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Vende tu novia - 6

en Dominación

Por supuesto parada obligada en un SexShop. Entrar con una tía en un sexshop es como hacerlo en una tienda de comix o videojuegos: todo el mundo mira de reojo pero nadie le aparta la vista.

Si, además, entra con la camisa desabotonada y sin sujetador hay riesgo de que alguno pille tortícolis intentado ver más allá.

...Y el servicial dependiente que no dudó en abandonar el mostrador para ofrecernos toda su colaboración en la búsqueda de lo-que-sea-que-queramos con tal de permanecer a nuestro lado a ver si “cae algo”…

- Gracias, vamos a dar un vistazo a ver que hay

- Para lo que necesiteis

- Si, gracias, gracias… ya te avisamos si eso

Yo algunas cosas las tenía claras: muñequeras, un  buen dildo, bolita roja para el morro…

- ¿Es la primera vez que entras en un Sexshop, tía? Se te ve apurada

- Tengo las tetas casi al aire… ¿cómo quieres que esté?

- Jaja… ya, pero… ¿tienes aparatitos de estos en casa?

Titubeó pero finalmente confesó

- Si. Tengo un vibrador… y unas esposas.

- jaja, no me digas ¿de peluche?

Agachó la cabeza. No diría que ruborizada pero tampoco cómoda en la situación

- Vamos, vamos…  no te preocupes que con ésto renovamos tu “arsenal”. Lo que compremos te lo puedes llevar de regalo cuando acabemos.

Ahí pareció animarse un poco y ya escudriñaba con la mirada los estantes y las mesas con artilugios… de vez en cuando su mirada se cruzaba con la de algún “admirador” y volvía la cabeza e intentaba cerrar un poco la camisa

- Tssst, tssst! esas manos quietas niña. Si te estorba la camisa creo que lo mejor será que te la quites

- No, no, por favor!!

Esta tía es la caña… lo poco que le quedaba de rebeldía poco a poco se va yendo por el sumidero. Se me va a hacer corto el finde con ella.

- Pase por esta vez, pero que no te vuelvas a tocar la camisa o te la quito hasta que lleguemos a casa

Su suspiro de “alivio” duró poco, estaba hecha un manojo de nervios cuando fui pidiendo su opinión sobre las cosas que quería comprar: unas muñequeras (“¿para qué?” “las manos en ocasiones estorban” “no quiero que me ates” “lo que quieras o no me trae al pairo, niña”), un dildo (“crees que ésto cabrá en tu culo” “¡¡nooo, es enorme!!” “¡qué *exagerá*! no sabes lo que puede ensancharse un ojete bien adiestrado… te debería caber hasta mi brazo. Pero bueno, cojamos algo más liviano”), un vibrador (“¿no habías visto nunca un *conejito*” “No” “Pues sí que te queda por probar, tía… esas orejitas en tu clítoris pueden ser muy gestimulantes, jeje”), el abrebocas (“es por si los dientes, ¿sabes?”), un antifaz (“¿porqué?” “Mira tía, a veces pones unos ojos de cordero *degollao* que me gusta pero también me puede sacar de quicio, así que ya sabes eso de *ojos que no ven*... además así te puedes imaginar que estás comiéndole el rabo a George Cluney o cualquier otro que te *ponga*, jaja”)

Y, bueno, los “voyeurs” también tuvieron su espectá-culo porque obligaba a Mabel a no flexionar las piernas cuando tomaba artilugios de los estantes más bajos y, tras pagar el dildo, hacernos una demostración de que le cabía perfectamente en la boca… ahí, junto al mostrador, su rostro enrojecía al tiempo que, seguramente, aumentaba la “tienda de campaña” en el dependiente y los ocho clientes que pululaban por el sex-shop.

...y para rematar, subasté entre los presentes las bragas de Mabel… 30€ no está mal por unas bragas usadas. Algo alivio la factura final.

Al subir al coche le hice “probar” el antifaz

- ¿porqué? ¿dónde me llevas?

- ¿Qué importa? Si quisiera raptarte no sería tan imbécil de dar mis datos a tu novio, ¿no crees?... salvo que estemos conchabados, jeje

- Quiero saber dónde vamos

- …y yo no quiero que lo sepas! Después de este finde no me apetece volver a verte por allí… salvo que te “contrate” de nuevo,  claro!

- No voy a ponerme el antifaz

- ¡Qué casina eres, tía! Sabes que lo harás. Conmigo no hay negociación: o te lo pones o  te bajas del coche. No hay otra.

¡Y vaya si se lo puso!. Me aseguré que no viese nada y le obligué a pegar las manos al asiento bajo amenaza de atárselas. Después le coloqué el cinturón procurando que la camisa dejase ver el inicio de los pezones. Tampoco es que en el camino nos fuésemos a topar con nadie apenas… pero ella no lo sabía, no lo veía.

El sol ya no estaba pero la claridad era suficiente incluso dentro de la casa. Sus buenos ventanales y el verano no hicieron necesario encender la luz cuando entramos.

- Toma. Ponte las muñequeras

- Qué? Por...porqué?

- Porque voy a darte por culo y no quiero que nos hagamos daño

- NO!, Eso no!… No…

Se acabó la amabilidad, la enganché del collar y pegué su rostro al mío tanto que con la lengua hubiese podido tocarle la nariz… y de eso mismo se trataba: las narices era lo que me estaba “tocando” la tía ésta.

- Escucha, pedazo de puta, tenlo claro: tu culo va a ser usado tanto o más que tu coño o tu puta boca. Se lo dejé bien claro al chuloputas de tu novio, así que no me vengas con monsergas: ponte las muñequeras que voy a atarte a esa mesa

- NO, Javier no me dijo…

Solté su collar, pero mi cara seguía reflejando la mala hostia que me producía tanto remilgo

- Déjate de gelipolleses… ya le advertí que te entrenara el culo para este finde. Si no lo ha hecho es su problema… mejor dicho: el tuyo ¿nunca te han dado por culo, zorra?

- No... bueno, sí… pero no

- Aclárate ¿Se ha hecho tu culo o no?

- Solo… solo un poco… pero duele

- ¡Claro que duele! Por eso has de ejercitarlo

- Yo… llevé un consolador unos días… pequeño

- ¡Muy bien hecho! ¿ves como si vienes preparada? anda ponte las muñequeras mientras saco las cuerdas

- No… no voy a dejar que me ates, no quiero. Es… no me fío

- Mira que eres imbécil: estás en una casa perdida no-sabes-donde, van a venir unos tíos a follar todos tus agujeros mil veces… ¿de qué ostias dices que no te fias?

- No quiero…

Era una negativa ridícula, suplicante. Indecisa. Como sabedora de que tenía muy pocas posibilidades de prosperar

- Mira, tía. Te voy a inmovilizar en esa mesa porque se que duele y una vez que te la meta no quiero que hagas ningún movimiento brusco. Por ser novata hoy seré amable, te voy a lubricar y lo haremos despacio. El dolor pasará pronto, no serías la primera tía que se me corre con la polla en el culo, pero duele al principio… y te dolerá cada vez que este finde te den por culo, así que cuando antes lo asumas y te acostumbres mejor.  Aunque también me importa una mierda: tú estás aquí para darme placer a mí y a quien a mí me de la gana. Si te gusta o no me la suda. A 200 metros pasa una carretera, si quieres te vas y haces autoestop. Como no tienes un puto euro y vas vestida como una buscona tal vez tengas que hacer un trabajillo para llegar a casa pero...

Mabel permanecía cabeza gacha junto a la mesa, una sólida mesa de madera maciza que bien hubiese podido soportar un tablao flamenco

- Así que déjate de estupideces, ponte las muñequeras e inclínate sobre la mesa. Brazos y piernas extendidos. YA

Perfecto. Si se me había bajado con la estúpida “escenita”, la visión final me la volvió a poner como el mármol… las muñecas alcanzaban los bordes de la mesa, también la cabeza apoyaba la barbilla sobre el borde. Las cuerdas inmovilizaban sus tobillos y rodillas, el tronco y los brazos tenían muy poca movilidad, tan solo la cabeza tenía un poco de juego, el suficiente para…

- Ensalívame la polla.

Le apreté la nariz y a la que abrió la boca le ensarté mi pene…

- Tu saliva va a ser el lubricante, así que esmérate

- GUMMNOOOO!.. me habías dicho que…

- …que te iba a lubricar el culo, lo sé… con los jugos de tu boca y tu coño, suficiente para mí

- no, no, suéltame!

- demasiado tarde, puta… ¿No quieres ensalivarla? mejor para mí, más prieto estará… pero ya no hay tregua. Tengo la polla con unas ganas locas de abrirte en canal. Ahora no me vas a cortar el rollo, tía.

- NO-NO-PARAA… AAAAHHH!

El azote resonó por toda la habitación. Mi cinturón atravesó sus desprotegidas nalgas mostrando poco a poco un surco rojo

- Calla ya, puta, o te muelo a correazos… voy a hacerme tu culo y no puedes evitarlo ya de ningún modo… lo puedo hacer despacio o de una estocada como me sigas dando la brasa… Te aseguro que a mi polla le gustaría más atravesarte de una.

Otro azote, otro grito

- ¿Qué? ¿prefieres que siga azotándote o que te de por culo?

- Suéltam… AAAAHHH!

- Mala respuesta, nuevo azote… ¿sigo?

- No… no… no sigas..

- ¿Quieres que te rompa ya el culo?

Movió su cabeza arriba y abajo… pero yo quería un poco más: su rendición absoluta. Me puse tras ella, metiendo un dedo en ese apetecible agujero.

- No te oigo…

- Sí…

- Si ¿qué?

- ¡Métemela ya!

- A ver… dilo mejor ¿quieres que te rompa el culo?

- SIIII!!! Rómpeme el culo, joder!

- Que maleducada!, ¿como se piden las cosas?

- Por favor, rómpem AAAAAGGGG

Me había ido situando en posición, la punta del prepucio en la entrada de su agujero, y en cuanto soltó su rendición no pude resistirme a meter el primer pullazo… solo entré la cabeza del capullo pero era suficiente para que mi placer fuese proporcional a su dolor “Salte!” “Duele!” “Quítala!” “me vas a reventar!” “cabróóón!”… era parte de la sinfonía que oí mientras poco a poco mi polla se hundía en ese prieto cobijo. Mi predicción era cierta, por los esfuerzos (inútiles) que hacía, inmovilizarla a la mesa fue un gran acierto… avanzando hacia el interior de Mabel mi pene transmitía a todo mi cuerpo un placer infinito… hasta que mis huevos toparon con su coño.

Las quejas aún continuaron un poco más, pero decayeron, no se si porque su culo se habituó al intruso o por mero cansancio de Mabel ante tanto esfuerzo… tan solo volvieron cuando al correrme hundí cuanto pude mi polla en su interior… acompañé cada chorro con una embestida, era imposible entrar más, mi ingle estaba pegada a la suya pero al menos 5 veces lo intenté, cinco quejas, cinco gritos acompasados a mis espasmos.

Me derrumbé sobre ella, agotado, satisfecho pero un poco apesadumbrado ¿nunca te ha pasado que tras una enculada sientes que quizás te has excedido? Pero cuando piensa la polla el cerebro se adormece, llámalo testosterona o cabronada… el caso es que me puse tierno y le acaricié el pelo y los hombros mientras me iba despegando de ella. En otra situación le hubiese dado a limpiar con su boca los restos de semen y heces de mi polla recién salida, pero sus lágrimas me suavizaron.

- Bueno, ya está. Para ser tu primera enculada no ha sido tan grave, ¿no?

No respondía, un leve sollozo era todo el sonido que inundaba la sala.

- No hay nada roto, se ha portado bien tu culto.

Esperaba un “¡no me toques!” mientras acariciaba ese agujero que aún mostraba el boquete hecho, pero solo continuaba su sollozo. Intenté hacerle una paja con mis dedos, pero ni su coño ni su clítoris estaban receptivos. La desaté, la levanté… y la abracé. Se abandonó llorando entre mis brazos. Su culo no, pero ella sí que se había roto entera, hasta su “verdugo” le resultaba un cobijo amable en el que refugiarse.

- Vamos, vamos… calma, ya pasó - la acompañé hasta el aseo - date una ducha calentita mientras preparo algo para picar. Jeje, no solo te vas a alimentar de leche, ¿no?

No, no estaba para gracietas. La senté en la bañera, abrí el grifo y lo regulé hasta que el agua salió tibia. Sentada, llorosa, iba dejando que el agua llenara la bañera, mientras le acariciaba el pelo; luego cogió la alcachofa y comenzó a echarse agua por los pechos… su mirada siguió baja hasta que la levantó solo para ver como abandonaba el cuarto… era una mirada lastimera, desconcertada. Sí, algo se había roto en ella.

….

Un bistec al punto cortado en cuadradillos, unas patatas en tacos, fritas, un tomate trinchado con olivas negras y hueva, un poco de pan tostado, la copa… todo ello dispuesto sobre la mesa donde un rato antes le había ensanchado su culo. Eso es lo que se encontró Mabel al entrar en la habitación, enfundada en una bata y zapatillas de algodón trenzado blanco… y mi mirada… tranquila, satisfecha

- ¿prefieres vino o cerveza?

- cabrón

Su expresión era seria. No reflejaba odio, pero era muy severa, fija, penetrante. Era un “cabrón” sin maldad, casi  un desahogo, la respuesta acertada y precisa a una pregunta no formulada.

- Va, venga, siéntate… si puedes, jaja, ¿cómo tienes el culo?

No, no estaba para bromas en absoluto, pero tampoco parecía ofendida por el comentario. Su rostro permanecía impasible

- A mí me ha encantado, te lo juro… y tienes un culo que da bastante de sí. Anda siéntate y toma algo. Necesitas reponer fuerzas para aguantar todo el finde.

Se acercó, se sentó sin la más leve muestra de dolor al hacerlo, sin la más mínima mueca, sin cambiar un ápice su semblante, sin dejar de mirarme fijamente… quizás pudiera sentirme intimidado si su semblante fuera más agresivo, pero ese no. Me hacía sentir cómodo. Era como una rendición, parecía LA rendición, la aceptación sin trabas a lo que viniera, a lo que quiera que yo quisiera hacer con ella. Pero necesitaba confirmarlo. Someterla. Dar una vuelta de tuerca más al grillete.

- Si quieres lo dejamos aquí. Pillo el coche y te devuelvo a casa con tu novio. Han sido poco más de tres horas pero intensas, ¿no te parece?

No dejaba de mirarme, callada

- Bueno, contesta. Dentro de nada vendrán mis colegas. ya deberían haber estado aquí. ¿Qué quieres hacer? ¿Te vas o te quedas?

- Me quedo.

- Entonces ¿porque te has quitado el collar? ¿Está en el aseo? Voy por él, come un poco antes de que lleguen, anda.

Estaba saliendo del aseo, con el collar en las manos, cuando oí un coche. Bueno, van llegando. Mabel comía con cierta desgana, picando un poco de cada plato y alternando con algun sorbo de la copa de vino. Juanchu se quedó parado al entrar.

- ¿Qué ha pasado aquí?

- Oh, nada. Que me he hecho su culo mientras os esperaba y está reponiendo fuerzas

- ¡Qué cabrón!

- Yo esperaba que estaríais aquí al llegar… ¿dónde están estos?

- Ricky no sabe. Intentará venir mañana pero Julia lo tiene atado de corto, hoy cena con los cuñados para celebrar el crío y mañana van todos a ver a la suegra… ¡un planazo que tiene el tío! Y Jorge estaba montándole una película a Laura de que ha quedado con un tío para llevarle el tema de la gestión del bar o alguna hostias de esas… vendrá esta noche pero no sabe cuándo.

- Vaya plan. Pues esta es mucha tía para nosotros solos, ¡como no vayamos a pillar viagras! jajaja

Mabel nos estaba mirando. No había vaciado ninguno de los platos pero parecía haber acabado. Nos miraba, con el mismo semblante imperturbable pero en sensual pose, sosteniendo en la mano la copa de vino y el hombro de su bata caído, dejando ver media teta.

- ¿Has acabado, preciosa? Anda Juanchu, ponle la correa y dale el postre

- ¿El postre?

- Lechita, claro! jajaja, ¡que no “tenteras contreras”!

- Mmmh… está buena la carne ésta, eh? - dijo al acercarse a la mesa

- ¿La ternera o Mabel?

- ¡Qué cabrón! Que no he cenado tío, desde las copas de esta tarde no he tomado nada.

- Pues hala, chica, deja a Juanchu que se siente a cenar y arrodíllate para que te de el postre.

Ni el más mínimo amago de duda. Se arrodilló junto la silla mientras Juanchu tomaba asiento… y acumulaba en el tenedor trozos de tomate, carne, pan…

- Pero quítate ya el albornoz, que ya estarás seca.

Dejó caer la prenda al suelo y se la colocó de almohadón bajo las rodillas… la cara de Juanchu se transformó: de la avidez con que miraba los platos a la lujuria que le proporcionaba ver, por fin, el cuerpo de Mabel en todo su esplendor,  desnudo, de rodillas, con esa boca que pronto engulliría su aparato.

Mientras ella se entretenía abriéndole el pantalón, él aprovechó para colocarle el collar… y colocar la mano en su nuca para que su polla entrara en la boca.

No dejó de ir picando de los platos, mientras Mabel movía rítmicamente su cabeza arriba y abajo.. de vez en cuando la tomaba de la cabeza y, resoplando, la apretaba un poco más y mantenía hasta que… un empujón de más precipitó la respuesta de Mabel

- ¡Déjame la cabeza! ¡No me aprietes, joder! ¡ya puedo sola!

El asombro de Juanchu supongo que sería comparable al mío. ¿Aún estamos con esas historias? Mabel seguía chupando su polla pero la cara de Juanchu ya no mostraba ningún placer… de hecho se le vino abajo el “empalme” por lo que pude ver desde el sofá donde miraba la escena (y capturaba instantáneas con el móvil, también)

- ¿Qué coño? ¡PUTA, VEN AQUÍ!

Mabel se esforzaba en recuperar la rigidez del aparato de Juanchu, alternaba lametones con pajas manuales, pero “eso” se arrugaba cada vez más.

- ¡PUTA! ¡VEN!

Se volvió colérica hacia mí mientras seguía intentando con su mano recuperar la rigidez perdida.

- ¿QUË PASA? ¿PORQUÉ ME TIENE QUE PILLAR LA CABEZA? ¡CASI ME AHOGA! -gritó

- ¡¡TE HE DICHO QUE VENGAS, PUTA DE MIERDA!!

Me miró desafiante… pero no respondió. Hizo ademán de levantarse pero cuando dejó de apoyar la primera rodilla le volví a gritar

- ¿DONDE CREES QUE VAS? ¿TE HE DICHO YO QUE TE LEVANTES? ¡¡VEN A CUATRO PATAS, PERRA!!

Titubeó, su mirada aún era agresiva, pero obedeció… unos pasos

- Me duelen las rodillas

- ¡¡QUE VENGAS A CUATRO PATAS, JODER!!

Despacio, con expresión quejumbrosa, cabeza gacha fue acercándose hasta llegar ante mí. La tomé del collar, como antes, pegándome a su cara, su mirada de desafío sucumbió ante la mía, colérica.

- ¡Te he dicho antes que me importa una puta mierda lo que te guste o no! ERES MIA, te he COMPRADO para hacer contigo lo que me de la gana ¿lo tienes claro, puta estúpida?

- ¿Porqué tiene que…?

- ¡¡QUE TE CALLES, ZORRA!! Tu boca solo quiero que sirva para llenarla de polla y semen ¿lo tienes claro? Si no, ya sabes, pilla tus cosas y vete a tomar por culo por ahí… ¡y mejor no te vistas, así les será más fácil darte por culo a los tíos y perros que te encuentres!.

“Joder”, casi como un susurro, fue la única palabra que salió de su boca mientras intentaba bajar la mirada hasta casi cerrar los ojos

- ¡Mírame a los ojos, puta! ¿qué quieres hacer? ¿largarte o seguir siendo nuestro depósito de leche?

Me miró, quizás intentando encontrar un poco de condescendencia por mi parte… pero no la había.

- Es que… casi me ahogo.

- ¿Y que cojones significa eso? Decídete de una puta vez, ostias: ¿sigues siendo mía o te largas?

- Me… me quedo

- No te he oído bien… ¡y mírame a los ojos para que me quede claro!

Su mirada era lastimera, temerosa…

- Me quedo, …perdón

¿El poder del dinero? Resulta inverosímil tener una tía de rodillas pidiendo disculpas después de ser humillada, azotada, enculada… pero siempre hay un escalón inferior, le solté el collar y…

- Párate

- ¿Qué?

- De rodillas, manos a la espalda y levanta la cara.

A ver que dura su posición al oír…

- Voy a darte un par de hostias para ver si lo tienes claro

- ¿QUEE? NO!

- Cuatro

- Pero ¿porqué? ya te he pedido perdón ¿qué más…?

- Seis

Cerró los ojos, agachó ligeramente la cabeza mientras acariciaba con mi mano su mejilla.

- Levanta la cabeza

Un quejido sordo siguió al primer bofetón

- Deberías darme las gracias por corregir tus modales

- Sí? Encima AAHH

El segundo bofetón le cayó con los ojos abiertos, mirándome

- Serán ocho

- JODERRR… ¡GRACIAS!

Aguantaba, dando las gracias, cada tortazo que poco a poco iba calentando y enrojeciendo su cara hasta que se llevó la mano a la cara.

- Las manos atrás puta, date la vuelta.

- Joder, ya basta.

- No, date la vuelta.

Enganché ambas manos con una muñequera a su espalda y la hice volverse de nuevo para recibir los tres bofetones que quedaban… y uno, que soy muy sensible a eso de la dominación, no pude menos que sentir como algo en mi entrepierna se había revolucionado de nuevo.

- A chupar, puta

- Suéltame las manos, por favor.

- Mucho mejor así, zorra, tu cabeza está más suelta y puedo follártela mejor…

No quería correrme en su boca, me quedaba un agujero por probar y la polla de Juanchu ya había recuperado todo su esplendor y se la estrujaba con la mano. Enganché la correa al collar y, pese a sus quejas, la hice andar de rodillas hasta donde estaban esperando su boca. Se sintió aliviada al poder situarse de nuevo sobre la bata, pero duró poco… ahora fui yo quien, engánchandola del pelo, hundí su cabeza en la polla de Juanchu hasta casi hacerla vomitar. Luego le levanté la cabeza, llorosa por el esfuerzo.

- Creo que le debes una disculpa, puta.

- cof, cof… Lo.. lo siento

- Me parece muy poco ¿qué tal si le pides un correctivo también?

- ¿Qué? No, no… por fav…

- ¿Qué has dicho? No te he entendido bien ¿quieres que te recuerde de qué va esto?

- No, no… por… por favor, dame un bofetón.

- A mi no acaba de convencerme tu arrepentimiento… ¿Y a tí, Juanchu?

- Joder! lo siento!… por favor ¿¿quieres dar un par de hostias a esta puta inútil a ver si aprendo??

- Muuucho mejor ¿ves? pero, ¿solo dos?

- Joder! diez!, mil! dame todas las hostias que te de la gana… por favor!!

Fueron seis de entrada, bien sonoras, con su correspondiente agradecimiento y previas a una de sesión garganta profunda (algo si que vomitó, pero poco). Juanchu se “desquitó” de la “afrenta” anterior y no se limitó a empujarle de la nuca de vez en cuando, sino que agarrando su pelo la usó a su antojo. Con las manos en la espalda poco podía resistirse a ello. Tampoco a las bofetadas que de vez en cuando le propinaba: la levantaba del pelo, un par de hostias, incluso algún escupitajo de vez en cuando… y a seguir mamando. Quizás le recordara a su “ex” y eso aliviaba su mal recuerdo…

Yo por mi parte “estrené” su coño. Para Mabel fue la primera follada a dos puntas pero aguanté poco. Mis manos se adueñaron de su cuerpo, sobé sus tetas, pellizqué sus pezones, masajeé su clítoris y acabé corriéndome en su coño mientras tomaba sus manos anudadas como si de los estribos de un caballo se tratase… cuando me salí de ella le tocó el “turno” a Juanchu, tomándola del pelo la levantó y la inclinó sobre la mesa para una nueva enculada, una nueva dosis de gritos y quejas que comenzaron desde el primer momento en que la polla atravesó de golpe del esfínter a sus entrañas y la cabalgó hasta vaciarse dentro de ella… No, él no se calmó como yo. Dando la vuelta a la mesa volvió a tomarle del pelo para encajar en su boca la polla llena de mierda y semen hasta que lo convencí para que la dejara… Mala hostia tiene este Juanchu, creo que tendré que controlarlo, no dejarle nunca a solas con Mabel.

Agotados sobre el sofá me dediqué acariciar el pelo de Mabel, a peinarle con mis dedos para relajar en lo posible los tirones recibidos… Ella se dejó hacer, con los ojos rojos, llorosos, acurrucada a mi lado, con la cabeza en mi regazo. Juanchu estaba inquieto, sirvió unos whiskys con hielo, pero el de Mabel ni se estrenó, casi dormitaba pero él se encargaba de espabilarla cada dos por tres, le daba alguna palmada en el culo o metía los dedos en sus agujeros para llevárselos después a la boca para que lamiera el semen… o le fotografiaba la cara, el cuerpo, los orificios que manaban.

Cuando descubrió el “vestuario” quiso que Mabel hiciese un pase de modelos… la falda ceñida y el top lo volvieron a poner burro y colocó de nuevo la cabeza de Mabel entre sus piernas, de rodillas: “Mama, puta”. Esta vez sí que se dejó hacer, con un whisky en la mano que de vez en cuando apoyaba en la cabeza de su mamadora,  y en la otra un cigarro  que, si no llego a estar yo, posiblemente hubiese acabado apagado en el cuerpo de Mabel. ¡Qué peligro tiene este tío!… y el alcohol no ayuda.

Pasadas las 11 las luces de un coche entraron por la ventana… bueno, ya somos alguien más. Al momento voces y Jorge y otro tipo (me suena su cara) atravesaron la entrada, quedándose como pasmarotes

- Ostias! Era verdad ¿ésta es la tía que habéis alquilado?