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Aprovechándome de mi sobrinito Damián

en Amor filial

Hola a todos. Mis aventuras parecen nunca terminar. Y lo digo porque esta semana tuve la oportunidad de volver reencontrarme con mi sobrino Damian. Como todos los domingos, es un día exclusivo para la familia. Fuimos a la casa de mi sobrino a comer, ya que nos invitaron a mis hijos y a mí. A veces las mujeres somos muy indecisas a la hora de vestirnos para una ocasión especial. Yo no quería demorar mucho en el armario. Me puse un mallon  blanco y una blusa azul. Me puse mis pulseras y mi reloj. Un collar y me maquillé. Me pinté la boca y me retoqué la cara. No me gusta ser de esas mujeres que se ponen miles de capaz. Al quedar lista llamé a mis hijos.

-          Ya vámonos!!!

Bajaron y nos fuimos. Al llegar saludamos a todos. A mi hermana, mis hermanos, mis sobrinos. Al saludar a Damian, su mano derecha se apoyó sobre mi cintura dándome dos apretones como señal. Se veía atractivo con la ropa que tenía puesta. Un pantalón azul marino de algodón, una camisa blanca slim ajustada y unos zapatos cafés. Le sonreí y continué saludando.

-          ¿quieres que te ayude?, le  pregunté a mi hermana.

-          Bueno, gracias.

Mientras puse los platos y los vasos, Damian no dejaba de verme. Lo miré de reojo, y vi como sus ojos se centraban en mi trasero. Lo ignoré y seguí poniendo la mesa. Al estar listo, comimos. Mientras masticaba la mirada de Damian se cruzaba con la mía. Me senté frente a él. Le sonreí. Sonó mi celular. Vi la pantalla. Mi esposo.

-          Ahorita regreso, es él.

Me levanté y fui al patio. Mientras platicaba en el patio, vi a Damian atravesando la cocina, la puerta por la que salí, y siguió a las recámaras.

-          Bueno amor. Nosotros estamos aquí con mi hermana.

-          Bueno, en la noche te marco. No se vayan muy noche.

-          Tu tranquilo.

-          De acuerdo. Te amo, linda.

-          Te amo. Cuídate mucho.

Colgué. Al pasarla puerta, no me dirigí con los demás. Cambie de rumba hacia los cuartos. Pasé la puerta de la recamara de mi hermana y llegué a la de Damian. Me asomé cuidadosamente y para mi sorpresa se estaba cambiando la camisa. Estaba de espaldas descubierto. Se que iba al gimnasio. Y vaya que si le funcionó. Tenía la espalda marcada, y un culo que no podía ignorar. Me mordí los labios del antojo por agarrárselo. Conté hasta tres y entré.

-          Ay estás aquí!! Perdón.

-          Descuida, ¿me ayudas?

-          …¿a que?

-          A abrochármela.

-          Ajá.

Caminé a él un poco nerviosa. No se porque si ya hemos tenido encuentros no muy apropiados, pero en fin. Llegué a él y le empecé a abrochar. Vi su pecho, su abdomen. Estaba un poco marcado. Ligeramente pero se veía bien. Hombros hacia atrás, bien enderezado. Lo que pocos hombres hacen.

-          Estás linda hoy.

-          …gracias.

Terminé de abrochar su camisa.

-          Listo, dije resbalando mis manos sobre su pecho como si planchara su camisa con ellas.

Al girar mi cuerpo y antes de que diera el segundo paso, me tomó del brazo derecho y me jaló hacia él.

-          No te vayas, espera.

Descansó sus manos sobre mi cintura y me empezó a besar el cuello.

-          ¿Por qué no me dices que ya sabías que estaba aquí?

-          Espera, detente. No sabía, dije tomando sus brazos pero sin apartarlo.

-          No te hagas, tía.

Quitó sus manos de mi cintura y las bajó a mi trasero para apretarlo.

-          Mira que culo. Bien levantado.

-          Damian.

No se porque me hacía la estúpida si eso era lo que quería. Había conseguido mi objetivo. Sus manos manoseaban mi culo. Lo masajeaba.

-          Me encanta tu culito, tía.

Al tener el pantalón abierto, tomó mi mano izquierda y la llevó a dónde más quería yo.

-          Ven, tócame. Agárrame la verga.

La tenía un poco dura. La apreté y la comencé a frotar.

-          Eso, jálamela.

No dejaba de tocarme. Me besó. Metió su lengua a mi boquita. La chupé. Nuestras lenguas jugaron. Subió mi blusa descubriendo mi ombligo, mis costillas hasta mostrarle mi sostén.

-          Mmm que ricas las tienes.

Las apretó.

-          ¿te gustan?

-          Claro que si.

Desabrochó el seguro y salieron de las copas.

-          Mira que ricas.

Agarró mi pecho izquierdos y lo apretó. Me inclinó a él y chupó la punta.

-          Si. Chúpala.

-          Te sabe rica.

Seguí jalándole la vergota. Estaba bien dura y parada. La boca se me hacía agua. Quería probársela. Las ganas de comerle el miembro aumentaban con sus chupetes en mis pechos. Su lengua lengüeteaba mi punta izquierda.

-          Estás linda, tía.

-          Sigue.

Subió su mano izquierda y agarró mi seno derecho e hizo lo mismo. Lo apretó hasta que mi punta resaltara y la empezó a lengüetear.

-          Que rico, dije excitada.

-          Te saben bien ricas.

-          ¿si? Jaja.

-          Si.

Me aparté un poco y me arrodillé. Le bajé el pantalón y saqué de su bóxer esa larga y dura vergota.

-          Mmm!!

Tragué saliva y mojé mis labios.

-          ¿te gusta?

-          Si.

Acerqué la cara y la olí.

-          Huele rica, dije sonriéndole.

Abrí la boca y le chupé el glande.

-          Chúpala toda, tía.

Volví a abrir mi boca y me metí la mitad de su pene. Succioné.

-          Aaahhh!!! Sii!!

Volví a succionar.

-          Que rico!!

Agarró mi cabeza y me peinó. Me hizo una coleta y la enredó en su mano. Balanceó su cintura y me la metió más.

-          Trágatela bien, preciosa.

Cerré los ojos disfrutando esa penetración. Su punta chocó mi campana casi bajando por mi garganta.

-          Te vez hermosa así.

Abrí bien la boca para que me la sacara. La retiró y la volvió a meter. Le excitaba tanto penetrarme la boca que la metió toda. Abrí los ojos. Me tapó la garganta con su verga. Me la dejó y me agarró fuerte la cabeza para que no se me saliera. Mi saliva empezó a escurrir por mis labios. Empecé a toser. Me estaba quedando sin aire. Me quise apartar pero me tenía muy bien agarrada. No podía aguantar más, me estaba asfixiando. Me soltó y di un gran respiro de alivio.

-          Ssshhh, tranquila, ya.

Tomó su verga toda cubierta de saliva y golpeó mis labios con su punta. Mi corazón no dejaba de palpitar.

-          Tu labial está todo corrido.

No dije nada. Me levantó tomándome de los hombros. Guardó su miembro y se abrochó el pantalón. Salió sin decirme nada. Quedé aparada sin saber que pensar. Me abroché el sostén y me bajé la blusa. Entré al baño de Damian y me lavé la boca. Regresé al comedor. Estaba en su celular al igual que su hermana y sus primos. Los demás platicaban como si nada hubiera pasado.

-          ¿Qué dice mi papá?, me preguntó Carolina.

-          Saludaba. Que como estábamos. Llamó a la casa y nadie contestó y le dije que vinimos a comer con tus tíos. Luego llamará.

-          ¿Qué dice el yerno?, preguntó mi papá.

-          Nada. Sólo saludaba.

Platicamos un poco de mi esposo, de su trabajo, y demás. En los relatos casi no lo mencionó. Es gerente de una agencia de autos de Monterrey y casi no lo vemos. No se si tendrá sus queveres por allá, y si es así, no tengo porque sentirme mal.

-          Parece que ya es hora del postre, anunciaba mi hermana.

Sirvió flan a cada uno. Mientras me lo comía miraba a Damian. A mitad del postre, llegaron unos primos a visitar a mi hermana. Saludamos. Juntamos otra mesa y más sillas.

-          Voy por más platos.

-          Yo voy, dijo mi hermana.

-          Yo, tranquila.

Me levanté y caminé a la cocina. Mientras sacaba los platos, Un cuerpo se paró detrás de mí.

-          Te veo en un rato en mi cuarto, me susurró.

No dije nada y llevé los platos. Él ya no estaba en el comedor.

-          Ahorita vengo, voy a hacer una llamada, le dije a mi hermana.

Todos seguían charlando. Mis hijos con sus tíos y sus primos. Caminé por las recámaras y entré a la de Damian. No estaba. De repente sentí un peso sobre mí que me empujó más a la recámara.

-          Ya te estabas tardando, dijo Damian abrazándome el estómago.

Al estar detrás de mí, acaricié sus brazos y recosté mi cabeza sobre su hombro derecho. Besó mi cuello y bajó su mano derecha tapando mi entrepierna.

-          Mmm!!, tienes caliente la concha, que rico.

-          Ajá.

-          ¿te gustó chuparme la verga?

-          Si.

-          ¿Qué tal te supo?

-          Rica.

-          Me hubiera gustado que terminaras, pero íbamos a tardar más.

-          Ajá.

No pensaba mucho para contestar. Sus dedos acariciaban mi vagina. Aun que era por encima del pantalón, sentía rico.

-          Me encantas, tía. Me encantan tus pechos.

-          ¿Qué tanto?

-          Mucho. Igual tu culo. Lo tienes rico. Bien parado.

-          ¿Qué quieres hacer ahora?

Hacía mis preguntas con los ojos cerrados. Disfrutaba de su mano sosteniéndome ahí abajo.

-          Tocarte un poco.

-          ¿si?

-          Si, tía.

Quitó su mano de mi vagina y la pasó a mi trasero. Amabas manos sostenían mis nalgas.

-          Tienes un traserito bien rico, tía.

Apretó mis glúteos, los pellizcó. Sus dedos se colgaron del resorte del mallón y me lo bajó hasta los muslos. Descubrió mis nalgas. Tenía un diminuto calzón que se metía entre mis glúteos cubriendo mi agujero y mi rajita.

-          Ahora si te luciste con este diminuto trapo.

-          ¿tu crees?

-          Claro, hermosa.

Me dio una nalgada en el glúteo derecho. Agarró la tela que tenía metida en el culo y la dobló para sacarla y desnudar esa zona.

-          Mmm! Que rico. Ojalá pudieras regalarme este calzoncito para olerlo en la noche. Apuesto a  que lo apestaste muy bien con este culo que tienes.

Su mano izquierda sostuvo la delgada tira de mi calzón y su otra mano vagó por mis dos nalgas. Me enderecé. Sus dedos se metían entre mis glúteos rosando mi apretado agujero.

-          Que rico lo tienes. Apretado.

Rascó mi ano con la yema de su dedo.

-          Abre bien tu culo, tía.

Agarré mis nalgas y las separé.

-          Eso así. Dios, que rico rabote.

Sus manos acariciaban mi orificio.

-          ¿quieres que te lo chupe?, me preguntó en voz baja y excitado.

-          Ajá.

Tragué saliva, cerré mis ojos y esperé a que lo hiciera. Sus dos manos cubrieron las mías y al mismo tiempo sentí su lengua resbalando sobre mi agujerito. Lamía lentamente. Sentía un cosquilleo. Su lengua humedeció mi zona. Se puso de pie, diciendo:

-          Te sabe bien rico el culo, tía.

-          ¿si?

Acarició mi ano con su pulgar. Me rascó mi orificio y lo penetró lentamente hasta profundizarlo bien. Lo movió.

-          ¿sientes rico?

-          Si.

-          Me gustas mucho, tía. Me paras la verga bien rico con verte el culote.

-          ¿si?.

-          Si. A veces me masturbo pensando en como te lo chupo y te cojo por el agujerote que tienes.

Me calentaba tanto que dijera sus perversas palabras. Retiró poco a poco su pulgar hasta destapar mi orificio. Apreté el ano. Lo volvió a meter.

-          Ya no lo tienes tan apretado. Seguro te puede entrar fácil mi verga, ¿no?

-          No lo sé.

Lo sacó de nuevo y lo subió a su boca.

-          Mmmm!! Que rico.

Se desabrochó el pantalón y se sacó tan rápido como pudo su tremendo miembro. Lo untó en mi culo. La tenía caliente y dura ya. Se pegó a mí.

-          Siéntela, la tengo bien dura.

-          Ajá. ¿quieres meterla?

-          ¿tu quieres?

-          Si.

No podía esperar más. Si íbamos a hacerlo que fuera ya. Estaba muy excitada y con ganas de sentirla bien adentro. Colocó su punta en mi ano y la empujó con fuerza.

-          Lo tienes bien apretado.

-          Si. Métela más.

Me inclinó hacia adelante y la enterró más.

-          Que rico, sigue.

Me habían entrado como 10 centímetros de su vergota. Apreté el ano.

-          Eso, apriétamela.

Me enderecé. Me abrazó y se columpió adentrándola más.

-          Ya casi te entra todo, tía.

-          Si, tu sigue.

Empezó a columpiar su pelvis de modo que sintiera como me la metía y me la sacaba.

-          ¿te gusta, tía?

-          Ajá.

Caminó empujándome a la pared. Mis pechos chocaron en el muro y me la empujó con fuerza.

-          Aaahhh!!!

-          ¿así te gusta?

-          Si!!

-          ¿te dolió?

-          Un poco.

Me agarró del cabello y lo jaló. Mi rostro miraba el techo. Siguió cogiendome. Me llenaba el culo con esa verga.

-          Que rico te entra.

-          …si.

Cerraba los ojos cada vez que la empujaba. Sentía rico que la enterrara con fuerza. Abrazó mi cuerpo tomando mi pecho derecho con su mano izquierda y con la derecha me apretó el cuello. Me excitó más que me tomara así. Estaba envuelta en sus brazos. La sacó lentamente y la volvió a meter.

-          Aaahh!!! Sii!!! Así!!

-          ¿te gusta que te la meta duro?

-          Si!! Se siente bien!!

-          Si, tía!!

La retiró liberándome de ese miembro. Colocó la punta en mi agujero bien abierto y la metió. Dios, su verga resbaló toda hasta en fondo. Mis paredes anales eran rosadas por ese cacho duro de carne.

-          Mmm!! Me encanta cogerte, tía!!

-          A mi igual!! Me gusta como coges!! Sigue!!

Sin soltarme me empezó a coger con ganas. Como un loco desesperado.

-          Que rico!!

-          Sigue!! Hazlo más rápido!!

-          ¿Me dejas meterlo en tu rica concha?

-          …si!! Está bien!! Pero espera.

-          ¿Qué?

Me di la vuelta. Salió su miembro de mi trasero y me agaché para tomarla y limpiársela con mi boca.

-          Eso!! Chúpala toda!!

Chupé tan bien como pude ese miembro. Le sabía ácida.

-          ¿Qué tal te sabe?

-          Rica. A culo.

-          Mmm!! Cométela bien, tía. Te vez bien chula. Aaahhh!!!

Seguí chupándosela hasta cubrirla bien con saliva. Le brillaba. Me puse de pie y me di la vuelta dándole la espalda.

-          Ya, métela.

La tomó y se agachó un poco. Frotó mis pliegues con su punta. Los abría con su glande.

-          ¿lista?

-          Ajá.

Dio una última caricia a mi vagina y la metió.

-          Dios, que rico!! Aaahhh!!!, gimió.

-          Mmm sii!!! Métela toda!!

-          Claro que si, tía!!

Se sintió tan bien sentirla adentro. Entraba tan rico su verga.

-          Si!! Métela toda!!

-          Dios, tía!!! Se siente súper rico!!

-          Sii!! Dame duro!! Cógeme con ganas!!

-          Lo que tu digas!! Aaahhh!!! Siii!!!

-          Eso!! Cógeme!!!

-          Que rico te entra!!! Mmmm!!!

Su miembro salía y entraba de mi mojada concha. Sentía riquísimo.

-          Tengo tantas ganas de venirme!!

-          ¿si?

-          Si, tía. Aaahhh!!!

-          Vamos!! Sigue!! No te detengas!!!

-          No, para nada!!!

Su verga estaba durísima. Rosaba mis paredes vaginales. Me abrazó y continuó cogiéndome. Su cara la enterraba en mi cabello.

-          Hueles muy rico, tía. Estás hermosa.

-          …gracias. Aaahhhh!!!

-          Guarda silencio.

Mordí mi labio inferior para sofocar mis gemidos. Sus manos manosearon mis nalgas.

-          Que sabroso culote, tienes. Tengo tanta suerte de chupártelo.

La yema de sus dedos acariciaban mis glúteos. De la nada metió su dedo medio derecho en mi trasero.

-          Mmm!! Que rico.

-          Ajá.

-          Lo tienes bien abiertote. Te entran hasta tres dedos.

-          No, no los metas.

-          ¿Por qué?

-          Porque no.

Siguió metiéndolo hasta dónde pudo. Me excitó mucho más. Su verga cogiéndome la concha y su largo dedo bien metido en el culo.

-          Que rico agujero tienes.

-          ¿si?

-          Si, tía.

Retiró su dedo y lo frotó en mi boca.

-          Pruébalo.

Lo hice. Lo chupé mientras él continuó cogiéndome con fuerza.

-          Aaahhh!!! Que rico!!! Dios, me voy a venir!!! Se siente…súper rico!!

-          Mmm!! Hazlo!!!

-          ¿segura?

-          …si!!, respondí con el dedo en la boca.

-          Está bien.

Sacó el dedo y rodeó mi cintura. Su ritmo aumentó. Dios, que rico lo hacía.

-          Eso!! Más!!

-          Siii!!! ¿te gusta mucho?

-          …siii!!! Coges rico!!!

-          ¿te gusta mi verga, tía?, ¿te gusta que te la meta en tu rica vagina?

-          Sii!!! Me gusta mucho!!

-          Aaahhhh!!! Ya casi!! Ya terminaré!!

-          Sii!!! Aaahhhh!!! Hazlo!! Ya!!! Termina!!!

-          Siii!!! ¿tu te vendrás?

-          …no!!! No creo!! Pero…seguro en…otro momento lo haré!! Sigue!!!

-          Sii!!! Aaahhh!!! Que rico!!! Sii!!!

-          Vamos, mi amor!!! Termina!! Lléname de semen!!!

-          Sii!!! Ya, tía!!! Ya, ya, yaa!!! Dio, dios!! Si, si!! Aaaaaahhhhh!!!! Dios!!!! Que ricooo!!!! Aaaahhh!!!!

Su verga expulsó ese líquido dentro de mí. Chorreaba de semen. Me cogía con ganas sin dejar de eyacular. Gemía muy rico.

-          Eso!!! Eyacula lo que quieras!! Lléname toda!!

-          Siii!! Tía!!!

Su voz sonaba cansada, entrecortada. Su respiración era lenta y pausaba. Recargó su mentón en mi hombro izquierdo. Unos segundos bastaron para reponerse. Sacó su miembro un poco flácido y se volvió a arreglar el pantalón.

-          Gracias, dijo dándome un beso en el cachete izquierdo y salió del cuarto.

Aunque me sentí un poco utilizada, no pude quejarme, lo había disfrutado muy bien. Solo me carcajeé y me limpié dentro de su baño. Al volver al comedor ya no estaba mi hija. Revisé el patio y estaba sentada en la fuente.

-          ¿Qué haces?, le pregunté.

-          ¿Dónde estabas?, preguntó seria sin responder mi pregunta.

La sangre recorrió todo mi rostro.

-          Hablando por teléfono.

-          ¿en el cuarto con Damian?

Tragué saliva. Me mordí los labios.

-          Mira, me mostró la pantalla de su celular.

Me había grabado. Estaba Damian de espaldas. Grabó cuando me tuvo recargada sobre la pared. Quise arrebatarle el celular, más no pude. Esquivó mi mano.

-          Tu si que necesitas ayuda, dijo enojada y entró al comedor.

Quedando sola y sin saber que hacer, esperé a que mi furia se calmara. Dije un sinfín de groserías en mi mente. Al anochecer volvimos y Carolina sin decir nada se encerró.

-          Hasta mañana!!!, le grité.

Jorge se fue a su cuarto igual. Me sentía como una estúpida. Me lavé los dientes, la cara, me cambié y me acosté esperando a que mis ojos se cerraran y mi mente descansara olvidara todo lo sucedido en ese día.

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