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Puta Vida: Lección 3

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Los siguientes días Javi y los demás me ignoraron en el instituto. Su hermano me sonreía burlón y de vez en cuando me llamaba "hijo". Me importaba poco las bromas de esa clase siempre y cuando no se pasasen por casa. Desde el trío pasaron cuatro días hasta que Javi me volvió a acompañar a casa. Sabía ha ciencia cierta que mi madre estaba ya esperándole, solo a él, para disgusto de su hermano. Habían pasado la semana cuadrando los horarios de mi padre, yo había tenido que informar personalmente a Javi, una ocurrencia de mi madre, "Que mala es la guarra" comentó él al respecto.  No hubo carrera a casa, un paseo, casi de amigos, lo cierto es que de alguna forma follarse a mi madre había suavizado la actitud de Javi conmigo. Por mi parte yo le odiaba con toda mi alma, pero eso no importaba. Miró el móvil cuando estábamos cerca.

- Tiempo de sobra para una mamada.- Me comentó feliz.- Llevó desde que me la follé sin correrme, reservando para Ainhoa.- Me molestaba menos cuando la llamaba por su nombre de pila, me ayudaba a ganar distancia y pensar que era una puta cualquiera.- Una semana desde que me la comió por primera vez tu madre.- Por desgracia no usaba el nombre a menudo.- Tengo que decirte que no me han hecho una mamada mejor en la vida. De verdad, que buena es. Y que vicio.- Mi gesto estaba torcido desde hace un rato el reparó entonces.- Deberías alégrate de que sea yo quien le satisfaga, tu madre era una bomba a punto de explotar,- yo sí iba a explotar- necesitaba un artificiero, mejor yo que cualquier desconocido. Soy joven, guapo y limpio, además tengo un buen rabo para darle.- Menos abuela tenía de todo.- Es lo mejor para que aprendas.- Me pasó el brazo por los hombros, aunque yo era más alto, me hizo agacharme un poco.- Cuantas cosas pienso enseñaros a los dos.

Continuamos camino. Llegamos por fin y subimos en el ascensor, por suerte para mí Javi no me volvió a dar conversación. Mi madre ya estaba en casa, en la cocina preparando la comida. todo normal, salvo por el hecho de que tan solo vestía el delantal. Empezaba a convertirse en costumbre que Javi estuviera enterado de antemano de aquellas cosas, río al ver mi reacción al cuerpo semidesnudo de mi madre.

- ¿Tienes hambre hijo?- Preguntó burlona.- ¿Y tú?- Le señaló con una cuchara de madera con que removía algo.

- Ahora no, pero te he traído algo para ti.- Se agarró el paquete.

- Que bien, porque me muero de hambre.- Llevó la mano libre y se desbrochó el delantal detrás del cuello.- Coge esto y estate atento de que no se quemen las lentejas.

Me cedió una cuchara de madera, mientras se fundía en un besó con Javi. Él se aprovechó de su cuerpo desnudo, sus manos se movieron agiles por cada rincón de su carne, haciendo una parada en la abertura de sus piernas. Mi madre gimió, de la misma forma que cuando yo le limpiaba la corrida de mi matón, intentaba provocarme.

- No perdamos tiempo.- Dijo.- Empecemos la lección.

De rodillas frente a Javi, por tercera vez, cuántas más restarían, de alguna forma sentía que eso dependía de mí. Recibió su polla con un lametón, aun sin retirar el prepucio. Con cuidado introdujo su lengua en aquel pellejo y lanío el glande, un nuevo truco, a él le gustó. Por fin dejó libre la cabeza, roja hinchada llamaba a su boca. Ella respondió, las mamadas a Javi habían ganado profundidad con los días, ese día, desde un principio mi madre daba tratamiento a más de la mitad del rabo. Con delicia, con sus ojos verdes clavados en los de él, de vez en cuando se desviaban para ver si cumplía mis tareas, mirar y cocinar.

- Baja le fuego.- De nuevo a la boca.- Añade algo de chorizo, que a tu padre le gusta.- Ella llenó su boca con el de Javi.

Siguió mamando, eso sí, no olvidó recordarme que prestara atención. Las lentejas estaban listas pero Javier no. Mi madre se metía su polla hasta dar con su nariz en el pubis, y con todo aguantaba. Recordé lo que me dijo de cuatro días guardándose las corridas para ese momento, no entendía como no terminaba. Mi madre tampoco.

- ¿Qué te pasa?- Le preguntó sin dejar de masturbarle.

- Pues que después de probar tu coño con una mamada no me vale.- Miró el reloj.- Nos da tiempo a uno rapidito, vamos.

Levantó a mi madre y le condujo hacia la habitación. La polla dura, ella desnuda, yo detrás siguiendo las indicaciones de mi madre y de repente oímos ruido en la puerta. Alguien abría, solo podía ser mi padre. A Javi se le ocurrió la peor idea posible, se metió al baño, tirando aun de mi madre, ella tiraba de mí. Los tres nos encerramos en un baño, con una salida, bueno dos si contamos la ventana del sexto piso que da al patio de vecinos y al algunos balcones. El corazón se me iba a salir del pecho, a mí que no tenía culpa de nada. Mi padre nos llamaba por la casa, abría algunas puertas, la del baño tenía el pestillo echado. Desistió antes de probar con aquella. Javier y mi madre empezaron a reír, tapándose la boca, si se hubiese quedado ahí la cosa pero no. Él cabrón seguía cachondo y con ganas de jugar. Colocó a mi madre con el culo bien parado frente a él, mirando al espejo, apoyada en el lavamanos. Mantenían el contacto visual a través del reflejo. No creí que se atreviesen, le empezó a restregar la húmeda polla por la entrada del coño. A continuación la deslizó despacio, casi sin fuerza. Mi madre fue abriendo la boca más y más, sin hacer ningún ruido, hasta tenerla dentro. Se colocó un dedo delante de los labios para indicarme silencio, el otro empezó a bombear. Una follada tranquila teniendo en cuenta las dos anteriores, pero con mi padre pululando por la casa aquello era demasiado. Mi madre solo suspiraba, me fije que un hilito de flujo le bajaba por la pierna, le excitaba saber que podía ser pillada. A mí me iba a dar algo, empujaba contra la puerta en caso de que mi padre intentase entrar, me sentía más culpable que ellos.

- No te pierdas la lección.- Me susurró ella.

Volví a mirar para ver como Javi subía el ritmo. Empezaban a hacer algo de ruido. Más rápido, las carnes ya chocaban entre sí. Una penetración fuerte y profunda hizo que mi madre se resbalase y dejase caer la jabonera. Los amantes se detuvieron, la respiraciones parecían gritos. "Toc, toc" en la puerta.

- ¿Arturo? ¿Ainhoa?- Era la voz de mi padre al otro lado.

Mi madre me dio con el codo para que contestase, yo estaba petrificado. Ella actuó, con la polla de Javi aun dentro.

- ¿Sí? Cariño.- Respondió a la llamada.

- ¿Qué pasa? Que he llamado a gritos.- Me moría allí, intentó girar la manilla, el pestillo lo impidió.

- Me estaba dando un baño, con los tapones puestos.- Javi echó la cadera atrás y dio una embestida, el culo de mi madre sonó.

- ¿Estás bien? ¿Qué es ese ruido?

- El tapón, acabo de quitarlo. Estoy en la gloria ahora.- Se volvió a Javi.- Más despacio, dale.- Le susurró.

Retomaron la follada, ella me miró y asintió ante mi incredulidad, él se encogió de hombros resignado.

- ¿Cómo te ha ido el día cariño?- Preguntó mi madre.

"Bueno..." empezó mi padre a relatar su mañana. Mientras mi madre recibía rabo. Contestaba con monosílabos. Movía el culo acompañando las embestidas que de nuevo cobraban fuerza. Empezó a respirar más rápido y a tener más problemas para responder, su flujo era más intenso. Javi le agarró del pelo y empezó a dar con fuerza y a emitir sus propios ruidos.

- ¿Qué pasa ahí dentro?- Volvió mi padre.

- Me..., estoy secando...- La última parte fue un bufido. Tenía la boca totalmente abierta, con la cabeza hacia el techo por el tirón de Javi.- Tápame..., la boca.- Me pidió.

Era eso o dejar que se corriera a pleno pulmón, le hice caso y coloqué mi mano para ahogar sus gritos. Javi terminó casi a la vez, corriéndose dentro, a base de bien. A mi madre le importó menos que la última vez, estaba cachonda perdida, empapada en sudor. Había sido su polvo más rápido, con apenas quince minutos, pero con mi padre al otro lado de la puerta. Se puso de rodillas para dejarle bien limpio, eso le gustaba a ella más que a Javi.

- ¿Sales ya?- Preguntó mi padre.

- Teng...- La boca llena tenía.- Que depilarme, ahora enseguida, vete poniend....- Un lametón que acabó de sacar las últimas gotas.- La mesa.

Un "vale" fue lo último que se oyó de mi padre antes dejar el otro lado de la puerta. Mi madre en cuclillas goteaba semen en las baldosas, su coño estaba aun más lleno que la última vez. Discutieron como salir, Javi apostaba por pasar a hurtadillas por detrás de mi padre, ella le quitó la idea. Al final optó por la ventana, estaba en buena forma y logró alcanzar la terraza de la señora Violeta de un salto. La pobre anciana con demencia no recordaría el paso del joven por su casa. Yo aun seguía en el baño, mi madre me miró y después sentada en le váter miró su coño, lo abrió para mostrar bien la sustancia blanca que emanaba mezclada con las suyas propias. Antes de repetir la tensa situación del día anterior decidí saltar. Saludé a la vieja al pasar por su salón, miraba el telediario. Mi padre me abrió la puerta de casa, mi madre aun en el baño, se oía el sonido de la ducha. la comida me resultó tensa, no fui capaz de mirar a mi padre a la cara.

La tarde parecía tranquila, Javi no había aparecido aun y aunque lo hiciese las cosas no serían tan intensas como por la mañana. El que se dejó caer fue Lucas, fue una visita rápida. Mi madre le hizo una mamada y el chaval se fue de botellón. Lucas seguía tratándome con un odio visceral, a mi madre le hacía gracia. Menos gracia le hizo la falta de atención del resto del día. Eran las siete y media de la tarde y rondaba por casa un poco acelerada, miraba el móvil de tanto en tanto. Por lo visto Javi también salía por ahí, como su hermano, era viernes, era normal. Terminó por sentarse en el salón, conmigo, yo miraba la tele, no la veía. Mi madre tenía sus ojos clavados en mí, lo sentía, me estaba poniendo nervios, sobre todo después de lo ocurrido hace cuatro días.

- ¿No te aburres?- Me preguntó.

- No.- Contesté secamente.

- Pues yo sí.- Se le notaba.- Tenía ganas de seguir con las lecciones, parece que empiezas a aprender algo.

- Te has follado a Javi con papa en casa y hace dos horas le has hecho una mamada a su hermano, me parecen suficientes lecciones por hoy.- Le miré severo.

- A mí no.- Se inclinó, me distrajo su escote.- ¿No ves lo que intento hacer?

La pregunta me descolocó. Su teléfono sonó, los dos volvimos nuestra atención al aparato. Me informó de que se trataba de un mensaje de Javi. No me dijo que ponía pero su sonrisa delató que el matón había dado con alguna idea maléfica nueva. Pasó el resto de la tarde, mi padre se presentó pasadas las nueve. Cenamos y terminamos los tres frente al televisor, lo cierto es que mi vida era algo triste, tal vez si tuviese que aprender algunas cosas. Daban las once, mi padre dijo estar agotado y se fue para la cama, mi madre y yo veíamos una peli. Pasó media hora, mi madre se levantó en un corte publicitario. Fue en dirección a la puerta de la calle, con cuidado abrió haciendo el mínimo ruido posible, se oyeron risitas, al menos tres voces. Regresó al salón, acompañada de cuatro chicos. Javi y su hermano, a los que llevaba de la mano, detrás Marcos y Luis, el cuarteto que me acosaba al completo.

- ¿Qué es esto?- Exclamé. Mi madre me chistó para que bajase la voz.

- Vamos a tu cuarto, que no hay tiempo que perder.- Les llevó hacia allí.

Marcos y Luis se aseguraron de agarrarme y hacerme parte de la comitiva, mi madre así se lo había pedido. Ella sentó en mi cama a los cuatro chicos. Javi y Lucas ya sabían lo que venía y se desnudaron al momento, los otros dos algo más tímidos necesitaron ánimos de ella. El descontrol de mi madre en los últimos días había llegado al límite, tenía a cuatro chavales desnudos delante de ella, que se quitaba la ropa, para no hacerles el feo, y a su marido a escasos seis metros, con suerte dormido.

- Para los nuevos, no sé si estaréis al corriente,- empezó a decir , ellos asintieron,- vamos a darle un lección a Arturo, pero no podéis hacer ruido que si no mi marido se despierta.

Rieron excitados pero a bajo volumen. Mi madre me indicó como de costumbre que no perdiese detalle, se arrodilló y empezó a masturbar a los dos nuevos. Estos estaban nerviosos y casi saltan al notar el contacto, nunca habían conocido a una mujer tan puta que les hiciese una paja de buenas a primeras. Lucas tiró de galones, se puso de pie y se acercó a mi madre, polla en mano, ella abrió la boca para recibirle. Los nuevos flipaban, el hermano pequeño de Javi recibía una mamada allí mismo. Mi madre se las apañaba bien sin manos, así que Javi decidió complicarle un poco las cosas, imitó a su hermano pequeño, si bien primero tuvo que coger a mi madre del pelo y dirigirle para él. Se fueron pasando a mi madre de hermano a hermano un buen rato, hasta que Marcos se envalentonó como para unirse al trío. Al levantarse dio con su polla en la mejilla de mi madre, eso bastó para que a tientas ella buscase el miembro. Luis estaba más cortado, era el que menos calzaba de los cuatro, con cierta diferencia. Me fijé en que lanzaba alternativas miradas a los demás y así mismo, estaba colorado. Con una mano libre, la otra un seguía ayudando al tímido, mi madre se desenvolvía con más soltura. Colocó las tres pollas en fila y fue dándoles un lametón a cada una, luego una chupada de cabeza, un jugueteo con los huevos, estaba luciéndose. Yo me sentía extraño, empezaba a excitarme con aquello. Por fin Luis se unió, mi madre le recompensó con un momento garganta profunda, se tragó todo el rabo, algo no muy complicado en comparación a cuando lo hacía con Javi. Siguió dándoles atenciones a los tres, hasta que empezaron a caer. El primero Lucas, aun le faltaba control supongo, se corrió sobre sus tetas. Marcos fue detrás este apuntó a la boca, pero sin fortuna, y algo le cayó en la cara, Javi le abroncó, quería a mi madre "limpita" dijo. Ella misma se limpió las tetas con la lengua y la cara con las manos.

Los dos que quedaron tenían más aguante. Pero Javi ya no se conformaba con mamadas, le pidió a mi madre que plantase el culo como le gustaba. Se colocó detrás, acarició el enorme pandero, mi madre seguía chupándosela a Luis. Empezó a follarse a mi madre, sin ningún cuidado, Lucas le dijo que bajase el ritmo. El golpeteo de carne se oía bastante alto, aunque tal vez fuese el silencio nocturno, había dado la medía noche. Luis aguantaba y Javi no aflojaba, mi madre estaba atravesada por los dos extremos. Los del banquillo hacían lo posible por estar en condiciones de volver a salir al campo, yo cubría mi erección con la almohada, que habían arrojado al suelo para hacerse sitio. Mi madre estaba en un estado de continuó placer, Luis había descubierto el truco de jugar con sus pezones y Javi se le follaba bien desde atrás.

- Javi para, que te vas a correr en su coño y yo también me lo quiero follar.- Susurró Lucas.

- Y a mi qué. Pues se la metes igual.- Contestó el hermano.

- No jodas, que es una guarrada.- Intervino Marcos que ya la tenía dura.

- Putos inútiles, aguantad más...- Les cortó Javi.

- Para anda, que ellos también tienen derecho a jugar.- Medió mi madre.

A regañadientes Javi le dio una brutal embestida y se la sacó. Fue a sentarse en la cama. Marcos corrió a ocupar su lugar, Lucas hacía lo posible por ponérsela dura. Marcos parecía un perro pequeño enganchado a una pierna, movía sus caderas a una velocidad increíble, tenía una sonrisa de esfuerzo en la cara. Mi madre estaba llegando, estaba algo incorporada y Luis le chupaba las tetas, "Que bueno es este chico", tres creyeron que se refería a Marcos, Luis y yo sabíamos de quien hablaba, a Javi no le hizo gracia de todas formas. Con todo mi madre se contuvo para no gemir fuerte, iba a volver a la mamada, dio un besó en la boca a Luis, Lucas apartó al otro y recibió la boca de mi madre en su rabo. La cara de Marcos era un poema tras quince minutos, y Javi le aviso de que se apartase. Yo diría que apuró al límite, ahora era el turno de Luis. Para allá que fue, en esto el chico no destacó tanto como con los pezones. Mi madre gemía y suspiraba pero ni punto de comparación con cuando se le follaba Javi. Aun así la resistencia de Luis era admirable, aguantó casi media hora, mi madre estaba sorprendida y agradecida, pero se alegró más cuando enfiló su espalda Lucas, esa polla le había llegado bien adentro antes y parecía ansiosa por repetir. Tanto era así que pidió que le hiciesen hueco en la cama, se tumbó de espaldas y separó sus piernas cuanto pudo.

- Clávamela hasta donde tú sabes.- Le dijo mirándole con deseo.- ¿Estás atendiendo Arturo?

Conocía la respuesta, hacía rato que me había visto ocultando la erección, ahora ya había humedecido mis pantalones un poco. Lucas empezó con lo suyo, arremetió contra mi madre con todo el peso de su cuerpo, ella tuvo que taparse la boca para callar un grito. Los otros tres esperaban masturbándose, a Marcos aquello le gustaba, daba la impresión de que lo prefería incluso, se había corrido en su mano hace un rato, le pillé limpiándose en mis sabanas. Mi madre tenía más problemas para controlar sus gemidos con Lucas, el chico estaba dándole con todo. Mi madre estaba a punto de tener otro orgasmo, pero él se le adelanto. Parándose de golpe vació sus huevos dentro de ella, le cayó una colleja de su hermano.

- ¿Y ahora qué? Serás capullo.- Le recriminó Javi.

- No he podido aguantar.- Se disculpó Lucas haciéndose a un lado.

Mi madre se lamentaba por haberse quedado tan cerca y sus dedos buscaron inconscientes su coño para intentar emendar la inexperiencia de Lucas.

- A mí no me importa.- Soltó Marcos.

Se colocó entre sus piernas y se puso a percutir. Ella seguía autosatisfaciéndose, le agarró la polla y la introdujo sin dejar de acariciar su clítoris. Volvía el movimiento frenético de caderas de Marcos, pasábamos de la una de la madrugada. Mi padre debía dormir como un tronco, pues no había otro ruido en la casa salvo el de la orgía de mi habitación. Como Macos poco menos que vibraba entre sus piernas las tetas de mi madre se movían agitadas como flanes, no pudo resistirse a agarrárselas. Y así fue como terminó, encaramado a sus tetas terminó dentro, la segunda corrida de la noche, madrugada ya. Mi madre tampoco logró su segundo orgasmo con aquel polvo.

Marcos había derribado la barrera y Luis ocupó su puesto inmediatamente, Javi aun dudaba y maldecía a los otros. Mi madre se alegró al ver a Luis entre sus piernas, el chico la había estimulado antes para hacerle llegar, y estaba claro que esperaba lo mismo. Él había prestado atención, como yo, sabía que le gustaban las penetraciones profundas y que jugasen con sus tetas. Desde el principio eso fue lo que hizo, mi madre no tardó cinco minutos en empezar a gemir como lo hacía con Lucas, a pesar de que la comparación con Luis era odiosa. El chico aguantó hasta que mi madre se corrió, ella le cerró las piernas alrededor de la cintura mientras temblaba y mordía las sábanas. Lo cierto es que no se si Luis terminó, Javi le apartó mientras mi madre aun se corría.

Se notaba que se había sentido desplazado, posiblemente su rasgo más prominente, por encima de su polla era la envidia que sentía, su insatisfecho ego. Él habría alentado la orgía, pero ahora estaba claramente picado, eso me produjo una gran satisfacción. Se follaba a mi madre con violencia, dejando salir toda la frustración en las embestidas. Ella que aun estaba en éxtasis no pudo mitigar los gritos de placer y dolor, Lucas acudió a taparle la boca, llegó a pedir a su hermano que aflojase de nuevo. Este no le escuchó, el chapoteó del coño sonaba con fuerza, me fijé que con cada clavada salía mas esperma mezclado con jugos de ella. Empezó a bufar Javi, y agarró a mi madre con fuerza de las caderas, apretándole contra las suyas, estrujó sus pechos cuando terminó y dejó la marca de sus manos en ellos. Mi madre temblaba por el esfuerzo, los dos estaban empapados en sudor.

Javi empezó a recoger su ropa, apremió al resto a hacer lo mismo. En dos minutos estaban vestidos y saliendo de mi cuarto. Javi no se preocupaba del ruido, Lucas y Luis hasta se despidieron en un susurro. El silencio en casa era total, más de las dos de la mañana, mi padre seguía solo en la cama de matrimonió, a mi madre le habían rellenado en la mía. Se quedó un buen rato mirando al techo, finalmente se incorporó, se sentó, su coño goteaba sobre la ropa de cama. Me imaginé lo que se venía.

- Buena lección.- Dijo, aun respiraba profundamente.- ¿Sabes lo que toca?

- Sí. No, ya basta, ¿qué quieres con todo esto?- Pregunté harto.- No sé si eres adicta al sexo, te han abducido los extraterrestres o te has dado un golpe en la cabeza, pero no lo entiendo.

- Que aprendas.- Reiteró sacándome de quicio aun más. Se levantó para marchase le intercepte antes de que llegase a la puerta.- ¿Qué haces?- Le agarré del brazo y cerré la fuerza.

- Me he cansado de juegos y bromas, quiero algo que suene remotamente razonable.- Le arrojé sobre la cama, llevaba la ropa en la mano, ahora volvía a estar desperdigada por el suelo.

- Esto es lo que quiero.- Me miró con los ojos muy abiertos, ahora parecían más azules que verdes.- Vamos, no te detengas ahora.- Me cogió de la cintura del pantalón y tiró hacia ella.- ¿Lo entiendes?

Retrocedí de golpe, casi tropiezo y caigo. Aun tenía una erección y aquello no ayudaba. Me estaba llamando con todo el cuerpo.

- Puedes decir que estoy loca o lo que quieras, pero no puedo aguantar más, llevo años esperando a que te conviertas en un hombre, en mi hombre.- Su voz tenía un deje animal, casi sonaba densa.- Eres un chico guapo, listo, tienes todo lo que una mujer quiere, todo.- Tragué saliva, no sabía si bromeaba.- Nunca he querido a tu padre, era ingeniero, un buen partido, pero nunca le he querido. He buscado alguien especial y un mira por donde lo tenía delante, pero no podía tocarlo. Y para rematar te convertiste en un nenaza, tenía que despertarte tenía que hacer que me deseases.- No bromeaba, se levantó y caminó hasta mí.- Me he acostado con ese niñato y te he hecho mirar para ponerte furioso y cachondo.- Me agarró el paquete.- Ahora todas las cartas están sobre la mesa te quiero como una madre no debe querer a su hijo, pero ya no me importa. Ya has visto de que soy capaz, hare todo eso por ti, tú serás el hombre de mi vida. ¿Qué dices?

Que podía decir, mi madre desnuda acababa de declarárseme y yo estaba como una moto, sentía el calor de su cuerpo. No había una respuesta correcta, negarme equivalía a arrepentirme de por vida, y aceptar aquello también, aunque tal vez no. Me temblaron las manos al agarrar su cabeza y acercarla. La besé, sus manos buscaron en mis pantalones. Le detuve.

- No creo que pueda hacerlo, así de buenas a primeras, estoy muerto de miedo.- Confesé.

- Lo sé.- Me llevó al mano derecha a su pecho, su corazón se le iba a salir.- Voy a limpiarme un poco, estoy fuera de mí.- Se atusó el pelo, su voz sonaba como de costumbre.- Mañana hablamos.

De puntillas me dio un beso en la mejilla y salió, recogió su ropa, intercepté sus braguitas, sonrió lasciva al gesto. Me masturbé con ellas en la mano, no necesite olerlas, toda mi habitación olía a ella, a ella y a los otros, pero no me importaba. Apenas dormí, tenía calor, la ventana abierta no lo remediaba. Le daba vueltas a todo, incesto, estaba mal, aunque estaba de moda en la tele. ¿Importaba de verdad que fuese mi madre? Sí, no podían hacerse esas cosas, pero era tan morboso, no negaré haber fantaseado con ello antes de esa noche. Por otro lado no importaba, si una mujer como mi madre me soltase que me deseaba me lanzaría a ella como loco. Nunca había tenido mano para las mujeres, no sabía hablarle a ninguna chica de clase sin tartamudear un poco o decir tonterías. Mi madre estaba a otro nivel, a una mujer como ella no hubiese sido capaz ni de mirarle directamente a los ojos. Fue una noche larga para ambos, a la mañana siguiente teníamos ojeras, el único que había dormido a pierna suelta era mi padre.

El sábado fue intenso, mi madre y yo intentábamos encontrar un segundo para hablar a solas, pero mi padre de repente había adquirido el don de la omnipresencia. Al fin tras la comida, me quedé con ella a solas, con la escusa de ayudar. Respiramos tranquilos, mi madre fregaba y yo secaba y colocaba los platos.

- Bueno,- empezó ella- ¿qué tal has dormido?

- Mal.- Contesté seco. Aun no sabía cómo lidiar con todo.

- Ya me imagino, Arturo, pase lo que pase esto no puede salir de aquí.- A quién esperaba que se lo contase.- No voy a dar marcha atrás, después de lo que te dije. Por otro lado creo que ya has aprendido la lección, no tendrás que volver a verme con ninguno de los chicos.- Eso era un alivio, en parte.

- ¿Piensas volver a verlos?- Pregunté algo celoso.

- Bueno, ya te dije que no estoy con tu padre por gusto, con ellos por el contrario...- Me pasó otro plato.

- Así que si yo no cedo al incesto, sigues follándote a esos cuatro animales que me han hecho la vida imposible.- Razoné en voz alta.- Pues bien, haz lo que quieras.- Di por terminada la conversación.

Salí de la cocina cabreado y me encerré en mi cuarto. Intenté despejarme jugando al ordenador, leyendo e incluso traté de estudiar. La bragas de mi madre estaban debajo de la almohada, donde yo las había dejado. Las contemplé entre mis manos, estaban manchadas de mi corrida de la noche anterior. De nuevo sentimiento encontrados, pero finalmente tomé la decisión de dejar de ser un idiota y tomar lo que se me ponía por delante. Quería ser mía y yo le quería para mí. Salí para hablar con ella, emocionado como un enamorado en una película, con el pecho anchado, no le encontré por ningún lado. Mi padre medio adormilado frente al televisor, me dijo donde estaba:

- Por lo visto ha quedado con tu tía.- Poco probable que quedase un domingo con la pija de su hermana.

Cogí rápidamente mi móvil y pregunté a mi prima Ángela, sus padres estaban en un spa, vivían de puta madre mis tíos. No di mucha conversación a mi prima, que era la clásica chica empollona con pocos amigos, un poco como yo, aunque ella ya iba por su segundo año de carrera.

Volviendo a lo importante estaba claro con quién estaba mi madre. No sabía si era otra lección o mero despecho, pero tenía claro lo que iba a hacer, bueno no del todo. Aporreé la puerta de casa de Javi, me abrió su madre, pregunté por él. No estaba, así que pregunté por Lucas, el hermano si estaba. Salió al descansillo a hablar conmigo.

- ¿Dónde está tu hermano?- Pregunté a bocajarro.

- Y yo que sé.- Algo sabía, se le notaba no me aguantaba la mirada.

- Dime a dónde ha ido.- Reiteré, cerré el puño en señal de amenaza, no creía que fuese a funcionar.

- Dímelo tú, ha dicho que había quedado con Ainhoa.- Me mordí el labio inferior con frustración.

- Algo tienes que saber, ¿dónde la llevaría?

- Creí que te jodía que nos tirásemos a tu madre delante de ti...- Le cogí del pecho y le puse contra la pared, me arriesgué él era más fuerte confié en que se asustase lo justo.- Hay un sitio, mi viejo tiene un local...- Me dio indicaciones suficientes y le dejé.- Que te aproveche pringado.

- Que te den por el culo capullo.- Le solté antes de irme, me quedaban dos meses de aguantar a ese imbécil, pero ya había terminado.

Alcancé el sitio, un trastero a pie de calle, puerta metálica, con unas rejillas que dejaban escapar un luz tenue. La puerta estaba cerrada, apoyé la oreja, me legaban vagos sonidos, pero fue suficiente para identificar lo que pasaba. Aporreé esa puerta también, con más violencia que la otra, me hice algo de daño en la mano. Javi asomó la cara enfadado, pude ver que se sujetaba los pantalones como podía.

- Ya se me hacía raro no verte, pasa.- Entré tras él.- Mira quién ha venido. Mi madre estaba despatarrada sobre unas cajas.

- Ya sabes lo que pienso, ¿no?- Le solté a ella nada más entrar, sin más, ignoré a Javi, asintió.- Pues vamos.

- ¿Cómo que vamos?- Javi se colocó entre nosotros y la salida. No entendía del todo lo que pasaba, pero no iba a dejar ir a mi madre sin más.- Estamos en mitad de una lección.- Rió pero esta vez nadie le hizo los coros.

Estaba listo para soltarle un puñetazo en un arranqué de ira similar al que había tenido con su hermano. Aun que la verdad sea dicha, no sabía cómo pegarme con alguien. Mi madre habló:

- Ven Javi, que me enfrío.- Le llamó.

Él me pasó al lado, apreté con fuerza los puños, los nudillos blancos. Él estaba a su altura, colocándose en posición, cuando mi madre le arreó una patada en los huevos. Cayó al suelo doblado, insultándole. Ella se recolocó las ropas y se levantó vino para mí.

- Vamos a hacer lo siguiente, no te vuelves a acercar a mi hijo o a mí, o le digo a todo el mundo que eres un salido que me ha estado acosando y que por eso te metías con Arturo.- Mi madre me sonrió.- ¿Te ha quedado claro?

- Puta, te has tirado a mi hermano y mis colegas, somos cuatro contra una guarra.- Bramó cabreado.

- Tú mismo, pringado.- Sentenció mi madre.

Me fui de allí con ella, contento. Las lecciones habían acabado ahora tocaba poner en práctica lo aprendido.

Continuará.