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Mariana, mi primera vez.

en Amor filial

Llegamos del cine y antes de entrar a la casa, nos quedamos en la puerta mientras nos besábamos. Cuando abrimos la puerta vimos a mi madre que nos estaba esperando en la sala viendo una película.

- ¿Cómo les fue? – nos preguntó.

- Bien madre, estuvo buena la película – le dije con una sonrisa de oreja a oreja.

- Vénganse a merendar algo – y se adelantó a la cocina.

- Si tía, ya vamos – le dijo Mariana.

Nos quedamos en la sala un rato me llevo a las escaleras y me volvió a besar. Fue mucha la adrenalina de estar besando a Mariana en la casa, combinado con un morbo extra y con mi madre en la habitación de al lado. Alcanzamos a mi madre en la cocina y nos sirvió de cenar. Yo no comí mucho, pero mi madre nos tubo ahí un buen rato platicando, le faltaba preparar la comida que iba a dejar para el día siguiente, porque aunque era sábado, ella trabajaba medio día y cuando llegaba no le gustaba ponerse a cocinar. Después de que llegaba nos íbamos a dar la vuelta a la ciudad o a algún pueblo cercano que fuera turístico. A mi madre como a mí le gustaba viajar mucho. O simplemente nos quedábamos en casa sin nada que hacer.

Mientras estábamos ahí en la cocina y mi madre estaba distraída Mariana me daba un besito en la boca, o por debajo de la mesa me acariciaba la pierna. El tenerla cerca hacia que mi sangre se volviera loca, bombeando muy fuerte.

Mariana se levantó a ayudarle a mi madre y yo me quede embobado viendo la hermosa figura que tenía, ella también me miraba de reojo y cuando pasaba por donde yo estaba se pegaba mucho a mi cuerpo. Mi madre y ella platicaban como si nada.

- Ya no me mires así – me susurro al oído en una ocasión que paso por donde yo estaba, pegando mucho sus labios a mi oreja.

Terminaron de cocinar y de recoger la cocina y nos subimos a dormir, o eso pensé yo, cuando entre a m cuarto Lalo estaba jugando con una de sus consolas. Su trabajo en el taller de imprenta y con el ahorro que tenía guardado se había comprado el PlayStation 2 y se la pasaba ahorrando para comprar revistas de videojuegos y juegos. Me sentía tan de buen humor que me puse a platicar con él.

- ¿Cómo vas Lalo? - Le pregunte cundo vi el video juego que estaba jugando.

- Ahí voy, está muy largo el juego pero ahí voy – estaba jugando Grand theft auto: San Andreas – ¿y cómo te fue en el cine?

- Bien, vimos la de Spider man 2.

- ¿En serio?, ¿y qué tal esta?, ¿de qué se trata?

- Su enemigo es el Dr. Octopus, pero mejor ve a verla  – no quería que me hiciera preguntas de lo que se trataba, así que cambie el tema – ¿y a ti como te va en el trabajo?

-Bien, don Sergio ya me trata mejor – don Sergio era el papa de Omar y dueño de la imprenta, al principio no quería niños en el área de trabajo, pero su mujer lo había convencido para que lo dejaran trabajar ahí, aunque solo fuera de mandadero.

- ¿Y eso?, creí que no quería que estuvieras cerca de los solventes.

- No sé, desde que Mariana me va a dejar a la imprenta don Sergio me trata mejor. Ha de ser porque Mariana y él se hicieron amigos. Se la pasan platicando - aunque sentí celos de lo que me dijo Lalo ya no le pregunte más. Me puse mi pijama y me metí a las cobijas.

- ¿Todavía vas a jugar mucho tiempo?

- Mañana es sábado, no tenemos clases - fue lo último que platicamos. Lalo siguió jugando un buen rato, quería ver como jugaba pero me sentía muy cansado y me quede dormido.

Había sido un día largo y muy  cansado, pero bastante provechoso y gratificante. La relación con mi prima no podía ir mejor y lo mejor era que podíamos estar juntos bastante tiempo antes de que llegara mi madre del trabajo. Ya quería que amaneciera para poder seguir con Mariana.

Me despertó en la madrugada un peso que oprimía mi pecho, después sentí que alguien me estaba besando el rostro. Me tomo tiempo darme cuenta que no era un sueño y que era Mariana que estaba arriba de mí.

- Creí que Lalo no se iba a dormir nunca – me dijo - hazme un lugar – me hice a un lado para que ella se metiera conmigo en la cama.

- ¿Qué estás haciendo aquí Mariana? – le pregunte todavía adormilado.

- Quería estar contigo, me siento muy solita en mi cuarto.

- Hazte para acá – la jale lo más que pude hacia mí.

Pase mi brazo por detrás de su cabeza para que quedara recargada sobre mi hombro, me beso el cuello y se acurruco. Yo con la mano que tenía libre le acariciaba el rostro. Así estuvimos un rato yo acariciándole el rostro y ella con sus labios en mi garganta. Me gire tantito para poder besarla. Se acercó más a mi cuerpo, por lo delgada de mi pijama y lo delgado de su camisón, podía sentir su cuerpo entero como si no trajéramos nada.

El camisón le llegaba a los muslos y sentía la desnudes de sus piernas sobre las mías. Cuando quedo muy junto a mi subió una pierna en mí y pude sentir su sexo pegado a mi muslo. Estaba húmedo y muy caliente y lo frotaba a mi pierna. Yo la estaba besando muy cariñosamente con una mano en su mejilla. Con la otra mano le acariciaba la espalda.

Le levantaba el camisón hasta la espalda, las manos me temblaban de la emoción que estaba sintiendo. La mano que tenía en su mejilla la deslice por su cuello rosándolo lo más lento que podía. Ella llevo una mano al tirante de su camisón y se lo bajo por el brazo, descubriendo sus hermosos pechos. Después ella se pegó más a mi cuerpo. Pude sentir lo erecto que estaban sus pezones en mi cuerpo. Dejo de besarme y levanto su pecho, lo llevo hasta mi boca, después jalo mi cabeza hacia ella. Entendí rápido, ella quería que le comiera los pechos y así lo hice.

No me pude resistir y le pase mi lengua muy húmeda por el pezón a lo que Mariana reacciono con un estremecimiento por todo el cuerpo. Acaricie su pecho con la mano y después me lo lleve a la boca.  No sabía cómo lo tenía que hacer, por eso empecé metiéndome el pezón en la boca, con la lengua jugaba con el pezón, sienta la piel erizada de mi prima y los pequeños gemidos que emitía. Tenía sus dos brazos alrededor de mi cabeza y  me tenía pegado a su pecho, por lo que deduje que quería que le estimulara con más fuerza. Empecé a chuparle el pezón más fuerte y a recorrer con la lengua toda la bubi haciendo presión y chupando.

Me estaba excitando mucho y trate de relajarme. Me entretuve un rato en su cuello tratando de tranquilizarme, pero el olor de mujer que desprendía ella junto con la loción que ocupaba me embriagaba. La poca luz que dejaban pasar las cortinas me permitieron ver la curvatura perfecta que tenía aquel seno. Eran perfectos sus pechos, combinaban suavidad y firmeza, haciéndome tremendamente dichoso.

Tenía mis manos en su espalda, se la recorría toda con mis manos inexpertas y le levantaba el camisón lo más que podía, a lo que Mariana no ponía objeción. No le deje un solo lugar sin acariciarle a Mariana. Ya con más confianza le comencé a acariciar las nalgas.

Me estaba calentando mucho esa situación. Mariana cruzo su pierna al otro lado de mi cuerpo y se subió arriba de mí. El camisón como ya lo traía de un lado abajo solo tuve que hacer a un lado el otro tirante para que se deslizara hacia abajo. La imagen que tenía frente a mis ojos a casi 12 años de haber pasado no se me ha olvidado. Su camisón estaba casi a la mitad de su estómago porque se detenía con sus brazos. Sus senos desafiaban a la gravedad con una firmeza que solo muy pocas mujeres tienen, su pelo era abundante, rizado y negro formándole como una capucha a la cabeza que la tenía desfigurada por la lujuria que teníamos.

Si bajaba la vista me encontraba con sus manos recargadas en mi pecho, sus piernas separadas por mi cuerpo y descubiertas porque el camisón lo tenía levantado un poco más arriba de la sus anchas caderas, dejando ver también la pantaletas blanca que traía. No creo que se me vaya a olvidar esa imagen de la cabeza en toda mi vida.

Se volvió a agachar para poder besarnos de nuevo, también levanto su cadera de mi cuerpo y la coloco donde estaba mi pene erecto, puso su vagina arriba de el sin llegar a tocarlo completamente, dejo de besarme para concentrarse en el movimiento que hacía con las caderas, las bajaba hasta tocar la cabeza de mi pene y las volvía a subir, lo hizo poco tiempo. Entonces dejo su sexo encima de mi pene y empujo como si no tuviéramos ropa, como si fuera a entrar. Fue una tortura exquisita. Yo también empujaba pero su pantaletas no dejaba seguir avanzando y yo estaba que me corría. Siguió empujando hasta que nos dolió a los dos, o de perdida a mí. Se bajó de mi polla y se sentó en mis piernas me enderezo y me quito la playera que traía de pijama. Me quería quitar los pantalones pero la detuve.

- Mi hermano nos va a oír – le dije.

Paramos en seco. Me jalo del brazo y nos salimos del cuarto lo más cuidadosos que pudimos para no despertar a Lalo. Salimos del cuarto y volteamos al cuarto de mi madre para asegurarnos de que estuviera dormida. Ya íbamos a entrar a su cuarto cuando se detuvo.

- Espérame en mi cuarto – me dijo – voy a la cocina.

- ¿A qué vas?

- Tú espérame aquí.

Me metí a su recamara y me serví agua de la que tenía en su mesita de noche. Me estaba muriendo de sed. Me puse a revisar su cuarto y me llamo la atención que no hubiera quitado la foto que tenia de mi padre en la repisa, seguí revisando y aunque muchas veces había entrado ahí, nunca me pareció tan prohibido y morboso.

Esperando a Mariana empecé a pensar lo que estaba ocurriendo. Estaba muy nervioso, si las cosas se daban como yo creía y quería que se dieran, esa noche iba a perder la virginidad y a manos de mi prima. Me daba miedo no poder cumplir sus expectativas y eso me estresaba. Yo quería ser el hombre con el que Mariana quisiera pasar toda su vida, y lo que pasara esa noche iba a ser fundamental en nuestra relación en un futuro.

Me senté en la cama y eso ayudo a relajarme, me lleve su almohada a la cara y aspire. Olía a ella, me quede con la almohada así un rato. Pasaron unos minutos y Mariana no regresaba, me empecé a desesperar. Me levante de la cama y empecé a caminar de un lado a otro me puse atrás de la puerta para ver si oía algo pero no escuche nada. Me quede recargado en la pared de atrás de la puerta.

Después de un momento llego Mariana. Abrió un poco la puerta solo para pasar ella y la cerro muy despacio, se giró a su cama y no me vio, se acercó a la cama buscándome. Yo le llegue por atrás y la tome de la cintura atrayéndola hacia mí. Dio un pequeño salto pero no se enojó. La pegue lo más que pude a mí. Como no traía playera pude sentir parte de su espalda desnuda en mi pecho, también sentí sus nalgas pegadas a mi pene que ya no estaba erecto, pero que empezó a crecer en cuanto sintió a Mariana. Ella aventó una lata a la cama que traía en las manos y tomo mis manos con las suyas, llevándolas a su vientre, recargue mis labios sobre su cuello y ella inclino la cabeza para un mejor contacto.

Luche con la inseguridad que tenía y me propuse que la haría sentir bien. Agarro su camisón y se lo quito, ella quedo solo con las pantaletas. Así como la tenía baje una mano a su sexo y otra mano la coloque en uno de sus pechos. Empecé a masajear con las dos manos.

- Me encantas Mariana – le susurre al oído, se giró y me dio un beso.

Se separó de mí y empezó a caminar de reversa hacia la cama, se recostó mirándome y me hizo una seña con el dedo índice para que fuera con ella. Antes de alcanzarla en la cama me termine de desvestir, quedando en pelotas. Mariana se iba recorriendo hacia atrás y yo iba como gateando hasta quedar encima de ella. Nos fundimos en un beso, nuestras lenguas peleaban por ver cuál era la que más demostraba su afecto, chocaban nuestros dientes por la forma tan violenta en la que nos besábamos, llegando a sangrar un poco alguno de los dos. Ese sabor a oxido no hizo más que aumentar el deseo entre Mariana y yo ya que nos empezamos a morder muy fuerte los labios y la lengua.

Ese beso demostraba lo que yo sentía por Mariana, era mucha lujuria contenida por un largo rato, también era muy placentero ese sentimiento pero también me llegaba a doler este sentir. Ese beso era el reflejo de lo que sentía por ella. Deje sus labios para dedicarme al cuello. Mariana empezó a quitarse la pantaletas que todavía llevaba puestas y yo no la deje. Quería ser yo quien se las quitara.

Descendí la cara hasta tener su sexo en mi nariz. Mis manos bajaron desde su cuello por todo el pecho y estomago en una caricia muy larga. Las coloque al lado de sus caderas y tome el resorte. Empecé a bajarlas muy lentamente aunque por lo mojada que estaba mi prima se le pegaron a la piel. Las jale más fuerte y por primera vez tenía el sexo desnudo de Mariana al alcance de mi lengua. Primero olfatee un poco esa zona, exhalaba muy cerca de ella para que me sintiera. Su cuerpo se erizo y separo sus piernas, vio como sus labios vaginales se iban abriendo poco a poco dejando escapar esa fragancia tan peculiar, pero desconocida para mí en aquel entonces.

A sus 18 años casi no tenía pelos y el poco que tenia se lo recortaba dejando muy poco. La jale de las piernas hacia donde yo estaba tome una almohada y se la puse bajo las caderas, como había visto cuando se estaba masturbando. Y si, su sexo quedo más expuesto a mis caricias. Flexiono las piernas y elevo la cadera.

Como no sabía cómo hacerlo me deje llevar por el instinto. Con mis dedos separe sus labios y le di un lengüetazo por toda la vagina. Tuve que apretar la quijada de lo mucho que me gusto su sabor. Le volví a pasar la lengua un par de veces más hasta que ella me detuvo.

Agarro la lata que había aventado a la cama. Era crema para batir, que es con lo que mi madre hacia repostería. Me la enseño y se la empezó a batir en el cuerpo. Se embarro en las bubíes e hizo una línea que llegaba hasta su ombligo.

- ¿Quieres? – y se puso un poco en la boca.

La bese y me paso la crema que tenía en su boca. Comencé a lamerle las partes que estaban cubiertas por esa crema de sabor a café comenzando por el cuello. Ella gemía por el paso de mi lengua. Llegue a sus pechos y le puse especial atención en los pezones, a los que mordía con los labios y los jalaba un poco. Los sentía duros como una piedra, termine de dejarlos limpios y continúe hacia el ombligo pasando por todo el abdomen. La crema combinado con su sudor hacía la combinación perfecta. Termine y seguía a la parte más interesante de su cuerpo, en la que también tenía un poco de crema.

Saboreaba como niño pequeño con helado. Recorría cada pliegue de la vagina de mi prima, también pasaba mi lengua por afuera de los labios dejando limpia toda esa zona. Termine de limpiar y por los movimientos que hacia mi prima al pasar mi lengua por el clítoris, me dedique a estimular esa zona. Lo chupe y lamí hasta que la lengua se me escaldo, ella me tomo de la cabeza y me jalaba hacia ella, presione con un dedo en su entrada, con lo majado que estaba, se fue deslizando muy fácilmente hacia adentro, después lleve otro dedo y también se lo metí. Los empecé a sacar y meter, sacar y meter y no dejaba de presionar con mi boca su botón.

- ¡ohhhh!, ¡siiiiii!, ¡siiiii!, ¡más rápido, más rápido!

Me jalaba con más fuerza hacia ella y sus piernas las coloco alrededor de mi cabeza. Unos momentos después estallo en un orgasmo, en el que lleno mi mano de flujos que no paraban de salir.

Nos volvimos besar un rato, entonces ella me giro quedando yo ahora acostado y ella sobre mí. Volvió a agarrar la crema para batir y me embarro en el falo erecto. Si mi madre viera el uso que le estábamos dando a su crema, en su vida volvía a decorar un pastel.

Después de que lleno mi falo de crema se lo llevo a la boca. Se estaba dando un verdadero festín. Sentir la crema junto con la boca de mi prima era muy rico. Se esmeró mucho para dejarlo sin rastro de crema. Terminando de degustarlo  se colocó con una pierna a cada lado de mi cuerpo y debajo de su vagina quedó mi pene totalmente erecto rosando sus labios.

Con una mano se apunto la cabeza de mi pene a su entrada. Me miro de esa forma llena de lujuria. Se agacho para darme un beso en la boca.

- Te va a encantar – me dijo. Yo solo me quede ahí sin hacer nada, la emoción me provocaba temblores en todo el cuerpo.

Se froto mi pene por todo lo largo de sus labios. La movió un poco más para atrás y la apunto a su cola. Se dejó caer un poco, como si por atrás fuera por donde le fuera a dar. Mi cabeza no entraba pero ella seguía empujando. Miraba para arriba y se mordía los labios. No entro en ella por atrás, creo que estaba midiéndosela nada más.

La volvió a colocar entre sus piernas y se recargo lentamente. Los jugos que Mariana emanaba hicieron que entrara más fácil. Me sentía muy bien, todo el tiempo que se había alargado este momento había valido la pena. Descendió por mi palo muy lento hasta que sus labios chocaron con mis huevos.

- ¡ahhhhh! - fue lo único que salió de su boca.

La tenía toda empalada, sentir el calor que ella tenía dentro me volvía loco se quedó así un momento se volvió a agachar y me beso. Nos fundimos en un beso muy apasionado. Mi verga estaba que iba a estallar pero no quería acabar rápido y puse todo mi esfuerzo para que no ocurriera.

Agachada como estaba empezó a mover las caderas muy lento. No lo sabía en ese momento, pero mi prima se movía como toda una experta. Mientras yo la besaba en los labios ella seguí moviendo las caderas de arriba a abajo. Se enderezo y entonces si se puso a brincar sobre mi verga. Me enderece sobre mis dos brazos y me pegue a su cuerpo para que sus pechos no rebotaran con violencia. Era la mejor sensación que hubiera tenido en mi corta vida. Mi pene envuelto en las llamas del sexo de Mariana frotándolo como si no hubiera mañana y sus pechos rebotando sobre mi cara era magia pura.

- ¡mmmmm!, ¡ahhhhh!, ¡ahhhhh! – era lo que salía de los labios de Mariana cuando no se los estaba mordiendo.

Había descubierto el paraíso, o tal vez era el infierno lleno de lujuria y los demás pecados capitales. Pero al tener a Mariana a mi lado no me importaba recorrer los 9 infiernos de Dante. Empecé a sentir unas pequeñas pulsaciones en lo más hondo de Mariana, se estaba contrayendo, me abrazo y me pego más a su cuerpo. Quede totalmente pegado al cuerpo de ella y ella ya no brincaba sobre mí, sino que solo movía las caderas de adelante hacia atrás ya más despacio. Sus uñas se clavaron en mi espalda y cuando exploto en otro orgasmo me jalo más y me araño en la espalda causándome un gran dolor, pero no me importo.

Deje que se relajara y la recosté ahora a ella. Le abrí las piernas colocándome en medio de ellas y le clave la verga de un solo golpe y hasta el fondo. Empecé el mete saca por puro instinto, trate de hacerlo lo más rápido posible. Mariana llevo su mano a su clítoris y lo empezó a estimular, cerró los ojos y se mordía los labios. Levanto más las piernas, las abrió todo lo que pudo y las puso alrededor de mi cadera. El movimiento de nuestros cuerpos hacia que sus tetas se movieran a nuestro ritmo. Era una imagen hermosa. Volví a sentir como se contraían los músculos de la vagina de Mariana, yo ya no podía más, acelere las arremetidas a mas no poder, Mariana se llevó una mano a una teta y se la lamio. La otra mano la tenía en el clítoris. No pude más.

- Me corro – le avise, pero sus piernas no me soltaron.

Me corrí dentro de mi prima, sentí que fueron litros y litros de leche caliente. Mariana también empezó a soltar más fluidos. Fue maravilloso. Estaba aturdido, fue mi primera vez y fue grandioso. Caí rendido en su pecho, y ahí nos quedamos abrazados un rato hasta recuperar el aliento. Me baje de mi prima y me acosté a su lado. Nos giramos los dos para quedar de frente. Me le quede mirando un largo rato sin decir nada.

Después del acto y ya aliviado me puse a pensar en lo que acababa de pasar, había eyaculado en el interior de Mariana. Era muy joven para ser padre, pensaba. No quería quitarle la paz pero tenía que hablar.

- ¿Mari? ¿Qué vamos a hacer si quedas embarazada?

- No te preocupes por eso ahorita. Mañana veremos qué pasa.

Iba a volver a hablar, pero me callo con un beso en los labios. Ya no insistí más. Me dedique a verla a la cara, estuvimos así unos minutos.

Después nos levantamos y limpiamos la habitación lo mejor que pudimos. Nos vestimos y mariana se fue al baño ha asearse, cuando regreso fue mi turno. Me lave los dientes y con una toalla húmeda me limpie lo mejor que pude sin hacer tanto ruido. Regrese al cuarto de Mariana, ella ya estaba dentro de las cobijas. Me acerque a su cama para despedirme y retirarme.

- Me voy a mi cuarto, Mariana – le dije.

- ¿A dónde vas? – Quito las cobijas y me jalo hacia adentro – quédate conmigo y te vas en la madrugada antes de que tu mama se levante.

Ya no dije nada y me acosté a su lado. Ella se volteó y me dio la espalda. Yo me junte a ella y quedamos en posición de cucharita. Pase un brazo por debajo de su cabeza y con la otra le acaricie el pelo, hasta que me quede dormido.

Me desperté cuando oí que la puerta de la habitación de mi madre, se abría. Vi el reloj de mesa de Mariana y vi que eran las 6:30. Me levante sin despertarla. Me tome un tiempo para mírala se veía hermosa dormida, su rostro reflejaba mucha serenidad. Le di un beso en los labios la tape con las cobija y cuando oí la puerta del cuarto de mi madre cerrarse salí con mucho cuidado de la habitación de Mariana y me metí a la mía. Lalo seguía durmiendo. Me metí a las cobijas y me quede dormido.

Después de ese día, el sexo entre Mariana y yo se hizo algo frecuente. Aprovechábamos cuando estábamos solos y de vez en cuando yo me quedaba con ella a dormir en su cuarto.

Nuestra relación duro hasta el día que ella se tuvo que regresar a vivir con su madre, pero el tiempo que pasamos juntos ha sido de los mejores momentos de mi vida, y por supuesto que no me arrepiento de nada de lo que hicimos.

Tampoco quedo embarazada, pero después el dinero que recibía de parte de mi madre lo ocupaba para condones que ella compraba.

Pasados un par de años ella se casó y nuestra relación volvió a ser la de antes. Pero en mi memoria y en la de ella siempre va a estar presente el tiempo que vivimos juntos.

Con este relato concluyo la saga de Mariana. Fue un placer contarles esta historia. Gracias a todos los que me leyeron, y muchísimas gracias a los que se tomaron el tiempo de comentar mis relatos y también a todos los que me mandaron un mensaje a mi correo. Gracias a todos por ahora ser parte de un pedazo de mi vida.

Un abrazo.