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En el bosque con Andrés (Mi macho me comparte 3)

en Gays

(Viene del relato anterior “Mi macho me comparte 2 (la meada)”: https://www.todorelatos.com/relato/152159/) .

 

Me despertaron unos besos suaves en cada mejilla y el peso de un hombre sobre mí. Juan y Andrés estaban uno a cada lado y Paco sobre mi cuerpo:

  • Despierta, princesita, que vamos a sacar a tu amiga la guarra de paseo- me decía Paco.
  • ¿De paseo?- pregunté.
  • De paseo -me confirmó Paco- te vas a poner el uniforme de colegiala y nos vamos los cuatro a la calle.
  • ¿Qué dices? Ni de coña -me enfadé- no quiero que me vea ningún vecino.
  • Putita -Paco me sujetaba por la barbilla- no te suelto una hostia por desobediente porque el pacto entre nosotros era que todo esto de tus bragas y demás quedaría en secreto, así que entiendo que tu primera reacción sea negarte. Pero sí me dan ganas de meterte una bofetada por pensar que yo querría que quedases en ridículo entre tu vecindario.
  • ¿Entonces? -pregunté.
  • Entonces -Paco me explicó- te vas a poner el uniforme de colegiala, te vas a cubrir con el chándal y vamos a bajar hasta el coche de Juan. Nos vamos a subir en él y te vamos a llevar al monte, a la zona de folleteo, que Andrés tiene un morbo y se lo vas a hacer realidad.
  • ¿Un morbo? -le pregunté directamente a Andrés.
  • Siempre quise castigar a la guarra del instituto follándomela como a una furcia. Esta noche te vas a llamar Miriam.
  • Uf, jajajaja, -me reí- desde luego eres un tío realmente morboso no más que Paco, pero morboso sin duda.
  • ¿Lo vas a hacer? -preguntó Andrés.
  • Claro, mi macho, te dije que sería tu puta para complacerte en todos tus caprichos, ¿recuerdas?
  • Eres la mejor.

 

Andrés me metió un morreo largo y luego se salieron todos de la cama. Me puse en pie y me dirigí al armario donde tengo escondido mi uniforme de colegiala zorra y alguna que otra cosa más con las que Paco y yo guarreamos. Me vestí con él y me coloqué el chándal encima, nos fuimos a la calle. No encontramos a un par de vecinos, eran finales de mayo y a las 10 de la noche aún había gente en la calle. Me saludaron con normalidad, a nadie le sorprende verme salir con varios hombres, en mi bloque todos saben que soy maricón y han visto a muchos machos subir a casa. Lo que no saben es que además de maricón, soy putita. Nos metimos en el coche, Andrés de copiloto junto a Juan y yo con Paco detrás. Andrés sacó una bolsa de debajo de su asiento y me la entregó. Era una peluca rubia:

  • Póntela, Miriam era rubia, me dijo.
  • Piensas en todos los detalles... y esto lo tenías premeditado ¿cierto?
  • Claro que el chaval lo tenía pensado, fue parte del trato por venir a humillar a mi puta -aclaró Paco.
  • Voy de sorpresa en sorpresa, pero me gustan -reconocí- ¿y sólo me va a follar él?, pregunté.
  • Sí -contestó Juan mientras conducía- si te follamos ahora Paco y yo, no nos quedará lefa para el polvo final. Éste te puede follar más veces porque es joven -señaló a Andrés- y repone pronto, pero mis huevos se vacían una o dos veces por día como mucho. Lo que sí vamos a hacer es disfrutar del espectáculo.
  • ¿Espectáculo? Estoy intrigado, dije.
  • Me alegra que estés intrigada, puta -respondió Andrés- porque va a ser inolvidable.

 

Unas calles más abajo, llegamos al inicio del monte donde está la zona de cruising y dogging de nuestra ciudad. Sin luces inoportunas, comencé a quitarme el chándal y quedarme con la blusita estrecha debajo de la que llevaba un sujetador de algodón a juego con unas inocentes braguitas que quedaban debajo de la típica minifalda plisada de cuadros de todas las películas porno. Me quité el chándal, calzándome de nuevo las zapatillas que me había quitado previamente para poder sacarme los pantalones y Andrés, mirándome desde su asiento, me pidió:

  • La peluca, no lo olvides.

 

Me la puse y le pregunté:

  • ¿Te gusta como me queda?
  • Ufff, guarra, se me acaba de poner tieso el cipote, te voy a reventar el coño, ya lo verás,
  • Estamos llegando al sitio, dijo Juan. Y aparcó apenas un minuto más tarde.

 

Salimos del coche, Andrés me llevaba de la mano. Nos acercamos a un matorral alto, que hacía como una especie de herradura. Juan y Paco se quedaron en la parte abierta vigilando que nadie nos molestase. Andrés me pidió que me colocase en el fondo de la herradura y que le esperase allí. Anduve los 3 metros de distancia que había y le esperé. A los pocos segundos se acercó a mí y me dijo:

  • Miriam, tenemos que hablar.
  • ¿Hablar? ¿De qué?
  • De que llevas dos años riéndote de mí en el instituto, burlándote de que estoy encelado contigo y presumiendo de que tú pasas de mí.
  • ¿Y qué quieres?
  • ¿Qué qué quiero? ¡Mira esto!

 

Me acercó su móvil, con un vídeo de una película porno italiana donde una alumna era follada salvajemente por el director del instituto mientras le decía que si quería aprobar, tenía que abrir más el coño.

  • ¿Y esto?, pregunté.
  • ¿Y eso? Pues esa eres tú en el despacho de Don Arturo, con el coño lleno de su polla. En el vídeo se ve cómo te folla en todas las posturas, hasta te da por el culo y luego se corre en tu cara.
  • Pero es que tenía que aprobar -le seguí la fantasía- mis padres me iban a enviar a un internado si suspendía.
  • ¿Te imaginas el escándalo si el vídeo se propaga? Don Arturo perdería su trabajo, la mujer lo abandonaría, tus padres se morirán de la vergüenza y todo el mundo sabría que eres una puta que ofrece su coño a cambio de aprobar.
  • ¿Y tú como tienes ese vídeo?
  • Eso no te importa, yo tengo mis medios.
  • ¿Qué quieres?
  • ¿Qué qué quiero? ¡Esto quiero!

 

Me agarró la mano derecha y la llevó a su bragueta, haciéndome apretarle el enorme bulto que traía.

  • No, no, no, eso no, por favor.
  • ¿Que eso no, puta? Llevas dos años riéndote de mí y yo cascándome pajas pensando en tu coño, ahora vas a hacer todo lo que te ordene o todo el instituto verá este vídeo.
  • Eso es chantaje, es un delito, y yo puedo hacer con mi coño lo que quiera.
  • ¿Te crees que voy a ir a la cárcel? El video se enviará anónimamente a un foro y acabo de subir un stories a mi instagram diciendo que estoy en mi casa jugando a la play, tengo coartada. Además, será tu palabra contra la mía.
  • No, por favor, no lo hagas.
  • Sácame la polla de la bragueta.
  • Por favor, Andrés, no me hagas esto.
  • Sácame la polla de la bragueta ahora mismo y comienza a hacerme una paja, pedazo de guarra, me vas a hacer todo lo que le hiciste a Don Arturo y más cosas que se me ocurran. Vas a ser mi puta esta noche hasta que yo diga.
  • No, por favor, te lo suplico, no me hagas esto.
  • Es la tercera y última vez que te digo que me saques la polla de la bragueta. O lo haces ya o me voy a casa a subir el video, tú sabrás lo que prefieres.

 

Sumisamente, le miré a los ojos y busqué la cremallera de su bragueta. La abrí lentamente, como si no quisiera hacerlo. Metí mi mano con timidez dentro de su pantalón y busqué su rabo. Me costó sacarlo de lo tieso que lo tenía.

  • Ya, le dije.
  • Ahora me vas a hacer una paja lentamente mientras me comes la boca, puta.
  • No, por favor...
  • ¡Hazlo!
  • Está bien, está bien… está bien.

 

Y me acerqué a su boca mientras comenzaba a pajearle con cierta resistencia (se suponía que yo no quería pajear aquella maravillosa tranca gorda y dura que se gastaba el semental de Andrés). Él me apretó contra su pecho y me clavó la lengua en la garganta mientras metía sus manos bajo mi blusa buscando las tetas de Miriam.

 

  • Ufff, zorra, qué pedazo de tetas tienes, eres la que está más desarrollada del instituto, me pones todo cachondo, tía, qué buena estás.
  • Por favor, Andrés -le dije como implorando- ¿podemos hacer esto en silencio?
  • Para nada, puta, lo vamos a hacer como a mi me salga de los cojones. Tengo el vídeo en el móvil y en el disco duro de mi ordenador. O me complaces en todos los detalles o ya sabes lo que pasará.
  • ¿Y cómo sé que lo borrarás?, simulé un sollozo.
  • No te queda otra que confiar en mí y esmerarte con el polvo que vamos a echar.
  • ¿Polvo?
  • ¿Qué pensabas, que me iba a conformar con una paja? Te he dicho que, como poco, vamos a hacer lo mismo que hiciste con Don Arturo. Mi polla va a estar en tu mano, en tu boca, en tu coño y en tu culo. Y ya veremos qué otras guarradas se me ocurren mientras te follo.

 

Juan y Paco estaban sentados sobre un tronco viejo, pajeándose. No se querían correr pero se iban a toquetear mientras disfrutaban de cómo Andrés se desquitaba de Miriam follándome a mí como a una perra. Habíamos dejado encendido un farol de emergencia, de los que se lleva en el coche, pero, de vez en cuando, nuestros vouyeurs nos alumbraban con las linternas de sus móviles para ver con más detalle. Andrés se estaba inspirando en la película porno de la que había sacado el video, la típica italiana donde los hombres usan a las mujeres para su antojo y las van llevando a entregarse cada vez más. Yo había visto más de una porque algunos actores de esos estudios, como Andrea Nobili o Joe Calzone, siempre me habían puesto muy caliente y me masturbaba pensando que yo era una de esas chicas que ellos se follaban tan vigorosamente. Como he oído a más de cuatro amigos míos gays, “me gustan los heteros”. Y allí, estaba yo, como en una peli italiana de los 90, con un macho obligándome a pelarle el nabo mientras me sujetaba por la nuca para morrearme con lengua y me recorriea el cuerpo bajo la ropa con la otra mano:

  • ¡Qué tetazas tienes, qué duras están, me encantan tus tetas! Sigue así, putita, así, sigue meneándome la polla así, cómo se nota que eres una guarra, seguro que le has meneado los rabos a la mitad de los profesores, menuda práctica tienes.
  • Por favor, no me digas esas cosas.
  • ¿Qué no? ¿qué no? Pero si es la verdad, pedazo de guarra, todo el mundo sabe que eres una puta,  que eres la tía más facilona del instituto.
  • No… por favor.
  • Sí, siii, lo eres. Eres una cerda y me voy a tomar mi revancha por fin.
  • Noooo, no me digas estas cosas (fingí otro sollozo).
  • Shhh, callaaaa -me metió dos dedos en la boca- calla y chúpame los dedos, que estás mejor con la boquita ocupada.
  • Humff…
  • Chupa, chupa… uff, qué bien chupas, se te da muy bien chupar. Vaya, vaya…
  • Hummmfff.
  • Chupa… chupa y calla.

 

Andrés seguía sobándome por todas partes, introdujo su mano bajo mis bragas, apretándome los cachetes del culo y llevando sus dedos a mi raja. Gimió al tocar mi ojete, sacó los dedos que tenía en mi boca y los condujo a mi culo. Con la otra mano me separaba una de las nalgas y llevó sus dedos humedecidos a mi raja, frotándome el ano.

 

  • Ufff, siii, te voy a abrir bien este agujerito, te lo voy a dilatar y te lo voy a llenar de polla.
  • No, no, por favor.
  • Siii, puta, claro que sí.
  • Por favor, noooo.
  • Cuanto más me suplicas, más cachondo me pones, sigue negándote que me da igual.
  • Eres un cerdo.
  • Y tú una cerda, hacemos buena pareja, ya ves -y siguió restregando sus dedos por mi culo, calentándome más y más. Me comió la boca con furia mientras daba golpes de pelvis para follarse mi mano hasta que me ordenó- ¡ponte de rodillas, zorra!
  • Está bien, ya no me negaré. Sé que no servirá de nada que te suplique.
  • Por fin lo has entendido, puta, ponte a mamar ya.

 

Le sujeté el rabo por una mano mientras él se desabrochaba el pantalón y se lo bajaba junto con los calzoncillos hasta media pierna. Impresionaba ver ese pollón tieso, gordo, con las venas marcadas. Se notaba que el cabrón debían haberse hecho muchas pajas imaginando aquella escena por lo bien preparada que la tenía y por lo cachondo que se había puesto. Lo sujeté con mi mano derecha y le amasé los huevos con la izquierda, me metí la polla en la boca de un solo trago.

 

  • Ouuuhhhhhh!!! Putaaaa, qué manera de tragar pollas, cómo se nota la práctica, mamona, uuuffff!!!
  • Mmmmfff?
  • Sigue, chupa, chupa polla, perra.
  • ¡Qué mamazo le está pegando la guarra al chaval -exclamó Juan desde su asiento.
  • Puta, come, así -ordenaba Andrés.

 

Yo chupaba y chupaba como sabía que le había gustado a Andrés cuando le mamé el rabo en mi casa. Yo estaba muy excitado con toda aquella historia que nos estábamos montando y quería que él disfrutase de hacerla realidad. Me dejé hacer de todo, me taladraba la boca, me daba bofetadas suaves, me golpeaba con su rabo en la cara y me lo volvía a meter en la garganta, me decía que era su puta y que iba a echarme el polvo de mi vida, que me iba a enterar de lo que sabe hacer un auténtico hombrecon una guarra. Se agachó para bajarme las bragas hasta medio muslo y seguir tocándome el ojete, yo estaba ya más que preparado para que me follaran pero él dijo:

  • Te voy a comer el coño, puta.
  • ¿Cómo?
  • Que quiero verte abierta de piernas y con mi lengua en tu coño. Y que me mires a los ojos mientras te lo como, para que nunca se te borre de la mente la cara del macho que mejor te folló en tu vida.

 

Me tiró en el suelo, me puso las piernas en alto con las bragas en las rodillas, me subió la faldita, se quitó pantalones y camisa y empezó a dame una comida de culo de campeonato.

  • Oooh, siiiii -gemí.
  • ¿Te gusta, verdad, puta?
  • Dios, sí, joder… ufff
  • Mmmm, mmm, mmm, tienes un coño delicioso, zorra.
  • No pares, por favor, no pares.
  • Ahora te empieza a gustar, ¿verdad?
  • Joder, sí, qué bueno, qué bien comes coños, cabrón.
  • Mmm, mmmff…

 

La lengua y los labios de Andrés hacían maravillas en mi ojal. Me había metido un dedo que me llenaba de gusto por dentro. Comía culos (“coños” en el juego) como un maestro y alternaba sus lametones con palabras sucias hasta que llegó el momento:

  • Tienes el coño bien abierto, puta, este coño pide polla.
  • Por favor, no me hagas daño.
  • ¿Daño? ¿acaso te he hecho daño hasta ahora?
  • Quiero decir -simulé candidez- quiero decir que… que tienes la polla muy grade y me va a doler.
  • ¿Grande?
  • Grande… es más grande que las demás pollas que me han metido. He chupado muchas, lo reconozco, pero nunca me he atrevido a recbir una polla tan grande dentro de mí.
  • Uuuuufff…entonces va a ser como desvirgarte, ¡esto es mejor de lo que me esperaba!
  • Por favor, ve con cuidado, te lo pido por favor, de verdad.
  • Tranquila, zorrita, que tu macho sabrá cómo darte gusto pero tienes que colaborar.
  • Sí, te lo prometo, pero no me hagas daño.
  • Relájate…

 

Me quitó las bragas por completo y me ordenó poner los brazos a los lados de mi cuerpo para poder abrirme las nalgas con mis manos desde el exterior.

  • Así, eso es, sepárate los labios para que mi polla te entre mejor.

 

Colocó una buena cantidad de saliva sobre mi ojete y apoyó su capullo en él. Volvió a escupir, me escurría la saliva por la raja del culo. Él estaba escupiendo litros de saliva sobre su capullo y mi ojete. Mientras hacía eso, apretaba su cabezota contra mi entrada haciendo círculos. A veces daba golpecitos con su nabo contra mi raja y volvía a los círculos sobre mi ojete, ponía más saliva y apretaba.

  • ¿Te gusta, putita?¿Te gusta sentir mi polla caliente llamando a la puerta de tu coño?
  • Joder, siii, me estás poniendo muy cachonda, Andresito, no sabía que tenías tanta mañaaaa.
  • ¿Verda, puta? Te lo estabas perdiendo y eso que no hemos comenzado aún.
  • ¿No?
  • No, nena, ¡ahora hemos comenzado!

 

Y con ese grito, clavó su capullo dentro de mi ojete:

  • Oooooooh, Dios, Andrés, ¡qué gusto!
  • ¿Te gusta? -me preguntó mientras embadurnaba el tronco de su polla con sus babas.
  • Joder, siii, Andresito, qué caliente tienes el rabo…
  • Ábrete, cariño, que viene más.
  • ¿Maaaas?
  • Maaas…

 

Se inclinó sobre mí, yo estiré mis nalgas y el dió un empujón y me clavó medio rabo.

  • Aaaaaaahh -grité
  • Tranquila, zorra, que te va a encantar, respira profundo.
  • Siiii, siii.
  • Mira cómo te está entrando mi rabazo, perra, míralo -me tiró del pelo para que viese cómo iba deslizando lentamente cada centímetro de su polla en mi interior. Yo me abría las nalgas -eso, puta, ábrete el coño para que te entre bien el cipote de tu macho.
  • Por favor, sí, todo, entero, métemelo -su rabo empezaba a tocarme donde me vuelve loco, me sentía lleno.
  • Toma, puta -y clavó los 4 entímetros de polla que le faltaban por meter, haciéndme sentir la punta de su rabo en lo más profundo de mi culo. Grité:
  • ¡¡¡Aaaarg!!!
  • Sí, puta, chilla, chilla de gusto.

 

Comenzó a mover su polla dentro de mí sin sacarla, balanceándose de un lado a otro, yo gemía como una putita sin necesidad de simular, él me besaba on mucho vicio, llenándome la boca de su saliva. Cuando supo que me tenía a punto de caramelo, comenzó a bombear profundo. La sacaba un poco y se volvía a dejar caer, llenándome de carne masculina. Yo me dejé llevar por mi papel de guarra seducida, doblé mis piernas sobre su espalda y le abracé atrayéndole sobre mí:

  • Si, así, Andresito, hazme gozar, fóllate a tu puta, que me estás volviendo loca, ¡¡¡oooohhhh!!
  • ¿Siii?¿Siii? ¿Ahora te está gustando?
  • Me estás volviendo loca, qué polla tienes, ¡cómo me llena! ¡Qué bien la mueves! -Andrés no paraba de bombear como un toro, rítmicamente, apretando su polla en el fondo de mi culo.
  • Eso es, puta, entrégate, que vas a ser mi hembra esta noche.
  • Dame rabo, por favor, dame rabo, que me tienes cachonda perdida. Cabrón, nadie me habia follado tan bien, ¡qué polla tienes y qué bien la usas!
  • Así, puta, ábrete, que te voy a dejar bien follada.
  • Por favor, sí, dame polla, Andresito, dame polla, te lo suplico -el cabrón me estaba follando de muerte, yo sentía sus pelotas golpear mis nalgas y eso me calentaba sobremanera.
  • ¿Ahora suplicas que te monte? Antes suplicabas para que no te tocase.
  • Pero eso era antes de probar este rabo.
  • ¿Sí, puta, te gusta mi rabo?
  • Sí, me vuelve loca tu polla, lo confieso. Y también confieso que se me mojaron las bragas cuando me obligaste a hacerte la paja. No quise demostrarlo pero me excité al tocar una polla tan dura.
  • Oooooh, joder, puta, ¡¡qué bueno!!
  • Eso, llámame puta, que me pones muy cachondaaaa.
  • Es que eso es lo que eres, muy puta, muuuuuy putaaaa.

 

Andrés clavó su rabo profundo dentro de mi y permaneció quieto.

  • ¿Te has corrido?, pregunté.
  • Si me hubiera corrido lo hubieses notado, te lo aseguro. Quiero hacer otra cosita.
  • ¿Otra cosita?
  • Ponte a cuatro patas -me sacó la polla y se puso de pie.
  • ¿A cuatro patas?
  • A cuatro patas, perra, ese culo también será mío.
  • Por favor, ve con cuidado.
  • Vas a gozar y lo sabes.
  • Uffffff…

 

Me la volvió a meter despacito, simulando que ahora lo que se follaba era el culo y no el coño de Miriam, hasta que la tuvo toda dentro.

  • Joder, joder, joder, perra, qué bien te entra.
  • Ni yo me lo creo, Andrés, nunca había estado tan abierta, joder cómo me entra tu polla por todas partes.
  • Pues por el culo también la vas a disfrutar, pedazo de guarra.

 

Comenzó a bombearme como un poseso, dándome azotes. Miré al tronco desde donde Juan y Paco  nos observaban cascándose las pollas a nuestra salud. El rollito de hacer de niñata puta para Andrés me tenia cardíaco de cachondo pero tener espectadores era algo muy nuevo y excitante. Estaba siendo puta en muchos sentidos y eso me encantaba. Andrés me levantó, dejándome con las piernas estiradas, él de pie, sujetándome por las caderas y bombeando mi culo sin piedad. Me giró en dirección a nuestros espectadores y me dio una nueva orden.

  • Quiero que te saques las tetas del sujetador y te las magrees mientras yo te follo el culo, puta.
  • Ufff, eres un cerdo, ¡me encanta!
  • ¡Obedece y gozarás, perra!

 

Así lo hice, sacando mi lengua y pellizcando mis pezones. Los dos mirones apuntaron sus linternas a mi cara para ver mi expresión de guarra bien follada:

  • Joder, mi perra. Cómo está disfrutando, dijo Paco.
  • Y más que va a disfrutar, este calentón que llevo encima me lo va a quitar ella a polvos, le contestó Juan.
  • Deja que el chaval termine de follársela y la montamos nosotros.
  • Esta sale preñada esta noche, ya lo verás.
  • Uufff, sí.

 

Andrés me pegó un pollazo salvaje que me hizo ver las estrellas. Grité:

  • ¡Aaaarggg!
  • Toma, puta, toma polla gorda por el culo.
  • Cabrón, me estás destrozando.
  • Te dije que ibas a ser mi puta por todos tus agujeros.
  • Siii, siii, más, fóllame más, que me está encantandoooo… si lo llego a saber, me abro de piernas para ti el primer día que me pediste salir.
  • Lo que te has estado perdiendo, guarra ¡lo que te has estado perdiendo!
  • Es que parecías tan modosito… ¡pero cómo follas, hijo de puta! ¡Me estás rompiendo el culo y me encanta!
  • Como tiene que ser, si se folla, se folla.
  • Siii, siii, esooo, fóllame como una perra, más, ¡maaaaaas!
  • Toma, toma, ¡tomaaaaa! -me la clavó profundo de nuevo y volvió a quedarse quieto- vamos a cambiar de postura, dijo.

 

Andrés se tumbó en el suelo y me ordenó que me subiera en su polla, le obedecí diciéndole que no pdía estar mucho tiempo sin su polla dentro.

 

  • Ahora métetela en el coño, quiero volver a meterla en tu chochito caliente.
  • Claro que sí, Andresito, cariño, toda tu polla en mi chochito…
  • Tu chochito de puta.
  • Mi chochito de puta.
  • Mi puta.
  • Tu puta.
  • Muévete, vamos, y tócate, que quiero verte gozar.
  • Si me toco me corro, que estoy como una perra de encendida.
  • Mejor, así te lleno el coño de leche.

 

Comencé a cabalgarlo y tocarme, en esa postura me corro rápido y eso es lo que iba a suceder en breve.

  • Ay, aaaaaay, Andresito, que me corro… me corroooo con tu polla en mi coño, ooooooh!!
  • Eso es, puta, cabalga mi rabo, date gusto en el coño, que quiero que te lleves un buen recuerdo.
  • El mejor, el mejoooor, me has follado como una perra y me ha encantado. Ufff, estoy a puntoooo.
  • ¿Sí?
  • Síiiii…

 

Empezó a bombear sacudiendo su pelvis arriba y abajo, me hizo chillar de gusto, me daba unas embestidas de macho orgulloso, mientras me sujetaba por la cintura y me ayudaba en mis movimientos, yo meneaba mi polla y estaba a punto de reventar por tercera vez esa noche:

  • Tócate, puta, tócate.
  • ¡Aaaaaah! ¡Aaaaah! ¡Andrés, que me corro! ¡Que me corrooooo! ¡Me corroooooo!

 

Exploté en un orgasmo, llenando su vientre de mi leche, con los ojos en blanco y la respiración perdida, él no paraba de bombear duro:

  • Oooh, ohh, ooohhh… ¡siii, esto es lo que me gusta, lefar un coño recién corrido! Ooooh.
  • Aaaahh, ahhh, mi coño, ¡¡mi coñooo!!

 

Me siguió dando polla un rato mientras yo trataba de permanecer con el culo abierto, apoyando mis manos sobre sus hombros, hasta que finalmente, me la hundió hasta los cojones y gritó su orgasmo:

  • Putaaaa, ahí tienes mi leche, ¡tomaaaaaaaaaa!
  • Andrés, Andrés, me rompes el coño, Andrés, ¡¡aaaaahh!!
  • Buaaaaaaah, qué corrida, perra, ¡¡qué corrida!!

 

Levantó sus caderas para hacerme caer sobre él sin que su polla saliera de mi culo. Me morreó con furia, aquel semental acababa de echar uno de los mejores polvos de su vida y lo había echado en mi culo, en el coño de su putita. Me estuvo besando y acariciando muslos y espalda mientras me decía lo mucho que le había gustado hacer todo aquello conmigo, incluso me dio las gracias.

  • Gracias a ti, cabrón, me has puesto caliente como una barra de hierro incandescente, me ha encantado toda tu fantasía.
  • ¿Sí? Tengo más, si quieres…
  • Claro que quiero, le contesté.
  • Ella siempre quiere que la follen con morbo -oímos la voz de Paco- pero ahora nos toca a nosotros.
  • Eso, que ya no podemos más -añadió Juan. Se habían acercado hasta nuestra posición con los rabos tiesos y comenzaban a bajarse los pantalones por completo.
  • Lo siento, pero va a ser que no -dijo Andrés- a Miriam solamente me la tiro yo.

 

Juan y Paco se miraron y, encogiéndose de hombros, Paco sentenció:

  • Vale, es cierto, eso era parte del trato. Pero vamos de nuevo para el piso, y rápido, que nosotros tenemos las pelotas rebosando.

 

 

Continuará.