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Vacaciones de verano para mí 3

en Hetero: General

Aunque pueda parecer increíble, llegó un momento el que tanta playa, piscina, discoteca y cerveceo empezaba a aburrirme. No es que me desagradara, estaba bien y eso, pero eran 10 días de hacer siempre lo mismo. Que vale, dentro de las rutinas monótonas que se pueden tener, era una rutina bastante agradable, pero ya empezaba a estar harto de tanta repetición.

Al principio disfrutaba como un enano por la inigualable compañía de mis 5 amigas más o menos desinhibidas y por las ganas que tenía de ir a la playa y salir de fiesta. Ahora, en cambio, me empezaba a aburrir, así que se lo comenté a mis compañeras de aventuras.

Yo - ¿No os empieza a aburrir hacer cada día lo mismo?

Julia - Huy, sí, es un sufrimiento esto de tener que ir cada día a ponerse morena a la playa, jajajaja. Qué cosas tienes, Jon.

Irene - Pues la verdad es que a mí sí me cansa un poco tanta rutina, podríamos hacer algo nuevo.

Marta - A mí también me apetecería hacer algo distinto. Podríamos coger el coche y dar una vuelta, ir a visitar algo, hacer una excursión, algo así.

Yo - Eso sería estupendo. Si queréis miro a ver qué se puede hacer por aquí.

Laura - Yo vine hace unos años con mis padres y me acuerdo que salíamos con las bicis bastante. Hay algún sendero que igual podemos hacer.

Mireia - ¿Pero me vais hacer andar?

Julia - Ya son ganas, con lo bien que se está aquí despanzurrada casi en pelotas.

Marta - A ti todo lo que se haga desnuda te gusta, jajajaja.

Julia - No lo sabes tú bien, jajajajaja.

Yo - Es buscar opciones y que se apunte quien quiera, ¿no? No hace falta ir todos juntos siempre.

Mireia - A mí me apetece ver otro paisaje, pero si me vais a hacer caminar durante horas por la montaña....

Laura - Joder, Mire, ¿tú ves montañas aquí? Es ir a dar un paseo cortito, ver árboles de verdad, estar un rato en algún sitio bonito y volver. Llamo a mi padre y os digo, ¿vale?

Me alegró ver que no era el único con ganas de hacer algo que no fuera tostarse en la playa y beber hasta reventar. Al cabo de unos minutos, Laura volvió al salón con la información que le había dado su padre. Al parecer, a menos una hora de coche llegábamos a una especie de parque natural y ahí había varias opciones para hacer senderismo. Lo discutimos un rato y al final decidimos ir todos a pasar el día ahí. Preparamos algo de pícnic, cogimos agua y hacía allí nos fuimos.

Pasamos un día agradable y menos caluroso que en la playa, porque paseamos por una zona frondosa y los árboles daban mucha sombra y mantenían un clima más fresco. Comimos lo que habíamos traído cerca de un río donde había gente bañándose, sobre todo familias, y pasamos ahí la mayor parte del tiempo.

Yo no había llevado bañador porque no sabía que habría un río, así que me quité la camiseta y me quedé en pantalón corto. Las chicas habían sido más previsoras y todas traían bikini. Julia y Mireia se quedaron en bikini y las otras en shorts y el sujetador del bikini.

A media tarde nos empezó a apetecer tomarnos una cervecita, así que fuimos recogiendo y volvimos hacia el apartamento. Ese día creo que ni siquiera me empalmé en ningún momento, había sido el día de menos tensión sexual y, sin embargo, me sentía muy bien.

Nos sentamos en una terraza que había cerca del apartamento y lo que iba a ser una cerveza, acabó siendo una cena a base de raciones. No sé cuánto tiempo estuvimos en ese bar, pero se nos hizo de noche y ya empezamos con las copas ahí. Era en un plan muy tranquilo, de pedirte un mojito y tardar en bebértelo porque estás a gusto con la gente.

Cuando nos quisimos dar cuenta, eran las 10 y media. Era una hora mala porque ya habíamos cenado, llevábamos un par de copas y era muy pronto para seguir bebiendo hasta que fuera hora de ir a la discoteca.

Julia - ¿Y si no salimos hoy?

Marta - ¿Qué? ¿Te encuentras bien? ¿Eres Julia de verdad? - Todos reímos ante la ocurrencia de Marta, porque realmente era raro que precisamente Julia dijera de no salir.

Julia - Jajaja. Ya que hoy estamos haciendo cosas distintas, podemos quedarnos aquí hasta que cierren y luego seguir en casa de plan tranquilo.

Irene - Marta, llama a urgencias rápido, que tu hermana no está bien.

Yo - A mí la idea de Julia me parece muy buena. Lo malo es que no tenemos juegos ni nada.

Laura - Ya salió el niñato. ¿Y para qué quieres juegos? ¿No te basta con estar con nosotras?

Irene - Déjale. El niño tiene que tener una consola en las manos para divertirse o no es feliz.

Yo - No es eso, pero es por hacerlo más divertido. Me diréis que no lo pasaríamos mejor con algún juego tonto de cantar o bailar o algo así.

Julia - Visto así, estaría bien, sí.

Mireia - Igual en el apartamento hay juegos de mesa, no lo hemos investigado del todo.

Marta - Sí, sí que lo hemos investigado. Yo lo examiné todo a ver qué había y todo lo que vi fueron cartas y un parchís.

Julia - Pues ya está, ¡jugamos al strip poker!

Laura - No, si lo que dice tu hermana va a ser verdad, solo piensas en despelotarte.

Julia - Qué cortarrollos, así no se puede.

Irene - Bueno, algo se nos ocurrirá, ¿no?

Estuvimos en la terraza del bar hasta que nos acabamos la copa que teníamos y fuimos al apartamento. Por suerte, teníamos un montón de alcohol y cosas para picar que habíamos comprado el primer día y casi que ni habíamos ni tocado. Después de todo, era la primera velada que pasábamos en casa.

Lo primero que hicimos fue hacer inventario de lo que teníamos, poner a enfriar más cerveza y preparar los primeros aperitivos. Todo esto mientras nos íbamos duchando y vistiendo por turnos. Lo de vestirse es un decir, porque como era quedarse en casa en plan tranquilo, íbamos todos cómodos.

Yo iba directamente en pijama, igual que Marta, Laura e Irene. Mireia iba con un camisón relativamente largo y Julia iba con una camiseta que le tapaba hasta el culo y poco más. No sé si era por ser una situación nueva o porque ese día no había podido verle las tetas a ninguna de ellas, pero me estaba excitando un poco verlas así.

Buscamos por todo el apartamento y, tal como había dicho Marta, los únicos divertimentos que había eran un tablero de parchís y dos barajas de cartas. Julia volvió a decir lo del strip poker, pero su propuesta no tuvo aceptación. En realidad, no nos hacía falta nada más, estábamos en el salón de cachondeo y lo estábamos pasando bien. Teníamos la tele puesta en un canal de videoclips, pero realmente no le prestábamos atención.

Además, yo estaba disfrutando también de los cuerpos de mis amigas. De vez en cuando le podía ver las bragas a Julia, o el escotazo que asomaba cada vez que alguna se inclinaba demasiado hacia adelante. La tela de los pijamas tampoco es que fuera muy gruesa, así que también podía disfrutar sin más de ver como se insinuaban los cuerpos debajo de la ropa.

Irene se acordó de que había traído maría para las vacaciones y nos preguntó si queríamos. Yo no tengo mucho hábito de fumar, pero a un porrito no le digo que no, sobre todo en el plan que íbamos. En parte para no apestar el piso y en parte por la presión de Laura, salimos a la terraza a fumar.

Se estaba genial. Dejamos encendida una sola luz en el salón y estábamos en la terraza, donde podíamos ver la piscina iluminada desde dentro. Era una sensación hipnotizante. La temperatura era agradable y me quité la camiseta para notar el airecito que pasaba.

No sé si era la marihuana que empezaba a hacer efecto pero estaba como en una nube. Veía a mis amigas, la piscina, el cielo y era todo como muy feliz. Tenía a Irene al lado y empecé a acariciarle el pelo, se sentía muy suave. Le acaricia el pelo desde atrás y de vez en cuando bajaba hasta el cuello y notaba como se le ponía la piel de gallina.

Marta llevaba un rato mirándome y de repente se metió dentro del apartamento y dijo que ahora volvía. Al cabo de nada, volvió sin camiseta y entendí que había ido a ponerse el sujetador del bikini.

Marta - Yo también quiero sentir el aire en mi piel.

Julia - Y yo. - Y se quitó la camiseta que llevaba, quedándose en bragas delante de todos.

Verle las tetas fue una sorpresa muy agradable y mi miembro empezó a dar señales de vida. Eran las primeras que veía hoy, y debo admitir que me gustaban mucho y que la situación me resultaba especialmente morbosa.

Marta - Tía, córtate un poco, que no estamos en la playa.

Julia - Ya lo sé, idiota, pero no molesto a nadie. Además, cualquiera que me pudiera ver ahora, me ha podido ver cualquier día en la piscina de ahí abajo.

Marta -Ya, pero no sé.

Irene - Julia tiene razón. - Y tras decir eso, ella también se quitó la camiseta, dejando sus suculentas tetas a la vista de todos y a escasos centímetros de mi mano, que seguí usando para acariciarle el cuello y el hombro.

Mireia - Pues yo no voy a ser menos. - Y ella también se quedó en bragas, con sus enormes melones al aire.

Laura - Deja que dé un par de calada más, anda. - Laura le dio algo más de dos caladas al porro y también se animó a quitarse la camiseta. Ahora Marta era la única que no estaba en topless, y a la que mirábamos todos.

Marta - Pues visto lo visto... - Se llevó la mano atrás y se deshizo el nudo del bikini, que se quitó por encima de la cabeza.

Si antes me sentía en una nube, ahora estaba en la gloria. Relajado, de buen rollo y en una compañía inmejorable. Estuvimos en la terraza hasta un poco después de terminarnos el porro y luego volvimos para dentro.

Me senté en el sofá al lado de Irene. Me había dado por acariciarle la piel, y ahora que tenía más piel expuesta, ampliaba mi recorrido. Yo estaba sentado en el medio del sofá y ella estaba a mi izquierda, y con mi mano izquierda le acariciaba el cuello, el hombro, parte del brazo y la parte superior del pecho hasta el inicio de los senos, que era a lo que llegaba tal como estábamos sentados. Mientras, seguíamos hablando, bebiendo y picoteando.

Irene se acomodó juntándose un poco más a mí y apoyando su cabeza en mi pecho, lo que me permitió poder bajar más la mano y acariciarle una teta hasta el pezón. Me estaba excitando mucho estar acariciándole suavemente la teta a una amiga, teniendo a cuatro amigas con las tetas al aire alrededor y todo como si fuera lo más normal del mundo. Definitivamente, estaban siendo las mejores vacaciones de mi vida.

Pero es que la cosa no quedó aquí. Estaba yo la mar de feliz jugando con la teta de Irene cuando Julia se me pone al otro lado, me coge la mano y me la pone encima suyo, como diciendo que ella también quería. Yo estaba flipando porque lo veía como una interferencia al rollo que teníamos Irene y yo en ese momento, pero no me parecía mal plan, así que mientras con la una mano acariciaba a Irene, con la otra empecé a acariciar a Julia.

Estaba muy cachondo y lo que había empezado como un inocente juego de caricias, pronto se convirtió en otra cosa. Ya no era una caricia suave rozando la piel, sino que cada vez que llegaba al pezón de alguna de las dos, cosa que cada vez era más frecuente, me entretenía con él pellizcándolo, acariciándolo, apretándolo... Ellas se dejaban hacer y solo oía comentarios de las otras tres, aunque mi cerebro ni los procesaba.

Noté una mano en el paquete. Por el ángulo, tenía que ser la de Irene, pero no miré. A esas alturas tenía la polla a reventar y estaba deseando hacer algo más que sobar tetas, así que me tome esas primeras caricias por encima de la ropa como un buen presagio.

Poco a poco, fue metiendo la mano por debajo de los pantalones y los calzoncillos y pude sentir como me agarraba la parte de arriba del tronco, que estaba ardiendo. No creo que tuviera las manos frías, pero podía notar la diferencia térmica y era sumamente agradable. Julia se puso a colaborar con Irene y entre las dos lograron liberar mi pene de la prisión en la que se encontraba encerrado y empezaron a acariciarlo suavemente.

Intenté mirar hacia abajo, pero debido a mi posición solo veía las cabezas de mis dos amigas tapando lo que pasaba en mi zona genital. Yo estaba deseando que se animaran a chupármela, pero de momento solo usaban las manos. Empezaron a pajearme entre las dos. Mientras una tenía mi polla, la otra me acariciaba los huevos, y se iban turnando. Como tampoco podía ver lo que pasaba, tenía la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados.

Me había olvidado por completo de todo, solo sentía la paja combinada que me estaban haciendo y las tetas que estaba sobando, cuando de pronto me chafaron la cara. Di un pequeño brinco y oí risas, no sabía que pasaba, pero pude ver que lo que me chafaba la cara eran las enormes tetas de Mireia, que estaba justo detrás de mí con las tetas apoyadas en mi cara.

Mi instinto fue agarrar cada teta con una mano y llevármelas a la boca, aunque claro está, eran imposibles de agarrar, solo podía acompañarlas. Me encantaba meterme lo máximo que podía de esas tetas enormes en la boca y usar la lengua para jugar con el pezón. Cuando dejé de sobarles las tetas para dedicarme a las de Mireia, Julia e Irene dejaron de jugar con mi rabo y empezaron a acariciarme y a darme besos alrededor de la zona, pero sin llegar a la polla, que solo tocaban fugazmente.

Empecé a alternar entre las tres y a usar una mano y la boca con Mireia y la otra mano o con Julia o con Irene. Cuando le agarraba la teta a alguna de las que tenía abajo, volvía a cogerme la polla. Al principio seguían masturbándome con una mano, pero al cabo de un tiempo, por fin, empezaron con la lengua. Cuando eso pasó, bajé las dos manos para dedicarme a la vez a Julia y a Irene y que me la lamieran las dos. ¡Y así fue!

Me olvidé de Mireia y solo le chupaba las tetas si ella misma las ponía en mi boca. Julia e Irene jugaban con mi lengua y me encantaba. Era la sensación más increíble que había tenido en la vida. No sé quién hacía qué porque no veía nada y no podía pensar en ese momento, solo sentir. Y sentía como mi polla entraba y salía de la boca de alguien mientras otra lengua recorría el tronco de mi rabo, o me lamía los huevos, o las dos bocas me recorrían a la vez, haciéndome como una paja pero con las bocas, era sublime.

Yo ya no le tocaba las tetas a nadie, tenía las manos en las cabezas de mis dos mamadoras y estaba disfrutando como un enano de la doble felación. Una de ellas era capaz de metérsela entera en la boca, eso me volvía loco, la otra lo intentaba, pero no podía con toda. Yo ya estaba deseando correrme porque me estaba muriendo del gusto, pero parecía que no iba a culminar nunca. Supongo que por la situación de ir parando para cambiar de boca y de tener tetas en la cara y manos por todo el cuerpo.

En una de esas, cuando me la estaba chupando la que se metía la polla entera en la boca, empecé a decirle que siguiera y no parara mientras le acompañaba el movimiento de la cabeza con la mano. Me apartó la mano, se la llevó al coño y volvió con la mamada. Al recolocarnos, vi que la que me la estaba chupando tan bien era Irene. A Julia la atraje hacia mí agarrándole el culo y empecé a masturbarla con la otra mano. Así que tenía un coñito en cada mano y la polla enterrada en la garganta de mi amiga del alma.

No llevaríamos mucho rato en esa posición cuando noté que me iba a correr y grité para avisar a Irene. Ella siguió mamando, intentando metérsela incluso más adentro, aunque no era posible, hasta que me corrí. Me corrí abundantemente y ella chupaba con más ansia, como si me estuviera ordeñando. Me vacié completamente en su interior y dejó mi polla libre de nuevo. Entonces, Julia se incorporó y mientras me iba chafando el rabo con la mano para sacar alguna posible gota que pudiera quedar, me lamía el glande.

Me puse a comerle el coño a Irene para agradecerle el buen rato que me había hecho pasar y vi que Marta estaba completamente desnuda y con cara de satisfacción en el otro sofá. Claramente se había puesto cachondísima y se había masturbado, quien sabe si más de una vez. De Mireia me había olvidado completamente hacía un rato, y me fijé que se estaba masturbando. A la que no vi fue a Laura, pero no me importaba nada en ese momento.

Irene tardó poco en correrse. Me giré para buscar a Julia y vi que se estaba haciendo un dedo. Me acerqué a ella y me dispuse a agradecerle sus esfuerzos igual que había hecho con Irene. Julia parecía que iba a tardar poco en correrse, pero no, me costó bastante hacerla llegar.

Cuando se corrió, mi polla volvía a despertarse de nuevo. No estaba empalmado, pero volvía a apetecer algo de sexo. De hecho, me moría de ganas de meterla en un coño, porque las mamadas molan, claro, pero follarse un coño es mejor.

Necesitaba follar y Julia estaba buenísima y a tiro, así que subí un poco por su cuerpo y empecé a besarla mientras le agarraba les tetas. Ella se iba dejando, pero no se la veía muy participativa. Me llevé una de sus suculentas tetas a la boca y fui bajando la mano buscando su vagina, pero me paró.

Me aparté de ella y me quedé sentado en el sofá, mirando a Marta, pero tampoco parecía por la labor. Por suerte, crucé la mirada con Mireia y parecía que también estaba con ganas de algo de marcha. Vino hacia a mí y empezamos a besarnos y a meternos mano. Me la empezó a chupar y mi miembro fue tomando forma. Le dije que parara un momento, que iba a por un condón, pero me dijo que no hacía falta, que tomaba la píldora, así que sin más dilación la tumbé en la cama y empecé a follármela haciendo el misionero. La sensación de meterla en un coño por fin era indescriptible. Tan caliente, acogedor y superlubricado era el lugar perfecto para mi herramienta.

Nos cambiamos y se puso ella encima mío, así me era más fácil agarrarle las tetas mientras se la hincaba hasta el fondo. Me daba un poco de miedo partir el sofá cama porque no parecía muy robusto y porque ninguno de los dos era precisamente delgado, así que nos levantamos y me la seguí follando haciendo el perrito. Pensaba que tras la mamada de antes iba a tardar mucho en correrme, pero no fue así. Al poco tiempo de estar follando con ella a cuatro patas, había empezado a jugar con su culo con la intención de seguir por ahí cuando me corrí, sin avisar ni nada, llegó de repente.

Ella no llegó a correrse, pero no me quedaban más fuerzas, así que tuvo que terminar ella sola.

El día siguiente no fue muy agradable. Para empezar, tenia agujetas y el cuerpo roto del sexo y de dormir mal en el sofá cama. Luego, Laura estaba supercabreada con todos, sobre todo conmigo, Irene y Julia. Si normalmente cuesta aguantarla, ese día fue un infierno. Por si eso fuera poco, Marta también estaba enfadada, principalmente con su hermana. Y, en general, había un ambiente de muy mal rollo.

Intentamos volver a la normalidad, pero costó. Costó mucho.