprovechamos para reírnos un poco de él a sus espaldas. Cuando por fin se iba, le acompañé hasta la puerta y oí como Clara decía en un tono de voz suficiente para que se la oyera algo como "Por fin me puedo volver a desnudar en mi propia casa".

Lo que yo no sabía es que en un momento de confusión le habían cogido el móvil a Toni y se lo habían escondido. Cuando salió aprovecharon para dejarlo en la butaca y esperaron a que se diera cuenta y volviera a por él. No tardó mucho, el tiempo que tardara el ascensor en llegar a la planta baja y volver a subir.

Cuando llamó, yo fingí estar en el baño y le fue a abrir la puerta Clara con su kimono, que se había puesto otra vez para fingir estar desnuda. Toni le contó lo del móvil y Clara le hizo esperar mientras avisaba a las otras chicas, que se estaban muriendo de la risa y se escondieron, vestidas, en la cocina.

Clara - Perdónanos, es que como ya estábamos solas nos habíamos vuelto a poner cómodas.

En seguida Toni "encontró" su móvil y volvió a marcharse mientras yo me la acababa de cascar por enésima vez en el baño.