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Odio a mi hermana pero- !Dios..Qué buena está! (3)

en Amor filial

    Leo se despierta sobresaltado. Cree haber escuchado como se cerraba la puerta de la entrada, aunque no está seguro de si se trataba solo de un seño. Se siente algo descolocado fuera de su cama, en el sofá; pero es que no podía quedarse a dormir en la habitación de Ainhoa después de lo que le hizo.

    Sin demasiada prisa, y haciendo algunos estiramientos, se incorpora y se queda mirando por la ventana. El suelo está frío y no tiene sus zapatillas pero quiere satisfacer su curiosidad y ver quién sale del edificio.

>>    "Seguro que es Mónica. Puede que no quiera estar presente en un desayuno tenso y enrarecido. O puede que solo quisiera coger el primer tren hacia Augusta"

****

 

    Ainhoa ha fingido que dormía para no despedirse de su amiga. De ningún modo está molesta con ella, pero ahora mismo se siente rara y no tiene ganas de volver a hablar de lo ocurrido. Quiere confiar en Mónica pero sabe que no es buena callando secretos. De hecho, ni ella misma sería capaz de guardarse algo tan morboso si lo hubiera presenciado en las carnes de alguna de sus amigas. Respecto a Leo: no tiene amigos a quien contarles las cosas que le ocurren y, aunque cometiera la imprudencia de hacerlo, nadie le creería. Será muchas cosas, pero no un bocazas.

    No consigue desperezarse. No ha pasado buena noche y ahora le cuesta salir de la cama. No ha logrado evaluar unos acontecimientos tan descontextualizados por más vueltas que le ha dado. ¿Qué importancia tiene? ¿Cómo pudo ocurrir algo así?

    Repasa, por enésima vez, esa cadena de despropósitos que se concentran en poco más de un día: la polución nocturna que sufrió su hermano mientras pronunciaba su nombre, el descubrimiento de su cuenta falsa para husmear lascivamente en sus sugerentes fotos, la inoportuna lluvia que les impidió salir de fiesta, la incomprensible complicidad de Mónica con Leo, esos despampanantes vestidos, el sinuoso baile, esa indiscreta conversación picante que derivó en una apuesta inédita, el desconcertante tamaño de ese pollón... y por último, pero no menos importante: su torrencial eyaculación precoz.

    Ainhoa no pronunció ni un solo reproche tras verse sometida a esa vergonzosa lluvia biológica. Ni siquiera miró a nadie. Se limitó a salir escopeteada, con toda su urgencia, para encerrarse en el lavabo y limpiar ese ignominioso derrame.

****

    Unos críos intentan jugar a básquet en la pista asfaltada que hay en el final de la calle, pero hay tantos charcos que trenzar una jugada resulta prácticamente una quimera. Después del chaparrón que cayó por la noche, el aire parece más limpio y todavía permanece el olor a tierra mojada.

R:  No ezperaba que me llmaraz. Nunca noz vemoz fuera del inzti.

L:   Ya tío, pero no sé. Hoy no quiero estar en casa.

R:  Que raro. Zi tú y yo zomoz loz tioz máz cazeroz de la ziudad.

L:   Sí. Pero es que me han usurpado la habitación y no soporto estar con mi hermana.

R:  Ah. Ez verdad. Ezo que me contazte de tu abuela. ¿Y ezo durara mucho?

L:   Es tema de papeleo. Necesitamos que lo pague... la administración. Burocracia.

R:  Burrocracia : el arte de convertir lo fácil en difícil mediante lo inútil.

L:   ¿Eso es bueno? ¿De dónde lo has sacado?

R:  No lo zé. De internet zupongo... ... ... Yo zí que quiziera eztar zerca de tu hermana.

    Leo queda pensativo unos momentos. Calibra sus palabras antes de entrar en terreno pantanoso. Se ha sentado el respaldo del banco para eludir la humedad de la parte inferior, pero Raúl no has sido tan precavido:

-Me eztoy mojando el culo-   con un tono bajo y algo resentido.

- ¿Tú te has corrido alguna vez?-   pregunta Leo con naturalidad.

- ... ... ... ¿Por qué me preguntaz eso ahora? ¿De qué vaz?-   un tanto avergonzado.

-Todavía no ¿Verdad?-   sin ninguna mofa   -Dime una cosa: ¿Cuánto te mide el pito? Seguro que te lo has medido alguna vez-

-En zedio tío. Eztoy empezando a zentirme incómodo-   protesta.

    Leo asume que no le sacará ninguna información útil. Intuye que Raúl tiene un tamaño vergonzoso y no quiere hacer sangre de ello. Le gustaría poder hablar de sus inquietudes con alguien más experimentado; alguien que no la hablara con tono paternal ni empezara a preocuparse por lo que hace o deja de hacer; alguien que no crea que puede de tomar partido en su vida.

L:   ¿A tu hermano que tal le va con las chicas?

R:  No ze come un rozco.

L:   La hostia... ... ... Creo que tengo un problema.

R:  ¿Con tu... polla?

L:   Me corro muy rápido. Por lo que oigo, es normal aguantar mucho más.

R:  No hagaz cazo del porno. Ezoz tioz zon profezionales. Ademáz, editan loz videoz y...

L:   Soy como un colador tío. No tengo el más mínimo control sobre mis fluidos.

R:  Puede que ezo ocurra zolo al prinzipio. Ya le iráz cogiendo el tranquillo.

L:   ... ... ... ... El otro día estaba jugando inocentemente con el agua en la bañera. Estaba salpicando la botella de jabón, que flotaba encima de mí. Entro mi padre a echar un meo. Yo a mi bola. De repente me dice "Escucha Leo, los chicos que se la pelan mucho pueden tener problemas de concentración" y yo me quedo "¿Ein?" Cuando salió del lavabo lo entendí. Se pensaba que me la estaba pelando. Ahí, con el tras de la cortina. Por las salpicaduras del agua.

R:  Joh. Que corte.

L:   ... ... ... ... ¿Y a ti que te gustaría hacerle a mi hermana? Bocas, que eres un bocas.

R:  !Eh! Ahora no te rallez conmigo. Yo no tengo la culpa de tuz problemaz sexualez.

L:  No, en serio. ¿Qué te gustaría hacerle si pudieras?

R:  ... ... ... Me comería zuz tetaz enormez y le azotaria zu culo deznudo, muy fuerte.

****

    Ainhoa tampoco tenía muchas ganas de estar en casa hoy. Sin siquiera desayunar, se ha ido caminando a ver a su novio. Será un buen modo de evadirse. Mientras sus botas la protegen de la humedad de sus pasos mojados, sus ideas fluyen agresivas.

>>    "De hoy no pasa. Me lo voy a follar. Lo necesito y lo voy a hacer cueste lo que cueste. Si hoy no se pone duro se acabó. Ha pasado demasiado tiempo. Yo podría tener a cualquiera"

    La chica no es demasiado sincera con ella misma. Ni siquiera tiene el aplomo de reconocer que lo que ocurrió ayer, por muy humillante que fuera, la puso muy cachonda.

    Revisa su bolso para encontrar la llave que le confió Rafa. No le ha avisado para no quietarle horas de sueño en vano. Aún es temprano y seguro que se quedó hasta muy tarde, bebiendo con sus amigos y viciándose a los videojuegos. Además, quiere meterse en su cama mientras aún duerme y así proporcionarle un sugestivo despertar. De este modo ya estarán en situación y no le resultará fácil escabullirse.

    Sus padres están de viaje y no hay nadie más, así que tendrán toda la intimidad para perpetrar los actos más depravados imaginables. Su novio vive en el sótano, donde tiene montado su refugio. Un buen polvo puede eclipsar los traumáticos sucesos de anoche y ayudarle a pasar página de una vez por todas.

    Cierra la puerta discretamente tras de sí y anda de puntillas con cara de traviesa. Su expresión se desfigura cuando oye fogosos gemidos de placer y termina de desencajarse cuando reconoce a Rafa y a Oscar como únicos oradores.

****

 

        La noche invade de nuevo el cielo de Fuerte Castillo. Leo, arto de vagar por la ciudad, ha vuelto a casa y se está pegando una buena ducha purificadora. Solo ha podido retener a Raúl un par de horas por la mañana pero ni siquiera le ha podido sobornar con un McMenú para que le hiciera más compañía. Se ha dado un buen paseo por el centro comercial, ha ido al cine e incluso ha sido espectador de un concierto que tenía lugar al aire libre, en la plaza mayor. Ya sin batería en la tablet, ha decidido volver a casa y dejar de evitar a su hermana.

    Una vez seco y vestido con su ropa más cómoda, Leo se ha apalancado en el comedor para mirar la tele. Ainhoa permanece en su cuarto sin dar señales de vida. Todavía no se han dirigido la palabra desde ayer. En el único momento en que Leo se ha asomado por la habitación de su hermana, para hacerse con ropa limpia, le ha parecido verla llorar, aunque ella ha disimulado y ha hecho uso de su propio pelo para cubrir su rostro.

M:  ¿Cómo es que hoy te ha dado por desaparecer todo el día?

L:    He quedado con Raúl y nos hemos animado a hacer muchas cosas.

M:  ¿Tú sabes que le pasa a tu hermana? Está muy rara. No ha querido comer nada.

    Leo encoge sus hombros dando fe de su inopia. Empieza a temer que la dimensión de su afrenta pueda haber sido mayor aún de lo que él creía y que la infranqueable entereza de su hermana pueda haberse quebrado. Eso le nutre de culpabilidad pero también le perturba calenturientamente.

****

 

    Amanece un nuevo lunes que promete ser muy soleado. La borrasca que amenazaba con enturbiar las fiestas de Fuerte Castillo ha sucumbido, finalmente, a los constantes reproches de los habitantes de la ciudad y se ha disuelto. Este año, el caprichoso calendario ha querido que San Nicolás, el patrón de la ciudad, caiga en martes, así que el puente ha dado más recorrido a las verbenas. Alberto está en el salón, arreglando papeleo:

Alberto:  ¿No podríamos ser una ciudad normal y celebrar las fiestas en agosto?

Leo:         ¿A ti que más te da?

Alberto:  No hay manera de cuadrar los horarios de mis trabajadores. Esto es un infierno. Nadie está contento. En agosto me libro de los traslados y el ayuntamiento no me da encargos. Pero en mayo... todo el mundo se toma las fiestas de un modo diferente y yo me tengo que adaptar a todos.

Leo:          No te quejes papá. Todo el mundo se queja por no tener trabajo y tú tienes tres. Vergüenza debería darte.

Alberto:  ¿Vergüenza? a mí? ¿Pero tú te has visto? ¿Te vas a pasar todo el puente sin hacer nada? Te advierto que como vuelvas a traer malas notas te vas a enterar.

Leo:         Tranqui tronco. Si voy a acabar trabajando para ti sea como sea.

    Alberto le mira asintiendo críticamente, como queriendo decir: "Ya te vale chaval". A ese crio no le falta razón. Las expectativas que tenia para el futuro académico de su hijo han ido menguando con cada decepción, con cada suspenso, con cada charla de sus profesores... Si por lo menos su vástago mostrara un poco de interés por algo que no fueran los videojuegos, internet, o sus vergonzosos tocamientos de mandril...

****

 

    Ainhoa está llorando en su habitación. Tiene los ojos rojos, moquea y una colección de pañuelos de papel la rodean sobre su cama. Está hecha un desastre y su desaliñada cabellera no ayuda a  que esa chica parezca muy cuerda. Ni siquiera se ha dignado en subir del todo la persiana. Lleva toda la mañana en la cama.

    Sabía que su relación con Rafa tenía carencias e incluso sospechaba de su homosexualidad, pero eso no hace que se sienta menos traicionada. Le consideraba su mejor amigo y esperaba algo más de respeto por su parte. Ainhoa tuvo mucha paciencia y durante demasiado tiempo confió en su palabra cuando intentaba justificar su impotencia. Es lo más parecido a un novio que ha tenido y aún se siente enamorada de él.

    Leo abre la puerta sin llamar y reclama la atención de su hermana. Ella le responde con una mirada de odio irritado:

L:   A comer Ainhoa.

A:  No tengo hambre.

L:   Dice mamá que vengas igualmente.

A:  Dile que no me encuentro bien. !Y llama antes de entrar!

    Leo vuelve a cerrar la puerta sin contestar a ese imperativo. Está algo afectado por lo que acaba de ver. Se cree responsable de las lagrimas de su hermana y intenta excusarse para sí mismo.

>>    "Fue un accidente. Yo no planeé salpicarla. ¿Debería disculparme? No soy un violador"

 

****

    A media tarde, una vez terminado el último episodio de la última temporada de su serie favorita, Leo se arma de valor y se dispone a afrontar su destino como un hombre. Tras levantarse del sofá, articula pasos temerosos que le llevan frente a la puerta blanca del cuarto de su hermana. Golpea de un modo decidido:

-A delante-   pronuncia su hermana de modo casi inaudible.

-Hola Ainhoa. ¿Cómo te encuentras?-   con una cara de pena reconciliadora.

-¿Qué quieres? ¿Es que te envía mamá?-   desconfiando.

-No... Lo que ocurre es que... sé que lo estás pasando mal y... solo quería decirte...-

-¿A ti qué coño te importa lo que me pase? No es asunto tuyo-   desviando su mirada.

-No puedo evitar sentirme responsable de tus lágrimas-   mientras junta las manos.

    Ainhoa hace un violento gesto de perplejidad. No solo es una expresión facial, sus manos, su cabeza, sus hombros...

A:  ¿Pero tú qué... ¿Qué tienes que ver?

L:   Bueno. Lo que ocurrió fue un accidente pero yo podría haber...

A:  !¿Pero serás idiota?! ¿De verdad crees que lo que me ocurre tiene que ver con eso?

L:   ¿Qué? ¿Cómo? ¿Es que no...?

A:   !¿Será posible?! Tío, no podrías ser más lamentable aunque te entrenaras.

L:   Entonces por... ¿Por qué estás llorando?

A:  !Lloro porque he cortado con mi novio subnormal!

L:   ¿Por mí?

    Ainhoa se pone las manos en la cabeza con los ojos muy abiertos y una risa enloquecida pinta su cara. Leo sabe que no ha elegido bien las palabras. No pretendía insinuar que su hermana dejara a su novio por él, sino por lo que pasó el sábado.

A:  A ver si te enteras enano flipado. Lo que ocurrió con Mónica fue un chiste para mí. Deberías de estar llorando tú por lo humillante que debe resultar que los demás sepamos lo precoz que eres. Te aseguro que nos estuvimos riendo de ti un buen rato, cuando te fuiste a dormir al sofá. Pensábamos que estarías tan avergonzado que no volverías a levantar la cabeza, pero eres tan penoso que puede que hasta estés orgulloso de lo que hiciste. Te informo de que he follado con hombres de verdad y te aseguro que a ti te falta mucho para llegarles a la suela de los zapatos.

    Leo ha soportado ese chaparrón de improperios y a estas alturas ya está empapado de congoja. Casi sin fuerzas pronuncia una última pregunta, fruto de su propio desconcierto:

L:  ¿Entonces no te importó que me corriera en tus tetas?

    Ainhoa le lanza una mirada asesina. No tiene intención de contestar a eso. Prefiere cambiar de tema con otros argumentos:

A:  Los tíos sois lo peor. Os creéis el centro del universo. Voy a salir esta noche. Voy a elegir a el más buenorro de mis cinco mil fans y me lo voy a follar. ¿Te imaginas como sería tu vida si tú pudieras hacer algo así?

****

>>    "Ainhoa es una zorra de cuidado. La odio con todas mis fuerzas pero !Dios!... !Qué buena está!"

    Leo a vuelto caer en la tentación. Ya se conoce de memoria la galería de su hermana, en su perfil de guarrona, pero colecciona todas esas fotos en una carpeta oculta de su ordenador, por si esa ramera decide bloquearle. Las otras fantasías sexuales que tenía con otras chicas se han extinguido y ahora solo piensa en ella: en sus redondas nalgas, en sus oscuros pezones, en su cintura de avispa...

    Su discurso le ha herido mucho pero eso no parece menguar el incestuoso deseo que siente por Ainhoa. El morbo que lo posee ahora mismo se alimenta del odio y la rabia que alberga por ella.

    Es casi medianoche. Hace un rato, la fuente de sus más bajos instintos, se ha enfundado ese pecaminoso vestido gris y se ha ido para dar rienda suelta a su despecho. Leo no concibe que los celos puedan tener un lugar en sus pensamientos. Está confuso, pero si una cosa tiene clara es que preferiría que ella no saliera esta noche.

    Todo sería más fácil si Ainhoa fuera gorda y fea como Teresa. La hermana de Raúl es como una ampliación femenina de su amigo. Eso no inquietaría ni al más enfervorecido adolescente.

    Tras culminar su cuarta paja de la noche, el chico decide poner fin a esa denigrante actividad. Claro que ese propósito ya había sido establecido tras la segunda y tras la tercera. Puede que sea la única manera que tiene de combatir su ansiedad.

    Sigue inquieto y ni siquiera contempla la posibilidad de intentar conciliar el sueño. Husmeando entre las cosas de su hermana se percata de que ha dejado el ordenador suspendido:

    (Deberías ver una capturas de pantalla ahora (*) pero este sitio no admite imagenes. De todos modos, creo que podrás encontrarlas si usas un poco la cabeza)

    Ainhoa tiene vinculada la aplicación de mensajería también en su móvil, así que lo que teclee en la calle le aparecerá a Leo en pantalla.

    El chico se pasa casi una hora fisgando en el ordenador de su hermana, intentando encontrar material sensible, pero no da con nada especialmente interesante: ni videos, ni fotos inéditas, ni secretos inconfesables... Al final se rinde y se acuesta con su amante más fiel: su cama.

    Se sentía cansado pero los minutos pasan y no consigue pegar ojo. Para una vez que puede bajar la persiana... Su hermana tiene la extraña costumbre de dormir siempre a la luz de la luna y de las estrellas; eso es algo que le repatea. Necesita oscuridad absoluta para conciliar el sueño. Pero en fin "Su habitación-sus normas" como no se cansa de repetirle.

    Podría culpar al bullicio de las ferias que llega sutilmente desde lejos, a través de la ventana cerrada, pero sospecha que ese factor no es realmente el causante de su insomnio.

    No quiere seguir toqueteándose pero... ¿Qué opciones le quedan? Solo le hace falta recordarse salpicando las tetas de su hermana para que su miembro se desperece de nuevo.

    Se toma una ducha bien fría e intenta tomar distancia.

    Si aún le quedaran capítulos de la serie que justo hoy ha terminado... También podría echar alguna que otra partida.

    Finalmente se incorpora y vuelve a abrir el ordenador de Ainhoa. Tiene curiosidad para averiguar si ha escrito algún mensaje nuevo desde su móvil:

    (*)

    Leo tarda unos instantes en asimilar esa conversación. Se levanta con urgencia pero no sabe qué hacer. El Malibú no está muy lejos. Podría escabullirse sin despertar a sus padres y traerse a su hermana de vuelta. Tampoco tiene nada mejor que hacer ya que su somnolencia es esquiva. Puede que si le echara una mano a Ainhoa las cosas en casa no estuvieran tan tensas. Siempre han tenido una relación difícil pero desde que comparten cuarto la situación se ha vuelto insoportable.

****

 

Santi:   Escucha tete. Estaremos un rato en la Venus, que están mis colegas ¿Vale?

Isabel:  Después os llevamos a casa. Así se le va pasando un poco el colocón a Ainhoa.

Santi:   Te diríamos por entrar, pero no creo que admitan a menores tan... menores.

Isabel:  Yo me quedo más tranquila sabiendo que tú cuidas de tu hermana. Me daría mucho reparo dejarla sola, dormida en el coche, en este estado.

Santi:    Sobretodo, si ves que va a vomitar... en la bolsa. Que no me joda la tapicería.

Isabel:  Y no se te ocurra meterle mano a tu propia hermana ¿Eh marranote?

    La chica le da su última indicación mientras sonríe ya fuera del coche. Le guiña un ojo y cierra la puerta. El barullo exterior se ve súbitamente silenciado por ese hermetismo propio de un auto de gama alta. Sin duda, ese buga debe de valer una fortuna. Puede que sea elegante por fuera, pero su acabado interior bien podría pertenecer a una limusina de un alto mandatario.

"¿Qué habrá pasado con Víctor? Ese chico de instituto tiene poco que hacer contra este hombre tan sofisticado. De todos modos: no me gusta que el nuevo me llame "tete" continuamente"

    No es de extrañar que una chica tan guapa como Isabel pase de los niñatos de su clase. Se ha dado cuenta de que puede aspirar a mucho más. Su belleza y su juventud son atributos que le dan muchos puntos para calificarse en buen lugar en la jerarquía social. Santi sí sabe tratarla como se merece.

    Mientras iban en su flamante carro, de una disco a la otra, han encontrado a Leo, cargando con su hermana casi inconsciente. Isabel andaba un poco ebria y esa estampa le ha parecido muy graciosa. No ha dudado en grabar un clip de video. En él se ve al chico, agotado de caminar con ese lastre por el arcén de la carretera. Lleva esos vertiginosos zapatos de tacón en la mano mientras la chica le monta como a un borrico. Está serio y no toma parte en las risas que se escuchan de fondo. "Arre, arreeh" grita Ainhoa mientras le espolea con sus talones descalzos.

    Ahora Leo está pensativo en el confortable asiento trasero. Mira como duerme su defenestrada hermana. Hasta en este estado tan lamentable no pierde su indiscutible hermosura.

"Como algo tan bello por fuera puede ser tan odioso por dentro"

    El chico la ha encontrado en el exterior del Malibú. Tres chicos no paraban de rondarla a modo de aves carroñeras mientras Ainhoa a duras penas podía mantenerse en pie. Puede que sea por su estado de embriaguez o por el miedo que tenia de no poderse defender contra esos personajes que la acosaban, pero la chica se ha alegrado de ver a su hermano y le ha dado un inesperado abrazo. Ese trió de llenas calenturientas han dado la presa por perdida y se han retirado en busca de una chica más borracha e indefensa.

    Lo primero que ha hecho el héroe ha sido cubrir sus huellas; ha cogido el móvil de su hermana y se ha llamado a sí mismo.

     El camino de regreso a casa parecía factible pero, con esa carga, Leo empezaba a flaquear cuando aún no habían cubierto la mitad del trayecto. Su cuerpo aún no es el de un hombre y, aunque ya iguala a su hermana en estatura, ese reto le estaba sobrepasando. Lo único que le mantenía operativo era el modo en que su hermana le mordisqueaba la oreja cuando eventualmente recuperaba la consciencia.

L:   ¿Qué haces guarra?

A:  ¿Qué pasa? ¿Es que no te gusta?

L:   ¿Seguro que no puedes caminar? No soy tu mula.

A:  Anda y calla.

    Ainhoa le mordía demasiado fuerte y luego parecía querer lamerle las heridas de un modo obsceno. Ese aliento beodo destilaba lujuria insatisfecha con cada vocablo de lenta pronuncia. La chica le agarraba del pelo agresivamente, como si pretendiera domar a un animal salvaje.

    A Leo le dolía la polla. Después de tantas pajas, ese pedazo de carne se veía sobrepasado por nuevas inquietudes fálicas. Le dolía y aún le duele.

"Si mamá y papá supieran cómo se encuentran sus hijos: ella al borde de un coma etílico y yo, que debería estar calentito en mi cama, aquí: en el coche de un desconocido"

    La chica parece estar teniendo una pesadilla. Protesta en pleno sueño mientras gesticula con gestos de autoprotección.

-Suéltame cerdo, que te has creído-   con confusa pronunciación.

-Ainhoa, Ainhoa despierta-   con un tono notorio mientras la zarandea.

    Se despierta extrañada. No sabe dónde está y no concibe que lo que estaba reviviendo, hace solo un momento, no estuviera pasando de verdad. Mira a su hermano sin entender lo que hace él también ahí. Mira las luces coloradas del exterior al tiempo que sus parpados se desploman y su mente se nubla.

    Leo percibe su respiración más pausada y profunda. Le ha costado lo suyo despertarla. Por un momento ha pensado que ella le tomaba el pelo. Un poco más y la desnuca con sus sacudidas.

"Cuando Ainhoa va borracha tiene un sueño tan, tan profundo que podría... podría hacerle de todo. No se enterará si le toco las tetas. Es una                                         recompensa razonable por todo lo que estoy haciendo"

    Mete su mano por el lateral abierto de ese perturbador vestido gris. Lo hace con lentitud y prudencia. Cuando alcanza ese suave sujetador de seda, se sorprende de lo prieto que está; de lo prietas que están esas generosas tetas. Con razón su escote es tan llamativo.

    Después de adaptar su postura, se dedica a acariciar la parte más visible de su femenina anatomía pectoral. Lo que, en un principio, solo alcanzaban a ser unas sutiles cosquillas se van convirtiendo en un magreo más censurable. Consigue meterle sus cuatro dedos en el canalillo, o más bien canalazo. Se aventura debajo de los limites de esa suave tela pero no es suficiente. Necesita más.

    Recuerda ese provocativo baile que se marcaron, con Mónica, el sábado por la noche. Cómo esos intrépidos pezones traviesos luchaban por asomarse fugazmente. Se puso enfermo de deseo pero no consiguió vislumbrar a ninguno de ellos; solo una parte de su colorido entorno. En ese momento hubiera dado lo que fuera por bajarle la tela y comerse esos pálidos pechos venosos.

    Están aparcados en la zona exterior del parking. Ese tipo ama tanto a su coche que no ha querido dejarlo cerca de nadie. Dios sabe que no todo el mundo sale sereno de ese antro. No es plan de correr riesgos innecesarios cuando se trata de proteger la integridad de esa impoluta carrocería. Isabel y Santi no hace mucho que han entrado en la sala. Seguro que tardan en volver. Haga lo que haga tiene que hacerlo como más pronto mejor, ya que el riesgo se irá incrementando a medida que pase el tiempo.

"No volveré a tener acceso a las tetas de Ainhoa, puede que jamás en mi vida. Ahora o nunca"

    Ese indecente vestido ajustado se compone de una tela tan fina y elástica que no ofrece oposición alguna para las perversas intenciones de Leo. Tras deslizar los tirantes de su sujetador, hombros abajo, los sublimes pechos de la chica ganan por fin la batalla contra esa tiranía textil y se asoman curiosos fuera de los límites del decoro.

    El pánico se apodera de Leo cuando su hermana vuelve en sí pero, tras unos confusos movimientos que buscan mayor comodidad, Ainhoa se desploma sobre el regazo de su paralizado acompañante, quedando boca arriba. Su mandíbula vuelve a flojear instantáneamente y, después de emitir un tenue suspiro, su respiración vuelve a ser tan honda como antes.

    Esa nueva postura resulta ser mucho más ventajosa para los ansiosos sentidos de ese niño. Su hermana ha salido de la oscuridad y se nutre ahora de la luz de una farola próxima que se cuela por la ventanilla. El dulce perfume de Ainhoa llega ahora con más osadía. Su proximidad física es más palpable y esas espectaculares tetas son ahora más accesibles que nunca.

    Leo vislumbra por primera vez, con toda claridad, los liberados pezones de su hermana. Se le hace la boca agua pero no quiere forzar la postura y correr el riesgo de desvelar a la bella durmiente. Se convertiría en el más hostil de las brujas si despertara en esas circunstancias. Prefiere usar sus manos para rentabilizar esa provechosa pose. Hace hincapié en esas jubilosas rugosidades que coronan tan preciadas redondeces, pero no descuida ni una pulgada de su piel. Su repertorio de tocamientos y juegos mamarios parece no tener fin. Agota su creatividad táctil e incluso se lame los dedos para favorecer su percepción.

    Su polla se encuentra en un aprieto posicional que le incomoda, sobrepasando su máximo tamaño y atrapada de mala manera bajo sus pantalones. Ese inaccesible dolor le hace recapacitar. Lleva ya un buen rato gozando de esas gloriosas ubres pero si Isabel o su ligue Santi se dignan en volver por fin, se propiciará la situación más embarazosa y comprometida de su corta existencia, y puede que la última.

    Cuando todavía no ha sido capaz de apartar su sucias garras deshonestas, nota como Ainhoa vuelve a sollozar y gira sobre sí misma, cogiéndole la mano. Inesperadamente, empieza a chuparle el pulgar. Leo permanece estático de nuevo. Pretende afianzar el sueño de su hermana antes de retomar su actividad.

    Cuando siente que su discreción está a salvo otra vez, no puede evitar buscar la lengua de la chica con su intrépido anexo digital. Lo nota mojado. Quisiera meterle todo su vigor por ahí pero esa atrocidad rebasaría los pocos escrúpulos que le quedan.

    La operación se ha complicado ya que esta nueva postura le imposibilita restablecer la indumentaria de Ainhoa. El tiempo se agota. Leo revisa las proximidades y ve a una pareja que se acerca. Los focos de un coche trasero marca su oscura silueta a contraluz. No distingue sus rostros pero su dirección le señala amenazantemente. Sus latidos se llenan de adrenalina y reincorpora a su hermana de un modo poco delicado.

-¿Qué?... ¿Qué pasa?-   dice ella aún soñolienta.

    El niño queda mudo. Siente que todo está perdido, hasta que ese dúo andante pasa de largo a escasos pasos. Ainhoa no reacciona y apoya su cabeza con la de él. Esa chica va tan ciega que puede que no le reconozca si no habla. Con el foco a su espalda, su cara permanecerá en el anonimato.

    Esta vez su conciencia es más perenne, pero su lucidez muestra aún muchas carencias. Baja su mirada para descubrir la desnudez de su torso superior. Sin mostrar mucha extrañez, sube una de sus manos para tocarse los pechos. Emite un enigmático suspiro y acto seguido se humedece los labios con la lengua.

    Leo empieza a asumir que, por muy quieto que esté, esta vez no conseguirá que su hermana regrese al mundo de los sueños. Siente que su integridad física pende de un hilo pero, embrujado por esa cautivadora proximidad, empieza a tomar partido.

    Sube su mano y sostiene una de las tetas de Ainhoa. Articula sus dedos para evaluar nuevamente su consistencia. En este nuevo contexto colgante, esa venerado apéndice mamario le resulta aún más sugerente. Su nabo vuelve a estar al rojo vivo, retorcido por sus intransigentes calzoncillos. Leo, condicionado por una postura que no quiere abandonar, se ve obligado a desabrochar su pantalón pirata para restablecer la dirección de su inquieto miembro. Su hermana, sin mucha capacidad de raciocinio, interpreta dicho gesto como una invitación y se dispone a tomar parte en el asunto.

    El chico no lo puede creer. Aparta sus manos de ese entresijo para cederle la iniciativa a los dedos de Ainhoa.

"No puede ser. ¿Qué está pasando? ¿A caso no se da cuenta de que soy yo? ¿A caso quiere sorprenderme con la guardia baja para arrancarme los huevos de cuajo?                                              NoOoh !NoOoh! !Por Dios!"

    Sometido por el devenir de los acontecimientos, el niño adapta su postura y se reclina mientras contempla como Ainhoa le agarra el trabuco. No puede dejar de mirar esas preciosas tetas que, parcialmente iluminadas, se contonean al ritmo de las maniobras de su embriagada hermana.

    Intenta bajarse los pantalones sin entorpecer los confusos tocamientos que recibe. Tras sentir su zona fálica bien despejada, Leo recupera su quietud. A lo lejos no paran de oírse voces sobre un estruendo rítmico sofocado por el aislamiento acústico del local. Jóvenes dirigiéndose para aquí y para allá.

"!No! Por favor. Que no sean ellos. Que no sean esos que vienen para acá. No esos no son. Allá vienen más. No, por favor. Unos minutos más"

    Su vigilancia se desvanece en cuando nota como su hermana empieza a comerle la polla. No es una acción delicada. Ainhoa engulle ese pedazo de carne lujurioso como si de una famélica subsahariana se tratara. Leo aprieta sus puños. Nota como sus fluidos se confabulan para abandonar su cuerpo. No será una huida discreta. Durante demasiados minutos, un sinfín de calenturientos estímulos han hecho trabajar a sus glándulas seminales. Ahora atesoran una caudalosa corrida que no tardará en ser propulsada por incontrolables espasmos fálicos dentro de la boca de esa chica.

    Hay fuegos artificiales en el sistema nervioso de Leo mientras su hermana traga con todo. En circunstancias normales, cabría pensar que Ainhoa quiere proteger la valiosa tapicería de ese lujoso coche, pero ahora mismo está tan colocada que no es consciente ni de donde está.

    En cuanto se desvanece el vigor de esa potente manguera, la chica se reclina hacia atrás con movimientos poco fluidos. Empieza a subirse la parte inferior del vestido para reclamar su ración de sexo oral, pero una vez acomodada pierde su ímpetu.

    Un sonido mecánico golpea con fuerza el corazón de Leo. El cierre de las puertas se activa y se desactiva iluminando los intermitentes del auto. El niño solo puede ver esa luz naranja que parpadea en los retrovisores laterales, pero enseguida identifica esa inoportuna señal. Su cabeza vira bruscamente para enchanchar su campo visual. Un valón de oxígeno le da un ápice de esperanza para evitar su inminente infarto. Santi solo intenta demostrarle a Isabel que radio de acción tiene su dispositivo a distancia.

-¿Qeh hacías con tanth moOovimiento Leo?-   pregunta Isabel más borracha que antes.

-Es que mi hermana volvía a tener arcadas y creía que echaba la pota. Me había dormido y no encontraba la bolsa-   tremendamente sofocado.

-¿Al final no ha escupido nada?-   pregunta Santi de un modo petulante.

-No, no. Todo está bien-   mientras se acomoda.

-¿Nno s.she ha dspertadoh?-  

-No. Bueno sí. Solo un momento pero ha vuelto a dormirse-   con cierta indecisión.

-Vamos tete. Os llevo a casa pero si no se despierta tendrás que cargar tú con ella ¿eh? Que Isabel tampoco va muy fina.