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Una granja muy caliente (Parte 2)

en Gays

A la mañana siguiente Carlitos despertó algo confuso. Había tenido sueños eróticos como si hubiera estado en la playa follando toda la noche sin parar. Sin duda eso en este pequeño pueblo sin nadie más aparte de Donato no era posible.

               - Todavía si el hombre del látex viviera aquí. - Ensoñaba mientras su verga asentía a su manera.

Era más algo más tarde de lo habitual. En lugar de las 6:30 de otros días eran las 7:15 aunque teniendo en cuenta que día anterior trabajaron mucho más que otros días Carlitos pensó inocentemente que igual hoy podrían descansar. Nada más lejos de la realidad, en seguida Donato abría la puerta de la habitación.

               - Vamos chaval, que hoy nos espera una jornada dura.

               - Perdona Donato, es que como ayer trabajamos tanto pensé que hoy podríamos descansar.

               - ¿Y perder todo lo que avanzamos ayer? Vamos, la mejor forma de descansar es seguir trabajando. Termina de ponerte el mono que ya he empezado.

               - Buff, Espera que desayuno.

Lo que Donato no había especificado es en qué había empezado a trabajar. Aun seguía dando vueltas al plan que tenía para Carlitos. En apenas 3 días había conseguido que dejara de estar cabreado, que cada vez fuera más autónomo trabajando con la programación subliminal y por último comprobar sus maravillosas dotes en el terreno sexual con la boca. Pero quería ir más allá, le quedaban unas cuantas semanas más hasta que acabara el verano para seguir trabajando.

Para Carlitos el día empezaba caliente, no había hecho nada más que empezar el día y ver a Donato con el mono puesto ya le había puesto cachondo. Estaba descubriendo que los ositos barbudos, calvos, bajitos y regordetes también lo excitaban. Por su cabeza rondaba la idea de seducirlo, de calentarlo. Quería buscar la forma de ser irresistible para Donato, hacer que al ver su culo contoneándose el granjero no tuviera más remedio que agarrarlo para no dejarlo escapar y luego follarlo. Después de todo igual no le iba a venir tan mal el erótico vestuario que por error había llevado a la granja. Fue a buscar un suspensorio rojo que ponía obey en el elástico pero no lo encontró, así que optó por volver a ponerse el de color negro del día anterior.

Antes de bajar, Carlitos se entretuvo en la habitación masturbándose con el mono rojo a medio vestir en un estado de ensoñación hasta que oyó la puerta abrirse:

               - ¡Vamos Carlitos baja ya! - Se dio cuenta entonces Donato de la paja que se estaba haciendo el chaval - Venga ya tendrás tiempo para eso luego.

Donato cerró la puerta y comenzó a sonreír desde el pasillo. Carlitos estaba muy cachondo y Donato sabía que además de la programación que aquella noche había comenzado para que estuviera más cada vez excitado, Carlitos ya era propenso a estar muy cachondo. Sin duda, las hormonas funcionando a pleno rendimiento en el joven y el plan frustrado de Carlitos para el verano eran un cóctel perfecto para que con unas sugerencias hipnóticas se convirtiera en una máquina de follar.

Carlitos por su parte se quedó sorprendido de que la puerta se abriera, pero no hizo ademán para taparse con la ropa. Es más eso le sirvió para mostrar su verga a Donato y conocer su reacción, que de nuevo la encontró positiva. No le había dado voces ni tampoco había tenido una reacción violenta, sino más bien había sido una reacción... de total naturalidad.

               - No se me puede escapar este hombre sin pasar una noche con él. - pensó para sí mismo Carlitos mientras acababa de calzarse para ir a trabajar.

De nuevo hoy había tarea extra en la granja. Hoy tendría que salir junto a Donato con todas las vacas al campo para que pastaran. El resto de días se encargaba Donato solo porque sacaba a la mitad de las vacas, pero esta vez tendrían que salir con todas las vacas. Además la ruta sería larga, en total de unos 8 kilómetros, que para Carlitos que no estaba acostumbrado a caminar y menos aun hacerlo por prados embarrados, con las botas de goma, el mono de trabajo y con un suspensorio hizo que la ruta fuera más pesada aun. Pero en su cabeza solo pasaba la idea de seducir a Donato. El sí que caminaba de forma natural con el mono y las botas y no le importaba si tenía que meterse en el barro. Llevaba el mono negro del día anterior, unas botas de goma y un gorro de lana por si hacía frío aunque lo que le provocaba por el momento era más y más sudor. Esa imagen de hombre fuerte y duro a Carlitos le iba gustando más y más y comenzó a tomarse toda la confianza posible para comenzar a cortejar a Donato.

               - ¿Y cómo es que un macho como tú no ha encontrado una mujer como compañía?

Algo sorprendido Donato respondió con ironía.

               - Vaya parece que has olvidado el "interés" que tenías hace una semana por pasar el verano conmigo.

               - Bueno pero... eso fue antes de conocerte. - Resolvió Carlitos guiñándole el ojo a Donato y restando importancia a aquella primera impresión. - Creo que si consiguieras convencer a alguna mujer para venir aquí un par de días... no querría volverse.

               - Jajaja gracias por el piropo Carlitos. No sabía que pensaras de mí que soy un Don Juan, pero la verdad es que no he tenido mucha fortuna con las mujeres.

               - Sinceramente, creo que eres atractivo y esa barba... juega a tu favor - Carlitos comenzaba a pasar la mano por la espalda de Donato que dio un respingo al no esperárselo.

Donato se dio la vuelta y volvió a encontrarse a Carlitos sonriendo y guiñándole el ojo.

               - Vaya no sé qué decir... me vas a hacer enrojecer. Tu también te estás haciendo un macho. - Dijo Donato sin disimular que estaba colocándose la polla dentro del mono - Ya verás como tú también vuelves del verano mucho  más atractivo.

Carlitos se había percatado ya del calentón de Donato. Aunque tuviera 60 años era el hombre más caliente que había conocido y quiso seguir calentándolo más.

               - Bueno sí, pero me había hecho ilusiones para follar este verano. Había pensado que en la playa lo tendría más fácil. Aquí solo tengo a los animales... y bueno a ti.

Donato se había adelantado un par de pasos ahora y solo pudo sonreír ante la insinuación de Carlitos. Y mientras sonreía meneaba la verga por encima del mono que comenzaba a mojarse de líquido preseminal.

               - Carlitos, veo que sigues caliente después de esta mañana...

               - ¡No lo puedo remediar! Con tanta prisa no he terminado la paja.

               - Jajaja, no te preocupes, esta noche podrás terminarla. Si puedes esperar.

Ahora era la mano de Donato la que pasaba cerca de la entrepierna de Carlitos lo que obligó al joven a frotarse la verga para contener la erección.

               - Venga Carlitos, avancemos hasta aquel prado y dejemos que las vacas pasten durante un rato y aprovecharemos para descansar.

Cuando llegaron al prado Carlitos ya estaba cansado. Llevaba varios días con una actividad física a la que no estaba acostumbrado por mucho y no podía descansar muchas horas porque siempre tenía que madrugar mucho al día siguiente. Encontró una pequeña loma sobre la que descansar mientras observaba a las vacas. Aquello lo vio perfectamente Donato quien conocía la zona e imaginaba que el chaval necesitaría un descanso después de tantas jornadas de trabajo y no desaprovecharía la ocasión.

               - Qué ¿recuperando fuerzas?

               - uff sí, caminar con estas botas por el barro se hace muy pesado.

               - No te preocupes, quédate aquí descansando un rato. Aquí podemos quedarnos mirando las vacas pastar. Puedes mirar aquella de enfrente. Mira como mueve el rabo.

Carlitos trató de acomodarse para mirar lo que el granjero le decía.

               - Es increíble cómo el rabo se mueve de izquierda a derecha tan rítmicamente mientras come. De izquierda a derecha. Como puedes seguir con los ojos el movimiento. Tan relajante.

Carlitos estaba observando a la vaca escuchando a Donato. Estaba tan cansado que no podía concentrarse en nada más. El camino al prado lo había calentado mucho a él también y no podía pensar con claridad.

               - Y mientras la vaca sigue moviendo el rabo tú notas cómo te acomodas más y más en el prado. Como si te hundieras más profundo mientras un sueño agradable comienza a llegar a tu mente. Todos tus pensamientos están ahora bloqueados. No los necesitas para alcanzar ese estado de felicidad profundo. Tan solo mirar al rabo y escuchar mi voz.

La voz de Donato había disminuido el ritmo, el tono y el volumen. Tanto que casi solo susurraba al oído de Carlitos lo que hacía aún más potente el poder hipnótico que ejercía sobre él. Carlitos estaba ya en otro planeta. En un mundo en el que la voz de Donato y el rabo de la vaca eran lo único que existía. Y no había nada más. En su cara una mueca de sonrisa aparecía cada vez más en su boca mientras los ojos se volvían pesados y cada vez más pesados.

               - Es una sensación de sueño agradable. De mucha pesadez en los ojos. No te preocupes también los puedes cerrar porque el rabo de la vaca ya ha cumplido su función y ya estás profundamente hipnotizado. Puedes seguir viendo el rabo de la vaca aun con los ojos cerrados. Lo puedes seguir viendo porque mi voz te lo permite. Duerme profundamente. Profundamente.

Donato estaba trabajando con sus dedos sobre la nuca, el cuello y los hombros de Carlitos. Había sido convenientemente entrenado durante años para conocer las técnicas de hipnosis y cómo potenciarlas. Durante muchos años había trabajado en el ejército y sólo en estos últimos 2 años había comenzado su carrera como ganadero. Carlitos había caído profundamente en el juego del viejo Donato y las seducciones llevadas a cabo durante el camino no hicieron más que excitarlo para ayudar a acelerar y profundizar el trance del joven. La voz de Donato seguía profundizando más y más el trance y Carlitos abandonaba todo atisbo de voluntad que le quedara. Podría confiar ciegamente en Donato ahora y Donato comenzó preguntándole por ese misterioso viaje a la playa.

               - Estuve planificando durante el año el viaje con el grupo de amigos. Iba a ser perfecto, sol y playa de día, fiesta y sexo de noche. Con ese grupo creo que nos lo pasaríamos bien.

               - ¿Y las mujeres?

               - En el grupo todos éramos gay y alguno era bi pero también iba a follar con nosotros. Si alguno no quería, el alcohol lo terminaría por hacer caer y unirse a la orgía. La bolsa que había preparado estaba preparada para follar.

               - Pero sabes que aquí también puedes follar, ¿verdad?

               - Sí, Donato me pones cachondo y quiero follar contigo.

               - Pero si no sabes si me gustan los hombres. - Trató de confundir Donato a un profundamente hipnotizado Carlitos.

               - Voy a seducirte, a cortejarte, a excitarte y te van a gustar los hombres.

En ese momento Carlitos comenzó a sonreír más y a mover las caderas buscando la verga de Donato.

               - Vas a querer follarme una noche y otra noche y por el día también. Con el mono, con las botas, con los guantes. Follando y follando. Una sensación que va a ser totalmente irresistible y unas ganas irrefrenables de tener sexo. Voy a hacer que tu excitación sea cada vez más grande y tu libido no descienda ni un solo día. Follando y follando.

Donato inconscientemente estaba moviendo las caderas al mismo ritmo que Carlitos ¡Cielos ese chico sí que era bueno! Lo estaba hipnotizando estando él en trance y ahora se encontraba en un grado de excitación altísimo. Ahora era Donato el que no paraba de tirar líquido preseminal sobre el mono. Consiguió Donato recuperar la consciencia y darse cuenta de que estaba cayendo una y otra vez en trance y corría el riesgo de entrar en un profundo trance. El rítmico movimiento de las caderas unido al cansancio que acumulaba él también de la semana le hacía estar predispuesto a entrar en trance. Ahora tenía que hacer esfuerzos para mantener la mente fría y no caer en trance. Sin sacar a Carlitos del trance consiguió levantarse mientras Carlitos seguía repitiendo el mantra:

               - Follando y follando. Más duro, más placentero. Follando y follando. Más profundo con cada envestida.

Donato necesitaba frotarse la verga por la excitación que no bajaba e intentó recuperar la situación de nuevo.

               - Quiero que olvides lo que me has contado sobre tus amigos y la casa de la playa - Dijo Donato mientras golpeaba con dos dedos repetidamente en la frente del chico -Ahora contarás mentalmente hasta 10 y cuando llegues a 10 saldrás del trance y seguirás terriblemente excitado y buscarás seducirme más y más cada vez, pero evitarás a toda costa eyacular. Comienza a contar.

Carlitos obedientemente comenzó su conteo mental mientras detenía el movimiento de sus caderas. Al llegar a 10 abrió los ojos y salió del trance. No recordaba haberse quedado adormilado. Sin duda el cansancio de los días anteriores era muy fuerte.

               - Vamos Carlitos ¿Despertaste ya de la siesta? - Dijo con sorna Donato.

Carlitos solo tenía fuerza para asentir con la cabeza mientras miraba a Donato sonreír. Le ponía muy contento que Donato sonriera pero lo que se daba cuenta es que cada vez ese hombre le gustaba más y más. Hace una semana era imposible que un hombre casi calvo con barba de varios días, no muy alto y regordete le atrajera lo más mínimo. Menos aún que llevara mono de trabajo y absolutamente nada si era el causante de que se hubiera perdido el verano en la playa con sus amigos. Ahora mismo estaba totalmente enfocado en buscar la manera de follar con él y jugar en su favor la carta de que si Carlitos era la única opción para desahogarse sexualmente, no le importase a Donato que fuera un hombre. Quería que Donato se hiciese bisexual. ¡Qué demonios, quería que Donato se hiciese gay y probara su culo cada noche! Estas ensoñaciones lo habían vuelto a poner bien excitado a Carlitos mientras Donato lo observaba a unos metros. Sabía que estaba bien excitado. Él mismo no paraba de excitarlo cada vez más.

               - Sigue poniéndote cachondo hijo. Te aseguro que acabarás descargando todas las ganas de tener sexo. - Pensaba Donato.

Carlitos se levantó con un marcado abultamiento en la entrepierna, el cansancio no había bajado su libido sino todo lo contrario. Si antes pensaba en excitar a Donato ahora pensaba ya en follar con él.

               - Vamos Carlitos, tenemos que regresar a la granja, que todavía queda mucha tarea.

De vuelta a la granja Donato le volvió a ofrecer a Carlitos los guantes mientras él se ponía los suyos.

               - Venga hijo, hoy te voy a ayudar a limpiar.

               - Vaya pensaba que me volverías a dejar aquí solo y que me dejarías acabar la paja - Bromeó Carlitos con la clara intención de calentar a Donato

               - Jajajaja, y yo que pensaba que el trabajo te bajaría la excitación.

               - Trabajar contigo me pone más caliente. -Decía Carlitos aumentando más aún las ganas de excitar a Donato -Eres un macho que irradias excitación.

Donato volvía a sonreír algo nervioso. Ese chaval lo había vuelto a hacer. De nuevo volvía a tener ganas de follarlo. Donato comenzó a pensar que si no él fuera gay ese chaval lo volvería loco hasta convertirlo en homosexual. Carlitos buscaba ponerse continuamente a cuatro patas contoneando el culo de forma rítmica y con una sonrisa lasciva en la boca. El sudor de haber estado trabajando todo el día hacía que se pudiera ver el suspensorio a través del mono y que marcaran los glúteos de Carlitos muy redondos. Donato no paraba de frotarse la verga cada vez que el muchacho se agachaba y cada vez le costaba más no quedarse mirándolo. No se lo podía creer, lo estaba hipnotizando aquel culo que se balanceaba como un péndulo. De igual manera que que el rabo de la vaca lo había ayudado a él era esta vez el trasero de Carlitos lo que actuaba como péndulo para favorecer el trance.

               - Parece que tienes picores en la entrepierna - Bromeaba de nuevo Carlitos.

               - Sí a ver cómo aguanto con ellos toda la tarde.

               - Si quieres te ayudo a calmarlos.

               - Creo que mejor voy con los cerdos. - Cerró Donato mientras tiraba del gorro hacia abajo, que resultó ser un pasamontañas en lugar del gorro. - También tengo que cuidarlos.

               - No te olvides de mí - Replicó Carlitos - También soy un poco cerdo.

               - Ufff... joder...

Donato estaba conteniéndose para no lanzarse a por Carlitos. Esta vez sí que lo había golpeado duro y cada vez era más difícil aguantar las ganas de tener sexo con él. Carlitos estaba buscando que lo follara y cada vez estaba teniendo más éxito en sus artes seductoras lo que lo dejaban muy satisfecho.

Al poco rato Donato conectó la máquina que volvería a hacer entrar a Carlitos en un trance. Esta vez cambió la programación. Carlitos comenzó a escuchar de nuevo el ruido hipnótico aunque esta vez también parecía que una voz le invitaba a no pensar a respirar más lentamente y a relajarse profundamente mientras trabajaba. Carlitos no se preocupaba de lo que decía aquella voz y simplemente se dedicó a hacer lo que le pedía mientras cada vez su mente se iba desvaneciendo lenta e irremediablemente.

Después de haber finalizado el trabajo con los cerdos, Donato volvió donde se encontraba Carlitos. Tenía de nuevo la mirada perdida y estaba concentrado en el trabajo. Hacía por lo menos una hora que la programación hipnótica había terminado pero el efecto todavía estaba presente en la mente de Carlitos mientras Donato sonreía.

               - Buen trabajo Carlitos, buen trabajo hijo.

Donato se acercó al joven y lo sacó del trance.

               - Carlitos, escucha.

Carlitos salió algo bruscamente del trance y agitó el cuerpo.

               - Perdona Donato estaba concentrado ordeñando.

               - Muy bien, veo que lo tienes cada vez más controlado. Tengo que ir a casa al despacho a para preparar unas cosas con el ordenador. Cuando acabes ve hacia casa y ve duchándote.

               - De acuerdo.

La aprobación que hizo de su trabajo Donato puso muy orgulloso a Carlitos. Sí que no estaba un inútil como pensaba su padre y cada vez le gustaba más estar en la granja, a pesar de todos los sacrificios.

Cuando terminó la tarea Carlitos se fue para la casa. Subió a su cuarto a por otro suspensorio y bajó a ducharse. El que había llevado hoy estaba muy sudado. ¡Cómo lo habría aprovechado en la playa! Aunque cada vez pensaba menos en ella y había pasado a formar un segundo plano en sus prioridades, Carlitos seguía soñando con la playa y aquel suspensorio sudado lo había trasladado de nuevo con sus compañeros. Allí el sudor no sería por el trabajo, sino por el sexo. Sin embargo no se esperaría lo que le iba a ocurrir al salir de la ducha. Al abrir la puerta allí estaba Donato esperando sonriente con la cremallera del mono totalmente bajada y abierta y con la mano sacudiéndose la entrepierna mostrando un suspensorio como el que echaba en falta. Carlitos, que había salido de la ducha solo con el suspensorio, se quedó paralizado mientras que su verga sí sabía bien cómo reaccionar.

               - Veo que te gustan mucho estos calzoncillos.

Donato con un movimiento de brazos y espalda consiguió sacarse las mangas y el mono de trabajo negro cayó al suelo terminando de mostrar un suspensorio rojo que decía Obey en el elástico.

               - Te he tomado uno prestado, espero que no te importe.

Carlitos no sabía dónde meterse, Donato había descubierto los suspensorios... y le encantaba cómo le quedaban. Sobre todo el suyo. Aquello le hizo volverse locamente pervertido.

               - Parece que te ha comido la lengua el gato, vamos ven, acercate, tengo algo para ti.

Como un autómata Carlitos se acercó a Donato. El olor a macho que lo rodeaba no hacía más que volverlo más y más pervertido y nada más acercarse comenzaron a besarse mientras con la mano buscaba dentro del suspensorio la verga del granjero. Donato por su parte le agarraba con firmeza del glúteo.

               - Vamos hijo, vas a conocer hoy a la potencia del ganadero.

Carlitos era incapaz de hablar y cada vez que su lengua no estaba ocupada con la de Donato e intentaba hablar Donato le metía los dedos en la boca.

               - Hoy no vas a hablar más. Ya no es más tu turno, me toca a mí.

A pesar de su juventud, Carlitos no tenía ninguna posibilidad de liberarse de Donato. Los años en el ejército y después en la granja hacían que fuera mucho más fuerte. Pero es que Carlitos solo quería seguir pegado a ese hombre que era tan caliente, que olía de maravilla y que tan bien jugueteaba con su culo.

               - Vamos ¿Por qué no compruebas lo que hay debajo del jockstrap?

Carlitos no fue capaz de advertir que Donato conociera la palabra jockstrap. Alguien que no había salido casi de la granja, ¿Cómo es que tenía esa "cultura gay"? Tampoco se lo planteaba, tan solo quería engullir la verga del hombre. Al bajar la cabeza hasta el pene se quedó delante del suspensorio. La palabra obey tuvo un nuevo efecto.

               - Vamos Carlitos mámame la verga. Obedece.

Carlitos estaba como en trance. Un trance muy ligero, nada que ver con todas las veces anteriores en las que había perdido la consciencia. Pero no podía resistir a las palabras de Donato. Bajó el suspensorio y apareció la polla de Donato, bien gorda lista para que la saboreara Carlitos.

               - Ahhh, eso es. Has estado todo el día poniéndome cachondo. Es hora de disfrutar.

Carlitos comenzó a sonreír. Estaba muy pervertido y cada lamida de la polla le sabía a gloria. La mezcla del sudor con el líquido pre seminal vertido todo el día hacían de aquella polla todo un manjar y Carlitos se estaba deleitando, jugando con la lengua, los dientes, engullendo hasta la garganta. Donato estaba gozando de placer, tanto que tuvo que sentarse. Carlitos fuera del trance le estaba regalando toda una mamada gloriosa y él acompañaba agarrándole de la cabeza y dando golpes en la nuca.

               - Así es, muy bien hijo. Lo estás haciendo genial.

Después de casi diez minutos la polla de Donato engordó más aún preparándose para eyacular. Carlitos se separó y apretó los testículos dando un placer inmenso a Donato que tuvo un orgasmo muy fuerte. Carlitos abrió la boca preparado para recibir el postre y que llenó su boca. Donato cerró los ojos y el semen fue casi todo para la boca de Carlitos pero también para el cuerpo y para el mono que seguía en el suelo. Carlitos sonrió y cuando le fue a dar un beso lleno de semen Donato se adelantó.

               - Hypnosemeister.

Inmediatamente Carlitos puso los ojos en blanco y cayó en un trance profundo. En las últimas sesiones de la programación Donato había incluido repetidas veces el trigger hypnosemeister que haría a Carlitos volver a un trance profundo, totalmente en blanco. El semen que todavía tenía en la boca, parte acabó en el cuerpo de Donato y parte acabó en el mono negro. Donato sonreía de satisfacción al comprobar que la programación había funcionado perfectamente. Ahora podría avisar a Dionisio que la prueba había sido totalmente satisfactoria.

               - Muy bien Carlitos, estoy muy orgulloso de ti. Quiero que tu también estés muy contento.

Carlitos comenzó a dibujar una sonrisa en su rostro.

               - Ahora subirás a tu dormitorio y te cambiarás de suspensorio. Vuelve a ponerte el que llevabas hoy durante el día. No está sucio, tienes que volver a llevarlo para ser un macho. Quiero que cenes hoy solo con ese suspensorio. Al subir a la habitación saldrás del trance y te pondrás el suspensorio y bajarás a cenar.

Carlitos subió las escaleras con la mirada perdida pero con la mente muy clara en lo que tenía que hacer. Al subir a la habitación Carlitos recuperó la consciencia. Vio el suspensorio que llevaba puesto y pensó que tampoco pasaría nada por volver a ponerse la ropa que había llevado durante el día, así que volvió a ponerse el suspensorio y también bajó con el mono rojo que ya llevaba varios días puesto.

               - Igual así despierto el libido de Donato y follamos esta misma noche - La mente de Carlitos iba muy deprisa. Una semana en la granja le había bastado para tener la mente ocupada solo con sexo. Ahora trataba de comprobar cuánto tiempo tardaría Donato en sucumbir a sus encantos. Igual esta noche había doble postre.

 Donato por su parte estaba muy orgulloso. El joven aprendiz era todo un maestro en el arte de mamar, tanto hipnotizado como fuera de la hipnosis. Ahora tendría que preparar la cena. Se volvió a poner el mono negro pero esta vez sin el suspensorio que lo guardó en un bolsillo. Igual lo podría usar más tarde y le vendría bien tenerlo a mano.

Al volver a ver a Carlitos bajar las escaleras con el mono rojo Donato se sorprendió. Esperaba que bajara con un pantalón y una camisa pero no con la misma ropa con la que había estado trabajando. Lejos de preocuparle le agradó la idea.

Durante la cena Carlitos continuo con las insinuaciones sexuales y Donato intentó aguantar el tipo sin llevarse demasiado la mano a la entrepierna que esta vez sin el suspensorio la polla la notaba más juguetona. Para refrescarse Donato había servido vino y tuvo que beber varios vasos. Carlitos que vio la jugada intentó intensificar los juegos para que siguiera bebiendo Donato y terminar emborrachándolo. Después de cinco vasos Donato trataba de detener al adolescente pero Carlitos tenía el plan elaborado.

               - Pero Carlitos ¿Quieres emborracharme? - Dijo Donato que empezaba a quedarse colorado.

               - No Donato, si es para que durmamos mejor, venga le sirvo otro vaso no se preocupe.

               - Pe...ro quieero que tu también bebas. Vamos a dormir bien los 2.

Donato empezaba a alargar las vocales y la sonrisa no se le borraba de la cara. Carlitos estaba también empezaba a estar borracho y se le cayó encima de Donato un vaso entero.

               - Ay perdóname, perdóname te looo recojo yo.

               - Carlitos tu bebe, tu bebe.

Donato se desabrochaba el mono incitando al joven a beber directamente de su pecho. Carlitos al ver el pecho de Donato desnudo comenzó a lamer y a la embriagadez del alcohol se sumó la de la excitación que le suponía volver a explorar el mono de Donato. Un nuevo calentón para Carlitos que llevaba la mano de Donato a su paquete.

               - Tu bebe Carlitos, tu bebe.

Donato repetía como un mantra mientras masturbaba a Carlitos. Carlitos por su parte gemía de placer. Hacía mucho que no le hacían una paja y esta era muy buena.

               - Carlitos vamos al sofá mejor.

En el sofá Donato siguió masturbando a Carlitos mientras este descubría que ahora Donato no llevaba ropa interior.

               - ¿Buscabas esto? - Preguntaba Donato mientras sacaba el suspensorio y se lo llevaba a la boca de Carlitos.

Carlitos se volvió loco de placer. Como si estuviera viviendo una fantasía comenzó a gemir y a gemir mientras Donato repetía:

               - Tu bebe Carlitos, tu bebe.

Después de quince minutos más de magreos el cuerpo de Carlitos no aguantó más y eyaculó fuertemente. Su cuerpo y el de Donato quedaron llenos de semen de nuevo y Donato lo miraba con satisfacción.

               - Perdona por pringarte...

               - Shhhh ha sido genial. No te preocupes, ahora quédate viendo la televisión.

Donato se levantó y se fue a su despacho. Cuando encendió el ordenador vio que había recibido un correo de Dionisio que solo ponía "Buen trabajo".

Carlitos se quedó viendo la televisión, pero a los 5 minutos cayó profundamente dormido. Aunque eran las 10 de la noche, el trabajo del día, los encuentros sexuales y los vinos lo golpearon para llevarlo a un sueño rápido y profundo.