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Me vuelve a encular quien me quitó la virginidad

en Sexo con maduros

Después de haberme cogido por el culito se durmió. Aproveché para meterme a bañar y emprender la graciosa huida porque tenía que trabajar al día siguiente. 

Estaba dejando correr el agua caliente por mi cuerpo cuando escuché que entraban al baño.

 

  • ¿Por qué te bañas? Quiero recordar tu olor después del sexo, era embriagante. 
  • Mañana tengo que trabajar, te prometo que repetimos todo el fin de semana. 
  • Hicimos un trato, de aquí no sales. Eres toda para mí, para lo que yo quiera. 

 

Mientras me lo decía se metía a la regadera. Me tomó por atrás y me besó el cuello con rudeza, el agua amortiguaba el roce de su barba pero no la fuerza con la que me tenía abrazada, no había centímetro de mi cuerpo que sus manos no tocaran. Una vez más me tenía rendida y a su disposición. 

 

Su erección empezaba a crecer en mi espalda, no perdí el tiempo para masturbarlo. 

 

  • Híncate, putita.
  • Lo que me digas.

 

Hincada bajo la regadera me acercó su verga a la cara, yo abrí la boca pero no me dejó metérmela, solo la rozaba por toda mi cara.

 

  • ¿La quieres?
  • Sí, por favor
  • ¿Cuánto la quieres, Sofi?
  • Mucho, me urge saborearla. La he extrañado mucho, tengo muchas ganas.
  • Abre la boquita putita... pero no uses las manos.

 

Abrí la boca y me metió solo la puntita a la boca. Pasé la lengua a alrededor del glande, empecé lamer más abajo y más abajo, después con toda la boca fui comiéndomela poco a poco. Intercalaba caricias de mi lengua con chupadas, lo hacía lento y sentía cómo iba creciendo su rico pene. Me agachaba más para darle atención a sus huevos, los acariciaba con la lengua y hacía todo lo posible por metérmelos a la boca sin las manos... yo me estaba mojando muy rico sabiendo todo el placer que le estaba dando. De repente me agarró del pelo y hundió su verga en mi boca, saque la lengua para poder comérmela completa y entonces empezó a cogerme por la boquita.

 

  • Mmmm... que rico. Hasta el fondo, hoy todos tus agujeros son míos. Así mi putita, que bien sabes usar esa boquita. 

 

Sacó su verga de mi boca y me levantó sin decir nada. Cerró la llave de la regadera y me aventó a la cama, me abrió las piernas y empezó a  besarlas, iba subiendo con hambre de más sexo. Cuando llegó a mi vagina hundió  su lengua, la pasaba por todo el exterior y hacía pequeñas succiones, yo ya había perdido el control de mi cuerpo, arqueaba la espalda y gemía como una puta insaciable. 

 

Su lengua pasaba por mi vagina y yo jugaba con mis tetas, me mojaba los dedos con mis juguitos para volver a acariciar mis pezones. Él me penetraba con su lengua y con sus dedos. 

 

  • Ahhhhh!!! Mmm... tienes la mejor lengua del mundo, no te detengas

 

No se detuvo, me metió los dedos cuando estalle en uno de los orgasmos más mojados que he tenido. 

 

  • Que bien hueles cuando estás mojada. No voy a dejar que se me olvide este olor, ni esta imagen, así sudadita te ves muy cogible, este amigo todavía tiene ganas de esto...

 

Al terminar la frase me metió su verga de una sola vez.

 

  • Ah! Dame un momento, estoy cansada.
  • Eso lo podemos resolver.

 

Diciendo esa sacó unas corbatas del closet, las unió y me ató las manos, puso mis brazos sobre mi cabeza y empezó a besarme desde la boca hasta los pies. Sentir su barba recorrer cada parte de mi cuerpo me hizo relajarme, eran besos suaves y caricias delicadas, tocaba mi cuerpo con la punta de sus dedos y erizaba mi piel. 

 

Ya estaba muy caliente de nuevo cuando empezó a besarme muy profundamente, sentía sus ganas de comerme. Metía su lengua muy profundo y mordía mi labio inferior, bajaba para acurrucarse en mi cuello y morderme más salvajemente. Apretaba los nalgas y volvía a sentir su verga dura. 

 

Bajando a mis tetas se puso más rudo, mordía mis pezones y les daba pequeños jalones. Comenzaba a sentir dolor.

 

  • Me duele
  • ¿Pero te gusta, putita?
  • Me duele de verdad!
  • ¿Esto te duele? Me dijo mientras hundió su boca en mi vagina.
  • No. Eso me encanta

 

En ese momento me apretó un pezón y tuve una sensación nueva, un dolor que me excitaba. Situación que me hizo gemir muy alto, fue casi un grito

 

  • ¡Ahhh! 
  • Ves, lo tienes en la sangre. Naciste para complacer, Sofi. 

 

Él gozaba dándome pequeños mordiscos y apretujones. Se puso entre mis piernas y me la hundió completa. Me hizo gemir de nuevo, mi cuerpo se puso tenso y dejé que me usara como él quisiera. Entraba y salía en diferentes ritmos, me volteó boca abajo y me la metió dejándome

 acostada, sentía reposar todo el peso de su cuerpo contra el mío y era delicioso. 

 

Así como me tenia me daba nalgadas y luego me acariciaba. Mordía mi espalda y metía sus manos bajo mi cuerpo para masturbarme. Me mataba de placer, Volvió a voltearme y subió mis piernas a sus hombros, flexionó mi cuerpo y volvió a recargarse sobre mi. 

 

Esos últimos minutos me la metió bien fuerte y bien rápido. Yo estaba tan exitada que mordí su hombro cuando me vine. Después me llenó con su lechita y se quedó dentro de mi hasta que perdió dureza su pene. 

 

Esta vez me quede dormida y cuando desperté él estaba oliéndome.