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Puta vida: Lección 1

en Hetero: Infidelidad

Me calmé como pude antes de cruzar la puerta de casa, me acababan de dar una buena, los capullos de siempre, me esperaron a la salida del instituto y me pillaron entre cuatro. Javier ha iniciado a su hermano pequeño, Lucas. No faltaron los habituales Marcos y Luis. Llevan haciéndome la vida imposible desde que empezamos el instituto, este año encaramos la selectividad y siguen, me cuesta recordar los tiempos en que Javi y yo éramos colegas, en el colegio, como venía a mi casa a jugar. Como pasa casi siempre con estas cosas la situación es conocida por todos, mi padre me dice que me defienda, pero en el fondo sabe que no soy un luchador. Ese es principalmente el problema, por alguna razón a estos matones les molesta que estudie, que saque buenas notas, la zurra esta vez se debió a un examen de literatura. Por desgracia lo peor viene al abrir la puerta, me llamo Arturo y esta es mi historia.

Mi madre acababa de llegar del trabajo, aun llevaba el traje de dos piezas, chaqueta y falda corta, blanco. Trabajaba en una sucursal bancaria, yo solía llegar a casa antes, pero con la paliza me retrase. Mi madre, Ainhoa, me mató con la mirada nada más entrar, tenía la ropa manchada de polvo de revolcarme por el suelo, suspiró con exasperación. Tiene cuarenta y dos años, es una mujer atractiva, de metro sesenta y cinco, pelo negro, sin una cana a la vista, la piel clara y rosada, tiene unos labios particularmente carnosos y sugerentes, irresistibles cuando sonríe, los ojos entre azules y verdes. Su cuerpo está muy bien para una mujer de su edad, las tetas se aguantan en su sitio, una buena talla, un culo grande, de pasarse la mayor parte del día sentada, por otro lado sus piernas son increíblemente firmes, por eso le encanta lucirlas, anda todo el día en tacones y siempre que puede viste faldas por encima de la rodilla, aquel día no era un excepción. Llevaba las gafas de leer, mientras ojeaba una pila de cartas, se las quitó para verme bien.

- ¿Otra vez?- Era una pregunta retórica.- No se cansan de darte, deberían encontrar algo más productivo que hacer.- Se acercó y me examinó moviéndome la cara desde la barbilla, las heridas no eran de gravedad.- Vi el otro día a Javi, le regañé, pero ya no sois críos, esto tiene que acabar, hablad, por dios santo estáis a punto de empezar la universidad.- Él me lo había recordado mientras me pegaba, me recordó que el pivón de mi madre le había dicho que no fuese malo conmigo.

- Mamá, ya no es mi amigo, y desde luego no quiere hablar.- Dejé la mochila en el suelo.- Tú deberías apoyarme.- Nunca lo había hecho, chiquilladas lo llamaba cuando empezó, incluso siguió invitando a Javier a casa, luego decía estar demasiado ocupada trabajando, en los últimos tiempos había optado por las regañinas a mi matón, que terminaban siendo para mí.

- Ya te he dicho que lo hables, Javier es un chico un poco temperamental, pero atiende a razones, a mí siempre me escucha.- Si supieras por qué, pensé para mí.- Además me ha dicho que eres tú el que empieza todo, fanfarroneando con las notas, restregándoselas, eso está muy mal, yo no te he educado así, tal vez te merezcas que te bajen los humos.- Cuatro años lleva bajándomelos, el muy cabrón y encima se las apaña para quedar como el bueno delante de mi madre. 

- ¿Si le oyeses lo qué dice de ti?- Salté arto.

- A ver, ¿qué dice?- Mi madre mantenía una calma de hielo, pero su voz mostró cierta urgencia, o tal vez deseo.

- Pues, pues...- Me apremió con un gesto.- Que estás muy buena y eso.- Levantó las cejas en señal de indiferencia y se giró. Un instante antes de que se volviese juró que vi una sonrisa lasciva en sus labios.

- Que crio eres, eso es un piropo viniendo de un chico bien parecido como Javi.

- Él no lo dice como un piropo, además no me digas que también te pones de su parte en esto.

- ¿Qué partes hay? ¿O es qué tú no haces comentarios como esos de las mujeres, por qué te gustan las mujeres?- Mi madre de verdad me estaba preguntando aquello.

- Que no sabes cómo lo dice, y que yo no habló así, en eso sí estoy bien educado.- Concluí.

Mientras me iba para mi cuarto rebotado ella negó con la cabeza viéndome alejarme. No tratamos el tema durante la comida, mi padre siempre insistía en que les plantase cara, incluso me intentó enseñar a pegar una vez, no funcionó. La postura de mi madre era dialogar, pero más bien era que yo siguiese siendo el saco de boxeo de mis compañeros. Mi padre se fue después de comer a trabajar, mi madre libraba la tarde. Salió con una amiga a tomar un café yo me quedé estudiando. Volvió para las ocho de la tarde, para ese entonces yo me había hecho una paja y repasado para el examen de historia de dentro de dos días. Me comentó que se había encontrado a la madre de Javier, maldito barrio pensé, le había comentado sobre nuestros problemas. Me iba a caer la monumental al día siguiente. Fui hasta con miedo al instituto, claramente Javier estaba cabreado. Me esperaba lo peor pero no paso nada, Lucas me insultó un par de veces pero su hermano le controló. Todo me estaba dando muy mala espina, mi madre me preguntó sobre mi día mientras comíamos. No pude sino decir que bastante bueno. De nuevo mi padre marchó a currar y mi madre y yo nos quedamos solos.

Como una hora después llamaron al timbre, yo estaba en mi cuarto, mi madre abrió la puerta y saludo efusivamente. Me llamó al momento, acudí para encontrarme a Javier y su madre, Lucas asomaba detrás ya era más alto que su hermano mayor, y por supuesto que su madre. Saludé tímidamente, mi madre les invitó a pasar, nos condujo a todos al salón. La madre de Javier hacía comentarios sobre nuestra casa, "Esto lo habéis cambiado", "Ese mueble es nuevo". Los otros dos se aguantaban como podían las ganas de darme de hostias.

- Claro hace tanto que no vienes que hay cosas nuevas.- Comentó mi madre.

- A ver si estos dos lo arreglan y podemos volver a como antes.- De eso iba la improvisada reunión.

- Para eso estamos, ¿queréis un café?- Preguntó mi madre a nuestros invitados.

- No gracias.- Contestó la madre de Javier.

- Yo sí.- Dijo él.

- No te pases...- Le regañó.

- Déjale, estamos aquí para dejar atrás los problemas. Ahora mismo lo preparo.- Se fue hacia la cocina.

- Espera que he oído que hicisteis reforma, ¿a ver como os ha quedado?- La madre de mis compañeros salió tras ella.

El silenció invernal que se instaló en el salón solo se rompía por mí tragando saliva. Lucas me miraba con cara de loco. Su hermano tenía una calma aun más terrorífica.

- Vamos a hacer lo siguiente capullo,- empezó Javier- hacemos el paripé, nos damos la manos, hasta un abrazo si hace falta, luego me dejas los apuntes que tengas de historia, mañana te pones delante en el examen y me dejas copiar. Y si apruebo, solo si apruebo te dejo en paz un mes.- El trato era lo mejor que había sacado de él nunca. Lucas asentía a cuanto decía su hermano.

La siguiente hora y media de mi vida fue el mayor teatro que había hecho hasta la fecha. Al día siguiente hice lo que me indicó, me aseguré de que tuviese una buena panorámica de mi examen, tal fue el descaro que el profesor se percató. Para mi desgracia en lugar de castigar a los dos fue directo a Javier, le acusó de copiarme y le quitó el examen, para devolvérselo al instante con un gran cero en rojo. Le oí respirar en mi nuca, como un toro bravo. El examen había sido a última hora y aproveché para salir corriendo hasta casa, antes de que reuniese a la cuadrilla de linchamiento. Él fue el único que me persiguió al principio, a la carrera, devorando calles. De repente miré hacia atrás y allí estaba su hermano, uniéndose a la persecución. Saqué las llaves del bolso nada más ver el portal de casa, tendría unos segundos a lo sumo. Entonces emergió de la panadería de al lado mi madre, barra en mano. Llegué hasta ella, y como un crio me escondí a su espalda. Mis perseguidores se detuvieron en seco, recuperado el aliento. Mi madre entendió lo que pasaba al instante.

- ¡Los dos adentro, ahora mismo!- Exclamó mientras abría la puerta del portal. Lucas fue a entrar.- Tú vete a tu casa, que ya tengo bastante con ellos.

Javi me empujó en el momento que ella se volvió para hablar a su hermano, caí. De mala leche mi madre me ordenó que me levantase. Nos abroncó en el ascensor, no pudimos decir palabra ninguno de los dos. Ya en casa, después de dejar las cosas en la cocina, yo no me aparte de su lado, nos llevó de nuevo al salón para hablar. Sin su madre delante Javier actuaba con más desgana y descaro. Me dio un par de capones, mi madre apenas le llamó la atención.

- ¿Éstas tenemos?- Llevaba el traje blanco, la falda corta dirigía la atención a sus piernas envueltas en unas ligeras medias y suspendidas en dos tacones de casi diez centímetros.

- Es culpa de este.- Soltó Javier.- Ha hecho que me pongan un cero en el examen, y eso que yo a buenas le pedí sus apuntes, para poder prepararlo, toda la noche en vela estudiando para nada...- Se quedó tan ancho, y fingiéndose derrotado se tiró en el sofá.

- ¿Es eso cierto?- Me preguntó mi madre.

- No, bueno si que le han echado, pero yo le estaba dejando copiar, para que me dejase en paz.

- ¿Qué mierdas dices?- Saltó indignado.- No has parado hasta que el profesor te ha visto, y eso que te he dicho que lo dejases, que me lo sabía. Pero claro al ver al sabelotodo y al pobre pringado el que se la ha cargado he sido yo.- Era un magnifico mentiroso. Normalmente yo ocupaba los dos roles en sus burlas, hoy él se quedaba con el de pringado. 

- Tiene arreglo, puedes hablar con el profesor.- Mi madre se sentó a su lado a consolarle.

- No, ese tío me tiene cruzado. Luego te extrañas de que te caliente.- Se estaba envalentonando, acababa de reconocer que me  pegaba.- Siempre eres así, aprovechándote de que no te cuesta nada sacar buenas notas, te mereces una buena lección.

- Pero serás...- Salté.

- La culpa es mía.- Intervino mi madre.- Yo le he animado siempre a que se esforzase, y claramente él me ha malinterpretado.- Yo flipaba.- No quiero que le pegues, eso está mal, no lo puedo permitir, pero sí que se merece una lección, por lo que te ha hecho hoy, así mismo tiene que aprender a comportarse como un hombre. Por casualidad, ¿no tendrás algo en mente?- Mi madre se acercó más a él, y se acarició su firmes figura a través del traje.

- Se me está ocurriendo algo.- Sonrió Javi, no era tonto y sabía perfectamente por donde iba ella.

Yo estaba asistiendo a una sesión de ligoteo entre mi matón y mi madre sin darme cuenta de cuando había empezado. Ella le doraba la píldora y hacía cumplidos, nuestro problema empezaba a perderse en una conversación cada vez más subida de tono.

- Mi hijo además en un poco acusica y el otro día me comentó que decías cosas de mí.- Me miró altiva.- ¿Qué dices de mí?

- ¿La verdad?- Aclaró él.

- Por favor.- Fui a levantarme indignado y mi madre me hizo un gesto para que me quedase en la silla en que me había sentado al entrar, frente a ellos.

- Pues digo que eres un mujerón, que tienes unas piernas de escándalo.- Mi madre asentía satisfecha.- Que vas siempre enseñando porque quieres que te echen un buen polvo.- Solía decir más cosas, pero aquello fue un buen resumen.

- Tienes razón.- Le dijo y se levantó. Fue hasta su bolso y cogió el móvil. Escribió algo.- Te ofrezco un trato, tu quieres darle una lección a mi hijo, y yo no quiero que le sigas pegando que un día me lo matas, así pues, te voy a hacer una mamada delante de él,- el coqueteó de hace un segundo se había ido de madre, yo no podía creer lo que oía- aquí y ahora. Eso sí se acabaron las palizas.

- Mama, ¿estarás de broma?- Ahora si me levanté.

- ¡Cállate!- Soltaron los dos a la vez.

- Le dejo en paz y tú me haces una mamada cada vez que me apetezca.- Javi estaba tergiversando la propuesta de mi madre.

Ésta iba a corregirle, para cuando él se sacó el rabo. Su polla calló sobre el sillón medio dura, tenía un tamaño considerable ya. Mi madre no logró apartar la vista de aquello.

- Lo que yo decía es...- Se quedó sin palabras, llevándose los dedos a la boca con gesto de grata sorpresa en la cara.- Madre mía.- Dejó escapar.

- Esto es una locura, yo me largo y esto se lo digo a papá, se os ha ido la pinza a todos.- Fui hacia la puerta.

- Siéntate ahí, tienes una lección que aprender.- Mi madre me agarró pero no me miraba, seguía pendiente de mi matón.

- Vale, me siento y cuando tu marido entre por la puerta y te vea en plena faena os mata a los dos.- Le dije recobrando su atención.

- Le he escrito a tu padre que no viniese, que no me daba tiempo a poner la comida.- Reparé en el móvil.- Ahora obedece, y mantén la boca cerrada, que esto lo hago por ti.- Lo tenía todo bien atado, a saber cuánto tiempo llevaba fantaseando con aquello.  

- Haz caso a tu madre, está intentando arreglar nuestros problemas. Así que cierra la boca y tu vete abriéndola.

- Deja que me valla por favor, haz lo que quieras con él, no diré nada pero por favor....

- Si él no mira no hay trato.- Sentenció Javi.

- Ya has oído esas son las reglas y estoy de acuerdo con él. Siéntate y calla, esto acabara pronto.- Ocupé mi sitio.

A todo esto el bueno de mi matón se había quitado del todo los pantalones, los tenía por los tobillos. Mi madre se arrodilló frente a él, aun sentado. Sin un atisbo de timidez se la agarró, era gorda además de larga, grande en definitiva, un pollón. Mi madre la sopesó y ahora sonreía descaradamente.

- Pesa y todo.- Comentó algo tonta.

- ¿Creía qué esto lo hacías por tu hijo?- Javi sabía cómo pinchar en hueso.

- Una también se merece disfrutar de vez en cuando, si supiese lo que tengo que tragar por esta familia.- Me ponía malo que le siguiese el rollo.

- Hoy vas a tener que tragar literalmente.- Pronunció la última palabra muy despacio y exageradamente. 

Mi madre por fin acercó la cara al miembro que ella misma sostenía frente a mis ojos. Me miró de reojo, y empezó. Poco a poco abrió la boca para recibir el rabo de Javi. Retiró el prepucio con delicadeza, casi con los labios. Dejó el glande al aire y se centró en aquella zona particular. Le comía la cabeza como una experta, no tragaba más de dos dedos a partir de ahí, tan buena era que en cuestión de un minuto la erección era completa. Ahora si impresionaba el pollón, la cabeza descapullada y empapada apuntaba al techo. Mi madre le miraba con lujuria.

- Empezamos.- Le dijo lasciva. Lo que acababa de hacer solo era el calentamiento.

La mamada se volvió más profunda cada vez, mi madre se esforzaba en llegar más allá con cada envite. Su cabeza subía y bajaba sobre el regazo de Javi, que estaba en el cielo, los brazos a ambos lados del respaldo del sofá, la mirada clavada en la de mi madre. Aquello era lo peor, ella no apartaba sus ojos de los de él. Cuando vio que no podía meterse más en la boca se dedicó a darle lametones como a un helado a la parte huérfana, hasta entonces, de lengua. No se olvido por supuesto de los cojones de mi matón, se aseguró de darles un tratamiento exquisito. Para esto le pidió que se levantase, se colocó entre sus piernas y se metió en la boca tanto como pudo de la bolsa de los huevos del otro. Por suerte no tenía mucho pelo, pero no creo que le hubiese importado que hubiese una buena mata. Mientras hacía esto, con el traje blanco, intacto, no se había ni llegado a desabrochar un botón, le masturbaba manteniendo a Javi en un estado constante de excitación.

- Joder, que buena eres puta.- Javi le cogió de ambos lados de la cabeza y la apartó un momento.

- Te gusta, ¿verdad?- Mi madre no paraba de masturbarle.- Nunca me habían aguantado tanto.- Aquel comentario me desquició aun más.

- Iría mas rápido si me dejaras verte esas tetas, no veas la de veces que me las he imaginado.- Mi madre ahora sí se desabrocho la chaqueta.- No, déjate la puesta, solo sácatelas. - Con cierto esfuerzo lo hizo, emergieron así, apretujadas ente sí las tetas de mi madre, yo no recordaba como eran, no recordaba esos pezones rosados y puntiagudos que acababan de tocar el aire.

- ¿Espero que estés aprendiendo la lección?- Me dijo.- Lo que tiene que hacer una por los hijos.- Las pullas solo cesaban más que cuando tenía la boca llena.

Javi soltó una sonora carcajada, que mi madre correspondió con una risita cómplice y agradecida por la recepción de su chiste. Eso era el colmo, ahora ella se burlaba de mi como una matona más. Ella retomó la mamada, con las tetas fuera, ahora con él de pie, los dos globos botaban ligeramente con el movimiento. No debía convencer del todo a Javi lo profundo de la mamada pues agarrándole de la nuca forzó a mi madre a tragarse aun más carne en barra. Más de la mitad del rabo la clavó de golpe, provocando la consiguiente arcada, ella se apartó para coger aire.

- Espera.- Pensé que todo terminaba. Tomo dos bocanadas de aire profundas.- Vamos, otra vez.

Así lo hizo él. Esta vez aguantó más tiempo, lágrimas le asomaban en los ojos corriéndole ligeramente el maquillaje. Casi llega a tragársela entera en el quinto intento, pero para entonces Javi ya estaba satisfecho. Mi madre estaba despeinada y con más pinta de puta imposible.

- Ven, que quiero probar una cosa con esos melones tuyos.

Javi se sentó de nuevo en el sofá, mi madre de rodillas, como una penitente, se acercó al altar de su rabo. Ahora con las tetas de ella a una altura más cómoda no pudo resistirse a comérselas, a manoseárselas a pellizcar y en fin a todo lo que se puede hacer con ellas. Pero eso no era lo que él quería probar, acercó más a mi madre y ella comprendió, yo también. Deslizó su polla desde abajo entre sus apretados pechos que asomaban de la chaqueta, se le había movido un poco con el ajetreo. Con la complicidad del calentón ella empezó a hacerle la paja con las tetas, subiendo y bajando, colocando la lengua extendida al final, para recibir el glande del muy capullo. Javi ya no podía aguantar más y pasó lo que tenía que pasar. Estalló con fuerza emergiendo de entre sus tetas, como un cañón disparó sobre la cara de mi madre y las ya mencionadas. La cosa no acabó de golpe, mi madre hizo lo imposible por lamer cada gota sobre su propia piel y se aseguró de limpiar bien a Javi. Él se volvió a poner los pantalones y le ayudó a ella a levantarse. Intercambiaron algún chascarrillo. Mi madre se volvió hacia mí, aun con las tetas fuera, el pelo alborotado y hilos de semen aquí y allí.

- Espero que hayas aprendido la lección.- Javi reforzó el comentario de ella con un gesto de cabeza hacia mí.

- Dame tu móvil, para la próxima vez.- De nuevo Javi cayó en el error de no entender que aquello era un trato único, seguramente lo entendió a la primera pero...

- Es que...- El esperaba con su Smartphone en la mano.- Ya ha aprendido la lección.

- Esto solo le ha comprado un par de días, un semana a lo sumo. Arturito tiene mucho que aprender.- Mi madre se mordía el labio inferior y nos miraba alternativamente, estaba claro que se moría de ganas de repetir, tanto como él. Se podía oler la humedad que le emanaba del coño.

- Bueno, la verdad es que la letra con sangre entra, y esta forma es más placentera para todos.- Le acarició el paquete y se puso a recitar su número de teléfono.

- Me piro a comer, por cierto tu marido no viene en todo el día, ¿no?- Mi madre asintió.- Igual me dejo caer luego, ¿tú estudias todas las tardes?- Me preguntó estallando los dos de nuevo en risas.

Mi madre le acompañó hasta la puerta sin cubrirse. Regresó al salón, yo seguía clavado a mi asiento. Se tapó por fin.

- Esto no ha acabado, así que no te quedes ahí con cara de bobo. Es la mejor solución.

- Para ti.- Dije casi en un susurro, ella me oyó.

- Pues sí. No intentes sacar el orgullo ahora, que me he pasado más de veinte minutos comiéndole la polla a tu abusón y no has movido un pelo. Me voy a duchar y prepararme, por si Javi se pasa esta tarde.- Su móvil emitió uno de esos molestos sonidos de mensaje en la mesa, junto su bolso. Se acercó y leyó, para sí primero, luego en voz alta.- "Quiere una foto de esas tetas al aire" "Ya que te pones una en pelotas estaría muy bien" "XD"

Salió por el pasillo, antes de entrar al baño ya iba quitándose la ropa. Desde la puerta me gritó que pusiese algo para comer, ya que yo no hacía nada. Preparé un arroz a la cubana, con un huevo frito en el medio, e inmediatamente me arrepentí. Cuando mi madre salió de la ducha no pudo evitar la broma; "Tú eres masoquista hijo", sacó una foto al plato e imagino a quien se la envió. Durante la comida mi madre me puso a caldo, empezó a enumerar cada defecto mío, por pequeño que fuese. Terminó justificando cada una de las veces que Javi se había metido conmigo, no paró ahí, dijo que el chico hacía bien en darme aquellas lecciones. De repente mi vida había dado un salto sustancial para ser considerada una PUTA VIDA.

Fregaba yo los platos cuando llamaron a la puerta, vi cruzar a mi madre por el pasillo. Iba en bata, la llevaba abierta y debajo un camisón negro y con trasparencias. Estaba claro que la próxima lección iba a ser una clase magistral. Por un momento imaginé que quién llamaba a la puerta era un vecino pidiendo sal, y que ella tenía un arrebato de vergüenza y daba marcha atrás con todo. Es bonito soñar, pero despertarte con la voz de tu abusón gritando tu nombre no lo es.

- Aquí estás, mírale que bien enseñado.- Él y mi madre asomaron a la puerta de la cocina, le sujetaba por la cintura, su mano se perdía en el culo de ella.- Por cierto, esta mañana se me ha pasado preguntarte, no es la primera vez que le pones los cuernos a tu marido, ¿verdad?- La respuesta estaba clara, la predisposición de mi madre era más adquirida que natural.

- No, ya he echado alguna canita al aire, muy de vez en cuando. Pero bueno, no te vayas a creer que soy una puta.- Dios nos libre, después de hacerle una mamada, una cubana y dejar que se te corra encima el matón de tu hijo.

- No, sí yo se que eres una señora. Ahora vamos, te voy a follar en la cama que compartes con tu marido, puta.- Ella negó con la cabeza.- ¿Cómo...

- Le vamos a dar otra lección a mi hijo, lo de follar ya veremos.-Tiró de él.- Vamos y tú también.- Javi se encogió de hombros, como si él no tuviese culpa de nada, y toda no tenía, parte era de la zorra de mi madre.

Yo apenas pisaba la habitación de mis padres. Había una silla del salón ya preparada. Mi madre, sentada en la cama, me hizo un gesto para que ocupase mi lugar. Javi ya se quitaba los pantalones, y en un segundo estuvo desnudo. Empezó a meneársela y se acercó a ella. Mi madre le contempló altiva y no hizo nada, el juego esta tarde debía ser distinto al de la mañana.

- Ahora te toca a ti.- Se abrió de piernas y dejó ver que no llevaba nada bajo el camisón.

Javi no se echó atrás, se arrodilló a los pies de la cama y allí que fue. Vi por primera vez el lugar de donde venía, en vivo, en directo y en primera fila, los labios vaginales de mi madre hacían juego con los de su boca. No tardaron en recibir la lengua de él, un ligero temblor le hizo retroceder al contacto del macho. Terminó de hundir la cabeza y empezó un coro de ligeros suspiros. Yo sollozaba un poco, mi madre me miraba con desaprobación, juntando los labios para soltar rápidos soplos de aire. Cuanto más se adentraba entre sus piernas Javi, más se dejaba ella caer hacia atrás. "Sí, sí" "Así", era todo cuanto acertaba a decir ella. Los gemidos sustituyeron a los monosílabos pasados cinco minutos. De estos se pasó a los gritos. Su espalda se curvaba, levantando su vientre, haciendo que sus tetas se escaparan del camisón. Ella misma jugaba con sus pezones, con ambos a la vez, poseída por el deseo.

- Mira y aprende, aprende pringado...- Acertó a decir antes de sucumbir a un orgasmo que le hizo temblar.

No se había recuperado del todo, cerraba las piernas mientras tenía ligeros espasmos. Pero Javi ya estaba listo para la siguiente lección. "Mira y aprende" parafraseó a mi madre. Después le separó las piernas, y sin esperar a su permiso, con el cual no contaba vista la cara de ella, se la clavó. Mi madre soltó un gran gemido, en parte de dolor.

- Pará, que me acabo de venir, dame un segundo.- Él negó con la cabeza.

Cadera atrás y embestida, de nuevo gritó. Mi madre me miró y sonrió, y a continuación se volvió a  Javi y le espoleó. Embestía con fuerza, sujetando las piernas de ella por los tobillos, en alto, por encima de sus propios hombros. Las tetas de mi madre, fuera del camisón, se movían al ritmo de la follada. Mi madre más relajada, y lubricada, dejó de gritar pasados un par de minutos, se limitaba a poner caras de puro vicio y respirar con fuerza. Javi se estaba follando a mi madre en su cama de matrimonio, su cuerpo le pertenecía y todo era "una lección". Se besaron por primera vez, él dejándose caer sobre ella, apretando su torso contra sus carnosas tetas. Su lenguas se unieron por un hilo de saliva. Más de veinte minutos se la estuvo clavando, era un buen atleta mi matón. Mi madre estaba a punto, y él percibiéndolo le dejó con las ganas.

- No se te ocurra dejar de mirar, ni por un segundo.- Me ordenó en bufido de placer, mientras su amante daba un paso atrás y cogía aire.

Cambiaron postura y mi madre se colocó a cuatro patas, y Javi la montó de nuevo. Como un par de perros en celo pasaron casi otos veinte minutos, hasta que los gemidos empezaron a regresar. Las voces de placer de mi madre cubrieron el sonido de carne contra carne, el de su humedad siendo agitada y el de la propia cama. Ahora follaban con más ganas mientras se precipitaba el final. Él dio unas sonoras cachetas al culazo de mi madre, dejó sus nalgas rojas a base de manotazos. Ella no paraba de pedirle más y más, hasta que tuvo suficiente y apretando los dientes para luego soltar un "Oh Dios" bien alto se corrió. Javi terminó sobre su culo, al poco, con una explosión de semen que cualquiera diría que mi madre ya le había vaciado los huevos en la mañana. Cubiertos de sudor recuperaron el aliento. Mi madre se estiró como una gata en la cama y se recogió el pelo, no se olvidó de limpiarle el rabo a Javi, este empezó a vestirse.

- Buena lección, pero me parece a mí que va a necesitar unas cuantas más.- Yo sollozaba como un niño castigado en mi silla.

- Cuando quieras, además no soy el único con causas pendientes con Arturito, hay más.- Levanté mis húmedos ojos del suelo para mirar asustado a Javi.

- Que bien, cuanto más aprenda mejor.

Era el principio, el universo había encontrado una nueva forma de joderme la vida. A través de la puta de mi madre.

Continuará.