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Una granja muy caliente (Parte 3)

en Gays

Aún no lo había llamado Donato pero Carlitos ya se encontraba despierto. Había descansado muy bien aquella noche, y muy contento de haber tenido sexo aunque solo fuera oral con Donato. Eso solo le daba más ganas de volver a excitar a Donato ahora que ya había tenido una experiencia homo para volver a tener una nueva oportunidad. Esta vez querría tener sexo salvaje, que lo penetrara todas las veces que pudiera. Se puso el suspensorio, el mono de trabajo y los calcetines y bajó al salón. Desde las escaleras sólo pudo ver de nuevo al hombre forrado de látex negro salir por la puerta con un casco en la mano. Era un hombre que también tenía el pelo blanco, un poco más bajo de altura que Donato y desde la distancia parecía un poco más delgado. Carlitos quedó de nuevo congelado en las escaleras y Donato, al darse la vuelta después de despedir al misterioso hombre, cuando se volvió de nuevo hacia el salón pudo ver a Carlitos parado en la escalera.

               - Buenos días ¿Te volviste a quedar petrificado? Vamos hombre, no seas tan tímido - Le saludó Donato.

               - No, no, nonono - Tartamudeaba Carlitos al que la sangre le estaba bajando a la entrepierna - ¿Quién era ese hombre?

               - Un amigo de hace varios años. Me ayuda con cosas de la granja, papeleos y demás ya lo conocerás. Además le gusta la estética del látex y Lo cierto es que le queda muy bien, ¿Verdad?

               - Sí... - Balbuceaba Carlitos que trataba de colocarse la polla disimuladamente.

Donato sonreía al ver la excitación del joven aprendiz de granjero.

Donato también había descansado muy bien por la noche. Después de consultar la bandeja de entrada trató de avanzar intercambiando unos correos. Debía preparar la llegada de un nuevo granjero ante la marcha de Carlitos al acabar el verano. Al salir vio a Carlitos dormido en el sofá, semidesnudo y aun cubierto de semen. Apagó la televisión y lo ayudó a incorporarse y a subir las escaleras hasta su habitación. Carlitos estaba en un estado totalmente sonambúlico y y hacía caso a todo lo que decía Donato. Se quedó con ganas de follárselo pero no quería correr riesgos y solo lo desnudó y lo dejó dormir en su cama. Cada día que pasaba Carlitos en la granja se estaba convirtiendo más en un macho y el olor a alcohol, semen y sudor había excitado de nuevo a Donato pero pensó que era mejor que volviera a su dormitorio. Según se tumbó en la cama quedó instantáneamente dormido a pesar de la excitación que aún tenía encima.

               - Vamos a desayunar y al trabajo.

               - ¿Cuándo tendremos un día de descanso? ¿Llevamos ya una semana y solo trabajamos?

               - Aquí no hay descanso Carlitos, todos los días hay que ordeñar a las vacas, limpiar el establo de las vacas y los marranos, preparar la comida. Aquí siempre hay mucha tarea.

               - Y no te apetecería quedarte un día en la cama...

               - ¿Pero tú has venido a descansar o a trabajar? ¿No te gusta la granja?

               - Si... pero... es que después de todo el año estudiando pues ahora levantarme a trabajar todos los días. Uff, está bien pero también me gustaría descansar algún día.

               - Tranquilo, tendrás tu recompensa por el trabajo duro que estás realizando - Dijo Donato guiñándole un ojo.

Carlitos dudaba a qué tipo de recompensa se refería Donato. Si era como la que recibió el día anterior después de cenar... por favor que vengan más.

En la granja el día sería bastante normal con mucho trabajo y con Carlitos buscando la manera de excitar a Donato, eso sí el que siempre quedaba excitado era él cada vez que aparecía Donato con el mono azul y con las botas de goma. Cada vez le gustaba más aquel hombre y no podía resistirse a verlo trabajando sin excitarse. Carlitos por su parte cada vez que podía mostraba su redondeado culito o le hacía alguna caricia en la pierna a Donato. A Donato también le estaba calentando la actitud de Carlitos. Ya el día anterior no pudo resistirse a darle de mamar su polla y a punto estuvo de penetrarle el culo con la borrachera que había agarrado. Si seguía así pronto se lo follaría bien duro, y no porque la programación se lo exigiera al chaval, sino porque ese muchacho era bien marranote. Y eso a Donato le encantaba.

La jornada esta vez acabó más temprano lo que aprovechó Donato para hacer unos recados fuera del pueblo que tenía pendientes mientras Carlitos se quedaba en casa relajado viendo la televisión. Encontró algunos DVD y le entró la curiosidad. Resultaron ser películas antiguas muy aburridas. Carlitos no era muy cinéfilo pero aquellas películas deberían ser recetadas en las farmacias para ayudar a conciliar el sueño.

De pronto Carlitos despertó cuando escuchó la puerta.

               - ¡Hola Carlitos! Disculpa que se me ha hecho un poco tarde. Uy ¿Te habías quedado dormido viendo una película?

               - Si... estaba un poco cansado. Necesito algún día completo para descansar jejeje.

               - Lo que necesitas es disciplina. Mírame a mí 40 años mayor que tú y no tengo problema en levantarme todos los días para trabajar. Tú aun eres muy joven.

Carlitos estaba sorprendido. Por un lado siempre ha huido del esfuerzo y la disciplina, por otro Donato era su nueva imagen de disciplina. Y ese concepto había cambiado por completo desde que llegó a la granja.

               - Sí puede que tengas razón. Me cuesta trabajo empezar. Siempre me da pereza y no me gusta.

               - ¡Si estuvieras en el ejército se te quitaría rápido la pereza!

Carlitos por un momento se asustó. La sola mención del ejército pareció ponerlo en alerta de manera instantánea.

               - Por suerte estás en la granja y no hay instrucción diaria. - Dijo riendo Donato.

               - Sí, y por suerte estás tú. - Respondió tocándole la mejilla Carlitos.

Donato se había cambiado para hacer sus tareas fuera de la granja y llevaba un pantalón, una camisa y unos zapatos, pero a Carlitos ya le daba igual. Él seguía queriendo ser follado por Donato.

               - Estás cariñoso hoy también. Venga, vamos a cenar que seguro que no te has preparado nada de cena.

Donato quiso dejar a Carlitos con el calentón durante la cena. Comenzó a notar como a Carlitos se le notaba mucho más cansado ese día. Le costaba mantener los ojos abiertos durante la cena y estaba como ido. Esta vez no había habido hipnosis de por medio... salvo el efecto de la película. Al acabar la cena Donato recogió la mesa y se fue al sofá.

               - Venga vente, vamos a elegir una película.

               - No soy mucho de cine.

               - No te preocupes, siéntate aquí conmigo y descansemos un rato.

 Carlitos accedió a sentarse al sofá y Donato eligió una película de ninjas para ver. La película era muy oscura y Donato poco a poco fue poniendo su brazo por detrás de la cabeza de Carlitos que atraído como un imán iba cediendo poco a poco su cabeza hacia el pecho del sudoroso hombre. Carlitos iba notando como poco a poco iba teniendo más sueño, los ojos le pesaban más y más. La oscuridad de la película, lo lento que hablaban los personajes. Donato acariciándole la cabeza echaba una mano a que el cansancio le ganara la batalla a Carlitos.

               - Mira esas luces. Trata de seguirlas. - Decía Donato mientras en la pantalla la cámara hacía movimientos rápidos mientras unos LEDs de fondo trataban de hacer figuras en la pantalla. - Es un juego de luces muy bonito.

Carlitos seguía con su mirada las luces y su consciencia se perdía como si fuera absorbida por un sumidero. La voz del ninja enemigo le resultaba extrañamente familiar pero era imposible concentrarse en eso. Donato acariciando la cabeza del joven parecía como si fuera apagando una a una todas las neuronas de Carlitos. La película siguió avanzando hasta que llegó a una escena en la que el ninja enemigo comenzó a hacer girar unos shurikens delante del protagonista. Los ojos del protagonista comenzaron a cerrarse y el resto del cuerpo comenzaba a aflojarse. Carlitos comenzó a imitar al protagonista. La voz de Donato comenzó a sonar muy suave en los oidos de Carlitos. Su mente consciente no era capaz de procesar lo que le pedía. La película lo había puesto a dormir profundamente con los ojos aun algo abiertos. Pudo ver como el protagonista de aspecto oriental caía en un sueño profundo mientras su enemigo le hacía seguir viendo los shurikens girar y girar. Como giraban y giraban los ojos de Carlitos mientras el trance se hacía más y más profundo. Donato ya buscaba con su otra mano la polla de Carlitos también dormida. Pronto despertaría con los masajes del ganadero. Sus dedos recorrían desde la punta de la polla hasta los huevos y cada vez Carlitos estaba más y más caliente. En sus sueños. En trance. Buscaba con su lengua chupar a Donato.

               - Eso es hijo. Más y más cachondo. - Sugería Donato mientras se quitaba la camisa.

Carlitos buscaba el cuerpo de Donato para lamerle. El pecho, el cuello. Cada vez se sentía más y más como si estuviera en la playa. Por eso Carlitos se seguía moviendo en el trance para buscar sentarse encima de Donato. Quería sacarle toda la leche follando como hacía el año anterior en la playa. Moviendo el culo mientras Donato lo masturbaba. Buscando la polla del granjero que al darse cuenta trató de frenarlo. Pero el joven tenía una fuerza irrefrenable se sentó encima y comenzó a repetir el mantra.

               - Follando y follando. Más duro, más placentero. Follando y follando. Más profundo con cada envestida.

Una parte de Donato quería follarlo de inmediato, sucumbir al chaval y dejarse también llevar a la nueva playa donde ya estaba Carlitos. Por otro quería seguir manteniendo el control de la situación. Mientras esa batalla tenía lugar Carlitos ya le había desabrochado el pantalón y había sacado su verga. Punto para el lado del placer y la sumisión al sexo. Los gemidos de placer de Carlitos tampoco ayudaban a mantener la mente despejada.

               - Follando y follando. Más duro, más placentero. Follando y follando. Más profundo con cada envestida.

Donato comenzó a notar que su verga estaba ya asomando en el culo de Carlitos. Trató de silenciarlo dejando de masturbarle y metiendo los dedos en la boca, pero lejos de calmar su excitación esta se multiplicó al comenzar a succionar Carlitos los dedos mientras su culo comenzaba a absorber la polla de Donato. El ruido que hacía la boca de Carlitos terminó de volver loco a Donato que ahora solo quería follárselo. Le agarró de la cintura y comenzó a hacerlo subir y bajar, subir y bajar.

               - Vamos Carlitos, estás en la playa. Es hora de follar.

Carlitos reaccionó perfectamente a la sugestión. En su mente esos dedos eran una nueva verga que chupar, que lamer, que succionar. Trabajaba con ellos metiéndolos cada vez más adentro. Su cadera hacía doble función. Por un lado permitía ser follado por Donato más fácilmente. El veterano prácticamente no tenía que hacer nada, aunque sus ganas de follar hacían que las embestidas fueran más profundas. Por otro lado su fantasía de tener a otro hombre follándolo hacía que no necesitara nada más para seguir muy caliente y cada vez más excitado.

               - Sigue follando, más adentro, más profundo.

Carlitos sudaba sin parar. No le importaba, lo único que quería era que la fiesta no acabara. Hipnóticamente borracho de pollas aún gemía mientras botaba sobre la verga de de Donato que no aguantaba más y tuvo un orgasmo gigante llenando de nuevo su cuerpo de semen. Carlitos también se corría mientras en su sueño su boca se llenaba de leche también y caía dormido. Donato recuperó la conciencia lleno de semen y sudor. No se podía creer que finalmente Carlitos lo hubiera hipnotizado, aunque no lo supiera. Aquel polvo había sido muy caliente y Donato besó a Carlitos en agradecimiento por su trabajo. Ahora era Carlitos quien tenía una sonrisa imborrable de su cara. Por fin había sentido que volvía a la playa teniendo sexo real aunque en su mente también había más gente follando de la que en realidad había en la sala.

               - Carlitos, eres un buen chico. Por eso vas a subir a tu cuarto a dormir profundamente.

Muy obediente subió y desnudo durmió profundamente. Donato no quiso ducharse, prefirió ir también directo a la cama después de aquella noche con tantas emociones. Mañana será otro día... quizá mejor. Por fin había follado con Carlitos pero quería que aquel polvo fuera solo el primero de muchos más que tendrían que llegar.

Al día siguiente Carlitos se despertó más contento de lo habitual. Con más energía y queriendo empezar a trabajar cuanto antes. Donato lo notó en el desayuno.

               - Parece que hoy estás más activo ¿Qué te ocurre?

               - Estuve pensando en lo que me dijiste ayer. Que necesito más disciplina y que así estaré cada vez más preparado para trabajar y menos cansado al final del día.

               - Sí me parece que esa es la actitud que hay que tener en la vida. Hoy has aprovechado para ponerte un mono nuevo.

Efectivamente, Carlitos había elegido el mono verde que tenía en su armario.

               - Sí, creo que este aún no lo había llevado puesto.

               - Pues entonces hoy será el día que tengas que ir con los marranos. El olor es más fuerte pero ya verás cómo se te dará todo bien.

               - Uf, no sé si vas a querer acercarte a mi después de trabajar.

               - ¿Por qué no? Estaré contigo ayudándote. Aunque cada vez estás poniéndote más fuerte aun necesitas ayuda, es la primera vez que estarás con los cerdos. Se mueven más que las vacas pero son animales muy agradecidos.

 Una vez más el tono de Donato tan paternalista de sus palabras junto con las caricias sobre su cabeza tranquilizaron a Carlitos. A cada señal de falta de confianza del joven ahí estaba él demostrando a cada momento que podía confiar. Carlitos cada vez se sentía más a gusto incluso teniendo que hacer trabajos que rechazaría hace unas semanas porque él no estaba dispuesto a hacer eso. ¿Cómo que tendría que limpiar un establo? ¿Cuidar de unos marranos? ¿Dar de comer a unas vacas? ¿Y mancharse?

               - Donato, ya está terminado. Puedes mirar cómo está todo.

               - No me hace falta porque sé que eres un buen chico. Me gusta cómo trabajas y como te has adaptado a la vida en la granja. Es una pena que sólo vayas a estar en verano.

               - Muchas gracias.

Carlitos se sentía abrumado casi avergonzado. Era la primera vez que alguien le demostraba confianza por haber hecho un buen trabajo y se sentía orgulloso.

               - Ojalá pudieras quedarte más tiempo y te enseñaría más profundamente todas las tareas de la granja.

               - Me gustaría conocer más profundamente... Todo en esta granja.

               - ¿También a mí? - Donato se hacía el sorprendido mientras Carlitos comenzaba a acariciar su verga por encima del mono.

               - ¿Lo dudas? Esa es mi asignatura para el verano. Quiero examinarte profundamente.

Carlitos comenzó a besar a Donato y al momento comenzó a dar rienda suelta a su lengua explorando la boca de su hombre. Las manos del joven comenzaron a recorrer ese cuerpo sudoroso después de haber estado trabajando todo el día. Pasaba la mano por el culo y jugueteando con el elástico del suspensorio encontró la polla de Donato que comenzaba a lamerle el cuello. Carlitos comenzó a hacer una paja a Donato y le notó cada vez más y más excitado.

               - Parece que tú también quieres que te conozca profundamente.

               - Ay Carlitos no sabes cuánto deseo follarte pero ahora...

               - Sí señor, Dime. ahhh dime - Carlitos comenzaba a gemir.

               - Hypnosemeister.

Carlitos notó como su mente al instante se apagaba mientras su lengua se deshacía dentro de la boca de Donato y su mirada se volvía vidriosa. Donato sonreía al volver a comprobar que el trigger había vuelto a funcionar mientras recuperaba el resuello. Aquellos masajes efectivamente le habían puesto muy caliente y por un momento pasó por su cabeza follarlo allí mismo. Pero tenía otros planes para hoy.

               - Carlitos quiero que termines salgas de la granja. Saldrás del trance en cuanto pases de la puerta y entonces irás a la puerta trasera. Según salgas de aquí notarás como tus ganas de follar vuelven a subir de forma irrefrenable. Si intentas pensar en cualquier otra cosa todos tus sentidos volverán a hacerte sentir que estás follando conmigo muy duro. Con mucho placer. Ve ahora.

Aun con los ojos en blanco Carlitos se marchó del establo y sin darse cuenta salió del recinto con la cremallera medio bajada y las botas y los guantes puestos. Menos mal que no había nadie en el pueblo y podría ir a la puerta trasera sin pasar vergüenza, más aún por el calentón que llevaba. Intentó pensar en la cena pero la cena que se le pasó por la cabeza fue cuando a su mente volvió la imagen de la verga de Donato engullida con mucho gusto. Ahora sí que no podía pensar en otra cosa que no fuera en comerle la polla a Donato, si es que hasta olía a su polla y el culo se le empezaba a dilatar. La puerta trasera estaba tras una esquina y al girar Carlitos se llevó una nueva sorpresa. Allí estaba el hombre del mono de látex. Seguía llevando puesto ese látex negro y la reacción de Carlitos fue frotarse la polla. Era lo único que podía hacer porque el resto del cuerpo estaba totalmente paralizado de nuevo. No era capaz ni de mover un pie.

               - Hola Carlitos, por fin nos conocemos.

La grave voz de aquel hombre hizo que Carlitos se derritiera aún más. Aquel misterioso hombre lo tenía totalmente inmóvil, como una estatua. Sus ojos pequeños hacían que tuviera una mirada dominante y su espeso bigote reforzaba aún más esa imagen. Carlitos se estaba quedando sin fuerzas, las piernas comenzaban a temblarle y tenía que hacer un gran esfuerzo por permanecer en pie.

               - ¿No sabía que fueras tan tímido? ¿O es que tienes miedo de mi?

Aquel hombre se acercaba cada vez más y Carlitos no sabía qué hacer. Tan solo su polla respondía por él hinchándose poco a poco.

               - ¿Qui-qui-quién eres? - Carlitos consiguió balbucear.

               - Por fin conozco tu voz - Dijo sonriendo el otro hombre acariciando la mejilla de Carlitos. - Yo me llamo Dionisio y... conozco a Donato desde hace unos cuantos años.

Carlitos cada vez estaba más y más excitado. El calentón que ya traía de la granja y esta sorpresa estaban a punto de hacerle perder el control. Quería mamársela a aquel hombre. De pronto sus piernas terminaron por fallar cayéndose sobre el hombre de látex que lo recogió con sus hombros.

               - Tranquilo Carlitos, ven conmigo. Ven.

El olor del látex terminó por hacer perder el control al joven. Su nariz recorría el pecho de aquel hombre esnifando aquella ropa mezclada con sudor. La erección de Carlitos se salía ya del suspensorio y provocaba un abultamiento en el mono verde que restregaba contra la pierna de Dionisio.

               - ¡Qué caliente estás! Veo que esto te gusta.

Carlitos estaba fuera de sí, dejándose llevar por el frenesí y comenzaba a besar a Dionisio que algo sorprendido tomó después la cabeza de Carlitos. El bigote se frotaba más y más con los labios de Carlitos que estaba totalmente entregado mientras la mano libre de Dionisio comenzaba a bajar hasta el culo sudoroso de Carlitos.

               - Ahhh! ¿No llevas calzoncillos? Eres un chico malo.

               - Si llevo señor - Respondió Carlitos que inmediatamente se bajó la cremallera del mono dejando ver su pecho primero y todo el cuerpo después cuando se quitó la prenda por completo dejando a la vista tan solo el suspensorio azul.

               - Me gusta Carlitos. Eres un buen chico. Un chico bien cochino.

Siguieron besándose. Aquello lejos de molestarle calentó aún más a Carlitos. Se sentía muy cochino y sólo quería follar con aquel hombre. Aquellas palabras le dejaron increíblemente caliente.

               - Soy un cerdete señor. Y quiero que me folles.

Carlitos trataba de guiar la mano de Dionisio a su culo mientras comenzaba a lamer los dedos de la otra mano.

               - Espera un poco, espera. - Dionisio sacó de un bolsillo un bote del que puso una crema por la mano. - Así será mucho mejor.

Al sentir la crema el culo de Carlitos comenzó a abrirse más y más y Dionisio pudo introducir un dedo mientras Carlitos continuaba jalándose los dedos del guante de látex que Dionisio aun llevaba puesto en la mano. Saboreándolos, jugueteando con su lengua y sus dientes. Dionisio estaba ya muy cachondo y comenzó a notar que su polla comenzaba a pedir ser liberada.

               - Sigue así, muy bien Carlitos sigue así.

Carlitos movía las caderas ayudando cada vez más a que el dedo se deslizara fácilmente por el ano. Aquellos movimientos hicieron que sin darse cuenta Dionisio introdujera un segundo dedo que el culo de Carlitos aceptó y le regaló un oleada de placer. Carlitos comenzó a gemir mientras seguía moviendo el culo y Dionisio no pudo aguantar más.

               - Creo que me sobra esto.

Dionisio se quitó el mono de látex. Carlitos quedó muy sorprendido, aunque Donato le había dicho que era mayor que él estaba sin duda muy en forma. Su torso era muy atlético y los brazos eran muy fuertes también. Cuando siguió bajando su mirada se dio cuenta de que debajo no llevaba nada con lo que su polla había salido disparada.

               - Ahora ya estoy listo para follar.

Tenía ahora la verga como una roca y el culo dilatado y resbaladizo de Carlitos comenzaron a follar. Carlitos pedía más y más moviendo las caderas hacia atrás mientras su ano se ajustaba a la perfección a la polla de Dionisio.

               - Uff, estás bien caliente. Toma mi polla, tómala.

Carlitos gemía de placer. Su polla también se estaba endureciendo y con cada embestida el placer era más y más intenso. Estaba como en un nirvana con los ojos quedándose en blanco frecuentemente, mientras Dionisio jadeaba rítmicamente con el movimiento. Agarraba a las nalgas  redondeadas de Carlitos. Le encantaban a Dionisio. De pronto se oyó una voz conocida.

               - Vaya, parece que habéis comenzado la fiesta sin mí.

Carlitos levantó la cabeza y apareció Donato desabrochándose el mono y sacándose las mangas.

               - Te estamos esperando Donato, únete a nosotros. - Dijo sonriendo Dionisio.

Lejos de sentir vergüenza Carlitos comenzó a sentir morbo porque Donato le viera follar con el misterioso hombre de látex y sonreía a Donato que se acercaba y comenzaba a acariciar el cabello del joven mientras se sacaba la polla del suspensorio. Aquel olor fue para Carlitos como un trigger y de inmediato quiso comerle la polla.

               - ¿Tienes hambre, Carlitos? ¿Cómele la polla a Donato? Seguro que le encantará también.

Con una sonrisa en la boca Carlitos obedeció las palabras de Dionisio y comenzó a engullir aquel manjar que Donato le ofrecía.

               - Ahhh, muy bien hijo muy bien. Saboréala.

Tampoco podía decir mucho Donato que también estaba entregado al placer. Carlitos estaba como en un sueño, follado por el culo y mamando otra polla. Sin duda se encontraba disfrutando como lo estaría haciendo en la playa y poco a poco el recuerdo de la playa se iba borrando de su mente. Ahora tenía que prestar atención a otras cosas. El placer por tener la verga de Dionisio frotándose contra su próstata le habría hecho gritar de placer de no ser por la mordaza que tenía en la boca con la polla de Donato que impedía que emitiera ningún sonido. Al cabo de unos minutos Dionisio estallo de placer con un orgasmo llenando de semen el culo de Carlitos. Aquellos últimos golpes empujando de Dionisio con la verga aun más inflada hicieron que Carlitos también tuviera un orgasmo y que se no pudiera controlar cómo se le escapaba algo de líquido de su verga. A punto estuvo de que Donato se corriera en su boca ya que trató de sellar sus labios y la presión que ejercieron sobre la polla de Donato multiplicó su placer hasta estar a punto de correrse. Al sacar la polla del culo Dionisio se acercó a Carlitos y le levantó la cabeza para besarle.

               - Muy bien hecho Carlitos, follas muy bien. - Dijo Dionisio con satisfacción.

Carlitos se sintió orgulloso por aquellas palabras. A él también le había encantado el polvo.

               - Vamos a pasar dentro de la casa, antes de que nos quedemos fríos. - Dijo Donato.

               - Me parece una gran idea. - Respondió Dionisio. - Recojamos la ropa y entremos.

Entraron por la puerta trasera de la casa hasta el salón donde se sentaron en el sofá. Donato fue a la cocina a por un poco de agua y se quedaron Carlitos y Dionisio. Aprovechando que aun seguía caliente Carlitos comenzó a besar al bigotudo hombre.

               - Aún sigo caliente. - Dijo Carlitos tratando de seducir a Dionisio y cuando se acercó para seguir besándolo Dionisio dijo:

               - Hypnosemeister.

Los ojos de Carlitos se volvieron en blanco completamente y su mirada quedó totalmente inerte.

               - Sí señor.

               - Eres un buen chico, y por eso me vas a contestar a todo lo que te pregunte, ¿verdad?

               - Sí señor.

               - Muy bien, quiero que me cuentes todo acerca de tus amigos en la playa.

Carlitos pareció dudar por un momento, como si una parte de su mente tratara de rebelarse. Donato lo apareció de y comenzó a acariciarle el rostro.

               - Shhhh tranquilo hijo no pasa nada tranquilo... hypnosemeister.

Carlitos suspiró profundamente y sus ojos volvieron a quedar en blanco. La parte de su cerebro que intentaba rebelarse había sido completamente aplacada mientras Donato seguía acariciándole el rostro.

               - Puedes contarnos todo sin miedo. Dionisio y yo estamos aquí contigo.

               - Te protegemos Carlitos y no te pasará nada. Solo estamos nosotros.

Carlitos empezó a contar todo lo que había ocurrido el año anterior en la playa. Cómo por las noches se emborrachaban y acababan follando unos con otros. Cuáles eran los gustos de cada uno, sus fetiches. Les mostró fotografías del grupo.

               - ¿Sois todos de la misma edad?

               - Todos no, hay dos hombres que son de 40 años pero que son muy buenos con nosotros. Ellos nos dan órdenes y si les hacemos caso nos premian. Pero no quieren que nadie de fuera del grupo lo sepa.

Dionisio y Donato se miraron y sonrieron. Parece que en aquel grupo había un par de pícaros que ya tenían dominado el grupo.

               - Tranquilo Carlitos, no pasa nada. Nadie lo sabe. - Susurró Donato mientras comenzaba a masajearlo.

Carlitos comenzó a sonreír aliviado mientras seguía contando con detalle todo lo que ocurría en aquellas fiestas y cómo siguieron organizando más fiestas durante el año en las que había grandes orgías. Tantos fueron los detalles que dio Carlitos de aquellas orgías que Dionisio y Donato pronto empezaron a frotar las pollas de lo cachondos que estaban. Parece que aquellos dos hombres que lideraban el grupo sabían cómo montarse bien las fiestas.

Cuando Carlitos acabo de relatarlo todo Dionisio trató de recuperar la compostura que el calentón le había hecho perder.

               - Carlitos, quiero que me escuches. Cuando cuente hasta tres olvidarás todo sobre esta última sesión. Abrirás los ojos y subirás a tu habitación, te desnudarás y cuando te metas en la cama entrarás instantáneamente en un trance muy rico. Dormirás profundamente. Lo único que recordarás será haber estado follando a la salida de la granja. Uno. Dos. Tres.

Carlitos abrió los ojos y con una mirada inerte dijo que se iba a acostar. En el salón quedaron Donato y Dionisio que vieron como se marchó a dormir Carlitos.

               - Vaya, vaya con esos... "dominadores", parece que les tienen bastante a raya a los chavales.

               - Les gusta jugar con estos chicos. Y se me está ocurriendo algo.

               - ¿Sí? Creo que estamos pensando en lo mismo, pero ahora será mejor que me marche. Tengo tarea dura yo también mañana.

               - Si, ya me contaste que tienes la granja al máximo ahora mismo con los partos. No pasa nada, te echaré una mano.

               - ¿Vas a dejar solo a Carlitos? Nada más lleva una semana aquí.

               - Sí, pero es muy bueno. Le gusta trabajar y es muy entregado. Se ha adaptado muy bien en una semana. Además, volveré por las tardes a seguir aquí.

               - Te gusta la disciplina Donato. Parece mentira pero llevamos el ejército bien profundo dentro de nosotros.

               - Jejeje, desde luego.

               - Bueno, me marcho entonces seguiremos hablando mañana.

Dionisio salió por la puerta y Donato aprovechó para ver un rato la televisión con los auriculares puestos para no molestar a Carlitos. Puso uno de los DVDs de la colección pero fue incapaz de quedarse despierto. Pronto los ojos comenzaron a pesar y una vez que quedaron cerrados fue como si estuvieran sellados y en seguida dejó de escuchar el sonido de la televisión y quedó dormido.

Carlitos despertó en mitad de la noche con ganas de ir al baño. Al abrir la puerta de su dormitorio vio una luz que venía de la planta de abajo.

               - Otra vez se ha quedado dormido Donato.

Al salir del baño bajó sigilosamente las escaleras y se acercó a comprobar si estaba dormido. Efectivamente estaba de nuevo con la respiración profunda y los ojos cerrados. Seguía aun con el mono desabrochado y con la verga estaba flácida por fuera. Fue como una llamada. Carlitos no podía desaprovechar esta oportunidad y comenzó a chupar la polla de Donato. Se asustó un poco cuando comenzó a moverse Donato, pero fue una falsa alarma, tan solo se estaba acomodando. Vía libre, podía seguir con la mamada. Pronto la polla de Donato comenzó a crecer y crecer. Carlitos estaba disfrutando saboreando ese manjar mientras Donato sonreía. Su sueño se había vuelto erótico y estaba muy contento. Carlitos jugaba mientras con las pelotas y acariciaba los pezones del granjero que notaba como el placer se multiplicaba. Mientras él se frotaba con el sofá más que para calmar su excitación para aumentarla más. Después de un rato chupando aquel pene, comenzó a brotar semen que Carlitos no quiso desaprovechar. Dejó aquella verga bien limpita mientras que él seguía haciéndose una paja delante de Donato. Acabó corriéndose en el cuerpo del hombre y aprovechando que su mono ya estaba sucio lo utilizó para limpiar la leche que había derramado. Muy contento subió de nuevo a su dormitorio a seguir durmiendo mientras Donato seguía con sus sueños eróticos en el sofá y con la televisión encendida.