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Pirata

en Lésbicos

La mortecina luz de las velas proyectaban sombras sobre la estancia, Mary se desprendía del gancho que aseguraba las vendas que ocultaban su prominente busto, hacía ya más de 10 años que las usaba, después de las vendas fueron las botas de cuero con punta cuadrada y posteriormente el pantalón.

La alcoba donde se hallaba era la número 4 del burdel de pueblo, deseaba más que nada un baño y sentir un par de piernas entre las suyas; hacía 3 meses que no intimaba, en ese  momento recordó a su marido ya muerto hacía dos años, nunca se explico por que se casó, bueno en realidad ya eso poco importaba. En esa habitación hacia un pequeño cuarto de baño; era pequeño pero con los servicios en regla, una bañera llena de agua además de un balde también con agua.

Mary entro en el aseo y acariciando el filo de la bañera se entró en ella, el agua tibia le aliviaba la tensión que tenía des de la muerte de su esposo parecía que las cosas iban mal. Anne jugaba con Calico Jack y ella –Mary- no quería terminar su vida como pirata su ilusión de regentar una taberna parecía tan lejana como su relación con Anne. Por ahora Mary solo deseaba sentir calma, aunque la travesía y el pillaje fueron provechoso sabía que su suerte se agotaba, mientras Mary cavilaba en esto se termino de asear. Ahora solo le faltaba el calor de una buena mujer. Yendo al cuarto se mira en el espejo y sonríe; a pesar de su heridas en el combata era hermosa y ella no sabía cuánto, aun cuando su figura era fornida también era grácil, muy grácil, con razón tenía a media tripulación a sus pies.

Estaba ya secándose junto a la cama cuando se abre la puerta y por esta una joven mujer entra, tiene el cabello oscuro junto con los ojos, de piel pálida, de rostro anguloso y labios finos por el escote del corsé típico de las prostitutas se presumen pechos exagerados. La joven camina tímida, no sabe qué hacer, pero ella quería estas allí, no podía creer que hoy atendería a una de las más famosas piratas de la década: Mary Read.

La pirata castaña mira a la chica con ojos escrutadoras era hermosa de eso no cabía duda; Mary sonríe y con una seña invita a acercarse:

-Pase dulzura- dijo dejando la toalla escurrirse hasta el suelo; la chica morena se ruboriza ya que la pelirroja filibustera le parece muy atractiva demasiado atractiva piensa la joven pelinegra que la puede apreciar:

Aunque en su cara puede advertir cicatrices, no la hacen ver mal sino todo lo contrario aun cuando dichas cicatrices le restan lozanía. El rostro de Mary es alargado casi caballuno, de gruesos labios y un cuello más bien pequeño, su espalda como sus brazos y trozo es muy fibroso, la pequeña Amy enrójese al  ver el pecho generoso de Mary;  los pechos son redondos, con aureolas y pezones marroncillos, un abdomen también definido, muy definido y con cicatrices, a ella – Amy – le interesan en lo más mínimo, las piernas de la bucanera  son estilizadas, junto con las cadera anchas y los pechos la hacen deseable a Amy, esta tiene tan rojo el rostro como la mata de vello púbico de la pirata.

Mary estirando una mano toma la pequeña mujer, preguntándose como terminaría esta velada.

-Dulzura- dice Mary acariciando el rostro de la pelinegra, esta última siente un cosquilleo en el cuerpo. Nunca antes a estado con una mujer pero las demás prostitutas dicen que es el cielo hacerlo con Mary.

Mary atrae hacía ella a la morena estrechando sus cuerpos puede oler el aroma a fémina, solo con eso su intimidad se humedece. Acaricia a la jovencilla, que no será menor que ella por tres años, acaricia con suavidad la espalda hasta el comienzo del faldón y con aprieta hasta sentir el pequeño trasero de la chica, Amy no sabe como sentirse, las caricias son adictivas aunque en este último gesto supo lugar estaba tembló, en este tipo de faenas como ella lo llamaba era totalmente inexperta no sabía que hacer; con un hombre es fácil hasta aburrido, aunque tenía miedo le daba un poco de morbo. Las manos de la pelirroja fueron rápidas y en un par de minutos ya había desabrochado el corsé de la joven prostituta, sentía la piel del cuello de la morena era suave, casi prístino.

Amy sintiendo la caricia de Mary fue consciente del calor que desprendía esta, podía sentirlo dentro de su piel, cuando sintió el cálido aliento en su cuello dio un pequeño salto .

Mary se sentía apurada y aunque disfrutaría esa noche se daba prisas por desnudar a la pequeña que estaba delante de sus ojos, y desabrochando los botones del faldón desprendió toda la vestimenta hasta el suelo. La palidez de la pequeña era hermosa, Mary advirtió varios lunares en los senos de la mujer morena. Tomándola de las nalgas junto sus desnudos cuerpos. Amy sintió de nuevo el aliento de la pirata en su rostro cuando la bandolera unió sus labios en beso, que n poco tiempo paso a ser una comida de boca en todo regla cuando la lengua de la  pirata violento la boca de la prostituta.

Amy ahora si tenía noción, los besos aunque no eran regla si los manejaba bien. Las manos de la castaña eran como tentáculos que entraban y se paseaban por los rincones de la anotómica femineidad morena. Con habilidad propia interpuso entre las piernas de la morena una de sus propias piernas e inclinándose masajeo el oscuro pubis de la chica esta ya estaba humedad indicándoles que la morena gozaría con ella la noche. Ahora es cuando le pregunta su nombre acariciándole un pecho y sintiendo el estremecimiento de la prostituta.

Amy que lo se lo podía creer su sexo húmedo, ya que le era difícil que sucediera con otros, con la pirata era natural:

-Amy – responde en un ligero gemido. La pirata le besa toda la cara y con voz lujuriosa y algo pretenciosa le dice:

-Después de esto solo pensaras en mi coño.- besa el cuello de Amy y vuelve a apropiarse de los glúteos de la joven prostituta, esta no cabe en su asombro, una mujer le éxito, le hace suspirar. Gime cuando Mary la empuja sobre el lecho para luego atacar los medianos senos de la morena.

-Solo presta atención a lo que haga-dijo la pirata, lamiendo una teta acariciando la otra, deseaba tanto un unas buenas tetas que estas son una bendición, no solo los pechos de Amy recibieron las atenciones de una muy necesitad Mary; el reguero de saliva que dejo va portada la tripa de Amy era testigo silente de su desesperación. Mary al llegar al vientre de pequeña Amy solo estuvo consiente de dos cosas: los gemidos de su joven amante y el bouquet almizclado que destilaba el sexo de su pequeña dama de una noche.

Y enterrando su rostro en la alfombrilla de insipiente vello oscuro, comenzando allí sus caricias con sus labios lamia  el follaje intimo de la morena, para con los dedos abrir los pétalos de una frondosa cueva, pasando dedos por todo el perímetro del sexo de la morena para subir con besos nuevamente poco apoco el trayecto recorrido. Llegando a la boca nuevamente, invadiendo la boca de la morena  le dijo:

-Amy pruébame- volteándola y quedando ella debajo de la puta de esta noche. Amy la beso con ternura y decisión beso su cuello tal como ella lo había sentido, la beso con besos húmedos. Ahora pudo deleitarse con ese busto que tanto le impacto; ahora caídos un poco aun así los pezones erguidos como picos en el centro mismo. Mary pudo notar la pericia de la joven con la lengua, recorría sus tetas de punta a punta y con pequeños mordiscos la morena pretendía los gemidos y halagos de la pirata:

-Lo haces bien- dijo la pelirroja con un suspiro sin reprimir los pequeños gemidos que obsequiaba a la morena acariciando el oscuro cabello de su besadora.

Amy continúo con el tratamiento que recibió de la pirata en el cuerpo de esta. Lo sorprendente para la prostituta fue la firmeza de los músculos de la bucanera; pudo recrearse besando cada cicatriz que veía, esto para ella era nuevo pero que resta gratificante la experiencia. Pudiendo oler la fragancia a mujer que se desprendía de la entrepierna de la pirata.

Amy continúo con su cortejo de besos adentrándose más en los confines íntimos de la pelirroja que suspiraba y arqueaba la espalda ante cualquier caricia especialmente placentera. A puso besos en el cetro de la femineidad pirata y aunque no el gusto el almizclado sabor de la pirata, tampoco le desagradó ya en este punto pudo especular como complacer a la pirata que abierta de piernas le ofrecía toda su intimidad. Entregándose completamente a la tarea; comió y estimuló con los dedos el clítoris rozado e inflamado de la bucanera. Está no podía controlar su boca y comenzó a gritar con vocabulario soez: -¡Que puta eres! ¡Que me corro Puta!  Explotando en el ansiado clímax.