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Primeras experiencias.

en Trios

PRIMERAS EXPERIENCIAS.

Mi nombre es Ana. Primeros de Junio, estoy de vacaciones y hoy he cumplido mis 18 años.

En este momento, dentro de mi cuerpo hay dos pollas que se pelean por ver cual entra más dentro de mí. Una empuja por delante, la otra por detrás.

Mi plan se está ejecutando a la perfección.

Soy rubia, estatura media y, según mis amigos, un auténtico bombón. Mis pechos caben en una mano un poquito grande. Mis pezones, bien centrados, apuntan al frente cuando se excitan. Mi sexo, siempre rasurado,por higiene y porque me gusta su suavidad cuando me masturbo. Tengo el pubis un poquito abultado formando una curva que a mí me parece muy sexy. Mi culo, un poco respingón, es redondo, duro y proporcionado.

Soy una autentica privilegiada cuya familia no tiene ningún apuro económico. Vivimos, desde hace muchos años, en un chalet en una zona residencial de Madrid. Mis mejores amigos, desde la infancia son vecinos que tienen una situación similar.

Mis padres trabajan los dos, suelen irse temprano y regresan tarde. Son de esos ejecutivos atareados que no tienen nunca tiempo para nada. A veces hay sábados o domingos que tampoco les veo. En la urbanización donde resido eso es bastante común, hasta tal punto que existe un servicio de catering que proporciona la comida en casa.

Hace años, con el despertar de mi sexualidad, empecé a investigar en mi cuerpo por mis propios medios. Imagino que como todas.

Empecé notando una placentera reacción cuando me tocaba el sexo. Como me daba gusto, aprovechaba cualquier ocasión para hacerlo… y tenía muchas ocasiones.  Era raro el día que,  al menos, no lo hacía un par de veces.

Fue todo un descubrimiento comprobar que me entraba un dedo y aquello era todavía más placentero. Un dedo dio paso a dos y hasta tres. Mi sexo se adaptaba a lo que le pedía.

La propia curiosidad de la edad y la cantidad de horas que estaba sola en casa, me permitió rebuscar en el dormitorio de mis padres. Allí descubrí un consolador que tomé con asombro y con el que empecé a experimentar. Cuidaba mucho el detalle de dejarlo igual que lo había encontrado. Después de cada uso, lo lavaba, secaba y lo dejaba exactamente como estaba.

Con el uso, mi sexo iba ampliando su capacidad. Al principio me hacía daño y entraba muy poquito. Descubrí que dándome leche corporal se facilitaba mucho la entrada. Como la usaba también al ducharme, a nadie le llamaba la atención su consumo. Poco a poco conseguí que aquella herramienta entrara en su totalidad. Un poco me asusté el día en que lo saqué manchado con sangre, aunque ya sabía que eso era normal al romper el himen. Un impedimento menos.

En la mesilla, al lado del consolador, había una memoria USB que me intrigaba. Un día la cogí y la puse en la televisión para ver el contenido.

Me quedé pasmada. Imagino que esto lo habrían visto mis padres en algún momento. Ahora me parecían más humanos. Siempre les había tenido un respeto superior.

Una mujer y dos tíos follaban de todas las maneras posibles. Aquellos tipos parecían modelos. Ni un solo pelo en el cuerpo (imagino que se depilaban más que yo), con unos pectorales marcados que quitaban el hipo y con una herramienta que dejaba en ridículo al consolador que yo usaba.

Me llamó la atención la facilidad con que le daban por el culo a aquella guarra. Me propuse que yo tenía que ser capaz de hacer algo similar. Desde aquel día, en todas mis sesiones de masturbación, hacía ejercicio de introducción anal.

Al principio me costaba que entrara por atrás, pero pasado un tiempo, no solo era capaz de albergar el consolador en su totalidad sino que me excitaba al hacerlo. Con él dentro de mi ano, me acariciaba el clítoris con los dedos hasta quedar exhausta y completamente mojada.

Un día al ir a por “mi” querida herramienta, me lleve una sorpresa. En la mesilla lo que había era un nuevo modelo. Este era con vibrador y un poco más grueso y más largo.

Enseguida me vino a la mente: ¿Dónde está el viejo? Mi madre se había desecho de él. Tras unos minutos de búsqueda lo encontré, dentro de su caja, en la bolsa de plástico para reciclar. Mi madre es una despistada. Una parte está bien pero el embalaje de cartón va a la bolsa de reciclaje de papel.

Lo recogí y lo guardé en la caja de mis secretos, dentro de mi habitación, como un auténtico tesoro. Ahora sí que tenía mi propia herramienta.

A raíz de aquel video que había descubierto, me aficione a masturbarme viendo una película porno. Las bajaba de internet y tenía una buena colección de ellos grabadas en memorias usb. Los que más cachonda me ponían eran aquellos en que una tía se lo hacía con dos tíos. Aquello me parecía el no va más del sexo. Me sentaba en el gran sofá del salón, desnuda, con la tranquilidad de saber que mis padres no iban a aparecer por allí en ningún caso.

Ver la película sin ropa me daba un morbo especial y una gran sensación de libertad. Era como estar preparada para cualquier cosa. Me imaginaba que me hacían a mi lo que veía hacerle a la protagonista. El placer que sentía era increíble.

A mi lado, mi inseparable herramienta siempre dispuesta. Después de convertirse realmente en mía, probé a utilizar la nueva. Aquello era impresionante cuando se ponía a vibrar. Ahora entendía porque se la había cambiado.

Aprovechando que tenía dos, probé a que uno entrara en mi coño y otro en mi culo. Parece que ambos se empujaban pero conseguí retenerlos simultáneamente. Estaba orgullosa. Me estaba convirtiendo en una experta devora herramientas. Estoy convencida de que a ninguna de mis compañeras de estudio les cabía lo que a mí.

También aprendí a controlar los músculos interiores de ambos agujeros. Me parecía más interesante que mover las orejas (tengo una amiga que sabe hacerlo). Con uno o dos dedos metidos en cada agujero, practicaba los músculos apretando y soltando. Me imaginaba esa presión que notaba en mis dedos sobre el pene de un imaginario adonis.  

Así, experimentando, hoy he cumplido los 18 años.

Entre mis planes, estaba que al cumplir esa edad, sustituiría las herramientas de plástico por otras de carne.

 …..

Me gusta el deporte. En el chalet, mis padres instalaron hace tiempo un gimnasio muy bien dotado y que utilizo casi diariamente para mantenerme en forma. También tenemos una piscina. El chalet está rodeado de muros que le dan una intimidad óptima.

Daniel y  Boris (su familia proviene de Rusia), son mis mejores amigos y a la vez mis vecinos. Son de mi edad, un poco más mayores. Prácticamente nos hemos criado juntos ya que nuestros padres también son amigos.

Muchos ratos los pasamos juntos, viendo alguna película, en la piscina o en el gimnasio. Cuando no es en casa de uno, vamos a la de otro.

Conocemos muchas cosas de nosotros pero a nivel sexual no hemos hecho nada. En alguna ocasión me he fijado, en la piscina, que alguno de los dos la tiene algo más grande y se le nota. Normalmente lo  arreglan tirándose al agua y esperando a que les vuelva a la normalidad.

También he notado alguna vez, jugando en el agua, algún roce con sus genitales con un estado de dureza que no se corresponde con el habitual. En esos casos me he hecho la tonta sin decir nada. En el fondo me siento orgullosa.

Ayer les invite a mi cumpleaños, a partir de las 12 de la mañana. Aunque estamos de vacaciones, nuestros padres están fuera por cuestiones de trabajo. La idea es pasar juntos el día en la piscina para celebrarlo.

La comida encargada al catering de la urbanización, me la han traído a las 10 de la mañana. Después me he puesto el bañador para bajar a la piscina.

Es un bañador nuevo que me compre hace poco. De lo más atrevido que encontré. De color negro, el tejido es como de cinta entrelazada que no tapa todo. Hay partes, donde no coincide la cinta, que se quedan al descubierto. El bikini en si tiene poca tela. Un pequeño triángulo que tapa justamente mi sexo y otros dos que medio tapan mis pechos. En los recuadros donde no hay cinta entrelazada, de cerca, se ve directamente mi piel. La pieza inferior lleva en dos vértices del triángulo, un cordón que cierra la cintura. El otro vértice, por debajo, con otro cordón, se une al de la cintura por atrás.

Mis nalgas quedan al aire, el cordón se mete entre ellas y casi hay que imaginárselo. Mis ingles también se aprecian ya que el triángulo es minúsculo y por arriba acaba a dos dedos de la entrada de mi sexo.

La parte superior son dos pequeños triángulos con un cordón bajo los pechos que se fija a la espalda y dos cordones que salen del otro vértice y se unen en la nuca. La chica que me lo vendió me dijo que se lo compraban para tomar el sol en lugares privados, ya que de lejos no se apreciaban las trasparencias y así el sol tiene pocos obstáculos.

Sabiendo que hay tanta piel expuesta, hoy he dedicado un tiempo a depilarme con detenimiento. No ha quedado ni un solo pelo en mi sexo. Me encanta cómo me queda.

Al ponerme el bikini esta mañana y mirarme al espejo, me he sentido casi desnuda. Se ven parte de mis pezones bajo el tejido, pero también se ve parte de mi sexo. Me siento muy guarra, pero forma parte de mis planes. Me he puesto encima una bata ligera de seda para no asustar a mis invitados cuando lleguen.

Han llegado juntos, se ve que previamente han estado uno en casa del otro. He salido a abrirles. Como es habitual vienen en bañador y con una camiseta ligera. Nada más verme me han felicitado por mi cumpleaños. Les ha gustado mi bata. ¡Menos mal que no han visto mi bikini! - pienso maliciosamente.

Directos a la piscina, se han quedado en traje de baño y se lanzan al agua. Yo me quito la bata. Me están mirando desde dentro de la piscina. La cara de asombro que han puesto al ver el bikini que llevo, me ha hecho reír internamente. Continúo como si no hubiera nada extraordinario.

Me tumbo en una de las hamacas al borde de la piscina, boca arriba, y me coloco las gafas de sol. Sé que estas gafas son opacas y no se ven los ojos. Sin mover un musculo, como si estuviera tomando el sol con los ojos cerrados, les observo atentamente.

Se han juntado y veo que cuchichean en voz baja para que no les oiga. Me miran con mucha atención.

Salen del agua y se sientan en las hamacas que hay a mi lado, uno a cada lado y hacia mí.

Me observan en silencio. Sus miradas oscilan desde mis pechos a mi entrepierna. Como los observadores de un partido de tenis a cámara lenta.

Boris ha sido siempre el más atrevido de los dos. - ¿Te doy crema solar?- me pregunta - ¡Si, gracias! – le contesto en un tono que no deja entrever que lo estoy deseando.

Boris toma el bote de crema y lo vuelca sobre mi vientre. Aprieta ligeramente y empieza a salir un fino hilo de crema. Mueve el bote desplazándolo por mi cuerpo para distribuirla. Respeta las zonas de mi bikini para no mancharlo. Después con las dos manos, comienza a extender la crema. La sensación de sus manos sobre mi cuerpo es muy agradable, pero me mantengo impasible como si no sintiera nada.

Sube hasta mis pechos. Cada mano se dedica a uno. Distribuye la crema alrededor, respetando sólo lo que cubre el bikini, que es poco. Siento que mis pezones se erizan. Los miro, menos mal que coinciden con una de las tiras cruzadas y no con uno de los agujeros. La tira, empujada por ellos, se levanta un poco y permite apreciar su estado.

Observo a Boris, de reojo, a través de mis gafas. No puede percatarse de que le miro. Sus labios se están quedando secos por la emoción. Se pasa la lengua por ellos para humedecerlos. Miro su entrepierna. Bajo su bañador veo que está empalmado como nunca le había visto.

Miro a continuación a Daniel, sentado hacia mí en la hamaca a mi lado derecho y mirando con envidia el trabajo que hace Boris.  También aprecio que su pene no está normal, pero no huye tirándose a la piscina.

Boris regresa a mi vientre y mueve su mano en círculo. En esa zona ya ha estado. Creo que se está armando de valor para ir a otra zona más sensible. Va ampliando el radio de los círculos hasta llegar a mi bajo vientre. Cambia de sistema, ahora mueve la mano en horizontal, a dos dedos por encima de mi coño, sin tocar el hilo del bikini. Tiene su mirada fija en esta parte. Traga saliva. Se está poniendo más cachondo. Yo también. Siento un palpitar en mi sexo que no se si Boris podrá apreciarlo.

Separo las piernas, no quiero poner obstáculos. Con solo dos dedos, distribuye la crema en mis ingles. Lo hace a conciencia, con lentitud, recreándose en el trabajo. Noto humedad en mi coño pero no es por la crema, no me lo ha tocado, debo ser yo que la genero.  

Boris continúa por mis muslos y baja por las piernas. Estoy muy caliente y me cuesta disimularlo.

Cuando acaba, Boris se sienta de nuevo en la hamaca. Me doy la vuelta y pregunto: - ¡Daniel! ¿Quieres darme crema en la espalda? – Daniel antes de decir un - ¡Si, si! – emocionado, ha tenido que tragar saliva.

Sé que se me ve prácticamente todo, solo un hilo tapa, por decir algo, el agujero de mi culo. Daniel procede a echarme la crema en la espada y luego la deja caer sobre mis nalgas y pasa a las piernas.

Con una mano la distribuye en mi espalda pero no tarda en bajar a mi cintura y de ahí a mis nalgas. Ahí se entretiene más. Con un dedo intenta que la crema llegue a todas partes. Separa un poco el hilo del bikini y toca la entrada de mi ano y se entretiene en él. Yo callada sin hacer ningún gesto aunque estoy deseando que me metan algo.

Daniel empuja con su dedo. ¡Joder con el  modosito! – pienso. Me ha metido el dedo índice. Juega dentro de mi ano. No me quejo. Le dejo hacer. Al ver que ha entrado sin dificultad, cambia de dedo y noto que mete otro más grueso. Debe ser el pulgar. Lo mueve y rota. Me gusta. Con la yema del pulgar, empuja en dirección a mi vientre. No se cómo se comunican internamente mis músculos pero estoy notando un reflejo de la acción en mi coño. Con otro dedo me está tocando la ingle derecha. Lo mueve y me acaricia. Lo desplaza al centro y directamente lo deja entre mis labios vaginales. A la vez mete y saca el dedo pulgar y sube y baja el índice.

Se me escapa un jadeo.

Boris aprovecha para acercarse a mí. Se pone de rodillas y masajea mi espalda.  Dejo caer mi mano hacia la derecha de la hamaca. Mi brazo roza su pene. Lo noto duro, erecto. Aprovecho para meter la mano dentro de su bañador.  Busco su polla y la agarro apretándola entre mi mano. Muevo la mano y noto como se desplaza la piel que lo recubre.

Daniel mete su dedo dentro de mi coño. Ahora tengo un dedo en cada agujero. Siento que lo intenta con otro. Entra sin dificultades el segundo.  Sigue con su movimiento simultáneo y yo estoy a punto de correrme.

Ese no es mi objetivo, así que grito autoritaria: ¡Alto, quietos los dos!

Daniel se queda como paralizado, sin sacar los dedos de su alojamiento. Boris mantiene sus manos sobre mi espalda. Suelto su polla y hago intención de levantarme. Boris quita sus manos y Daniel saca los dedos de mi interior. Se quedan mirándome con cierta preocupación por lo que les vaya a hacer y un poco defraudados. No dudo que se lo estaban pasando bien. Miro sus bañadores. Se ve a simple vista por el bulto que se marca en ellos.

¡Boris, quítate el bañador y siéntate en la hamaca! – le ordeno. Boris obedece, se levanta rápidamente y lo hace.

Me acerco a él, las piernas abiertas y me siento sobre las suyas, con las rodillas sobre la hamaca. Su polla tiesa choca contra mi vientre. Me levanto un poco. Con mi mano derecha retiro  hacia la derecha el triángulo de mi bikini. Mi raja queda totalmente al aire.

Con mi coño, y al tacto, localizo la punta del capullo de Boris y me dejo caer hasta que entra todo su pene. Estoy pegada a Boris, no puede entrar más. No me ha costado nada.

Me inclino hacia delante, sobre Boris. Busco su boca y le meto mi lengua. Reacciona del mismo modo y jugamos con ellas.

Suelto el triángulo de mi bikini. Paso mi mano hacia atrás y tomo el hilo que tengo entre las nalgas. Tiro hacia la derecha para descubrir totalmente mi ano. Espero que Daniel sepa interpretar mis deseos y no me obligue a pedírselo.

Boris por su parte, ha vuelto a ser activo. Separa con las manos los triángulos de mis pechos y está masajeándolos con emoción.

De repente noto a la entrada de mi culo un objeto caliente y suave. Creo que es el capullo de Daniel que por fin ha reaccionado. Empuja y entra un poco. Otro empujón con furia y entra en su totalidad. Noto sus testículos en mis nalgas. Otro que no puede meterla más.

Comienzan un juego de entrada y salida que me está poniendo a cien. Noto como al entrar, las pollas se chocan dentro de mí.  No puedo aguantar más. Me corro. Jadeo.

Escucho también los jadeos de Boris y Daniel. Siento el calor de líquido que explota en mi coño. Boris se ha corrido. Parte de su semen moja mis labios vaginales y cae sobre él.

A Daniel, a los pocos segundos, le pasa igual. Su semen calienta el interior de mi recto. Saca su polla y noto como escurre este por mi culo llegando a mi coño y resbalando por la polla de Boris.

Estoy satisfecha. Misión cumplida. El resto de mi cumpleaños ha sido muy aburrido. Pero ya tengo planes para otra celebración.

…….

Ana.