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Evento de Trabajo (y 7)

en Hetero: General

Antes de nada quiero pedir disculpas a los lectores de esta serie. En el capítulo anterior (el 6) y por la prisas por publicar se me despistaron varias faltas ortográficas y algunas gramaticales, además de alguna que otra incogruencia en el relato que, al revisarlo, he detectado. Para rematar, por alguna razón que desconozco, al subir el relato se perdió parte del formato.

Lo dicho. Discuplas a todo el mundo. Espero que os guste el último capítulo y que al subirlo no se pierda el formato.

Salimos de la sala. Andrés no abrió la boca y se fue hacia recursos humanos. Tenía que avisar con quince días de antelación que se iba a marchar, y supuestamente durante esos quince días seguía siendo empleado pero llamé al jefe de recursos humanos y le expliqué que Andrés se iba a la competencia así que había que ser rigurosos y le pedí que le retirasen las llaves del coche de empresa, el móvil y el ordenador portátil

 

El resto del día fue una vorágine. La noticia de lo de Andrés corrió como la pólvora y muchos compañeros se acercaron por mi sitio a preguntar. Además tuve que hablar con Eugenio, el presidente de la empresa y mi jefe directo, que además era amigo de Andrés y jamás hubiese entendido, ni probablemente tolerado, que le despidiera pero como en este caso la baja había sido voluntaria, poco tenía que objetar. Supuse que hablaría con Andrés pero este tampoco podía dar explicaciones distintas de la oficial sino quería meterse en un lío monumental.

También hablé con Alberto, el presidente de SoftSales, nuestros competidores porque por supuesto lo que le dije a Andrés que ya había hablado con él era mentira. Quise quedar a comer con él pero tenía la agenda hasta arriba así que le explique por teléfono la misma historia que le había contado también a Andrés. Alberto y yo podríamos competir a muerte por llevarnos un contrato de un cliente, pero por encima de todo éramos profesionales, nos conocíamos desde hacía tiempo, cuando ninguno de los dos tenía aún las posiciones ejecutivas que teníamos ahora y nos debíamos favores. Además Andrés, independientemente de su carácter y de sus vicios, era un buen fichaje por su experiencia y contactos y Alberto lo sabía. Iba a tener problemas para encajarlo en su organización pero me quedé convencida de que lo contratarían.

Comí algo tarde y rápido con unos compañeros y al subir me fuí directa a la sala porque teníamos la reunión que yo misma había convocado de urgencia esa misma mañana.

Si algo caracteriza a un grupo de ventas, es la impuntualidad. Si alguien dirige un departamento comercial, convoca una reunión y todo el equipo se presenta a la hora, que desconfíe. Y mi equipo era muy bueno, así que eran las cuatro y cuarto y aún faltaban la mitad. Entre los que iban llegando todo el mundo preguntaba por lo mismo, pero preferí esperar a que estuvieran todos para hacer algún comentario. Al final, pasadas las cuatro y media llegaron los últimos, Marian y David. David era el más junior y el que menos tiempo había tenido para malearse pero lo de la impuntualidad lo cogió enseguida. También era al que menos le interesaban los cotilleos de la oficina, por lo que el resto tampoco le hacían partícipe de los chismes y me dio la sensación de que era el único que aún no sabía la noticia.

Les comenté que Andrés se marchaba, que había recibido una oferta muy jugosa de la competencia y que no había habido oportunidad para negociar. Sus cuentas se repartirían de forma temporal entre el equipo y les presenté un esbozo de reparto en el que todos, menos Marian asumirían, al menos de forma temporal, la cobertura de esos clientes. El principal de ellos, que era el banco, lo llevaría Marian en lo que encontrábamos a un candidato para suplir a Andrés. Fijé durante un segundo la mirada en David, y tenía una expresión extraña, mezcla de sorpresa y de no entender algo de lo que estaba contando.

La gente empezó a preguntar sobre detalles, que obviamente no quise dar, sobre la salida de Andrés, y también sobre su sustitución. En este punto les comenté que a mi personalmente me gustaría cubrir ese puesto con alguno de ellos, lo que significaba un ascenso para el que fuese escogido y que la persona a la que se contratase de fuera, fuese alguien junior, porque el resultado de David había sido excelente y crear cantera era la mejor forma de mantener un departamento competitivo, pero que por desgracia, el puesto de Andrés era lo suficientemente relevante como para que Eugenio, nuestro presidente, y seguramente Gilles, mi jefe europeo, tuvieran al final la última palabra.

Sinceramente, mi intención era partirme la cara porque Marian fuese la sustituta de Andrés. Había un ciento de motivos para ello, pero como es obvio en ese foro no lo podía decir.

Luego les hice un resumen de las novedades que les afectaban a ellos, de todo lo que nos habían contado en Malta y finalmente les comenté el tema del bonus que nos habían dado como país.

En ese punto quería ser transparente con mi gente. Lo último que deseaba es que alguien, hablando con algún colega de fuera se enterase de que había habido un bonus y no se hubiera comunicado. Les conté mi decisión y les expuse mis razones. Hasta Ricardo, el más pesetero de los comerciales y que me discutía hasta el último céntimo de sus comisiones dijo un “Se lo merece. Bien hecho Marta” que me hizo sentir realmente bien.

Pero volví a fijarme en David y por un segundo me pareció ver que era el único al que la decisión no le había parecido correcta. Podría entenderlo ya que era el que menos ganaba de todo el grupo y al que seguramente el dinero mejor le hubiera venido. Y también el que al llevar menos tiempo en la empresa, menos conocía a Gloria. 

Cerramos la reunión casi a las siete y me hubiese gustado hablar a solas con David pero no era el lugar. Así que me fuí hacia mi sitio a recoger el bolso y el portátil cuando me fijé que se había formado un corrillo, cotilleando los temas de la reunión sin tenerme a mi delante, pero que David estaba en su sitio delante del ordenador repasando correos. Así que, antes de apagar el portátil, usé el chat de la empresa: “Tienes compromiso esta noche?”. David respondió “Si. Con una morena que me vuelve loco”.

Me quedé jodida, a ver… no éramos pareja, nos habíamos acostado tres o cuatro veces aunque es verdad que una de ellas fue un tanto particular. La palabra “te quiero” no había aparecido en nuestros encuentros, teníamos una diferencia de edad que sería de al menos 12 años… por Dios… si ni siquiera sabía qué edad tenía David… de ninguna manera podía exigirle nada… Como yo no respondía, al momento llegó otro mensaje al chat: “La morena eres tú, idiota. Qué te pensabas?”.

Si el día había sido bueno, el remate estaba siendo lo mejor.

Me quedé un segundo delante del chat pensando en que responderle pero al final decidí no ser una hortera, porque mi primera opción eran emoticonos, y le dije que era un payaso y que quedábamos a cenar. “Donde?” , “Hoy es lunes y no es el mejor día”, me puso por el chat. Y era cierto… “Te invito a cenar en mi casa. A las nueve”. Ahora te mando la dirección al guas” le escribí.

Salí de la oficina y camino de casa paré en un super de los buenos para preparar una cena en condiciones. La cocina era una de mis pocas aficiones fuera del trabajo pero tampoco era yo una concursante de MasterChef, así que compré algo de salmón para hacer un tataki, un poco de ensalada, unos solomillos para hacer con salsa de mostaza y un par de botellas de Chardonnay.

A las nueve y media, sonaba el telefonillo y David subió a casa. Como buen comercial que empezaba a ser, se disculpó por el retraso con la excusa del aparcamiento y se presentó con una botella de vino que el pobre habría comprado en sabe dios qué sitio pero que tenía pinta de ser excelente para calimocho. Es lo que tenía invitar a cenar a un veinteañero por mucho metro noventa que levantara, aunque debía de estar cerca de cumplir treinta y siendo de Burgos, debería de saber algo más de vinos. Dejamos su botella para más tarde, y en lo que terminaba de preparar la cena le puse una copa de mi blanco. David se apoyó en la encimera tomándose su copa y me preguntó:

  • Marta, ¿Cómo ha sido lo de Andrés? Después de lo que pasó la noche del jueves en Malta, no me creo que se haya marchado sólo porque tuviera una oferta.

  • Pues creételo. La oferta la tenía ya de antes. Yo ya lo sabía porque me lo había contado esperando una negociación por parte de la empresa para mejorar sus condiciones. La empresa negoció, pero la oferta que tenía Andrés era muy buena ¿Luego lo de Malta influyó? Pues no te sé decir, pero probablemente también. Andrés seguro que no se sentiría muy cómodo trabajando entre tú y yo después de lo que ocurrió aquella noche.

  • Pero una cosa… Tú ya sabías que Andrés tenía gustos bisex… me dijiste que querías un trío con dos tíos que se lo montaran también entre ellos.

  • Bueno… Para serte sincera no estaba completamente segura, tenía mis sospechas… pero… ¿Por qué no nos dejamos de rollos del trabajo? Llevo desde las ocho de la mañana y son casi las diez de la noche… le dije a David poniéndole carita de pena.

Creo que David se quedó con ganas de seguir hablando del asunto pero se acercó por detrás y me abrazó. Pegó todo su cuerpo al mío y pude notar su paquete apretándose suavemente sobre mi trasero. Me giré para poder besarle y nos besamos intensamente durante unos minutos. Aquello podría haber terminado en la encimera como en aquella famosa escena de película, pero íbamos a cenar primero y además era finales de Junio en Madrid y el calor empezaba a ser insoportable y aunque ya tenía puesto el aire, en la cocina seguía haciendo mucho calor.

Cenamos en el salón. Mi piso es un ático con terraza, con vistas a la zona de Cuatro Caminos pero con el calor que hacía, preferimos cenar dentro. La cena fue divertida. David se abrió y me contó muchas cosas de su vida privada, de su familia, de sus amigos y de sus aficiones. Yo le conté cosas mías, de mis amigas y de mi hermano y mis sobrinos. Las partes menos bonitas preferí guardármelas. Y sobre todo, no hablamos de trabajo.

Cuando acabamos de cenar y aprovechando que el calor había ya bajado bastante, salimos a la terraza donde tenía una tumbona que usaba para tomar el sol. David se tumbó en ella y me dijo riéndose:

  • Mira, como la de Malta

Yo me senté en a su lado y empecé a besarle. Él me fue atrayendo hasta que quedé tumbada encima de él mientras seguíamos besándonos y sus manos empezaban a trepar desde la cintura hasta mis tetas. Me incorporé un momento y me quité la camiseta que llevaba puesta, me lancé a besarle de nuevo y él volvió a amasar mis tetas con las manos y jugando con una de ellas, la sacó de la copa del suje para devorarla a mordisquitos. Me quité el sujetador para que lo pudiera hacer sin obstáculos y aproveché para tirar de su camiseta, dejarle con el torso al aire y así poder yo también mordisquearle las tetillas.

Paramos un momento. Me fijé en la terraza de al lado, que hubiera sido el único lugar desde el que hubieran podido vernos pero no había nadie y de hecho, los vecinos casi nunca la usaban, así que no me corté y me lancé a quitarle el pantalón a David. Él me ayudó soltándose el cinturón y yo tiré para abajo arrastrando los calzoncillos, que por cierto hoy eran de los ajustados. Con su polla ya al aire, me lancé a comérsela. Después de la sesión de magreo que habíamos tenido, estaba ya como una estaca y después de saborearla un rato y dejársela bien ensalivada, me levanté, me quité el pantalón de deporte y las bragas y sujetándosela con la mano, me empalé en ella. Empecé a cabalgarlo sintiendo los crujidos de la tumbona que no estaba yo muy segura que resistiera, mientras él me sobaba las tetas pellizcándome los pezones, pero en un momento se subió sin salirse de mi a mordérmelas y sujetándome por la cintura para frenarme, me recordó que no se había puesto el preservativo. Estuve a punto de cometer una locura y dejarle que se corriera dentro de mí pero él parecía más sensato que yo en ese momento y alargando la mano hasta el pantalón que había quedado tirado en el suelo, sacó un condón del bolsillo, se salió de mi un momento y mientras rompía el precinto me besó y me pidió que se lo colocara yo.

Antes de hacerlo, le di unos besitos y luego unos lametones en la punta que me encantaron porque su polla tenía una mezcla del sabor salado de su preseminal y de mi misma, luego se la enfundé, le empujé sobre la tumbona de nuevo y con la mano la guié para volver a metérmela y seguir cabalgándole. Yo estaba ya cerca del llegar al orgasmo y así se lo dije:

  • Me está viniendo cielo, te siento durísimo dentro de mi

  • Me duele de lo dura que me la pones, me dijo él, tu coño me la estrangula y me está empezando a subir la leche.

Me llegó un orgasmo tremendo, con las contracciones de mi vagina debí de terminar de rematar al pobre David que explotó pegándome empellones hacia arriba según iba vaciándose dentro del preservativo.

Nos quedamos tumbados uno sobre el otro un momento mientras nos besábamos pero David, que algún disgusto habría tenido antes, rápidamente se salió de mi para quitarse el condón que, efectivamente, no había desbordado por poco. Este chaval, no necesitaba una talla especial de condones pero deberían hacérselos con un depósito extra, pensé.

Volvimos a tumbarnos para relajarnos un rato y luego David, al que la vista desde mi terraza le parecía alucinante, se asomó en pelotas a la barandilla para ver la ciudad desde allí. Miré y seguía sin haber nadie, así que no me corté, entré dentro a coger dos cervezas del frigo  y me fui junto a él abrazándole por la cintura. A David, a pesar de su altura, la barandilla le tapaba la entrepierna pero en mi caso si hubiese algún vecino enfrente me iba a ver las tetas seguro, pero bueno, la calle era ancha y un día era un día.

Seguía haciendo calor y después del revolcón, estábamos completamente sudados así que  nos bebimos las cervezas casi del trago. Al acabarlas le propuse a David darnos una ducha para quitarnos el sudor. Le pareció bien y agarrándole del rabo que a esas alturas estaba apagado el pobre, me lo llevé al baño y nos metimos en la ducha. Él se llenó la mano derecha con gel y empezó a enjabonarme en una mezcla de masaje y magreo por las tetas, el culo y mi entrepierna que me empezó a poner otra vez a mil. Me aclaré y ahora era mi turno, cogí yo el gel y empecé a enjabonarle el pecho y la espalda, bajando hasta su culo. Luego me agaché y poniéndome más gel en la mano pasé a enjabonarle los huevos, el pene y todo el pelo que tenía alrededor. Cogí la cebolla de la ducha, le aclaré la zona y no me pude resistir a metérmela en la boca. Estaba todavía flácida pero me encantó sentir como crecía dentro de mi boca hasta llenármela, gracias al juego de mi lengua.

Se la puse dura otra vez y esta vez no me iba a cortar, me la saqué y salí de la ducha un momento mientras David me preguntaba que qué estaba haciendo, para volver con una tijeritas que usaba alguna vez para retocarme las cejas y mi propio vello. Al verme, David me preguntó:

  • ¿Qué coño vas a hacer?

  • Quitar un poco de pelo, que tienes mucho y me molesta

Y cerrando el agua, empecé a rebajarle un poco el pelo de alrededor de la polla y sobre todo los pelos de los huevos. Como al cortar por ahí empecé a recortar también por la zona del escroto, le pedí que se diera la vuelta y pusiera el culo en pompa para acceder mejor y cuando acabé con esa zona, ya que lo tenía a mano, le pegué una pasadita también por todo el pelo de dentro del culo. Cuando acabé, le pedí que se quedara en esa posición mientras con la cebolla arrastraba todos los pelos que habían caído en el plato y al terminar puse la ducha en modo chorro y abriéndole los cachetes, enfoqué directamente a su ano.

  • Joder que gusto, dijo David

Me reí, cerré el agua y le pedí que se agachase un poco más. Ahora le veía los huevos colgando y la polla tiesa desde abajo. Empecé a lamerle los huevos que ahora sin pelos ya eran una delicia y parando un momento le pregunté:

  • ¿Cómo es posible que estas dos bolitas, le dije apretándolas ligeramente con la mano, produzcan toda esa cantidad?

David se debía de haber cansado ya de mis jueguecitos y me cogió de los brazos, me puso de frente a él y abrazándome me dijo:

  • Por que esas dos bolitas, cuando las acarician unas manos como las tuyas, y las besan unos labios como los tuyos y se aprietan contra un coñito como el tuyo se vuelven locas.

Me sacó de la ducha mientras nos empezábamos a morrear. No nos secamos. Total con el calor que hacía tampoco era necesario. Fui empujando a David hacia el dormitorio, al llegar él me dejó caer sobre la cama. Yo repté hacia el cabecero abriendo las piernas, y el se tiró a comérmelo dándome lametones de abajo a arriba y luego centrándose en mi clítoris. Me puso cachonda perdida e igual que la primera vez que lo hicimos y después de jugar un rato con sus dedos en mi interior, dejó mi coño, empezó a subir hacia arriba besándome el ombligo, pasando a las tetas llegando a mi boca para besarme y enrollar su lengua con la mía. Su polla buscó mi entrada y entre lo mojada que yo estaba y lo dura que él la tenía, entró sin mayor problema dentro de mi.

Empezó a bombear en la posición del misionero pero subiéndome una de las piernas para que se la pasará por la espalda, me estaba matando de placer y se lo dije:

  • Me voy a correr otra vez, le dije entre jadeos

Estábamos otra vez sin condón y los preservativos se habían quedado en el pantalón de David en la terraza, pero esta vez no pude aguantarme y abrazándome a él todo lo que pude y aprisionándolo con mis piernas para que no pudiera escapar, me corrí antes de poder ni siquiera decírselo.

Afortunadamente, él no se había corrido. Le notaba duro dentro de mí. Se salió y empezó a besarme mientras yo le masturbaba suavemente y me reponía. Se fue a levantar para coger un condón y lo paré.

  • Espera tonto.

Lo tumbé en la cama boca arriba y le abrí las piernas, me situé entre ellas y me puse a chupársela mientras le miraba. Él me mantenía la mirada cuando podía porque cerraba los ojos cada poco para saborear el placer intenso que le estaba proporcionando con mi mamada.

  • Cariño… me voy a correr, me dijo jadeando.

Hoy le iba a dar el capricho. Se lo había ganado. Ayudándome con la mano pero con su capullo siempre dentro de la boca y sintiendo mis lametones, David empezó a descargar. Para lo que era él, la corrida fue bastante discreta aunque es verdad que se había corrido hacía poco menos de una hora. Y cuando terminó, me subí hasta él para besarnos y compartir su esperma. Estuvimos jugando con nuestras lenguas un rato y cuando él paró para relajarse, yo me bajé a darle una última chupadita y dejársela limpita.

Nos volvimos a besar y me fui al baño a asearme. Al volver, David seguía desnudo encima de la cama:

  • Te quedas a dormir ¿No? Le pregunté

No dijo nada, solo extendió el brazo para que me acostase, poniéndome de espaldas a él para dormir haciendo cucharita.

Me desperté tarde. El día anterior había sido duro en el trabajo y terminó con bastante trajín. David seguía dormido. Le dejé que siguiera durmiendo y me levanté a ducharme y vestirme. Ya vestida y antes de irme a preparar el desayuno desperté a David con besos, le había salido la barba del día y su cara picaba pero restregué la mía un poco en ella mientras él se desperezaba.

  • Dúchate mientras preparo el desayuno, le dije.

Le oí salir a la terraza a coger su ropa y al momento se presentó vestido en la cocina mientras yo estaba preparando el café y unas tostadas

  • ¿No te duchas? le pregunté

  • No. He quedado con un cliente ahora en un rato y como me tengo que cambiar de ropa, ya me ducho en mi casa.

  • Como quieras, le contesté.

  • Marta, como ya son las ocho y algo ¿Podemos ahora hablar de trabajo?

Joder, me esperaba algo más cariñoso. Un beso de buenos días, no sé, algo diferente...

  • Claro car...  Me corté. Si ibamos a hablar de trabajo yo era su jefa y no había lugar a los cariños ¿Es por lo del bonus? Supongo, ¿no?

  • Bueno, por eso también. No me pareció justo lo que contaste ayer. Yo gano menos que cualquiera del departamento y seré el más novato, pero el año pasado, proporcionalmente tuve mejores resultados que la mayoría. Creo que merezco, sino todo, al menos parte de ese bono.

  • No eres el que menos gana del departamento. Gloria gana menos que tú.

  • Pero ella no es vendedora y los bonus son para los vendedores. Yo con Gloria he tratado bastante poco, pero tiene pinta de que ni siquiera es universitaria.

Ese comentario me dolió. Si hay algo que no tolero, es ese tipo de desprecios. Ni siquiera Andrés con sus modales de quien ha nacido en una familia de postín y se cree por encima de los demás, hubiera dicho algo así. Pero no quería discutir con David y trate de rebajar la tensión.

  • David, como acabas de decir, el año pasado tuviste unos resultados fantásticos. Y has obtenido unas fantásticas comisiones. Ahora en Septiembre, toca la revisión de categorías profesionales y como te puedes imaginar, tú estás el primero de la lista. No debería decirte esto, aunque tampoco te voy a contar nada que no sepas, porque manejas el Linkedin tan bien o mejor que nadie, pero o te subo el sueldo pronto o te harán una oferta que no podremos igualar.

  • ¿Cómo a Andrés?

Aquel comentario me descolocó, pero decidí pasar del tema

  • Aparte de lo del bonus, me querías decir algo, ¿no?

  • Si. Precisamente lo de Andrés. Quiero que me des su puesto.

Me dejó de piedra. Por una parte me gustaba el descaro y la ambición. Yo era así a su edad. Pero por otra, la petición estaba fuera de lugar. Una de dos, o era tonto y no sabía que por ese puesto iba a haber tortas y que además seguramente yo no tendría la última palabra… y David de tonto no tenía ni un pelo. O la sana ambición se estaba convirtiendo en pura soberbia.

  • Pero David… ¿No vas muy deprisa? Mira... considero que eres un tío con una proyección profesional excepcional. Te fiché yo misma y no hay día que no me sienta orgullosa de mi decisión. Y te juro, que no tiene nada que ver con lo que está pasando entre nosotros. Tú llegarás a ser uno de los profesionales más reputados del sector. Estoy completamente segura. Pero David… cada cosa a su tiempo. Puedes presentarte al puesto cuando se publique, y por supuesto que serás entrevistado por recursos humanos, por mi, y por el resto del comité que se establezca pero tienes que ser consciente no sólo de lo bueno que eres, sino también de tus limitaciones. No deberías quemarte presentándote a un puesto que te viene grande. Cada cosa tiene su tiempo.

  • Hay compañeros míos de promoción que ya están en puestos ejecutivos y ganando mucho más que yo. Yo no soy peor que ellos.

  • Tengo serias dudas que sumando tu sueldo y las comisiones que ganaste el año pasado, alguno de tus compañeros de promoción gane más que tú, le dije. Pero seguro que el otro día en la cena del instituto alguno se puso a presumir ¿O no?

  • No es solo eso... dijo David al que parecía que mis argumentos sino convencerle al menos le habían calmado un poco

  • ¿Puedo parar de trabajar cinco minutos? Le pregunté

Y me eché a sus brazos para besarlo antes de que me respondiera o me asaltara con alguna otra petición. El respondió a mis besos y se apretó contra mí haciéndome ver que se le estaba poniendo dura otra vez. Empecé a calentarme de nuevo y David me empezó a tocar las tetas por encima de la blusa mientras seguíamos devorándonos. Empezó a bajar por mi cuello, pero no quería que me desnudara, se iba a hacer muy tarde y lo paré.

  • Espera, le dije

Y me agaché delante de él, le desabroché el cinturón y desabotoné el pantalón para bajárselo, le mordisquée por encima del calzoncillo mientras él empezaba a respirar fuerte. Le bajé el calzoncillo y tiré de él hacia abajo. Su polla salió rebotada hacia arriba. Con menos pelo se veía mejor, igual de dura y con el capullo brillante y sonrosado. Se la cogí con la mano y empecé a lamerla hasta que me la metí en la boca. Se la estuve mamando durante un rato, moviendo la cabeza y relamiéndole el glande con mi lengua. Él empezó a bombear ligeramente lo que me empezó a molestar porque aunque fuera de forma inconsciente me la estaba metiendo más adentro de lo que era razonable, así que me subí a besarle. Me separé un segundo y metiendo la mano por debajo de mi falda, me saqué las bragas.

David hizo amago de agacharse él para chupármelo, pero era tarde y yo quería correrme con él dentro de mi. Le paré y se lo pedí: “Fóllame un poquito, anda…”

Se metió la mano en el bolsillo trasero y sacó un preservativo que se colocó en su rabo enhiesto. Me volvió a morrear y me levantó un poco para sentarme en la encimera. Con su altura, estaba justo en la posición ideal para penetrame. Y fue lo que hizo. Entro dentro, mientras yo me agarraba a él para no caerme y me hizo el amor de forma salvaje, con pollazos fuertes, penetrando lo más posible dentro de mi. Su polla me llenaba entera y me estaba matando de placer. Le dije que me iba a correr y él rebajó la velocidad de sus embestidas pero aprovechó para, yendo más despacio, entrar más profundamente. Tuve un orgasmo brutal,  volví a sentir contracciones vaginales como las que había tenido el día anterior, lo que provocó que entre bufidos y metiéndomela hasta lo más profundo, David se vaciara dentro de mi.

Nos besamos pero ¡¡¡Joder!!! Era tardísimo, David se quitó el condón y lo tiró a la basura, se subió los pantalones y dándome un pico se largó

  • Te veo luego me dijo

Yo fui un momento al baño, me recoloqué la ropa, comprobé en el espejo que todo estaba en orden y salí pitando hacia la oficina.

Había quedado a las nueve con Gloria para preparar las presentaciones del evento y ya lo eran. Llamé desde el coche. Le dije que me había dormido y que además al salir tarde, el tráfico estaba fatal, lo que por otra parte, era cierto.

En el atasco empecé a pensar en David y en lo nuestro. Me estaba enganchando de él y eso no podía ser. Las amenazas de Andrés eran reales. La empresa no toleraba de ninguna manera las relaciones entre managers y empleados. Si me ponía realista, ni yo misma las toleraría. No podía ser que un empleado después de pegarle un polvo a su jefa le pidiese un aumento de sueldo, que era en resumen, lo que me había pasado esa mañana a mi. Si se lo daba, por mucho que lo mereciera, cualquiera podría pensar que era nepotismo y si no lo hacía, estaría cometiendo una injusticia.

No podía parar de darle vueltas pero no pensaba renunciar a David. Es muy posible que lo nuestro no tuviera demasiado futuro por la diferencia de edad pero no era sólo el sexo, que también, es que me parecía una persona especial y estar con él me hacía sentirme muy bien.

Lo decidí. Me marcharía de la empresa. Estando yo fuera, ya no habría ningún impedimento para estar con él. No iba a ser la semana que viene pero iba a empezar a ponerme las pilas muy en serio para moverme. Además, ya llevaba casi siete años aquí, estaba en la mejor etapa y si quería seguir progresando debía dar el salto. El jueves, en el evento, con todo el sector reunido, sería un buen momento para empezar a tantear cómo estaba el mercado.

Llegué a la oficina tardísimo y el día fue duro. Primero Gloria y las presentaciones, luego reuniones con Marketing para la introducción de los nuevos productos durante el evento y para rematar, por la tarde, Eugenio se pasó por la oficina tras aterrizar volviendo de París y quiso hablar conmigo del tema Andrés. La  conversación fue tensa ya que Andrés no dejaba de ser amigo suyo y no entendía cómo él no se había podido enterar de que tenía una oferta de la competencia. Intenté echar balones fuera pero la conversación no fue nada fácil.

Eran las siete y la oficina empezaba a vaciarse cuando llegó David trajeado de las reuniones con clientes que me había comentado por la mañana. Dejó el ordenador y se acercó a mi sitio:

  • Marta ¿Podemos hablar un momento?

  • Claro, dime

  • Prefiero que vayamos a una sala, por favor.

Pensaba que para que nadie nos oyera, a pesar de que la oficina empezaba a estar desierta, y en lugar de usar el chat, quería que habláramos de lo nuestro, o de quedar para cenar…  Me levanté y entramos en una sala. Nos sentamos.

  • Marta, me dijo, llevo todo el día dándole vueltas a lo que hemos hablado esta mañana y tienes que darme el puesto de Andrés.

Me bloqueé por un momento. Me arrepentí de ser una egoísta y de no pensar más en las necesidades de los demás. Yo pensaba en una cena romántica y en un hombre, al que cada vez quería más, haciéndome el amor, pero David tenía sus propias aspiraciones. Era lógico que ambicionase un puesto, por mucho que yo pensara que le venía grande y donde lo más normal era que fracasase antes de tiempo, pero hay que tener veinte y tantos años, mucha cara y mucha ambición para triunfar. Yo los tuve. Y David los tenía.

  • David, lo hemos hablado esta mañana. No está en mis manos. Incluso si lo estuviera, y precisamente porque creo que eres muy bueno, no te lo daría. Te ibas a arrepentir.

  • Marta. No me has entendido, me dijo. Me has mentido esta mañana. Me llevas mintiendo toda la semana e imagino que llevas mintiendome desde que me contrataste. Y me vas a dar el puesto de Andrés, y ya sé que no está al cien por cien en tus manos, pero te vas a dejar los restos porque sea yo. Porque si al final Eugenio, Gilles o quien cojones sea, se decantan por otro, yo voy a ser tu candidato y me lo deberán.

Se me hizo un nudo en el estómago. El chaval al que me había estado follando esa misma mañana, el hombre que me había hecho el amor como nadie desde Carlos. El tío por el que había decidido abandonar la empresa para no perjudicar su carrera, me estaba exigiendo un imposible, a cambio de no se sabe qué. Quería hablarle, iba a intentar razonar con él, pero estaba claro que por algún motivo David había cambiado:

  • Me dijiste que Andrés no contaría nada cuando nos oyó follar en Malta, y era  mentira. Me dijiste que querías una experiencia con dos tíos, y era mentira. Me dijiste que Andrés tenía una oferta de la competencia, y era mentira. Me imagino que la mayoría de las cosas que me has contado son mentiras. Marta, empezaba a estar enganchado de ti. Estoy enganchado por tí. Pero yo no puedo vivir rodeado de mentiras. ¿Tienes un hermano, o es mentira? ¿Lo de tu pandilla de amigas es verdad o mentira? ¿Has tenido una carrera fulgurante, o se la has chupado a Eugenio para llegar a tu posición?

El nudo de mi estómago se convirtió en una bola. Empezaba a tener problemas para respirar.

Lo peor no es que te cuenten algo que te duela. Lo peor es que duela y sea verdad y salvo lo de la familia y lo de Eugenio, todo lo era. Llevaba mintiendo a David desde el día en que aterrizamos en Malta. En todo. En el sexo. En lo que hablaba con Andrés. En todo. Hasta cuando le dije que era virgen por detrás. Pero lo de chupársela a Eugenio… eso solo podía venir de un sitio:

  • ¿Has hablado con Andrés, no?

  • Si. Le he llamado esta tarde. Y ya me ha contado lo que le has hecho.

  • ¿Y qué se supone que le hecho?

  • Pues qué le has obligado a salir de la empresa, a buscarse la vida por donde pueda, con la amenaza de contar lo que pasó el jueves en Malta

  • Cuando dices “lo que pasó el jueves en Malta” te refieres a que “tú” le diste por el culo ¿no? Por que si no hubiera sido por eso, él estaría tan ufano contandole a todo el mundo cómo se tiró a su jefa.

  • Marta, no quiero discutir. Has sido un referente para mi desde que entré a trabajar aquí. En parte lo sigues siendo. Además, bueno… tu y yo... ya sabes… y precisamente por todo ello, me tienes que dar el puesto de Andrés.

Tengo un defecto grave, y es que a veces me dejo llevar por los impulsos, sobre todo por la ira, y en ese momento el nudo del estómago se transformó en rabia y en mala hostia.

  • ¿Pero tú sabes lo que me estaba pidiendo Andrés a cambio de no contar que tú y yo habíamos estado follando esa noche? Quería acostarse conmigo a cambio de su silencio

  • - ¿Y donde estaba el problema? Tu yo estamos solteros, no estamos engañando a nadie ¿Por qué te preocupaste y cediste a su chantaje? ¿Qué había que ocultar?

David lo dijo con una sonrisita que me partió el corazón, estaba claramente cachondeándose de mi.

Lo había perdido.

Sabía que me podía denunciar por acoso. Andrés se lo había contado y ahora él, David, el hombre al que me había follado esa mañana, lo estaba usando para amenazarme. Pero yo no había llegado hasta allí para que un chulo, otro, se descojonara ante mis narices.

Soy muy poco llorona. Titanic, Pretty Woman y poco más. Los ojos se me estaban hinchando e iba a reventar pero si había aguantado el chantaje de un profesional como Andrés no iba a hundirme con un niño como David. Por mucho que le quisiera, o le había querido, o ya no sé qué

  • Vamos a ver, le dije a David, ¿Tú crees que Andrés se ha ido de la empresa, renunciando a su indemnización, tan campante... por el temor de que yo contase que le gusta chuparle la polla a otros tíos y que le den por el culo?

  • No sé… dime tú sino porqué

  • Hombre, si fuera por eso… también podría decirlo de tí, le dije

  • Con la diferencia de que yo no voy a monterías. Mis amigos saben perfectamente lo que hago y con quien me acuesto. Tengo 20 años menos que vosotros y en mi generación eso no es un problema, dijo David en plan chulo.

  • Tú no tienes veinte años menos que yo, gilipollas y ahora te voy a enseñar la razón por la que Andrés se ha ido de la empresa.

Encendí mi móvil, busqué el video de Andrés dentro del whatsapp y se lo enseñé a David que lo miraba con los ojos como platos:

  • Como te puedes imaginar tengo los originales, y cuando lo edite de nuevo puedo dejar tu cara y que se vea como le lames el ojete a un viejo como Andrés. A ver qué piensan tus clientes, tus compañeros de trabajo o esos amigos que según tú, tanto saben de tu vida sexual.

David se quedó pasmado viendo el video y con lo que le acababa de decir. Ahora no podía arrepentirme como cuando en el desayuno de Malta, pensando que él había estado contándole a Andrés nuestras intimidades, le pegué un bufido que hizo que todo el restaurante se nos quedara mirando.

Se levantó de la silla. Se me quedó mirando con una cara que me dio miedo. No porque fuese a hacerme nada, sino porque me estaba diciendo lo que sentía por mi: Asco.

Salió de la sala y se fué.

No podía ni respirar. Fui a por mis cosas para coger el coche pero en la recepción me choqué con el torno antes de pasar la tarjeta. Ni lo había visto. La chica de seguridad me preguntó si estaba bien. Le comenté que estaba un poco aturdida y confusa y ella no me dejó bajar a por el coche y llamó a un taxi. En el taxi me asusté, no podía pasar la noche sola. Llamé a Manuela.

Manu se sorprendió por que la llamara un martes pero por una vez, no tenía a nadie y me esperaba en su casa. Según me abrió la puerta me derrumbé. Me puse a llorar todo lo que llevaba horas aguantándome.

Pobre Manu. Debí estar llorando una hora mínimo y eso que me hizo no sé cuantas tilas y otras infusiones, que conociéndola algún estimulante tendrían. Luego pidió una pizza para cenar porque a Manu lo de MasterChef no le pone mucho y después de comérnosla y de que yo le contase toda la historia, ahora sin ahorrarme ningún detalle, nos bebimos la botella de Baileys que le quedaba. Cuando se acabó, empezamos una ginebra rara que tenía por casa de una cesta de navidad y como no había tónica, la mezclamos con… sinceramente, no me acuerdo.

Me quedé a dormir en su casa y sé que los lectores de Todorelatos esperan aquí algún punto morboso, pero a mi no me gustan las mujeres y a Manu hasta donde yo sé, menos. Así que, sin más, amanecimos con una resaca de espanto. Manu se fué, hecha polvo, a trabajar que la pobre tenía lío y yo llamé a un taxi para que me llevase a casa porque me había dejado el coche en el aparcamiento de la empresa.

Desde casa, llamé a Gloria para que me cancelase todas las reuniones del día. Le expliqué y era verdad, que estaba mal y no podía ir a la oficina. Gloria se preocupó y me preguntó si necesitaba algo e incluso se ofreció ella a venir a mi casa por si necesitaba ayuda pero le quité importancia y le dije que la llamaría por la tarde. Lo del evento del día siguiente no corría peligro. Estaría allí.

Me tumbé en el sofá y miré el móvil. Tenía una alarma. Era el cumpleaños de Carlos.

Empecé a escribirle el mensaje de whatsapp de todos los años: “Felicidades “+icono tarta+icono vela+icono sonrisa. Borré el mensaje.

Busqué su número en la agenda y… marqué