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Un desconocido disfruta de mi excremento

en Fetichismo

Hola a todos. Este día vengo a platicarles una experiencia pues…algo sucia o diría demasiada pero también muy excitante. Este domingo de descanso tuve la desgracia de no convivir con mis hijos. Y mucho menos con mi esposo. Como ya sabrán está fuera y sólo convivo con mis dos hijos: Jorge y Carolina. En fin. Para los que leen por primera vez mis relatos, tengo cabello negro ondulado, tez blanca, complexión delgada, busto mediano y firme y nalgas paradas. Todo gracias al deporte.

Este domingo pensé que la soledad se adueñaría de mi día, pero no fue así. Al ser la hora de comer, decidí ir a un MCDonald’s. Realice mi pedido y busqué una mesa. Mientras comía mis papas, un hombre de 40 y tantos años me miraba. 4 años menos que yo. El tipo no era feo hasta eso. Estaba dentro del rango del que me animaría a tener una charla amistosa con él. Nosotras las mujeres diríamos que tenemos una forma de clasificar a los hombres. Ya sea por su aspecto físico, su personalidad, entre otras cosas. Así que este me agradó. Al meter mi papa a la boca le sonreí y miré a otra parte. Lo miré de reojo y no dejaba de verme. Tomó una papa y lengüeteó la punta y la masticó. Reí. Queriendo dándome a entender que quizás sea muy bueno dando sexo oral, más creí que lo haría a su mismo sexo. Mi mente a veces es perversa que puedo hacer una gran mezcla. Mientras reía, miré al lado derecho. Veía autos estacionados. Al regresar la mirada, lo tenía de frente.

-          ¿puedo?, preguntó pidiendo permiso de sentarse.

Vaya que me sorprendió su iniciativa a pesar de dar una señal muy graciosa. Al menos para mí.

-          …pues…si, claro.

Pude decirle que no sabiendo que es un completo desconocido pero al no querer estar sola, no me afectaba en nada compartir la mesa.

-          ¿Cómo estás?

-          Bien, gracias. ¿Tú qué tal?

-          No me quejo.

-          ¿no?.¿A pesar de ser tan malo en el flirteo?

Quise probar su actitud. Así que lo ofendí respecto a su forma de llamar la atención.

-          Jaja de hecho soy pésimo,

-          ¿y porque lo hiciste?

-          Pues…me agradaste y quise intentarlo. No perdía nada.

-          Jaja. ¿y te acercaste para terminar de echarlo a perder?

-          No.

-          ¿entonces?

-          Quizás sea malo en coquetear pero tengo otros encantos. Como todos.

-          Jaja no me digas!! ¿Cómo cuáles?.

-          Pues…no creo que sea el lugar adecuado. Hay niños, padres, y es un lugar público.

Lo miré sin apartar la mirada. Hizo lo mismo. No apartó su mirada. Sus intenciones no eran tan inocentes y eso me gustaba.

-          ¿y porque tan sólo?

-          Pues…me gusta vivir sin depender de alguien o tener que estar detrás de los demás. ¿y tú?.

-          Mis hijos me abandonaron el día de hoy, y mi esposo esta fuera.

-          Vaya. Entonces tenemos un buen tiempo.

-          Jaja tranquilo soldado, no te aceleres. No se quién eres y no se cuáles sean tus intenciones.

-          Jaja. Mis intenciones son más que obvias, y te gusta divertirte, ¿porque no te animas a hacerlo conmigo?.

-          Jaja no me conoces. No sabes lo que pienso o quiero.

La plática continuó. Pude conocerlo un poco mejor. Sin duda la charla fue entretenida que logró convencerme de pasar el rato con él. Su carisma era muy seductora. A pesar de tener un inicio nefasto, consiguió atraparme. Me invitó a su departamento y acepté. Al llegar lo observé. Vivía en un departamento muy acogedor, ordenado, y moderno. Dejó las llaves en la mesa. Dejé mi bolsa sobre el colchón. Cuando menos lo esperaba, caminó rápido hacia mí y me volteó hacia la pared. Mis pechos se apoyaron sobre el muro mientras sus manos me sostuvieron los brazos. Olió mi cabello.

-          ¿te vas a seguir haciendo difícil?

-          Espérate.

-          ¿a que me espero?.

Su mano izquierda me agarró el glúteo izquierdo y me lo pellizcó.

-          Que buen culo tienes.

Me lo azotó.

-          Vaya que valió la pena hablarte

-          ¿si?

-          Si.

Me dio unas cuantas nalgadas.

-          Déjame ver ese culo. 

Desabrochó mi pantalón y lo bajó bruscamente junto con el calzón.

-          Vaya, vaya, mira qué cosa más rica.

Abrió mi trasero con sus manos separando mis dos glúteos. Sentía mi vagina abrirse.

-          Estás bien buenota, Isabel.

Al estar inclinado viéndome, prefirió agacharse bien para tener una mejor vista de mi zona. Separó bien mis nalgas y sin llegar al pensarlo me dio una lenta lamida en el ano. Dios, resbaló toda su lengua en ese sucio lugar.

-          Que rico, dijo excitado.

Levantó ligeramente mi trasero y volvió a lamer. Su lengua rosaba parte de mis pliegues y mi ano entreabierto. Tuvo el descaro de meter la punta de su lengua.

-          Mmmm!!! Te sabe bien, dijo sin dejar de lengüetear mi agujero.

Mientras lamía masajeaba mis nalgas. Las levantaba y las abría. Me gustaba lamía mi sucia cola.

-          ¿te gusta que te lo chupen?

-          Si, ajá.

Sentía muy rico, un cosquilleo muy agradable. Sentía ya húmedo el ano. Había limpiado sin duda toda mi zona fecal.

-          Espera, detente.

Se enderezó preguntándome al oído derecho:

-          ¿Qué?, ¿no te está gustando?

-          No, si. Sólo que quiero ir al baño.

-          Que rico. ¿Qué quieres hacer?

-          Debo ir.

Su brazo izquierdo rodeó mi estómago.

-          ¿eh? ¿vas a cagar o vas a mear?

-          No se, tal vez.

-          ¿Qué pasaría si te meto los dedos?

-          No, no lo hagas.

-          Ándale. A puesto a que te va a gustar.

-          No, hablo en serio. No lo hagas.

Su mano derecha acariciaba todo mi culo mientras le rogaba que no se atreviera a penetrar mi culo con sus dedos. Necesitaba ir al baño. Su dedo medio rosaba de arriba hacia abajo por la línea que separaba mis glúteos. Rosaba mí agujerito.

-          No, espera.

Al bajar la yema de su dedo hacia la entrada de mi culo, presionó para meterlo. Apreté el ano pero siguió metiéndolo hasta la mitad.

-          Mmm!!! Que rico, ya casi está por salirse, dijo.

-          Sácalo!!

-          Tranquila.

Lo enterró hasta meterlo todo.

-          Nooo!!!, dije en voz alta cerrando los ojos.

-          Dios santo, ¿no te gusta?

-          No!! Sácalo!!

-          ¿no te agrada como ensucio mis dedos con tu mierdota?, ¿eh?

Su dedo recorría toda esa parte. Podía sentir como tocaba mi excremento. Me rascaba ensuciándose más de mis deshechos. Lo retiró un poco y lo volvió a empujar con fuerza.

-          Que rica tienes la cola. Llena de mierda.

Lo empezó a retirar poco a poco hasta sacarlo. Con la punta del dedo frotó mi agujero embarrando la mierda que había cubierto su dedo. Lo metió y lo sacó.

-          Que rica te vez con el hoyo cubierto de mierda.

No dije nada. Me excitó mucho cada movimiento que hacía conmigo.

-          Te vez hermosa con ese culo sucio.

-          Quiero ir al baño.

-          Espérate. Déjame admirar esta ricura.

-          Por favor!! Ya!! En serio necesito ir!!!

-          Ven, dijo pegándome a su pecho.

Caminó guiándome a la cocina. Al llegar tomó un plato.

-          ¿para que es el plato?

-          Para que cagues ahí.

-          ¿Estás loco? No, ya, déjame ir al baño.

-          Agáchate. Vaya arrodíllate.

No tuve de otra y lo obedecí. Puso el plato debajo de mí.

-          Hazlo. Caga ahí.

-          Es que no. No me siento cómoda.

-          Ándale, hazlo. Déjame disfrutar cono cagas.

Al no cumplir con su capricho metió su índice y empezó a escarbar mi agujero sacándome pedazos de caca.

-          Noo!! Espera!!!

Dios, a pesar de que estaba completamente sucia, disfrutaba de cómo me rascaba el ano.

-          Puja, me ordenó.

Di un respiro y pujé con fuerza. Me costaba expulsar el pedazo de excremento, y más teniendo su dedo metido ahí. Salió junto con un cacho de mierda.

-          Eso. Vamos, sigue!! Puja más.

Miré a mi entrepierna y vi mis pedazos cayendo sobre el plato.

-          Lo haces bien. Sigue.

Aún no acababa. Seguí pujando expulsando mierda.

-          Levántate.

Lo hice. Agarró mi trasero y separó mis nalgas.

-          Vamos, puja. Déjame ver cómo te salen esos cachos de mierda.

Apreté el ano y pujé.

-          Que rico se te abre. Me dan ganas de meterte la lengua.

-          No, no seas asqueroso.

-          ¿Qué tiene?

-          Pues no.

-          Mientras no me la trague. Además, me puedo lavar la boca.

-          Si…pero no.

-          ¿ya has hecho esto?

-          Mmm si.

-          Vaya!! Entonces eres una completa cerda. Que delicia.

Frotó la yema de su pulgar derecho sobre mi agujero todo manchado. Lo metió.

-          Mira, que rico.

-          ¿Cuánto tiempo estaremos así?

-          Lo que sea necesario.

Lo enterró todo.

-          Aaahh!!!

-          Mmm!! Todavía tienes mierda atorada en el culo.

-          Si, ¿Qué esperabas?

-          Puja.

Sacó su pulgar y separo lo más que pudo mis nalgas. Apreté mi agujero y pujé. No salía. Lo hice de nuevo y avanzó un poco el cacho de excremento.

-          Más fuerte. Puja.

Di un respiro y pujé con fuerza.

-          Eso, más. Puja, preciosa.

Cerré mis ojos y con todas mis fuerzas puje hasta conseguir que saliera un largo pedazo de mierda.

-          Que rico cagas. Sigue.

Media como 7 centímetros el hilo de mierda que me salía.

-          Que rico culote. Todo abierto.

-          Noo!! No hagas…eso!!!

De la nada me lamió el ano. Su lengua penetraba mi agujero. Dios, a pesar de que había cagado se atrevió a chuparme el sucio culo. Literalmente me limpiaba el ano con su lengua.

-          Que sabroso lo tienes.

Me gustaba como lamía. Lo hacía rico. Dejaba mi entrada cubierta de su saliva. Se desabrochó el pantalón y untó su duro miembro en mis nalgas. Estaba dura, caliente y de buen tamaño.

-          Siéntela. Siente como me la dejas.

-          …sii.

-          ¿te imaginas empujarte la mierda con esto?

-          …no. No la metas. Eso si ya no.

-          ¿Por qué no?

-          Porque no. Además…eso ya es muy anti-higiénico.

-          Para mi no.

Dios, era tan perverso y tan sucio lo que era capaz de hacer. Su verga bailaba entre mis muslos. Chocaba con ellos. La agarró y frotó mi vagina con su punta.

-          ¿quieres que te la meta?

-          …ajá.

Acarició por última vez mis pliegues y la metió.

-          Aaahhh!!! Que rico!!!

Su gemido y sus manos tocando mi cuerpo me empezaron a calentar más. Se columpió penetrándome lentamente.

-          ¿te gusta?, le pregunté.

-          Claro que si. Se siente súper bien.

-          Si.

Lo hice rápido unos segundos.

-          Sii!!! Que rico!! Aaaahhhh!!! Dios!!!!

-          Tranquilo!! Tranquilo!!

-          Estás…bien rica!! Te entra bien rico!!

-          Sii!! Pero despacio.

Paré el culo y lo pegué a su pelvis.

-          Eso!! Úntamelo.

-          ¿te gusta mi culo?

-          Si!! Te sabe bien rico!!

Rascó mi ano con su pulgar y lo metió.

-          Mmm!!! Mételo, dije.

-          Lo que tu digas.

Lo sacó y sentí un líquido sobre mi agujero. Supuse que me hecho saliva y lo metió.

-          Sii!! Mételo más!!

-          ¿te gusta?

-          Si.

-          Parece que ya cagaste todo.

-          No…se.

Sacó su dedo. Lo acercó a mi cara.

-          Huele.

-          No!! Quítamelo.

-          No hasta que lo hagas.

No me gustaba la idea pero lo hice. Acerqué mi nariz al pulgar y lo olí. Obvio olía a mierda.

-          Ya. Quítalo.

Sin dejar de penetrarme. Me tomó de la mandíbula con la mano izquierda y untó su dedo sobre mi nariz.

-          Noo!! Guácala!!

-          Huele.

-          Ya lo hice!!!

Lo apartó de mi cara y me di una fuerte nalgada en el glúteo derecho. Sacó su miembro y me quitó bien el pantalón y el calzón. Los aventó aún lado.

-          Sube la rodilla al borde de la barra.

Levanté la pierna derecha y recargué la rodilla sobre el borde tal como me lo pidió. Se pegó bien a mi cuerpo y continuó cogiéndome.

-          Que rico!!! Me encantas. Estás hermosa.

-          …sii!!! ¿te gusta cogerme?

-          Sii!!! Tienes un lindo cuerpo.

Mi mano derecha acariciaba su rostro. Su mano derecha acariciaba mi muslo derecho y su brazo izquierdo rodeaba mi estómago evitando que cayera de lado.

-          Aaahhh!!!!, solté un gemido.

Me cogía rico. Metía y sacaba su verga a un ritmo que mi cuerpo disfrutara al máximo.

-          ¿quieres venirte?, ¿quieres tener un orgasmo?

-          …ajá.

-          De acuerdo.

Dejó de acariciar mi pierna y pasó su mano sobre mi pelvis. Presionó.

-          Sigue!!!, dije.

-          ¿te gusta así?

-          …sii!!

Siguió. Aumentó el ritmo de su penetración. Lo hacía más rápido.

-          Sii!!! Más!!!

-          Sii, hermosa!!

-          Que rico!!! Aaaahhh!!!

-          ¿quieres más fuerte?

-          Sii!!!

De un segundo a otro comenzó a cogerme con desesperación.

-          Aaahhh!!! Rayos!!!

-          ¿mucho mejor?

-          Siii!!! Más rápido!!!

-          Claro que si, preciosa.

-          Aaahhh!!! Sii!!! Me…gusta!!

-          Que rico, isabel!!!

Me abrazó fuertemente.

-          Mas, más, más!!! Sii!!! Aaaahhhh!!! Vamos!!! Rayos!!!!

-          Eso!!! Vente!!! Termina!!!

-          Si, si, si!!!! Cógeme!!! Siii!!!

Mi voz se entrecortaba y suplicaba que lo hiciera más rápido. Bajé la pierna.

-          Rayos, rayos!!! Aaaaaahhhhhhh!!!!! Siiii!!!! Que ricooo!!!! Dios!!!!!

Exploté. Mi vagina expulsó ese líquido. Volvió a meterlo y volví a tener un pequeño orgasmo. Dios, mis ojos se entrecerraban. Me tocaba el cuerpo, mi pelvis se columpiaba.

-          Tranquila, tranquila!!

Su mano me frotaba la vagina toda húmeda. Dios mío había salido un gran chorro. Salpiqué mis piernas.

-          Que rica te viste. Gimes muy rico.

-          …¿si?, pregunté con tono cansado.

-          Si, preciosa.

Lamió la parte derecha de mi cuello.

-          Que rico fue, dije.

-          Claro que si. Fue muy rico.

Sus largas manos acariciaban mis nalgas. Las frotó suavemente. Acarició mi ano con su índice y lo metió. A pesar de que había cagado, me excitó. Lo empujó metiéndolo bien.

-          Que rico, aún tienes un poco de excremento atorado.

-          Saca el dedo.

Lo hizo y pujé.

-          ¿Dónde está el plato?, pregunté.

-          Tu caga. Puja bien. No importa si cae fuera del plato.

Pujé con fuerza. Me costaba que saliera. Se agachó y me abrió el culo.

-          Vamos, puja fuerte.

Lo hice tan fuerte que por desgracia me tiré un pedo.

-          Dios, perdón!!! Lo siento!!

-          No, tranquila!! Me gustó. Te huelen rico. Tírate otro.

Dios mío. A pesar de que era una desgracia que me había sucedido, lo excitó mucho.

-          ¿si?

-          Si. Vamos, hazlo.

Pujé nuevamente fuerte y salió ese gas con ese mal olor a mierda.

-          Dios, que rico huelen.

Reí de la pena. Su pulgar frotaba mi agujero. Metió la uña. Lo sacó. Metía y sacaba. Me escupió y penetraba. Sentía rico. Aunque era una cosa muy repugnante, me excitó más de lo que y estaba. Separó mis glúteos y resbaló su húmeda lengua sobre mi ano. Lubricó mi sucia zona.

-          Que rico, te sabe ácido.

Lengüeteaba mi ano muy rico. Sentía un cosquilleo.

-          ¿te gusta chupar ahí?

-          …si. Te sabe bien.

Apoyé mi mano derecha sobre su cabeza y la pegué a mi trasero para que no la quitara de allí.

-          Quiero orinar, dije.

-          Agarra un vaso y hazlo adentro.

-          No. Ya fue suficiente.

-          Hazlo, dijo sin apartar su cara de mi culo.

Quité la mano de su cabeza y afortunadamente había unos vasos a la mano. Tomé uno y lo coloqué en mi entrepierna. No me sentía muy a gusto.

-          ¿Qué esperas?, hazlo.

-          Ya voy.

Di un respiro y pujé. Con mi mano derecha presioné mi pelvis para que mis meados salieran. Un chisguete empezó a caer dentro del vaso. Mis orines tenían un color amarillo muy ligero. Casi transparentes. Las burbujas bailaban en la superficie. Estaba a punto de llenar el vaso. Dejó de lamer mi cola y besó mi espalda, mi espina dorsal, mi hombro derecho. Sus manos me tomaron de la cintura.

-          ¿ya casi lo llenas?

-          Si.

-          A ver.

Me detuve y subí el vaso.

-          Se ven ricos. Toma un trago.

Sin decir nada, tragué saliva y tomé un sorbo. Sabían amargos, obvio.

-          ¿Qué tal saben?

-          Amargos jaja.

Frotó su verga en mi vagina. Acariciaba mis pliegues húmedos del squirt que había tenido. Resbaló su glande entre mis pliegues metiéndolo entre ellos y lo empujó penetrándome muy rico.

-          Aaahhh!!!

No se que tan placentero sea meterlo para ustedes los hombres, pero por sus gemidos, me imagino que debe ser muy placentero. Y más sin preservativo. Apreté mis labios al recibir su largo pene. Empujaba. Metía y sacaba. Me abrazó.

-          Vamos…toma otro trago.

No lo hice justo cuando me lo pidió. Esperé. Aumentó el ritmo de su penetración.

-          Aaahhh!!!

Salió un jadeo de mi boca y una chispa recorrió mi cuerpo. Sentí muy rico. Lo siguió haciendo.

-          Que rico!!

-          ¿si? ¿te gusta que te lo meta?

-          …ajá.

Cerré los ojos disfrutando de cada penetración.

-          Que rico, Isabel!! Aaahhh!!!

-          Sii!!!

-          Hazlo!! Toma un trago.

Estaba muy excitada. Sentía mucho placer. Tanto que me encintó a obedecerlo. Tomé el vaso y me lo empiné tragándome cada mililitro de mis meados.

-          Que bien lo haces!! Sigue!! Sigue tomando!!!

Dios, me tomé todo hasta la última gota. No me imaginaba ser tan atrevida y asquerosa. Ya había tenido una experiencia similar pero no creí disfrutarlo tanto como en ese momento.

-          ¿te gusta tomártelos?

-          …si.

Al tener su cara recargada sobre mi hombro derecho, aprovechó para besar mi mejilla terminando en mis labios. Metió su lengua a mi boca. La recorrió por donde quiso. Parecía probar mi boca de ese sabor amargo de mis orines.

-          Que rico sabes.

Sólo miré su boca. Sus manos subieron a mis pechos. Al tener la camisa y el sostén, no sentía mucho. Mientras masajeaba mis senos, decidí desabrochar cada botón de mi camisa empezando por el de arriba. Desabroché botón por botón. Mi brasier se asomó. Al ver que había dejado al airé mi blanca piel de mi abdomen y la copa derecha de mi sostén, lo apretó.

-          Que ricas las tienes.

-          Tócame.

Su mano izquierda apretaba mi seno izquierdo y su mano derecha me rascaba el clitoris.

-          Que rico, dije.

-          ¿sigo?

-          …si!!

Lo hacía tan rico. Mis pezones se endurecían de lo excitadísima que estaba. Su verga entrada en mí, sus dedos frotaban mi punto más sensible y su mano izquierda tomaba mi delicado seno. Le quité el seguro a mi sostén para que me tocara por completo mis pechos.

-          Dios, que rico. Las tienes puntiagudas.

-          ¿te gustan?

-          Me encantan.

-          Aaahhh!!!, gemí.

-          ¿te gusta, puta cerda?, me preguntó bruscamente con un insulto.

-          …sii!!

Me dio unas ligeras palmadas en la vagina y la apartó para apoyarla en la cintura teniendo el control sobre mí.

-          Sii!! Así!!!

Me encantaba como me cogía. Sentía tan rico. Su miembro estaba muy duro y largo. Sin duda tenía un tamaño decente para darle placer a una mujer. Apoye las manos sobre el borde. Se pegó bien a mi y agarró mis senos. Las palmas de sus manos cubrieron bien mis dos pechos y con sus índices y pulgares me apretó las puntas. Las pellizcó.

-          Sii!!!

-          ¿te gusta que te las pellizque?

-          Sii!!

Me ardían sus pellizcos pero me excitaban demasiado.

-          Vamos a mi cuarto, ¿quieres?

-          …ajá…si.

Mis palabras a penas y salían de mi boca. El placer que sentía no me permitía hablar bien.

-          Vamos.

Retiró su verga y me hizo caminar rumbo a un pasillo. Avanzamos paso por paso. Yo delante de él. Al llegar había una cama king size. Giré mi cuerpo hacia él. Se había subido el pantalón. Me mordí los labios y me agaché. Sólo desabroché el botón y su miembro salió por si sólo. Su gran trozo de carne casi golpea mi cara. Lo tomé y le chupé la punta.

-          Sigue.

Le sonreí y abrí bien la boca para meter ese exquisito pene. Sabía ácido. Tras a ver estado dentro de mi vagina, era obvio que tendría ese sabor tan peculiar que nosotras tenemos en esa zona. La lamí. Lubriqué, limpié, mamé, como se le diga, disfruté de cada chupada que le di a su verga. Sus manos tomaron mi cabeza y pegó mi cara a él, sofocándome con su pene.

-          Sigue, hermosa!! Trágatela!!

Dios, había entrado todo en mi boca. Había atravesado mi campana. Empecé a atragantarme. Tosí. Mis ojos comenzaron llorar. Agrandé los ojos de lo asfixiada que estaba. Dios me tenía pegada a él muy fuerte. Me soltó. Dios mío, me estaba ahogando. Di un gran respiro.

-          Ssshhh, ssshhh!!

Me tranquilizaba peinándome.

-          Ven, dijo levantándome.

Camino a la cama. Se quitó los zapatos, el pantalón y su ropa interior. Se subió.

-          Ven, súbete.

Lo hice. Lo monté. Su verga bailaba chocando en mi trasero.

-          Que ricos pechos tienes. Ven, acércate más.

Al estar arrodillada, me arrastré hacia su cabeza.

-          Que rica concha. Déjame chuparla un poco.

Bajé mi entrepierna a su cara y me dio una lamida. Que rico. Lamió mis pliegues y mi clítoris.

-          ¿quieres que te la chupe?

-          Ajá.

Se mordió los labios y le dio una lamida mi concha. Dios santo, su lengua acarició delicadamente mi delicado clítoris.

-          …mmm sii!!

-          Que sabrosa sabe

-          …sigue. Hazlo otra vez, le pedí.

No dudo en volver a lamer mi puntito.

-          Que rico!! Más!!

-          ¿te gusta que te la chupe?

-          Sii!! Vamos!! Hazlo!!

Bajé mi mano derecha y separé mis pliegues con mis dedos descubriendo mi clítoris.

-          Aaahhh!!! Que rico!!

Su lengua me causaba tanta excitación que era inevitable no reaccionar con unos ligeros gemidos. Me escupió y lengüeteó.

-          Dios!! Sii!! Más!!! Lame!!

-          Claro, linda.

Tapó mi vagina con su boca y jugó ese puntito con su lengua.

-          Sii!! Rayos!!

Mi cadera se columpió. Mi cuerpo reaccionaba ante sus ricas lamidas.

-          Sii!! Aaahhh!!!

Agarré su cabeza y me agarré de su pelo. Formaba puños enredando mis dedos en su pelo. No podía contener el placer que mi cuerpo estaba recibiendo.

-          Siento…que me vendré!!

-          Relájate, tranquila.

Disminuyó su ritmo hasta dejar de lamer. Dejó que me calmara.

-          Voltéate, siéntate en mi cara.

-          ¿así?, le pregunté aplastando su rostro con mi culo apestoso a excremento.

No respondió con palabras sino con unas deleitantes lamidas en mi ano. Cerré los ojos para disfrutar de cada lamida que su lengua me regalaba. Dios, era muy excitante todo lo que pasaba. Agarré mis nalgas y las separé para que lamiera con gusto.

-          Que rico te sabe. Me encanta.

La punta de su lengua le daba pequeños golpes a mi agujerito como si quisiera entrar.

-          Métela, le pedí excitada.

-          Lo que digas, preciosa.

Plantó sus manos en mis glúteos manteniéndolos separados y se propuso a meterme la lengua en el ano.

-          Que rico, si!!

-          ¿te gusta?

-          Si.

Unté mi trasero en su jeta.

-          Vamos, chúpalo bien!!

-          Que rico!!

-          Sii!! ¿quieres culo?

-          Sii!! Quiero tu culote!!

-          Vamos, lámelo!! Comételo bien!!

-          Claro que si, hermosa!!

-          ¿quieres oler mis pedos?

-          Si!! Tírate los que quieras!!

-          De acuerdo, mi amor.

De la nada me convertí en una maldita cerda. Acerqué mi trasero a su rostro y esperé a que mi colita se preparara para expulsar ese gas. Me gruñó el estómago y un cosquilleo atravesó mi estómago hasta mi trasero. Di un respiro y pujé. Al hacerlo, lamió mi agujero. Apreté mi ano y volví a pujar logrando que saliera ese apestoso olor.

-          Dios, te apesta riquísimo.

-          Jaja ¿te gustó?

-          Si, preciosa.

-          Quiero volver a orinar.

-          Hazlo. Oríname la boca.

-          ¿quieres?

-          Si.

Me di la vuelta y coloque mi vagina sobre su linda boca.

-          Vamos, hazlo.

Separé mis arrugados pliegues para que cayera directamente en su hocico.

-          Aquí voy, dije riendo.

Pujé y salió el chisguete. Me excitó ver esa imagen de él bebiendo mis meados. Conforme iba chorreando mi agüita, fue dando tragos sin detenerse.

-          Bébelos, corazón. Saben ricos, ¿verdad?

Afirmó con la cabeza.

-          Que bien lo haces, cariño. Tómatela toda.

Solo observarlo me incitó a seguir llenando su boca de orines.

-          Que rico los bebes!! Sigue, toma más!!

Me detuve. Dejé que respirara un poco. Su cara salpicada y sus labios mojados de mis meados me animaban a continuar haciendo porquerías. Al terminar de orinar, me monté en su verga. Levanté el trasero, tomé su miembro y me lo metí.

-          Aaahhh!!! Esoo!!!.

-          Que rica la tienes!!!

-          Brincame, preciosa.

Empecé a columpiar mi cintura.

-          Más!! Hazlo más rápido!!

Me encantaba que su verga resbalara de adentro hacia afuera. Se sentía muy rico. Sus largas manos me tomaron de la cintura tomando el control de mis movimientos.

-          Aaahhh!!! Que rico!!

Sus gemidos reflejaban el placer que le causaba mi vagina. Empecé a saltar.

-          Eso!! Así!! Salta!!

-          ¿si?

-          Si, hermosa.

Se inclinó hacia mí abrazando mi cintura con su brazo derecho. Sin retirarme el pene, me cargo ligeramente y retrocedió para quedar sobre las almohadas.

-          Sigue, mi vida. Salta!!

No paré. Su miembro se adentraba en mí dándome un esplendoroso placer que no deseaba que acabara.

-          ¿te gusta, linda?

-          Sii!!

-          ¿te gusta la verga?

-          Ajá. Aaahhh!!!

-          Eso!!

Levanté un poco el culo sin que se me saliera su rico pito. Al darle libertad para que él se moviera, me abrazó y empezó a subir y a bajar su pelvis con locura cogiéndome de lo más rico.

-          Aaahhh!! Sii!! Métela más!!

-          ¿te gusta así?

-          …sii!!

Estar así le costaba un poco pero no se rindió.

-          Dios!! Sii!! Más!! Más rápido!!!

-          Me encantas!!! Dime más!!

-          Métemela!! Dame más verga!!!

-          Eso!! Dime más hermosa!! Te escuchas linda!!

El placer recorría todo mi cuerpo. Dios, guardé silencio un momento para disfrutar de su vergota. Su respiración entrecortada me daba la señal de que también lo disfrutaba.

-          Dios!! Ya!!

-          ¿ya que?, pregunté con los ojos cerrados y con la cara apuntando hacia el techo.

-          Me vendré. Aaahhh!!!

-          Sii!! Hazlo!!

-          ¿segura?

-          Sii!! Llénamela de semen!!

-          De…acuerdo!! Aaahhh!! Dios que rico!!

Su cogida aumentó su intensidad. Metía con ganas. Quería venirse.

-          Vamos, mi amor, lléname la concha!!

-          Si, ya casi!!

Sus brazos rodearon mi cuerpo.

-          Aaahhh!!! Ya, si, ya casi, si, si, si!! Aaaaaahhhhh!!!! Siii!!! Dios, que ricooo!!! Aaahhhh!!!!!

Dios, su verga eyaculaba gran cantidad de semen. Su ojos se cerraban mientras expulsaba su líquido. Abracé su cabeza y recosté mis pechos en ella. Se escuchaba cansado. Su respiración era pausada. Olía a orines. Tras reponerse, lo besé.

-          ¿Y que tal?, pregunté

-          Súper bien

-          ¿si?

-          Si, contestó cansado.

Le sonreí.

-          Ahorita regreso.

Me bajé de él y entré a su baño. Me senté en la taza y esperé a que saliera su espeso semen de mi concha. Salí y fui a la cocina por mi ropa. Estaba el plato con mis deshechos y el vaso dónde había orinado. Lo tomé, lo coloqué debajo de mi vagina y comencé a llenarlo nuevamente de mi amargo líquido. Sólo pude llegar a la mitad del vaso. Lo dejé y me puse mis trapos. Llegó a la cocina y me miró detenidamente de los pies a la cabeza. Se acercó y me tomó dándome un beso. Sus grandes manos levantaron mi culo. La masajeaba.

-          ¿nos veremos de nuevo?

-          Jaja no lo sé

-          No seas así, ándale.

-          ¿Qué hora es?

-          7:25.

-          Es tarde.

-          Espera!!

No lo hice. Revisé mi bolso para checar si no tenía llamadas o mensajes. Tenía 10 notificaciones y 7 llamadas perdidas. Ambas eran de mis hijos. Abrí WhatsApp.

-          “¿Por qué no contestas?”, leí el mensaje de mi hija Carolina.

-          “Hey, contesta, ¿estás bien?, preguntaba mi hijo Jorge.

Contesté de rápido. Saqué un lapicero y un papel. Anoté mi número. Di la vuelta y caminé a él.

-          Toma, le dije extendiendo la mano para darle la nota.

Sin decir nada, la agarró.

-          Nos vemos Fabián.

Cuando fuimos rumbo a su departamento nos presentamos. Lo comentó ya que no lo mencioné al inicio para no hacer más largo el relato.

-          ¿quieres que te lleve?

-          No gracias. Adiós.

Me despedí dándole un beso en la boca y salí. 

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