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Papá me quiere más a mí 4

en Amor filial

    Mariela observa como su marido duerme tumbado y desnudo sin ningún decoro sobre la cama. Ronca relajadamente sin inmutarse por los rallos de sol que iluminan la habitación.

-!Dani!, !!eh, Dani!!-    con una impaciencia creciente.

-¿Eh?¿cómo?¿qué?-   intenta ubicarse él.

-!Dani por favor!, son casi las dos-   con desespero y resignación. 

-Oh, Mariela, ¿ya estás aquí?-   bostezando.  

-no, todavía no he llegado, ¿te parece?-   irónica.  

-Ah, pensaba que...-

-La mesa sin recoger, los platos sin fregar, la lavadora llena de ropa mojada, no hay toallas en el lavabo... ¿es que no podéis comportaros como personas adultas cuando no estoy yo?¿Cómo estáis todos durmiendo a estas horas?¿a qué hora os acostasteis?¿Y cómo se te ocurre dormir desnudo?¿no ves que podría entrar una de nuestras hijas? Ni si quiera tenias la puerta cerrada. ¿Es que quieres traumatizarlas de por vida?

-Es que no tenia ropa limpia cariño-   se escusa.

-Me avergüenzo de ti Daniel. No eres bueno ni para contestar al teléfono. Ya puedes levantarte ahora mismo que dentro de un rato es el entierro de mi hermana. Sí. Ya murió esta noche, mientras estabais de fiesta.

    Daniel tiene los ojos entreabiertos y aún no ha recuperado del todo su lucidez. Su mujer abandona decepcionada la habitación. Poco a poco recupera la conciencia de lo que ocurrió la noche anterior. No, no fue un sueño. Todo eso fue real: Katia, Selena... va llegando a su cabeza todo lo acontecido, cada detalle, cada caricia, cada jadeo, cada orgasmo... ¿cómo serán las cosas a partir de ahora?¿cómo actuar?

****

    El día había amanecido soleado pero por la tarde el cielo ha querido acompañar el duelo y llora lágrimas de lluvia sobre la tumba de Dolores. Alrededor, más gente de la que cabía esperar guardan semblante de tristeza mientras escuchan las protocolarias palabras del reverendo. Llega el turno de los argumentos más personalizados y los familiares más cercanos recitan emotivos textos escritos especialmente para la ocasión soportando estoicamente la lluvia, suave pero constante. Daniel no está por la labor. No es un hombre dado a ceremonias y mucho menos hoy. No deja de preguntarse qué futuro le espera a su familia mientras aún resuenan en su cabeza las risas juguetonas y traviesas de sus hijas en la oscuridad de su lecho nocturno.

    Con la llegada de Mariela todo han sido gritos y prisas y no ha tenido tiempo de sentirse incómodo. No ha percibido en ellas la más mínima anomalía o secuela de lo acontecido.

-Dolores siempre lo dio todo sin esperar nada a cambio. Sufrió en silencio y soledad sus penas y compartió con alegría sus mejores momentos. Aún sin llegar a formar su propia familia repartió más amor que muchas madres y esposas, ayudó a más necesitados que muchas monjas y misioneros, enseñó más que muchas profesoras y maestros... Nunca pidió nada cuando bien merecía medallas...-

    Daniel mira como recita Antonia con cierta incredulidad. Recuerda bien que en vida tenían unas peleas tremendas y el cómo llegaban a despreciarse en una malsana dependencia existencial retroalimentada de reproches e injurias constantes pero bien; está claro que la muerte enaltece a los muertos y les despoja de sus defectos. Por un momento imagina la reacción de la muchedumbre si él mismo se encaramara a la palestra y empezara a soltar los verídicos improperios sobre Dolores que todo el mundo se calla hoy discretamente. Una voz angelical derriba bruscamente sus divagaciones. Selena tiene la palabra y lee con emoción un papel castigado por la lluvia. Una a una, las gotas convierten en borrosa la tinta que articula sus frases escritas de puño y letra. Mariela se acerca y sujeta un gran paraguas negro encima de su hija para que esta pueda proceder.

-Puede que no fuera una triunfadora, tampoco era una persona de trato fácil, aunque no quede muy bien decirlo hoy aquí, pero era mi tía y debo decir que tenia buen fondo (como ha dicho Antonia) y no tenía un gramo de egoísmo ni maldad en su ser. Puede que con alguna que otra mala palabra en la boca, pero siempre miró por el bien de sus seres queridos y puedo decir que con migo y con mi hermana Katia siempre fue amable y atenta. Es posible que no la conociéramos en profundidad por nuestra condición de sobrinas pero se ganó un sitio en nuestro corazón y la echaremos de menos-

    A Daniel se le humedecen los ojos. Percibe más emoción y sinceridad en el texto de su niña que en las previsibles y normativas frases de Antonia. Mientras observa la frágil expresión de Selena salpicada por la lluvia le invade el pánico. Se siente locamente enamorado. Todo se clarifica de repente. Todos sus dilemas y conflictos se reducen a un sentimiento, tan puro como incomprendido.

-Papá, ¿tú querías a Dolores?-   susurra Katia a su lado.

-No-   tajantemente.   -Ella nunca me aceptó para tu madre-   solo con la discreción justa para que no le escuche nadie más.

    Tras un considerable silencio contemplativo Katia se acerca de nuevo.

-Yo la quería pero me da la sensación que debería haberla querido más-

-No. No pierdas el tiempo sintiéndote culpable. No elegimos nuestros sentimientos. Los sentimientos nos eligen a nosotros-   con rictus trascendental.

-¿Y a mamá la quieres?-   buscando sus ojos tras una breve pausa.

   Daniel le devuelve la mirada inexpresivo sin contestar observando sus preciosos ojos negros. Quisiera que no hubiera nadie más para poder comérsela a besos. Se nubla de nuevo ese momento de claridad en que se revelaba su incontestable amor hacia Selena. Todo se vuelve complicado de nuevo pues no concibe que alguien pueda enamorarse de más de una persona a la vez y... aún menos dentro del seno familiar.

    La tumba desciende con un arcaico mecanismo hasta lo más profundo del foso. Katia coge el brazo de su padre, quien sostiene un paraguas rosa con corazones que contrasta con el negro de todos los demás; pero es que hay mucha gente y pocos paraguas y en el estado en que se encuentra Daniel le trae floja el protocolo.

****

-¿Y las niñas que tal?-   pregunta con interés Carmen, la vecina.

-Bien, como siempre, en la edad del pavo-   responde Mariela.

-Ah pues espérate. A mi hijo aún le dura y eso que tiene más de 20-   riendo.

-Tu hijo es un caso. A mí el que me preocupa es Daniel-   con la mirada perdida.

-¿Daniel?¿es que estaban muy unidos?-   extrañada.

-!Que va! si no se soportaban...-   suspira Mariela

-A lo mejor le impresionó ver la muerte tan de cerca-  

-No sé, no le ocurrió nada las otras veces cuando cayeron seres mucho más queridos pero esta vez... está muy extraño desde el entierro-

-¿Has hablado con Maite?¿Ella le trata no?-   Carmen frunciendo el ceño. 

-!Nooo!-   riendo escandalizada.   -Si hablo con ella me mata Daniel-

-Aaah, he oído que es muy buena psiquiatra-   tranquilizadoramente.

-Espero que sí. Que Daniel esté en buenas manos. De momento lo único que me ha contado es que le ha mandado hacer mucho deporte y cada día se pasa horas corriendo y en el gimnasio. Si sigue así se va a convertir en un Van Damme.

-Ojalá mujer. Quien pudiera tener un marido cachas en casa. Yo lo cambiaba por  mi Manolo ya mismo. No por tu marido ¿eh?... por Van Damme... y por Daniel también, que carajo.

****

-Como mola tía-   dice Katia muerta de envidia.

-No es para tanto, solo escogí la más útil-   responde orgullosa Selena.

-¿Que dices? así roja y negra... ya me la dejarás ¿no?-   haciendo morritos.

-Lo siento pero papá me ha prohibido que te la deje, forma parte de tu castigo-

-¿Papá? seguro que se lo ha dicho mamá-   negando con odio en sus ojos.

-Sí ya ves. Papá es un blando-   ríe Selena.

-Sí, es un blando... pero a veces se pone duro-   murmura malévola.

-Tiaaah...-   susurra más flojo aún bajando la mirada avergonzada.

-Pues me tocará andar. Como no me lleve Derek con el monopatín...-   suspira.

-¿Píllate la bici no?-  

-Noooh, la bici es de "mataos", yo soy demasiado mona-   guiñándole el ojo.

****

M:  ¿Entonces bien no?

D:   No me escuchas Maite.

M:  Creo que sí. Yo creo que sí Daniel. Créeme.

D:   No sabes lo que estoy sufriendo.

M:  Pero sufres tu. Solo tú. Toda tu familia estaba en peligro. ¿Te das cuenta?.

D:   Pero es que...

M:  Daniel. Mírame. Mírame a los ojos. Los pilares de tu vida se estaban tambaleando y corrías el riesgo de destrozar a Mariela y traumatizar a las niñas. La situación se había vuelto insostenible y has conseguido redirigirla hacia la normalidad más absoluta. Tu sufrimiento es temporal, tratable, controlado. No eres el primer caso obsesivo dependiente que trato.

D:   No me catalogues por favor Maite.

M:  No es peyorativo. Es ventajoso. Sabes que es conocido y tratable.

D:   Tengo que irme.

M:  !No espera!...!Daniel!

****

    Son las 6 de la tarde y Daniel conduce alterado. Hace un día precioso pero bajo la luz de su propia angustia, tras el parabrisas lo ve todo feo. No soporta que su psiquiatra ningunee sus sentimientos rebajándolos a una simple patología. Es inútil asistir a sus sesiones dado que ella no conoce la mayor parte de lo acontecido. Pero ¿y él?¿a caso conserva la más mínima noción de la realidad? Anegado por ese amor bifocal tiene la capacidad razonadora bajo mínimos.

    Hace ya dos semanas del entierro de Dolores y desde entonces no ha habido ni un destello, ni un gesto, ni un flirteo... lo que deseaba con ansias el último día del  curso escolar se ha convertido en su peor condena y cada protesta en forma de "!¿qué haces?!" o "!hay déjame papa!" han cortado de raíz la legitimidad de sus tímidos acercamientos. 

   Un frenazo para en seco todas sus elucubraciones. Al pasar junto al parque ya cerca de casa ve a Katia en actitud cariñosa con un chico, entre monopatines, rampas y malos modales. Daniel aprieta fuerte el volante y con cara de desprecio pronuncia "Derek" sin despegar los dientes apretados.

****

-¿Y Tomás?¿y Oscar? antes salías con ellos-   sugiere Mariela.

-Ya cariño, pero no me caen tan bien, me cansan-   asqueado Daniel.

-Pues no se Dani, pero parece que últimamente te cansa todo-   resignada.

-No digas eso-   molesto.

-Será que te matas tanto haciendo ejercicio que no te quedan energías luego-

-No te preocupes, será una fase: el calor del verano, la medicación de Maite...-

-¿Te ha cambiado la medicación?-

-Bueno, a veces hace pruebas a ver si mejoro, soy su cobaya-   victimista.

-No sé, te veo muy raro, me extraña que las niñas no reparen en eso-

-No te preocupes más cariño, apaga la luz y duérmete-   intentando pasar página.

****

Agente:   ¿Se te ocurre alguien más?

Katia:       Mmmmm, no, creo que no.

Agente:   No tenemos a penas pistas, solo sabemos que el agresor llevaba un pasamontañas rojo. Cualquier cosa que se te ocurra...

Katia:       Es que no he notado nunca nada. No se...

Agente:   Derek no quiere poner una denuncia, pero nosotros tenemos que investigar de oficio. Ahora mismo estamos dando palos de ciego pero está claro que hay algo y es importante que estés alerta porque... ese "algo" gira en torno a ti y no sabemos aún hasta que punto puedes estar en peligro.

Katia:       Joh, que mal rollo.

Agente:   Toda precaución es poca. Sobretodo intenta restringir al máximo tus redes sociales y no te quedes a solas en sitios peligrosos. Si sales por la noche es recomendable que siempre estés acompañada.

Daniel:    ¿Como está el chico?

Agente:   Parece que ya ha salido del hospital, pero puede que las peores secuelas sean psíquicas.

Daniel:     Y respecto a mi otra hija: ¿hay algún peligro? 

Agente:   Son mellizas, pero no gemelas. Si tuvieran un gran parecido el riesgo le afectaría pero dado que se trata de un caso obsesivo, el único riesgo para su hermana procede del hecho de compartir vivienda. Más allá no veo peligro pero lo comentare con el psicólogo criminalista del equipo para despejar cualquier duda.

Katia:       ¿Podemos irnos ya?

Agente:   Sí, enseguida. Solo tenéis que firmar un par de papeles.

Daniel:    Cualquier cosa que averigüen manténganos informados.

Agente:   Descuide señor. Gracias por haber venido.

****

    El sonido del intermitente adquiere un solitario protagonismo mientras Daniel tuerce hacia la derecha. La preocupación de Katia se podría cortar con un cuchillo.

-Ponte el cinturón cariño-     

-Hay papá... déjame-   mientras mira por la ventanilla.  

-No te preocupes, verás que no será nada-  

-¿Tú que sabes?... Ya le has escuchado-   con tono atemorizado.

-Sera algún chico de tu clase que está celoso. En todo caso, han pegado a Derek porque salía contigo. Eso indica que quien fuera el agresor... no te quiere mal.

-¿Es que no escuchas las noticias?¿y si quien sea opina que si no estoy con él no estaré con nadie y me tira ácido a la cara para desfigurarme?¿y si me viola?¿y si cada vez que salgo con un chico aparece ese tío encapuchado y le da una paliza?¿de qué me sirve ser tan guapa si me muero sola porque un psicópata no quiere que esté con nadie?

    Papá se siente aludido. ¿Psicópata?¿en eso se ha convertido?.

**** 

M:  Se llama síndrome de Munchausen, pero ese no es tu caso.

D:   ¿Entonces de que se trata?

M:  Tu no necesitas llamar la atención de nadie, al contrario.

D:   Ya, pero no me parece normal lo que me ocurre.

M:  No le quieres ningún mal a tus hijas, solo quieres que te necesiten.

D:   Pero me gustaría verlas llorar.

M:  Solo porqué así las podrías cuidar. Solo necesitas sentirte útil y necesario.

D:   Siento que soy una mala persona.

M:  -Solo quieres sentir que son tuyas aún, que no pueden valerse por sí mismas, que son frágiles y necesitan de tu protección y cuidado. No es extraño que los padres se revelen contra el crecimiento de sus hijos, sobre todo cuando son chicas. Te sientes prescindible ahora pero conciénciate de que en esta edad los jóvenes se alejan del cobijo de sus padres y prueban cosas nuevas con otra gente. Devalúan la familia y sobrevaloran las amistades y los amores por encima de todo. Es una fase. Ya volverán cuando sean más razonables. A todos nos ha pasado.

D:   Tu lo ves muy claro pero yo tengo el pensamiento lleno de conflictos.

M:  Los buenos pensamientos propician buenos sentimientos. Es bueno que entiendas lo que te pasa, que lo entiendas y que te perdones. No seas tan duro contigo mismo. Hemos hecho grandes progresos en estos últimos días. Lo que te ocurre le pasa a mucha gente pero tu tiendes a magnificarlo todo por tus problemas de personalidad obsesiva.

D:   Será eso. Tengo que intentar relajarme.

M:  Creo que poco a poco vamos acercándonos a la normalidad. Recuerda ser constante con la medicación, si no ya sabes que te dan altibajos. ¿Cómo vas con el ejercicio físico?

D:   Creo que es la mejor medicina que me has recetado nunca. Corro una hora diaria y también voy al gimnasio.

M:  ¿Te sientes mejor?

D:   Me ayuda mucho. Tengo mis buenos y malos momentos pero he mejorado en lo que se refiere a ese agobio, esa pesadez de encadenar días y mas días enteros sumergido en ansiedad y depresión. Ahora me desahogo y durante unas horas siento mi mente más ligera y lúcida.

M:  ¿Lo ves? Es importante la actitud positiva. Si notas que estás mejorando es más fácil tener fe en que seguirás mejorando. Y si tienes fe en que seguirás mejorando es más fácil que mejores. Es un círculo virtuoso.

****

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     kerida katia te paresera ke estoi loko pero solo estoi loko por ti destrosare a kualkier kabron ke se te aserke pronto seras mia i nadie i nos podra separar matare a kien se interponga en mi kamino kuando me veas sabras por fin ke soi el ombre de tu vida i te iebare lejos i te preñare kon mi gran poion i te dolera pero tendremos ijos presiosos i seras felis porke traere dinero i nunca tendras ke salir de kasa para trabajar i nos kerrremos muxo i foiaremos cada dia para tener muxos ijos i no te are nunca daño si te portas bien solo cuando te foie porke tengo muxa pasion i mi poia es mui gran mui mui pronto me conoseras. Soi tuio i tu eres mia para siempre. 

****

    Daniel se ha percatado de que las chicas están juntas en la habitación de Katia hablando de sus cosas y no puede evitar ceder a la curiosidad. Ha empezado afinando el oído pero en estos momentos ya se encuentra sobre el césped del jardín muy cerca de la ventana por la que fluye la conversación. Arropado por la oscuridad de la noche y haciendo gala de su mayor sigilo se ha sentado junto a la pared de la casa. Se relaja al comprobar lo fútil y frívola que es esa conversación:

S:  El rubio de a todo gas-

K:  Pero si ese murió, hemos dicho que están buenos, no que estaban-

S:  No sé, Keanu Reeves entonces.

K:  Aha, exótico, un poco viejuno pero no se le nota ¿cual más?

S:  Mmmmmmm... ese, como se llama, el hombre lobo de crepúsculo.

K:  Otro exótico y que siempre hace de bueno. Te van los buenos chicos.

S:  Será eso ¿y a ti?

K:  A mi malotes, hahaha, el de "transporter" por ejemplo.

S:  !Ala! ese sí que es viejuno y no mi Keanu.

K:  Noooo, lo que pasa es que está calvete y parece mayor.

S:  Sisí, lo que tu digas.

K:  Vardem me pone cachonda también.

S:  El otro... buagh.

K:  Más que el físico es lo que hacen; cuando se pegan me pongo húmeda.

S:  ¿En serio quieres a un novio violento?

K:  No es decisión mía. es como ser etero o lesbi; no se decide.

S:  ¿Entonces Derek?

K:  Si le hubiera dado una paliza a ese tarado me hubiera derretido por él.

S:  ¿Le has dejado?

K:  Nooooh, me ha dejado él, eso es lo más triste, aunque es mejor así.

S:  ¿Porqué?

K:  Se ha cagado de miedo, el psicópata le dijo que no hablara con migo y...

S:  ¿Ni si quiera se despidió?

K:  !Qué va!, me ve por la calle y sale corriendo, ni contesta al móvil, ni watts...

S:  ¿Qué palurdo no?  ni que fuera culpa tuya.

K:  Y pensar que casi me lo follo. Hubiera perdido la virginidad con un llorica.

S:  ¿Lloró?

K:  Eso me han contado, lloró como una nena.

S:  Bueno, conservarás tu pureza unas semanas más.

K:  No como tú.

S:  Cállate, yo técnicamente soy virgen aún. Además, dijimos que no íbamos a hablar jamás de esto. Es lo que queríamos las dos no. Eso no pasó.

    Daniel se sulfura desde su discreta quietud al escuchar la primera referencia a lo acontecido en esa insólita noche en casi 3 semanas. Ya empezaba a dudar seriamente de que todo aquello hubiera sucedido realmente, de que no fuera un sueño.

K:  Ya lo sé tonta, pero no se... me preocupa un poco él; está muy raro.

S:  Normal, se sentirá extraño. Ya se le pasará.

K:  A lo mejor podríamos hablarlo con él.

S:  Ni de coña Katia, en serio. Eso se nos fue a todos de las manos. Lo mejor es hacer como si nunca hubiese pasado. Imagínate que mamá se entera. Además ¿qué le dirías?. Solo empeorarías las cosas. Ese juego había destruido nuestra amistad y iba camino de romper muchas más cosas. Ahora somos una familia normal y seguiremos así. Ojalá no hubiera pasado nunca.

    Ese baño de realidad zarandea el ánimo de Daniel que acurrucado en el rincón no se pierde detalle. Eso es. Eso debería ser. Una familia normal.

K:  Hablando de locuras. He recibido un nuevo mensaje del loco.

S:  !¿En serio?! ¿y qué dice?

K:  No lo quieras saber, pero no se lo voy a decir a papá.

S:  ¿Por qué no tía?

K:  Ya está desesperado por protegerme. No me lo quito de encima.

S:  Pero ¿y si estás en peligro?

K:  Si papá lee eso no me dejará salir de casa, y menos por la noche.

S:  Es que si yo fuera tu me quedaría en casa, te lo juro.

K:  Porque tú eres una debilucha. Aún así seguro que podrías con Derek.

S:  Como te pasas tía. Pobre chico. ¿Quieres que hable con él?

K:  Deja deja. Así está todo bien. Es él quien ha quedado como un cobarde.

S:  ¿A qué te refieres?

K:  Solo un cerdo y un cobarde dejaría de lado a su amor por amenazas.

S:  Amenazas no tía, que lo mandó al hospital.

K:  Pues que hubiera peleado como un hombre y no como una nena.

S:  Dijeron que ese tío era grandote. Puede que le pillara desprevenido.

K:  !Nada! le hubiera tenido que dejar yo sino... y sería la mala.

S:  ¿Solo porque le han pegado le dejarías? no es su culpa.

K:  Ya te he dicho: a mí me ponen los hombres fuertes, hombres que se pelean y ganan sus batallas. Me pone que se peguen pero me pone mucho mas que se peleen por mi y si encima... si me defienden de una ofensa o de un peligro entonces ya me vuelvo loca.

S:  Entonces pídele salir al loco enmascarado, ese se pegó por ti.

K:  Pues quien sabe... si está bueno...

S:  !¿Qué dices?!  me dan escalofríos solo de pensarlo.

K:  Pues imagínate yo. No te imaginas lo que me escribía en ese mensaje.

S:  Pásamelo.

K:  Que va. Lo he borrado. Era enfermizo.

S:  Díselo a papá tía, que lo lleve a la policía, a lo mejor averiguan algo.

K:  Naaah, si se lo digo no me dejara salir y este sábado toca fiestuky.

S:  Al menos no vuelvas sola a casa que esto queda un poco apartado.

   Las neuronas de Daniel están agitadas de nuevo con tanta información. Repasa mentalmente sus pasos ya dentro de la casa. Se siente un desequilibrado.

-escribir escalofriantes anónimos a su hija para que se sienta insegura.

-pegarle una paliza a su novio para que no se le acerque más.

-espiar conversaciones escondido en el jardín....

    Su pensamientos entran en incandescencia y empiezan a brotar ocurrencias absurdas y descabelladas.

****

    Magic vigila atento la casa discretamente entre unos abetos. Por un momento se ve reflejado en la ventanilla de un coche cercano y no se reconoce. Lleva muchas horas ya sin beber pero la sobriedad no termina de regresar a su cerebro. Demasiados años de castigo continuado por el alcohol han dejado su materia gris reblandecida, aún así, su maltrecha razón le permite darse cuenta de que bien vale la pena cumplir el plan por 500€. Ya ha echado cuentas de cuanta cerveza podrá comprar con ese dinero: 2000 latas de las más baratas. Mientras extrapola sus cuentas a los briks de vino un suceso le llama la atención: Mariela y Selena salen a la calle y se alejan conduciendo un Audi familiar. Ha empezado:

    Mira su reloj Casio y empieza a contar los 30 minutos. Le asaltan algunas dudas. ¿Cuáles serán los motivos de ese hombre disfrazado que le contrató?¿Quien era él?¿Para que un plan tan absurdo? "Asustar a una chica que se ha quedado sola en casa" y ¿por qué es tan importante que lleve puesto ese pasamontañas rojo?... Algo no le cuadra, pero en su mente están los 500€ en primer plano y todo lo demás son simples figurantes secundarios. 500€, más dinero del que recuerda haber reunido en su vida, claro que en cuestión de recuerdos va más bien cojo. No tiene ningún recuerdo de la infancia ni logra recordar porque lo llaman Mágic. No recuerda haber tenido ningún familiar ni si quiera un amigo. Su mente concibe la existencia como una eterna estancia en la calle alternando las estaciones del año cíclicamente. Por un momento contempla su alrededor. Las casas son grandes y bonitas, los jardines frondosos y bien cuidados, las calles limpias y los coches aparcados se ven muy caros. Un sito residencial como ese no tolerará su presencia durante mucho tiempo . Faltan solo 10 minutos para entrar en acción. No tiene miedo: en su vida de vagabundo ha sufrido muchas penurias y ya no tiene temores. Nada que perder. Nada de nada.

****

    Daniel, estresado dentro de su coche, empieza a arrepentirse seriamente de su plan. Ahora le parece una locura. ¿En qué estaría pensando? Pero es demasiado tarde. Solo le queda seguir los pasos establecidos. Faltan apenas 5 minutos para que todo empiece. Desde el otro extremo de la calle puede ver a lo lejos la puerta de su casa pero aún no ve a su esbirro. 

****

    Selena se ha ido un par de días con la tía Antonia, que se ha quedado muy triste sin su hermana y así le ayuda con sus cosas. Katia se encuentra sola en el comedor de su casa mirando un frívolo programa de canis haciendo el ridículo cuando de pronto alguien aporrea con fuerza la puerta. Asustada, baja el volumen de la tele hasta que reina el silencio más absoluto. Mientras van llegando mil temores unos golpes aún mas ensordecedores aturden su estado mental sumergiéndola en el terror. Esos leñazos no son razonables. Está segura que se trata de ese loco que la acecha. Acercándose temerosa a la puerta con todo su sigilo no para de temblar. Suplica "basta por favor" con un susurro imperceptible. No hay nadie más en casa que la pueda defender. Se siente vulnerable. Una calma sostenida deja que la esperanza se asome hasta que alguien susurra al otro lado de la puerta "Katia" con una inquietante musicalidad. La chica, temblorosa, empieza a llorar y tras lograr sobreponerse a su parálisis corre hacia su habitación y cierra la puerta con un insignificante pestillo. Coge a su osito protector y dubitativa, agarra el móvil e intenta teclear la pantalla.

-hola cariño-   contesta Daniel aparentemente calmado.

-Papaáh, papá, hay-hay alguien que-que quiere entrar en ca-casa-   aterrada.

-!¿Que dices Katia?!-   inquieto.

-Creo que-que es el lo-loco, papá, ayúdame-   con desespero.

-No te preocupes amor, estoy muy cerca, ya llego-   apresuradamente.

-Date prisa papá, correeeee, por favor, te lo suplico. !!!Aaaaaaaah!!!

    El sonido de cristales rotos indica que el intruso ya ha encontrado la manera de entrar. Katia razona un poco y se deshace de Teddy para intentar bloquear la puerta con todas sus fuerzas. Tras unos pocos segundos Magic intenta entrar en el cuarto de la niña articulando el pomo y tras un breve silencio vuelve a cantar el nombre de su víctima de modo amenazador "Katiaaah" dejando un breve silencio. Katia intenta silenciar su llanto estampada al otro lado de la puerta hasta que el intruso lanza un violento grito desquiciado:

-!!!!KATIAAAAAHHH!!!!-

-!!Déjameee!!-   tiritando entre lágrimas.

-!!!Abre Katia, abre de una vez, tengo que verte preciosa!!!-   pateando la puerta.

-!!Nooooh!! !!Socorroooo!!!

    Finalmente Mágic consigue romper la puerta y Katia cae al suelo. A penas consigue ponerle las manos encima. Daniel entra en escena y empieza a golpear al agresor encapuchado.

****

    Una agente de policía intenta consolar a Katia mientras su compañero interroga a su padre.

-¿Y entonces que hizo usted?-   pregunta el agente Román.

-Yo estaba muy cerca. Al escuchar la llamada de socorro de mi hija me di más prisa para llegar. Entonces vi la ventana rota y entré a toda prisa. Ese animal estaba en la habitación de mi hijita forcejeando encima de ella.

-¿Entonces le golpeo?-   mientras apunta en su libreta.

-Todo ocurrió muy deprisa. Nos peleamos. Hubieron muchos puñetazos y patadas. No recuerdo claramente lo ocurrido, solo que finalmente pude con él.

-De acuerdo, es todo por el momento. Ya ha llegado la ambulancia. Vaya a que le miren esas heridas y le examinen bien.

    Katia, sentada en el pequeño muro de piedra de su jardín, observa temblorosa como dos agentes varones introducen a Magic en el coche patrulla ya desenmascarado. Sin mucha dilación se lo llevan rodeando la pequeña glorieta que define el final de su calle. Su visión borrosa por las lágrimas se vuelve hacia su heroico padre mientras es atendido por el personal sanitario a escasos metros. Parece que no será necesario ingresarlo.

-Tienes un padre muy valiente-   le dice la agente que se encuentra junto a ella.

    Katia no logra responder y rompe a llorar traumatizada mientras esa mujer uniformada la abraza.

****

    Mariela se sobrecoge con todo lo sucedido mientras su hija Katia le cuenta todo con pelos y señales:

-Entonces llegó papá y le dio una paliza al loco-   entusiasmada.

-Sería una buena pelea, por cómo han dejado tu habitación...-   suspira.

-Siii. Entonces me dijo que corriera a casa de Carmen y Manolo y que llamáramos a la policía. Vinieron 2 coches patrulla en seguida y una ambulancia después-

-¿Seguro que estás bien cariño? Vaya susto-   mirándola fijamente.

-Aún estoy asustada, pero ya estoy mejor. Papá me ha salvado-

    Daniel está presente en la cocina pero no interviene en la conversación. Se limita a gozar de la admiración de su familia mientras su culpabilidad se ve ninguneada por el triunfo. Todo le ha salido bien. La policía ha detenido por fin al supuesto acosador: un pobre hombre olvidado de Dios sin oficio ni beneficio que estará más bien cuidado en la cárcel, donde lo alimentarán, le darán cobijo y donde controlarán su preocupante alcoholismo y su salud mental. Estará mucho mejor que en las intempestivas calles del polígono donde solía cruzárselo. Por otra parte, tiene la sensación de que esos brutales acontecimientos han establecido nuevos lazos entre su queridísima hija y él; al fin y al cabo, ese era el único propósito de su descabellado plan.

-¿Que dice la policía?-   le pregunta Mariela.

-No tienen ninguna duda de que se trata del mismo tipo que pegó a Derek-

-¿Cómo pueden estar seguros?-   añade Katia.

-Por lo visto llevaba el mismo pasamontañas rojo. No tiene muchas luces-

-Vaya, ¿entonces le encerrarán?-   se preocupa Mariela.

-Sí. Le consideran peligroso. Estará una buena temporada encerrado-

-Papá, ¿enviaste esos mensajes que recuperé de mi correo a la Policía?

-Ah, sí, su manera de escribir lo delata. Su gramática es inconfundible. Siempre usa la "k", la "i" y la "s" de modo incorrecto y no usa signos de puntuación.

   Daniel se paró un día a leer el cartel que Mágic sujetaba mientras estaba tirado en la calle pidiendo limosna:

    "Soi pobre i tengo dos ijos ke mantener i no tengo dinero i kisiera una aiudita para pode vivir i komer un poko porfabor muxas grasias"

****

   Después de una cena de conversación monotemática, Daniel y Mariela se encuentran en la cama a oscuras y dispuestos a conciliar el sueño, pero siguen dando vueltas a lo sucedido.

-¿Como pudimos dejarla sola?-   se lamenta Mariela.

-Hacia ya muchos días de lo de Derek y no conocíamos más indicios- 

-¿Como pudo ser tan inconsciente Katia... para escondernos esos mensajes?-

-No lo sé, supongo que no quería preocuparnos-

-Siempre nos había creído a salvo de cualquier peligro-   reflexiona Mariela.

-Ya pasó todo cariño. No te preocupes más y duérmete.

    Se establece un silencio poco sospechoso de ser definitivo hasta que:

-Selena no se lo podía creer cuando la he llamado para explicárselo-

-No me sorprende, no es para menos-   contesta Daniel.

-Y Antonia no te digo. Querían venirse las dos pero les he dicho que no-

-Mejor, no me apetece tener a Antonia en casa-

-Podrías ser un poco más comprensivo con ella pobre. Ya sé que habéis tenido vuestros más y vuestros menos pero aún así...-   un "toc-toc" interrumpe su argumentación.

-¿Si?-   pregunta Mariela.

-No puedo dormir, tengo miedo-   dice Katia con voz infantilizada.

-Ven aquí cariño-   sugiere Daniel.

-¿Puedo dormir con vosotros?-   suplica.  

-Aquí estaremos estrechos los tres, vete a su cuarto Dani-   decide mamá.

-Noooo, quiero estar con los dos. Hay sitio de sobra- 

-Pero es que tu madre es muy gorda cariño-   dice cómicamente Daniel.

-Cállate tonto-   le reprocha Mariela mientras se echa a un lado.

-Y me pongo en medio-   dice Katia juguetona mientras salta sobre la cama.

-Vale. Pero no montes mucho escándalo-   protesta Mariela.

    Daniel se sulfura por momentos ante la situación que se presenta y se siente desnudo. A penas viste un envejecido pantaloncillo de pijama y con tan poco espacio será difícil conservar mínimamente su espacio vital. De pronto se percata de que eso dista de ser un inconveniente tratándose de Katia. A pesar de la presencia de su mujer, no hay nada censurable en el hecho de tener a su miedosa hijita tan, tan cerca. 

-Le estaba contando a tu padre como han flipado Antonia y Selena-

-Ya lo sé. Sele me ha llamado enseguida en cuando se ha enterado-

-No hay que darle más vueltas. Ya paso todo y ese loco está entre rejas-   Dani

-Ya lo sé papá, pero aún tengo el miedo metido en el cuerpo-

    Daniel desearía meterle otra cosa en el cuerpo pero intenta reconducir sus pensamientos para no despertar a la bestia.

-¿Tú estás bien?¿Te duele?-   Katia, mientras le acaricia suavemente torso.

-Sí, solo han sido unos golpes cariño-   con la mirada fija en el techo.

-Me has salvado la vida papá, te quiero-   y le da un beso fugaz en la boca.

    Ese gesto es la mejor medicina para la maltrecha mente de Daniel que flota en una nube, aún así, empieza a notar cierta inquietud fálica del todo inapropiada en una situación tan inocente. Mira a su alrededor y siente su discreción arropada por una oscuridad casi absoluta.

-Tienes suerte hija de tener un padre tan fuerte-   dice Mariela  

-Al final habrá servido de algo hacer tanto deporte estas últimas semanas-

    Daniel bromea pero nunca pensó que le costaría tanto derrotar a un vagabundo. Puede que ese apestoso ser haya recibido muchos golpes en su vida y se haya visto inmiscuido en numerosas peleas, aún así, no parecía demasiado corpulento. Le da miedo pensar en lo que hubiera podido ocurrir de no haber podido con él.

-Sí. La verdad es que te has puesto muy fuerte papá-

    La mano derecha de Katia, que restaba estática sobre el pecho de su padre, se activa para constatar esa última afirmación y se mueve en círculos para reconocer a palpentas esos pectorales refortalecidos.

-No es para tanto-   dice Daniel mientras sus dedos se encuentran con los de ella.

-Dice Carmen que cambiaría a su marido por ti-   afirma cómicamente Mariela.

-Ay mamá, es que Manolo es un gordo asqueroso-   musicando la frase.

-En el fondo es un buen tipo, pero con poco interés-   le defiende él.

    Mientras hablan los tres, Katia y su padre juegan con sus dedos haciendo manitas en un ritual algo confuso que hace volar las ideas de Daniel.

-No me sorprende que Carmen pase tanto rato con Conchita-   continua Mariela.

-¿Por qué?-   interviene Daniel.

-Pues porque Manolo solo piensa en futbol, en trabajo o en hacer el vago-

-Papá tampoco ayuda mucho en casa-   ataca Katia mientras le aprieta los dedos.

-Sí. La verdad es que podríamos hacer un cambio de maridos-  

-Ala mamá, si papá está mucho más bueno que ese gordo seboso-  

    Katia habla con un tono agudo vocalizando exageradamente mientras baja peligrosamente su mano hacia el bajo vientre su padre. Ella se encuentra entre los dos inclinada hacia él a su izquierda mientras Mariela argumenta su réplica.

-Sí, ya ves, para lo que me sirve-   retóricamente.

-!Aaaahp!-   aspira la chica sorprendida   -¿es que no le das lo suyo a mamá?

    Katia sujeta por fin la poya de su padre bajo el pijama quien se esfuerza por mantener esa discreta quietud postural luchando contra viento y marea.

-Cariñooh, emm.m, no le hables a tu hija de nuestras cosas-   incómodo.

-Oooh, de que cosas se entera una-   afirma Katia juguetona.

-Cada pareja tienes sus etapas hija-   se escusa Daniel.

-Sí, pero algunas etapas se alargan durante meses-   protesta Mariela.

-Oh, papá, no me lo puedo creer-   decepcionada.

-Vamos mujer, no te quejes delante de la niña. ¿No eres tu quien siempre dice que no las tenemos que traumatizar?-   intenta él viéndose acechado.

-Papá ¿de verdad te crees que eso me va a traumatizar?

    Katia nota como el pene de su padre se endurece cada vez más adquiriendo un tamaño alarmante y emprende un discreto masaje fálico.

-Ya no soy una niña pequeña ¿eh?-   con una voz que contradice esa afirmación.

-Eres la niñita de mamá-   dice Mariela mientras la abraza por la espalda.

    Mamá a penas puede ver los discretos números luminosos del reloj en la mesilla de noche mientras rodea a su niña por la cintura con su grueso brazo. La chica se siente traviesa y nota como se le dispara la adrenalina mientras no deja de sujetar ese poderoso miembro relleno de palpitante morbosidad incestuosa. Daniel se mantiene estático notando el acercamiento de Mariela. Duda entre sí tomar alguna medida física que le pueda salvar el culo o si apostar por la quietud como mejor opción para que ella no se dé cuenta de nada. Katia también opta por permanecer inmóvil pero se dedica a apretar intensamente y aflojar ese lujurioso tronco que tiene cautivo en su mano. Nota como se contrae y como circula la sangre por su interior.

-Que calor mamá-   amablemente.

-Ay. perdona niña. No quería molestarte con el calor de mi amor-   irónica.

-No te enfades mamá, ya sabes que te quiero-   sintiéndose perversa.

-A ver si conciliamos el sueño pronto que mañana tengo muchas cosas que hacer-

    Mariela regresa a su pose boca arriba y sus blandas ubres se desparraman hacia los laterales gozando de la libertad que les otorga ese ancho camisón. Está muy cansada y se le va la mente por momentos. Mientras tanto Katia vuelve a pajear a Daniel quien consigue librarse del pánico que le otorgaba esa situación y contempla por primera vez las posibilidades que se le ofrecen. Discretamente mete su mano izquierda bajo el pijama de su hija para alcanzar esos gloriosos pechos adolescentes.

-La cabaña del árbol no es de madera-   murmura vagamente Mariela.

-¿De qué es?-   pregunta suavemente Daniel mofándose.

-D.De cartón mojado-   aun con una pronuncia más incomprensible.

    Katia a penas puede contener la risa mientras nota como mamá está perdiendo la conciencia entre delirantes ideas caducas. Los últimos vocablos de Mariela carecen ya de cualquier parecido con una palabra y su respiración se torna más pausada y profunda.

-¿Que pijama llevas cariño?¿es el de conejitos?-

-Adivina-   aún riéndose.

-A ver déjame que lo palpe...-  

    Daniel recorre los márgenes de esa algodonada tela adentrándose en ellos impunemente mientras su hija se da la vuelta para darle la espalda.

-¿Es el de Nemo?-   se aventura.

-!Ahp!¿cómo lo sabes?-   sorprendida.

-Me conozco tus pijamas al milímetro amor-   mientras babea su cuello.

-Y los camisones de mamá también los conoces?-   pícaramente.

-No me hagas esto, no me hagas esto pro favor-   murmura torturado.

-Yo no hago nada malo, yo soy soltera-   se defiende Katia.

    Daniel le aprieta los pechos mientras intenta abrirse paso tras esa negra melena para morderle la oreja.

-Toda tu eres mala, eres la tentación más malvada, eres el pecado encarnado-  

-¿Soy pecado?¿Y qué pecado soy?...¿La envidia?...¿La ira?...¿la gula?

-Siiií, la gula, porque estás para comerte-   se escucha depravado a sí mismo.

    Las largas inspiraciones de Mariela van adquiriendo carácter de ronquidos gradualmente mientras muy, muy cerca, al otro lado de la cama se van acelerando los movimientos cada vez mas legitimados por un sueño tan profundo y manifiesto.

-Dile a mamá que me prefieres a mi-

-Claro que te prefiero mi vida-   susurra.

-Nooh, díselo a ella-   abriendo un instante tan inmóvil que parece un fotograma.

-Mariela... tu hija me pone cachondo-   en voz baja.

-Nooh, eso no es lo que quiero que digas, además, tiene que ser más fuerte.

    Daniel duda durante unos segundos pero logra arrancarse con un nuevo intento mucho más intenso:

-Mariela... amo a Katia, amo cada milímetro de nuestra hija y me muero por hacerle el amor con toda mis fuerzas. La amo y la deseo más de lo que nunca te he deseado a ti.

-No vas a hacerme el amor papá. ¿Cómo se te ocurre? Soy tu hija-

    La niña juega al desconcierto pero Daniel no se deja amedrentar y lucha para bajarle ese pantaloncillo que se interpone entre ellos.

-¿Qué haces?-   molesta.

-Te voy a follar-   rotundamente.

-Ni lo sueñes. Como te pases grito y despierto a mamá-

-No serás capaz-   desafiante.

-Ah! !mamaá!-   en un tono que sobrepasa de mucho la broma.

-Sssshhhh-   pronuncia desesperado él intentando no alcanzar volumen.

    Mariela se inmuta contestando con un vocabulario incomprensible antes de caer de nuevo en una postura ligeramente diferente a la original.

-¿Qué haces?¿Estás loca?-   incrédulo.

-Es para que veas quien manda, a mi no me vas a violar como a Selena-

-¿Pero qué dices? yo.yo.n.no.q.que-   tartamudeando nerviosamente.

-No seas tonto. ¿Te gustaría que estuviera ella aquí?-   insinuando.

    Daniel percibe que esa pregunta puede que tenga trampa e intenta actuar en consecuencia.

-Noooh, solo te quiero a ti, ni siquiera me acuerdo que tengo otra hija.

-¿Prefieres que esté mamá aquí en lugar de Sele?

-Cariño, dime qué quieres de mi-   Daniel se desespera.

-Quiero que me digas que soy tu preferida-   imperativa.

-Lo eres cariño. Claro que lo eres. Te quiero más que a nada en el mundo-

   Katia deja que su padre le suba la parte de arriba hasta que sus tetas quedan al aire. A Daniel le faltan manos para gozar de su niña. Finalmente consigue liberar esas redondas nalgas al completo. No aguanta más. Quiere follarla. Quiere penetrar ese generoso culo más de lo que nunca ha querido nada.

-Ponte condón papá, ¿tienes?-   susurra con cierta urgencia.

-Si cariño, en el cajón, espera-   se apresura en alcanzarlo.

-¿Me dejas que te lo ponga yo? así practico-   moviéndose a su espalda.

    No hay espacio en la saturada mente de Daniel para que esta petición pueda inquietarle más allá del ahora y aquí. Por un momento le entra el pánico al no encontrarlos por la falta de luz, pero finalmente da con ellos y procede a la obertura.

-Nonono, dámelo, yo lo hago-   dice Katia.

    Al recuperar él su posición horizontal, la chica se le encarama encima apresándolo con sus muslos un poco por debajo de la cintura. A Daniel le bastan unos pocos segundos de caricias para percatarse que ella ya no lleva ninguna prenda. Se pregunta "¿para que el condón?¿es solo por el lubricante?¿o de verdad quiere follar "bien"?"

-Aixx-   Katia tiene alguna dificultad.

-Creo que está al revés cariño-   sugiere Daniel.

-A vale, ya está... joh papá, la tienes tan dura que no se si alcanzará-   riendo.

-Claro que si tonta-

-No me llames tonta-   fingiendo enfado.

    Un esporádico ronquido de Mariela anormalmente alto desata de nuevo sus risas distrayendo su atención. Antes de darse cuenta Daniel nota como su niña gatea hacia él para besarle en la boca. Ella le mete su dulce lengua tan a dentro como alcanza mientras se acomoda y como quien no quiere la cosa empieza a frotarse con él vapuleando su pene mientras le muerde los labios. Papá le aprieta las tetas con sus fuertes manos a escasos centímetros de su cara haciéndola gemir de dolor. Por ahí abajo hay tanta presión sanguínea y tanta lubricación que no alcanza a estar seguro de nada. Mientras sus lenguas se pelean en un duelo baboso, Katia emite un sugerente gemido que mezcla dolor y placer.

    Daniel nota como su flamante poya se adentra por el cálido y húmedo chocho de su hija hasta lo más hondo. Ella empieza trotando discretamente pero sus movimientos se transforman rápidamente en una feroz cabalgada que zarandea la cama golpeándola contra la pared cada vez con más fuerza. Mariela sigue roncando mientras su cuerpo inconsciente se somete a esa agitación. Papá siente que la situación se le escapa de las manos en diferentes frentes. Está tan caliente que, sometido a ese ajetreo, se disuelve en un orgasmo tan placentero que lo paraliza mientras Katia sigue a lo suyo gimiendo contenidamente. Daniel ha perdido el mundo de vista por unos instantes y al regresar le invade la vergüenza por haberse corrido tan rápido. Se da cuenta de lo lejos que ha quedado la discreción necesaria para asegurar el sueño de Mariela y sujeta con fuerza a la chica para detener su incesante balanceo.

-Ssssssssssshh-   dice Daniel imperativamente.

-Oooh. ¿Qué te pasa papá?¿estás bien?-   sintiéndolo más flojo.

-¿Estás loca? vas a despertar a mamá-   con urgencia.

-Ah, perdona papá, es que estoy muy cachonda-   susurra como avergonzada.

   Esa manera tan sugerente de pronunciar tan lujuriosas palabras hacen que Daniel se revele contra la idea de desenfundar ese condón repleto de esperma y tras asegurarse de que su mujer sigue dormida vuelve a sujetar los pechos de su hija convencido que puede contrarrestar el declive de su arma.

-¿Te gustan mis tetas papa?   -susurra mientras retoma su erótico balanceo.

-No te lo puedes imaginar-   mientras las disfruta en la oscuridad.

-¿Que es lo que más te gusta de mi? También tengo un buen culo-   suspirando.

-Tu cuerpo entero, tu saliva, tu voz, tu olor, tu...-   embobado.

-En adelante quiero que hagas todo lo que yo te ordene-   en plan mandona.

   Daniel empieza a sospechar lo accidentado del jardín donde se está metiendo pero ahora mismo no puede atender ese asunto. Debe concentrarse en lo buena que está su hija para lograr una erección irrefutable. Ahora la tiene dura, pero solo lo suficiente para seguir penetrándola acompañando esos sinuosos movimientos.

-Oh sii, oh papá, fóllamee-   mientras siente sus manos rodeándole las nalgas.

-Que traviesa que eres. Eres una niña mala-   cada vez con más confianza.

    Daniel teme por los riesgos de seguir con el mismo condón después de una más que generosa corrida pero la coyuntura no le permite echarse atrás. Decide confiar en ese pedazo de látex y sigue disfrutando de esas experiencia excepcional mientras siente ya la plenitud de su poderoso miembro viril.

-Más despacio cariño, con cuidado-   sin notar casi los ronquidos de su mujer.

-Es que me corro papá-   en voz baja pero con tono ansioso.   -Ooh, ooh-

   Katia aprieta con fuerza los pectorales de papá mientras se corre conteniendo a duras penas sus gemidos. Fruto de su peculiaridad no puede evitar regar a Daniel con los flujos de su eyaculación. Tarda unos segundos en recuperar el habla aturdida por tan arrolladores sensaciones pero finalmente se excusa:

-Perdona papá, no lo puedo evitar-   avergonzada.

-No pasa nada cariño, no hay mejor premio para mí-   con gratitud.

-¿A ti te falta mucho?-   secándolo con su infantil pijama a oscuras.

   Daniel contempla la posibilidad de terminar ahí con su hombría en lo más alto pero al sentir el leve contoneo de Katia se disipa rápidamente esa opción. Su polla sigue peregrinando por el interior de su hija muy despacio mientras ella empieza a recuperar la normalidad en su respiración acelerada.

-Quiero tu culo cariño-   susurra.

-¿Qué?... no se... mi culo es sagrado-   con voz infantil.

-Y mi polla también, están hechos el uno para el otro-   insiste.

-Pero la tienes muy grande y me harás daño-   haciéndose la víctima.

-No amor, verás cómo no. Seguro que te gusta-  

-Ya estoy lo bastante dolorida papá, que es mi primera vez-

   La conversación fluye a lomos de un lento pero constante movimiento que apenas hace sonar los muelles de la cama. Las manos de Daniel no cesan en el empeño de reconocer el sublime cuerpo de su hija como si quisiera asegurarse de que todo permanece en su sitio.

-Vamos a tu cuarto pequeña-   ardiendo por dentro.

-No, tiene que ser aquí, con mamá-   exigente.

-¿Por qué? Aquí no puedo desplegar toda mi potencia-   con desespero.

-¿Y si se despierta y hemos desaparecido los dos?  

-¿Y si se despierta y estamos follando a su lado?

-Pero papaaaá, cada ronquido nos demuestra que sigue dormida y si despierta podemos disimular. Además, me pone muy cachonda hacerlo a su lado-

-En el suelo entonces-   en tono de súplica.

    Katia lo piensa por un segundo y sin acabar de salir de dudas pregunta:

-¿Y me la meterás por el culo?-   con una vocecilla muy aguda.

-Te la meteré hasta lo más hondo-   amenazante.

-Vale, pero ten cuidado-   susurra mientras se desprende de él.

    Daniel siente una primera sensación de ansiedad al salir del cálido interior de Katia pero pronto se reconforta al cobrar consciencia de lo que está a punto de hacer. Se deshace por fin de esa goma liberando su tranca embadurnada con su propio esperma.

-¿Como lo hacemos?-   pregunta insegura de rodillas sobre la tupida alfombra.

-Apóyate en la cama cariño-   Daniel la conduce usando sus caricias.

    Papá está al rojo vivo y un deseo abrasador hace que la delicadeza sea una verdadera quimera. Katia se siente por primera vez fuera de sitio y no sabe exactamente como ponerse. De pronto y sin previo aviso nota una repentina y profunda puñalada de carne que la penetra sin darle tiempo siquiera a apretar el ojete. Suelta un "aaaah" lleno de fragilidad mientras su padre la sujeta firmemente por la cintura. La lubricación que su poya traía consigo ha facilitado la incursión. En escasos segundos la actividad se acelera exageradamente junto con sus respiraciones que, aun intentando ser discretas, dejan escapar algún que otro gemido fugitivo. La cama vuelve a moverse, esta vez hacia los laterales, fruto de las violentas envestidas que Daniel le profiere a su hija por vía anal. Mariela sigue roncando acunada por ese leve balanceo mientras Katia a penas puede mantener su propio silencio:

-MmmMmmMmmM-   sincronizando la intensidad de su voz con cada empuje.

    Daniel concentra todas sus fuerzas en follarse a su hijita y ya ni si quiera respira sintiendo la inminente y costosa llegada a meta. Una gran ola de placer y desahogo golpea su mente alienándolo del escenario y convirtiendo la absoluta oscuridad en el blanco más intenso. La prudencia y la sensatez quedan muy lejos ya y presa de esa explosiva sensación suelta un intenso grito de alivio liberando toda la tensión que se había acumulado poco a poco desde que Katia entró en la habitación.

-¿Qué?!¿Qué?!-   dice Mariela asustada mientras se apresura a encender la luz.

-No cariño !!no!!-   Daniel mientras le entra el pánico aún aturdido.

-¿Qué ocurre?¿por qué chillas así?-   mientras le mira con los ojos entreabiertos.

    Daniel siente que está todo perdido y se prepara para una dramática lluvia de improperios y agresiones de todo tipo pero Mariela aún está algo atontada por un despertar tan brusco y con los ojos entreabiertos intenta proteger sus pupilas dilatadas demasiado sensibles todavía a la tenue luz de la lámpara. Él tiene la visión más cegada si cabe dado que la urgencia del momento le ha empujado a mantener sus párpados bien abiertos.

-¿Estás bien Dani?-   con un tono mucho más razonable del que cavia esperar.

-Oh, sí, creo que...-   aún repleto de temores con el corazón en un puño. 

-¿Donde está Katia?-   pregunta Mariela extrañada.

    Esa pregunta es música celestial para los oídos de Daniel y se inunda de esperanza. Katia está escondida debajo de la cama con el pulso muy acelerado.

-Se ha ido hace rato a su cuarto-   improvisa.

-¿Y tú?¿por qué chillas así?¿porque estás sudando?¿y esa respiración?-

-Ha sido... una pesadilla, una horrible pesadilla, hasta me he caído de la cama-

    Daniel se sorprende aliviado de como cuadran sus ocurrencias:

-Soñaba que ese loco encapuchado se llevaba a Katia y yo no podía evitarlo-

-Oh, Dani... parece que lo de hoy te ha afectado más de lo que aparentabas-

-Sí cariño. Me hago el valiente pero la verdad es que he pasado mucho miedo-

-Venga vuelve a la cama y tranquilízate. Ya pasó todo-   maternalmente.

    En ese momento él cae en la cuenta de que tiene sus pantaloncillos entre sus rodillas y la alfombra. Afortunadamente el ángulo de visión de su mujer no alcanza a vislumbrar su desnudez inferior.

-Sí... vale...-   pero apaga la luz-   mientras apoya su cuerpo en el colchón.

    Daniel está recuperando el aliento aún y hace como que descansa reclinado para ganar tiempo cuando nota que una mano le sujeta con fuerza la poya, la tiene bastante blanda ya pero todavía notablemente hinchada y muy enrojecida.

-De acuerdo, pero no vuelvas a asustarme así-   dice amablemente Mariela.

-No cariño, lo prometo-   aliviado con su amada oscuridad protectora de vuelta.

    Daniel regresa a la cama subiéndose discretamente el pantalón. No puede creer que haya salido impune de tan imprudente fechoría. Aún así, no estará a salvo mientras Katia permanezca en la habitación. Sumergiéndose en una quietud absoluta junto a su mujer afina sus sentidos. No escucha nada. Los esporádicos movimientos de Mariela que termina de acomodarse en diversas fases son lo único que mancilla ese silencioso negro roto aún por unas pupilas algo traumatizadas por la reciente agresión lumínica. Desde la nada emerge un dulce beso bocal tan inesperado como silencioso que no rompe la quietud de Daniel. Mariela aún está despierta pero la presencia de su hija en la habitación no es perceptible, ni siquiera por su padre, más allá de ese beso mudo de despedida. A penas es capaz de notar el leve movimiento de la puerta ajustada por la que se escabulle su hija.