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Bajando los humos a los primos

en Dominación

Ana y Carlos eran hermanos, igual que Mónica y Pablo, y a la vez eran primos entre sí. Los chicos tenían catorce años y las chicas trece. Las familias vivían en ciudades distintas pero, desde que eran pequeños, todos los veranos se juntaban durante un mes en un chalet con piscina que compartían ambasfamilias. Los cuatro primos siempre se habían llevado muy bien y jugaban juntos a todo, hasta que el paso de los años empezó a cambiar las cosas. Ya el año anterior, cuando las diferencias físicas entre sexos empezaban a manifestarse, los chicos habían estado un poco remisos para jugar con ellas.
Pero este año, la situación cambió ya del todo: en el transcurso de los últimos doce meses Carlos y Pablo habían experimentado un gran cambio físico, en parte por estar ya en plena adolescencia y en parte porque el ejercicio físico había dejado huella. Ambos eran, en sus respectivos colegios, la estrella del equipo de basket, habían crecido bastante en altura, ensanchado de hombros, y las pesas que les mandaba hacer el preparador físico también se dejaban notar en sus
brazos y piernas. Además, sus cuerpos ya comenzaban a estar recubiertos de masculino vello. Durante el cursos ya habían tenido sus primeros escarceos con chicas, con las más desarrolladas de la clase, ya que ellas siempre buscaban estar con los chicos más populares, entre los que estaban ellos. Por elcontrario, Ana y Mónica, además de tener un año menos, estaban poco desarrolladas para su edad y eran muy infantiles. Aun no habían tenido contacto con chicos, y sólo les interesaban sus estudios y sus juegos de niñas. 

Con estos antecedentes, al juntarse este verano ya nada fue igual, aunque curiosamente sería inolvidable para todos ellos...Los chicos ya no querían jugar con ellas a nada, porque las veían demasiado niñas para lo machitos que eran ellos, y las rechazaban de mala manera. Ellos no hacían más que jugar al basket y hablar de tetas y culos, y de las pajas que se"cascaban" todos los días, lo que escenificaban con las chicas delante, para impresionarlas, haciendo el gestocomo si se estuvieran agarrando unas pollas del tamaño de bates de béisbol.
-Con la regla de quince centímetros que tenéis en vuestro estuche no os llega para medírnosla, jajaja-decía Pablo, a la vez que se bajaba un poco el bañador, lo suficiente para que ellas pudieran ver y admirar su orgullosa mata de viril vello púbico que sobresalia sobre el bañador.

 También se reían continuamente de ellas por tener unastetas tan pequeñas. Carlos les dijo un día: chicas, no sé para que lleváisbikini, para lo que hay que tapar, jajaja. Los dos altivos machitos se partíande risa. Ellas estaban muy enfadadas por el mal trato recibido, recordando con nostalgia los muchos años jugando juntos, cuando ellos eran más niños. Pero lopeor llegó cuando esa tarde, en la piscina, los chicos decidieron divertirse humillándolas: ambos se acercaron a ellas por detrás buceando, sin ser advertidos, cuando salieron de repente del agua y se lanzaron a desatar rápidamente los nudos traseros de sus bikinis: 
Carlos el de Mónica y Pablo el de Ana. Dieron un tirón quedándose con ellos en la mano y dejando a sus primas con sus todavía incipientes senos a la vista. Ellos los levantaron como un trofeo, mientras ellas lloraban desconsoladas de vergüenza. Se acercaron a ellos tratando de darles un bofetón, pero los fuertes brazos de los muchachotes sujetaron fácilmente sus muñecas. 

Pablo gritó: hey, pequeñas, donde creéis que vais. No debería importaros mucho, porque aún sois muy niñas, y las niñas no pueden competir con los hombres.

Estaba claro que los dos primos estaban muy creídos. Esa tarde, Ana y Mónica se juntaron en la casa, no tenían ganas de bañarse, y se pusieron a cavilar, mientras fuera, en la piscina, se oían las voces de sus primos, que ya habían comenzado a volverse más graves y masculinas. Ana dijo: tenemos que vengarnos y humillarlos, hayque conseguir dejarlos desnudos de alguna manera, para que no se crean tan machitos. Pero Mónica veía pegas: me parece bien, pero como están tan orgullosos de sí mismos, presumirán de sus grandes penes y se reirán de nosotras. Bueno, bueno, dijo Ana, eso de grandes penes está por ver, porque es muy fácil presumir de boquita. A su edad aún no los tienen desarrollados del todo, por mucho que vayan de machitos. Además, lo que ellos llaman orgullosamente sus "pollas", tienen momentos en que no merecen llamarse así, y ese momento es el que hay que aprovechar para dejar sus vergüenzas al aire. Tienes razón, dijo Mónica, un buen rato dentro del agua fría hace que sus penes se encojan mucho, y a ellos no les hará ninguna gracia que los veamos en esa situación, será muy malo para sus reputaciones masculinas. Imagínate si las chicas de su clase pudieran verlo... A Ana le entró una gran excitación con las palabras de su prima. Pero aún faltaba algo más: había que sacar partido a lo buenas estudiantes que eran y a sus conocimientos de química, entre otras cosas. A Ana se le ocurrió algo maquiavélico: que te parece si....Mónica quedó impresionada por la ocurrencia de su prima, y rápidamente pusieron manos a la obra, mientras fuera seguían vociferando sus bravuconadas los dos orgullosos primos, ajenos a todo.
A la mañana siguiente era el gran día. Para empezar, las chicas se las habían ingeniado para que el agua de la piscina se hubiera renovado del todo, de modo que al Sol no le había dado tiempo de calentarla, y estaba especialmente fría. Por otro lado, las dos primitas habían ideado cierto líquido que habían disuelto en el depósito de agua de las duchas que había al borde de la piscina. La guinda eran ciertos "arreglos" que habían hecho en los bañadores de estos dos aprendices de hombre: ambos tenían un cordón que ceñía el bañador a sus cinturas, de modo que un simple tirón hacia abajo no tendría éxito. Por eso, ellas habían cortado los cordones por la parte de atrás, de manera que nadie pudiera notarlo y así conseguir que aunque hicieran un fuerte nudo delantero, en realidad el cordón no apretaba, y lo único que sujetaba el bañador a sus masculinos cuerpos, ocultando sus orgullos, era la cintura elástica, que poca resistencia podría ofrecer ante un tirón dado con decisión.
Con todo este trabajo preparado, las primas se sentaron a esperar en las tumbonas, viendo como sus primos salían de la casa con sus bañadores puestos y se dirigían a las duchas. De pronto a ellas les entró una gran excitación ante lo que venía: ¿funcionaría bien su "invento"?. Sólo lo sabrían dentro de un rato. Ambos muchachos se ducharon rápidamente antes de lanzarse al agua: ellas ya contaban con que la ducha sería corta, pero eso no les preocupaba sabiendo que a la salida de la piscina se ducharían otra vez. El secreto era que el líquido que habían echado en el depósito de las duchas, que no tenía color ni olor, para no levantar sospechas, era un potente depilador, que eliminaba instantáneamente el vello corporal si no era aún muy fuerte, como era el caso de sus dos adolescentes y orgullosos primos, que aún tenía más aspecto de pelusilla que de pelo arraigado. Por eso el pelo de la cabeza no corría peligro, pero el resto sí. 
Ellas comprobaron, acercándose a las duchas, que algunos pelillos ya habían caído, pero habría que esperar a la segunda ducha para que su obra fuera completa. Los dos llevaban un rato en el agua, quejándose de lo fría que estaba. Viendo que podían salir demasiado pronto y que quizás sus atributos aún no se habrían encogido lo suficiente, ellas les picaron en su orgullo: ¿pero dos hombretones como vosotros no aguantan el agua fría? Pues claro que sí, niñata, contestó Pedro, y pese a no apetecerles nada, los dos continuaron un buen rato en el agua, tiritando de frío. El suficiente, pensaron ellas. Por fin llegó el momento, los dos salieron del agua y fueron directos a las duchas, esta vez aguantaron más tiempo que la primera vez, para quitarse bien el cloro de la piscina, sin ser conscientes de que ese "inocente" agua se había llevado consigo todo resto de uno de los símbolos externos de masculinidad de los que más presumían ellos, desapareciendo todo el vello de sus piernas, brazos....y algo más: su hermosa mata de vello púbico, que adornaba orgullosa por encima de sus viriles miembros y sobre sus aún inmaduras bolas, había sido arrasada por completo, sin dejar ni rastro.
 El último acto comenzó cuando ellos, que salían sonrientes de las duchas, fueron llamados por sus madres para hacerse una foto con sus primas (lo cual, "casualmente", había sido idea de las dos niñitas). Ellos estaban reticentes,pero las madres se enfadaron, y no les quedó más remedio. Ana y Mónica se colocaron estratégicamente una a cada lado de su primo, pasando el brazo por detrás de sus cinturas. Cuando la cámara estaba preparada, ambas tuvieron una mirada cómplice y, de un rápido movimiento, agarraron la cintura de los bañadores de los dos presuntuosos machitos, que posaban sacando pecho, y ¡alejop! tiraron para abajo con todas sus fuerzas, hasta llegar a los tobillos. 

El espectáculo que allí surgió fue superior al esperado: los dos aprendices de macho no tenían en su entrepierna más que un ridículo bultito, formado por una mínima colita de sólo dos centímetros y unos casi invisibles huevecillos, no más grandes que una avellana. Todo ello aderezado con que no había un solo vello alrededor y que sus cuerpos, pese a la incipiente musculatura, aparentaban ser mucho menos masculinos al tener brazos y piernas pelados por completo. 
Ellos, completamente avergonzados, llevaron instintivamente ambas manos a su entrepierna, intentando evitar lo inevitable, porque el par de segundos que tardaron en reaccionar desde que vieron descender sus bañadores hasta sus tobillos había sido suficiente para que la foto inmortalizara el momento. Ana y Mónica, triunfantes, se partían de risa: para qué os cubris con las dos manos, si con un dedo os sobra?jajaja, decía Ana. Y Mónica añadió: a esto es a lo que llamáis vosotros polla? No llega ni a pilila, jijiji. Para medirosla me sobra con un dedal de juguete, jajajaja. Las madres, viendo la escena, lejos de reñir a las chicas por lo que habían hecho (a fin de cuentas era una justa venganza), aguantaban sus risitas a duras penas: pero hijos, si seguís teniendo el mismo pitilín que cuando andábais a gatas, no pensé que estuviérais tan retrasaditos. Ni siquiera os ha salido pelo en vuestras bolitas, jijiji. 

Carlos y Pablo, humillados y rojos como tomates, estaban como paralizados, sin saber qué decir ni cómo le había podido pasar esto a su viril entrepierna. De momento sólo les preocupaba subirse desesperadamente el bañador para taparse sus disminuidos atributos masculinos, cuando de repente se dieron cuenta de que esa foto debía desaparecer, pero ya era tarde. Ana y Mónica habían reaccionado antes y se habían llevado la tarjeta de la cámara digital, para esconderla como oro en paño: en el curso siguiente, la utilizarían para quitarle a sus una vez orgullosos hermanitos toda su reputación de machitos, y hacerles perder la popularidad ante las chicas. Por otro lado, a Carlos y a Pablo no les quedaron ganas de volver a mofarse de unas tiernas infantes para el resto de sus vidas...

 

Espero vuestros comentarios y opiniones. Si quieres una continuación decidlo, de ser así la escribiré.