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en Sexo Anal

Desde el último relato han pasado muchas cosas, especialmente con Elías, mi jefe. La verdad nunca pensé que sería capaz de mantener una relación con mi jefe y mucho menos con un casado; pero la adrenalina que me provoca me pone muy caliente.

Hace poco Elías cumplió 35 años y decidió celebrarlo conmigo. Si bien ya habíamos tenido muchos encuentros sexuales, nunca habíamos pasado más de una noche juntos, el plan fue pasar todo un fin de semana donde nadie nos conociera y donde pudiéramos hacer todo lo que quisiéramos. Un viernes por la noche salimos de la ciudad y nos dirigimos a Cuernavaca, ahí rentó una linda casa con alberca en el jardín, jacuzzi en la habitación principal y varios juguetes sexuales.

Para no levantar sospechas pasó por mí a casa y durante todo el camino recordamos nuestros mejores momentos: Desde la primera vez que cogimos en un motel, las mamadas que le hacía en el sofá de su oficina, las veces que me lo había hecho sobre el escritorio, hasta como me gustaba tocarlo a mitad de las juntas… la plática me calentó muchísimo y a él también. Conforme íbamos platicando tocaba mis piernas y mi escote –ese día usaba shorts de jeans y una playera blanca de algodón- a él le acariciaba la entrepierna pero no llegamos a nada más que algunos besos.

Llegamos y la casa estaba lista. Había incluso comida y alcohol, cenamos pasta que él mismo cocinó, bebimos un poco de vino tinto y comenzó uno de los fines de semana más sensuales que he tenido. Después de la cena nos dimos un baño, Elías enjabonó mi cuerpo sin dejar un solo centímetro sin explorar, sus manos se resbalaban por el jabón y su lengua se metía a mi boca, se paseaba por mi cuello, bajaba por mi espalda y se estacionaba en mis nalgas. Pasó un buen rato apretando y mordiendo mientras sus dedos hurgaban en el interior de mi vagina.

-Mmmm… me encanta como me tocas. Ahh!!- Era lo único que podía decirle, mis piernas se doblaban y él no dejaba de meterme los dedos y de acariciar y golpear mis nalgas, el sonido de las nalgadas bajo el agua lo ponían más caliente.

-Que rico gimes… como una putita! Ven, darte por la boquita también- Me dijo y me hizo arrodillar. Ahí estaba yo, mojada, hincada, abriendo la boca para recibir su pene. Empecé lamiendo sus bolas, hacía círculos con mi lengua mientras lo masturbaba; sentía como se iba poniendo duro, me detuve y subí por el tronco. Iba de arriba abajo sin tocar la punta hasta que prácticamente él lo hizo por mí, clavó su verga en mi boca y comencé succionando. Sé lo mucho que le gusta, combinaba las chupadas metiéndola lo más que podía en mi boca; lo empujaba hacia mí desde sus nalgas. Deseaba intensamente tenerlo entre mis labios.

-Me voy a venir!!- Lo dijo e intentó separarse de mí pero uno de mis regalos de cumpleaños era tragarme su semen. Lo tomé del trasero y sentí como una pulsación en su verga, en dos segundos se había corrido en mi boca, el primer chorro se sintió directo en mi garganta, me lo pase directo; el segundo lo recibí en la boca y uno más cayó en mis tetas. El de mi boca me lo pasé también mientras lo veía a los ojos, el de mis tetas lo pasé por mis dedos y me los chupé.

-Eres maravillosa! Te los comiste! Y con esa cara que pones… - Todo me lo decía en medio de toqueteos, abrazos y besos. Estaba tan caliente que quería continuar, bastó con poner mi mano en su verga para que la tuviera firme de nuevo.

A mí me excitaba verlo así, con tantas ganas de mí. Salimos de la regadera y me sequé un poco, el caminaba por el baño con el pene parado y tuve una idea, me enredé una toalla blanca y fui a una de sus maletas; saqué un anillo vibrador y de la mía un dildo.

-Tengo una idea, ¿me acompañas?- Le dije mientras le mostraba los 2 juguetitos.

-Claro que si!

-¿Cuál quieres primero?

-Es mi cumpleaños! Puedo pedir lo que yo quiera, no?

Apenas dijo eso sentí como me recorría con sus manos. Apretaba mis senos, se los comía y yo solamente lo dejaba hacer, ya no era dueña de mi respiración ni de mi cuerpo. Mojada, arqueando la espalda para recibir más de sus dedos y de su lengua decía su nombre entre gemidos. Tomó el dildo, y lo pasó por mi entrepierna.

-No! Quiero que seas tú el que esté dentro- Apenas le dije eso y se colocó entre mis piernas y entró lentamente. Por muy mojada que esté lo hace despacio, la tiene gruesa y siempre siento como me abre; hasta que estuvo completamente dentro empezó a empujar. Lo abrazaba con mis piernas y mis uñas se clavaban en su espalda.

-Mmmmm!! Ahhh!! Que rico coges, Elías! No pares, cógeme rico!!

-Te gusta? Quieres más?

-Si! Hazme terminar! Me encantas!!!!

Entonces se salió de mí, se puso el anillo y tomó el dildo.

-Con los dos? Qué quieres hacer?- Le pregunté.

-Déjame darte por el culito y te meto tu juguete por aquí- Y me metió un dedo en la vagina, lo tomé de la mano y me llevé el dedo a mi boca, lo chupe y me puse de perrito.

-Nena ven acá, estoy seguro que te va a encantar!- Me tomó de la cintura y me llevó hacia él, como es costumbre usó lubricante y se preparó para metérmelo por el ano. Jugueteaba con mis tetas, me besaba la espalda y poco a poco iba metiéndose. Me dolía, me quejaba pero me gustaba…

-Mmmm… Elías, con cuidado!- Entonces empecé yo a mover la cadera, me ensartaba solita en su verga.

-Así querida! Muevete!!

Y en ese momento sentí como el dildo iba entrando por la vagina. Estaba siendo llenada por mis dos agujeritos, con las nalguitas paradas erguí la espalda para que entrara más fácil el dildo pero me dolió. La vibración de su verga en mi ano era única!

-AHHHH!!! Más lento por favor, me duele! Solo aguante unos minutos, no podía con la verga de Elías por atrás y el dildo por enfrente. Él me besaba el cuello yo me masturbaba con una mano y con la otra lo tomaba del trasero, me dio gran placer escucharlo disfrutar. Me tiró boca abajo sobre la cama y bombeó con gran fuerza hasta que se corrió en mi culito.

Esa noche no pude continuar, terminé exhausta y me quedé dormida sobre su pecho.