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Vendiendo mi virgo - 2

en Dominación

    •    ¿Quién eres?

    •    ¿Yo?... ¿A donde llamas?

    •    ¿Sergio?

    •    Sí… pero quién?

    •    Mario… el que va a desvirgar a tu novia… ¿o ya os habeis rajado?

    •    Yo… Mario… No sabía…

    •    Dejémos las tonterías… en media hora teneis visita. ¿Está Carmen?

    •    Si… pero… no… yo…

    •    Sí?, no? ¿En qué quedamos? ¿Está o no está?

    •    Es que… no esperábamos

    •    Te dije 14 días y hoy se cumplen… ¿seguimos o lo dejais estar?

    •    Es que… es muy precipitado…

    •    Mira, gelipollas, a mí no me vengas con esas… O es hoy u os podeis ir a tomar polculo y olvidaros de los 15.000 euros

    •    No, no, no… perdona… perdona Mario, es que…

    •    Para tí Don Mario, pajillero… Escucha y calla. En media hora llegarán los sanitarios

    •    Sanitarios?

    •    Sí, joder! sanitarios!... Te callas de una puta vez?

    •    Por… porqué?

    •    Mira, imbécil, voy a follarme a pelo a tu novia y no quiero que me pegueis nada… así que en un rato van a a hacerle una analítica… si tiene cualquier cosa ya os podeis despedir de la pasta

    •    Est- está sana

    •    Eso lo dirán mis médicos… ¿Algún problema?

    •    No… no…

    •    Pues hala, que se duche y se depile bien el coño y el culo, ya os dije que no quiero ver un pelo ahi bajo

 

Ni siquiera pudo responder… el sonido del teléfono dejaba claro que Don Mario ya había colgado. Carmen en la cocina preparaba tostadas pero a Sergio la llamada le pilló en el aseo… acaba de afeitarse, aún quedaban rastros de jabón en su cara. El espejo reflejaba su mirada perdida, extraviada como sus pensamientos.

En el fondo incluso esperaba que todo hubiese sido una mentira, que Don Mario se hubiese olvidado… pero, joder, ¡15.000 euros! había soñado con eso. Los primeros días después de la “entrevista” hablaron mucho, ellos “cumplieron” su parte del trato: Carmen fue al ginecólogo, juntos fueron a comprar las pastillas… ¿se las estaba tomando?... los primeros días sí que las controlaba, pero ahora… ¿dónde las guardaba? Miró en el armarito del espejo… No están ahí… pero seguro que se las estaba tomando… ¿Y si…?

...Y si falla algo? Ni se había dado cuenta que habían pasado los 14 días… no recuerda cuándo fue la última vez que hablaron de ello, que pensó en ello…

 

Se lo dijo serio. Casi susurrando. Tampoco hizo falta decir mucho. Solo decir “Ha llamado Don Mario” y se hizo el silencio entre ambos. Apenas le comentó que estuviese preparada, que enseguida vendrían a hacerle un análisis. Carmen no preguntó, no contestó. Siquiera probó las tostadas, engulló el café y se fue hacia la ducha. Las instrucciones eran muy claras, concretas.

 

Con gran puntualidad llegó una pareja al domicilio. Ambos jóvenes, ambos con bata blanca aunque la entreabierta bata de ella dejaba ver un sugerente vestido que no dejó indiferente a Sergio quien se mantuvo constantemente cerca.

Resignadamente y con el semblante triste, Carmen aceptó la incursión en sus partes, la inyección. Apenas cruzó palabra con la pareja visitante, salvo cuando ella depositó sobre la mesa una estrecha caja.

    •    Este es tu vestuario. Ésto y solo ésto es lo que debes llevar puesto cuando vayas esta tarde a casa de Don Mario

Era rídiculo. El típico vestido de colegiala sexy, minifalda, “microfalda” más bien, de cuadros rojos, tableada y que tapaba poco más que el culo. Camisa blanca semitransparente, ropa interior roja: tanga minúsculo y sujetador de copa baja que dejaba al aire el pezón. Calcetines blancos a medio muslo y un par de zapatos de charol negro con no demasiado tacón… y el collar… un collar de dos dedos de ancho, de metal, que se ceñía al cuello y dejaba ver una gruesa argolla en el frontal.

De nada sirvieron las quejas de la pareja, la chica cortó cualquier negociación

    •    Tus instrucciones son salir de casa únicamente con eso puesto o completamente desnuda, de lo contrario no te molestes en ir a casa de Don Mario pues nadie te abrirá la puerta.

Desolada se dejó caer en el sillón mientras Sergio desplegaba el “vestuario” sobre la mesa… llanto, algún grito, murmullos, rabia, resignación, lamento… “los vecinos me verán”... y una sarta de dudas: la humillación, los 15.000 euros… ¿qué más le esperaba sufrir en esa casa?... Sergio intentaba calmar su desolación… inútilmente “Tú no te tienes que poner ese disfraz de puta barata!”

 

Apenas comieron. Sergio hizo unos sandwiches mientras Carmen permanecía en el sofá con la mirada perdida en el techo. No quiso probar bocado. Intentó amorrarse a la botella de ron pero apenas pudo dar un trago, le quemaba la garganta. Las lágrimas se le secaron viendo como el reloj de la pared movía minuto a minuto su manecilla… lentamente, demasiado lentamente… hasta las 4.45

    •    Vamos, lávate la cara, tenemos que irnos

Faltaba mucho. Hasta las 6 no debían llegar a casa de Don Mario, pero los nervios ya no les dejaban en paz.

Carmen se volvió a duchar, se estuvo poniendo el atuendo bajo la atenta mirada de Sergio… sus sentimientos eran contradictorios, por un lado le irritaba que se presentase con esa ante D. Mario, que saliese vestida así de casa, al alcance visual de cualquier vecino, pero por otra parte… de buena gana le hubiese llenado el vestido con su semen… Sabía que no era posible, todo debía ser perfecto, correcto, no dejar la más mínima posibilidad de que Don Mario deshiciese el trato… solo serían unas horas… quizás algún día… angustiaba la incertidumbre pero… ¡eran 15.000€! sus ingresos de casi todo el año pasado en…. muy poco tiempo.

 

Carmen salió andando rápida de casa, tras Sergio, intentando parapetarse tras él. La vieron, claro que la vieron. Varios vecinos y transeuntes la vieron salir de esa guisa, pero ella no lo quería saber, su mirada estaba perdida en la acera, no hubo comentario… por fortuna nadie la llamó, nadie la silbó ni le hizo ningún comentario fuera de tono… pero la vieron, sin duda… y ella también, mientras se ajustaba el cinturón pudo ver algunas miradas penetrantes sobre ella. Maldijo el tiempo que tardó Sergio en arrancar el coche, maldijo los semáforos… incluso estar más de 15 minutos aparcados cerca de la mansión de Don Mario… Sergio no quería llegar tarde, pero tampoco demasiado pronto… cinco minutos antes de la hora bajó del coche para tocar el timbre… pero no hizo falta, las puertas se abrieron… y el corazón de Carmen parecía quererle reventar el pecho con sus latidos.

El pasillo se le antojó mucho más largo, quizás porque los zapatos resbalaban y no le permitían caminar deprisa… pero llegó al final, las enormes puertas se abrieron y apretó fuertemente la mano de Sergio.

 

    •    Vaya! te queda mejor de lo que esperaba

Don Mario les saludó desde su ampuloso sillón, a su lado, de rodillas, erguida, su “mascota”, luciendo un conjunto de encaje gris que dejaba poco a la imaginación: los pezones sobresalían a la tela, el tanga, las medias con liguero, una brillante argolla rodeando su cuello, labios de rojo intenso… para Sergio no parecía existir nada más en la sala… para Carmen sí.

Para Carmen la sala era enorme… y cada cosa le sobresaltaba más: estaba Ben, con otros tres “armarios” como él distribuidos en la habitación. A la derecha una mujer colgada por las muñecas, desnuda, con una venda en los ojos por toda vestimenta y las marcas de haber sido azotada, posiblemente por el látigo que reposaba en el regazo de Don Mario.

El rostro reflejaba su sopresa, su temor ante la imagen de aquella mujer, Mario se percató intentó tranquilizarla.

    •    Bah, no te preocupes. Tú solo vas a ser follada, no habrán azotes. Sole es que se ha portado mal, muy mal… me ha dejado en muy mal lugar ante un invitado. Pero ella misma ha elegido el castigo, ha reconocido su error.

    •    

Se levantó, al tiempo su “mascota” extendió los brazos sobre el suelo, su pecho, tan solo el culo sobresalía en ese arqueado cuerpo. Mario notó el temblor de Carmen al tomar su barbilla, su mirada cercana al llanto

    •    Dijimos nada de golpes! - soltó Sergio elevando la voz

    •    ¡NO DIJIMOS NADA, GILIPOLLAS! - el grito de Don Mario incrementó el susto de la pareja - Ya acabo de decirle que no habrán azotes… porque ella se va a portar muy bien, ¿verdad zorrita?¿Cómo era que te llamaban?

    •    Ca-carmen

    •    Kakarmen? que nombre más raro!- bromeo Don Mario mientras recorria con su mano la mejilla de la asustada joven

 

Sergio quería decir algo, pero su mente era un torbellino de cosas: quería enviarlo todo a la porra y salir de allí, pero también estaba excitado por la situación… y los 15.000 euros. Además el grito de Don Mario le había descolocado… y esos 4 tiarrones de semblante impasible que no les quitaban ojo. Si se enfadaban… No no iban a enfadarse, él no iba a dar pie… y Carmen estaba muy asustada, se notaba en ese pecho que latía intensamente.

 

    •    Bueno, Carmen, disculpa el recibimiento. Ya verás que soy muy buena persona, todos te lo pueden confirmar...

Se dió la vuelta para dirigirse hacia el sillón. La chica tendida volvió a erguirse y posarse sobre sus talones, cabeza elevada, como una autómata. Don Mario le acercó el látigo y ella extendió las manos para recibirlo y las bajó hacia su regazo. Todo un ritual asumido, aceptado, quién sabe cuántas veces repetido…

 

    •    Vale chiquilla, acércate y ponte de rodillas… y tú lárgate.

    •    Yo… yo no - Sergio balbuceaba. Quería decir algo pero no sabía qué, su mente no era capaz de procesar una frase coherente. Pero su interlocutor sí.

    •    Tú ¿qué, pedazo de imbécil? ¿quieres quedarte a ver como me follo a tu mujer?

    •    No… no es mi…

    •    ¿No es tu mujer? ¡Y a mí que me importa! ...tu pareja, tu hermana… Me la suda. ¿quieres  verlo? ¿te pone ver como me la follo? Vale… Si estas dispuesto a chuparme la polla antes y después y dejar que te enculen estos cuatro amigos que tienes detrás de tí, por mí…. más divertido, jaja…

    •    No, yo… es que...

Don Mario cruzó sus brazos sobre el pecho y, al unísono, Sergio comprobó de reojo

 como los cuatro tipos que custodiaban la sala imitaban el gesto.

    •    Mira, pedazo de imbécil, haz el favor de no tocarme los cojones y largarte ya!

Se volvió hacia la mesa y sacó un billete, hizo una bola con él y se lo arrojó

    •    A partir de ahora lo que pase entre tu zorra y yo a tí no te importa una puta mierda, coge ese billte, comprate una caja de whisky y emborráchate hasta que se te pase la tontería. Cuando te la devuelva ya te contará ella que ha pasado… si le da la gana.

    •    

La duda de Sergio duró poco… se agachó a recoger los 500€, al levantarse miró a Carmen, pero ella permanecía inmóvil, con su mirada fija, perdida en el ventanal que había tras el sillón de Don Mario… no dijo nada, guardó el billete en el bolsillo de la camisa y salió de la sala. Dos de los armarios le franquearon la salida y cerraron la puerta tras él… No se detuvo, no levantó la cabeza del suelo, siquiera al entrar en el coche su vista abarcaba más allá de lo que se mostraba sobre el capó del coche… sabría que tendría mucho tiempo para reflexionar, para pensar, para angustiarse… ¿whisly? Dudaba mucho que eso le sirviera de algo pero… había de intentarlo.

 

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    •    El idiota ya se ha ido… ¿y tú? ¿qué esperas para ponerte de rodillas ante mí?

Carmen le miró. Las lágrimas no querían abandonar sus ojos pero estaban ahí. Se acercó, se postró y extendió sus manos hacia el pantalón que tenía frente a sí.

    •    ¿Qué coño haces?

Le miró, desconcertada…

    •    Yo… creía que…

    •    Tú no crees nada… vas a hacer solo lo que te mande.

El bofetón la cogió desprevenida… miró a Don Mario abriendo los ojos como platos mientras se llevaba la mano a la mejilla… en la otra recibió la segunda bofeteda.

    •    Pero…. ¿porqué? - Su rostro reflejaba desconcierto, temor…

    •    Porque quiero ¿algún problema?

    •    Yo… No… no me pegue...

Una nueva bofetada llenó su mejilla en cuanto bajó las manos

    •    Nooo… por favor… yo, yo se… ¿Qué he hecho?

Don Mario la tomó de la barbilla para hablarle.

    •    No has hecho nada, preciosa. La verdad es que estoy encantado de tenerte aquí, de tenerte así. Lo voy a pasar muy bien contigo pero… te quiero dejar las cosas muy claras: eres MIA. Hasta que te devuelva a casa me perteneces, tu cuerpo me pertenece y haré con él lo que me plazca… y ahora quiero darte unas cuantas ostias ¿algún problema? ¿Tienes alguna duda?

    •    Yo… yo no quiero… yo… - Una nueva bofetada le hizo volver la cara… y volcar sus lágrimas sobre su rostro enrojecido.

    •    Me importas una mierda lo que quieras tú. De hecho lo que más me gusta es comprobar cuanto está dispuesta a hacer la gente por dinero. Tú quieres 15.000 euros y yo darte unas ostias… si no estás de acuerdo quizás puedas alcanzar a tu noviete antes de que salga del chalet.

 

Pero no se movió, Carmen no hizo el más mínimo gesto para levantarse, tan solo se llevaba las manos a la cara, llorando desconsoladamente.

    •    Entiendo que eso es un sí. Que te quieres quedar. Y que te puedo seguir pegando ostias… pues vale, levanta la cabeza y baja las manos.

Esta vez la bofetada fue más suave, después mientras amagaba dar otra provocando la contracción de Carmen, se limitó a acercarle la mano, tomar su mejilla y, con el pulgar, recoger las lágrimas que caían por su rostro.

    •    Delicioso… - una nueva bofetada

Carmen ya no lloraba, levantaba la cabeza mirando hacia un lado cuando de nuevo la mano impactó su mejilla… cerró los ojos con el impacto, pero volvió a abrirlos.

    •    Estupendo. Ya nos vamos entendiendo. Ahora Raquel va a chuparme la polla y hasta que me corra voy a estar dándote de ostias… No te preocupes, la muy puta ya me tiene cogido el punto… si fueras tu acabarías con la cara reventada, mmm

 

No llegó a tres minutos. Don Mario se corrió copiosamente en la boca de su mascota mientras este le mantenía la cabeza bien presionada contra su entrepierna. No necesitaba más instrucciones: Raquel tomó a Carmen de la barbilla y depositó en su boca la leche de su amo. Apenas se sorprendió, no hizo ningún amago de evitarlo… demasiado semen había pasado ya por la garganta de la joven desde su adolescencia.

 

Entonces descubrió la cámara. Al apartarse Raquel dejándola con la boca llena vió el objetivo que le enfocaba desde poco más de un metro “Sonrie” le susurró Raquel… y sonrió, “traga”...y tragó todo el semen, “abre la boca”... y sintiéndose protagonista de una película porno, mostró su boca vacía y sacó la lengua mirando a cámara… Era lo que se esperaba de ella, lo sabía.

 

El guión que había preparado Don Mario seguía con una felación a cada uno de los cuatro “armarios” con los que compartía sala. A Ben ya lo conocía, su pene también… había algo de complacencia en su mamada, no en vano en las últimos días había soñado con su anterior visita a la mansión, con la polla de Ben entrando y saliendo de su boca mientras ella le miraba a los ojos… Los sueños sueños son, en aquellos le parecía un tipo más amable, incluso sonreía, pero el semblante de Ben ahora era serio, sabía que le gustaba lo que hacía porque su pene tenía la rigidez de una piedra, y Carmen se sentía con ganas de complacerlo, quería hacerlo disfrutar como ella disfrutó de él en sus sueños húmedos… incluso probó a sacar la lengua para tocarle los huevos mientras engullía su falo, pero era imposible, la de Sergio sí que le dejaba la suficiente holgura, la de Ben le llenaba, la invadía por completo… y para complacerlo recordó la vez anterior, le tomó de las manos y las puso tras su cabeza, en su nuca. Un movimiento que no requería más explicaciones, Ben, más que coger “poseyó” esa cabeza, la movió a su antojo como si de una vagina se tratase. Ahora sí, aunque llorosos por mantener la garganta tan abierta, los ojos pudieron ver como Ben giraba la cabeza hacia atrás al tiempo que detenía en la boca de Carmen… la invasión de semen no tardó. Abundante, hasta un poco salió por la nariz. Ahora no necesitaba instrucciones: se giró hacia la cámara que tenía a su lado, abrió la boca para mostrarla llena, cerró, tragó y volvió a mostrarla vacía… incluso lanzó un beso… a quien pudiese estar mirando.

 

La secuencia se repitió en los otros tres, solo el último, que más tarde supo se llamaba Hugo, fue más desagradable: le escupió en la boca antes de comenzar la mamada y no le permitió ninguna iniciativa, cogiéndola muy fuerte del pelo, tanto que Carmen supo que le había arrancado algunos cabellos, se folló su boca sin miramientos, a duras penas logró evitar el vómito, y no todo el semen cayó en su estómago… su cara, su pelo, el ojo. Pero erara consciente de su papel y, pese a su lamentable aspecto, sonrió, tragó y besó a la cámara como hizo con los otros.

 

En la sala habían instalado un potro. Mientras intentaba limpiarse el rostro con los pañuelos que le había acercado Raquel reconoció ese artilugio tan usado en las películas porno y se vió allí, atada de pies y manos ¿ese sería su lugar para el desvirgamiento?. Era bajito, siempre los había visto altos pero…. este tenía los correajes en el suelo, en la tarima sobre la que se encajaba el potro, suponía que sería incómodo, muy incómodo, pero… después de todo, ésto no era una fiesta de placer, al menos para ella… solo esperaba que no le azotaran, como le había prometido Don Marío… pero si la follaban por detrás, con su culo tan expuesto, empezaba a sospechar que no solo su vagina iba a ser desvirgada ahí.

 

    •    Perfecto putilla. Ya suponía que el aliciente del dinero te motivaría, aunque reconozco que te lo estás haciendo mejor de lo que esperaba.

    •    Me… ¿me va a desvirgar ya?

    •    ¿Lo dices por eso? Sí, claro, eso es para que estemos todos más cómodos… tú no, claro. Tu placer no importa, te van a reventar ese himen y…

    •    Usted… usted no va a…?

    •    Jaja, yo no pequeña!... ya he desvirgado muchas chicas, ya no me supone ningún aliciente. Yo me haré tu culo luego. Eres tan pequeña que será un placer rompértelo si, como dice tu novio, sigue virgen, debe estar de vicio, bien cerradito…

    •    Entonces… - Carmen miró a los cuatro tipos que había mamado

    •    No, no, ellos no… Los has vaciado y quiero que te llenen bien el coño. ¿Sabes? Te daré una notícia que no se si te gustará: estás ovulando

    •    ¡Qué! - la cara de Carmen reflejaba la angustiosa sorpresa que le había producido el anuncio - No, no…. no puede ser

    •    No se si te ha olvidado tomar la pastilla algún día o eres de esos casos raros que las pastillas no le hacen efecto, pero según los análisis de esta mañana parece que estás fértil

    •    nopuedeser, nopuedeser…- Carmen movia la cabeza de un lado a otro

    •    No te agobies, muñeca, quizás sea un error de los análisis… en cualquier caso te vamos a rellenar el coño como un pavo, vas a tener tanta leche dentro que será imposible saber quién es el padre

    •    nonono….

    •    Ya digo que no es para ponerse así… siempre puedes pedir la pastilla del dia después cuando te devolvamos… pero si quedas preñada y quieres tenerlo te prometo que me haré cargo de lo que salga: tendrá sus necesidades cubiertas hasta que se independice.

    •    No, no puede ser … Yo, yo quiero irme.

    •    Me temo que eso ya no es posible

    •    ¡¡QUEEEE!!

    •    Mi amigo es como yo… tiene muy malas pulgas. A las buenas somos muy amables pero si nos tocan los huevos…. Ya has visto cuando has llegado.

    •    NO. NO! NO PUEDE OBLIGARME!

    •    Claro que no puedo obligarte, ni quiero… solo te digo que si sales por esa puerta con tu himen la vida va a seros muy dura: compraré vuestro piso para echaros a la calle, tu noviete irá al paro y a tu madre la pillarán robando en el Hotel donde trabaja, como indemnización tendrá que pasar algunos meses en la cárcel, ya tiene antecedentes por un error de juventud.

    •    ERES UN CABRÓN, ¡eso es un chantaje!

    •    Llámalo como quieras, tú has querido venir a perder tu virgo y eso va a pasar, si no asume las consecuencias. Yo no voy a dejar tirado a Oscar, es mi mejor amigo y ya está esperando para quitarte el virgo

 

Hecha un ovillo en el suelo, Carmen lloraba desconsolada.

    •    No veo donde está el problema: cuando acabe contigo puedes pillar la pastilla del dia después… o ir a abortar con lo que habéis gana. O tener una criatura “mil-leches” a la que no le faltará de nada… al menos lo que sabrás seguro es que el hijo es tuyo.

En la sala tan solo el sollozo de Carmen rompía el silencio.

    •    No estoy por la labor de quedarme toda la noche esperando que te decidas. O aceptas ya seguir o les digo a Hugo y Karl que te echen a la calle, estás empezando a cabrearme

    •    ...Sí…

    •    No te he oido bien, como no dejas de lloriquear no te entiendo… ¿quieres seguir? ¿quieres perder el virgo…?

    •    Si… si… sigo…

    •    Muy bien, Raquel ¿quieres avisar a Anabel y Óscar que vengan ya? Que su perrita se impacienta

 

Don Mario se agachó junto a Carmen, acariciandole la cabeza para intentar calmarla… y disponerla.

     •    Vamos, vamos, será un rato y ya está… y si Óscar lo pasa bien contigo te prometo que mañana antes de las 10 estás en casa con tus 15.000 euros… o más!

 

Carmen se enjugó las lágrimas, miró a Don Mario y se iba a levantar pero…

    •    No, no, quédate de rodillas, recíbelo como se merece. De todos modos creo que ya os conocéis.

 

La puerta se abrió y con ella los ojos desorbitados de Carmen. Una mujer casi desnuda, solo encorsetada de correas negras con remaches dorados que le resaltaban sobre su cuerpo rosa pálido,, entró en la habitación acompañada de Óscar, el hermoso dogo alemán de Don Mario.

 

 

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Se agradecen los comentarios... de ánimo, crítica o correcciones. Gracias