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Hice debutar a mi primo – segunda parte

en Amor filial

Cerca de las 19 hs., ya no quedaban invitados en la reunión. Mi primo ya no estaba en la planta baja. Me quedé con mi Tía, ayudándola a ordenar, era mucho trabajo y nos llevó casi dos horas.

Terminamos agotadas. Nos tiramos en el sillón del living y nos pusimos a hablar.

Empezamos con temas banales, nada importante, pero en un momento terminamos hablando que le estaba siendo infiel a mi Tío. Me parecía increíble lo que estaba escuchando, siempre los vi como un matrimonio feliz, tenían un buen pasar, viajaban seguido, siempre se los veía juntos.

Me contó que lo conoció en una clase de italiano.

Me dejó completamente descolocada. No lo vi venir.

El tiempo voló, ya eran las 22:15 hs.

Mi Tío bajó, y de repente me cambió el tema de conversación.

– Te preparo algo de cenar? Me preguntó mi Tía.

– No basta de comida, estoy que reviento. Contesté.

Nos pusimos a hablar, los tres, obviamente el tema del amante de mi Tía murió ahí.

Bebimos unos tragos, hasta largas horas de la noche.

Mis tíos, se despidieron y fueron a dormir.

Me recosté en el sofá, y me quedé dormida.

Algo me despertó, abrí mis ojos, y ahí estaba Agustín. Me miraba fijamente.

Me había olvidado de mi primo. Aún me dolía la cabeza de los tragos que tomamos.

Me senté en el sillón y le dije:

– Me das un minuto, que sigo mareada.

Me respondió que si y se sentó a mi lado, sin hablar, esperando a que me recupere.

El dolor y mareo no se me pasaba, pero no era la culpa de Agustín.

– Me acompañas a mi habitación? Le pregunté.

Nos paramos, lo tome de la mano y salimos al jardín. Caminamos unos 30 metros, y al final había una segunda casa, para invitados, era muy pequeña, pero tenía, un living, un baño y una habitación.

Empujé la puerta, iba arrastrando los pies del mareo, sin soltar a Agustín. Sentía que si no lo agarraba, me caía ahí mismo.

– Toma asiento, le dije.

Sentó en un sofá de dos cuerpos, de color negro, de cuero.

Le pedí un minuto, fui al baño y me mojé la cara, varias veces. Me sequé, y volví con mi primo.

Seguía sentado. Me arrodillé entre sus piernas con dificultad.

Tomé su pantalón corto por la cintura, y se lo saqué. Era lo único que tenía, su miembro ya estaba completamente erecto.

Se lo sujeté con mi mano derecha y empecé a chuparle los huevos. Estaban bien calientes. Los lamí, le pasé la puntita de mi lengua, y me tragué sus dos huevos. Los tenía en mi boca, que estaba completamente llena y se los succioné. Mi primo volaba de excitación, se sacudía, gemía, temblaba, traspiraba.

Saqué sus huevos de mi boca, para seguir con su pene. Abrí lo mas grande que pude mi boca y me lo tragué, sin detenerme hasta el final. Mi labios tocaron su cuerpo y me quedé unos instantes con su pija hasta el fondo de mi garganta. Cuando empecé a tener dificultades para respirar, retiré mi boca de su miembro, se lo había dejado bien salivado, se lo escupí un par de veces, froté la saliva por todo su pene. Lo lubriqué lo mejor que pude para lo que venía. Siempre fui muy estrecha y la pija de Agustín, si bien no era muy larga, era gorda.

Me paré, sin dejar de mirarlo. Me desvestí, primero el top, dejando mis pechos desnudos, y seguí con las sandalias, el pantalón blanco y mi tanga blanca.

Estaba como Dios me trajo al mundo, nada, cubría mi cuerpo.

Me arrodille sobre mi primo, una pierna a cada lado de su cuerpo. Mis pechos contra su cara, tomé el derecho con mi mano y se lo metí en la boca. Comenzó a chuparme mi pezón, chiquito, de color rosado, y tomé su miembro con mi mano derecha, y lo empecé a frotar contra mi vagina.

Ya estaba muy mojada. Busqué la entrada de mi vagina. Su cabeza la encontró. Y dejé caer mi cuerpo. Me sorprendió lo fácil que entró. Mi conchita bien húmeda y su pija bien lubricada con saliva, me penetró hasta el final. Dejé caer mi cuerpo, y sentía a mi primo dentro.

No dejó de lamer mi pecho, parecía un bebé tomando leche.

Con mi mano derecha le sujeté el cabello, tiré su cabeza hacia atrás, y metí mi lengua en su boca, tardó en responder su lengua, pero a los minutos, nuestras lenguas no paraban de tocarse.

Sin dejar de besarlo, comencé a montarlo, saltaba sobre su pija, entraba y salía una y otra vez, mis nalgas rebotaban contra sus muslos, me encanta el ruido que hacían al chocar, su pija, me abría por dentro hasta el final, entraba y salía, lo estaba pasando genial, me sentía muy putita.

La lengua de mi primo dejó de tocar la mía, dio un grito de alivio y sentí como se vino dentro de mi vagina. Lo seguí montando fuerte, no faltaba mucho para correrme también, aceleré la cabalgata, aún su miembro estaba duro.

Finalmente me corrí sobre su pija.

Quedamos agotados. Me había olvidado de la resaca, pero aún estaba, se sentía peor.

Me quedé como diez minutos sobre Agustín. El me abrazó, y yo deje caer mi cuerpo sobre su pecho.

Casi me quedé dormida. Besé sus labios, y me levanté del sofá.

– Te deje sin leche creo. Dije.

– Seguiría por mi.

– No te enojas, pero ya no puedo mas de la cabeza.

Le di otro beso y me tiré en la cama, que estaba a unos metros, boca abajo, desnuda.

Me desperté al rato, sin entender nada, lo primero que sentí fue un dolor en mi vagina. Apenas abrí mis ojos, estaba boca arriba y Agustín sobre mi, penetrándome.

Había poca luz, apenas lo veía. Sentía sus gemidos y su sudor cayendo sobre mi cuerpo.

Le pedí que pare que me hacía doler, pero nunca paró estaba fuera de si.

Me dio duro por varios minutos, su miembro entraba y salía, era violento, no parecía el chico tímido que conocía. En un momento con su mano derecha, sujetó mi pecho izquierdo, al principio solo me lo amasaba, como acariciando, pero cuando sus respiración se agito, estaba a punto de venirse, me lo apretó con una fuerza descomunal, que me hizo gritar del dolor, finalmente acabó en mi concha por segunda vez, pero no soltó mi pecho hasta que terminó de acabar.

Dejó caer su cuerpo contra el mio y se quedó dormido.

Nos quedamos en esa posición hasta las 6:00 am, no pude volver a dormirme. El sol comenzaba a salir.

– Despertate, despertate. Dije.

– Que pasa?

– Tenes que volver a tu cuarto, se estan por despertar tus papas. Le respondí.

Abrió sus ojos.

– Te quiero coger de vuelta. Me dijo.

– Olvidate, ya te deje sin leche, anda a tu cuarto.

De mala gana, se vistió y se fue.

Fui al baño, estaba muy desaliñada, mi pecho estaba con moretones negros, me lo había lastimado esa noche.

El dolor de cabeza se había ido, pero ahora me dolía todo el cuerpo.

Me duché, me vestí con la misma ropa del día anterior. Desayuné con mi Tía, y me fui sin saludar a mi primo.

Estaba segura que iba a dormir por muchas horas.