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Me vuelve a encular quien me quitó la virginidad

en Sexo con maduros

 

Hace varios años que salí de la universidad dejando mi virginidad anal en manos de un profesor, Arturo. En esos años era bastante diferente, de pelo rojo y rizado pase a pelo lacio y negro con la intención de quitarme el aire de inocencia que tenía; continúo siendo de proporciones pequeñas, tetas pequeñas, nalgas firmes. 

 

Arturo fue el primero que me rompió el culo cuando tenía 19 años, él era 16 años mayor que yo y me dejó fascinada. Después de esa vez nos seguimos acostando hasta que se mudó a otro país y no supe más de él… hasta casi 10 años después. 

 

Fue un miércoles cualquiera al rededor de las 6 pm cuando yo estaba visitando un departamento porque tenía que mudarme lo antes posible. El chico de la inmobiliaria me estaba esperando en la recepción del edificio, iba llegando de una comida de trabajo por lo que vestía extremadamente formal: falda blanca lápiz a la rodilla con una blusa del mismo color escotada por la espalda pero de manga larga y zapatos altos.

 

Generalmente me veía en looks más casuales así que se sorprendió y no lo ocultó cuando me dio el paso y rozó mi espalda. No era un tipo feo y habíamos coqueteado ligeramente así que lo dejé pasar. Subimos 5 pisos por el elevador, sentía algo de tensión y nerviosismo de su parte a pesar que debía ser por lo menos 5 años más grande que yo, se tocaba el anillo de matrimonio y guardaba la mano en la bolsa del pantalón. 

 

Llegamos al departamento y me lo mostró como mecánicamente lo había hecho antes. Hasta que llegamos a la recámara principal donde dijo que tenía que tener cuidado por las ventanas tan grandes y  que nunca faltaban los mirones… No dije nada, solamente le sonreí dándole la espalda, quizá hasta pare un poco más las nalgas.  

 

Terminamos el recorrido, él estaba más relajado y me rosaba con más “familiaridad”. Me invitó un café que rechacé. De camino a mi coche escuché que me llamaron por mi nombre

 

  • Sofía ¿eres tú?
  • Sí… ¿Arturo? ¿Qué haces aquí?
  • Ven, salúdame. Estás irreconocible pero como olvidar ese… como olvidarte. 

 

Estaba casi tal como los recordaba, la barba más encanecida pero aún tenía pelo, seguía viéndose corpulento sin tener kilos de más. Nos saludamos de beso, sentí sus manos acariciar mi espalda. Como en un flashback recordé todo lo que habíamos pasado años atrás. 

 

Fuimos a cenar para ponernos al día y básicamente regresaba a México divorciado, con un trabajo en una universidad. Por supuesto hablamos de nuestro pasado, lo mucho que lo prendía que fuera una sumisa dispuesta a aprender y yo de lo enamorada que estaba del “hombre mayor” que hacía conmigo lo que quería. 

 

De la cena pasamos a los tragos, la plática iba subiendo de tono, no solo hablábamos de lo bien que la pasábamos juntos sino también de nuestras experiencias por separado. Él se casó enamorado pero el papel puso fin a su vida sexual, mientras que yo experimentaba con un amigo de mi papá, con mi jefe y con novios oficiales. 

 

Tenía que despedirme aunque estaba muy excitada quería prolongar el coqueteo, además al día siguiente tenía que trabajar. Fuimos en su auto al mío para que pudiera regresar a mi casa pero no contaba con que Arturo era un lobo y yo iba a ser su presa esa misma noche. 

 

Tan pronto como subí a su auto él empezó a besarme, metía su lengua a mi boca con la misma pasión que recordaba, mordía mi labio inferior y sus manos pasaban por toda mi espalda. Una vez más me sentía indefensa con un cuarentón que derrochaba pasión, que con solo besos hizo que me mojara como adolescente. 

 

  • Creo que no vas a llegar a tu casa, Sofi
  • Mañana tengo que trabajar, déjame ir

 

Subiendo su mano por mis piernas respondió:

  • Vamos a hacer un trato, si en 5 minutos no tienes un orgasmo yo mismo te llevo a tu casa. Si lo tienes, te quedas toda la noche conmigo.
  • No, que sean 2. Y si lo logras, hago lo que me pidas. 

 

No tuvo que responder, solamente sentí sus dedos acariciando mi vagina sin quitar mi taguita. 

  • Te mojaste tan rápido, así es como te recuerdo, cariño. 

 

No lo mencioné pero no llevaba brasier. Por el tipo de falda era muy difícil maniobrar pero no supe en qué momento me la subió tanto que alcanzó a meterme los dedos mientras que me besaba el cuello y acariciaba mis senos, los pezones los tenía tan marcados que los pudo morder con la blusa puesta. Estaba subiendo la rudeza de su trato, ahora eran pequeñas mordidas, apretujones, hizo su asiento hacia atrás y me cargó para ponerme sobre él. Me tenía bien sostenida por las nalgas, queriendo meter un dedo en mi culto, jaló mi pelo y me comió de nuevo los labios y el cuello, yo no estaba mojada, estaba empapada… y me dejé ir en un orgasmo profundo y delicioso. 

 

  • No puedo esperar para tenerte de nuevo en mi cama, preciosa. 

 

Me acomodé la ropa y nos dirigimos a su departamento. No tardamos mucho en llegar, entramos al estacionamiento para darnos otra sesión de besos, me abrió la puerta y sentí como caminaba orgulloso de ir a mi lado. No despegaba sus manos de mi cuerpo, en el elevador me abrazó desde atrás y pude sentir su erección, tenía tantas ganas de sentirlo dentro que iba mordiéndome los labios. 

 

Al entrar al departamento me cargó y me llevó directo a su cama. Me lanzó a ella y se me abalanzó, inmediatamente empezó a quitarme la ropa entre caricias y toqueteo. 

 

- Va a ser mejor de lo que era, Sofi

  • Cállate y  házmelo ya 
  • ¿Ya no hablas como una putita?
  • Recuérdamelo, profe

 

Me dejó acostada sobre la cama, solamente con los tacones puestos. No me quitó la vista de encima mientras se desnudaba el solo, tenía algunas canas en el pecho y no estaba perfectamente bien formado pero claro que era lo último que me importaba; menos aún cuando salió su verga ya muy firme y brillosa del líquido que tenía en la cabeza.

 

Me acerque sin bajarme de la cama para chupársela, necesitaba recordar su sabor.

 

  • ¿La quieres? - Preguntó moviéndose la verga.
  • Si, profe. Tengo ganas de ponerla aquí- Dije señalando mi boca.
  • No cariño, hoy mando yo.

 

Me cargó y me puso en 4. Con su cinturón ató mis manos por atrás, me mordió suavemente la cadera y las nalgas y me dio una nalgada, así empezó a intercalar castigos con besos. A los pocos minutos metió su lengua entre mis nalguitas, ni una sola parte de mi vagina dejó sin tocar. Mi culito también recibió su lengua y después sus dedos. Yo sentía muchas ganas de masturbarme porque mi orgasmo solo se hacía esperar, mis gemidos se hacían más altos, sentía ansiedad y ganas de más. Mi cuerpo era acariciado por sus manos pero yo ardía porque me penetrara.

 

  • Voy a hacer lo que quieras, por fa métemela.
  • Así no se piden las cosas ¿Qué quieres?
  • ¡Que me cojas ya!

 

Estando en 4, me jaló con el cinturón y empezó a metérmela por el culo. Sentí la punta abrirme, entró de un solo golpe la punta. 

 

  • Ahhh, Arturo ¡Es mejor que antes!
  • Sigues muy apretadita, estás riquísima. 
  • Mmmmm… si, que rico te sientes. 
  • Ahora si, la vas a sentir toda.

 

Me soltó los brazos del cinturón y me agarró de la cintura, me apretó y me la clavó completa. Grité porque me dolió peto también porque sentí su verga caliente traspasarme y un golpe de placer se apoderó de mí. 

 

  • Todavía puedo hacerte gritar. Estás mejor que antes, mi putita.
  • Puedes hacerme lo que quieras, me está encantando. 

 

Entonces vamos a empezar porque tengo muchas cosas que hacer contigo. 

 

Siguió taladrándome el culito, parecía que no perdía fuerza. Manejaba mi cuerpo con más facilidad que antes, se salió de mí y me cargó de frente, así me penetraba frente a frente besándome y pegándome todo lo que podía a su cuerpo. A esas alturas yo solo me dejaba hacer, gemía porque cada vez se iba metiendo más y más, estaba a punto de llegar y tensé todo mi cuerpo. 

 

  • Sofí, qué haces. Me vas a sacar todo, pequeña puta te voy a comer toda la noche.

 

La última estocada fue la más profunda y larga, me abrazó con mucha fuerza y gruñó cosas que no entendí. Me llevó hasta la cama, me la sacó y se dejó caer sobre mí. 

 

  • Ya llegué a los 40, necesito recuperarme pero no te voy a dejar en paz esta noche, Sofi. Estás mejor que nunca. 

 

CONTINUARÁ…