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¿Conocéis una web que se llama Todorelatos? (1)

en Hetero: Infidelidad

  • ¿Conoceis una web qué se llama Todorelatos

Laura nos hacía esa pregunta a Lucía y a mí mientras pasábamos de los postres a los cafés en una de nuestras cenas de matrimonios amigos que solemos hacer más o menos una vez al mes. En este caso, de un solo matrimonio, el formado por Lucía y por mí, porque Laura, íntima amiga de mi mujer, estaba atravesando la enésima crisis en su matrimonio. Su marido Antonio, buen colega nuestro también, esta vez había abandonado el hogar familiar en lo que parecía ser, no una más de sus habituales crisis de pareja, sino el fin de la relación

  • He oído hablar de ella en las páginas de economía, respondí yo. Pertenece al mismo tío que creó ForoCoches, un pavo que por lo visto, se debe de estar forrando. Creo que es como un foro de relatos porno o algo así ¿no

Estaba mintiendo, conozco perfectamente Todorelatos y a veces he subido algún relato erótico allí pero si no quería tener una bronca, o algo peor con Lucía, mi mujer, mejor no hacerlo público.

  • Sí, sí, respondió Laura, a quien le encantaba hablar de temas subidos de tono incluyendo su propia vida sexual para desesperación de Antonio, su todavía marido, y de mi mujer a quien ese tipo de conversaciones le ponen muy incómoda. 

  • Pues yo no tenía ni idea, prosiguió Laura, pero el otro día Mariló, la de administración, dijo mirando a mi mujer, me contó que alguien había publicado allí una historia que tenía que leer. Total, que me mandó el enlace y no te lo vas a creer...

  • ¿Por? respondió Lucía sin mucho convencimiento porque se temía, con razón, que le estaba dando pie a Laura para una de sus disertaciones lúdico-sexuales que tan poco le gustaban.

  • A ver, os comento… dijo Laura ya enfilada y dispuesta a hacernos disfrutar con sus cotilleos. La historia en este caso es casi lo de menos, pero es que te juro Luci, que yo diría que lo ha escrito alguien de nuestro curro.

Lucía y Laura se conocían desde que empezaron a trabajar en una multinacional de la tecnología hace ya muchos años. Su carrera discurrió casi en paralelo desde aquel momento, hasta tal punto que en la empresa les llamaban “las dos eles” por sus nombres. En este momento, con los cincuenta a la vuelta de la esquina para ambas, ocupaban posiciones comerciales en la empresa, nada mal pagadas por cierto. De hecho, hace ya tiempo que mi mujer gana bastante más que yo, que trabajo en ingeniería en un sector que está en las antípodas del suyo.

Imagino que por dentro, la empresa de “las dos eles” sería como cualquier otra pero yo la conocía básicamente por las historias que mi mujer, y en días como hoy también Laura, me contaban. Como eran dos cotillas, y en el caso de Laura, además morbosa, pues me acababa conociendo todos los líos, trapos sucios y cotilleos mejor que los de mi mismo trabajo.

  • A ver... da más detalles, le preguntó mi mujer a Laura

  • Pues hija... es largo de explicar… de entrada los personajes, es que me suenan todos… no podría decirte que todos ellos sean personas concretas pero es que el pavo que lo ha escrito ha cogido rasgos de aquí y de allá que es que te suenan muchísimo cuando lo lees. La protagonista es una mujer, la jefa de ventas de la empresa, pero que sea mujer, no tiene nada que ver… te juro que es el mismísimo carácter de Ricardo, nuestro jefe de ventas actual, dijo mirándome a mí como si no me conociese la vida y milagros de su jefe, casi mejor que el del mío.

  • Laura, no me seas fantasma, replicó mi mujer. Si le echas fantasía puedes encontrar similitudes entre cualquier conocido y los personajes de “Los pilares de la Tierra”.

  • Te digo que no... le contestó Laura. Mira... el relato se titula “Evento de Trabajo” y transcurre como dice el título en uno de los eventos típicos que hay en todas las empresas del sector, pero es que está muy bien descrito… vamos que dudo mucho que el que lo haya escrito no haya estado en alguno. Y vale… eso no prueba nada porque en todas las empresas los hacen y todos acaban siendo iguales pero es que este, no es sólo que lo sitúe en Malta, es que la protagonista aprovecha el festival para tirarse a un empleado más joven y al enterarse otro empleado más senior, acaba queriendo chantajearla con sexo bajo amenazas de denuncia por mobbing… ¿Y de qué te suena?

  • Joder, algo muy parecido a lo que pasó en nuestro evento del año pasado…

  • ¿Qué dónde fué...? Le preguntó Laura a Lucía.

  • No fué en Malta. Fué en Mallorca.

  • Y las dos empiezan por eme.

Las dos estallaron en risas por la ocurrencia mientras yo ocultaba mi cara de sorpresa y le pedía unos gin tonics al camarero, intentando estar lo más callado posible.

Ese relato lo había escrito yo.

Por supuesto que estaba bien ambientado. Con todas las historias que me contaba Luci, como para no estar informado de lo que pasaba en su empresa. Además en un par de ocasiones en las que a los eventos se invitaba a las parejas y pude pedir días en mi trabajo, acudí a ellos como consorte, así que sabía perfectamente el tipo de cosas que sucedían. El origen del relato estaba en un cotilleo que ellas me habían contado de lo que pasó en Mallorca con un manager de su empresa que por lo visto tenía un lío extramatrimonial con una compañera del trabajo que era más o menos conocido en su círculo pero es que durante el evento se enrolló con otra empleada mucho más joven y la primera, cuando se enteró del tema, le montó un pollo en la cena delante de toda la empresa, de forma que a la vuelta tuvo que vérselas con Recursos Humanos y con su mujer, que después del follón, se acabó enterando de todo. Pero vamos… yo había añadido muchas cosas de mi cosecha como lo el chantaje a cambio de sexo.

Por supuesto, todas la escenas de sexo del relato, eran o recuerdos míos de mis tiempos jóvenes o fantasías que a uno se le ocurren de cuando en cuando. Y digo esto porque si hubiese usado mis experiencias sexuales con Lucía para un relato, este daría como mucho para un guión de película Disney.

Lucía y yo nos casamos yo con treinta y ella con veintisiete. Enseguida tuvimos a nuestro único hijo, que ahora ya está terminando la carrera y este año se ha ido de Erasmus así que nos ha dejado solos (versión Lucía) o libres (según mi versión). Yo me enamoré como un idiota de Lucía cuando la conocí aunque eso sí, Luci nunca ha sido lo que podríamos llamar una mujer fogosa y eso al principio de nuestro matrimonio, porque ahora nuestras relaciones sexuales no diré que sean inexistentes pero son muy escasas y tremendamente aburridas para lo que a mi me gustaría. Y esa es básicamente la razón por la que le tengo tanta afición a Todorelatos. Ya que no puedes cumplir tus fantasías sexuales pues al menos lees las de los demás y oye… cuando están bien escritas, pues le das al manubrio y te desahogas. 

Lucía en esto no se parecía en nada a Laura, su amiga del alma. Es verdad que yo con su marido, Antonio, tampoco tenía confianza como para preguntarle por temas tan personales, pero si era verdad lo que Laura contaba, o al menos insinuaba, los días que se tomaba un par de copillas, en la cama debía de ser de todo, menos aburrida.

  • Te voy a enviar el enlace para que lo leas, le dijo Laura a Lucía, pero las escenas de sexo son fuertecillas, te advierto, y conociéndote casi seguro que te vas a escandalizar.

  • No me apetece leer ese tipo de guarradas, contestó mi mujer, pero me has dejado con la intriga de si tendremos a un escritor, o escritora, cerdetes en la oficina.

  • A ver... contestó Laura, el autor firma con un nombre bastante poco imaginativo “relatos de Madrid” o algo así y no da visibilidad ni de su correo, ni de su sexo pero a pesar de que la historia está contada desde el punto de vista de la protagonista femenina, ya te digo yo que es un tío.

  • Joder qué perspicaz… ¿Y cómo lo sabes?, le pregunté yo, aunque nunca debería haberme metido en ese jardín, no fuera a ser que dijese algo de más y me terminaran descubriendo las dos brujas.

  • Pues por las escenas de sexo. Ya te digo yo que las mujeres nunca usamos determinadas expresiones mientras lo hacemos y además al describir lo que ella siente, se nota que no es una mujer y es un tío escribiendo lo que él se imagina que siente una mujer.

Me tuve que morder la lengua para no ser descubierto pero en lo de las expresiones, no las usaría ella, y menos aún mi mujer, pero aún recuerdo a mis novias y rolletes de antes de casarme con Lucía y por supuesto que las usaban. En cuanto a las sensaciones y sentimientos, es verdad que en eso las mujeres son más opacas y probablemente en mi relato se habían colado cosas fruto de ver tanto porno (a escondidas) o de leer otros relatos.

  • ¿Y por qué no te abres una cuenta de correo personal para que no te reconozca y le mandas un correo intentando sonsacarle algo de información? preguntó Lucía. Seguro que es un pervertido y si le lías, algo te suelta. Fijo.

  • ¿Qué te crees? ¿Qué no se me había ocurrido? Pero ya te he dicho que tiene su mail oculto

Estuve dudando un minuto si intervenir o dejarlo correr para no dar ningún tipo de pista, pero mi mente retorcida y el gin tonic, todo hay que decirlo, elucubraron que a lo mejor me podría pasar un buen rato si Laura escribía al autor del relato sin saber la personalidad real del mismo, que no era otra que la mía.

  • ¿Y los relatos no se pueden comentar? Pregunté yo haciendo como que no lo sabía

  • Sí, sí … dijo Laura, y todo el mundo puede leer los comentarios pero es como en los periódicos, si quieres comentar tú, tienes que registrarte.

  • Pues hazlo. A ver, no conozco esa web pero imagino que será como Facebook o el resto de redes sociales o foros y te van a pedir una dirección de correo. Haz lo que te dice Lucía abriéndote una cuenta personal que no refleje ni tu nombre ni tu trabajo y deja esa dirección visible. Luego le mandas un comentario al relato y si lo haces con picardía, el autor mirará en tu perfil y contestará a tu correo personal porque al ser los comentarios visibles a todo el mundo y si efectivamente el autor o autora trabajan en vuestra empresa, lo último que va a querer será dar pistas que todo el mundo pueda leer.

  • Coño Pepe... replicó Laura. Pues fíjate que no te digo yo que no lo haga.

A Laura el vino de la cena y ahora la copa, ya le estaban haciendo efecto. Yo me llamo José María, aunque todo el mundo me conoce por Jose (sin acento)... pero Pepe sólo me lo llaman en familia y también Laura, cuando se le escapaba.

  • De todas formas, le dije, me imagino que si efectivamente el autor o autora…

  • … que no te líes, que es un tío. Me corrigió Laura cortándome el discurso

  • … que si el autor, proseguí, de verdad trabaja en vuestra empresa no creo que te dé ninguna pista

  • Bueno, si es un pervertido como dice Lucía, si le digo que trabajo en otro sitio y le pongo morbo al asunto, a lo mejor se le escapa algo que me da la pista para saber quien es. Y ya te digo yo, que es de la empresa, fijo.

Hicimos, bueno en realidad hicieron ellas, unas risas al respecto y yo pedí la cuenta antes de que se animaran con la segunda copa. No quería seguir bebiendo no fuera a ser que terminase soltando algún dato de más.

No era consciente del lío monumental en el que me estaba metiendo.

El día siguiente, sábado, me lo pasé de tiendas con Lucía que tenía que comprar no sé cuantas cosas para llevar a Pablo, nuestro hijo, en la visita que tenía planeado hacerle en dos semanas. Por la noche tanteé a Luci para echar un polvete pero vamos… sin ninguna convicción porque me esperaba la respuesta. Cómo quedaban dos meses para Navidad y el año pasado, para mi sorpresa, me obsequió con dos ocasiones, supuse que este estaría preparando algo similar y por tanto debía de reservar fuerzas.

El domingo, Lucía se marchó temprano para su caminata semanal, en la que solía hacer entre 10 y 15 Km. lo que le suponía entre 3 y 4 horas. Yo aproveché para vaguear y levantarme tarde, pero como mi mujer me había dejado por la noche con las ganas, decidí calentarme leyendo algo en Todorelatos y rematar con una gayola.

Casi ni me acordaba de la conversación de la noche del viernes, pero al entrar en la web se me ocurrió mirar por si tenía algún comentario nuevo en los relatos de “Evento de Trabajo” y… ¡¡¡Bingo!!!… había uno nuevo en el último capítulo.

Cuando lo leí, casi me parto de la risa.

Laura se apellida Cardenal y el alias que había escogido para la página era “cisneros69”. Esta mujer tenía un punto cachondo, coño. Había dejado el correo visible y aunque se identificaba como mujer, la muy puta se había puesto la misma edad que la protagonista de mi relato: 41 años, o sea, casi diez menos que los que tenía en realidad. Mujeres…

El comentario lo había escrito hacía menos de media hora y decía lo siguiente:

“Muy bueno y divertido el relato. Me encanta como describes a los personajes y las situaciones. Las escenas de sexo son muy excitantes aunque las descripciones que hace la protagonista, no son demasiado creíbles y te lo dice una mujer. Por los detalles, yo diría que tu trabajas en el sector.”

Joder con Laurita, sutil lo justo. Automáticamente abrí la página del correo personal en el navegador para responder usando la dirección de correo privado que ella había publicado:

“Querid@ cisneros69 muchas gracias por tus comentarios, siempre es un placer escuchar opiniones constructivas. Lamento decepcionarte y aunque lo conozco bien, no trabajo en el sector de la tecnología pero intuyo que tú si lo haces ¿Verdad? Las escenas de sexo son fantasías más o menos ocultas que tengo y acerca de la falta de credibilidad que comentas, cualquier mejora que me sugieras será de agradecer y la usaré en futuros relatos. Siempre que seas realmente una mujer claro, que Internet está llena de gente rara”

Le di a enviar y me fui a preparar un café. Al volver delante del ordenador con el café, dispuesto a calentarme con algún relato, me encontré con que ¡¡Laura ya había respondido!! Debía de estar conectada en ese momento.

El mensaje se titulaba “Espero convencerte ahora” y solo contenía un adjunto que al abrirlo hizo que casi se me cayera el café sobre el teclado. Era una foto de Laura desnuda delante de un espejo. Por supuesto, había tenido cuidado de no sacar la cara y tenía las piernas ligeramente cruzadas de forma que no se le viera el chocho de forma directa. Nunca había visto a Laura en bikini o bañador pero no había duda de que era ella y si vestida ya era una madura que se merecía un repaso, desnuda ganaba mucho. Las buenas tetas de las que siempre hacía gala con escotes generosos, sin ropa ni sujetador de por medio estaban bien firmes a pesar de la edad y diciendo cómeme. Con el repaso que le estaba dando a la foto, me empecé a poner palote y se me ocurrió seguirle el juego.

Aún faltaba una hora u hora y media para que volviese Luci, así que me quité el pijama que llevaba puesto y en nuestra habitación, donde tenemos un espejo de cuerpo entero, aproveché para sacarme una foto similar, enseñándole a Laura mi empalme. Como cabía la posibilidad, remota en cualquier caso, de que Laura, que no tenía ni idea de con quién estaba hablando, le enseñase la foto a mi mujer, yo cerré mucho más el campo y sólo mostraba la parte central de mi cuerpo con mi polla enhiesta. Me aseguré, moviendo el espejo y quitando cosas, de que no se viese nada que pudiese delatar que la foto estaba hecha en nuestra habitación y le mandé la foto a Laura con el siguiente mensaje: “Mira como me has puesto cisneros69”. Fotopene que diría mi hijo pero en versión viejuna.

A los diez minutos, cuando ya empezaba a pajearme pensando en Laura, llegó un nuevo mensaje suyo. En él, además de ponerse un poco chulita diciendo que las había visto más grandes, lo que no me molestó lo más mínimo porque yo ya soy consciente de que no gasto un chisme como el de Nacho Vidal, “cisneros69”, o sea Laura, me decía que ya que nos habíamos visto desnudos, le interesaba conocer más detalles de mi. Lo sorprendente del tema es que no preguntaba nada sobre mi vida personal o de mi trabajo para extraer conclusiones sobre si era un compañero de la empresa como ella esperaba. A Laura lo que le interesaban eran las escenas de sexo de mi relato y todas sus preguntas eran sobre si estaban basadas en experiencias reales o eran simplemente producto de mi fantasía.

Laura, me dio la sensación de que estaba cachonda perdida y hambrienta de sexo. Si Antonio y ella se acababan de separar, como ella misma nos había contado en la cena del viernes, probablemente llevarían ya unos meses de relación complicada y seguramente sin mucho roce. Yo también llevaba demasiado tiempo sin hacerlo. El último polvo con Luci había sido hacía un mes como poco, pero en mi caso estaba más acostumbrado. O eso pensaba yo.

Aunque fuese de forma virtual, lo de tener una aventurilla, me estaba gustando pero lo del mail era muy incómodo, así que le respondí a Laura contándole algún detalle de lo que me preguntaba y diciéndole que si quería podíamos chatear por Skype. Le comenté en el correo las instrucciones básicas para abrirse una cuenta, si es que no la tenía ya, y le dije que esa noche a partir de las once, estaría online. Quería aprovechar el poco tiempo que me quedaba antes de que volviese mi mujer para descargar pero terminó llegando antes de lo previsto y me jodió el plan.

Los domingos, Lucía se acostaba pronto y yo me solía quedar viendo la tele un rato más pero ese día le dije que iba a adelantar trabajo y me senté en el despacho delante de la pantalla, esperando que llegase un mensaje de “cisneros69”. 

Poco después sonó la campanita de nuevo mensaje en el chat.

  • Hola “madridRelatos” ya estoy aquí.

Empezamos a chatear preguntándonos por nuestros datos personales. Laura fue sincera y me contó que estaba casada pero que se estaba separando y que su marido se había ido de casa. Por mi parte, le comenté que estaba casado pero sin darle más detalles y que mi vida sexual era tremendamente aburrida, lo que también era cierto. Luego, Laura empezó a preguntar de forma morbosa, sobre las escenas de sexo de mi relato, preguntándome sobre mis experiencias y fantasías, sobre cuál de ellas me apetecía llevar a la práctica y por qué no lo había hecho aún. Le di algunos detalles e intenté llevar el agua a mi terreno preguntándole a ella cuál era la escena del relato que más cachonda le ponía.

  • La escena que más me pone, me dijo, es cuando él se corre en sus tetas y luego se las lame compartiendo ambos su leche.

  • ¿Tú no lo has probado? Le pregunté morboso

  • Los tíos en eso sois muy machistas, me respondió. Os suponeis que nos gusta tragarnos vuestro semen y a ver… a mi no me da ningún reparo hacerlo pero me fastidia que nunca, ninguno de los tíos a los que se la he comido hasta el final me haya besado después. Me parece fatal ¡¡es que es su leche!! En eso, opino lo mismo que la protagonista de tu relato.

  • Yo sí que lo hacía de joven, le dije. Mi mujer no me la chupa y si lo hace, es después de rogárselo y lo hace un momento para que se me ponga más dura pero antes de ella, tuve una novia que, alguna vez, me pedía que me corriese en su boca. Al final le acabas echando la leche donde cae, que suele ser fuera casi toda y siempre remataba dándome un morreo compartiendo mi propio semen. A mi al principio me sorprendió pero luego hasta me gustaba, además me parecía lógico lo de compartirlo. Lo de las tetas nunca lo he hecho pero me encantaría hacerlo contigo, le respondí.

  • Uyyy… vas muy deprisa, no?

  • Seguro que estarías encantada, le dije. Y con ese par de peras que tienes, sería una delicia.

  • Te gustó mi foto.. ¿Eh guarrillo?

  • Suponiendo que no la hayas bajado de Internet y seas tu de verdad sí me gustó, sí… estás para comerte.

  • Piensa lo que quieras, pero soy yo. Si quieres ponemos la cámara y nos vemos en vivo, sin las caras por supuesto.

Puff… me estaba poniendo cardiaco de nuevo y al final no había podido hacerme el pajote esa mañana, con lo que volvía a estar empalmado y a mil pero Lucía estaba en la habitación de al lado y no podía correr riesgos.

Le dije a “cisneros69” que estando mi mujer en casa, no podía conectar la cámara y que durante la semana, si le apetecía podíamos seguir chateando pero que el próximo fin de semana mi mujer tenía que visitar a sus padres que estaban ya mayores y estaría solo, con lo que podríamos preparar una sesión de chat con la cámara  encendida.

 

El siguiente viernes, Lucía que se había pedido la semana siguiente entera de vacaciones, se iba a visitar a nuestro hijo Pablo a Milán donde estaba de Erasmus. En realidad, Lucía iba a aprovechar el fin de semana para pasarlo en Roma, una ciudad que le encantaba, y luego el lunes por la mañana cogería un avión a Milán para pasar el resto de la semana con Pablo. Yo en esa época del año, tenía casi imposible cogerme vacaciones y había pensado acompañar a Luci el fin de semana en Roma y luego volverme el domingo pero ella no demostró demasiado entusiasmo. Estaba claro que quería perderme de vista un fin de semana y a mi sinceramente, también me apetecía pasar un fin de semana a mi aire. Y encima ahora con el rollo virtual con “cisneros69”, o sea, Laura, su mejor amiga, pues mucho más.

Durante la semana, Laura y yo chateamos una vez más por la noche, cuando mi mujer ya se había acostado y las conversaciones siguieron subiendo de tono por ambas partes. A Laura le sonsaqué que le había sido infiel a Antonio unas cuantas veces y por cierto, casi siempre en eventos del trabajo, pero siempre habían sido rollos de sexo sin más y que lo de su ruptura no tenía nada que ver con aquello. Aprovechando el tema, le pregunté si sus compañeras de trabajo también solían ponerle los cuernos a sus maridos pero ella se extrañó de la pregunta y yo mismo me di cuenta de que me podía poner en evidencia, así que cambié de conversación. Lo peor era cuando ella intentaba hacer lo mismo conmigo, porque yo no podía dar detalles, así que me inventé una vida aburrida de funcionario aunque eso sí, con amigos trabajando en el sector de las tecnológicas, lo que me había dado la idea para mi relato.

También hice pruebas con la cámara integrada de mi ordenador para preparar la sesión que suponía que íbamos a hacer el viernes y los resultados eran nefastos. La calidad era muy mala y como la cámara era muy difícil de orientar porque tenía que mover el PC entero, era complicado ponerla de forma que no saliera mi cara así que compré una cámara USB de mejor calidad y que pudiese mover con libertad.

El viernes por la tarde dejé a Lucía en el aeropuerto y después de comprar comida y muchas cervezas, que me pensaba a beber a destajo sin ningún tipo de reproche, me fui para casa donde me esperaba una excitante sesión de chat con Laura que, si no se rajaba, acabaría con las cámaras encendidas. Primero probé la cámara sujetándola con celo a la mesa para que no se moviese e hice unas marcas en el suelo para saber hasta dónde podía mover la silla sin que apareciese mi cara. También quité del despacho un cuadro y una planta que salían en la imagen y que podrían darle alguna pista a Laura, aunque dudo que ella, cuando había estado en casa, hubiera entrado alguna vez allí. Pensé también en instalar algún programa que me permitiese grabarlo todo y así tener material para pajas pero luego me rajé. Lo de tener videos en el ordenador, lo carga el diablo.

Esperé hasta que mi mujer me llamó para decirme que había llegado bien, se había instalado en el hotel y se iba a buscar algún sitio para cenar. Después, aproveché para conectarme y ponerme online en el sistema de chat. Me puse una camiseta y unos pantalones de chándal sin ropa interior, luego me preparé algo de cenar y abrí una cerveza cuando, pasadas las diez, me llegó un mensaje de “cisneros69”.

  • Hola “madridRelatos” ¿Estás ya por ahí?

  • Aquí estoy, contesté. Estaba esperándote ansioso

  • No seas tan ansioso, respondió. Los hombres muy ansiosos luego se ponen nerviosos y no te duran nada. Remató la frase con un smiley.

Yo ya tengo una edad, y más de dos polvos en una noche no creo que los resistiera, además tampoco puedo presumir de herramienta, que es más bien normalita pero eso sí, nunca he tenido problemas con los gatillazos. Al contrario, era y soy capaz de aguantar mi eyaculación como poco, hasta que mi pareja se corre. De hecho con Lucía, a veces hasta me llevaba broncas por tardar tanto en correrme. Se ve que ella estaba siempre deseando que terminase lo antes posible para dejarle en paz.

No contesté. En cambio encendí la cámara y dejé el audio en mute. En la pantalla observé la imagen de mi mismo que devolvía la pantalla. Se me veía con una camiseta negra, sin ningún logotipo o publicidad y los pantalones de chándal gris que me había puesto. La imagen llegaba hasta mi pecho. Me acomodé el paquete para que se notase lo más posible y ví que Laura estaba conectándose.

Apareció ella. Vestida con una bata que aparentemente no tenía nada debajo, al menos se intuía que no llevaba sujetador. La imagen llegaba hasta algo más abajo de su cuello. Se ve que también había tenido cuidado con el enfoque de la cámara. Detrás de la imagen, Laura no había tenido ningún reparo en mostrar la habitación tal como estaba. Yo sólo había estado en su casa en alguna cena y no tenía ni idea de cómo era su habitación o el despacho desde donde estaba grabando pero como ella pensaba que estaba en el chat con un completo desconocido, tampoco había tenido mayor cuidado.

  • Estás más sexy que en la foto. Le dije por el chat.

  • A ti tampoco se te ve mal, respondió. Quizá con demasiada ropa ¿No tienes puesta la calefacción en casa? Preguntó.

Me acerqué a la mesa separándome del respaldo de la silla y me quité la camiseta que arrojé a un lado de la habitación

  • En mi casa hace bastante calor, escribí en el chat. De hecho yo tengo mucho calor ahora mismo, le dije mientras de forma sutil, me llevé la mano izquierda al paquete, sin apretarlo pero de forma que ella lo viese por la cam.

Ella se separó un poco hacia atrás y se abrió la bata enseñándome las tetas. Al acercarse otra vez, las tetas quedaron en primer plano y se veían perfectamente las aureolas grandes y jugosas rematadas por unos pezones que me parecieron erectos.

  • Por como tienes los pezones, en tu casa debe de hacer más frío. Escribí

Ella no contestó, pero llevó su mano izquierda a su teta derecha y empezó a masajearla pellizcando levemente el pezón. Con la derecha se puso a teclear.

  • No hace frío pero estoy así de lo caliente que me he puesto volviendo a leer en tu relato, la escena en la que David se corre en las tetas de Marta.

No le contesté, me puse en pie de forma que mi paquete apareciese en primer plano en el centro de la pantalla. Como no llevaba calzoncillos, mi polla que estaba empezando a levantarse se notaba claramente a través del pantalón del chándal. Laura escribió:

  • Pobrecito cómo te has puesto. ¿No te duele? Deberías dejarla libre.

No necesitaba liberarla porque no llevaba ropa interior. Me fui bajando lentamente los pantalones mostrando primero el vello púbico, después empezó a aparecer mi rabo que ya empezaba a estar a tope y cuando llegué al final, mi polla se liberó, saliendo rebotada hacia arriba. Me acerqué más a la cámara para que la viese en primer plano y con la mano, eché la piel hacia atrás dejando libre y bien visible el capullo.

  • Dan ganas de probarla, dijo Laura por el chat.

  • Me encantaría que lo hicieras, le respondí. Pero ahora creo que estás en deuda conmigo porque aún no te he visto entera y en la foto que mandaste, tu tesoro no aparecía.

  • ¿Mi tesoro? Y llenó la línea con emojis de caras partiéndose de risa. Hacía un siglo que no oía esa palabra, escribió.

Luego separó la silla ligeramente hacia atrás con cuidado de no mostrar la cara, se levantó ligeramente y se quitó la bata completamente. Tenía el coño depilado con una tira de vello no muy ancha a lo largo de los labios vaginales. Luego se volvió a sentar, pero separó las piernas para que se abriese un poco, dejándome ver por la cámara el rosáceo interior de su cueva. Mi polla iba a estallar y se lo escribí.

  • No quiero que estalle, me dijo, quiero tenerla dentro de mi pero como hoy no va a poder ser, deberías aliviarte. Quiero ver como te corres.

  • Y yo quiero ver como tu te haces un dedo mirando como lo hago, le escribí.

Vi cómo se llevaba el dedo medio de su mano derecha hacia su cara e intuí que se lo estaba metiendo en la boca para ensalivarlo, luego bajó la mano y empezó a acariciarse el clítoris con él haciendo círculos y a veces metiéndoselo dentro. Veía como se arqueaba su espalda por el placer que se estaba dando y yo empecé a hacerme una paja viéndola y cuidando de que mi polla se viese en primer plano en la imagen que ella veía de mí.

Cuando estaba a punto, rebajé el ritmo y paré un momento para escribir:

  • Avísame cuando te vayas a correr para hacerlo yo después

Al leer el mensaje, paró su paja y me escribió:

  • No. Quiero ver como te corres tú primero. Hazlo sobre tu vientre e imagínate que son mis tetas.

Estaba claro cuál era la parte de mi relato que más le había puesto. Pues le iba a dar el gustazo porque yo ya estaba a punto y como llevaba sin correrme desde la semana anterior y encima con los calentones que me había pegado ella durante toda la semana por el chat, tenía los huevos que iban a explotar, empecé a lanzar chorros de leche sobre el pecho que me dejaron exhausto y que empezaron a escurrir hacia la alfombra. Con la mano recogí el esperma lo mejor que pude para que no manchara, mientras veía en la pantalla como Laura se retorcía de placer mientras me veía y se machacaba el clítoris con el dedo.

Como intuía por nuestra conversaciones que era lo que ella esperaba, me acerqué a la cámara para que se viese mi corrida en primer plano y recogí un poco con el dedo que me llevé a la boca. Ella no podía verlo pero estaba claro lo que había hecho y al momento llegó un mensaje:

  • Quiero hacerlo contigo en persona.

Por más que me apeteciera, eso era imposible pero no podía decírselo sin dar muchas explicaciones, así que le escribí:

  • Me ha encantado pero ahora tengo que limpiarme ¿Qué te parece si descansamos un poco y en media hora chateamos de nuevo?

  • Como el cigarrito de después, respondió añadiendo un par de smileys. En un rato estoy de vuelta contigo y añadió un emoji de unos labios en señal de lanzarme un beso

Me pegué una ducha rápida, me puse los pantalones de nuevo para no dar el espectáculo a los vecinos, comí algo y me abrí otra lata de cerveza antes de sentarme otra vez delante del ordenador.

Cuando conecté la cámara, Laura estaba ya sentada y con su cámara encendida. Ella seguía desnuda aunque con las piernas cruzadas.

  • Muy recatado te veo, escribió en el chat

Me levanté y me quité los pantalones.

  • Uyyy que pequeñita se ve ahora, dijo ella añadiendo smileys

  • Así no te sirve de nada, le contesté. Lo que importa es cuando está dura y ahí el tamaño no es para presumir, pero antes bien que te ha gustado.

  • Que obsesión tenéis los hombres con el tamaño, respondió. Me ha encantado y el día que la pruebe en persona, va a ser perfecta.

Joder… tenía que capear el tema de vernos en persona. Si era muy brusco se me iba a joder lo del sexo virtual pero por razones obvias, era imposible quedar con ella.

  • Es muy pronto para que pensemos en quedar, le expliqué. Aún tengo dudas sobre lo que estamos haciendo, no te creas. Nunca le he sido infiel a mi mujer.

Y era verdad. Lucía y yo llevábamos unos años, quizá demasiados, en los que el enamoramiento del principio se había convertido en pura rutina. Eramos dos buenos amigos, que se llevan bien y lo comparten todo. En nuestro caso, aparte de la casa y la cuenta corriente, un hijo, pero nuestra vida carecía de cualquier tipo de emoción. Vivíamos cómodos juntos, o al menos yo lo hacía y he de reconocer que mi pobre vida sexual me había llevado a pensar alguna vez en buscarme algo, aunque fuese pagando, pero luego poniendo en la balanza el riesgo de perderla, aunque no me hiciera ni puto caso en la cama, me hacía echarme para atrás. Supongo que eso es el amor después de casi veinticinco años de casados.

  • No te creo, respondió desde el otro lado del chat “cisneros69”. Los hombre sois infieles por naturaleza.

  • Pues te juro que es verdad. Debo de ser la excepción, contesté yo. Además por lo que has comentado tú misma, también le has sido infiel a tu marido, con lo que no es solo cosa de hombres.

  • Jajaja… Es verdad… Mira... tu mujer se ha ido a ver a sus padres… a saber lo que estará haciendo.

Lucía estaría ahora dándose un paseo por la Fontana di Trevi o Piazza Navona que eran sus sitios favoritos de Roma, pero Laura sabía que Lucía estaba allí, así que tuve que seguir con mi película.

  • Antes hablé con ella y estaba en el pueblo con su madre, mi suegra. De hecho me la ha puesto al teléfono, le dije mintiendo.

  • Los hombres para eso, sois unos inocentones. Mira... una de mis mejores amigas, está hoy en Roma. El pánfilo de su marido se cree que ha ido a ver museos para luego irse a Milán a pasar la semana con su hijo que está allí estudiando, pero en realidad, está con un colega de su trabajo con el que tiene un rollo. Le estará pegando unos polvazos cojonudos para que luego se vaya a Milán tan contenta.

Se me atragantó la cerveza y se me cortó la digestión en un segundo. La sangre que hasta ese momento empezaba a rellenar mi polla de nuevo, se subió de repente a la cabeza y no podía hablar y aún menos escribir. Con una frase, escrita en un chat, mi matrimonio se había ido a tomar por culo.

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