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Sexo en club deportivo

en Sexo con maduros

En cierta época tenía el hábito después de cenar y que mis padres se fueran a dormir, de chatear.

Lo hacía por varias horas, hasta las 3 o 4 de la madrugada.

En uno de esos chats, que siempre terminaban en temas sexuales, conocí a Federico.

El tenía 38 años en ese momento, muchos mas que yo.

Pegamos onda porque yo jugaba al Hockey sobre césped y el tenía una sobrina que también jugaba y solía llevarla a algunos partidos.

En uno de los chats lo invité a que me venga a ver en un club de Paternal, un barrio de Capital Federal, en Buenos Aires.

Le daba vergüenza, me decía que no se animaba a verme en la cara después de contarme que se masturbaba con mis fotos y mas que nada por la diferencia de edad.

– Pensalo, si te animas, juego a las 11:00 hs. del sábado, si pasas, tomamos unos mates después. Dije.

– Me encantaría, pero no me da la cara, las cosas que te dije, no se dicen a una pendeja. Me dijo.

– Ya me conoces, soy de mente abierta, hasta me gusta que te masturbes conmigo. Dije.

Era verdad, siempre me excitó saber que hombres maduros se calentaban conmigo.

– Hagamos esto, voy a verte, asi te conozco en persona, pero no creo que te hable, voy como un espectador mas. Te parece?

– Bueno, espero te animes.

– Me muero por hablarte pero no me voy animar, no te hagas ilusiones.

– Dale, sin presión. Le dije.

Le expliqué por donde estaba la cancha que jugaba, por que lado se ingresaba al club y me despedí. Antes de cerrar el chat le envié una foto, me la saqué en el baño de mi casa para provocarlo y ayudarlo a decidirse.

Le mandé una foto de mi cola desnuda, por lo que me contaba, tenía una obsesión con las colas, era la parte que mas le gustaba de las mujeres, y soñaba con hacerle un anal a una.

Después del chat tuve que masturbarme, me excitaba mucho hablar de sexo con hombres.

Me acosté relajada y me quedé dormida.

El despertador sonó a las 8:30 hs del sábado. Como siempre fue una lucha mortal levantarme, siempre fui de amar la cama por la mañana.

Desayuné, me duché, me puse la ropa de Hockey, una falda blanca con líneas rojas a los 2 costados, una musculosa toda blanca con un par de líneas laterales, que combinaban con las rayas de la falda. Un corpiño blanco, una tanga roja, y una calza bien corta blanca, ya que solía levantarse la falda, y por la posición que jugábamos se veía todo debajo de esta.

Mi madre me llevó al club, me dejó en la puerta.

Quedamos que me volvía sola, que pensaba pasar todo el día en el club.

– Te espero antes que anochezca. Dijo mamá y se despidió.

El partido comenzó, fue un partido malo para mi equipo. Ya en el primer periodo nos ganaban por 3 anotaciones.

Me sentía frustrada, nunca fui una buena perdedora.

Antes de comenzar el segundo periodo, recordé el chat con Federico, me había olvidado por completo.

Se habrá animado? Estará mirando el partido? Quien será? Fueron preguntas que me hice.

Seguí jugando, pero sin dejar de pensar en Federico.

Jugamos mejor desde el segundo periodo pero no alcanzó, perdimos por una anotación de diferencia.

Estaba molesta por haber perdido y con Federico, esperaba que me venga a saludar pero nunca apareció.

Fuimos al buffet con 2 compañeras de equipo. Nos tomamos unas bebidas frías y hablamos sobre el partido, los errores, y demás cosas aburridas.

Me preguntaron si quería ir a almorzar, pero les dije que me quedaba en el club.

Me alejé un poco de la gente, y me senté debajo de un árbol.

Saqué un pequeño cuaderno y comencé a escribir cosas, era como un diario íntimo, donde escribía experiencias, sensaciones y demás.

Pasaron unos 20 o 25 minutos, que una voz terminó con mi soledad.

– Te molesto?. Dijo una persona.

Me asustó, ni siquiera lo escuché acercarse. Cerré mi cuaderno, esperando que no haya leído nada. Levanté mi vista y vi un hombre, de unos 40 años, de baja estatura, pelo negro y corto, tez blanca, ojos marrones, delgado. Usaba un jean azul y una camisa gris.

Me lo quedé mirando, abrazando mi cuaderno contra mi pecho.

El me miraba, esperando una respuesta.

– Federico soy.

No esperaba verlo, pero me alegró el día, me levanté y lo abracé fuerte.

– Ya no te esperaba, es mas, para ser honesta, ya me había olvidado de vos.

– Jugastes muy bien, lástima que perdieron.

Ahora, que lo veo, estaba en el partido, alejado, pero lo había descartado como Federico, no sabía porque.

– Gracias por venir. Dije.

– Gracias por invitarme. Aunque me sentí un psicópata todo el día, te estuve siguiendo, esperé hasta que te quedaste sola y cuando viniste aca, no me animaba a hablarte, te estuve espiando todo el tiempo, perdón.

Me hizo reír su comentario, sobre todo, que un hombre grande le de vergüenza hablar conmigo.

Nos sentamos bajo el árbol, Federico sacó un termo de la mochila y preparó unos mates.

– Estas loca sabés?

– Por?

– Por juntarte con un hombre sola, en el medio de la nada.

– Me vas a violar?

– Jajaja, para nada. Dijo.

– Entonces, cual es el problema. Solo pasamos el rato.

– Si, pero tenes que tener cuidado. Dijo.

Por dentro sabía que tenía razón, pero mi curiosidad superaba todo. Amaba conocer hombres, penes, siempre me aburrieron los de mi edad, ni siquiera disfrutaba pasar el tiempo con amigas.

Hablamos por horas, de todo, fue muy agradable la tarde, me pasó volando el tiempo, solo me di cuenta de la hora porque la luz solar comenzaba a perder fuerza.

Esperaba que me dijera algo, que me llevara a algún lugar para tener sexo, pero no dijo nada.

No quería irme sin probar la pija de Federico.

Tardé en animarme, pero tomé coraje, mamá ya me esperaba por lo que no tenía mucho tiempo.

– Acompañame. Le dije.

Federico me siguió sin preguntarme nada. Caminamos unos 100 metros, hasta un antiguo vestuario, que estaba en desuso hacía mas de 2 años. Estaba en tan mal estado que prefirieron hacer otro mas cerca de la pileta de natación.

Lo tomé de la mano y entramos. El lugar estaba desecho, las paredes llenas de humedad, del suelo salían arbustos, un olor a orina y otras cosas, costaba respirar normalmente.

Lo único bueno era la privacidad. Nadie se metería en ese lugar por voluntad propia.

Apenas entraba una luz tenue, del atardecer.

Sin perder tiempo, me arrodillé a sus pies, y traté de desabrochar su pantalón.

– No puedo, lo siento. Dijo.

– Que pasa, no te gusto.

– No, todo lo contrario, pero no puedo, podes ser mi hija.

– Y?

– Ademas, me da vergüenza mostrártela.

– Muero por verla, no me dejes con las ganas.

Puse mi mano sobre su bulto, sobre el jean y lo acaricié.

Lo fui acariciando para calmarlo.

Cuando sus manos dejaron de separarnos, desabroché su pantalón y baje su bóxer.

Acaricié sus huevos, unos minutos, su miembro empezó a crecer, y no pude resistirme de metérmelo en la boca, sin soltar sus huevos.

Ya con su pija dentro de mi boca, mi lengua acarició su tronco, su miembro se puso bien duro en mi boca, y me lo tragué todo. Sus 12 cm de carne.

Mi nariz chocaba su vientre y sus manos acariciaban mi cabeza.

Sus manos me hundían mi cabeza contra su cuerpo, me costaba respirar con mi boca llena y mi nariz contra su cuerpo. Pero sentía como disfrutaba el sexo oral, y me aguante, estuve casi un minuto sin respirar, sentía arcadas, y mi garganta ardía, pero aguante su cosa en mi boca. Sentí un leve mareo por la falta de aire, abrí mi boca un poco mas, solo un poco mas y algo de oxígeno entró por mi boca. Fue un par de segundos, pero me sirvió para soportar unos 30 o 40 segundos mas sin aire. Mis ojos lloraban, y mi pecho dolía, quise aguantar mas pero me fue imposible. No quise sacar mi boca de golpe, por lo que usé una técnica, que había leído en internet en una web que daba consejos de todo tipo a mujeres sobre temas sexuales. La técnica consistía en agarrar las nalgas del hombre y separarlas, eso le produciría incomodidad y aflojaría la presión. Tomé sus nalgas, y fue instintivo, Federico soltó mi cabeza.

Sin dejar de chupársela, aparté mi nariz de su vientre, solo unos centímetros, respiré todo el aire que pude por mi nariz. Empecé a sentirme mejor a los segundos.

Mi boca recorría todo su tronco desde la base hasta la punta de su pija, cuando mis labios se acercaban a la base de su miembro mi lengua, lamía sus huevos unos segundos y volvía hacia su cabeza. Lo hice reiteradas veces.

Mi boca me dolía de tenerla tanto tiempo abierta por lo que saqué el pene de mi boca, con mi mano derecha lo seguí masturbando, su miembro estaba cubierto de mi saliva, por lo que facilitaba la tarea. Mi mano lo acarició cerca de un minuto, hasta que me sentí lista para seguir con mi boca.

Apoyé la cabeza de su pija contra mis labios y la besé, un beso delicado. Metí su cabeza en mi boca, y centré el trabajo de mi lengua en su cabeza. Mientras la chupaba levanté la mirada para ver la cara de Federico, pero estaba en trance, concentrado en disfrutar el oral, con sus ojos cerrados y su boca abierta.

Abrí mi boca nuevamente, y con mi lengua me aseguré de frotar su frenillo, con fuerza, me centré en darle placer solo a la parte de abajo de su cabeza, raspando mi lengua contra su frenillo una y otra vez.  Sus gemidos cobraron fuerza, disfrutaba particularmente esa zona de su cabeza, sus manos volvieron a tomar mi cabeza, pero esta vez sin hundirme contra su cuerpo, solo para apoyarlas, fui aumentando la velocidad, de mi lengua contra su frenillo.

Federico estaba a punto de explotar en mi boca, pero no era mi idea, tenía algo preparado para el, cuando lo llevé al viejo vestuario solo quería darle un buen oral, y tragarme su leche tibia, pero durante el sexo oral recordé cuanto le gustaban las colas y que nunca había probado una, en ese entonces no era amante del sexo anal, lo hacía en ciertas ocasiones, pero no lo disfrutaba, era demasiado estrecha, pero Federico tenía un buen tamaño para mi cola, estaba segura que no me la iba a lastimar.

Saqué mi boca de su cabeza y me paré.

Puse mi manos por debajo de mi falda y me bajé la calza y tanga juntas hasta mis tobillos, le di la espalda, e incliné mi torso hacia adelante, levanté la falda, y deje mi cola completamente desnuda.

– Reventame el culito. Le dije completamente excitada.

Sentí su cuerpo chocar contra el mio torpemente, se acomodó, y su pene se hundió contra mi cuerpo, buscando la entrada de mi ano, pero falló y me penetró mi vagina bien mojada. Di un grito no tanto de dolor pero si de sorpresa, no esperaba su miembro en mi concha.

Moví apenas mi cuerpo hacia adelante, su pene se zafó de mi vagina y con mi mano derecha le tomé su miembro sin dejar de darle mi espalda, y se la puse entre mis nalgas. Su cabeza busco la entrada de mi cola y esta vez no falló, la hundió fuerte pero solo entró su cabeza, me hizo dar un grito de dolor en seco. Que no apreció importarle, porque siguió hundiendo su miembro en mi cola, sus manos me tomaron de mis caderas, y hundía mi cuerpo hacia atras, hundiendo su miembro dentro mi cola, que no se lo hacía fácil. Su pija entro milímetro a milímetro, tardó casi un minuto mas en meter mas de mitad de su miembro. En ese momento sus manos apretaron mis caderas con mucha fuerza, retiró apenas su pene hacia atrás y lo hundió con fuerza nuevamente. Me mordía mis labios y cerré mis ojos, tratando de aguantar el dolor que me producía, repitió el movimiento unas 5 o 6 veces mas, hasta que sentí un golpe en seco de su cuerpo chocando mis nalgas, sin darme cuenta me había penetrado completamente.

Abrí mi boca, tomando una bocanada de aire, tirando mi cabeza hacia atras, pero sin gritar, me dejó atontada sentirla de golpe hasta el fondo, me llevó unos cuantos segundos, a adaptarme, tener todo su pedazo de carne dentro de mi cola. Me hizo volver en sí, el golpeteo constante de su cuerpo contra mis nalgas. Su pene se retiraba hacia atrás e impactaba violentamente contra mis nalgas. Mi vagina estaba muy mojada y chorreaba mis jugos, a través de mis muslos, trataba de meterme los dedos en mi conchita, pero cada embestida me hacía perder el equilibrio. Por lo que apoyé la yema de uno de mis dedos contra mi clítoris, y fui acompañando el movimiento de las embestidas de Federico.

Se sentía muy rico.

De repente, los golpes se hicieron mas bruscos, me penetraba tan fuerte, que sus huevos parecían entrar entre mis nalgas, aceleró aún mas las embestidas, tuve que apoyar mis manos sobre mis muslos para no perder el equilibrio. Penetró y penetró sin parar hasta que me la metió bien hasta el fondo, y desagotó toda su leche dentro de mi cuerpo, sus brazos temblaban mientras su semen se descargaba en mi interior, nos quedamos quietos, sintiendo nuestras respiraciones aceleradas, no dejó de hundir su cuerpo contra el mio. Fueron un par de minutos de silencio, hasta que su miembro perdió la erección y salió de mi cola, inmediatamente el semen salió de mi ano, sentí algunas gotas espesas impactar el suelo. Me quedé en la misma posición, recobrando el aliento, no miré hacia atrás.

Sentí como Federico se acomodaba la ropa.

Sentía sus suspiros, me quedé esperando alguna palabra, pero se fue. No dijo nada.

En ese momento me sentí usada, no me interesaba ser su novia, ni nada por el estilo, pero fue raro que me dejó sola en el medio de la nada.

Me subí la tanga y calza y me apuré en salir del vestuario. Ya había anochecido y me madre me estaría esperando. Traté de apurar el paso pero sentí un dolor agudo dentro de mi cola, me detuve en seco. Me tomé unos instantes, y traté de seguir mi marcha, pero el dolor volvió. No tenía opción, tenía que seguir, asi que paso a paso, conteniéndome el dolor seguí. Salí del club y fui a la parada de colectivo. Subir esas escaleras fue muy doloroso.

Finalmente llegué a casa.

Mi madre me estaba esperando en el living, furiosa, pero apenas di 2 paso me preguntó preocupada que me había pasado.

– Mirá tus rodillas, que te pasó?

No había prestado atención, pero estaban rojas, y algo lastimadas, por haberle practicado sexo oral a Federico sobre el suelo en muy mal estado. Me las había golpeado tanto jugando que ya no sentía dolor en esa zona.

– Me doblé el tobillo jugando y me caí sobre las rodillas. Dije.

Me hizo sentar en el sillón y me limpió la herida de las rodillas.

Cuando terminó me mandó a ducharme.

Mi cuerpo estaba adolorido, fue un día largo, primero el partido y luego Federico.

Me enjaboné muy bien mi vagina y entre mis nalgas, aun sentía su leche en mi cuerpo.

Esa noche entré al chat esperando ver a Federico, y que me explique que pasó. Esperé un par de horas, pero no estaba, me decepcionó no verlo, hacía semanas que chateábamos sin perdernos un día.

Mi cuerpo ya no tenía fuerza para seguir despierto y me tiré en la cama, esa noche tuve que dormir boca abajo, por el dolor que sentía en mi cola.

Me desperté muy temprano, ni siquiera eran las 6 de la mañana.

Vi en la pantalla de mi computadora, varios chats abiertos, eran demasiados, mientras dormía me contactaron decenas de personas. Los fui cerrando, sin esperanza de ver a Federico conectado, pero ahí estaba era un mensaje largo:

“No se como pedirte disculpas, de haberme aprovechado de tu cuerpo y tu inocencia, era como un sueño estar al lado de la pequeña mujer que me hizo pasar tan buenas noches semana tras semana, no parecía real, estar contigo, y por momentos era como un sueño, que una chica tan linda, perdiese el tiempo con un solitario como yo, pero tuve la suerte de conocerte. Sin conocerte en persona ya me gustabas y cuando fui a verte, me enamoré, pero sabía que solo sería algo platónico, que no podía estar contigo. Traté de contenerme pero no pude, y me aproveché de tu cuerpito, y no supe como reaccionar, y te dejé sola, ni siquiera tuve el coraje de decirte lo siento. Fue la mejor experiencia de mi vida, pero cuando terminé solo sentí culpa. Lo siento nuevamente”.

Le respondí “Hola”, pero saltó un mensaje que estaba desconectado.

No paré de conectarme, noche tras noche esperando encontrarlo, y hacerle entender que yo busqué que pase y que lo disfruté pero no tuve suerte.

Pasaron un par de meses, ya no tenía esperanza de encontrarlo, pero igual me conectaba, y una noche de jueves, me llegó un mensaje de FEDERAMOSARG, me sobre exalté de la emoción era el. Me preguntó como andaba, y empezamos a conversar, esa noche no corté hasta que mis padres se levantaron, por lo que fui sin dormir al colegio, pero valió la pena, nos pusimos al día, le conté mi sensación de ese día, y seguimos en contacto por años, solo por chat, como amigos, me dijo que se sentía atraído hacia mi y que no quería usarme sexualmente nuevamente, me hubiese gustado, pero lo entendí.

Por suerte le pude dar un cierre a esta experiencia.