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Cuando mi macho me compartió 4 (pollas a pares).

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Puedes encontrar las anteriores partes de este relato en los siguientes enlaces:

Parte 1: https://www.todorelatos.com/relato/152039/

Parte 2: https://www.todorelatos.com/relato/152159/

Parte 3: https://www.todorelatos.com/relato/152321/

Mi macho me comparte 4 (Pollas a pares).

En diez minutos me había limpiado el ojete para no manchar la tapicería, me había vuelto a poner el chándal, quitado la peluca y ya estábamos en el coche camino de mi piso. Juan y Paco iban delante porque, dijeron, si venían conmigo detrás me iban a montar allí mismo, en el asiento trasero. No os he descrito a mis sementales y aprovecho el trayecto en coche para hacerlo. Juan tiene 59 años, constructor. Estuvo casado con una mujer pero ella le descubrió poniéndole los cuernos y se divorciaron. Desde entonces no ha vuelto a tener una relación seria con nadie y se define totalmente bisexual aunque con un gusto exótico por los maricas de aspecto masculino a los que les gusta ser tratados como hembras. Busca siempre tíos a los que feminizar y no le faltan candidatos. Puede que muchos no lo reconozcan abiertamente pero estos juegos de “macho y putita” gustan mucho. Yo pensaba de mí mismo que era un poco raro pero tanto Juan como Paco me confirmaron que el gusto por feminizarme follando era algo muy habitual. Juan tiene una polla gorda, normalita de larga, algo menos de 15 cm, pero muy dura porque suele tomar viagra. Como él dice: “a mi edad no puedes esperar milagros de la naturaleza” y, la verdad, el cabrón la usa de maravilla. Es un tipo muy educado en todo momento excepto cuando te está sometiendo. Eso es algo que comparte con los otros dos, los tres son tíos muy respetuosos con los límites y lo que les enciende es ponerte tan cachondo que seas incapaz de decirles que no. Paco me contó que, para él, eso es un aliciente follando y le encanta proponerme morbos nuevos cada vez que follamos, aunque pasamos temporadas repitiendo alguno de los que descubrimos. Hubo una vez que descubrimos que me excitaba que me atase del techo, me sujetaba con cuerdas a unos ganchos en el techo de su piso y me desnudaba arrancándome la ropa (era ropa barata que comprábamos para ese juego), luego me acariciaba, lamía y azotaba. Me daba besos, me comía la oreja (que es mi punto débil) y me susurraba obscenidades. Alguna vez me dio azotes suaves con su cinturón. Me comía el culo y me follaba desde atrás, bucando el ángulo para reventarme de gusto. Cuando yo estaba bien cachondo, cortaba la cuerda de mi mano derecha para que yo pudiera masturbarme y nos corríamos los dos. Casi siempre yo primero y luego él me preñaba. Por cierto, fue él quien me descubrió la PrEp para no coger sida. Él la toma porque viaja a Berlín frecuentemente, a las fiestas sexuales y allí todo el mundo la usa. Así que la consiguió para él (trabaja en una empresa farmacéutica) y me ayudó a conseguirla para mí. Así puedo ser preñado sin temor y me encanta. Paco siempre ha tenido claro que es homosexual y le mola mucho la dominación, se ha movido en círculos BDSM durante muchos años. Le conocí en una web de esa temática y en esa misma web se habían conocido él y Juan, comentando los relatos de algunos sumisos y viendo que compartían gustos. Me contaron que yo era la tercera putita que se follaban entre los dos. Antes de eso yo había sido la puta en exclusiva de Paco pero este sabía que yo podía ir mucho más allá y fue cuando me condujo al primer encuentro que os narré en el primer relato de esta serie. A Andrés lo conoció Paco por un anuncio. Ofrecía “maricona travesti para ser sometida por varios machos” y Andrés le escribió para interesarse por la oferta. Andrés lleva una doble vida: tiene una novia a la que lleva a las reuniones familiares pero lo que a él le vuelve loco es follarse a tios barbudos en bragas. Estaba deseando probar y Paco lo encontró adecuado. Andrés es buena persona y tiene un buen rabo, de algo más de 18 cm. Además es muy morboso y aguanta muchos polvos, tiene 32 años y eso se nota. Juan tiene algo de barriga y el pelo canoso, también en el pecho. Va afeitado. Paco lleva un bigote de macho leather que me pone muy cerdo y el pecho muy peludo, tiene pocas canas para su edad y hace bastante deporte, por lo que está delgadito. Andrés también es deportista, juega al fútbol y se le nota en las piernazas que tiene. Es asesor fiscal, moreno, peludo y lleva una barba de tres días que hace que se nos mojen las bragas a tías y a gays. Un macho que pasa por hetero perfectamente pero al que le encanta soplar nucas. Un auténtico pastelito.

 

Ya estábamos en mi portal, apenas había tráfico a aquellas horas y eso que era viernes. Cuando entramos silenciosamente a mi piso, les dije que no podía más:

  • Nenes, estoy muerta, tengo el chochito destrozado. Os chupo las pollas todo lo que queráis y otro día me folláis como os dé la gana ¿sí?
  • No, nena, tú nos vas a dar el coño a Juan y a mí una vez más -cortó Paco- ya sabremos ponerte bien cachonda de nuevo, no te preocupes.
  • Eso, ya te pondremos bien perra, intervino Juan.
  • Y yo todavía quiero ver cómo esa boquita de mamona se traga mi leche, añadió Andrés.
  • Ven a ducharte, me pidió Paco.

 

Me hicieron lavar y me dejaron ropa limpia sobre la cama. Paco había elegido un tanga de color negro y una bata semitransparente. Me vestí con ello y acudí al salón. Con el Chrome, pusieron un video porno en la tele. Apagaron la luz del salón y Juan y Paco se sentaron a mi lado. Andrés estaba sentado solo en un sillón aparte. Mirábamos la escena como si esuviésemos en el cine porno. Era un vídeo de crossdressers folladas por varios hombres. En la primera escena, un travestido de rodillas se alternaba mamando dos buenos rabos. Juan y Paco comenzaron a comentar la película:

  • Parece que a la putita esa le encanta mamar pollas de macho.
  • Ya te digo, esa está encantada de saborear rabos, se nota que le gusta lo que hace.
  • Y vaya culazo se le marca con ese tanga, ¿has visto?
  • Joder, ¡cómo para no verlo!
  • A ver si algún cabrón le echa la tira a un lado y le vemos el chochito.

 

Al crossdresser de la película le comieron las tetas un macho por cada lado mientras le sobaban los cachetes del culo. Gemía como una putita. Paco me preguntó:

  • ¿Has visto cómo disfruta tu prima?
  • Uff, sí, ya veo que se lo está pasando bien- yo empezaba a estar más descansado después de todo el trajín al que me habían sometido. Paco me puso la mano en la rodilla acariciándomela y subiendo la bata arriba de mis muslos. Juan le imitó haciendo lo propio en mi otra pierna.
  • Se lo está pasando genial tu prima- dijo Juan- está encantada de tener dos machos para ella sola. Y parece que la están calentando bien.

 

En la pantalla, el travesti estaba de rodillas, con la lengua de un macho recorriéndole el culo de arriba a bajo y siendo morreada por el otro, que le pellizcaba las tetitas. Ella jadeaba. Sentí la boca abierta de Juan sobre mi cuello y su lengua recorriendo el camino entre mis hombros y mi nuca. Entonces fui yo la que gimió.

  • Claro, cariño, gime- dijo Paco y pegó él también su lengua a mi cuello.

 

Me estuvieron comiendo el cuello y las orejas mucho rato, me acariciaban. Estaban inclinados hacia mí, con uno de sus brazos sobre el respaldo del sofá y el otro sobre mi cuerpo, con sus manos recorriéndome entero. Me desataron el lazo de la bata y acariciaron mis pezones mientras metían sus lenguas en mis orejas a la vez. Yo gemía cada vez más profundo.

  • Siiiii, putita, gime, gime… y mira lo que esos dos le hacen a tu prima, dijo Paco.

 

En otra escena, un nuevo travesti estaba cabalgando un rabo y mamando otro. A mí me estaban poniendo de nuevo cachonda como una perra, es increíble lo bien que sabían encenderme. Parecía que estaba en un cine porno con dos tocones sobándome y eso me enardecía. La mano de Juan se acercó a mi entrepierna y tiró de mi muslo hacia él, abriéndome. Paco le imitó, me estaban abriendo de piernas. Paco me morreó, Juan me devoraba una teta, sus manos se movían sobre el tanga.

  • Ufff, ya te estás poniendo durita otra vez, susurró Juan en mi oído.
  • Siii… siii… no paréis, gemí.
  • Claro que no, cariño, te vamos a poner como una perra en celo de nuevo y tenemos toda la noche para eso.

 

En la pantalla, la maricona recibía los lefazos de sus machos en la cara y les limpiaba las pollas con la lengua, llena de gula. En el sofá, dos machos me comían a besos, me sobaban toda y me decían obscenidades. Paco me seducía con su voz:

  • Ábrete, nena, ábrete que vamos a hacerte jadear.

 

Separé mis piernas, mis brazos estaban sobre sus hombros, yo estaba ofrecido a sus caricias y sus besos, podían explorar mi cuerpo sin restricciones. Estaba deseando que metieran alguna de sus manos dentro de mi tanga y no tardaron. El primero en hacerlo fue Paco, que me palpaba los huevos con lujuria. Mi ojete no estaba demasiado accesible, por lo que Juan propuso reclinarme más. En la pantalla, otro travesti era follado en mitad del campo por un macho joven. Lo tenía a cuatro patas y lo empitonaba con fuerza mientras la maricona jadeaba y pedía más. Me abrieron las piernas del todo, yo tenía la piel de gallina con sus lenguas chasqueando en mis orejas, sus mordisquitos en mis pezones y sus dedos, untados de saliva, urgando mi hoyito.

  • Este chochito empieza a abrirse, putita, y no parece que ofrezca resistencia, dijo Paco.
  • Sois unos cabrones deliciosos, al final me vais a montar otra vez.
  • Claro que sí, zorra -intervino Juan- somos tan pacientes como persistentes pero a nosotros no se nos escapa ninguna hembra antes de que nos vacíe los cojones por completo.
  • Huuuummm… bufff -gemí.
  • Me encanta verte así de ofrecida, con el coñito bien a la mano, comentó Juan
  • Cabroneees…. ufff.
  • Eso, eso, zorrita, separa las piernas -repetía Paco- que te vamos a abrir bien ese coñito.

 

Sus dedos ensalivados hurgaban mi chochito mientras sus bocas me relamían por todas partes. Me metieron un dedo cada uno y estiraron hacia los lados, cada uno hacia su propia posición, dilatándome. Andrés, que había permanecido observando en silencio, exclamó:

  • Joder, tíos, se le ve el coño abierto desde aquí.
  • Pues ven y colabora, tío -le indicó Juan- escúpele en el conejo para lubricarla.

 

Andrés se colocó de rodillas ante mi coño, me separó las nalgas con sus manos, hizo saliva en su boca y me escupió una buena bocanada. Los otros dos aprovecharon el lubricante extra para meterme más sus dedos. Andrés me lamía las nalgas y los alrededores del ojete, Juan y Paco me morreaban, lamían y perforaban con sus dedos. Yo jadeaba como una guarra y les pedía más. La luz de la pantalla incidía en mi chocho ofrecido, sus caras se veían llenas de deseo, yo debia tener una cara de guarra tremenda. Andrés escupía en mi agujero y sus amigos me estaban metiendo ya dos dedos cada uno y estirando mi ojete para abrirlo más y más.

  • ¡Cómo tiene ya el coño esta puta! -dijo Andrés- está más que preparada para que os la folléis.
  • Siii, gemí yo.
  • Pues, esta vez, voy a ser yo el primero, oí decir a Juan.

 

Se salió de su asiento y Paco me tomó de la barbilla para que le mirase solo a él, me comía la boca con frución mientras Andrés me lamía el coño, metiéndome su lenga y recorriendo todos los recovecos de alrededor. Oí los pantalones de Juan caer al suelo y lo siguiente que sentí fue un chorro de lubricante en mi raja, su cuerpo sobre el mío, y su polla entrando como quiso.

  • Diosssssss, ¡cómo tiene el coño, joder!, rugió Juan.

 

Paco me morreaba, Juan me embestía, Andrés se puso de pie en el lugar que había dejado libre Juan, me tomó la mano y me la llevó a su rabo que ya estaba duro. Antes había encendido la luz del salón para no perdernos detalle de lo que iba a ocurrir.

  • Pélamela, puta, me ordenó.
  • Huuum, ya tienes dos pollas para ti, guarra -ronroneó Paco- solo te falta la mía.

 

Paco se puso de rodillas sobre el sofá, se sacó el rabo tieso del pantalón y lo introdujo en mi garganta. Ya me estaban follando, ya estaba yo, como la puta más grande de la ciudad, con una tranca en el culo, otra en una mano y la tercera recorriendo mi garganta. Los tres machos jadeaban y comentaban la clase de guarra que soy, que ya estaba otra vez abierta y recbiendo pollas por todas partes. Yo no podía estar más cachonda. Lo habían conseguido de nuevo. Esos tíos eran los dioses del sexo.

  • Buuuf, ¡cómo está este chocho, cómo está de caliente! Joder y cómo le entra mi polla hasta los huevos -Juan bramaba- ¡oooh, ooh, ooooooh!
  • Dame, dame polla, cabrón, pedí.
  • Calla y chupa, ordenaba Paco.
  • Estas tetitas de guarra están duras, decía Andrés mientras me las pellizcaba.
  • Huummfff, hummff, yo gemía con la boca llena del nabo de Paco.

 

Así me tuvieron un buen rato hasta que Juan sacó su tranca de mi agujero:

  • Joder, que me corro.
  • Déjamela a mí ahora, pidió Paco.

 

Me levantó del sofá y me condujo a la mesa donde me sentó abierto de piernas, me las levantó y me introdujo su capullo.

  • Ahora me toca a mí follarte el coñito, perra.
  • Damé, sí, dame polla, cabrón, me tenéis otra vez cachonda perdida.
  • Claro que te voy a dar polla, prepárate.

 

Me la hundió haciéndome gritar.

  • No chilles tanto, que es tarde, puta, los vecinos se van a enterar que te estamos reventando el coño.
  • Joder, la tienes muy gorda, cabronazo, me rompes el coño.
  • Noo, todavía no te lo vamos a romper del todo.
  • ¿Cómo?
  • Toma rabo, puta.

 

Empezó a bombear con todo su miembro dentro de mí, yo gemía y le buscaba la boca para comérsela. Juan y Andrés, de nuevo uno a cada lado, me reclamaban lengua también. Me fui morreando con los tres mientras Paco me embistió un buen rato y yo jadeaba de gusto pidiendo más y más. Me la sacó ordenándome que permaneciera abierta de piernas y su lugar fue ocupado por Andrés que me clavó el rabo lentamente hasta los huevos:

  • Así, putita, hasta los cojones, como a ti te gusta.
  • Sí, sí, dame polla, macho, dame polla, que me vuelvo loca.
  • Loca del coño, ¿verdad, guarra?, preguntó Juan.
  • Sí, loca del coño, totalmente loca con vuestras pollas, no paréis, por favor.
  • Nooo, no vamos a parar -dijo Paco- te queda el premio gordo de la noche.

 

Andrés me bombeó duro otro buen rato hasta que me la sacó. Juan se había sentado en el sofá y se estaba lubricando el pollón invitándome a subirme en él. Acudí a su llamada y trepé en su polla, dejándome caer hasta que sus huevos hicieron tope. Comencé a cabalgarlo mientras él me animaba a que siguiera, llamándome zorra tragapollas, puta viciosa, me decía de todo. Entonces sentí que Paco se acercaba a mi espalda:

  • ¿Qué vas a hacer?
  • Volverte loca del coño por completo -me dijo- y tú, chaval -le dijo a Andrés- métele el rabo en la garganta para que no chille.

 

Ya sabía lo que se me venía encima, respiré profundo por la nariz mientras tragaba el rabo de Andrés. Juan se quedó quieto, con su polla metida sólo hasta la mitad. No ví como lo hacían pero empecé a sentir un dolor fuerte al sentir mi culo ensancharse. Quise decir algo pero la polla de Andrés me lo impedía. Paco me decía que me relajase, que iban a entrar seguro y que mejor estaba tranquilta. Respiré profundo, apreté el culo hacia afuera para facilitarles la entrada y lo consiguieron, vaya si lo consiguieron. Cuando Paco me la metió hasta la mitad grito “¡Ahora!” Y tanto él como Juan empujaron sus rabos dentro de mí. Andrés me sujetaba para que no me sacara su polla de la boca y no se oyeran mis gritos. Me las dejaron dentro las tres, quedándose quietos “hasta que se te acostumbre el coño”, dijo Juan. Y empezaron a besarme y acariciarme. Comentaban lo estrechito que tenía el coño ahora y cómo les apretaba los rabos, que parecía el chochito de una virgen, que les volvía locos de gusto. Andrés me daba caricias en la cara y alguna torta suavita. Al poco mi culo comenzó a ceder y pude sentir placer. Estaba totalmente relleno, la sensación sobre mi próstata era terriblemente placentera, se me escapó un gemido.

  • Me parece que le putita ya está preparada para que nos la follemos, dijo Paco y comenzaron a bombear rítmicamente dentro de mi culo.
  • Oooooh, ooooh, ooooh, sí, siii… se me escapó un gemido de excitación.
  • Te vas a comer mi leche, puta, te la vas a tragar toda -Andrés se pajeaba fuerte con su capullo apoyado sobre mis labios.
  • ¡Cómo tienes el coñito! -repetían tanto Juan como Paco- parece el coñito de una virgen, qué morbazo desvirgarte el chochito, puta, ¡qué morbazo!
  • Oooh, sí, síi -yo estaba cada vez más caliente, me estaba masturbando- rompedme el himen, por favor, dejarme el coño bien abierto, más, más, ¡máaaaaas!
  • Mueve el coño, puta, Juan me hacía girar sobre mis caderas para mover sus pollas en círculos dentro de mí, ellos bombeaban suave pero profundamente, yo estaba literalmente lleno de pollas de machos.

 

Así me tuvieron hasta que yo les dije que estaba a punto de correrme otra vez. Paco se salió de mi culo y me ordenó darme la vuelta. Me levanté de la polla de Juan y repartieron lubricante por sus pollas y mi culo. Me dejé caer en el rabo de Juan que entró como si nada y éste tiró de mí hacia atrás, para que mi espalda reposara sobre su cuerpo. Me abrieron bien de piernas y Paco repitió la maniobra de meterla. Ví como la colocaba sobre la polla de Juan y la empujaba hacia arriba, hasta que su capullo traspasó mi ano:

  • Puta, pídeme que te folle, me ordenó.
  • Sí, por favor, rómpeme el virgo, ¡por favor!
  • Guauuu, ¡qué morbazo que digas eso! -y me hundió la mitad de su polla dentro- bombea, tío, que ya la tenemos ensartada -le dijo a Juan- y tú, guarra, tócate que cuando te corres te vibra el coño y quiero que me saques la leche así.
  • Ooooh, síi, síii.

 

Yo gemía como loca hasta que Andrés volvió a ponerme el rabo en la boca y hacerle chupar el capullo mientras se pajeaba:

  • Puta.  Me voy a correr en tu boca, quiero que te tragues toda mi leche, guarrona.
  • Ahora eres las reina de las putas -dijo Paco- estás alojando tres rabos en tu cuerpo.
  • ¡Y qué rabos!, gemí.
  • Chupa, perra, que me corro.
  • Toma pollas, puta, toma pollas, te vamos a desvirgar bien desvirgada, decía Juan desde debajo de mí.
  • Huuummffffff, hummmffff, humfffff.
  • Chupa, puta, así ¡chupaaaa!
  • Oooooh, ohh, como está este coño de apretado.
  • Menéatela, guarra, que quiero que me masajees el rabo con tus contracciones.
  • Hhmmmffff, hmmmmf…
  • Puta, me corro, me corro, traga, traga, ¡¡¡tragaaaaa!!!!

 

Al semental de Andrés ya no le quedaba demasiado semen en los huevos pero fue capaz de darme una buena ración que yo tragué gustosamente porque estaba delicioso. Seguí succionando su glande mientras él se convulsionaba, sudoroso, gimiendo lo puta y lo buena tragapollas que era yo. Los otros dos machos seguían destrozando mi virgo imaginario con un ritmo que me tenía cachonda perdida. Andrés se retiró y miré a Paco.

  • Aún tienes lefa en la boca, cochina, ábrela que te la enjuage, me dijo.

 

Obedecí y me escupió dentro.

  • Ahora sí, traga.
  • Uffff.
  • Eso es, tócate, que quiero verte correrte y que me exprimar el pollón con tus contracciones.
  • Yo estoy a punto de lefar, gritó Juan.
  • Léfala, tío, léfala y llénale el coño de leche de macho, que es lo que ella quiere.
  • Siiiii -pedí- quiero lefa de macho en mi coño, ¡¡¡dámela, papi!!!

 

Juan obedeció, clavó su rabo de un golpetazo y lo oí gruñir su corrida como un cerdo:

  • Guarra, guarra, guarra, ahí tienes mi polvo, puta, ahhh, ooooh, ¡¡¡te estoy llenando el coño con mi lefa, cerda!!!
  • Dámela toda, dámela toda, ¡por favor!
  • Ahí la llevas, perra, me contestó.

 

El macho había hecho tal esfuerzo a lo largo del día que la polla se le bajó al instante. Paco me sujetó en sus brazos sin sacarme su polla y me levantó para dejarme caer de nuevo sobre el sofá. Al caer, clavó su rabo hasta lo más profundo.

  • Ooooh, Dios, ¡me estás llegando hasta el fondo, hijo de puta!
  • Ahí me voy a correr, zorra, ordéñame.

 

Me pajeé sin descanso, sintiendo mi coño lleno de la polla de mi chulo, el cabrón bombeaba como sabe que me enloquece, yo estaba con los ojos en blanco y él no paraba de animarme a que siguiera tocándome.

  • Me corro, le dije.
  • Bien, bien, ¡bieeen!
  • Fóllame, que me corro, me corro, me corrooo (¡cómo bombeaba el cabronazo) me corro viva, dame maaaaaas.
  • Oooh, puta, puta, siento las contracciones de tu corrida, me estaba reservando para esto, siii, dale, córrete, puta, ordéñame con el coño, ¡daleeeeeee!
  • Me corroooooooooooooooo.
  • ¡Toma polvo, guarraaaaaaaaaa!

 

Creo que perdí la conciencia unos segundos, vaya corridaza que me acababa de llevar. Paco se quedó tumbado sobre mí hasta que se le salió la polla, ya flácida, de mi ojete. Recuperamos la respiración y se dejó caer en el suelo, boca arriba, exclamando “¡vaya polvazo!”. Los otros dos estaban sentados el uno en el sofá y el otro en un sillón. Así nos quedamos un rato hasta que Andrés nos sacó de aquel sopor.

  • Nos vamos a quedar dormidos, mejor recogemos y nos vamos.
  • Sí, dijo Juan.

 

Paco y yo nos levantamos. Me llevaron al baño y, tan solícitos como cuando me mearon, me lavaron y hasta me pusieron pomada para las hemorroides en el culito para prevenir males mayores. Me llevaron a la cama y me besaron los tres.

  • Eres la mejor puta de todas, gracias por esta noche.
  • Gracias a vosotros, ha sido inolvidable.
  • Pero no irrepetible, añadió Paco.
  • Jijiji, eso espero, dije.

 

Me besó en los labios y se fueron al salón a vestirse. Al poco rato oí entre sueños como cerraban la puerta. Dormí hasta la mañana siguiente. Al desayunar vi un mensaje de Paco en mi whatsapp: “Eres la perra de mis sueños, si lo de ayer te gustó esto no ha hecho más que comenzar”. Con Paco siempre hay una continuación.